Más de la mitad de los países menos desarrollados del mundo afrontan una grave situación de sobreendeudamiento, estimada en 9 billones de dólares. En 48 países en desarrollo, la mayor parte africanos, se destinan más recursos al pago de intereses de la deuda que a garantizar derechos básicos para sus poblaciones. Y esto es “éticamente inadmisible”, afirma en una entrevista con Omnes la profesora de Organizaciones Económicas Internacionales en la Universidad Loyola de Andalucía, Mª Luz Ortega Carpio.
Este sobreendeudamiento afecta de hecho a 3.300 millones de personas, casi la mitad de los 8.000 millones del planeta, que viven en países que gastan más en intereses de la deuda que en salud. Y a 2.100 millones de personas, cuyos países gastan más en deuda que en educación, añade la profesora Mª Luz Ortega, que es miembro del Hub España de ‘La Economía de Francisco’ (EoF).
Por otra parte, organizaciones católicas españolas han puesto en marcha por primera vez en la historia un Side Event (Evento Paralelo oficial), en la IV Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo de la ONU, que tiene lugar en Sevilla. La profesora Ortega considera este hecho como “importante”.
En la Mesa Redonda participaron ayer Eduardo Agosta Scarel (Director del Departamento de Ecología Integral de la Conferencia Episcopal Española, CEE) y Mª Luz Ortega Carpio. Y también Agustín Domingo Moratalla (Catedrático de Filosofía Moral y Política en la Universidad de Valencia y miembro de ‘La Economía de Francisco’-EoF) y Elena Pérez Lagüela (doctora y profesora de Economía en la UCM y experta en África).
Presentó y moderó Marta Isabel González (Incidencia Política y Alianzas en Manos Unidas, y Comunicación en Enlázate por la Justicia y EoF). Pueden ver más información en el canal Youtube de ‘Enlázate por la Justicia’ (Cáritas, Cedis, CONFER, Justicia y Paz, Manos Unidas y REDES).
Conversamos ya con la economista, profesora Mª Luz Ortega.
En esta 4ª Conferencia sobre Financiación para el Desarrollo, de la ONU, se ha celebrado un ‘Side event’, es decir, un Evento Paralelo oficial, organizado por primera vez por diversas instituciones católicas españolas. ¿Puede valorar este hecho histórico?
– Este hecho realmente es un hecho…, no sé si histórico, pero el que haya un evento paralelo oficial organizado por instituciones católicas españolas, es importante. Es importante porque queremos ser altavoz de todo lo que a nivel de Iglesia en el marco jubilar se está realizando. El tema, efectivamente, es ‘Alivio y cancelación de la deuda externa. Una transición ecológica justa en el marco de los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible). Yo he participado en esa Mesa.
Háblenos un momento de ese acto, sobre ‘Alivio y cancelación de la deuda externa’, que ha tenido lugar este lunes.
– Cuando hablamos de la deuda externa, tenemos que pensar que está afectando a más de 3.300 millones de personas que viven en el planeta, y actualmente estamos cerca de los 8.000 millones. La cantidad de personas que están privadas de tener una vida digna, el acceso a la salud, la cobertura de los derechos básicos, es enorme.
Esto afecta a más de 40 países, la mayor parte de ellos en África, que pagan por la deuda, por los intereses de la deuda, perdón, más que lo que destinan a salud, educación, a cuestiones básicas. Eso es algo que debemos tomar conciencia, y considerar realmente que esto no es éticamente admisible.
En esta Mesa hemos intentado abordar las propuestas que desde la sociedad civil, pero también desde grupos de Iglesia, en el marco de los distintos informes que han ido saliendo, vamos a apoyar. Especialmente, el reporte del Jubileo, la iniciativa propuesta por el Papa Francisco, de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales.
Detrás de la condonación de la deuda, debemos tomar conciencia de que no se trata de condonar por condonar. Es establecer también una serie de principios básicos para que la deuda sea una deuda asumible.
¿Puede desglosar alguno de estos principios básicos?
– Sí. Algunos de estos principios son que no haya transferencias netas desde los países sobreendeudados. Es decir, a veces se presta dinero para ayudar, aliviar. Pero como tienen que devolver los intereses de la deuda, al final resulta que hay una transferencia neta desde los países sobreendeudados hacia nosotros.
Por otro lado, que cada uno de los países endeudados tenga un plan para analizar la situación de acuerdo a su posición. Que las reestructuraciones incluyan reducciones de capital. También se pretende que se mire a la totalidad, es decir, que se plantee incluso que las deudas sean realmente deudas para promover el desarrollo.
¿Qué hay en el fondo de estos criterios?
