Evangelio

La importancia de la gratitud

Joseph Evans nos comenta las lecturas del domingo XXVIII del tiempo ordinario (C) correspondiente al día 12 de octubre de 2025.

Joseph Evans·9 de octubre de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos

Tanto la primera lectura, como el Evangelio de la Misa de hoy, nos presentan la curación de un leproso. La lepra era la enfermedad más temida en el antiguo Israel, lo que llevaba a la exclusión de sus víctimas de la sociedad y exigía un ritual estrictamente prescrito para la reintegración de la persona curada.

El hecho de que el leproso tuviera que presentarse ante un sacerdote tanto para verificar la enfermedad como su curación —a fin de poder volver a la sociedad normal (véase Lev 14)— nos ayuda a considerarlo como una prefiguración del pecado y su “curación” en el sacramento de la Confesión. Así como los sacerdotes del Antiguo Testamento juzgaban la enfermedad y anunciaban su curación, los sacerdotes de la Nueva Alianza —con el poder de atar y desatar que les ha sido dado por Cristo (cfr. Jn 20, 21-23 y Mt 18, 18)— también juzgan el pecado con miras a perdonarlo.

En la primera lectura, el sanador es un profeta, Eliseo, y la curación lleva al hombre curado, el sirio (y por lo tanto pagano) Naamán, a reconocer al único Dios verdadero. Vinculada a la curación (aunque no se menciona en el breve texto de hoy) está la humildad de Naamán al escuchar a sus siervos y obedecer a Eliseo, quien le pidió que realizara la tarea relativamente sencilla de lavarse siete veces en el Jordán. En otras palabras, no hay ningún ritual elaborado, y mucho menos magia, y Naamán, un gran general, tiene que realizar una acción muy básica que perfectamente podría haber hecho en los ríos de su propia ciudad, Damasco. Naamán, con una noción muy territorial de la deidad y de la capacidad de actuar de un dios, se lleva consigo un poco de tierra local para seguir adorando al Dios de Israel.

Jesús, un profeta más grande que Eliseo, cura a los diez leprosos que acuden a Él suplicando misericordia. Aunque, según la costumbre judía, les dice que se presenten ante los sacerdotes, el hecho de que se curen por el camino deja claro que Él mismo es el verdadero Sumo Sacerdote, el verdadero representante entre Dios y el hombre. En ambos sentidos, como sacerdote y profeta, se revela como el verdadero mediador entre la humanidad y Dios, siendo Él mismo tanto humano como divino.

Una vez más, un extranjero (si no pagano) es el héroe de la acción, ya que es un samaritano quien vuelve para dar las gracias, mientras que los nueve israelitas no lo hacen. Y de nuevo, un extranjero descubre al verdadero Dios, Jesús, a través de esta curación física. En este episodio, una lección clave es la importancia de la gratitud. Las lecturas de hoy nos invitan a realizar con gratitud las pequeñas cosas que Dios nos pide, sabiendo que, con fe en él, estas nos llevarán a una curación espiritual más profunda de nuestra alma.

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