Familia

Montserrat Gas: «La preparación matrimonial es esencial para asegurar un matrimonio no solo válido, sino también fructuoso»

Montserrat Gas Aixendri participó en el XXXII Curso de Actualización de Derecho Canónico organizado por la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad de Navarra con una ponencia dedicada a "La validez del matrimonio y la falta de fe".

Maria José Atienza·14 de diciembre de 2024·Tiempo de lectura: 5 minutos
Montse Gas

Montserrat Gas (©Unav)

La profesora de la Universitat Internacional de Catalunya y colaboradora de Omnes, Montserrat Gas Aixendri fue una de las ponentes del XXXII Curso de Actualización de Derecho Canónico organizado por la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad de Navarra bajo el título ‘Derecho matrimonial canónico y justo proceso’.

Gas, experta en acompañamiento familiar, centró su ponencia en «La validez del matrimonio y la falta de fe’, un tema de actualidad perenne en nuestra sociedad y acerca del que Omnes ha querido conversar con la profesora Gas.

Usted habla del reto que supone, actualmente, el incremento de los matrimonios entre personas bautizadas, pero no creyentes. ¿Cuáles cree que son los principales desafíos pastorales que enfrenta la Iglesia ante estas situaciones y cómo podrían ser abordados de manera efectiva?

–En general en todo el occidente cristiano el fenómeno de la secularización es una realidad que afecta a todos. En relación al matrimonio cristiano esto implica que inevitablemente muchos de los que piden casarse en la Iglesia lo hacen por motivos de costumbre o de tradición, más que por convicciones personales. Sin embargo, no por ello podemos pensar que no quieren casarse, o que no aceptan el matrimonio cristiano. Por eso el gran reto de la pastoral familiar es acompañar a los jóvenes que desean fundar una familia. 

La preparación para este momento vital tan importante debería ser una prioridad para los pastores. El Papa Francisco ha insistido en este punto en diversas ocasiones, sugiriendo la realización de un auténtico catecumenado que ayude a madurar a quienes desean casarse. Fruto de ello son los Itinerarios catecumenales para la vida cristiana publicados por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida en el año 2019. Este documento debería inspirar a las Iglesias particulares para mejorar este itinerario de preparación. Esta preparación debe estar orientada a que los contrayentes comprendan a fondo el significado del amor matrimonial.

El hecho de que el matrimonio haya sido elevado a sacramento no cambia la sustancia del matrimonio del principio (o matrimonio natural), sino que le añade un significado y una dimensión sobrenatural. 

Montserrat Gas Aixendri

Uno de los temas que aborda es la noción de «objeto del consentimiento» en el matrimonio sacramental. ¿Cómo considera que la falta de fe puede influir en la comprensión del matrimonio cristiano? ¿Es posible que esta falta de fe afecte la validez del matrimonio?

–En primer lugar, quiero subrayar que casarse no es un acto de adhesión ciega a los modelos que presenta la cultura dominante. Contraer matrimonio es ante todo una decisión de amor incondicional, fiel y fecundo entre una mujer y un hombre. Como afirmaba el teólogo Carlo Caffarra, las evidencias originales de la familia están escritas en la naturaleza de la persona humana, pues la verdad del matrimonio está inscrita en el corazón de las personas.

A pesar de ello, quien vive en un contexto secularizado y desconoce el mensaje cristiano puede verse influido por lo que el Papa Francisco llama una “visión mundana del matrimonio”, en la que éste se percibe como una forma de gratificación afectiva que puede constituirse de cualquier manera y modificarse cuando la persona amada ya no realizara sus expectativas (Francisco, Discurso a la Rota Romana 23 de enero de 2015). Sin embargo, las conexiones entre situaciones de falta de fe y la nulidad del matrimonio no son automáticas: deben analizarse caso por caso, constatando que se ha rechazado alguno de los elementos esenciales del matrimonio natural.

En relación con el papel de la fe en la validez del matrimonio, usted apunta que no se requiere un acto de fe explícito por parte de los contrayentes. ¿Cómo interpreta la Iglesia el concepto de «intención de hacer lo que hace la Iglesia» en estos casos, especialmente en matrimonios entre personas con diferentes grados de fe o entre personas que han abandonado la fe?