En el fondo, lo que está también detrás es el planteamiento de que muchas veces, cuando se va a afrontar la deuda, se dice: bueno, tienes que hacer un plan de austeridad. Pero el plan de austeridad lo único que hace es aumentar aún más la deuda. Pero el crecimiento tiene que ser posible. La única manera de salir de esta situación es crecer, pero crecer de una manera equilibrada, crecer enfocándose hacia proyectos de desarrollo sostenible.
Tengan en cuenta que esta Conferencia Internacional acontece en el marco de la necesidad de replantear cómo seguir financiando los objetivos de desarrollo sostenible, la agenda 2030. Porque ahora mismo existe una brecha de más de 4.000 millones de euros. Todo eso supondría trabajar desde otras claves.
También es muy importante, y así lo instan las distintas instituciones, también las de la Iglesia, que las instituciones financieras internacionales, más que buscar la devolución del préstamo, sirvan realmente a las poblaciones, sirvan realmente para el desarrollo.
Ustedes han hablado de cosas que se pueden hacer.
– Una vez vistos estos principios, cosas que se pueden hacer hay muchas. Se puede llevar a cabo iniciativas de suspensión de deuda en los casos más graves. Esto ya se ha hecho en otros momentos. Por ejemplo, en el anterior Jubileo (año 2000). O el canje de deuda por educación, por salud, siempre con modelos de transparencia. O bien reconvertir los derechos especiales de giro para que puedan ayudar y financiar a los países en desarrollo.
En la explicación pública de la Mesa había un lema: “Son personas, no números: economía al servicio de las personas y el planeta”. Amplíe la idea.
– Pues sí. Esto es algo realmente importante. Como le decía, poner el centro en las personas, poner rostro a esta situación de 3.300 millones de personas, casi la mitad de la población mundial. Son personas que se ven privadas de tener una vida digna, feliz, una vida que han soñado y que todo el mundo desea. Se ven privadas porque la deuda externa que asola sus países no les permite tener esa condiciones.
Poner la economía al servicio de las personas, al servicio del planeta, tiene que ver mucho con todo lo que está debajo de la agenda 2030, que se centra en el bienestar de las personas y del planeta. Y si no lo conseguimos, estamos privando de todas esas oportunidades a las personas. El desarrollo sostenible, para que sea un buen desarrollo, tiene que generar crecimiento económico, pero también tiene que ser justo, un desarrollo social, por lo tanto con equidad, y tiene que ser beneficioso y equilibrado para todo el planeta.
Por eso, la economía tiene que estar centrada en conseguir esto, no en conseguir una rentabilidad a corto plazo, o un beneficio. Y muchas veces esas inversiones, o esos préstamos que se dieron, se dieron a cambio bien de tierras raras, como está ocurriendo ahora mismo, o a cambio de un beneficio muy a corto plazo, pero que no beneficia la vida de la gente. Y eso es lo que queremos: que la economía esté centrada en el beneficio de las personas.
Un economista de ‘La Economía de Francisco’ decía, por ejemplo, que el éxito no debería medirse por el tamaño o el crecimiento del PIB, sino por su capacidad de integrar a todos, de redistribuir la riqueza. ¿Algún comentario?
– Efectivamente, eso debe ser así. El Producto Interior Bruto es un indicador de crecimiento económico, pero si no hay una redistribución de la riqueza, y no solamente de la riqueza, sino del bienestar, y la generación de capacidades, para que toda la gente viva la vida plena y digna que desea, eso no va a poder ser.
Por eso, entre otras cosas, el documento del Jubileo, y lo que las organizaciones católicas estamos pidiendo, es que no pensemos solamente a corto plazo, sino a medio y largo plazo. Es decir, la deuda es necesaria. Todos hemos pedido alguna vez un préstamo. Todos los países se han endeudado, pero hay que endeudarse para generar unas estructuras sólidas que generen realmente bienestar a toda la población. Si no, estamos hablando de un mal desarrollo.
Por último, ¿qué piden ustedes en el documento ‘El compromiso de Sevilla’?
‘El compromiso de Sevilla’ se elaboró en mi Universidad en el marco del Día del Desarrollo, que celebramos todos los años en la Universidad Loyola Andalucía. Este Día lo dedicamos este año a ‘Deuda o desarrollo,’ e invitamos a ponentes. Y a raíz del mismo, de la mano de la Conferencia Episcopal y de la Archidiócesis de Sevilla, salió la Declaración.
Una Declaración en la que venimos a pedir la condonación de la deuda, pero también, conscientes de las dificultades de esa condonación total, una serie de medidas. Unas medidas que van totalmente en línea con el Documento marco que ha sacado la Academia Pontifica de Ciencias Sociales en el reporte del Jubileo.
Pedimos un trato sobre la deuda en el que se ponga a las personas en el centro. Y no se mire tanto la cantidad de deuda que se debe, sino cómo solucionar este problema, y promover realmente el desarrollo en los países.