Evangelización

Santa Teresa de Lisieux, carmelita, Doctora de la Iglesia, patrona de las misiones

La Iglesia celebra el 1 de octubre a Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz, más conocida como Santa Teresa de Lisieux, una de las santas más queridas, y Doctora de la Iglesia. Teresita fue la carmelita descalza del ‘caminito’ de infancia espiritual, la de la “confianza”, la “Florecilla”.  

Francisco Otamendi·1 de octubre de 2025·Tiempo de lectura: < 1 minuto
Santa Teresa de Lisieux.

Santa Teresa de Lisieux (Wikimedia Commons).

Teresa Guérin nació en Alençon (Francia) en 1873, en el seno de una familia profundamente cristiana. Sus padres, Luis Martin y Celia Guérin, fueron canonizados en 2015. Tras la temprana muerte de su madre, Teresita se trasladó con su familia a Lisieux, donde creció en un amor ardiente hacia Cristo. 

Sus cuatro hermanas entraron en el Carmelo, y santa Teresita de Niño Jesús pudo entrar también en la Orden carmelitana a los 15 años, por un permiso especial del Papa León XIII. 

Ya en el Carmelo de Lisieux, vivió en oración, silencio y entrega cotidiana hasta su muerte en 1897. Desde su celda descubrió un camino de santidad: la “pequeña vía” del amor confiado, hecha de sencillez, sacrificios ocultos y abandono filial en Dios.

“Historia de un alma”

Su autobiografía, “Historia de un alma”, se convirtió en un clásico espiritual. En ella enseña que la santidad consiste en vivir con amor cada momento y confiar ilimitadamente en la misericordia de Dios. Murió a los 24 años ofreciendo su vida por la salvación de las almas.

Pío XI la canonizó en 1925, es Patrona universal de las Misiones (a pesar de nunca haber sido misionera de forma externa). En 1997 san Juan Pablo II la declaró Doctora de la Iglesia.

El papa Francisco escribió en una Exhortación apostólica dedicada a ella, que su “caminito” sigue iluminando el camino de la Iglesia. «Cést la confiance» (‘Es la confianza’) es el título, que evoca las primeras palabras en el original francés de una frase tomada de los escritos de Teresa. Que en su forma completa dice: “¡Es la confianza y nada más que la confianza lo que debe conducirnos al Amor!”.

El autorFrancisco Otamendi

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