La Iglesia Católica dedica el mes de noviembre, de modo especial, a la oración por los fieles difuntos. Este tiempo invita a los creyentes a ofrecer misas, plegarias y obras de misericordia en favor de las almas del Purgatorio.
En todo el mes de noviembre existe la posibilidad de ganar indulgencias plenarias por los difuntos, como ya se hizo durante los años de la pandemia. El Cardenal Mauro Piacenza, Penitenciario Mayor, explicó que esta práctica “es una forma de devoción muy sentida, que se expresa participando en la Misa y visitando los cementerios”, recordando que la indulgencia “es un signo de la ternura de Dios y de la comunión entre la Iglesia peregrina y la Iglesia purgante”.
¿Cómo se obtiene la indulgencia plenaria por los difuntos?
Según el Manual de Indulgencias, los fieles pueden obtener indulgencias plenarias —aplicables solo a las almas del Purgatorio— cumpliendo las siguientes condiciones:
- Visitar un cementerio y rezar, aunque sea mentalmente, por los difuntos.
- Visitar una iglesia u oratorio el día 2 de noviembre (Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos) y recitar el Padre Nuestro y el Credo.
- Confesarse sacramentalmente, comulgar y rezar por las intenciones del Papa (un Padrenuestro y un Avemaría bastan).
- Estar libre de todo afecto al pecado, incluso venial.
Quienes no puedan salir de casa por motivos graves o de salud pueden igualmente obtener la indulgencia uniéndose espiritualmente a las oraciones de la Iglesia, rezando por los difuntos ante una imagen del Señor o de la Virgen María.
La Misa, el mayor auxilio para las almas del Purgatorio
La Iglesia enseña que la Santa Misa es la ofrenda más poderosa que puede hacerse por los difuntos, ya que es el mismo sacrificio de Cristo renovado de modo incruento sobre el altar.
Así lo recordaba el Papa Benedicto XV en su Constitución Apostólica Incruentum Altaris (1915), en la que concedió a todos los sacerdotes del mundo la facultad de celebrar tres misas el día 2 de noviembre, una por la intención que deseen, otra por todos los fieles difuntos y una tercera por las intenciones del Santo Padre.
El Papa subrayó que “el sacrificio del altar tiene el mayor poder para expiar las almas que descansan en Cristo”, e invitó a los fieles a asistir a esas misas con devoción, para que “una inmensa ola de alivio” llegue a las almas del Purgatorio.
El sentido espiritual de las indulgencias
El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que la indulgencia es “la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados, en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones consigue por mediación de la Iglesia, la cual, como administradora de la redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los santos”.
Dios perdona sus pecados a aquellos que tras haber cometido un pecado, se arrepienten por medio del sacramento de la confesión. Sin embargo, queda una «responsabilidad pendiente» por las consecuencias que el pecado haya tenido para la misma persona o para otras, o incluso para la sociedad en general. Esta consecuencia se llama «pena temporal» y es una deuda que persiste y que hay que saldar ya sea en esta vida o en el Purgatorio.
Es entonces cuando la Iglesia, administradora de la redención, puede conceder indulgencias que pueden suprimir plenamente o parcialmente (dependiendo si se trata de una indulgencia plenaria o parcial) esta pena temporal por los pecados cometidos y confesados hasta ese momento.
Durante este mes, la Iglesia invita a los fieles a rezar por sus seres queridos difuntos, a participar en la Eucaristía, y a ofrecer obras de misericordia como signo de amor y comunión con la Iglesia Purgante.
Cada indulgencia ganada es un acto de caridad espiritual que abre el cielo a las almas que esperan su purificación.




