Vaticano

Finanzas vaticanas, los balances del IOR y del Óbolo de San Pedro

Existe una intrínseca relación entre los presupuestos del Óbolo de San Pedro y el del Instituto para las obras de Religión.

Andrea Gagliarducci·12 de julio de 2024·Tiempo de lectura: 4 minutos

Existe una estrecha relación entre la declaración anual del Óbolo de San Pedro y el balance del Istituto delle Opere di Religione, el llamado «banco vaticano». Porque el Óbolo se destina a la caridad del Papa, pero esta caridad se expresa también en el sostenimiento de la estructura de la Curia romana, un inmenso «presupuesto misionero» que tiene gastos, pero no tantos ingresos, y que debe seguir pagando salarios. Y porque el IOR, desde hace tiempo, destina una contribución voluntaria de sus beneficios precisamente al Papa, y estos beneficios sirven para aligerar el presupuesto de la Santa Sede. 

Desde hace años el IOR no tiene los mismos beneficios que en el pasado, por lo que la parte asignada al Papa ha disminuido con los años. Igual situación tienen el Óbolo, cuya recaudación ha disminuido con los años, también ha tenido que hacer frente a esta disminución del apoyo del IOR. Tanto es así que en 2022 tuvo que duplicar sus ingresos con una desinversión general de bienes.

Por eso los dos presupuestos, publicados el mes pasado, están de alguna manera conectados. Al fin y al cabo, las finanzas vaticanas siempre han estado conectadas, y todo contribuye a ayudar a la misión del Papa. 

Pero veamos los dos presupuestos con más detalle.

El Óbolo de San Pedro

El pasado 29 de junio, el Óbolo de San Pedro presentó su balance anual. Los ingresos fueron de 52 millones, pero los gastos ascienden a 103,4 millones, de los cuales 90 millones son para la misión apostólica del Santo Padre. Incluidos en la misión están los gastos de la Curia, que ascienden a 370,4 millones. El Óbolo contribuye así en un 24% al presupuesto de la Curia. 

Sólo 13 millones se destinaron a obras de caridad, a los que, sin embargo, hay que añadir las donaciones del Papa Francisco a través de otros dicasterios de la Santa Sede por un total de 32 millones, 8 de los cuales fueron financiados directamente por el Óbolo.

En resumen, entre el Fondo Obolus y los fondos de los dicasterios financiados en parte por el Óbolo, la caridad del Papa financió 236 proyectos, por un total de 45 millones. Sin embargo, el balance merece algunas observaciones.

¿Es éste el verdadero uso del Óbolo de San Pedro, que a menudo se asocia a la caridad del Papa? Sí, porque la finalidad misma del Óbolo es apoyar la misión de la Iglesia, y se definió en términos modernos en 1870, después de que la Santa Sede perdiera los Estados Pontificios y no tuviera más ingresos para hacer funcionar la máquina.

Dicho esto, es interesante que el presupuesto del Óbolo pueda deducirse también del presupuesto de la Curia. De los 370,4 millones de fondos presupuestados, el 38,9% se destina a las Iglesias locales en dificultad y en contextos específicos de evangelización, lo que supone 144,2 millones.

Los fondos destinados al culto y a la evangelización ascienden a 48,4 millones, es decir, el 13,1%.

La difusión del mensaje, es decir, todo el sector de la comunicación del Vaticano, representa el 12,1% del presupuesto, con un total de 44,8 millones.

Al sostenimiento de las nunciaturas apostólicas se destinaron 37 millones (10,9% del presupuesto), mientras que 31,9 millones (8,6% del total) van al servicio de la caridad -precisamente el dinero donado por el Papa Francisco a través de los dicasterios-, 20,3 millones a la organización de la vida eclesial, 17,4 millones al patrimonio histórico, 10,2 millones a instituciones académicas, 6,8 millones al desarrollo humano, 4,2 millones a Educación, Ciencia y Cultura y 5,2 millones a Vida y Familia.

Los ingresos, como se ha dicho, ascienden a 52 millones de euros, 48,4 de los cuales son donaciones. El año pasado hubo menos donaciones (43,5 millones de euros), pero los ingresos, gracias a la venta de inmuebles, ascendieron a 107 millones de euros. Curiosamente, hay 3,6 millones de euros de ingresos por rendimientos financieros.

En cuanto a las donaciones, 31,2 millones proceden de la recaudación directa de las diócesis, 21 millones de donantes privados, 13,9 millones de fundaciones y 1,2 millones de órdenes religiosas.

Los países que más donan son Estados Unidos (13,6 millones), Italia (3,1 millones), Brasil (1,9 millones), Alemania y Corea del Sur (1,3 millones), Francia (1,6 millones), México e Irlanda (0,9 millones), República Checa y España (0,8 millones).

El balance del IOR

El IOR aportó un donativo a la Santa Sede de algo más de 13 millones de euros, frente a unos beneficios netos de 30,6 millones.

Los beneficios representan una mejora significativa respecto a los 29,6 millones de euros de 2022. Sin embargo, es necesario comparar las cifras: van desde los 86,6 millones de beneficio declarados en 2012 -que cuadruplicaron las ganancias del año anterior- a los 66,9 millones del informe de 2013, los 69,3 millones del informe de 2014, los 16,1 millones del informe de 2015, los 33 millones del informe de 2016 y los 31,9 millones del informe de 2017, hasta los 17,5 millones de 2018.

El informe de 2019, por su parte, cuantifica los beneficios en 38 millones, también atribuidos al mercado favorable.

En 2020, el año de la crisis del COVID, el beneficio fue ligeramente inferior, de 36,4 millones.

Pero en el primer año pospandémico, un 2021 aún no afectado por la guerra de Ucrania, se volvió a una tendencia negativa, con un beneficio de solo 18,1 millones de euros, y solo en 2022 se volvió a la barrera de los 30 millones.

El informe IOR 2023 habla de 107 empleados y 12.361 clientes, pero también de un aumento de los depósitos de clientes: +4% hasta 5.400 millones de euros. El número de clientes sigue bajando (eran 12.759 en 2022, incluso 14.519 en 2021), pero esta vez también disminuye el número de empleados: eran 117 en 2022, son 107 en 2023.

Así pues, continúa la tendencia negativa de los clientes, lo que debería hacernos reflexionar, teniendo en cuenta que el cribado de las cuentas consideradas no compatibles con la misión del IOR finalizó hace tiempo.

Ahora, el IOR también está llamado a participar en la reforma de las finanzas vaticanas deseada por el Papa Francisco. 

Jean-Baptiste de Franssu, presidente del Consejo de Superintendencia, destaca en su carta de gestión los numerosos elogios que ha recibido el IOR por su labor en favor de la transparencia durante la última década, y anuncia: «El Instituto, bajo la supervisión de la Autoridad de Supervisión e Información Financiera (ASIF), está por tanto dispuesto a desempeñar su papel en el proceso de centralización de todos los bienes vaticanos, de acuerdo con las instrucciones del Santo Padre y teniendo en cuenta las últimas novedades normativas.

El equipo del IOR está deseoso de colaborar con todos los dicasterios vaticanos, con la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA) y de trabajar con el Comité de Inversiones para seguir desarrollando los principios éticos de la FCI (Faith Consistent Investment) de acuerdo con la doctrina social de la Iglesia. Es crucial que el Vaticano sea visto como un punto de referencia».

El autorAndrea Gagliarducci

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Los temas de los que se ha hablado en la última congregación general

Si se presta atención a los temas tratados por los cardenales, se advierte cómo estos días han hablado tanto a favor de las principales líneas que impulsó el Papa Francisco y como de los riesgos que entrañan.

Javier García Herrería·6 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos

La duodécima y última Congregación General de los cardenales, previa al inicio del cónclave para elegir al nuevo Papa, se celebró este martes 6 de mayo a las 9 de la mañana. Asistieron 173 cardenales, incluidos 130 electores, y se registraron 26 intervenciones que abordaron múltiples temas centrales para el futuro de la Iglesia.

Prioridades del nuevo pontificado

La sesión comenzó, como es costumbre, con un momento de oración. En las intervenciones “se reiteró la conciencia de que muchas de las reformas impulsadas por el Papa Francisco necesitan continuar”: la lucha contra los abusos, la transparencia económica, la reorganización de la curia, la sinodalidad, el compromiso por la paz y el cuidado de la creación.

Uno de los aspectos centrales que emergió en las intervenciones fue el perfil deseado del próximo Papa: “Ha surgido el perfil de un Papa pastor, maestro de humanidad, capaz de encarnar el rostro de una Iglesia samaritana, cercana a las necesidades y a las heridas de la humanidad”. En este tiempo “marcado por la guerra, la violencia y fuertes polarizaciones”, se busca una figura de guía espiritual que inspire “misericordia, sinodalidad y esperanza”.

Poder papal y unidad

Algunas intervenciones se centraron en cuestiones canónicas y reflexionaron “sobre el poder del Papa”. También se discutió sobre “las divisiones dentro de la Iglesia y de la sociedad y el modo en que los cardenales están llamados hoy a ejercer su papel en relación con el Papado”.

Se subrayó “la necesidad de hacer más significativas las reuniones del Colegio Cardenalicio durante los Consistorios” y de promover una iniciación cristiana sólida como acto misionero. También se recordó “a los mártires de la fe”, especialmente en zonas donde los cristianos son perseguidos.

Compromiso climático, ecumenismo y paz

Se habló de la Jornada Mundial de los Pobres y su relación con la solemnidad de Cristo Rey, destacando que “la verdadera realeza del Evangelio se manifiesta en el servicio”.

Entre las urgencias pastorales se reafirmó el desafío del cambio climático como “un desafío global y eclesial”. Asimismo, se retomó el diálogo ecuménico, con referencias al Concilio de Nicea y a la posibilidad de una fecha común para la celebración de la Pascua.

La Congregación concluyó con la lectura de un comunicado oficial: “un llamamiento dirigido a las partes implicadas en diversos conflictos internacionales”. En él, los cardenales pidieron “un alto el fuego permanente y el inicio de negociaciones que conduzcan a una paz justa y duradera, respetando la dignidad humana y el bien común”.

Actos simbólicos

Durante la sesión también se anunció la cancelación del Anillo del Pescador y del Sello de Plomo, signos distintivos del pontificado anterior. Finalmente, se ofrecieron “algunas disposiciones prácticas sobre el programa de los cardenales electores durante el cónclave”. La reunión concluyó a las 12:30 horas y no se prevén nuevas congregaciones generales.

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Cónclave: reglas, perfiles, duración y curiosidades

El cónclave de 2025 arranca este miércoles con 133 cardenales electores procedentes de 71 países, bajo estrictas medidas de seguridad y secreto.

Redacción Omnes·6 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 3 minutos

El 7 de mayo de 2025, la Iglesia católica inicia el cónclave para elegir el nuevo pontífice, un proceso que se rige por reglas y tradiciones que garantizan su solemnidad y secreto.

Reglas del Cónclave

Antes de iniciar el cónclave, a las 10 horas, los cardenales celebran la «Misa Pro Eligendo Pontifice» en la Basílica de San Pedro. Esta ceremonia litúrgica invoca la guía del Espíritu Santo para la elección del nuevo Papa y será presidida por el cardenal Giovanni Battista Re, decano del colegio cardenalicio.

Por la tarde, a las 16:30 horas, tendrá lugar la procesión de entrada de los cardenales en la Capilla Sixtina, el juramento de los cardenales, después del cual se pronunciará el «extra omnes» y tendrá lugar la primera votación.

A partir del jueves, se efectúan cuatro votaciones diarias: dos por la mañana y dos por la tarde. Tras las votaciones matutinas y vespertinas, se emite una fumata desde la chimenea de la Capilla Sixtina: blanca si hay un nuevo Papa, negra si no se ha alcanzado la mayoría requerida.

Se requiere una mayoría de dos tercios (89 votos) para la elección válida.

Y, un matiz importante, si después de tres días no se ha elegido un Papa, se concede un día de pausa para la oración y reflexión. Esto quiere decir que si el Papa no es elegido antes del sábado, el domingo no habrá votaciones.

Medidas de Seguridad y Aislamiento

Para preservar la confidencialidad del proceso y evitar la comunicación con el exterior se han tapiado las ventanas de Santa Marta que dan a la ciudad de Roma y superan la altura de los muros vaticanos. Antes de que los cardenales ocupen sus habitaciones, se revisarán las pertenencias de los cardenales, asegurando que no porten dispositivos de comunicación.

Al igual que ocurrió en el cónclave de 2013 se emplean bloqueadores de señal, sistemas anti-drones y protección láser para impedir cualquier filtración de información, ya no solo en la Capilla Sixtina, sino en el perímetro interior de la Ciudad del Vaticano

Perfiles de los Cardenales Electores

De los 135 cardenales elegibles, 133 participarán en el cónclave. De los cardenales electores 5 fueron nombrados por Juan Pablo II, 22 por Benedicto XVI y 108 por Francisco.

Participan 133 cardenales con derecho a voto, representando a 71 países, lo que convierte a este cónclave en el más multicultural hasta la fecha. En cuanto a la distribución geográfica, 53 son de Europa, 23 de Asia, 18 de África, 68 de América (16 de Norteamérica, 4 de Centroamérica y 17 de Sudamérica) y 4 de Oceanía.

Italia cuenta con 17 cardenales electores, Estados Unidos con 10, Brasil con 7, España y Francia con 5, India, Argentina, Canadá, Portugal y Polonia con 4. La distribución geográfica refleja la diversidad de la Iglesia.

Dos cardenales no asistirán al cónclave por enfermedad, el español Antonio Cañizares y el keniata John Njue. El cardenal bosnio Vilko Puljić votará desde su habitación en la casa Santa Marta, debido a su delicado estado de salud.

Duración de los últimos cónclaves

La duración promedio de los cónclaves en los siglos XX y XXI ha sido de tres días. En dos días fueron elegidos Pío XII y Benedicto XVI. Juan Pablo II salió el cuarto día de cónclave y Pío XI tardó 5 días.

En el largo y caótico cónclave que siguió a la muerte del Papa Clemente IV, celebrado en Viterbo entre 1268 y 1271, los cardenales tardaron casi tres años en llegar a un acuerdo, lo que llevó a las autoridades civiles a tomar medidas extremas: sellaron el edificio, redujeron la comida a pan y agua, y finalmente retiraron el techo del lugar donde deliberaban, exponiéndolos a la intemperie.

Esta drástica presión surtió efecto y se eligió finalmente al Papa Gregorio X, quien, tras asumir el pontificado, instauró las primeras normas formales del cónclave en el Concilio de Lyon de 1274, marcando un hito en la historia del proceso de elección papal.

Medidas para el Cónclave

Para garantizar el desarrollo seguro y absolutamente confidencial del cónclave, el Vaticano ha desplegado un conjunto de medidas logísticas y de seguridad sin precedentes. Un equipo de 60 empleados trabaja intensamente en la adaptación de la Capilla Sixtina, instalando sistemas tecnológicos que impidan cualquier tipo de comunicación con el exterior, además de adecuar el espacio sagrado como sala de votación.

En línea con las estrictas normas de secreto, los enfermeros, ascensoristas y otros miembros del personal autorizado a moverse en las áreas realizarán un juramento de secreto de oficio el día antes de que dé comienzo el cónclave.

Ante el elevado número de participantes y asistentes, se han acondicionado habitaciones adicionales tanto en la antigua casa Santa Marta como en el cercano Colegio Teutónico, reforzando así el aislamiento necesario para este proceso solemne y reservado que marcará el futuro de la Iglesia.

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Bienaventurados los misericordiosos

Para Francisco, cada persona excluida era objeto de su amor. Si esa exclusión fuera o no su propia culpa no era una cuestión para él. El amor veía la necesidad, no el mérito.

Joseph Evans·6 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 7 minutos

El hecho de que uno de los últimos «pesares» del Papa Francisco fuera no poder lavar los pies a los presos de una cárcel romana dice mucho del hombre y de su corazón misericordioso. Según su médico personal, Sergio Alfieri, al Pontífice le habría gustado lavar los pies a los presos cuando visitó la cárcel el 17 de abril.

«Lamentaba no poder lavar los pies a los presos», dijo Alfieri en declaraciones al diario italiano Corriere della Sera. «’Esta vez no pude hacerlo’ —fue lo último que me dijo”.

No se trataba de un deseo al azar, como sabría cualquier católico. El lavatorio de pies forma parte de la ceremonia anual del Jueves Santo, en la que el sacerdote, imitando las acciones de Cristo en la Última Cena, lava los pies de algunos de sus feligreses como expresión de servicio y humildad.

Y, sin embargo, como cualquier sacerdote podría decir, no es una parte absolutamente obligatoria del servicio y puede omitirse, y más de un sacerdote lo hace con mucho gusto. Pero la visita del Papa a aquella cárcel era para él una cita anual, y lavar los pies a aquellos 12 presos elegidos era una parte esencial de la visita. De este modo mostraba su solidaridad con esas personas excluidas por la sociedad.

Para Francisco, cada persona excluida era objeto de su amor. Si esa exclusión fuera o no su propia culpa no era una cuestión para él. El amor veía la necesidad, no el mérito. Y así lo vivió Francisco.

Revolución de la misericordia

Tomemos, por ejemplo, su documento “Fratelli Tutti”, de 2020. Es un texto muy largo que a menudo parece más un grito de dolor que un documento papal (y la preocupación de Francisco por los pobres y los excluidos lo llevaba a veces a desvaríos justos, tan molesto estaba por la injusticia social). En un momento dado propuso algo que parecía casi utópico: «La decisión de incluir o excluir a los que yacen heridos al borde del camino puede servir de criterio para juzgar todo proyecto económico, político, social y religioso».

¿Puede alguien realmente vivir esto? ¿Puede un gobierno adoptarlo como política económica? Cada decisión, cada una, tomada en función de si incluye o excluye a los necesitados: si los incluye, luz verde; si los excluye, olvídalo. En estos tiempos de duro pragmatismo, se considera totalmente impracticable.

Y, sin embargo, ¿te imaginas si solo algunas personas vivieran esto? ¿Si alguna autoridad pública empezara a tomárselo a pecho? Se crearía una auténtica revolución social, precisamente una revolución de la misericordia. Así era Francisco. De un modo a menudo poco práctico, pedía y esperaba misericordia, confiado en que, de hecho, en la práctica, solo la misericordia puede transformar la sociedad para el bien.

Rezo para que, por intercesión de Francisco, este artículo inspire al menos a algunos lectores a adoptar esta política aparentemente descabellada, pero en realidad profundamente realista.

La Buena Nueva de la Misericordia

Seamos claros: el Papa Francisco no inventó la misericordia. Dios llegó primero. Incluso en las aparentemente duras páginas del Antiguo Testamento, la misericordia inspiraba todas las acciones de Dios hacia Israel y, a través de él, hacia la humanidad.

Los Evangelios son, ante todo, la buena nueva de la misericordia de Dios en Jesucristo, Dios hecho hombre para asumir sobre sí el castigo que merecíamos. Y a la manera de Francisco (¿o debería decirse que Francisco actuaba a la manera de Jesús?), vemos a Jesús tendiendo la mano a los excluidos, incluso cuando esto escandalizaba a los más «ortodoxos» y rigurosos.

Incluso entre los Papas, a la hora de proclamar la misericordia, numerosos pontífices se adelantaron a Francisco. Entre ellos destaca san Juan Pablo II, para quien la promoción de la misericordia divina fue una clave de su pontificado. El Papa polaco hizo todo lo que pudo para proclamar esta misericordia, en particular canonizando a la gran apóstol de la misericordia divina, santa Faustina, y promoviendo su mensaje.

