Estamos en el umbral de la Navidad, a solo tres días. El Adviento está llegando poco a poco a su fin, y el Evangelio de hoy nos cuenta la historia del nacimiento de Jesús desde la perspectiva de José.
Al echar un vistazo a las lecturas de la liturgia de hoy, nos sorprende la cantidad de nombres que encontramos: David, Pablo, María, José, Emmanuel, Jesucristo. David es el nombre que aparece en todas las lecturas. La genealogía de Cristo está vinculada a David, y sin embargo la profecía insiste en que su nacimiento es único: “La virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel”.
Aquí está el misterio: ¿qué tiene que ver un nacimiento virginal con David? ¿Era María descendiente de David? El puente entre David y Cristo es José, “hijo de David”. José no aporta la descendencia física, pero al acoger a María y dar nombre al Niño, le otorga a Jesús un linaje legal y mesiánico. José es una de las grandes figuras del Adviento. Él nos enseña la disposición adecuada para prepararnos a la venida de Cristo. El Papa Benedicto XVI diría que José es una persona que encarna el Adviento en sí mismo. En José, el Adviento casi se convierte en una persona.
Hoy nos centramos en José. En el Evangelio de hoy él recibe su anunciación, y también da su fiat. ”José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo”. Su respuesta es sencilla pero total, semejante a la de su esposa: “Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer”.
Con su anunciación, él acoge a María como esposa, pero también acoge a Cristo como hijo. Al aceptar a María, aceptó a Cristo. La Encarnación tuvo lugar en él, por así decirlo, al acoger a Cristo. Se convierte así en modelo para la devoción mariana, mostrándonos lo que significa acoger a María en nuestra vida. José ya hizo lo que Juan haría al pie de la Cruz, pero de una manera diferente. Su acto anticipa lo que luego haría el apóstol Juan: “He aquí a tu madre”. Juan la tomó como madre; José la tomó como esposa y aceptó a Cristo, al Niño en el seno de María, al Cristo escondido. Esta es nuestra tarea en este Adviento y más allá: aprender a acoger a Cristo, al Cristo escondido que está a nuestro alrededor, al Cristo que viene a nosotros de maneras inesperadas. Estemos abiertos a las distintas formas de la anunciación y de la encarnación.
Es bien sabido que en la Biblia no se registra ninguna palabra pronunciada por José. Hoy se nos recuerda que hizo lo que el ángel del Señor le mandó, y una de las instrucciones que recibió fue: “Ella dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús”. José puso nombre a su hijo, el hijo de María, el Hijo de Dios: Jesús. Esa tal vez fue la palabra más importante que pronunció en su vida: Jesús.




