Evangelización

“No es el papel de la jerarquía entender cómo funciona la economía a nivel técnico”

En esta conversación, los economistas Philip Booth y André Azevedo, abordan algunos temas sobre la doctrina social de la Iglesia

Javier García Herrería·4 de noviembre de 2025·Tiempo de lectura: 5 minutos
funciona economía

Con el título “Pensamiento social católico, mercado y políticas públicas. Desafíos del siglo XXI”, los economistas Philip Booth y André Azevedo Alves firman la primera obra de una iniciativa editorial que se propone recuperar y actualizar la riqueza del pensamiento social católico en diálogo con los grandes temas de la economía, la política y la vida pública contemporánea.

En esta conversación, Booth y Azevedo reflexionan sobre algunos desafíos que enfrenta hoy el pensamiento social católico en un mundo marcado por la incertidumbre económica y cambios culturales significativos.

¿La Iglesia, la jerarquía, entienden bien cómo funciona la economía? 

PHILIP: En cierto sentido, no es función de la jerarquía comprender cómo funciona la economía a nivel técnico. La función de la jerarquía es proporcionar orientación moral y teológica, incluso en cuestiones económicas y sociales. Los documentos de la jerarquía emiten juicios que son contingentes. Los juicios sobre cuestiones económicas y políticas pueden cambiar con el tiempo por todo tipo de razones.

Y creo que si sucumbimos a la tentación de creer que la jerarquía debe emitir juicios sobre aspectos técnicos de la vida económica,  sería una forma de clericalismo. Que alguien sea clérigo no quiere decir que sepa de todo, mientras que hay otras personas que tienen conocimiento y autoridad en esas áreas. Los católicos en la vida pública tienen que hacer juicios prudenciales informados por consideraciones morales y teológicas sobre temas económicos y políticos.

ANDRÉ: Creo que agregaría que no solo no debería esperarse que las personas en la jerarquía sean necesariamente expertas en la economía, sino que también creo que la principal preocupación debería ser que no extiendan demasiado sus pronunciamientos sobre la economía.

Así que creo que es más importante que tener expertos en la jerarquía es tener personas, especialmente en posiciones de poder dentro de la Iglesia, que entiendan el papel y los límites de lo que es o debería ser la Doctrina Social Católica (DSI), y que no se extiendan demasiado en términos de querer tener posiciones muy estrictas sobre temas que pueden ser, y a menudo son, temas en los que los católicos pueden discrepar y seguir siendo buenos católicos. Por ejemplo, por razones prudenciales, se pueden tener opiniones diferentes sobre la aplicación de la teoría económica a cuestiones políticas específicas y está bien estar en desacuerdo

¿Podría poner un ejemplo concreto?

PHILIP: Los impuestos sobre las apuestas están siendo discutidas en el Reino Unido en este momento. La idea es aumentarlos para proporcionar más dinero a las familias pobres. La jerarquía de la Iglesia podría hablar sobre las implicaciones morales del juego (el hecho de que pueda ser ocasión de pecado o ser adictivo, etc.). Pero yo no esperaría que tengan especial experiencia en éste área, por lo que no deben pronunciarse sobre qué impuestos poner exactamente.

Hay muchas variables en juego. Es muy probable que aumentar los impuestos tenga peores efectos para las familias pobres que para las familias ricas: porque las familias pobres gastarían en proporción más dinero en juego; empeoraría todavía más la posición de los adictos pobres; se podría crear un mercado negro, con efectos devastadores cuando las cosas vayan mal, etc. 

No hay nada en la formación de los clérigos que les ayude a entender si aumentar los impuestos del juego ayudaría a mejorar el bienestar humano, aunque comprendan perfectamente las implicaciones morales del juego.

En un contexto de deuda pública elevada y tensiones fiscales, ¿cómo debería interpretarse la solidaridad entre generaciones y entre países a la luz de la DSI?

PHILIP: Este es un problema muy serio en todo el mundo occidental. Se ha agravado con crisis financieras y el COVID, ya que han incrementado las deudas públicas. 

Durante 30 o 40 años las poblaciones han decrecido, las tasas de nacimiento están bajas y nuestros sistemas de seguridad social han prometido que todos recibiremos pensiones y asistencia sanitaria financiadas por las generaciones futuras. Esto también es una forma de deuda. Hemos dado promesas a la generación de ancianos que tendrán que ser financiadas por generaciones futuras de jóvenes.