Ovejas perdidas

Francisco era espontáneo y tierno de corazón (también, a veces, autoritario y errático, porque esto también era cierto), pero incluso sus decisiones más autocráticas procedían de un buen lugar: su sincera convicción de que al emprender una determinada acción estaba sirviendo a los necesitados.

Algunas de sus declaraciones arrojadizas escandalizaron a muchos, como su comentario «¿quién soy yo para juzgar?» en un avión procedente de Brasil en 2013, cuando le preguntaron por los homosexuales. «Si una persona es gay y busca a Dios y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgar?», dijo a los periodistas. Francisco no trataba de alabar la actividad sexual entre personas del mismo sexo. Con su corazón misericordioso, simplemente reconocía que cada persona, fueran cuales fueran sus inclinaciones, e incluso a veces en situaciones objetivamente pecaminosas (un punto explicado maravillosamente en su “Amoris Laetitia” de 2015), todavía podía mostrar mucha bondad y apertura a Dios.

¿No nos enseñó esto Jesús en su encuentro con la mujer samaritana, ella con sus cinco maridos anteriores y su pareja actual, y que, aun así, fue capaz de anunciar a Cristo y de evangelizar a sus paisanos?

Era un hombre que buscaba ovejas perdidas. Esto hacía que pareciera que tenía menos tiempo para los que ya estaban en el rebaño. Por tanto, no es de extrañar que, en general, Francisco fuera más querido por los no católicos o los católicos no practicantes que por algunos practicantes que, en ocasiones, se sintieron heridos y, sí, excluidos por algunas de sus declaraciones y acciones.

Pero tenemos que recordar que la decisión de Dios de instituir el papado implica necesariamente una institucionalización de las limitaciones humanas y de la visión parcial. Aunque no era Papa, esto queda muy claro en san Pablo. Como Francisco, tenía un corazón enorme y, como Francisco también, su visión, a menudo parcial y unilateral, se respiraba en todo lo que escribió.

En cada epístola paulina no puedes evitar pensar: «¿pero qué pensaban los del otro bando? ¿Y quizá ellos también sentían que la apertura radical del apóstol los excluía?»

Al tender la mano a todos, Francisco sacaba de quicio a más de uno. Sus frecuentes arengas a los sacerdotes para que no convirtieran el confesionario en una cámara de tortura molestaban a muchos, especialmente a los sacerdotes que pasaban más tiempo confesando, con una verdadera preocupación por ser misericordiosos. Pero supongo que Francisco sentía que tenía que decir esto porque la sola idea de que alguien fuera herido por lo que debía ser el sacramento de la misericordia le dolía profundamente.

Tradicional

Francisco amaba la piedad popular y las devociones. Admiraba profundamente la piedad sencilla de la gente corriente. La inclusión de una mención a san José en todas las Misas de rito latino fue uno de sus grandes regalos a la Iglesia. Pero durante su pontificado, algunos de los nuevos movimientos y organizaciones laicales de la Iglesia, así como algunas nuevas órdenes religiosas, se sintieron menos que bienvenidos y, en ocasiones, bajo sospecha.

Pero también se trataba de misericordia, en parte para hacer frente a algunos problemas que Juan Pablo II, con su corazón misericordioso, había creado. Parece que Juan Pablo II, en su apertura a todo lo que consideraba bueno, fue en ocasiones demasiado acogedor con personas que más tarde resultaron ser problemáticas.

Benedicto XVI primero y Francisco después tuvieron que lidiar con una serie de nuevas instituciones cuyos fundadores habían cometido diversos actos de abuso, casos que, por desgracia, no fueron pocos. Creo que la posibilidad de que, bajo la apariencia de una ferviente espiritualidad, alguien pudiera ser víctima de abusos por parte de un lobo con piel de cordero hirió profundamente a Francisco.

Ante tales situaciones, el pontificado de Francisco pareció un tanto vacilante ante las nuevas realidades eclesiales.

Francisco y los laicos

El fomento de la sinodalidad por parte de Francisco —por mucho que a sus detractores les pareciera una gran tertulia— también procedía de un lugar de misericordia. Francisco tenía horror al clericalismo, por el que los clérigos se enseñorean de los laicos y los reducen a la pasividad, y hablaba contra él a menudo.

Alentó la santidad laical, también en su documento de 2018 sobre la llamada a la santidad “Gaudete et Exsultate”. Y el camino sinodal era precisamente un medio para fomentar una mayor participación de los laicos en la Iglesia, especialmente de las mujeres. En otras palabras, integrar más a quienes antes podían sentirse excluidos.

Del mismo modo, las medidas drásticas de Francisco contra las formas litúrgicas de rito antiguo surgieron de la misericordia. Al principio, trató de mostrarse indulgente con estas formas, pero probablemente sintió que había llegado el momento en que se necesitaba amor duro (y Francisco nunca rehuyó las decisiones duras): a veces la Madre Iglesia sabe más. Amor duro y también buena teología: en última instancia, la liturgia es una cuestión de obediencia a la Iglesia.

El próximo Papa

¿Qué necesitamos del próximo Papa? No me cabe duda de que los cardenales de ambos extremos estarán ocupados tratando de conseguir que su hombre ocupe el cargo. Mientras los liberales aspirarán a un Francisco con esteroides, los conservadores reaccionarios presionarán por un Papa que esperan que frene las reformas de Francisco.

Espero que prevalezca el sentido común y sobrenatural. Necesitamos un hombre que conserve todo —¡tanto!— lo bueno del pontificado de Francisco, incluida su visión eminentemente práctica de la fe como algo que hay que vivir y llevar a obras reales de misericordia, pero que también confirme a sus hermanos en la fe (Lc 22, 32).

Es una cuestión de tensión: Juan Pablo II y Benedicto XVI también alentaron la acción social. Pero Francisco la alentó especialmente. Espero y rezo para que el nuevo Papa siga alentando esto; yo, desde luego, necesito seguir oyéndolo. A menudo digo que, en cierto sentido, es fácil ser ortodoxo, tener ideas claras sobre la propia fe. Lo difícil es ponerlas en práctica en la vida cotidiana, de modo que el verdadero amor inspire nuestras acciones.

La Iglesia es la barca de Pedro, pero este barco a menudo se mueve más como un superpetrolero muy lento que como un yate ágil. Cambia de rumbo con lentitud y torpeza, y ningún Papa puede encapsular todas sus cualidades. Pero rezo por un Papa que nos dé la oportunidad de respirar, que cure las heridas también dentro de la Iglesia, que tienda la mano a las ovejas perdidas y, al mismo tiempo, haga que el rebaño más grande, y los pastores asistentes, se sientan valorados.

Y el nuevo Papa deberá tomar medidas para garantizar que lo que fue bueno en Francisco no se desvirtúe. Un ejemplo de ello es la mencionada vía sinodal que, a pesar de todos sus posibles beneficios, conlleva un gran peligro: en realidad, podría conducir a un clericalismo más profundo al reducir la participación de los laicos en la Iglesia a la intervención en comités diocesanos o parroquiales.

Así como los laicos católicos deben participar en las decisiones de la Iglesia, deben participar aún más en la vida cívica y social ordinaria, dando testimonio de Cristo y tratando de transformar la sociedad según los principios cristianos.

Quizá sea hora de ir más allá de las etiquetas izquierda-derecha y conservador-liberal en la Iglesia. No se es liberal por fomentar la misericordia radical y tender la mano a los marginados. Es lo que hizo Jesús. No se es conservador por enseñar fielmente la verdad: Jesús también lo hizo.

Si querer todo esto es pedir un milagro, pues eso es justo por lo que rezo. Y lo hago por intercesión de Juan Pablo II, de Benedicto XVI y, mucho, muchísimo, del amado Papa Francisco.


Este artículo se publicó originalmente en inglés en Adamah Media y se reproduce en Omnes con permiso. Puede leer el artículo original AQUÍ.

Vaticano

Así es el juramento de secreto de los 133 cardenales electores

Por mandato del Colegio Cardenalicio, el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, arzobispo Diego Ravelli, firmó hace unos días el pequeño libro del cónclave. Ahí se encuentra el juramento que deben prestar los 133 cardenales electores del próximo Papa en la Capilla Sixtina el 7 de mayo.  

Francisco Otamendi·6 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos

Los 133 cardenales electores del próximo Romano Pontífice deben prestar juramento justo antes del cónclave que comienza el miércoles día 7. Como es sabido, para la elección del Papa se necesitan al menos 2/3 de las papeletas, es decir, 89 votos con su nombre, con unas reglas muy precisas. 

Una de ellas es el juramento. Tras la invocación al Espíritu Santo mediante el himno ‘Veni Creator Spiritus’, el cardenal Giovanni Battista Re, Decano del Colegio Cardenalicio, o el primer cardenal por orden de antigüedad, leerá en voz alta el texto del “iureiurando” o juramento. 

En él, los cardenales se obligan a respetar fielmente las normas del cónclave. Juran que el que sea elegido Romano Pontífice desempeñará fielmente el “munus petrinum” (oficio o misión de Pedro), de Pastor de la Iglesia universal. Y juran también observar el “secreto” sobre todo lo relacionado con la elección.

Texto completo 

El texto íntegro, titulado ‘De ingressu in conclave et iureiurando” (El ingreso en el cónclave y el juramento), es el siguiente:

“Todos y cada uno de nosotros Cardenales electores presentes en esta elección del Sumo Pontífice prometemos, nos obligamos y juramos observar fiel y escrupulosamente todas las prescripciones contenidas en la Constitución Apostólica del Sumo Pontífice Juan Pablo II, Universi Dominici Gregis, emanada el 22 de febrero de 1996, y las modificaciones del Motu Proprio ‘Normas nonnullas’ del Sumo Pontífice Benedicto XVI el 22 de febrero de 2013.

Igualmente, prometemos, nos obligamos y juramos que quienquiera de nosotros que, por disposición divina, sea elegido Romano Pontífice, se comprometerá a desempeñar fielmente el “munus petrinum” de Pastor de la Iglesia universal y no dejará de afirmar y defender denodadamente los derechos espirituales y temporales, así como la libertad de la Santa Sede”.

Durante y después

“Sobre todo”, continúa el juramento, “prometemos y juramos observar con la máxima fidelidad y con todos, tanto clérigos como laicos, 

el secreto sobre todo lo relacionado de algún modo con la elección del Romano Pontífice y sobre lo que ocurre en el lugar de la elección concerniente directa o indirectamente al escrutinio; 

no violar de ningún modo este secreto tanto durante como después de la elección del nuevo Pontífice, a menos que sea dada autorización explícita por el mismo Pontífice; 

no apoyar o favorecer ninguna interferencia, oposición o cualquier otra forma de intervención con la cual autoridades seculares de cualquier orden o grado, o cualquier grupo de personas o individuos quisieran inmiscuirse en la elección del Romano Pontífice”.

Juramento de cada cardenal elector 

A continuación, según el librito de la celebración, “cada cardenal elector, según el orden de precedencia, prestará juramento con esta fórmula:

Y yo, N. Cardenal N. prometo, me obligo y juro.

Y poniendo la mano sobre los Evangelios, añadirá: “Así Dios me ayude y estos Santos Evangelios que toco con mi mano””.  

Después del juramento, el citado Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, arzobispo Ravelli, pronunciará el famoso “Extra omnes” y todos los ajenos al cónclave deberán salir de la Capilla Sixtina.

Previamente, ha tenido lugar el lunes día 5 el juramento realizado por los denominados “oficiales y encargados del cónclave”.

El autorFrancisco Otamendi

Evangelización

Santo Domingo Savio y san Pedro Nolasco

La liturgia celebra el 6 de mayo a santo Domingo de Savio, fallecido a los 14 años, que conoció y trató a Don Bosco. El Papa Pío XI le definió como “un pequeño, pero gran gigante del espíritu”. También se conmemora este día a san Pedro Nolasco, fundador de la Orden de La Merced.

Francisco Otamendi·6 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos

La Iglesia incluye en el santoral del 6 de mayo a varios santos y beatos. Entre los más conocidos se encuentran el joven santo Domingo de Savio y el fundador de la Orden mercedaria, san Pedro Nolasco.

Domingo Savio nació el 2 de abril de 1842 cerca de Chieri, Turín, segundo de 10 hermanos, hijo de Carlos, herrero, y Brígida, costurera. Fue bautizado el mismo día de su nacimiento en la iglesia parroquial de Riva cerca de Chieri.

Recibió la Primera Comunión a los 7 años, y realizó estos propósitos: “1) Me confesaré frecuentemente y comulgaré todas las veces que el confesor me lo permita. 2) Santificaré los días festivos. 3) Mis amigos serán Jesús y María. 4) Morir antes que pecar”. Domingo renovó estos propósitos cada día de su corta vida. 

Jesús Sacramentado, María, el Papa

Don Bosco, narrando el primer encuentro con Savio, dice: “reconocí en él un estado de ánimo según en el espíritu del Señor. Quedé sorprendido al darme cuenta del trabajo que la gracia divina ya se había operado en ese tierno corazón”. Sus grandes devociones fueron Jesús Sacramentado, la Inmaculada Concepción de María, el Papa. 

Debe ser recordado, señalan las webs salesianas, “el rol de Domingo Savio en la fundación de la Compañia de la Inmaculada Concepción, vivero de la futura Congregación Salesiana”. En marzo de 1857, a causa de una grave y repentina enfermedad, la salud de Domingo se agrava. Falleció a los 14 años exclamando: “¡Oh, qué cosas tan maravillosas veo…!”. El Papa Pío XI le definió como “un pequeño, pero gran gigante del espíritu”. 

Visitar y liberar a los cautivos

Otro santo del día es san Pedro Nolasco. “Dios, Padre de misericordia”, escriben los religiosos mercedarios, “ha querido suscitar en la Iglesia hombres y mujeres guiados por el espíritu redentor de Jesucristo». Que «visiten y liberen a los cristianos que, por circunstancias adversas a la dignidad de la persona humana, se encuentran en peligro de perder su fe”.

Para llevar a cabo esta misión, “impulsado por el amor de Cristo, inspirado por la Virgen María y respondiendo a las necesidades de la Iglesia, el 10 de agosto de 1218, san Pedro Nolasco fundó en Barcelona la Orden de la Virgen María de la Merced de la redención de los cautivos, con la participación del rey Jaime de Aragón y ante el obispo de la ciudad, Berenguer de Palou”.

En efecto, los cautivos pobres no tenían quien procurase por ellos y estaban abocados a morir en su mísera situación o a renegar de su fe. El drama tocó su corazón, y Pedro se embarcó en la tarea de redimirles, incorporando a sus amigos. Y cuando los ánimos decaían y no había medios, Pedro Nolasco notaba como María le animaba a seguir y no desfallecer.

El autorFrancisco Otamendi

Recursos

La Iglesia y la II República española

Durante la II República Española, se intensificó la confrontación entre el Estado laico y una Iglesia aún muy influyente en la sociedad, alimentada por un creciente anticlericalismo ideológico y popular.

José Carlos Martín de la Hoz·6 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 8 minutos

Desde finales del Siglo XIX, como fruto de la penetración del liberalismo en España, se produjo una enorme fractura entre las clases dirigentes del país y el pueblo sencillo. Si entre los primeros existían casos de agnosticismo o sencillamente de vidas descreídas, en los segundos había una fe religiosa casi generalizada. Por otra parte, también se observa una distinción entre la práctica cristiana en la vida de los suburbios de las grandes ciudades y la vida de los pueblos. 

La descristianización de las masas obreras

En los años finales del XIX y primeros del Siglo XX se produjo la descristianización de las masas obreras en España, especialmente con el nacimiento de barrios extremos y con la pobreza en zonas rurales desfavorecidas del país. Aunque fueron muchas las iniciativas de carácter social que se pusieron en marcha, especialmente desde la Encíclica de León XIII, Rerum Novarum, es un hecho constatado la desconexión de grandes masas de obreros del mensaje cristiano.  

Un factor clave para entender el odio desatado en el período constitucional de la II República Española, fue el alto grado de analfabetismo que sufría España en ese período. Se ha hablado del 40% a final de la Dictadura de Primo de Rivera. Sólo la incultura explicaría como pudieron destrozarse obras de arte valiosísimas, templos que ardieron sin la más mínima consideración. Y, también, explicaría como pudo ser creído, por gentes del pueblo afirmaciones tan peregrinas como que los curas envenenaban las fuentes o mataban niños con caramelos venenosos.

El auge del anticlericalismo

Por otra parte estaban consolidados, desde el comienzo del Siglo XX sectores de intelectuales españoles formados en la increencia, convencidos de su ateismo y  agnósticos, que movieron hábilmente, a través fundamentalmente de la prensa, a las masas. Indudablemente influyó la constante acción del krausismo y de la Institución Libre de Enseñanza. 

Un sector de la prensa republicana insistiría, en aquellos años, en ver a la Iglesia como un poder espiritual que tiranizaba las conciencias, y por tanto urgía  liberarse de ella. A esto habría que unir las editoriales que surgieron y las ediciones populares que publicaron, así como obras de teatro, etc.

La influencia de algunos pensadores, será siempre creciente, y su aversión a la Iglesia irá desde la frialdad hasta la hostilidad. Su reflejo más claro es el anticlericalismo creciente y ese anticlericalismo se hizo pasión en el ámbito de las masas obreras, y en algunas zonas rurales. Evidentemente, cometieron un error de cálculo: ni la Iglesia era la misma del Antiguo Régimen, ni la fe católica estaba tan poco arraigada como pensaban. Como resalta Álvarez Tardío: “Conviene rechazar, por tanto, esa explicación tan común como elemental, en virtud de la cual, el laicismo agresivo de los republicanos respondió al intolerable antirepublicanismo de los católicos”.

El objetivo del anticlericalismo no fue discutir la doctrina de la Iglesia, o los contenidos del evangelio, o la verdad de la fe que proponía la, sino tratar de sacudirse el yugo de conciencia, y las formas sociales conformadas por la Iglesia. Estos nuevos pensadores deseaban una moral laica, y unos principios liberales autónomos. Es interesante el fenómeno operado durante el Siglo XIX en España: la aparición de los intelectuales, en primer lugar, y en segundo lugar, verles ejercer un magisterio moral, que hasta entonces sólo había correspondido a la Iglesia. Debido a la alta tasa de analfabetos, no dejaban de hablar a minorías. Mientras, el clero, merced a la catequesis, la enseñanza y las celebraciones litúrgicas se dirigía a la mayoría de los españoles a lo largo de su vida.

El artículo 26 y el estallido de la «cuestión religiosa»

Las discusiones en torno al artículo 26 de la Constitución, en octubre de 1931, hicieron aflorar un cúmulo de opiniones contra la acción de la Iglesia, con gran carga de apasionamiento. Como resalta Jackson: “En cuanto se abrieron las compuertas para la riada, ya nadie pudo reflexionar en calma sobre la necesidad de unas nuevas reflexiones entre la Iglesia y el Estado”. Así pues, fue como un desborde de un río de pasiones, entre las cuales está el propio nombre: “la cuestión religiosa”, lo que hasta entonces, para la mayoría del país era algo entrañable, apareció como un problema, y, al parecer, de envergadura, pues se puso más empeño en estos debates, que en los serios problemas económicos, estructurales, y educativos.

A pesar de todo, la influencia de la Iglesia católica era muy alta en todo el país. Tanto por tener en sus manos la mayoría de los centros educativos de nivel, como a través de los maestros que, en su mayoría, eran buenos católicos.

Una gran parte de los intelectuales, así como de las clases directivas, eran católicos de buena formación, aunque su práctica espiritual fuera más o menos ferviente. Desde luego las costumbres sociales eran básicamente cristianas. Se guardaban las formas. Faltaba, indudablemente, la existencia de intelectuales católicos con la preparación adecuada para presentar el mensaje cristiano de modo ilusionante, con más fuerza y coherencia personal.