–La doctrina sobre los sacramentos indica como condición necesaria administrarlos válidamente, tener la intención de hacer lo que hace la Iglesia. En el caso del matrimonio, “lo que la Iglesia hace” es el mismo matrimonio natural, es decir, la entrega incondicional y fecunda entre un varón y una mujer. El hecho de que el matrimonio haya sido elevado a sacramento no cambia la sustancia del matrimonio del principio (o matrimonio natural), sino que le añade un significado y una dimensión sobrenatural. 

Indudablemente, quien tiene fe tiene más recursos sobrenaturales para amar incondicionalmente y vivir un matrimonio fiel y fecundo; pero eso no implica que quien no es creyente no sea capaz para entregarse matrimonialmente a otra persona. El matrimonio es una realidad creada por Dios para toda la humanidad, con independencia de sus creencias. Por eso casarse no es una cuestión de fe, sino de amor conyugal.

A pesar de lo que hemos señalado en la pregunta anterior, la falta de fe puede influir en la validez del matrimonio a través de la exclusión de la dimensión sobrenatural del matrimonio. ¿Cómo se debe interpretar esta «influencia» de la falta de fe en la validez del matrimonio, y qué papel juega la rectitud de la intención de los contrayentes en este proceso?

–Como he dicho, el sacramento no modifica los elementos esenciales del matrimonio tal como ha sido querido por Dios (uno, indisoluble, fecundo). El hecho de rechazar el sacramento (el significado sobrenatural) no influye en la validez del matrimonio mientras permanezca intacta la voluntad de una entrega verdaderamente matrimonial entre esposos. Cabría que alguien rechazara lo sagrado y, a pesar de ello, quisiera unirse de manera incondicional y fecunda con la persona a la que ama. 

En mi experiencia, la falta de fe conducirá a menudo a una situación de ignorancia respecto a la sacramentalidad del matrimonio, y por lo tanto, a una actitud psicológica de indiferencia más que de rechazo hacia lo sobrenatural.

Sin embargo, si ese alejamiento de la fe llevase a los contrayentes a rechazar el matrimonio mismo, tal como ha sido instituido por Dios, entonces nos encontraríamos ante una unión nula.

Deberíamos pasar de una pastoral de los servicios (puntuales) a una pastoral del acompañamiento a las personas en todo su camino de vida cristiana.

Montserrat Gas Aixendri

En este mismo sentido, ¿qué consecuencias puede tener esta perspectiva en la práctica pastoral y en la interpretación de los casos de nulidad matrimonial en la Iglesia?

–La preparación para la celebración matrimonial es, como he dicho, un momento esencial para asegurar un matrimonio no solo válido, sino también fructuoso. Sin embargo, es importante distinguir estos dos planos. En el caso de personas alejadas de la fe, la preparación al matrimonio requiere asegurar, ante todo, la validez. Es importante hacer emerger las verdaderas intenciones de los contrayentes para que se les pueda aceptar a la celebración de un verdadero matrimonio. 

A la vez, debería darse una coherencia entre las disposiciones requeridas para la admisión al matrimonio y las que se consideran en el momento de examinar una posible nulidad. Podría darse una falsa impresión de que la puerta de acceso al matrimonio en la Iglesia es muy ancha y los criterios con los que se juzga la validez posteriormente, muy estrechos.

Usted alude a la necesidad de una correcta preparación para el matrimonio, especialmente en casos de contrayentes alejados de la fe. ¿Cómo se puede equilibrar la necesidad de preparar a los contrayentes para un matrimonio válido con la importancia de fomentar una comprensión más profunda de la sacramentalidad del matrimonio dentro de la pastoral familiar?

–Quienes se ocupan pastoralmente de la preparación al matrimonio no solo deben preocuparse de asegurar la validez, sino ayudar a los contrayentes a descubrir la grandeza del don sacramental. La conciencia del carácter vocacional —humano y cristiano— del matrimonio abre nuevos horizontes haciendo evidente que el don sacramental está destinado a la santificación personal y relacional de la familia cristiana mostrando la belleza del matrimonio vivido de acuerdo con la dignidad bautismal. 

En mi opinión quizá lo que nos faltan son estructuras pastorales realmente capaces de acompañar a estos novios. Deberíamos ser capaces de acompañarles en la preparación y sobre todo, después a lo largo de toda la vida matrimonial.

Deberíamos pasar de una pastoral de los servicios (puntuales) a una pastoral del acompañamiento a las personas en todo su camino de vida cristiana. Este es uno de los desafíos que más debería interpelar a quienes se ocupan de la pastoral familiar.

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