Ecología integral

Natalia Peiro: «¿Cómo se van a transmitir los valores cristianos sin salir de la zona de confort?»

El IX Informe FOESSA muestra una España cada vez más desigual y fragmentada, con una clase media en retroceso y millones de personas en exclusión. Natalia Peiro advierte del auge del individualismo y reclama recuperar los valores del cuidado, la solidaridad y el encuentro.

Redacción Omnes·6 de noviembre de 2025·Tiempo de lectura: 3 minutos
Natalia Peiro

Natalia Peiro ©Cortesía del autor

España vive un proceso de fragmentación social en el que la clase media se contrae y millones de familias caen hacia estratos inferiores, dejando a España con una de las tasas de desigualdad más altas de Europa. Así lo refleja el IX Informe FOESSA sobre Exclusión y Desarrollo Social en España, presentado por Cáritas y elaborado por un equipo de 140 investigadores de 51 universidades y centros de estudio.

Según el informe, la exclusión severa afecta ya a 4,3 millones de personas, un 52 % más que en 2007. Los grandes motores de esta fractura son la vivienda y el empleo precario: el 45 % de quienes viven en alquiler están en riesgo de pobreza —la cifra más alta de la UE— y casi la mitad de la población activa sufre algún tipo de inseguridad laboral.

Otros factores agravan la exclusión, como la educación insuficiente, la salud deteriorada, el aislamiento social o el origen familiar, que multiplica las posibilidades de caer en pobreza. La exclusión, además, golpea especialmente a los hogares encabezados por mujeres y a la infancia, que concentra un tercio de los casos más graves.

Pese a las dificultades que afrontan a diario los hogares en exclusión severa, tres de cada cuatro activan estrategias de inclusión, es decir, buscan  empleo, se forman, activan redes y ajustan gastos, pero chocan con barreras estructurales,  se topan con dispositivos fragmentados, con recursos escasos y muy poco personalizados. La activación en estos hogares pasó del 68 % en 2021 al 77 % en 2024. Con estos datos Raúl Flores insistió en desmontar el mito de la pasividad de las personas en situación de pobreza y exclusión: «esa idea de que  viven de prestaciones sociales sin buscar soluciones o emprender acciones para su inclusión,  es falsa. Esta realidad demuestra que no fallan las personas, falla el sistema”.

Una red comunitaria fragmentada

En la presentación del informe se habló de una sociedad cada vez más individualizada: «El auge del individualismo se refleja también en un cambio paulatino de valores: si hace décadas se priorizaba la igualdad, ahora se antepone a menudo la libertad personal a la igualdad social. Y sobre este individualismo imperante cabalga el persistente mito de la  meritocracia, la idea del ‘hombre hecho a sí mismo’, a pesar de que la evidencia demuestra  que el origen familiar, la herencia y el capital social son decisivos». 

Raúl Flores apuntó que este individualismo rompe la red comunitaria y nos aísla: «cuando la conciencia del riesgo no genera acción  colectiva, sino repliegue, la esperanza se quiebra, dejando una profunda cicatriz emocional”.

Ante esta desesperanza, Natalia Peiro apuesta por hacer pedagogía acerca de las relaciones intergeneracionales, las relaciones interculturales, la familia «y esa red de protección que yo creo que muchas veces ha estado atacada pero que en realidad no hemos encontrado otra cosa mejor. El informe demuestra que el cambio de estructura de los hogares favorece un mayor riesgo de exclusión social. Nosotros apostamos por los valores cristianos».

Los católicos contra el individualismo

“Creemos que el futuro de la sociedad depende también de lo que vamos haciendo cada uno cada día. Hay una estrategia de destrucción moral que nos impide ponernos en el lugar del otro. Es muy fácil ponerse del lado de los tuyos, pero no del que piensa diferente o del que tiene menos” comenta.

La secretaria general alertó de la creación de “enemigos ficticios” entre generaciones o colectivos, y advirtió del riesgo de una sociedad “cada vez más elitista y segregada”: “hay mucha parte católica muy elitista que contribuye a ese sálvese quien pueda, porque puede salvarse. Pero los que no pueden hacerlo no pueden quedarse solos. Si seguimos por ese camino, acabaremos vaciando los sistemas públicos y avanzando hacia modelos como los de América Latina, con una sanidad y educación desiguales.”

Peiro insistió en que la Iglesia y la sociedad deben asumir su parte de responsabilidad, apostando por una convivencia basada en la mezcla, el encuentro y la solidaridad real: “Nos cuesta relacionarnos con personas necesitadas de manera real, no solo ayudarlas sino que formen parte de nuestra vida. El futuro pasa por mezclarnos con personas diferentes, con trayectorias de vida que nos descolocan, pero que nos enriquecen. El encuentro con quienes peor lo pasan siempre te da una perspectiva de la vida mucho mejor.”

Pese al diagnóstico preocupante, Peiro mantiene la esperanza: “Hay muchísima gente que sigue promoviendo iniciativas de convivencia y ayuda. Mientras haya personas comprometidas, hay esperanza. Podemos cambiar nuestro entorno, y desde ahí transformar el sistema.”

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