Es interesante constatar la buena situación general del clero durante la II República. Fruto de los seminarios y de los grados obtenidos allí, o en Roma en la Universidad Gregoriana. El clero y los obispos gozaban de salud espiritual: abundaban los sacerdotes piadosos, virtuosos, entregados, ejemplares. De hecho el número de mártires y confesores en la Guerra Civil, fue llamativo.

El mito de una Iglesia retrógrada

Intelectualmente vivían encerrados en un pequeño mundo intelectual, pero ni los obispos, ni el clero se había visto afectado por la crisis modernista que alteró a Europa, años antes. Por otra parte conviene recordar la situación de las Facultades de Teología españolas desde 1851, en que dejaron de pertenecer a la Universidad Civil, había ido decayendo en prestigio y nivel científico. En 1932 Pio XI publicó la “Deus scientiarum Dominus”, por la que se impulsó la mejora de las Facultades de Teología. De hecho, en 1933 se cerraron la mayoría de esas Facultades españolas y se dejó sólo la de Comillas. En 1933 tuvo lugar una visita canónica a todos los seminarios de España. Respecto al clero era abundante, pero mal distribuido. 

Tampoco puede olvidarse que la filosofía imperante en muchos universitarios era la de la fe en el progreso científico, y por tanto en una nueva era de progreso sin Dios, o al menos, donde Dios estuviera entre paréntesis. Ortega y Gasset aparecía como un modelo próximo para muchos hombres formados alrededor de las ideas de la Institución Libre de Enseñanza. Al calor de esas ideas se había consolidando la falsa apreciación de la Iglesia como enemiga del progreso humano.

Por otra parte, en muchos pueblos, se conservaba una fe consolidada a través de siglos, donde la vida giraba alrededor de la práctica sacramental y de los tiempos litúrgicos, llenando las costumbres, el folclore, los hábitos de vida. Existían agnósticos y descreídos, pero la mayoría eran cristianos de corazón.

Católicos en la República: entre el compromiso y la decepción

La llegada de la República el 14 de abril de 1931, y las rápidas elecciones de Cortes Constituyentes, arrojaron unos resultados que presagiaron lo peor para las relaciones Iglesia y Estado, pues resultaron elegidos, en su mayoría diputados de la izquierda y de los Radicales, que habían sobrevivido a la Dictadura de Primo de Rivera. 

De hecho, el 6 de mayo la Gaceta de Madrid publicaba una circular declarando voluntaria la enseñanza de la religión en la Educación Primaria. Era la consecuencia de haber suprimido, días antes, la confesionalidad del Estado. De hecho, en mayo de 1931, se produjeron la quema de iglesias y obras de arte, como la Inmaculada de Salcillo en Murcia.

Por eso, cuando la mayoría de los diputados de la Cámara, procedieron a discutir los artículos de la Constitución, presentaron una batalla frontal contra la Iglesia. La mayoría de esos diputados, carecían del nivel intelectual necesario, así como de formación religiosa, a excepción de algunos intelectuales de reconocido prestigio. Pero, a la postre, los debates sólo sirvieron para resaltar la ley de la aritmética frente a la razón.

Todo parece indicar que la izquierda republicana presentó la cuestión religiosa independientemente de la situación real del país y de la opinión de los católicos sobre la República; lo que les molestaba era la presencia del catolicismo en la vida social y cultural. 

Al repasar las actuaciones de los protagonistas: dignatarios de la Iglesia, miembros del gobierno, parlamentarios, prensa de esos días, etc., queda claramente de manifiesto que aquellas Cortes, no representaban la realidad del país, pero sí mostraban con toda su crudeza las diferentes posturas contra la Iglesia que existían en esa época en España. El resultado, como es conocido, fue una Carta Magna, que no podía ser instrumento de concordia y pacificación, pues nació contra la voluntad de la mayoría de los ciudadanos. 

Una vez más, en conexión con el siglo XIX, una pequeña minoría intentó corregir el rumbo de un país pretendiendo, mediante Constituciones, una evolución. “Puede descatolizarse un país, pero no en virtud de una ley”. En el fondo faltaba una verdadera cultura democrática.

Algunos de los diputados republicanos eran católicos y habían tenido parte fundamental en el nacimiento de la República, por ejemplo, Niceto Alcalá Zamora, quien en su famoso discurso contra las disposiciones antieclesiásticas  del artículo 26 de la Constitución, el 10 de octubre de 1931, que le llevaron a su dimisión como Presidente del Gobierno, decía: “Yo no tengo conflicto de conciencia. Mi alma es hija a la vez de la religión y de la revolución, y la paz de ella consiste en que cuando se mezclan las dos corrientes las hallo acordes en la expresíón de una misma fuente, de un mismo criterio, que la razón lo eleva a los principios últimos y la fe los encarna en la enseñanza del Evangelio. Pero yo, que no tengo problema de conciencia, tengo conciencia (…). Y ¿Qué remedio me queda? La guerra civil, jamás (…). En bien de la patria, en bien de la República, yo os pido la fórmula de la paz”. Encarnaría lo que él llamó la tercera España. Un gobierno de centro verdaderamente democrático, aconfesional. Su ilusión era que la República hubiera contenido la Revolución Social y anticlerical.

Conviene recordar el famoso y contemporáneo discurso de Manuel Azaña, del día 13 de octubre de 1931: “Tengo los mismos motivos para decir que España ha dejado de ser católica, que para decir lo contrario de la España antigua. España era católica en el siglo XVI, a pesar de que aquí había muchos y muy importantes disidentes, algunos de los cuales son gloria y esplendor de la literatura castellana, y España ha dejado de ser católica, a pesar de que existe ahora muchos millones de españoles católicos, creyentes”. La traducción es clara: el Estado ya no es católico. Una vez aceptada la premisa, que sería válida: si el conjunto de los españoles democráticamente deciden que el Estado no sea confesional. Ahora bien, lo que no tendría sentido es que se convierta en anticatólico, y seguidamente que el Estado  persiga a la Iglesia, le prive de libertad, y pretenda someterla a sí mismo. 

No era la primera vez que un grupúsculo en aras a la democracia había pretendido subyugar la conciencia de la mayoría. Pero, la aceleración de la historia, produce mucho daño. 

Efectivamente, la mayor parte de las leyes que se fueron promulgando fueron consecuencia del principio de laicización del Estado, pero otras muchas eran un atentado contra la libertad proclamada para todos en la Constitución. Esa falta de verdad, haría que quedase claro que no se buscaba el bien común, sino intereses partidistas, y acabó rompiendo la armonía y la convivencia pacífica. Desde luego “no se logró una cultura democrática, sino alternativa”.

La enseñanza, epicentro de la confrontación

La intención de la mayoría parlamentaria en las Cortes Constituyentes era apartar a la Iglesia de la enseñanza, como muestra el artículo 16 de la Constitución, pero, en la práctica era inviable construir tantas escuelas y formar tantos profesores como se necesitaría. 

Finalmente vale la pena recordar las palabras de otro presidente del Gobierno durante la República, Lerroux, que señalaba lo siguiente: “La Iglesia no había recibido con hostilidad a la República. Su influencia en un país tradicionalmente católico era evidente. Provocarla a luchar, apenas nacido el nuevo régimen, era impolítico e injusto, por consiguiente, insensato”.

La reacción del episcopado español

Es importante resaltar que la actitud de la Santa Sede ante la llegada de la II República el 14 de abril de 1931, fue de cordialidad. Como demuestran las abundantes gestiones del Nuncio y de los Prelados españoles. 

Por otra parte, el Arzobispo de Toledo, Cardenal Segura, pasó a ser un personaje incómodo, por su planteamiento tradicionalista en la línea de que la Iglesia debía orientar la tarea del estado, y que no ocultaba su apoyo a la monarquía. La República logró expulsarlo de España y la Santa Sede, en un gesto de congraciarse con la República, lo apartó de la Sede de Toledo el 1.X.1931 y lo sustituyó por el cardenal Gomá. Pero, no conviene olvidar que el Gobierno de la República, el 18.V.1931 promovió la expulsión del Obispo de Vitoria, Múgica, planteando el problema del carlismo como fuerza antirrepublicana y su influencia en el pueblo vasco-navarro.

Así pues, aprobada la Constitución en un breve espacio de tiempo, en los primeros momentos, la reacción del Vaticano y de los obispos españoles fue de una serena espera. La Declaración Conjunta del episcopado español del 20 de diciembre de 1931, salió al paso de la Constitución aprobada el 12 de diciembre recordando que el derecho y la libertad aprobados en la Constitución, eran para todos.

El mismo Niceto Alcalá Zamora, presentó su dimisión como Presidente del Gobierno para no aprobar esos artículos anticatólicos, pero presentó su candidatura a la Presidencia de la República, para –con el tiempo- reconducir esos artículos a la objetiva situación del país. Y, ahí permaneció, hasta abril de 1939.

Vaticano

Los cardenales debaten desafíos claves antes del Cónclave

Entre los temas tratados por los cardenales durante la décima congregación general estuvieron la naturaleza misionera de la Iglesia, el papel de Cáritas como testimonio de justicia evangélica, y la necesidad de un Papa cercano, guía y puente en un mundo fragmentado.

Redacción Omnes·5 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: < 1 minuto

La décima Congregación General de Cardenales se celebró el 5 de mayo por la mañana en el Vaticano con la participación de 179 purpurados, de los cuales 132 son electores. La sesión comenzó con una oración compartida y contó con 26 intervenciones centradas en los grandes desafíos y la misión de la Iglesia en el mundo actual.

La Iglesia hoy

Entre los temas destacados estuvieron la naturaleza misionera de la Iglesia, el papel de Cáritas como testimonio de justicia evangélica, y la necesidad de un Papa cercano, guía y puente en un mundo fragmentado.

Se reflexionó sobre la transmisión de la fe, la creación, la guerra y la unidad dentro de la propia Iglesia. También se evocó la esperanza inspirada por la oración del Papa Francisco durante la pandemia.

Se subrayó la fuerza vigente del Evangelio, incluso en la atención de los medios de comunicación, y se recordó que Cristo está presente no solo en la Eucaristía, sino también en los pobres. Entre los documentos mencionados, destacó la Constitución Dei Verbum, como alimento espiritual del Pueblo de Dios.

Juramento de los cardenales y oficiales

El Director de la Oficina de Prensa informó que los cardenales electores ya se alojan en Casa Santa Marta y Santa Marta Vecchia, y que las obras de adecuación en la Capilla Sixtina están casi concluidas. Durante la tarde del lunes se celebrará la undécima Congregación, y a las 15:00 tendrá lugar el juramento de los oficiales y asistentes al Cónclave en la Capilla Paulina.

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Vaticano

Los retos del nuevo Papa

Algunos de los grandes retos que aguardan al nuevo sucesor de Pedro, desde la renovación de la fe y la credibilidad institucional, hasta el papel de la Iglesia en el escenario global.

Rome Reports·5 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: < 1 minuto
rome reports88

Mientras el mundo permanece expectante ante el anuncio del nuevo Papa, surgen muchas preguntas sobre el rumbo que tomará la Iglesia en los próximos años.

En medio de una sociedad cada vez más cambiante, el futuro pontífice tendrá que enfrentarse a importantes decisiones pastorales, reformas internas y la necesidad de dialogar con una humanidad marcada por la polarización, las crisis sociales y la búsqueda de sentido.


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Dos anécdotas para entender al Papa Francisco

El testimonio de Borges sobre el joven Bergoglio y una anécdota con George Weigel revelan el estilo dialogante y humano del Papa Francisco.

5 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos

Toda la Iglesia está pendiente estos días, previos al Cónclave, de la elección del 267 Sucesor del Apóstol Pedro. Rezamos, leemos noticias, hablamos en los círculos de amigos… En este clima, me he encontrado con un curioso video, que circula por las redes, titulado «Tiene tantas dudas como yo».

En este video, un periodista se hace eco del testimonio de un escritor y poeta argentino, llamado Roberto Altifano, que trataba y ayudaba al famoso escritor Jorge Luis Borges, en el que relata la opinión que este universal autor argentino tenia del entonces joven sacerdote jesuita, de 26 años, Jorge Mario Bergoglio.

Roberto Altifano trasmite esta confianza de Borges, que recojo del vídeo y, por tanto, no a la letra sino de memoria y resumiendo: «Roberto, qué rara y desconcertante suele ser a veces la gente de Dios. Hay dos curas que me visitan bastante de seguido y que nada tienen que ver entre ellos. Uno es Guillermo, un cura que heredé de mi devota madre. Otro es Jorge, un jesuita que es químico, con el que me une una gran amistad. Guillermo insiste en convertirme y no puede admitir que haya un credo agnóstico por el que yo me inclino. Es hora que termines con tus dudas, Jorge, me repite. Para los domingos, me invita a ir a misa, comer con sus hermanos de congregación en su casa y después ir al fútbol. El padre Bergoglio es una persona inteligente y sensata, se puede hablar de cualquier tema con él porque es un gran lector, pero observó que tiene tantas dudas como yo. A mi madre esto no le gustaría…”.

Este testimonio de Jorge Luis Borges me parece que define bien el modo de ser y actuar, en el trato con las personas, del futuro Papa Francisco, que acaba de dejarnos y refleja bien, además, toda una época eclesial.

Leia también hace unos días, un artículo del famoso periodista George Weigel. En su última entrevista con el Papa Francisco, tenida a finales de 2016, al presentarle Weigel su perplejidad sobre alguna de sus decisiones, el Papa Francisco le contestó: «Oh, las discusiones están bien».

Pienso que son dos testimonios que recogen una faceta del modo de pensar y de tratar con la gente de nuestro querido Papa Francisco. No sabemos cómo será el carácter y trato personal del futuro Papa. El cardenal Camilo Ruini, quien fuera Vicario del Papa para la Diócesis de Roma y presidente de la Conferencia Episcopal de Italia, ha trazado unas líneas para el próximo pontificado, que me parecen acertadas: caridad, firmeza doctrinal, buen gobierno y unidad.

El autorCelso Morga

Arzobispo emérito de la diócesis de Mérida Badajoz

Evangelización

Santos Ángel de Jerusalén, o de Sicilia, y Máximo de Jerusalén, obispo

La Iglesia celebra el 5 de mayo a san Ángel de Jerusalén, o de Sicilia, carmelita y mártir, y al obispo san Máximo de Jerusalén. Según la tradición, san Ángel se encontró con santo Domingo de Guzmán y san Francisco de Asís en Roma.    

Francisco Otamendi·5 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos

San Ángel de Jerusalén se encuentra entre los primeros Carmelitas que vinieron del Monte Carmelo a Sicilia. Y se le conmemora junto al obispo san Máximo de Jerusalén el 5 de mayo. La tradición carmelitana enseña que fue palestino y entró junto a su hermano en el Carmelo de Santa Ana en Jerusalén

La misma tradición, que pueden consultar aquí, relata que en un viaje a Roma, se encuentra en San Juan de Letrán con san Francisco de Asís y santo Domingo de Guzmán. En este encuentro san Ángel predice las llagas a san Francisco, y éste, a su vez, le anuncia su martirio. Por su intercesión se obtuvo la confirmación de la Regla por parte del Papa Honorio III en 1226. 

Hacia la mitad del siglo XIII es herido de muerte en Lícata, a causa de la agresión que realizó contra él un grande de la ciudad denunciado por san Ángel por su falta de ética. En el lugar donde murió se edificó una iglesia, y su sepulcro fue muy pronto sitio de peregrinación. La Orden Carmelita venera a san Ángel como santo al menos desde 1456. En 1459, el Papa Pío II aprobó su culto.

San Máximo y otros santos y beatos

La liturgia celebra también el 5 de mayo a san Máximo de Jerusalén, “repetidamente torturado”, dice el Directorio Franciscano, en tiempos del emperador Maximino Daya. A raíz de la paz constantiniana quedó en libertad y le eligieron obispo de Jerusalén, donde murió el año 350. También a los beatos Bienvenido Mareri de Recanati, Nunzio Sulprizio y Catalina Cittadini. Ésta última impulsó la congregación de Hermanas Ursulinas de Somasca para la educación y formación de niñas y jóvenes.

En el santoral de hoy figuran asimismo los obispos germanos san Gotardo y san Britón, san Hilario de Arlés, o el beato polaco Gregorio Frackowiak. Este joven hermano de los Misioneros del Verbo Divino fue guillotinado en Dresde por los nazis en 1943, tras dar catequesis y llevar en secreto la Comunión a los enfermos.

El autorFrancisco Otamendi

Evangelización

Cerca de Dios a pesar de perder una pierna y a su novia en un derrumbe

Ante los reveses de la vida algunas personas se vuelven contra Dios y otros sacan la mejor versión de sí mismos. Hoy conoceremos la historia de uno de estos últimos.

P. Manuel Tamayo·5 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 3 minutos

Jhosmar Rodríguez es un joven de Trujillo de 22 años, recién licenciado y futbolista amateur en la Copa Perú. Pero lo que nunca imaginó es que una salida rutinaria con su novia acabaría marcando su vida para siempre. La noche del 21 de febrero, a las 8:40 p.m., el techo del patio de comidas del Real Plaza de Trujillo se desplomó repentinamente. Seis personas murieron. Él sobrevivió, pero perdió una pierna… y también a su pareja, fallecida en el siniestro.

El colapso lo sorprendió de pie, y en cuestión de segundos una viga cayó sobre su pierna derecha. “Me mantuve en una postura de rodillas… no podía moverme, no podía girar, no podía hacer nada”. 

Estuvo atrapado durante más de cinco horas, desangrándose, pero siempre consciente. “Nunca me desvanecí ni me desmayé… Al principio resistí con las rodillas, pero cuando ya no pude más, me apoyé con los brazos en una silla que logré alcanzar. Así aguanté las últimas horas”. Fue el último en ser rescatado. “Me sedaron cuando todavía seguía arrodillado”.

“Mi madre nunca me dejó caer”

Durante ese tiempo entre vigas y oscuridad, Jhosmar no dejaba de pensar en su familia. “Pensaba en lo que iba a ser para ellos todo esto… me mantuvo fuerte pensar en mi madre y mis hermanos”. Es el menor de cinco varones en una familia sencilla, creyente, unida. Su padre, profesor jubilado; dos hermanos policías; otro contable, como él. Todos lo esperaban con el alma en vilo.

Pero si alguien fue clave en su reconstrucción emocional, esa fue su madre. Mujer de fe inquebrantable, iba todos los días a la iglesia, y no se cansó de sostener a su hijo cuando este flaqueaba. “Al principio estaba muy enojado… incluso resentido con Dios”, admite. “Pero mi madre siempre estuvo ahí, gritándome, corrigiéndome, para que no me desviara. Le agradezco tanto… Dios obraba a través de ella”.

Su madre le enseñó desde niño a amar a Dios. “Me llevaba a la iglesia, a la escuelita donde enseñaban catequesis para niños”. Esa semilla ha dado fruto: Jhosmar ha sido catequista, ha recibido todos sus sacramentos y hoy, incluso desde la cama de una clínica, sigue rezando a diario con más confianza. “Doy gracias a Dios porque me ha protegido. Pido que me acompañe en este camino largo de recuperación”.

“Quiero ser santo”

A pesar del dolor y las secuelas físicas, Jhosmar no se rinde. Sueña, lucha, reza. “Siempre he querido ser santo”, confiesa sin afectación. “Vivía mi vida sin herir a nadie, orando, apoyando en la iglesia, acompañando a mi madre…”.

