En un amplio Discurso a los miembros del Cuerpo Diplomático acreditados ante la Santa Sede -184 Estados mantienen relaciones diplomáticas ante el Vaticano actualmente-, el Papa Francisco ha manifestado que su deseo para este nuevo año es que “el Jubileo pueda representar para todos, cristianos y no cristianos, una ocasión para repensar también las relaciones que nos unen, como seres humanos y comunidades políticas”.
Se trata de “superar la lógica del enfrentamiento y abrazar en cambio la lógica del encuentro”, es decir, “que el tiempo que nos aguarda no nos halle como vagabundos desesperados, sino auténticos peregrinos de esperanza, es decir, personas y comunidades en camino comprometidas a construir un futuro de paz”, ha añadido.
Diálogo frente a la amenaza de guerra mundial
“Frente a la amenaza cada vez mayor de una guerra mundial”, ha continuado, “la vocación de la diplomacia es aquella de favorecer el diálogo con todos, incluidos los interlocutores que se consideran más “incómodos” o que no se estiman legítimos para negociar.
Este es el único camino para romper las cadenas de odio y venganza que aprisionan y para desactivar las bombas del egoísmo, del orgullo y de la soberbia humana, que son la razón de toda voluntad beligerante que destruye”.
La “pausa” del Jubileo
El Papa ha señalado justo al comienzo a los diplomáticos de los Estados, de los que 90 tienen Misiones acreditadas ante la Santa Sede con sede en Roma, que “reunirnos en este año, que para la Iglesia católica posee una relevancia particular, tiene un especial valor simbólico, porque el sentido mismo del Jubileo es el de “hacer una pausa” en el frenesí que caracteriza cada vez más la vida cotidiana”.
Para el Pontífice, se trata de “reponer fuerzas y nutrirse de lo que es realmente esencial: redescubrirnos hijos de Dios y, en Él, hermanos, perdonar las ofensas, sostener a los débiles y a los pobres, dejar descansar la tierra, practicar la justicia y renovar la esperanza”.
Que nuestro tiempo encuentre la paz
En la perspectiva cristiana el Jubileo es un tiempo de gracia. “¡Y cómo quisiera que este 2025 fuera verdaderamente un año de gracia, rico de verdad, de perdón, de libertad, de justicia y de paz!”, ha señalado el Papa. “Este es mi más cordial deseo para todos ustedes, queridos embajadores, para sus familias, los gobiernos y los pueblos que representan: que la esperanza florezca en nuestros corazones y nuestro tiempo encuentre la paz que tanto desea”.
Sociedades cada vez más polarizadas
Lamentablemente, empezamos este año mientras el mundo se encuentra azotado por numerosos conflictos, pequeños y grandes, más o menos conocidos, y también por la persistencia de execrables actos de terror, como los ocurridos recientemente en Magdeburgo, Alemania o en Nueva Orleans, Estados Unidos, ha señalado su discurso.
El Papa aprecia “en numerosos países contextos sociales y políticos cada vez más exacerbados por contraposiciones crecientes. Estamos frente a sociedades cada vez más polarizadas, en las que se alberga un sentimiento general de miedo y desconfianza hacia el prójimo y hacia el futuro”.
Noticias falsas, odio y atentados
Un hecho que se ve agravado, a su juicio, por la “creación y difusión continua de noticias falsas, que no sólo distorsionan la realidad de los hechos, sino que terminan por distorsionar las conciencias, suscitando falsas percepciones de la realidad y generando un clima de sospecha que fomenta el odio, perjudica la seguridad de las personas y compromete la convivencia civil y la estabilidad de naciones enteras”.
Y ha citado aquí “los atentados sufridos por el presidente del Gobierno de la República Eslovaca y el presidente electo de los Estados Unidos de América”.
En este contexto, el Supremo Pastor de la Iglesia católica ha querido “destacar algunas responsabilidades que todo líder político debería tener presente en el desempeño de las propias responsabilidades, que tendrían que orientarse a la edificación del bien común y al desarrollo integral de la persona humana”. Y las ha sintetizado en varios puntos: llevar la buena noticia a los pobres, vendar los corazones heridos, proclamar la liberación a los cautivos y la libertad a los prisioneros.
Diplomacia de la esperanza, de la verdad
Citando el relato bíblico de la Torre de Babel, ha manifestado a los diplomáticos que “una diplomacia de la esperanza es, antes que nada, una diplomacia de la verdad. Allí donde falta el vínculo entre realidad, verdad y conocimiento, la humanidad deja de ser capaz de hablarse y de comprenderse, ya que le faltan los fundamentos de un lenguaje común, anclado en la realidad de las cosas y por tanto comprensible universalmente. El objetivo del lenguaje es la comunicación, que sólo tiene éxito si las palabras son precisas y el significado de los términos es generalmente aceptado”.
Diplomacia del perdón: vendar los corazones heridos
A continuación, el Papa ha alentado a esforzarse para poner fin a guerras y conflictos por los que viene pidiendo oración desde hace años en cada Audiencia y en cada Ángelus a los fieles y peregrinos: Ucrania, Israel y Gaza, Myanmar, “Sudán, en el Sahel, en el Cuerno de África, en Mozambique, donde hay una gran crisis política en curso, y en las regiones orientales de la República Democrática del Congo”, y otros lugares.