Durante décadas, muchas personas han denunciado la insostenibilidad del sistema y, como mínimo, ahora podemos decir que hay una transferencia significativa de la generación más joven, que ahora debe tener mayores cargas fiscales y jubilaciones más tardías.

Es una injusticia. Francisco ha hablado también de la justicia distributiva entre generaciones, hay una sección en Laudato Si que lo aborda.

¿Hay algunos países o políticos que sean buenos modelos de la enseñanza social católica?

(Risas de los entrevistados…) ANDRÉ: Es una pregunta interesante y difícil. Creo que dividiría la respuesta en dos partes, una referida a los aspectos de economía política y otra a las cuestiones bioéticas. Está más en sintonía con la doctrina social católica si tienes un manejo prudente de las finanzas públicas; si no amplías exageradamente la deuda de un país y comprometes a las de futuras generaciones con eso; si tienes en la realidad servicios públicos eficientes. En definitiva un gobierno prudente, modesto, riguroso, etc.

En este sentido, diría que Milei está más en línea con la doctrina social católica que los gobiernos anteriores en Argentina. Tampoco el actual gobierno español no tendría políticas satisfactorias desde esta perspectiva, pues no cumple con los principios generales del buen gobierno y promueve con más facilidad el bien común.

¿Y qué ocurre con las cuestiones que tienen que ver con cuestiones como el aborto o las cuestiones de género?

ANDRÉ: En torno a estas cuestiones, creo que estamos viviendo momentos interesantes porque durante las últimas décadas gobiernos, tanto de izquierda y como luego de derecha, se han convertido en muy socialmente progresistas. Sin embargo, ahora parece que algunas posturas “intocables” están siendo ahora desafiadas por políticos como Orbán o Meloni. Y esto con independencia de que lo hagan por una cuestión instrumental o por un verdadero compromiso por revertir la agenda progresista. 

Hay muchas preguntas abiertas, pero creo que ahora estamos en un momento de posible cambio. Lo que suceda dependerá de todos nosotros, pero creo que ha habido un cambio que hace solo 5 o 10 años parecía imposible.

PHILIP: Trabajo para la Conferencia Episcopal Católica de Inglaterra y Gales, y las cuestiones relacionadas con la vida competen al Departamento de Justicia Social, ya que se consideran la cúspide de las cuestiones de justicia social: sin el derecho a la vida, es obvio que los demás derechos no son exigibles. Y sé, por todo tipo de razones, que el debate sobre el género ha cambiado definitivamente de rumbo en muchos países, algo que ha sido posible gracias a una especie de alianza entre cristianos, científicos y feministas que conocen la diferencia entre un niño y una niña.

Creo que lo mismo podría ocurrir algún día con el aborto. No sé cuándo, pero podría ocurrir algún día que la gente se dé cuenta de que se trata de una vida y no de una parte del cuerpo de la madre. En el Reino Unido, esto no está en el horizonte, pero puede ocurrir. En cuanto al comportamiento de los políticos, me preocupan los populistas de países como Estados Unidos. Creo que los políticos deberían, en el mejor sentido del término «liberal», debatir de manera liberal, asumiendo lo mejor de sus oponentes, en lugar de intentar difamarlos y detenerlos de formas que no son apropiadas. 

¿Cuál es el enfoque de la Iglesia sobre las desigualdades económicas y las obligaciones morales de los ricos?

PHILIP: Hay desigualdades que surgen de fuentes claramente injustas: corrupción, sobornos, etc. Y ningún Pontífice ha hablado contra eso más fuerte que el Papa Francisco. Creo que eso es muy importante. Es más difícil la cuestión de las personas inmensamente ricas gracias a trabajos legítimos y legales, por ejemplo, desarrollando negocios, siendo exitosos en el deporte o la música. 

En «Rerum Novarum», el papa León XIII dejó muy claras las obligaciones morales de las personas adineradas, y creo que debemos tener cuidado de no pensar que nuestras obligaciones con los pobres se limitan a pagar nuestros impuestos.

Y también debemos tener en cuenta que, a pesar de que la globalización ha permitido a algunas personas ser muy ricas —algunas injustamente, pero creo que la mayoría justamente—, la desigualdad en el mundo en general ha disminuido dramáticamente, de una forma que nadie hubiera imaginado en 1970. Y de una manera que nunca ha sucedido en la historia económica del mundo antes.

Pensamiento social católico, mercado y políticas públicas: Desafíos del siglo XXI

Autor: Philip Booth y André Azevedo Alves
Editorial: Eunsa
Año: 2025
Número de páginas: 300

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