Aunque sabe que el momento en el que se encuentra es duro, no se deja vencer: “Cuando te despiertas, el shock de lo que pasó se mezcla con la nueva realidad. Te preguntas qué será de tu carrera, del fútbol, de todo. Pero con el tiempo, uno se va haciendo más fuerte”.

Antes del accidente, acababa de terminar su carrera de Contabilidad y Finanzas. Jugaba en la Copa Perú, “el fútbol macho”, como él mismo lo llama, recorriendo distritos y canchas de Trujillo. Hoy, su nuevo campeonato es la rehabilitación. “El futuro es incierto, pero tengo fe”.

“Lo que vale está dentro, no fuera”

El mensaje que quiere dejar a los jóvenes desde su situación es simple y profundo: “Esto va a estar conmigo toda la vida, sí. Pero no tengo que sentirme menos. El miedo al rechazo hay que sacarlo de la cabeza. Lo que vale de nosotros es lo interno, no lo externo”.

Jhosmar ha encontrado en medio del dolor no solo su fuerza, sino también su propósito. Reza por el Papa, por los demás heridos, por sus médicos, por quienes han perdido más. Ha recibido el apoyo de todo un equipo médico que lo ha animado desde el primer día: “En Trujillo me encontré con técnicas y enfermeras increíbles, al top. Me impulsaron tanto por dentro como por fuera”.

Hoy, mientras sigue su rehabilitación en la clínica San Pablo de Lima, Jhosmar no se define por lo que ha perdido, sino por lo que ha ganado: una nueva forma de mirar la vida, con los pies —ahora, uno solo— firmes sobre la tierra y el alma puesta en Dios. “Así como hemos sido amados, así también podemos amar. Yo solo quiero que mi vida siga teniendo sentido. Y sé que lo tendrá”.

El autorP. Manuel Tamayo

Sacerdote peruano

Experiencias

Scott Hahn: “El Nuevo Testamento fue un sacramento antes de ser un documento”

En esta conversación con Omnes, Scott Hahn, reconocido teólogo y biblista, reflexiona sobre la centralidad de la Biblia en la vida cristiana y su vínculo con la liturgia. Destaca la importancia del diálogo ecuménico y el desafío de redescubrir el asombro eucarístico, clave para una fe viva y auténtica.

Giovanni Tridente y Paloma López·5 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 10 minutos

Scott Hahn es uno de los autores de espiritualidad y  de Teología más leídos de nuestro tiempo. Su conversión al catolicismo, hace casi 40 años, siendo él pastor protestante, marcó un punto de inflexión en su trayectoria vital y haría que todo su bagaje de estudio y reflexión previo, tomara un nuevo y pleno sentido dentro de la Iglesia católica, permitiéndole tender puentes entre diferentes tradiciones cristianas. Destacado teólogo bíblico y apologeta católico de renombre internacional, Hahn es profesor de Teología Bíblica y Nueva Evangelización en la Franciscan University de Steubenville, Ohio (EE.UU.). Su profundo conocimiento de las Escrituras y su capacidad para transmitir verdades teológicas complejas de manera accesible son dos de sus principales características, tanto en su labor docente como en sus múltiples libros, entre los que se cuentan títulos como Roma, dulce hogar, La cena del Cordero, Comprender las Escrituras o Breve guía para leer la Biblia.

Durante una reciente visita a Roma, en el marco de un curso impartido en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz sobre “La santidad en las Escrituras”, Omnes tuvo la oportunidad de entrevistarlo. En esta conversación, Hahn comparte reflexiones fundamentales sobre la importancia de la Biblia en la vida de los católicos, destacando que “la ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cristo”. Enfatiza la conexión intrínseca entre la Sagrada Escritura y la liturgia, explicando cómo el Nuevo Testamento fue primero un sacramento antes de convertirse en documento.

El teólogo americano aborda también el diálogo ecuménico, señalando que católicos y protestantes comparten más similitudes que diferencias, y ofrece perspectivas sobre cómo los católicos pueden redescubrir prácticas como la oración conversacional y la lectura bíblica cotidiana. Su visión sobre la Eucaristía como presencia real de Cristo y su llamado a un “asombro eucarístico” reflejan la profundidad de su fe y compromiso con la enseñanza apostólica.

¿Cuál es el papel fundamental de la Biblia para un católico? ¿Cómo podemos profundizar en su comprensión y vivencia diaria?

—Considero muy importante que todos los católicos comprendan la verdad expresada por san Jerónimo: “La ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cristo”. Queremos conocer a Cristo, seguirle y someter nuestras vidas, nuestro trabajo y nuestra familia a su señorío. Pero, ¿cómo hacerlo si no lo conocemos a través de su Palabra?

La Biblia es extensa, 73 libros en total. He dedicado mi vida, tanto profesional como personalmente, a estudiarla con pasión. Sé que puede parecer abrumadora, no es fácil. Por eso, animaría a las personas a leer los Evangelios cada día, aunque sea solo un capítulo o medio. Conozcan al Señor Jesucristo de manera personal; esto no solo guiará su oración, sino que también les dará luz sobre su matrimonio, familia, amistades y trabajo.

Diría esto: cuando los católicos empiezan a leer las Escrituras, descubren una gracia extraordinaria y verdaderamente práctica. Puedo compartir, además, que cuando consideraba mi conversión al catolicismo, entablé amistad con un profesor de ciencias políticas. 

Descubrí que llevaba un Nuevo Testamento en el bolsillo trasero y le pregunté: “¿Por qué haces eso?” Me respondió: “Para poder leer los Evangelios y también las cartas de Pablo”. Curioso, le pregunté dónde lo había aprendido. Me dijo que en su trabajo, en el Opus Dei. Le pedí que me contara más. Cuando me explicó que san Josemaría Escrivá no solo leía los Evangelios, sino que animaba a otros a hacerlo – no solo al clero o profesores, sino también a trabajadores ordinarios –, me di cuenta: “al convertirme al catolicismo, he encontrado que hay una tribu en Israel que es mi tribu, y esa es el Opus Dei”.

¿Cuál es la importancia de la relación entre la Biblia y la liturgia? ¿Cómo puede esta conexión ayudarnos a vivir una fe más profunda en nuestras celebraciones eucarísticas?

—Cuando estudiaba las Escrituras en la universidad y luego en mis estudios doctorales, descubrí algo fascinante: la Sagrada Escritura, -o la Biblia como la llamamos-, es en realidad un documento litúrgico. Desde el principio, fue compilada para ser leída en la liturgia.

Al leerla detenidamente, uno se da cuenta de que siempre nos remite a la adoración, al sacrificio, a los sacerdotes que guían al pueblo de Dios, un pueblo cuya verdadera identidad es ser su familia. Al profundizar en ello, comprendí algo impactante: yo, siendo protestante, evangélico, pastor presbiteriano, quería ser un cristiano del Nuevo Testamento. Pero al estudiarlo, descubrí que Jesús usa la expresión “Nuevo Testamento” solo una vez.

¿Y cuándo lo hace? No en el Sermón de la Montaña, sino en el cenáculo, el Jueves Santo. En Lucas 22, 20, toma la copa y dice: “Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre”, kyne diatheke en griego, el Nuevo Testamento, “que es derramada por vosotros”. Y luego no dice: “Escribid esto en memoria mía”, sino: “Haced esto en memoria mía”. ¿Qué es “esto”? Nosotros la llamamos la Eucaristía, pero Él no la llamó así. ¿Cómo la llamó? Nuevo Testamento, kyne diatheke

Así, como protestante evangélico del Nuevo Testamento, me di cuenta de que “Este” fue un sacramento mucho antes de convertirse en un documento. Y descubrí eso en el documento mismo. Esto no devaluó el texto que llamamos Nuevo Testamento, sino que me reveló su naturaleza litúrgica: un signo que nos remite a lo que Jesús instituyó, no solo para instruirnos, sino para darse a sí mismo en la Santa Eucaristía.

Descubrir que el Nuevo Testamento fue un sacramento antes de ser un documento no solo muestra que este está subordinado al sacramento, sino que la Santa Eucaristía ilumina su verdad de una manera que transforma nuestra comprensión. Porque, en definitiva, el documento es tan litúrgico como el sacramento. Juntos, se unen inseparablemente.

¿Cómo podemos motivar a los católicos, especialmente a las nuevas generaciones, a redescubrir la Biblia como una guía para sus vidas diarias?

—En América tenemos un dicho: “La prueba del pudín está en comerlo”. Puedes mirarlo, pero solo sabrás qué tan bueno es cuando lo pruebas. Diría que lo mismo ocurre con la experiencia de los católicos: cuando comienzan a leer la Biblia, especialmente los Evangelios y los Salmos, descubren que no es solo un libro. 

La Biblia es una puerta. Una puerta que nos invita a un diálogo más profundo con el Dios vivo, a darnos cuenta de que Él nos ama más de lo que podemos imaginar, a nosotros y a nuestros seres queridos. No solo quiere llevarnos a un destino que apenas concebimos, sino entrar en amistad con nosotros. Eso es lo que transforma la lectura diaria de las Escrituras: convierte la oración de un monólogo en un diálogo.

También cambia nuestra experiencia de la Misa. Si leemos la Biblia a diario, aunque solo podamos asistir a Misa el domingo, comprenderemos mejor la conexión entre el primer día de la semana y los demás. Pero, sobre todo, veremos cómo lo que Jesús decía y hacía entonces nos habla hoy y nos llama a actuar.

Recuerdo a un viejo conocido del instituto. Antes era católico, ahora protestante evangélico. Me dijo: “No puedo creer que seas católico. Eras tan anticatólico antes”. Luego preguntó: “¿Dónde está en el Nuevo Testamento el Sacrificio de la Misa? Yo solo veo el Sacrificio en el Calvario; la Misa es solo una comida”.

Le respondí: “Chris, yo también solía pensar así. Pero si hubieras estado en el Calvario aquel Viernes Santo, no habrías visto un sacrificio. Como judío, sabrías que un sacrificio solo puede hacerse en el templo, sobre un altar, con un sacerdote. Lo que habrías presenciado habría sido una ejecución romana”.

La verdadera pregunta es: “¿cómo se transformó una ejecución romana en un sacrificio?” Y no en cualquier sacrificio, sino en el más santo, aquel que puso fin a los sacrificios del templo. Chris se quedó en silencio. Luego admitió: “No lo sé”. Yo respondí: “Yo tampoco lo sabía”. Pero al mirar la Eucaristía, la misma que los católicos celebramos desde hace dos mil años, todo cobró sentido. 

Si la Eucaristía fuera solo una comida, el Calvario sería solo una ejecución. Pero si ahí comenzó el sacrificio de la nueva Pascua, todo cobra sentido: no es solo una comida, es el sacrificio. Comenzó el Jueves Santo y se consumó en el Calvario. El Domingo de Pascua, Cristo resucitó, pero sus discípulos no lo reconocieron de inmediato. Sus corazones ardían cuando Él les explicaba las Escrituras, pero sus ojos se abrieron al partir el pan. Ese es el misterio pascual.

Para los no católicos, la Misa es solo una comida y el Calvario solo un sacrificio. Pero sin la Eucaristía, el Calvario parece solo una ejecución. Sin embargo, si aquí comenzó el sacrificio, allí se consumó. Y luego, el Cristo resucitado, glorificado en el cielo, ofrece su propio cuerpo por nosotros y nos lo entrega.

La Biblia, cuando se lee con regularidad, conecta todos estos puntos. Entonces, cada vez que volvemos a la Misa, comprendemos que es el Antiguo y el Nuevo Testamento, la Pascua, la Eucaristía, el Jueves Santo, el Viernes Santo y el Domingo de Pascua, todo en unidad. Por eso la Iglesia llama a cada domingo una pequeña Pascua: porque todo se une. Si logramos que los católicos lleguen a ese punto – donde leer la Biblia y asistir a Misa revele la unidad entre el documento, el sacramento y la vida – entonces todo encajará en su lugar.

¿Hay aspectos de la vida de fe de los protestantes que, en su opinión, los católicos podríamos aprender y aplicar más en nuestra vida espiritual y comunitaria?

—Compartimos mucho más de lo que discrepamos con los no católicos, especialmente evangélicos y protestantes – como lo fui yo como pastor presbiteriano –, así como con ortodoxos y cristianos orientales. Es natural centrarse en las diferencias, pero si partiéramos de lo que nos une, veríamos que el terreno común es mucho mayor: hablamos de un 80, 85, quizás 90 por ciento, incluyendo todos los libros del Nuevo Testamento y el Credo. Si nos mantuviéramos unidos en lo esencial, podríamos discutir nuestras diferencias con mayor respeto. Al mismo tiempo, como católicos, podríamos redescubrir qué prácticas que hoy asociamos con los protestantes – como la oración conversacional, la lectura y el estudio de la Biblia – formaban parte de la Iglesia primitiva. Tanto clérigos como laicos las vivían plenamente. 

Por eso, muchas de las cosas que creemos “protestantes” en realidad provienen de la tradición católica. Y lejos de verlo como una disputa, podemos reclamarlas sin necesidad de acusar a nadie, porque, al final, ¡gracias a Dios por lo que hacen con lo que tienen! De hecho, a menudo logran hacer más con menos de lo que nosotros hacemos con la plenitud de la fe.

Dadas las tensiones históricas entre católicos y protestantes, ¿cómo ve el futuro del diálogo ecuménico? ¿Qué pasos pueden tomarse para promover la unidad sin comprometer los principios doctrinales? 

—Esta es una pregunta muy importante. No es fácil de responder, pero debemos abordarla con honestidad intelectual, aunque suponga un desafío. En los años 60, 70 y 80, el diálogo ecuménico a menudo expresaba la fe de manera ambigua para destacar los puntos en común. A eso lo llamo ambigüedad estratégica. Pero cuanto más queremos avanzar en un diálogo fraterno – aunque no coincidamos en todo –, más esencial se vuelve reconocer lo que realmente compartimos.

En ciertas partes del mundo, este diálogo es crucial. Estuve en São Paulo el año pasado y vi cómo el pentecostalismo crece exponencialmente: no hablamos de miles, sino de millones de católicos que han dejado la Iglesia. ¿Por qué? Porque han experimentado el Espíritu Santo, la Sagrada Escritura, la oración y la comunión. Y ante esto, debemos dar gracias a Dios. El poder del Espíritu y la oración son realidades innegables. No se trata de aprobarlo todo ni de rechazarlo por completo, sino de reconocer lo verdadero y valorar el terreno común.

Este es un llamado a llevar esa experiencia de vuelta a nuestras parroquias, hogares, vida familiar y oración personal. Necesitamos redescubrir el poder del Espíritu Santo en nuestra propia vida, cada día. No es de extrañar que algunos se alejen si no les ofrecemos lo que Cristo quiere darles a través de los santos, los sacramentos y la Virgen María. Por eso, el diálogo ecuménico no es solo un reto teológico, sino también práctico. Nos invita a reconocer lo que compartimos y a preguntarnos: ¿qué podemos hacer para recuperar aquello que ya es parte de nuestra herencia y patrimonio de fe?

¿Cómo podemos, como católicos, profundizar aún más en nuestra comprensión y adoración de la Eucaristía, especialmente en un contexto cultural que tiende a disminuir su importancia?

—Realmente me identifico con esta pregunta. Lo que más me impactó cuando era no católico y observaba la práctica católica fue esto: ellos creen que es el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Cristo. Pero, ¿cómo puede ser? A simple vista, parece solo un pedazo de pan.

Sin embargo, al reflexionar me pregunté: ¿Podría Jesús transformarlo en su propio Cuerpo? Por supuesto, Él es lo suficientemente poderoso. ¿Nos ama lo suficiente como para alimentarnos con su propia Carne y Sangre? Sí, tiene sentido.

Cuando profundicé en la Biblia, descubrí que los primeros Padres de la Iglesia coincidían en la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Esto me desafió a creerlo y, por fe, acepté que Cristo no solo vino en forma humana, sino que también se nos da en el pan y el vino como su Cuerpo y Sangre. Después de casi 40 años como católico, esta verdad me sigue impactando tanto como entonces. Es casi demasiado bueno para ser verdad. Este es el Cuerpo resucitado de Cristo, su Sangre, su Alma y su Divinidad.

Cuando era protestante, solíamos cantar Amazing Grace (Sublime Gracia). Aún la cantamos como católicos, pero hoy me doy cuenta de algo: nos asombramos muy poco ante la Eucaristía. Llegamos a darla por sentada. Pero cuando comprendemos que no solo es verdad, sino que es real, y si es real, es poderosa, y si es poderosa, es hermosa, entendemos que no debemos juzgar solo por la apariencia. Sí, parece solo una hostia redonda. Pero es el Cuerpo y la Sangre resucitados de Cristo, el Señor de Señores y el Rey de Reyes.

Es la verdad. Es toda la verdad. Es la esencia del Evangelio para nosotros como católicos. Por eso, debemos redescubrir este misterio cada día. Y no hay mejor manera de hacerlo que visitando una iglesia y arrodillándonos ante el Santísimo Sacramento. Ya sea en el tabernáculo o expuesto en la custodia, este acto nos recuerda que caminamos por fe y no por vista. Lo que parece pan es, en realidad, Cristo mismo.

Para mí, esto es lo que san Juan Pablo II pedía al hablar de “renovar el asombro eucarístico”. Vamos, ¡es asombroso! No es solo cuestión de sentimientos pasajeros. Si fuéramos estrictamente lógicos, la respuesta más razonable ante nuestra fe en la presencia real del Señor de Señores y del Rey de Reyes sería el asombro. No estar asombrado no es completamente racional. Porque asombrarse ante la realidad de Cristo en la Eucaristía es la consecuencia natural de lo que profesamos como verdadero.

¿Cómo percibe el estado doctrinal de la Iglesia católica hoy? En un mundo en constante cambio, ¿cómo puede seguir la Iglesia fiel a la enseñanza apostólica mientras afronta los desafíos actuales?

—El mayor favor que podemos hacer al mundo –para llevar la gracia de la conversión y amarlo apasionadamente– es hablar la verdad. Hablarla con amor, sensibilidad y conciencia cultural. Pero hablarla por completo: toda la verdad, y nada más que la verdad. No diluirla ni omitir lo que podría incomodar, sino ser razonables y sensatos, reconociendo que, en última instancia, no es nuestra tarea, sino la del Espíritu Santo. Si confiáramos verdaderamente en el Espíritu de Dios – el Espíritu de la verdad que Jesús prometió –, entenderíamos que es Él quien tiene la responsabilidad de convencer al mundo.

Nosotros hacemos lo que podemos, pero también debemos reconocer ante Dios que esto no es suficiente. Él debe compensar lo que nos falta. Es el Espíritu Santo quien toma nuestras palabras, amistades y conversaciones, y las convierte en instrumentos de conversión. Y debemos creerlo de corazón. Dios quiere hacerlo más de lo que nosotros lo deseamos. Y solo Él puede lograrlo, sin importar cuántos comités formemos o programas diseñemos.

Si alguna vez empezamos a atribuirnos el mérito de los frutos, fracasaremos. Pero si nos entregamos por completo, hacemos lo que está en nuestras manos – ser prácticos, personales y sensatos – y, sobre todo, sobrenaturalizamos nuestros esfuerzos naturales a través de la oración, entonces, y solo entonces, Dios recibirá toda la gloria.

El autorGiovanni Tridente y Paloma López

Vaticano

El arte de la palabra: las vívidas metáforas del Papa Francisco

El Papa Francisco utilizaba metáforas potentes y accesibles para conectar con las personas y transmitir mensajes espirituales.

OSV / Omnes·4 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 4 minutos

Por Carol Glatz, CNS

Unos días antes de ser elegido Papa en marzo de 2013, el entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio dijo a sus compañeros cardenales: “Tengo la impresión de que Jesús estuvo encerrado en la Iglesia y golpea a la puerta porque quiere salir”.