“Una diplomacia de la esperanza es también una diplomacia del perdón, capaz, en una época colmada de conflictos abiertos y latentes, de recomponer las relaciones laceradas por el odio y la violencia, y así vendar los corazones heridos de todas esas víctimas”, ha dicho.
Poner fin a la guerra de Ucrania
“Mi deseo para este 2025 es que toda la comunidad internacional se esfuerce ante todo en poner fin a la guerra que desde hace casi tres años baña de sangre la afligida Ucrania y que ha causado un enorme número de víctimas, incluso muchos civiles.
Algunos signos alentadores se vislumbran en el horizonte, pero se necesita todavía mucho trabajo para poner en pie las condiciones de una paz justa y duradera, y para sanar las heridas infringidas por la agresión».
Alto el fuego y liberación de rehenes en Gaza, crisis humanitaria
En este línea, ha llamado también de nuevo “a un alto el fuego y a la liberación de los rehenes israelíes en Gaza, donde hay una situación humanitaria gravísima e innoble, y pido que la población palestina reciba todas las ayudas necesarias. Mi deseo es que israelíes y palestinos puedan reconstruir los puentes de diálogo y de confianza recíproca, a partir de los más pequeños, para que las generaciones venideras logren convivir, en paz y seguridad, en ambos estados y Jerusalén sea la “ciudad del encuentro”, donde convivan en armonía y respeto cristianos, judíos y musulmanes”.
Ideologías, protección de la vida
En su discurso, el Santo Padre ha mostrado su preocupación por «la instrumentalización de los documentos multilaterales, cambiando el significado de los términos o reinterpretando unilateralmente el contenido de los tratados sobre los derechos humanos, para llevar adelante ideologías que dividen, que pisotean los valores y la fe de los pueblos”.
Y ha considerado “inaceptable, por ejemplo, hablar de un presunto “derecho al aborto” que contradice los derechos humanos, en particular el derecho a la vida. Toda la vida debe protegerse, en cada momento, desde su concepción hasta la muerte natural, porque ningún niño es un error o es culpable por existir, así como ningún anciano o enfermo puede ser privado de esperanza o ser descartado”.
El Papa ha señalado asimismo la contradicción de que “toda la comunidad internacional está aparentemente de acuerdo con el respeto al derecho humanitario internacional”, y “el hecho que éste no se implemente plena y concretamente”.
Venezuela, Nicaragua, antisemitismo
Al referirse a conflictos como “la grave crisis política de Venezuela”, ha subrayado que “sólo podrá ser superada sólo con la adhesión sincera a los valores de la verdad, de la justicia y de la libertad, a través del respeto a la vida, a la dignidad y a los derechos de cada persona —incluidos los de quienes han sido arrestados a causa de los sucesos de los últimos meses— gracias al rechazo de cualquier tipo de violencia y, deseablemente, al comienzo de negociaciones de buena fe y finalizadas al bien común del país».
“Pienso en Nicaragua”, ha añadido, “donde la Santa Sede, que está siempre dispuesta a un diálogo respetuoso y constructivo, sigue con preocupación las medidas adoptadas con respecto a personas e instituciones de la Iglesia y hace votos para que a todos sean garantizados adecuadamente la libertad religiosa y los demás derechos fundamentales”.
Efectivamente, ha resaltado, “no hay verdadera paz si no viene garantizada también la libertad religiosa, que implica el respeto a la conciencia de los individuos y a la posibilidad de manifestar públicamente la propia fe y pertenencia a una comunidad”.
Del mismo modo, ha mostrado su preocupación por “las crecientes expresiones de antisemitismo, que condeno firmemente y que afectan a un número cada vez mayor de comunidades hebreas en el mundo”.
Desconfianza ante las migraciones
Al concluir, Francisco ha subrayado la dignidad de las personas migrantes, como viene señalando desde el inicio de su Pontificado, y ha solicitado “la creación de itinerarios regulares seguros” , y “afrontar las causas profundas del desplazamiento, de modo que dejar la propia casa para buscar otra sea una elección y no una ‘necesidad de supervivencia’”.
Su percepción es que “las migraciones están todavía cubiertas por una nube oscura de desconfianza, en vez de ser consideradas una fuente de crecimiento. Se considera a las personas en movimiento sólo como un problema que se debe gestionar.
Estas personas no pueden ser asimiladas a objetos que se deben colocar, sino que tienen una dignidad y recurso que pueden ofrecer a los demás; tienen sus propias historias, necesidades, miedos, aspiraciones, sueños,capacidades, talentos”, ha señalado.
Cristianos, Siria, Líbano
Antes, había hecho notar en su discurso que “los cristianos pueden y quieren contribuir activamente a la edificación de las sociedades en las que viven. Incluso allí donde no son mayoría en la sociedad, ellos son ciudadanos de pleno derecho, especialmente en aquellas tierras en las que habitan desde tiempos inmemoriales”.
En este punto, el Papa Francisco se ha referido de modo particular a “Siria, que después de años de guerra y devastación, parece que está recorriendo un camino de estabilización”, y al “amado Líbano, deseando que el país, con la ayuda determinante de la componente cristiana, pueda tener la necesaria estabilidad institucional para afrontar la grave situación económica y social, reconstruir el sur del país golpeado por la guerra e implementar plenamente la constitución y el Acuerdo de Taif».
«Que todos los libaneses trabajen para que el rostro del país de los cedros no sea jamás desfigurado por la división, sino resplandezca siempre por el “vivir juntos” y que el Líbano permanezca como un país-mensaje de coexistencia y de paz”.