El Vaticano ha hecho público un amplio resumen de los trabajos realizados por la Comisión de Estudio sobre el Diaconado Femenino, que desde 2021 —y en continuidad con investigaciones previas iniciadas bajo el pontificado de Francisco— analiza la posible admisión de mujeres al diaconado.
El informe, firmado por el presidente de la Comisión junto con su secretario, Monseñor Denis Dupont-Fauville, sintetiza cuatro años de investigación histórica, teológica y pastoral, así como las tensiones doctrinales que han impedido alcanzar un consenso, y ha sido presentado recientemente al papa León XIV como material para su discernimiento.
El resumen entregado al papa León XIV recoge que las distintas comisiones vaticanas han constatado la existencia histórica de figuras llamadas diaconisas, presentes en la Iglesia antigua. Sin embargo, los estudios coinciden en que dicho ministerio no fue homogéneo ni equivalente al diaconado masculino. Las funciones, ritos de institución y significado teológico variaron notablemente entre comunidades, sin que pueda hablarse de un sacramento del Orden en sentido pleno.
Falta de evidencia sacramental
La Comisión presidida por Mons. Dupont-Fauville reafirma que, según el estado actual de la investigación, no existe fundamento suficiente para atribuir al diaconado femenino antiguo un carácter sacramental. Aunque algunos textos podrían sugerir lo contrario, la evaluación global de la Tradición apunta a un “ministerio sui generis”, desligado de la sucesión apostólica. Esta tesis fue aprobada ampliamente dentro del organismo.
El documento insiste en que los datos históricos, por sí solos, no permiten resolver la cuestión: la decisión final deberá ser doctrinal y magisterial. La Comisión reconoce la existencia de dos líneas teológicas contrapuestas.
Una enfatiza que la ordenación diaconal es ad ministerium —orientada al servicio, no al sacerdocio—, lo que abriría un posible camino para la ordenación de mujeres, en la medida que sus funciones se ciñan a servicios eclesiales no sacramentales. La otra subraya la unidad del sacramento del Orden y su significado esponsal en los tres grados (diácono, presbítero, obispo), rechazando la posibilidad de un diaconado femenino sacramental.
Votaciones divididas y ausencia de consenso
Las votaciones internas reflejan que hay desafíos doctrinales no resueltos y muestra cómo hay bastantes personas consultadas que están a favor, pero esta falta de convergencia hace recomendable una actitud prudencial.
La Comisión recibió 22 dossiers enviados al proceso sinodal, pero “no puede considerarse la voz del Sínodo, y mucho menos del Pueblo de Dios en su conjunto”. En ellos se expresan posturas muy diversas: desde quienes invocan la igualdad bautismal y el acceso de las mujeres a todos los grados del Orden, hasta quienes alertan contra un cambio considerado contrario a la Tradición o influido por tendencias socioculturales contemporáneas.
Según el resumen, la propuesta sinodal de estudiar el tema fue una de las más controvertidas, con un número elevado de votos en contra.
Argumentos antropológicos y teológicos en conflicto
Las presentaciones favorables al diaconado femenino se apoyan en la igualdad de dignidad entre hombre y mujer y en una comprensión no vinculada al género de la representación de Cristo. En contraste, otros teólogos afirman que la masculinidad de Cristo tiene relevancia sacramental y que modificar este punto implicaría alterar el significado nupcial de la relación entre Cristo y la Iglesia.
Muchas mujeres aportaron su experiencia pastoral, especialmente en comunidades sin presencia estable de sacerdotes. Varias señalaron sentir una vocación al diaconado como plenitud sacramental de su servicio; otras expresaron la necesidad de visibilidad, autoridad y reconocimiento eclesial. La Comisión advierte, sin embargo, que la dedicación o el deseo personal no constituyen por sí mismos un criterio teológico suficiente para la ordenación.
Hacia nuevos ministerios y mayor corresponsabilidad
Uno de los puntos de mayor consenso fue la necesidad de ampliar los ministerios laicales, especialmente aquellos que pueden ser confiados a mujeres, siguiendo la línea de Spiritus Domini y Antiquum Ministerium. La Comisión afirma que este desarrollo sería un signo profético, especialmente en contextos donde persiste la discriminación de género. La propuesta fue aprobada de manera casi unánime.
El texto final señala que en amplias zonas del mundo el diaconado permanente es poco conocido o prácticamente inexistente, lo que dificulta comprender su sentido propio. Por ello, antes de debatir sobre su eventual apertura a mujeres, la Iglesia debería “aclarar su identidad sacramental y misión eclesial”. Esta tarea se presenta como prioritaria para avanzar en el discernimiento.



