Evangelio

El justo vivirá por su fe. Domingo XXVII del tiempo ordinario (C)

Joseph Evans nos comenta las lecturas del domingo XXVII del tiempo ordinario (C) correspondiente al día 5 de octubre de 2025.

Joseph Evans·2 de octubre de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos

La fe se demuestra más cuando las circunstancias externas son más adversas. La fe se muestra cuando Dios parece tardar en responder a nuestras oraciones, pero seguimos creyendo en Él. La fe se vive en las circunstancias concretas de nuestro deber diario. La confianza es el núcleo de la fe.

Lo anterior es como un resumen de lo que nos dicen las lecturas de este domingo sobre la fe, que es su tema principal. En la primera lectura, el profeta Habacuc se atreve a cuestionar a Dios sobre algunas de las injusticias que ve a su alrededor. ¿Por qué Dios parece no ayudarlo? ¿Por qué hay tanta violencia? ¿Por qué Dios permite tanto mal? Estas son preguntas que hoy podríamos sentirnos tentados a hacer.

Pero el Señor responde con un llamado a la paciencia. Su respuesta, dice, “si se atrasa, espera en ella, pues llegará y no tardará”. Y esta disposición a vivir en un estado de paciencia confiada es precisamente la fe. Mientras que el hombre orgulloso confía en sí mismo, “el justo por su fe vivirá”.

El salmo nos da un ejemplo de cómo los israelitas no confiaron en Dios: los episodios de Meribá y Masá, que tal vez fueron dos lugares distintos o posiblemente el mismo, donde Israel “puso a prueba” y dudó de Dios debido a la falta de agua (que Dios luego proporcionó). El salmista ve la falta de fe como un endurecimiento del corazón: lo contrario de la confianza.

Timoteo, que parece intimidado por la tarea que Pablo le ha encomendado como obispo, es animado por el apóstol en la segunda lectura a confiar en la gracia que se le ha concedido, a “reavivar el don de Dios” que recibió a través de la ordenación episcopal. Pablo quiere decir que, aunque humanamente no estés a la altura de una misión concreta, Dios puede darte toda la gracia que necesitas para cumplirla. Confiar en esto es fe. Creemos más en el poder de Dios que en nuestra debilidad. Porque Timoteo hizo esto, ahora es un santo de la Iglesia.

Por último, el Evangelio completa la lección sobre la fe. Incluso la más mínima fe, “como un grano de mostaza”, nos permitiría realizar grandes milagros. Sin embargo, esta fe no suele vivirse a través de acontecimientos milagrosos, sino mediante el fiel cumplimiento de las tareas relacionadas con nuestra función en la vida, sabiendo que, en realidad, sea cual sea nuestro trabajo o nuestro papel, todos somos servidores. Cuando vivimos nuestra fe, no debemos esperar recompensas extraordinarias: “Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer”.

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