Con esta breve y sencilla frase, el cardenal bonaerense dejó entrever de manera clara y contundente lo que, según él, necesitaba la Iglesia en ese momento: discípulos misioneros que llevaran a las periferias la alegría del Evangelio.

Más adelante, afirmó que la Iglesia se enferma si permanece encerrada, segura, ocupada en ser una especie de “peluquera”, esponjando y rizando el vellón de su rebaño, en lugar de salir, como hizo Cristo, a buscar a las ovejas que están perdidas. Sus frases solían sonar como proverbios: breves reflexiones llenas de sabiduría.

Antes y después de ser sacerdote, el papa Francisco enseñó literatura en la escuela secundaria y tenía una sólida formación en temas y recursos relacionados con la literatura y el cine. Su lengua materna era el español, creció con familiares de habla italiana en Argentina y recibió formación jesuita, por lo que su vasto y ecléctico conocimiento le proporcionaba elementos que solía combinar con un mensaje religioso, creando metáforas como cuando advirtió que la Iglesia no puede ser una “niñera” de los fieles, para describir una parroquia que no da a luz a evangelizadores activos, sino que se limita a cuidar que los fieles no se desvíen del camino.

Los “católicos de sillón”, en cambio, no dejan que el Espíritu Santo guíe sus vidas. Prefieren quedarse quietos, seguros, recitando una “moralidad fría” sin dejar que el Espíritu los empuje a salir de sus casas para llevar a Jesús a los demás.

El Papa, que veía a Cristo como un “verdadero médico de cuerpos y almas”, recurría con frecuencia a metáforas relacionadas con la medicina.

Soñaba con una Iglesia que fuera “un hospital de campaña tras una batalla”. No tiene sentido preguntarle a un herido grave si tiene el colesterol alto o cuál es su nivel de azúcar en sangre. Primero hay que curarle las heridas.

En otra ocasión advirtió que el orgullo o la vanidad son como “una osteoporosis del alma: los huesos parecen estar bien, pero por dentro están todos arruinados”.

Otro problema médico que puede sufrir el alma es el “Alzheimer espiritual”, una enfermedad que impide a algunas personas recordar el amor y la misericordia que Dios les tiene y, por lo tanto, les impide mostrar misericordia a los demás.

Y si las personas se hicieran un “electrocardiograma espiritual” — preguntó una vez –, ¿marcaría una línea plana porque el corazón está endurecido, indiferente e insensible, o latiría con los impulsos y las inspiraciones del Espíritu Santo?

Aunque muchos no lo reconozcan, Dios es su verdadero padre, ha dicho. “En primer lugar, nos ha dado el ADN, es decir que nos ha hecho hijos, nos ha creado a su imagen, a su imagen y semejanza, como Él”.

A través de muchos de sus recursos lingüísticos, se percibía la espiritualidad ignaciana que lo formó. Al igual que un jesuita busca usar los cinco sentidos para encontrar y experimentar el amor de Dios, el Papa no dudaba en emplear un lenguaje que involucraba la vista, el oído, el gusto, el tacto y el olfato.

Por eso, instó a los sacerdotes del mundo a ser “pastores con olor a oveja”, como resultado de estar con la gente, ser testigos de sus desafíos, escuchar sus sueños y ser mediadores entre Dios y su pueblo para hacerles llegar la gracia de Dios.

La comida y la bebida ofrecían numerosas enseñanzas. Por ejemplo, los mayores católicos deben compartir con los jóvenes su visión y sabiduría, que se convierten en “un buen vino que sabe mejor con los años”.

Para transmitir la atmósfera destructiva que un sacerdote amargado y enojado puede generar en su comunidad, el Papa dijo que tales sacerdotes hacen pensar: “Este , a la mañana, en el desayuno toma vinagre; después, en el almuerzo, verduras en vinagre; y, por último, a la noche, un buen jugo de limón”.

Los católicos malhumorados y pesimistas con “cara de vinagre” están demasiado centrados en sí mismos en lugar de en el amor, la ternura y el perdón de Jesús, que encienden y alimentan la verdadera alegría, dijo.

Incluso la vida en el campo ofrecía lecciones. En una ocasión, les dijo a los feligreses que molestaran a sus sacerdotes como un ternero molesta a su madre en busca de leche. Llamen siempre “a su puerta, a su corazón, para que les den la leche de la doctrina, la leche de la gracia y la leche de la guía” espiritual.

Los cristianos no deben ser presumidos ni superficiales como unas galletas especiales que preparaba su abuela italiana: a partir de una tira muy delgada de masa, las galletas se inflaban e hinchaban en una sartén con aceite caliente. Se les llaman “bugies” o “mentiras”, dijo, porque “parecen grandes, pero no tienen nada dentro, no hay nada verdadero allí; no hay nada de sustancia”.

Para explicar el tipo de “terrible ansiedad” que resulta de una vida de vanidad basada en mentiras y fantasías, el Papa dijo que es como esas personas que se maquillan demasiado y luego tienen miedo de que llueva y se les corra todo el maquillaje de la cara.

El Papa Francisco nunca evitó lo desagradable o vulgar, y llamó al capitalismo desenfrenado y al dinero, cuando se convierten en un ídolo, el “estiércol del diablo”.

Comparó el amor de los medios de comunicación por lo vulgar y el escándalo con la “coprofilia”, que significa la atracción fetichista por los excrementos, y dijo que las vidas de los corruptos son “podredumbre barnizada” porque, al igual que los sepulcros blanqueados, parecen hermosas por fuera, pero por dentro están llenas de huesos muertos.

En una reunión con cardenales y los responsables de las oficinas vaticanas para el saludo anual de Navidad, el Papa explicó que la reforma de la Curia Romana era mucho más que un simple lifting para rejuvenecer o embellecer un cuerpo envejecido. Se trataba de un proceso de profunda conversión personal.

A veces, dijo, la reforma “es como limpiar la Esfinge de Egipto con un cepillo de dientes”.

El autorOSV / Omnes

Libros

Consolidar la democracia

Consolidar la democracia analiza el gobierno de Leopoldo Calvo-Sotelo (1981–1982), destacando su papel clave en la estabilización de la joven democracia española tras el 23-F y en medio de una profunda crisis política.

José Carlos Martín de la Hoz·4 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 4 minutos

La Fundación “Transición” española y ediciones Marcial Pons han editado este magnífico trabajo acerca del trabajo de gobierno de España del segundo presidente democrático de nuestro país tras la constitución de 1976, Leopoldo Calvo-Sotelo (1926-2008).

El trabajo ha sido redactado por dos jóvenes catedráticos de historia contemporánea, José-Vidal, Pelaz López de la Universidad de Valladolid y Pablo Pérez López de la Universidad de Navarra, ambos amigos y colegas en la Universidad de Valladolid y especialistas en ese periodo de la historia reciente de España. Este equipo promete y anuncia nuevos e interesantes trabajos acerca de la historia de España de la Transición pues, según señalan, cuentan con amplios archivos de las personalidades de la Transición.

Una investigación documentada

Asimismo, recoge con gran intensidad y muy sólida documentación, el primer momento de verdadero peligro durante el trascurso de la Transición política española sucedido entre 1981 y 1982, donde concurrieron tres hechos capitales en la incipiente democracia española. 

En primer lugar, la salida del gobierno de Adolfo Suárez en 1981, el hombre clave de la transición de la dictadura a la democracia, desde que el rey Juan Carlos I le entregara el gobierno en 1976 con el encargo de instalar la democracia en España. 

El segundo peligro, concurrió en pleno debate de investidura de Leopoldo Calvo-Sotelo en 1981, el fallido golpe militar del 23-F, con las actuaciones profundamente democráticas tanto del rey Juan Carlos I, del todavía presidente Adolfo Suárez y de su vicepresidente el General Gutiérrez Mellado. Este fracaso fue, sin duda, el final de las intervenciones del ejército en la política española que habían sido tan frecuentes en España en los siglos XIX y XX.

La transición

Finalmente, tras fracasar Calvo-Sotelo en el intento de unir al partido gobernante que era la UCD con la propia presidencia del gobierno terminaría con las elecciones anticipadas de 1982 y la victoria socialista por mayoría absoluta.

La primera clave de esta transición de la transición fue Calvo-Sotelo quien gobierna ya en clima de normalidad democrática, con un magnífico programa de gobierno, para terminar por ceder el poder a Felipe González que gobernaría durante catorce interminables años para culminar la transición, pues es fundamental la alternancia en las instituciones para medir la verdadera madurez democrática. Es decir, la alternancia real de gobierno y, por bastantes años, reflejó la normalidad democrática que había terminado por instalarse.

Es interesante que se descompusiera el grupo parlamentario de la UCD (p.130) pues albergaba dentro de sí una verdadera amalgama de ideologías políticas, desde la socialdemocracia de Fernández Ordoñez y de Meilán Gil y al otro extremo a algunos personajes como Iñigo Cavero de la democracia cristiana y Herrero de Miñón que se iría con Fraga: un proyecto político siempre estuvo escorado a la derecha que había colaborado con el régimen de Franco lo que estancaría la vida política española al no poder ofrecer una alternativa plausible al pueblo español que quería ser demócrata y pasar página respecto a la dictadura anterior.

Los socialistas

Otra de las claves resaltadas en este interesante trabajo estaría en la verdadera y real colaboración de los socialistas en el gobierno de España durante ese periodo de Calvo Sotelo, lo cual era perfectamente compatible con las habituales trifulcas parlamentarias. De hecho, el desarrollo de las autonomías, la entrada en la OTAN, el apoyo frente a la durísima ofensiva de ETA que no daba tregua al gobierno, mantener al ejército fuera del área de influencia en el ejecutivo (para lo que pudo contar con el apoyo del rey) (p.149), medidas económicas fundamentales y urgentes. El libro anota muchos encuentros cordiales entre ambos líderes que trabajaron en común.

Incluso en los momentos críticos de la UCD, contó Calvo-Sotelo con la propuesta de un gobierno de coalición socialistas y UCD, aunque en realidad el gobierno de coalición lo estaba ya sufriendo Calvo-Sotelo en su piel antes de que Fernández Ordoñez se fuera hacia los socialistas y Herrero de Miñón con Fraga (85). Así puede observarse en el equilibro de fuerzas en la crisis de gobierno del 15 de enero de 1982 (141).

Ciertamente, la búsqueda de la “legitimación de la izquierda democrática” fue un hecho en aquellos años, como lo sería después cando gobernaron los socialistas con los sindicatos especialmente con la hermana UGT (29).

Es interesante, la detallada explicación del giro autonomista del PSOE que hacen nuestros autores, pues desde Suresnes donde se reivindicaba “-Una República Federal de las nacionalidades que integran el Estado español” a la España de las Autonomías reflejada en la Constitución hay muchos cambios importantes y no de mero oportunismo político como recogen los autores con abundante documentación (191, 192). A lo que añaden: “Tan solo el PSOE estaba dispuesto al acuerdo, tal vez porque los socialistas comprendían que se acercaba el momento den el que tendrían que enfrentarse con las responsabilidades de gobierno” (193). También son interesantes las intensas relaciones con Jordi Pujol y Miquel Roca (206-207).

La economía

Respecto a la economía durante ese corto periodo de tiempo, conviene recordar que fue el peor año en los países de nuestro entorno, pero en cambio la pericia de Calvo-Sotelo y sus ministros lograron que “España creciera entre el 1,5 y el 2 por ciento, frente a una contracción del 0,2 por ciento como media de las economías de la OCDE. Esto había permitido mejorar la evolución del empleo; el paro había crecido, pero a un ritmo menor que otros años” (265).

Es interesante que no haya ninguna referencia a lo largo del libro ni ningún capítulo dedicado a las relaciones Iglesia y Estado. Eso indica que habían funcionado las sugerencias de la Conferencia episcopal de alentar a los cristianos en la preocupación social y vivir la doctrina social de la Iglesia

Consolidar la democracia

Autor: José-Vidal Pelaz López y Pablo Pérez López
Editorial: Marcial Pons
Año: 2025
Número de páginas: 425
Idioma: Castellano
Recursos

Sin Resurrección no hay cristianismo

No sirve de nada intentar descartar la Resurrección, simplificarla o racionalizarla como un mito, una figura retórica o una experiencia subjetiva. O la aceptamos como realidad, o no.

Bryan Lawrence Gonsalves·4 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 4 minutos

En esta semana de celebración por nuestro Señor Resucitado, recordemos esto: La Resurrección de Jesucristo no es sólo un pilar del cristianismo, es el pilar. Si cae, todo lo demás cae con ella. La Resurrección de Jesús de entre los muertos es el todo y el fin de la fe cristiana. No es un acontecimiento trivial ni algo que deba pasarse por alto casualmente.

Si Jesús no resucitó de entre los muertos, todos los obispos, sacerdotes, monjas y monjes deberían irse a casa y conseguir trabajos seculares honestos y todos los fieles cristianos deberían abandonar sus iglesias inmediatamente y no volver jamás. ¿Por qué? Como dice san Pablo: “Pero si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación y vana también vuestra fe” (1 Co 15,14).

Por supuesto, no sirve de nada intentar descartar la Resurrección, simplificarla o racionalizarla como un mito, una figura retórica o una experiencia subjetiva. O la aceptamos como realidad, o no. Si Jesús no resucitó de entre los muertos, entonces el cristianismo es una broma o, en el peor de los casos, un fraude. Pero si Cristo resucitó de entre los muertos, entonces el cristianismo es la plenitud de la revelación de Dios y Jesús debe ser el centro absoluto de nuestras vidas. No hay una tercera opción.

Soborno de los guardias

Una cuestión que se suele plantear a la Resurrección de Cristo es que “su cuerpo fue robado por los Apóstoles”, pero tal argumento no tiene realmente sentido.

Examinemos primero lo que dice el Evangelio de Mateo sobre las secuelas de la Resurrección: «Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles: ‘Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos lo ganaremos y os sacaremos de apuros’. Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy». (Mateo 28, 11-15)

En primer lugar, estaba el problema de qué se haría con el cuerpo de Cristo después de que los discípulos tuvieran posesión de él. Todo lo que los enemigos de nuestro Señor tendrían que haber hecho para refutar la resurrección sería presentar el cuerpo. Seguramente habrían podido arrestar a sus discípulos y torturarlos para que confesaran dónde estaba escondido el cuerpo.

Además, era muy improbable que toda una guardia de soldados romanos durmiera mientras estaban de servicio y, además, sería absurdo que dijeran lo que había pasado estando dormidos. Lógicamente, no tiene sentido, los soldados fueron avisados para decir que estaban dormidos. Sin embargo, estando dormidos, ¿estaban tan despiertos para ver a los ladrones que robaron el cuerpo de Cristo? ¿Y no sólo pudieron verlos sino que los identificaron específicamente como discípulos de Cristo?

Si todos los soldados estaban dormidos, nunca podrían haber descubierto a los ladrones. Si pocos de ellos estaban despiertos, habrían impedido el robo. También es gracioso pensar que los mismos discípulos que huyeron en el jardín cuando Cristo fue arrestado, pocos días después, de alguna manera superaran su timidez y miedo y se atrevieran a intentar robar el cuerpo de su maestro de una tumba cerrada con piedra, oficialmente sellada y custodiada por soldados romanos, todo ello sin despertar a los guardias dormidos.

Además, la disposición ordenada de las ropas funerarias presentes en la tumba es prueba de que el cuerpo no fue sustraído por sus discípulos. ¿Por qué robarían los discípulos de Cristo el cuerpo completamente desnudo de su maestro, sin darle la dignidad básica de robar también las ropas funerarias que envolvían su cuerpo? No tiene sentido lógico.

La sustracción secreta del cadáver no habría tenido ninguna utilidad para los discípulos, ya que, desde su punto de vista, su maestro había muerto, su vida era por tanto un fracaso y también lo eran sus 3 años de seguimiento. ¿De qué les serviría robar su cuerpo?

En un sentido un tanto poético, yo sostendría que el delito era ciertamente mayor en los sobornadores que en los sobornados. Pues el consejo de los sumos sacerdotes era culto, mientras que los soldados eran incultos y sencillos. Desde cierto punto de vista, la resurrección de Cristo fue proclamada oficialmente primero a las autoridades civiles, el Sanedrín creyó en la resurrección antes que los apóstoles. Sabían que el cuerpo no había sido robado, sin embargo idearon un plan para decir que el cuerpo había sido robado. Pagaron a Judas solo 30 monedas de plata para que les traicionara a Cristo y aquí como dice el Evangelio de Mateo “dieron a los soldados una fuerte suma de dinero”. Intentaron comprar la sumisión y el silencio con dinero, con la esperanza de que así resolverían sus problemas y de esta manera, dejaron claro que a pesar de los signos y prodigios realizados, los sumos sacerdotes y los ancianos siempre servirían a su verdadero amo, que era la riqueza y el poder, incluso frente a la Resurrección.

El poder transformador de la Resurrección

Los Apóstoles, por miedo, se encerraron en “una casa” (Juan 20, 19). El marcado contraste entre su miedo y vacilación antes de la Resurrección y su audacia y valor después de encontrarse con Cristo resucitado, es uno de los argumentos más fuertes a favor de la verdad de la Resurrección.

Los mismos hombres que antes temían a la muerte, que abandonaron a Cristo cuando fue arrestado en el huerto, ahora fueron a la muerte proclamando la Resurrección de Cristo. La voluntad de esto sería impensable a menos que estuvieran totalmente convencidos de lo que habían visto personalmente.

El mejor ejemplo sería el propio san Pedro, que pasó de negar a Cristo tres veces a predicar audazmente en Pentecostés (Hechos 2). De nuevo, una transformación tan dramática sólo podía producirse viendo a Cristo resucitado. Pedro tembló ante la voz de una sierva que dijo reconocerle como uno de los seguidores de Cristo, y más tarde se enfrentó a gobernantes y jefes de los sacerdotes sin tener miedo. ¿Cuál es entonces la causa de tal cambio? La Resurrección.

Sin duda, fue la Resurrección de Cristo la que despertó los corazones vacilantes y temerosos de los Apóstoles, transformando su debilidad en fortaleza. Digo esto un poco en broma, pero quizá sea más milagroso que estos pescadores ignorantes y sencillos fueran capaces de persuadir al mundo para que abrazara el Evangelio que resucitar a un muerto o curar a un enfermo.

La Resurrección fue una explosión espiritual que transformó la historia de la humanidad a través de las vidas que tocó. De temerosos a intrépidos, de dudosos a devotos, la transformación radical de los Apóstoles es uno de los testimonios más poderosos de la verdad de la Resurrección.

El autorBryan Lawrence Gonsalves

Fundador de “Catholicism Coffee”

52 pequeñas lecciones de “¡Qué bello es vivir!”

Bob Welch publicó en 2012 el libro “52 Little Lessons from It´s a Wonderful Life” donde extrae una lección semanal para todo el año de la película "¡Qué bello es vivir!"

4 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 6 minutos

Bob Welch es un escritor, columnista, orador y antiguo profesor adjunto de periodismo en la Universidad de Oregón en Eugene. En 2012 publicó el libro “52 Little Lessons from It´s a Wonderful Life” donde extrae una lección semanal para todo el año de la inmortal película que estrenó en 1946 Frank Capra (1897-1991). Vale la pena el libro y conocer esas 52 lecciones, que paso a enunciar como aperitivo en este artículo.

