Evangelio

El amor y la gloria van juntos. Séptimo domingo de Pascua (C) 

Joseph Evans nos comenta las lecturas del séptimo domingo de Pascua (C) correspondiente al día 1 de junio de 2025.

Joseph Evans·29 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos

Esteban miró al cielo y vio la gloria de Dios y a Cristo Jesús sentado a la derecha del Padre. Estaba tan encantado por ello que sintió la necesidad de exclamar lo que estaba viendo. Pero esto sugería la igualdad de Jesús con el Padre, su ser divino, algo que los judíos no estaban dispuestos a aceptar. Tomaron piedras y apedrearon a Esteban hasta la muerte.

Este tema de la gloria divina de Cristo se desarrolla en el Evangelio de hoy. Jesús reza a su Padre y comienza diciendo: “Yo les he dado la gloria que tú me diste”. Curiosas palabras. ¿Cómo es posible? La comunicación de la gracia es ya un anticipo de la gloria, en cada sacramento participamos también de la gloria de Cristo. Esta gloria puede ser más aparente en la belleza del arte sacro, la arquitectura, la música y la liturgia solemne, pero está ahí escondida en la Misa más discreta, más sencilla. En cada Misa, Jesús está sentado a la derecha del Padre intercediendo por nosotros, llevándonos, ya ahora, a su gloria invisible.

Jesús prosigue su oración pidiendo al Padre “que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo”. Jesús quiere que compartamos su gloria, porque esto es compartir el amor del Padre. El amor y la gloria van juntos. Son la plenitud de lo que podríamos llamar amor extático. Lo vemos en el amor romántico: al principio los amantes piensan que su amada es totalmente gloriosa. Luego, con el tiempo, cada uno ve que el otro no es tan glorioso como pensaba. Pero en el Cielo no habrá decepción: será un descubrimiento continuo de lo glorioso que es Dios y de lo glorioso que es su amor.

El libro del Apocalipsis nos ofrece una visión de esta gloria celestial, por lo que no es sorprendente que el Espíritu Santo nos ofrezca un texto de él en la Misa de hoy (como hace durante todo el tiempo pascual). Jesús se revela como “el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último”. Y nos invita a unirnos a la oración de la Iglesia por su venida. Sí, anhelemos la venida del Señor y participemos de su gloria eterna. Y podemos satisfacer y fomentar ese anhelo recibiéndole con fe en cada Misa, esperando esa gloriosa plenitud de la vista que viene con la Visión Beatífica.

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