La Iglesia incluye en el santoral del 6 de mayo a varios santos y beatos. Entre los más conocidos se encuentran el joven santo Domingo de Savio y el fundador de la Orden mercedaria, san Pedro Nolasco.
Domingo Savio nació el 2 de abril de 1842 cerca de Chieri, Turín, segundo de 10 hermanos, hijo de Carlos, herrero, y Brígida, costurera. Fue bautizado el mismo día de su nacimiento en la iglesia parroquial de Riva cerca de Chieri.
Recibió la Primera Comunión a los 7 años, y realizó estos propósitos: “1) Me confesaré frecuentemente y comulgaré todas las veces que el confesor me lo permita. 2) Santificaré los días festivos. 3) Mis amigos serán Jesús y María. 4) Morir antes que pecar”. Domingo renovó estos propósitos cada día de su corta vida.
Jesús Sacramentado, María, el Papa
Don Bosco, narrando el primer encuentro con Savio, dice: “reconocí en él un estado de ánimo según en el espíritu del Señor. Quedé sorprendido al darme cuenta del trabajo que la gracia divina ya se había operado en ese tierno corazón”. Sus grandes devociones fueron Jesús Sacramentado, la Inmaculada Concepción de María, el Papa.
Debe ser recordado, señalan las webs salesianas, “el rol de Domingo Savio en la fundación de la Compañia de la Inmaculada Concepción, vivero de la futura Congregación Salesiana”. En marzo de 1857, a causa de una grave y repentina enfermedad, la salud de Domingo se agrava. Falleció a los 14 años exclamando: “¡Oh, qué cosas tan maravillosas veo…!”. El Papa Pío XI le definió como “un pequeño, pero gran gigante del espíritu”.
Visitar y liberar a los cautivos
Otro santo del día es san Pedro Nolasco. “Dios, Padre de misericordia”, escriben los religiosos mercedarios, “ha querido suscitar en la Iglesia hombres y mujeres guiados por el espíritu redentor de Jesucristo». Que «visiten y liberen a los cristianos que, por circunstancias adversas a la dignidad de la persona humana, se encuentran en peligro de perder su fe”.
Para llevar a cabo esta misión, “impulsado por el amor de Cristo, inspirado por la Virgen María y respondiendo a las necesidades de la Iglesia, el 10 de agosto de 1218, san Pedro Nolasco fundó en Barcelona la Orden de la Virgen María de la Merced de la redención de los cautivos, con la participación del rey Jaime de Aragón y ante el obispo de la ciudad, Berenguer de Palou”.
En efecto, los cautivos pobres no tenían quien procurase por ellos y estaban abocados a morir en su mísera situación o a renegar de su fe. El drama tocó su corazón, y Pedro se embarcó en la tarea de redimirles, incorporando a sus amigos. Y cuando los ánimos decaían y no había medios, Pedro Nolasco notaba como María le animaba a seguir y no desfallecer.