  1. Dios honra nuestra “fe infantil”: “Sí, pero tiene la candorosa fe de un niño” (el ángel Franklin).
  2. Los desvalidos importan: “Recuerde esto, señor Potter: esa chusma de la que usted habla… trabaja, paga, vive y muere en esta comunidad” (George Bailey).
  3. A veces solo tienes que bailar: “¿Recuerdas a mi hermana pequeña Mary? ¿podrías bailar con ella?” (Marty Hatch).
  4. Al mundo le importas: “Es curioso, ¿verdad? La vida de cada hombre afecta a muchas otras vidas, y cuando él no está deja un terrible vacío, ¿no es cierto?” (Clarence).
  5. La autocompasión distorsiona nuestra visión: “Ojalá no hubiera nacido” (George Bailey).
  6. Las más grandes aventuras de la vida dependen de las personas, no de los lugares ni de las cosas: “¡Zuzu! ¡Zuzu! ¡Mi muñequita!” (George Bailey).
  7. No puedes huir de tus problemas: “No mires ahora, pero está ocurriendo algo extraño en el banco, George. En realidad, nunca he visto uno, pero tiene toda la pinta de ser un pánico bancario” (Ernie el taxista).
  8. Pedir consejo es de sabios: ”Cartel de cigarrillos Sweet Caporal en la tienda de Gower, en el que repara George mientras se plantea qué hacer al advertir que el señor Gower, en su aflicción, ha puesto veneno en un frasco de cápsulas que él debe entregar”.
  9. Detente para dar gracias por lo que tienes: “¡Pan! Para que esta casa no conozca nunca el hambre. ¡Sal! Para que la vida tenga siempre sabor” (Mary, en la inauguración de la nueva casa de los Martini en Bailey Park). “¡Y vino! Para que reinen para siempre la alegría y la prosperidad” (George, sumándose a la bendición de Mary en la casa de los Martini).
  10.  No hay impacto sin contacto: “Si vas a ayudar a un hombre, necesitas saber algo sobre él, ¿no crees?” (Joseph).
  11. Cuando te critican, considera la fuente: “Entonces supongo que debería dar (el dinero) a miserables fracasados como usted y ese idiota de su hermano para que lo despilfarren” (el señor Potter).
  12.  Encuentra tu propia Bedford Falls dondequiera que vivas: “¿Nostalgia? ¿De Bedford Falls?” (George a Mary). “Sí” (Mary).
  13.  Es inútil intentar no ser menos que el vecino: “Papá, nuestros vecinos los Brown tienen un coche nuevo. Deberías verlo” (Pete Bailey).
  14.  Todo cambia con la perspectiva: “¡Oh, mira esta maravillosa casa vieja y llena de corrientes de aire! ¡Mary! ¡Mary!” (George Bailey).
  15.  La oración lo cambia todo: “Yo soy la respuesta a tu oración. Por eso me han enviado aquí abajo” (el ángel Clarence, después de que George le diga: “He recibido un puñetazo en la mandíbula en respuesta a mi oración”).
  16.  Deléitate con los logros ajenos: “Muy celoso. Muy celoso. Tan celoso que no cabe en su gozo” (Billy a Henry Potter a propósito de la reacción de George a la noticia de que Harry ha recibido la “medalla de honor al Congreso”).
  17.  No esperes a decirle a alguien que te importa: “Papá, ¿quieres saber una cosa? Creo que eres un tipo extraordinario” (George a su padre durante la cena).
  18.  Todo viaje tiene un destino secreto: “Voy a ver mundo. Italia, Grecia, el Partenón…, el Coliseo. Después volveré aquí e iré a la universidad para ver lo que saben… y luego construiré cosas…” (George Bailey).
  19.  No busques lo que es, sino lo que puede ser: “Este viejo lugar es muy romántico. Me encantaría vivir aquí” (Mary, la noche que George y ella tiran piedras y piden deseos en el viejo caserón de los Granville).
  20.  Es ayudando a otros como nos ayudamos a nosotros mismos: “Si lograra cumplir esta misión, ¿podría tal vez ganarme las alas?” (Clarence a Franklin).
  21.  La vida no es un camino de rosas: “¿Por qué hemos tenido que vivir aquí en… esta vieja y miserable ciudad de mala muerte?” (George Bailey).
  22.  Hace falta un pueblo entero para educar a un niño: “No son mis hijos” (el señor Potter). “Pero son los hijos de alguien” (Peter Bailey).
  23.  Las vidas discretas pueden causar mayor impacto: “¿Sabes una cosa, George? Creo que, de una forma modesta, estamos haciendo algo importante. Satisfaciendo una necesidad fundamental. Es una aspiración arraigada en el hombre tener su propio techo, sus paredes y su chimenea, y nosotros los ayudamos a conseguir esas cosas en nuestra ‘pequeña y destartalada oficina’” (Peter Bailey).
  24.  Ningún hombre es una isla: “Podemos superar este trance, pero tenemos que permanecer unidos. Hemos de tener fe los unos en los otros” (George Bailey).
  25.  El mayor regalo de Dios es la vida: “Esta noche, exactamente a las diez cuarenta y cinco, hora de la tierra, ese hombre estará pensando seriamente en echar a perder el mayor regalo de Dios” (voz de Franklin). “¡Santo cielo, su vida!” (voz de Clarence).
  26.  El mayor regalo que puedes hacer es la gracia: “¿Y tú, Ed, recuerdas cuando las cosas no te iban muy bien y no podías hacer frente a tus pagos? No perdiste tu casa, ¿verdad? ¿Crees que Potter te habría permitido conservarla?” (George Bailey)
  27.  Hay mucho que decir a favor de los compromisos a largo plazo: “George Bailey, te amaré hasta el día que me muera” (May Bailey de niña en la tienda de helados y refrescos).
  28.  Obras son amores, y no buenas razones: “Mi oficina ha dado instrucciones para adelantarte hasta veinticinco mil dólares” (Telegrama de Sam Wainwright).
  29.  Busca lo mejor en las personas: “Aquí tienes, estás sin blanca, ¿verdad?” (George, mientras busca dinero en su bolsillo para dárselo a Violet Bick).
  30.  La venganza no es cosa nuestra, dice el Señor: “¿Qué te ocurre, Otelo?, ¿estás celoso? ¿Sabías que hay una piscina debajo de esta pista? ¿Y sabías que el botón que tienes detrás hace que se abra el suelo? ¿Y sabías que George Bailey está bailando justamente donde se abre? ¿Y que yo tengo la llave?” (Mickey a Freddie, en el baile del instituto, después de que George interrumpa el baile de este último con Mary).
  31.  Nadie es perfecto…, lo cual nos conduce a la gracia: “Harry Bailey, 1911-1919” (la inexacta duración de la vida de Harry Bailey, en su lápida, en el mundo sin George de Clarence).
  32.  La esencia de la vida son las relaciones: “George, soy un hombre viejo y la mayoría de las personas me odian. Pero a mí tampoco me gustan ellas” (el viejo Potter).
  33.  Lo que desencadena el auténtico cambio es la auténtica humildad: “Ayúdame, Clarence. Devuélveme… Por favor, Dios mío, déjame vivir otra vez” (George, tras regresar al presente).
  34.  La fama no equivale al éxito, ni el anonimato al fracaso: “No apto para el servicio por causa de su oído, George libró la batalla de Bedford Falls… Vigilante antiáreo… Recogida de papeles…, de restos…, de neumáticos…” (Joseph describiendo las prosaicas funciones de George durante la guerra).
  35.  La amargura se vuelve contra la persona amargada: “Frustrado y enfermo” (Descripción de Potter por Peter Bailey).
  36.  La vida sencilla nos ayuda a apreciar lo más significativo: “Aquí nunca cambia nadie, ya lo sabes” (el tío Billy a Harry cuando su sobrino le dice en la estación de tren: “Tío Billy, no has cambiado nada”).
  37.  Los ideales elevados son un afán honorable: “¡A mi parecer murió siendo un hombre mucho más rico de lo que usted jamás será!” (George Bailey a Potter, a propósito de su padre, Peter Bailey).
  38.  Los sueños perdidos pueden ser oportunidades halladas: “Ojalá tuviera un millón de dólares… ¡Perrito caliente!” (George, mientras prueba el anticuado encendedor de puros en la tienda de Gower).
  39.  No es oro todo lo que reluce: “Oh, sí, George Bailey, cuyo barco acaba de llegar a puerto, suponiendo que sea lo bastante listo para subir a bordo” (el señor Potter).
  40.  La gente responde a los ejemplos honorables: “¿Por qué no acudes a la chusma… y le pides ocho mil dólares?” (el señor Potter a George, tras la desaparición del dinero).
  41.  La ayuda a los otros requiere sacrificio: “Aquel día George le salvó la vida a su hermano. Pero cogió un mal resfriado que le infectó el oído izquierdo por el que ya no volvería a oír” (el ángel Joseph).
  42.  Busca amigos que saquen lo mejor de ti: “Mary es una buena chica…, la clase de chica que te ayudará a encontrar las respuestas, George” (la madre de George).
  43.  La desesperación puede ser un catalizador para las cosas grandes: “¿Cuánto quieren?” (Mary Bailey recién casada, ofreciendo un fajo de billetes del regalo de boda a los desesperados clientes de la compañía de empréstitos).
  44.  Existen los milagros: “¡George, es un milagro! ¡Es un milagro!” (Mary, mientras se prepara para la llegada de los ciudadanos con sus “ofrendas”).
  45.  La edad es irrelevante; tu forma de vivir no: “¡Ay, qué desperdicio de juventud!” (el hombre del porche que cree que George debería besar a Mary “en lugar de matarla de aburrimiento con tanta charla”).
  46.  Las personas más ricas de la ciudad podrían tener poco dinero: “Un brindis… por mi hermano mayor George. ¡El hombre más rico de la ciudad!” (Harry Bailey).
  47.  El mundo necesita más monsergas sentimentales: “¡Monsergas sentimentales!” (el viejo Potter).
  48.  Presta atención a la tarea que te ocupa: “¿Y te guardaste el sobre en el bolsillo?” (George) “Sí… sí… quizás… quizás” (el tío Billy).
  49.  Las personas pueden cambiar: “¿George Bailey? ¿Qué es lo que quiere?” (la irascible madre de Mary, la señora Hatch, al enterarse que George ha ido a ver a su hija).
  50.  Al entrar en el mundo de un niño se expande tu mundo: “Papá, ¿me arreglas mi flor?” (Zuzu a su padre, George).
  51.  Algunas flores tardan en florecer: “Tan afectada que raya en el lenguaje infantil” (una reseña en el New Yorker cuando se estrenó la película).
  52.  Las revisiones de la vida fortalecen el guión: “Padre nuestro que estás en los cielos…” (el tío Billy, en la culminante escena final, tal como Capra la escribió originalmente).
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Recursos

Jesús en los cuatro Evangelios

Los cuatro Evangelios canónicos fueron escritos entre mediados y finales del siglo I, basándose en tradiciones orales y fuentes más antiguas como la fuente Q. Estudios recientes proponen que originalmente pudieron haberse redactado en hebreo y en fechas más tempranas de lo que se pensaba.

Gerardo Ferrara·3 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 5 minutos

Antes de ilustrar brevemente lo que sabemos hasta ahora sobre los cuatro Evangelios canónicos, leamos las hermosas palabras de San Francisco de Sales, Doctor de la Iglesia, en referencia a la importancia de la palabra «evangelio» y de la tradición oral y la predicación para la transmisión de la fe (ya hablamos de ello en artículo anterior sobre la catequesis):

Toda la doctrina cristiana es en sí misma Tradición. Pues el autor de la doctrina cristiana es el mismo Cristo Nuestro Señor, que no escribió más que unos pocos caracteres mientras remitía los pecados a la mujer adúltera. […] Con mayor razón, Cristo no mandó escribir. Por eso no llamó a su doctrina «Eugrafía», sino Evangelio, y a esta doctrina mandó transmitirla sobre todo por la predicación, pues nunca dijo: escribid el Evangelio a toda criatura; dijo en cambio: predicad. La fe, por tanto, no viene de la lectura, sino de la audición. 

En el artículo anterior mencionábamos a algunos estudiosos que proponen adelantar la datación «oficial» de la composición de los Evangelios. Según la mayoría de los expertos, en efecto, estos escritos datarían de la segunda mitad del siglo I, es decir, en todo caso cuando aún vivían muchos de los testigos presenciales de los hechos narrados. No obstante, se basarían en fuentes aún más antiguas, como la llamada fuente Q (del alemán quelle, «fuente»), de la que Lucas y Mateo habrían extraído gran parte de su información y que varios estudiosos identifican con un borrador más antiguo de Marcos, y los lógia kyriaká (dichos sobre el Señor).

Los evangelios sinópticos

Se llaman así porque exponen muchas historias sobre Jesús casi con las mismas palabras. De hecho, se podrían leer en muchas partes de un vistazo (sinopsis), tanto en griego como en traducciones a lenguas corrientes. Uno se pregunta a menudo en qué lengua fueron escritos. 

Jean Carmignac (1914-1986), sacerdote católico francés y biblista, fue un gran exégeta y traductor de los rollos del Mar Muerto, de cuya lengua era uno de los mayores expertos mundiales. Gracias a sus conocimientos sobre el tema, Carmignac se dio cuenta de que el griego de estos Evangelios se parecía impresionantemente al tipo de hebreo utilizado en los rollos de Qumrán (hasta 1947, se creía que la lengua hebrea en Palestina se había extinguido en la época de Jesús, mientras que el descubrimiento de cientos de manuscritos en las cuevas en torno al Mar Muerto confirmó en cambio que el hebreo seguía utilizándose, al menos como lengua «culta», hasta el final de la Tercera Guerra Judía, en el año 135 d.C.).

Basándose en un profundo estudio lingüístico de estos Evangelios a lo largo de veinte años, se convirtió en un defensor de su redacción original en hebreo, y no en el griego en el que han llegado hasta nosotros, pero también de su datación en torno al año 50. Carmignac presentó su tesis en su obra El nacimiento de los Evangelios sinópticos.

Marcos

Es el Evangelio más antiguo (entre el 45 y el 65 d.C.). Sería la base de la triple tradición sinóptica. Según los estudiosos, derivaría de la predicación del propio Pedro, en Palestina pero sobre todo en Roma. Jean Carmignac cree que este Evangelio fue escrito, o dictado, por el propio Pedro, en hebreo (o arameo) hacia el año 42, y que luego fue traducido al griego (como escribe Papías de Hierápolis en su obra Exégesis de la Lògia Kyriakà) por Marcos, hermeneuta (intérprete) de Pedro, hacia el año 45 (como sostiene también J. W. Wenham) o, como mucho, el 55.

De hecho, en la Exégesis de la Lògia kiriakà, de la que Eusebio de Cesarea cita fragmentos en la Historia Eclesiástica (Libro III, cap. 39), Papías escribe: 

Marcos, que era el hermeneuta [intérprete] de Pedro, escribió exactamente, aunque sin orden, todo lo que recordaba de lo que el Señor había dicho o hecho. Porque él no había oído ni acompañado al Señor, sino que más tarde, como ya he dicho, acompañó a Pedro. 

Tenemos noticias similares de Clemente de Alejandría, Orígenes, Ireneo de Lyon y el propio Eusebio de Cesarea.

Mateo

Este Evangelio habría sido escrito hacia el año 70 u 80 d.C., fruto de una recopilación de discursos en hebreo o arameo (lògia), reunidos y utilizados por el apóstol Mateo entre los años 33 y 42 d.C. en el curso de sus actividades evangelizadoras entre los judíos de Palestina (fuente Q utilizada también por Lucas)

Esta información es confirmada por Papías: «Mateo, pues, recogió las lògias en lengua hebrea, y cada hermeneuta [las tradujo] como pudo». Ireneo de Lyon (discípulo de Policarpo de Esmirna, discípulo, a su vez, del evangelista Juan) escribió también en 180 d.C. (en Contra las herejías).

Mateo publicó su escrito evangélico para los judíos en su lengua materna, mientras Pedro y Pablo predicaban en Roma y fundaban la Iglesia; tras su muerte, Marcos, discípulo y traductor de Pedro, nos transmitió también por escrito la predicación de Pedro; Lucas, compañero de Pablo, puso por escrito lo que éste predicaba.

Testimonios antiguos similares nos llegan a través de Panteno, Orígenes, Eusebio de Cesarea. Según Carmignac, el Evangelio de Mateo se remonta al año 50.

Lucas

También este Evangelio, según muchos estudiosos, habría sido escrito hacia los años 70 u 80. Existe la opinión generalizada de que el Evangelio de Lucas sería el más fielmente compilado, desde el punto de vista histórico, y se basaría en la fuente Q (utilizada también por Mateo y constituida, en opinión de diversos historiadores y biblistas, por la versión más antigua del Evangelio de Marcos), completada con investigaciones personales realizadas sobre el terreno (como afirma el propio autor en el Prólogo).

Carmignac cree que la edición de Lucas se remonta al 58-60, si no a poco después del 50 (hipótesis apoyada por Wenham y otros).

Juan

 Es el único Evangelio no sinóptico, considerado durante mucho tiempo el menos «histórico», hasta que un estudio minucioso del mismo reveló que es, en cambio, desde el punto de vista geográfico y cronológico, un documento aún más preciso que los Evangelios anteriores (de hecho, interviene para aclarar lo que fue o no narrado por los otros).

La rica y precisa terminología y la clara e inequívoca información topográfica, cronológica e histórica han permitido, entre otras cosas, reconstruir con detalle el número de años de la predicación de Jesús, fechar los acontecimientos de la Pascua en un calendario más preciso y descubrir hallazgos arqueológicos identificados posteriormente con los lugares descritos por Juan (el pretorio de Pilato, la piscina probática, etc.). Se remonta, para muchos, a los años 90-100 d.C. Carmignac, Wenham y otros la sitúan, sin embargo, poco después del 60.

Por último, cabe señalar que el fragmento más antiguo del Nuevo Testamento canónico corresponde precisamente a uno de los Evangelios, el de Juan, y es el Papiro 52, también conocido como Rylands 457, hallado en Egipto en 1920 y datado entre los siglos II y III d.C. 

Desde un punto de vista histórico, la proximidad entre la edición de la propia obra (como hemos escrito, entre el 60 y el 100 d.C.) y el registro escrito más antiguo que se ha encontrado de ella es sorprendente, si tenemos en cuenta que el manuscrito más antiguo que se ha encontrado de la Ilíada data del 800 d.C., ¡mientras que se cree que la propia obra fue escrita probablemente hacia el 800 a.C.!

Evangelización

Santos apóstoles Felipe y Santiago el Menor, mártires 

La Iglesia conmemora el 3 de mayo a los santos apóstoles Felipe y Santiago el Menor. Ambos fueron discípulos de Jesús, formaron parte de los Doce, y son mártires. Se les recuerda por ser fieles a la misión de anunciar el Evangelio.

Francisco Otamendi·3 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: < 1 minuto

Hay muchas cosas que los santos Felipe y Santiago el Menor, hijo de Alfeo, tienen en común. Fueron llamados por Jesús. Y son recordados el mismo día porque sus reliquias fueron traídas al mismo tiempo a Roma en el siglo VI, y se veneran en la basílica llamada de “De los santos apóstoles”, inicialmente dedicada a ellos.

“Sígueme” (Jn 1,43). Era el término usual de Jesús para llamar a sus discípulos. Esto dijo  Jesús a Felipe, y cambió su vida. Originario de Betsaida, ya era discípulo de Juan el Bautista. San Juan narra así su vocación. “Al día siguiente, determinó Jesús salir para Galilea; encuentra a Felipe y le dice: ‘Sigueme’”.

“Ven y verás”

“Felipe era de Betsaida, ciudad de Andrés y de Pedro”, prosigue Juan. “Felipe encuentra a Natanael y le dice: ‘Aquel de quien escribieron Moisés en la ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret’. Natanael le replicó: ‘¿De Nazaret puede salir algo bueno?’. Felipe le contestó: ‘Ven y verás’. Pueden leer aquí el texto íntegro. Evangelizó Asia Menor, según la tradición.

