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El humanismo cristiano de María Zambrano

El pensamiento de María Zambrano, enraizado en la fe cristiana y la razón poética, representa un humanismo espiritual profundamente vinculado a la filosofía, la teología y la poesía.

José Carlos Martín de la Hoz·6 de junio de 2025·Tiempo de lectura: 4 minutos
María Zambrano

Como es bien sabido, el humanismo cristiano de los años setenta y ochenta alumbró muchas ideologías y partidos políticos en la España de los comienzos de la democracia, cuando los diversos activistas de la nueva política afilaban argumentos y deseaban arrastrar adeptos a sus posicionamientos filosóficos y culturales.

Indudablemente, el libro de Juana Sánchez-Gey y Venegas, catedrática de filosofía de la universidad Autónoma de Madrid, viene a ilustrar sobre uno de esos veneros de pensamiento que colmaron la corriente del humanismo cristiano en España hasta ahora bastante desconocido. 

Es un hecho, que María Zambrano (1904-1991), discípula de Ortega, García Morente y Zubiri (21), fue durante su largo exilio de España, desde 1939 hasta 1984, tanto por América como por diversos países de Europa, una abanderada del pensamiento orteguiano, pero con acentos muy propios. Entre otros, el de su fidelidad al cristianismo y su profundización constante de los misterios de la fe católica. De hecho, sus arraigadas creencias, le hicieron perder oportunidades académicas en México y la obligaron a salir de Cuba, etc.

Pensamiento teológico

La profesora Juana Sánchez-Gey, ha tenido el acierto de rebuscar en todos los escritos, de María Zambrano, en su epistolario y en sus relaciones autobiográficas, pistas para presentarnos con bastante orden y concierto el pensamiento “teológico” de María Zambrano, algo que es bastante desconocido en general para el gran público, más habituado a reconocer facetas de su filosofía como “la razón poética” (p. 21) y otras aportaciones específicas de la filosofa malagueña a la cultura española y occidental.

Precisamente, la profesora Juana Sánchez-Gey subrayará mucho desde el principio la naturalidad con la que María Zambrano mostraba su fe cristiana habitualmente, pues era realmente la razón de su vivir, es más, una forma de vivir (p. 36). Además, esa fe irá muy unida a la poesía, pues para ella la poesía es una manera de hacer oración, de acceder a la mística y al pensamiento filosófico: “la poesía es un don, una gracia abierta a la trascendencia” (p. 34).

Enseguida, nos dirá Juana Sánchez-Gey que Maria Zambrano defiende un “humanismo liberal y ético” (p. 43). Es más, su manera de confluir en el humanismo cristiano será a través de la filosofía y de la poesía, en “la razón poética”. Como ella afirmará, en filosofía: “si no se va más allá, no se va a ninguna parte” (p. 48).

Visión antropológica

La cuestión antropológica será clave, como en Ortega, tanto para la filosofía como para la teología: “El principio cristiano del liberalismo, la exaltación de la persona humana al más alto rango entre todo lo valioso del mundo, quedó oculto bajo la hinchazón, bajo la soberbia (…), pero lleno de confianza en el hombre” (p. 47). Todo eso y más se denomina “sentido originario”, pues descubre la condición humana como criatura de Dios: “el hombre tiene la vocación de la trasparencia, aunque no la logre” (p. 50).

Poco después, Juana Sánchez-Gey traerá a colación algunos textos bellísimos: “La propuesta de Zambrano apunta hacia una filosofía como mediación, que acoge el sentido de una religión cuyo Dios se encarna y es misericordioso (…). Su ideal de una filosofía como salvación le lleva a este diálogo con la religión de san Agustín a santo Tomás, que se esforzaron en servir de mediación entre la infinitud divina y el hombre, relación constitutiva del ser humano, contando siempre con la libertad, mediante la cual la persona se une y se realiza en esta relación o puede, porque tiene la capacidad, rechazarla” (p. 52).

Además: “El amor es fuente de conocimiento porque solo él puede decir quién es el hombre y cuál es su vocación. Así acepta una filosofía que se presenta como mirada creadora y unitiva, porque la poesía y la filosofía en unidad potencian el amor” (p. 61).

Sentir originario

Recordemos que “el sentir originario es un tema básico en la relación en Zambrano. Como es relevante hablar del alma, del padecer, de la vocación, todos ellos serán los temas que se recuperan desde el ´sentir originario`, la filosofía o la razón poética, entonces se hace más humana y más divina. ‘razón poética que es, al par, metafísica y religiosa`” (p. 64).

En la segunda parte del trabajo que estamos presentando, la profesora Juana Sánchez-Gey se detiene más específicamente en el tratamiento de la filósofa María Zambrano de cuestiones teológicas propiamente dichas y así enunciará algunas: “las procesiones divinas, especialmente la misión del Espíritu Santo, la encarnación de Cristo, la Virgen, la liturgia y la recepción del Vaticano II, entre otras vivencias personales. Se descubre de modo sobresaliente la búsqueda del Espíritu como fundamento del conocimiento, por lo que se podría llegar a decir que esta vivencia está en el origen de su rechazo al racionalismo en filosofía y al materialismo en su concepción de la persona, que la concibe como un ser espiritual” (p. 75).

Correspondencia

Gran parte de los temas resumidos en esta segunda parte proceden de las Cartas de la Pièce. Es decir, la correspondencia con Agustín Andreu, entonces joven sacerdote y doctorando en Roma, con el que establece un fluido dialogo.

En primer lugar, se destaca en este resumen, la estrecha relación entre filosofía y teología, especialmente de la mano de la escuela de Alejandría en general y, en concreto, de Clemente de Alejandría (150-215), como despertador: “el ser que despierta el pensar” (p. 78).

Enseguida entrará en sintonía con san Agustín, el Padre de la Iglesia con el que estará en permanente diálogo y, en concreto con dos de sus obras: «Las confesiones» y en «La ciudad de Dios» donde encontrará “la Verdad que habita en el interior del hombre” (p. 79).

Además, en este intenso diálogo con Agustín Andreu y con Ortega “ser percibe las distancias entre ambos pensamientos. Les separa la concepción del espíritu y hasta ese anhelo de raíz ética que es perfección personal y deseos de un mundo mejor: que el hacer bien no se pierde ni aun en sueños” (p. 83).

El pensamiento teológico de María Zambrano

Autor: Juana Sánchez-Gey Venega
Editorial: Sindéresis
Año: 2025
Número de páginas: 125
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