El apóstol Santiago, apellidado el Menor, hijo de Alfeo, fue obispo de la primera comunidad judeo-cristiana de Jerusalén. Escribió la Carta que lleva su nombre, es el apóstol con quien Pablo convertido toma contacto, y a quien el Concilio de Jerusalén concede un papel importante en la evangelización. San Pablo le llamó ‘el hermano del Señor’, (Gálatas 1,19) un modo de designar a los parientes más cercanos de la familia. Murió mártir, probablemente por lapidación, entre los años 62 y 66.

El autorFrancisco Otamendi

Libros

El humanismo de Francisco de Vitoria

     

José Carlos Martín de la Hoz·3 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 4 minutos

Hace unos días leía un interesante trabajo de un profesor de historia de la teología de la universidad de Oxford, Alister E. McGrath (1953), acerca de la doctrina cristiana como un verdadero laboratorio de la fe donde encontrar fórmulas nuevas para presentar el cristianismo a los ojos de los hombres de una manera nueva y atractiva.

Indudablemente, no basta con criticar lo que va mal en la sociedad, en los planteamientos culturales ajenos o en las vidas de otros. Hemos de entrar en el laboratorio de la doctrina cristiana y buscar entre la riqueza de la revelación cristiana planteamientos nuevos, ideas atractivas: “Si el cristianismo quiere sobrevivir tendrá que ofrecer algo que sea personalmente transformador y existencialmente plausible, que permita una forma de vida con sentido, si quiere apelar a los nuevos paisajes culturales que esperan en el futuro” (Alister E. McGrath, El laboratorio de la fe. Pág. 212).

Efectivamente, así actuaron en el siglo XV los intelectuales del momento, tras la caída de Constantinopla y la pérdida del Imperio Bizantino en el mundo occidental, principalmente en Florencia, Bolonia y Roma brotaron muchos artistas, escultores, pintores, arquitectos, músicos y literatos que, a la luz de la riqueza de la literatura clásica griega y latina, hicieron renacer la idea de una civilización construida sobre la dignidad humana.

El hombre pasó a ser el centro de la vida cultural, política, incluso religiosa. El hombre creado y redimido por Dios, libre, podía y debía dar gloria a Dios. Seguidores de Marsilio Ficino y de la corriente neoplatónica, que él trató de recuperar para poner en diálogo con el cristianismo, Pìco de la Mirándola y Gianezzo Manetti, recuperaron la tradición griega y latina, así como la teología de la interiorización agustiniana, centrando su interés en la definición de la dignidad asociada a la encarnación y no tanto a la creación.

La concepción antropológica adoptada por estas corrientes filosóficas invitaba a contemplar a la persona en su capacidad de vivir la unión con Dios, pero centrándose no tanto en el origen de la persona y de su dignidad, sino en su real potencialidad, en la capacidad de desarrollar esta facultad de encuentro místico con Dios.

Son abundantes los tratados sobre antropología que se escriben en aquellos años y, sobre todo, se coloca al hombre como medida de todas las cosas, según diría  Leonardo Da Vinci. Precisamente, “Dignidad del hombre” es el título de una obra de Pico de la mirándola (1486) y también de Ferrán Pérez de la Oliva (1546).

La entrada del renacimiento y del humanismo en las universidades llevó a una rectificación de ese humanismo pagano ampliamente extendido en todas las cortes refinadas de Europa, con demasiados resabios de filosofía estoica y de Maquiavelo.

En ese contexto de reforma de la Iglesia —que abarcaba tanto a las órdenes y congregaciones religiosas como al clero regular y secular, a los cabildos y, en última instancia, a todo el pueblo de Dios—, se impulsaba también una transformación interior. Esta incluía la renovación de la teología, el derecho, la espiritualidad, y los estudios bíblicos y filológicos, que culminarían en la nueva versión de la Vulgata: la Sixto-Clementina.

La cumbre del humanismo cristiano serán los documentos del Concilio de Trento y sus expresiones pastorales: los seminarios, el misal de san Pío V y el Catecismo Romano o de párrocos.

Precisamente, en unos meses celebraremos el V centenario del comienzo del magisterio de Francisco de Vitoria en la Facultad de Teología de la Universidad de Salamanca. Tanto él como sus discípulos de primera hora, Domingo de Soto, Melchor Cano, formarán una pléyade de maestros que influirán en todas las universidades de Europa y de América, llevando un solo espíritu y un modo nuevo de hacer teología: el de la Escuela de Salamanca.

Entre otras obras que se están publicando, deseo mencionar la que hemos publicado recientemente con León Gómez Rivas, catedrático de la Universidad Europea en ediciones Sekotia, donde puede encontrarse detalladamente el origen y desarrollo de la misma.

Francisco de Vitoria, a través de su cátedra en Salamanca fue origen de una verdadera escuela de teólogos, muchos de la Orden de Santo Domingo, que afrontaron los primeros retos humanos, teológicos y morales de la época, ocasionados por la irrupción del protestantismo con sus diversas corrientes, el descubrimiento, colonización y evangelización de América, y las consecuencias económicas y sociales de la primera globalización.

Es interesante detenernos un poco en el significado de la Escuela de Salamanca, pues es un lugar común atribuirles la fundación del derecho internacional y el haberse opuesto a los títulos que esgrimía Carlos V para su presencia en América y poco más.

Se trata de una escuela teológica y jurídica pues apoyaron todos sus argumentos, lecciones y dictámenes en el concepto de la dignidad de la persona humana. No solo con capacidad de tomar decisiones morales, sino verdaderamente como hijos de Dios y dotados de personalidad jurídica y teológica. Promovieron los derechos de los indios, tanto de los que libremente se adherían a la fe cristiana, como de aquellos que no.

Las consecuencias sin inmensas: la libertad y responsabilidad para afrontar la economía y globalizarla, la supresión de trabas económicas y miedos a la actividad comercial. El respeto a las leyes del mercado, al precio justo, el esfuerzo por reducir las cargas fiscales de reyes y corporaciones municipales

Quizá la lectura de este libro sirva para entender con más profundidad las características del humanismo cristiano, que ha llegado prácticamente hasta nuestros días, de modo que podemos afirmar que el espíritu de Vitoria ha seguido latente hasta ahora.

La Escuela de Salamanca. Cuando el pensamiento español iluminó el mundo

Autor: José Carlos Martín de la Hoz y León M. Gómez Rivas
Número de páginas: : 152
Editorial: : Sekotia
Idioma: : Castellano
Evangelización

Teté Calderón: Conectando a los niños con Dios

Teté Calderón es mucho más que una cantautora católica ecuatoriana de 29 años; es una educadora muy especial, que a través de su música ayuda a los niños a conectar con Dios.

Juan Carlos Vasconez·3 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 3 minutos

En el Congreso Eucarístico Internacional de 2024, caminaba por Quito junto al obispo español José Ignacio Munilla cuando nos encontramos con Teté Calderón (@tetecalderonl). Para mi sorpresa, monseñor reconoció en ella a la autora de una de sus canciones favoritas. En ese momento, pensé: “Esta joven es aún más influyente de lo que imaginaba”

Una fe arraigada en la infancia

Criada en un país de profunda tradición católica, su conexión con Dios se fortaleció tras el nacimiento de su hermano menor, que ella atribuye a la intercesión del Padre Pío.

Teté recuerda con cariño las enseñanzas de su padre: “Mi papá siempre se preocupó por acercarnos a Dios. Recuerdo con mucho amor nuestras largas conversaciones y momentos de oración antes de dormir. Él venía a mi cuarto, rezábamos juntos y luego hablábamos sobre temas espirituales”. “Desde pequeña fui muy sensible y me gustaba hablar con Dios, especialmente los jueves durante la bendición del Santísimo” relata Teté. Su madre le inculcó el valor del servicio y la entrega a los demás. “Mi mamá me enseñó el amor en el servicio: entregarse por los demás con alegría y sin esperar nada a cambio”, afirma.

Un cambio de colegio a los 11 años le brindó la oportunidad de profundizar en su fe a través de la Misa diaria, la comunión y la participación en charlas y retiros espirituales. “Siento que Dios preparó mi corazón desde antes y, al llevarme a ese colegio, me dio las herramientas para seguirlo amando y creciendo en mi relación con Él”, reflexiona Teté.

La música como camino hacia Dios

“A los 15 años descubrí que podía encontrar a Dios en las melodías, pero fue a los 24 cuando empecé a escribir música católica”, explica. “En los momentos más difíciles de mi vida, cuando todo parecía desmoronarse, la única forma en la que encontraba consuelo era componiendo”, explica Teté.

Los sacramentos también ocupan un lugar central en su vida espiritual. “Necesito asistir a Misa diaria o, al menos, cuatro veces por semana para sostenerme espiritualmente”, confiesa. La lectura diaria del Evangelio es otra práctica esencial para ella, donde encuentra “dirección y un llamado a vivir el amor de Dios en mi entorno”.

Un faro de fe para los niños

Teté dedica sus tardes a crear espacios donde los niños puedan descubrir a Dios y conectar con Él. “Los niños son transparentes, sencillos y sinceros, lo que hace que hablarles de Dios sea algo natural y divertido”, afirma.

A través de “Niños Adoradores”, un espacio diseñado para niños de 3 a 6 años, con una socia les introduce a las figuras clave de la fe a través de cuentos, canciones y actividades manuales, y les guía en momentos de silencio y contemplación ante el Santísimo Sacramento. Es una experiencia fabulosa que numerosos padres católicos buscan para sus hijos más pequeños. Además, con su coro infantil, ofrece a niños de 3 a 10 años la oportunidad de expresar su fe a través de la música, preparándolos para cantar en Misa y en eventos especiales como la Navidad. “Mi deseo es que estos espacios no solo sean momentos de aprendizaje, sino también de comunidad, donde los niños puedan sentirse acompañados en su camino de fe y aprender que Dios nos ama inmensamente”.

Un recuerdo imborrable

La pérdida de su madre hace un año y medio marcó profundamente a Teté, pero también le brindó una poderosa lección sobre la presencia de Dios en su vida.

Tras ausentarse de una clase de “Niños Adoradores”, los pequeños le recibieron con preguntas y muestras de cariño. Semanas después, un niño nuevo preguntó por la foto de su madre en su celular. “Es la mamá de la tía Teté, y ahora está en el Cielo con Dios”, le respondió otro niño. La preocupación del niño nuevo por su padre conmovió a Teté: “Ahh, ya. Es que si te pierdes, alguien tiene que ir a buscarte y encontrarte. Si no es tu mamá, puede ser tu papá. Sus palabras me marcaron profundamente. Me recordó que, así como mi papá siempre estará para buscarme si me pierdo, nuestro Padre del Cielo nunca deja de buscarnos y guiarnos de vuelta a Él”, concluye Teté.

Vaticano

¿De qué hablan los cardenales en las congregaciones generales?

En las congregaciones generales previas al cónclave, los cardenales han debatido sobre la urgencia de una evangelización eficaz, la polarización interna, los abusos y escándalos financieros, y la crítica situación económica de la Santa Sede.

Javier García Herrería·2 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos

A las 9:00 de esta mañana, se ha dado inicio a la Octava Congregación General en el Aula Nueva del Sínodo con la oración habitual. Más de 180 cardenales participaron en la sesión, incluidos más de 120 electores. El Vaticano ha informado de los principales temas abordados.

A lo largo de la mañana, 25 cardenales tomaron la palabra para exponer sus reflexiones y propuestas sobre el futuro de la Iglesia. Las intervenciones giraron en torno a temas fundamentales, destacando la urgencia de una evangelización profunda y eficaz, especialmente dirigida a las generaciones más jóvenes. Se subrayó la visión de una Iglesia fraterna y misionera, siguiendo el impulso del pontificado del Papa Francisco.

Algunos temas

Una atención especial se dedicó a las Iglesias orientales, muchas de ellas marcadas por el sufrimiento, pero también por un testimonio de fe ejemplar. Asimismo, varios cardenales insistieron en la necesidad de comunicar el Evangelio con autenticidad y coherencia en todos los niveles de la vida eclesial, subrayando que el amor fraterno es el primer anuncio, como enseña el Evangelio.

También se abordaron con claridad temas dolorosos como los abusos sexuales y los escándalos financieros. Según informó Matteo Bruni, director de la oficina de prensa de la Santa Sede, estos asuntos fueron tratados como «una herida» que debe mantenerse abierta para garantizar una conciencia constante del problema y promover caminos concretos de sanación.

Otros temas tratados incluyeron la centralidad de la liturgia, la importancia del Derecho Canónico y el valor de la sinodalidad como expresión de misión y colegialidad, así como la necesidad de responder al secularismo con firmeza pastoral.

La sesión concluyó con una reflexión sobre la continuidad espiritual y pastoral entre los pontificados de San Juan Pablo II, Benedicto XVI y el Papa Francisco, y sobre el papel de la Eucaristía en la tarea evangelizadora.

Por otro lado, se ha confirmado que dos cardenales electores no participarán en el próximo Cónclave: el cardenal Antonio Cañizares Llovera, arzobispo metropolitano emérito de Valencia, y el cardenal John Njue, arzobispo metropolitano emérito de Nairobi. Aún se espera la llegada de cuatro cardenales electores a Roma.

En días anteriores

En los días anteriores, la oficina de prensa vaticana ha explicado que los cardenales han analizado la situación financiera de la Santa Sede, que cuenta con un déficit de 83,5 millones de euros registrado en 2023, lo que ha generado preocupación sobre la sostenibilidad económica de la Iglesia y la necesidad de una gestión más transparente y eficiente.

Los cardenales han reconocido la existencia de divisiones significativas dentro de la Iglesia, especialmente en torno a la sinodalidad y las reformas impulsadas durante el pontificado de Francisco. Esta polarización se considera una «herida» que requiere atención y sanación.

Sobre los abusos sexuales y escándalos financieros, se ha abordado la necesidad de mantener viva la conciencia sobre estos problemas, considerados como heridas abiertas, para identificar caminos concretos hacia su curación y evitar que se repitan en el futuro.

Capilla sixtina

Finalmente, se informó que esta mañana se instaló la chimenea en el techo de la Capilla Sixtina, símbolo clave en el proceso del Cónclave. La capilla permanece cerrada al público desde el domingo, mientras se ultiman los preparativos para el inicio del proceso de elección papal.

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Evangelización

San Atanasio. Fidelidad y fortaleza

El siglo IV vino marcado por la existencia de grandes herejías y crisis, pero también de grandes teólogos que defendieron la doctrina católica, muchas veces a costa de grandes sufrimientos. Uno de estos grandes Padres es san Atanasio, a quien la Iglesia conmemora cada 2 de mayo.  

Antonio de la Torre·2 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 5 minutos

Hemos visto el tremendo terremoto que la herejía de Arrio provocó en una Iglesia que estrenaba una era de estabilidad y prosperidad tras la paz de Constantino. Los primeros años del siglo IV, en efecto, trajeron la paz social para el cristianismo, pero a la vez fueron testigos del estallido de una larga guerra entre arrianos y nicenos. 

Los primeros defendían las doctrinas del alejandrino Arrio, que para muchos obispos suponía un puente tendido a la cultura dominante del momento y para otros representaba cierta continuidad con sus tradiciones teológicas y culturales. Los segundos defendían la ortodoxia establecida en el Concilio de Nicea, en la que veían el mejor modo de salvaguardar la doctrina trinitaria y la fe en la divinidad de Cristo, considerada ésta como el pilar fundamental del mensaje salvador de la Iglesia.

Un obispo combativo y brillante

En este convulso ambiente, y formando parte principal del segundo bando, por no decir que sea su líder, nos encontramos con la poderosa figura de san Atanasio. Como nos sucede con otros santos padres, sabemos muy poco de su procedencia y de sus primeros años. Parece que pudo nacer en los años anteriores al 300, pues en las primeras décadas del siglo IV desempeña su ministerio de diácono como estrecho colaborador de Alejandro, el obispo de Alejandría que tuvo que hacer frente al estallido de la crisis arriana.

En el 328, tres años después del Concilio de Nicea, es nombrado obispo de Alejandría. Tendrá que hacer frente a las doctrinas de Arrio en la misma diócesis del hereje, la cual además se veía afectada por otras tensiones, como el cisma meleciano. El combate contra el arrianismo será una apremiante prioridad en su magisterio episcopal, que desarrollará durante toda su vida en brillantes escritos pastorales y teológicos. Aun así, no descuidará la guía de sus fieles en las más diversas facetas de la vida de una comunidad, como vemos en su amplia colección de Cartas Pascuales. Éstas fueron escritas anualmente para anunciar la Pascua a las diócesis egipcias que dependían de Alejandría.

Ante la herejía arriana

En cualquier caso, la urgencia que percibe san Atanasio en la cuestión arriana viene motivada por lo que ésta supone como negación del mensaje salvador de la Iglesia. En efecto, Arrio sostiene que el Verbo (Logos), el Hijo de Dios, no comparte la esencia divina con el Padre, siendo una especie de dios creado (más acorde con la cultura dominante del helenismo neoplatónico). Pero la tradición cristiana afirmaba que la humanidad sólo podía ser salvada, restaurada, renovada y recreada si se hacía solidaria con un Verbo verdaderamente divino, como sucede en la Encarnación. En este misterio salvífico por excelencia, quien se une a la humanidad es alguien plenamente divino, y por tanto puede comunicar a los hombres los dones salvíficos de la incorruptibilidad, la inmortalidad, la divinización y el conocimiento de Dios.

En definitiva, la salvación del hombre sólo es posible si la humanidad es asumida en la Encarnación por alguien verdaderamente divino. Si el Verbo no es Dios, el hombre no está salvado, y además la predicación trinitaria de la tradición cristiana queda invalidada. Ante la gravedad de estas consecuencias, entendemos la urgencia con la que san Atanasio combate la herejía arriana. Esta polémica, sin embargo, la desarrolla con un tono muy firme, unas posturas teológicas fuertes, una condescendencia pastoral escasa y una relación con obispos y gobernantes nada política. Por ello fue objeto de denuncias y rechazos, que se concretaron del Sínodo de Tiro del 335. Allí, un comité de obispos filoarrianos forzó la deposición de san Atanasio y consiguió del emperador Constantino su destierro a Tréveris, en la remota Galia.

Caminos de destierro

Comienza así su larga travesía por los desiertos del destierro, al que su firme adhesión a la ortodoxia nicena y sus complejas relaciones con obispos y emperadores le llevaron durante toda su vida. Llegó a sufrir cinco destierros con cinco emperadores sucesivos: Constantino (335 a 337), Constancio I (339 a 345), Constancio II (356 a 361), Juliano (362 a 363) y Valente (365 a 366, a pocos años de su muerte en el 373). Estas experiencias, sin embargo, fueron motivo de lúcidas reflexiones. Así, la Carta Pascual X (escrita desde Tréveris) y el Discurso contra los arrianos, escrito en la misma época, son dos obras fundamentales en la larga polémica con el arrianismo.

Durante su segundo destierro, esta vez en Roma, escribirá su importante tratado sobre Los decretos del Concilio de Nicea. El Concilio había escogido el término homoousios (de la misma esencia o naturaleza) para definir cómo el Padre y el Hijo comparten la misma ousia divina. San Atanasio defenderá con claridad este término, que por otra parte identificará a la sección minoritaria de aquellos obispos, los homoousianos, que defendieron la ortodoxia nicena. Entre ellos estará también san Hilario, obispo de Poitiers, y autor de un importantísimo tratado teológico Sobre la Trinidad, el primero en su género.

Exhortación a los fieles de Egipto

El siguiente destierro lo vivirá en el desierto, adonde le envía Constancio II. Pero de nuevo en esta situación san Atanasio enriquece su pensamiento y su producción literaria. La estancia en el desierto le pone en contacto con la gran tradición monástica del desierto egipcio, fundada por san Antonio Abad. Sobre él, san Atanasio escribirá su Vida de Antonio, biografía de muchísimo impacto en el cristianismo del siglo IV y todavía en el de la actualidad. Los monjes se presentan como custodios de la verdadera tradición doctrinal y espiritual, y, por tanto, firmes adversarios del arrianismo y protectores de aquellos que, como san Atanasio, sufren por oponerse a él. Para exhortar a los fieles de Egipto a permanecer fieles a la verdad y a no caer en las redes de los compromisos y de la falsa unidad, escribe una vibrante Carta a los obispos de Egipto y Libia. Ante la confusión y la división entre los obispos, les intima a no aprobar en sus diócesis fórmulas de fe opuestas a Nicea o ambiguas.

La tradición, salvada

Durante años sigue san Atanasio envuelto en conflictos, tensiones eclesiásticas, ambigüedades episcopales, crisis sucesorias de los emperadores y destierros recurrentes. De hecho, el terremoto desencadenado por Arrio no cesará en oriente hasta que el emperador Teodosio decrete la ortodoxia nicena homoousiana como doctrina única admisible en el Imperio. Esto no sucederá hasta el decreto de Tesalónica del 380. Sin embargo, pese a no ver el final de la crisis, san Atanasio sigue fiel a su misión de explicar, defender y difundir la doctrina recibida de la Tradición apostólica.

Todavía escribirá las Cartas a Serapión, en donde tenemos una importante reflexión sobre la teología del Espíritu Santo: que la fe nicena declare que el Padre y el Hijo comparten la misma y única esencia divina no significa negar la divinidad del Espíritu Santo. Aunque san Atanasio tienda a subrayar la unidad dentro de la Trinidad (para no rebajar la divinidad del Hijo), no olvidará la rica tradición teológica alejandrina, muy interesada en la diversidad de las tres personas divinas y sus relaciones entre ellas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Por último, podemos destacar su Carta Pascual XXXIX (ya del año 367), en la que expone la tradición de la diócesis de Alejandría sobre los libros aceptados en el canon de la Sagrada Escritura. Tenemos en ella una de las más antiguas exposiciones de la tradición de los Santos Padres sobre el canon de la Biblia. 

Defensa de Nicea

La valentía de san Atanasio, su fortaleza, su fidelidad a la doctrina recibida de la tradición, su aceptación de la ortodoxia definida en Nicea y su brillante capacidad como escritor y teólogo, hacen de él una figura excepcional. Gracias a él y a los grandes Padres del siglo IV la doctrina católica pudo salvarse de sucumbir ante la mundanidad de la crisis arriana, y por ello la Iglesia pudo seguir sosteniendo su misión salvadora en medio del mundo.

El autorAntonio de la Torre

Doctor en Teología

Cine

Nefarious: una buena película sobre el diablo

La película Nefarious (2023) aborda la lucha entre el bien y el mal a través de la conversación entre un endemoniado condenado a muerte y su psiquiatra.

José Carlos Martín de la Hoz·2 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 3 minutos

La película Nefarious (2023), dirigida por los cineastas estadounidenses Chuck Konzelman y Cary Solomon, presenta con notable realismo una intensa conversación entre un condenado a muerte poseído por un demonio cruel e inteligente, y el psiquiatra encargado de evaluarlo en la prisión. La tensión narrativa se apoya casi exclusivamente en el diálogo entre ambos personajes, logrando una atmósfera inquietante y profundamente reflexiva.

El filme está concebido desde una óptica ecuménica, es decir, evita explícitamente cualquier referencia particular al catolicismo, como la intercesión de la Virgen María, los santos, los sacramentos o el sacerdocio ministerial. Sin embargo, el núcleo del mensaje es profundamente espiritual y gira en torno a la confianza absoluta en Dios, cuya acción salvadora es central. Así lo indica la misma enseñanza de Jesucristo en el Padre Nuestro: “No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal” (Mt 6, 13).

La crudeza del relato, por momentos difícil de soportar, parece orientada también a generar una reflexión seria sobre la abolición de la pena de muerte. En este sentido, la película puede leerse como un alegato en favor de la vida, en línea con la modificación del Catecismo de la Iglesia Católica impulsada por el papa Francisco.

Un debate moderno sobre el mal

La caracterización de los personajes y el ritmo de las secuencias logran captar de inmediato la atención del espectador, que se ve inmerso en un verdadero debate sobre el bien y el mal en el mundo contemporáneo. La película desenmascara los argumentos de la posmodernidad y confronta al espectador con una realidad espiritual que a menudo se ignora o se ridiculiza.

En este marco, emerge una gran paradoja: el demonio, Nefarious, habría trabajado desde la infancia del psiquiatra para influir en su alma, sembrando el ateísmo y preparando el terreno para que, llegado el momento, firmara una sentencia de muerte. La conversación entre ambos pone de manifiesto cómo la negación de lo espiritual (la existencia de Dios, del demonio, del alma) puede ocultar el verdadero drama interior del ser humano.

Konzelman y Solomon logran transmitir, con notable destreza, cómo el psiquiatra logra salvarse de la posesión al recuperar la fe y confiar nuevamente en Dios. Es precisamente esta invocación lo que impide que el demonio entre en él. Así, el camino del mal aparece como un proceso: comienza con la soberbia y el egoísmo, pasa por la desconfianza en Dios, y culmina en su negación o en la adoración de una imagen falsa, deformada por el mismo Satanás.

La película plantea, de forma clara y profunda, que el rechazo de Dios conlleva una incapacidad radical para enfrentar el problema del mal, tanto en el sufrimiento propio como en el ajeno. Y cuando se niega a Dios, el mal se vuelve aún más incomprensible y desesperante. No se pretende aquí resolver el problema del mal, sino exponerlo. Para una reflexión más amplia sobre esta cuestión, puede consultarse el reciente trabajo de José Antonio Ibáñez Langlois.

El misterio del sufrimiento y la libertad humana

Es importante distinguir entre dos tipos de mal: el mal físico y el mal moral. En cuanto al primero, basta recordar que la creación es un sistema natural en equilibrio, donde ciertos procesos implican dolor o destrucción, pero no por ello están desprovistos de sentido. Dios no es autor del mal, ni directa ni indirectamente. Ha creado el mundo con sus leyes naturales y siempre está presente para ayudarnos a dar un sentido trascendente a nuestras dolencias.

Respecto al mal moral —el pecado—, Dios lo permite porque ha querido ante todo que el ser humano sea libre, capaz de elegir el bien y, por tanto, de amar. La libertad, como recordaba san Juan Pablo II en Veritatis splendor, está inseparablemente unida a la Verdad, que es Cristo mismo: “Camino, Verdad y Vida”. De ahí que santo Tomás entienda la libertad como fuerza, san Josemaría como energía, y Edith Stein como el coraje del alma libre.

Una respuesta cristiana al sufrimiento

Finalmente, merece destacarse la lúcida exposición del sufrimiento que ofrece san Juan Pablo II en Salvifici doloris. Ante la gran pregunta que surgió tras el horror del Holocausto —“¿Por qué Dios ha permitido esto?”—, Benedicto XVI propuso transformar la reflexión en oración: “¿Por qué, Señor, has permitido esto?”. Y Juan Pablo II dio una respuesta cristiana y esperanzadora: el sufrimiento puede convertirse en vocación, en una participación en la cruz redentora de Cristo. Un misterio que no elimina el dolor, pero le da un sentido eterno.

El misterio del Papa

Nada más terminar la Semana Santa, la muerte del Papa nos ha permitido revivir la Pasión del Señor. Y es que, en aquel relato y en la actualidad eclesial, hay dos tipos de personas: quienes se abren al misterio y quienes solo entienden el mundo en clave política-ideológica.

2 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 3 minutos

Jesús –como la Iglesia hoy– trataba de anunciar al mundo una buena noticia que es accesible y comprensible por todos como demostraban las multitudes que arrastraba, pero curiosamente, entre los personajes de la Pasión, hay muchos que parecen no entender que Jesús no pretendía poder religioso ni político, que no quería liderar una revolución ni atraer a las masas para hacerse fuerte, que su único interés era servir, no ser servido.

Dos mil años después, poco ha cambiado. Al igual que en aquella Jerusalén atestada de peregrinos por las fiestas de Pascua, la expectación mediática que ha llevado consigo el relevo en la sede de Pedro ha dado voz a una multitud de personajes y personajillos cuya perspectiva de la institución eclesial está completamente cerrada al mensaje que lleva consigo.

Entre los personajes están quienes se limitan a mirarla con curiosidad, como hizo Herodes con Jesús; a criticarla porque sus planteamientos denuncian la mentira en la que viven, como Caifás, o a despreciarla para evitar implicarse porque tienen cosas más importantes en qué pensar, como Pilato consigo mismo.

Entre los personajillos, quienes se sirven del revuelo para sacar provecho. Están quienes, ante la trascendencia del personaje, se suben al carro y, aunque en el fondo lo desprecian, tratan de sacar tajada, como el «mal» ladrón; quienes, ante el miedo a dar la cara, se esconden, como los discípulos; o quienes, manipulando el mensaje de la Iglesia, hacen que parezca que dice lo que no dice, como los falsos testigos en el juicio ante el Sanedrín. Y junto a estos, la multitud de guardias judíos, soldados romanos y chusma diversa que aprovecha para insultar, escupir, azotar, burlarse, o acusar a los seguidores del nazareno.

Lugar aparte merecen quienes, habiendo comido y bebido con el Señor, siendo miembros más o menos destacados de la comunidad, interpretan el momento de la sucesión sólo en clave de interés humano y ya van colocándose en la mejor posición a su beneficio. Alguno incluso ha denunciado el «infantilismo religioso» de quien cree en la acción del Espíritu Santo durante el proceso de elección de un nuevo Papa dando a entender que el cónclave no es más que un juego de pactos. Se parecen a aquel que pensaba que, tras su beso, Jesús se iba a desvelar con un ejército de ángeles poniéndolo a él en lugar privilegiado. ¡Pobrecillo! ¡No había entendido nada!

Frente a estos personajes y personajillos, otras figuras más o menos grandes que entendieron que el Reino que Jesús había venido a implantar era «otra cosa». Empezando por María, Juan y las santas mujeres que lo acompañaron al pie de la cruz; continuando por José de Arimatea, Nicodemo, las hijas de Jerusalén o el Cireneo y llegando hasta el centurión romano que reconoció el misterio, viendo aquel guiñapo a los ojos del mundo y proclamó: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios». Ellos vieron lo que los otros no.

El misterio de la acción del Espíritu Santo en la elección del Papa, como el misterio de la Iglesia, lo define muy bien el Concilio Vaticano II que dice de ella que es «como un sacramento». Y es que, al igual que los sacramentos (el bautismo, la eucaristía, la confesión…) manifiestan visiblemente la acción de la gracia invisible de Cristo; la Iglesia, como sacramento universal de salvación, hace presente a Cristo allá donde va, a pesar de lo difícil que es verlo encarnado en débiles y pecadores seres humanos.

Con Francisco ya descansando en Santa María la Mayor, se abre ahora una nueva «Pasión», una exposición pública de la Iglesia visible hasta la elección del nuevo Papa. Muchas serán las especulaciones, los juicios sin fundamento o interesados… ¿Con qué personaje o personajillo nos identificaremos? ¿Seremos capaces de entender que el Reino no es de este mundo? ¿Sabremos mirar a la Iglesia visible como sacramento de Cristo al igual que Cristo era el sacramento del Padre y muchos no supieron verlo? No es tan difícil de entender para quien, de rodillas ante un simple trozo de pan, y sin hacer caso a quien lo tacha de tener creencias infantiles, es capaz de exclamar: «¡Verdaderamente este es Hijo de Dios!». ¡Feliz Pascua!

El autorAntonio Moreno

Periodista. Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Bachiller en Ciencias Religiosas. Trabaja en la Delegación diocesana de Medios de Comunicación de Málaga. Sus numerosos "hilos" en Twitter sobre la fe y la vida cotidiana tienen una gran popularidad.

Vaticano

Todo preparado en Santa Marta

Ya se han realizado las oportunas adaptaciones en el hotel de los cardenales para preservar las comunicaciones y contactos con el exterior.

OSV / Omnes·2 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 4 minutos

Por Cindy Wooden, OSV.

San Juan Pablo II mandó construir la Domus Sanctae Marthae principalmente para albergar a los cardenales con simple comodidad durante un cónclave.

El Papa Francisco, que se alojó allí durante el cónclave que lo eligió en 2013, decidió vivir allí permanentemente en lugar de fijar su residencia en los apartamentos papales del Palacio Apostólico.

Esa decisión, además de superar el límite de 120 cardenales menores de 80 años, significa que el Vaticano vuelve a estar en la posición de tener que encontrar lugares donde los cardenales puedan dormir durante un cónclave.

Cuando no están en la Capilla Sixtina, sentados bajo los frescos de Miguel Ángel para votar por el próximo Papa, los cardenales electores necesitan un lugar para descansar, conversar y comer.

Los cardenales electores son aquellos menores de 80 años, según las reglas establecidas por San Pablo VI, quien también fijó el límite de 120 cardenales electores simultáneamente. San Juan Pablo II superó regularmente esa cifra, pero siempre especificó que lo hacía temporalmente y que no modificaba el límite.

Tras los consistorios de 2001 y 2003, San Juan Pablo II contaba temporalmente con 135 electores en el Colegio Cardenalicio. Sin embargo, tras la creación de cardenales en diciembre, el papa Francisco elevó la cifra a 141. Entre cumpleaños y fallecimientos, el número de electores se redujo a 135 para el 21 de abril, fecha del fallecimiento del papa Francisco.

La Domus Sanctae Marthae es una residencia de cinco plantas que se terminó de construir en 1996, específicamente para celebrar un cónclave. Anteriormente, los cardenales dormían en catres en habitaciones pequeñas y sofocantes junto a la Capilla Sixtina.

Antes de que el Papa Francisco decidiera vivir allí, albergaba a un puñado de residentes a tiempo completo, así como a invitados clérigos y laicos que asistían a conferencias y eventos del Vaticano .

Como en el pasado, para el cónclave se desocuparán la mayoría de sus 131 salas y se instalarán en ellas los cardenales.

La excepción es el bloque de habitaciones que utilizó el papa Francisco y que se selló tras su muerte. La parte papal del edificio ocupa aproximadamente la mitad de lo que en Europa se denominaría el segundo piso y en Estados Unidos el tercer piso. Las habitaciones selladas incluyen: dos suites utilizadas por el papa Francisco; una para cada uno de sus dos secretarios; una para el personal de seguridad; y una que se utilizó como despacho de los secretarios. Además, hay una pequeña capilla al final del pasillo.

Esto deja alrededor de 125 habitaciones para 133 personas, ya que Matteo Bruni, director de la oficina de prensa del Vaticano , dijo que dos de los 135 cardenales elegibles están demasiado enfermos para asistir al cónclave.

Un funcionario del Colegio Cardenalicio dijo a Catholic News Service en enero que los cardenales también utilizarían apartamentos vacíos en el edificio de al lado, el «vecchio» o «viejo» Santa Marta.

Incluso cuando hay suficientes habitaciones para todos, las reglas muy formales para un cónclave dictan que los cardenales deben echar a suertes las habitaciones.

Si bien el edificio ofrece relativa comodidad, no es un hotel de lujo. Cuenta con 105 suites de dos habitaciones y 26 individuales. Cada habitación cuenta con cama, cómoda, mesita de noche, perchero y baño privado con ducha. Las suites también cuentan con una sala de estar con escritorio, tres sillas, un armario y un amplio armario.

La Domus, conocida popularmente como «Santa Marta», se encuentra dentro de los muros vaticanos y sus pisos superiores son visibles desde los edificios de apartamentos de Roma. Para el cónclave de 2005, se cerraron las persianas de las ventanas para que nadie pudiera ver hacia adentro. Por supuesto, eso también significaba que los cardenales no podían ver hacia afuera.

La mayoría de los cardenales realizarán cortos viajes en autobús hasta la Capilla Sixtina para sus sesiones de votación dos veces al día, aunque durante los cónclaves de 2005 y 2013, algunos cardenales insistieron en caminar, bajo la mirada protectora de la seguridad del Vaticano, por detrás de la Basílica de San Pedro y dentro de la capilla.

El edificio estará inaccesible para personas no autorizadas durante el cónclave, pero se necesitará personal para cocinar y limpiar. El cardenal estadounidense Kevin J. Farrell, actual camarlengo, y tres cardenales asistentes deben verificar la idoneidad del personal.

Quienes pasaron la verificación –sacristanes, sacerdotes que estarán disponibles para escuchar las confesiones de los cardenales, médicos, enfermeras, ascensoristas, personal de servicios técnicos, el coronel y el mayor de la Guardia Suiza Pontificia, así como el director de los servicios de seguridad del Estado de la Ciudad del Vaticano y algunos de sus asistentes– prestarán juramento formal de secreto el 5 de mayo. La pena por divulgar cualquier información sobre las elecciones es la excomunión.

También deberán «prometer y jurar abstenerse de utilizar cualquier equipo de audio o video capaz de grabar cualquier cosa que ocurra durante el período de las elecciones en la Ciudad del Vaticano».

Todas las habitaciones de Santa Marta cuentan con teléfono, pero los cardenales tienen prohibido usarlo para llamar a personas ajenas al cónclave. Las conexiones a internet y el sistema internacional de televisión por satélite permanecerán desconectados durante el cónclave.

El edificio también cuenta con una gran sala de reuniones, diversas salitas y un comedor. En la planta baja se encuentra la capilla principal, la Capilla del Espíritu Santo, de forma triangular, y también hay cuatro capillas privadas, ubicadas al final de los pasillos de la tercera y la quinta planta de cada una de las dos alas del edificio.

El autorOSV / Omnes

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El nombre del futuro de la Iglesia

La muerte del Papa Francisco cierra un ciclo y abre otro en la Iglesia, que sigue viva por la acción de Dios y el compromiso de sus fieles.

2 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos

Muchos relojes se pararon el pasado 21 de abril. La muerte de Francisco, el Papa número 266 de la Iglesia católica cerraba 12 años de pontificado, ejercido por Jorge Mario Bergoglio y abría una nueva etapa en la historia de la Iglesia.

Desde que el, hasta entonces cardenal de Buenos Aires, ocupara la silla de Pedro, en marzo de 2013, hasta su fallecimiento, el lunes de Pascua de 2025, el mundo ha experimentado cambios notables que han configurado un panorama de futuro muy alejado del que parecía dibujarse en 2013. También la Iglesia ha vivido, en estos años, situaciones diversas que han dejado cuestiones abiertas para el próximo papado. 

Se especula mucho sobre los retos que habrá de afrontar el Papa que suceda a Francisco al frente de la barca de Pedro (nombre que, quizás cuando esté leyendo estas líneas, ya conozcamos). De los días previos a la elección del Romano Pontífice me quedo con la idea subrayada por muchos cardenales: la historia de la Iglesia ha de leerse como una sucesión, una progresión que no encuentra su sentido si se trata cada pontificado de manera atomizada. 

Cuando se habla de la Iglesia -y en estas semanas se ha hablado hasta la saturación, especialmente desde instancias que poco o nada sabían de la familia de los fieles católicos-, resulta casi imposible hacer un retrato que haga justicia a la diversidad de espacios y ambientes en los que el Cuerpo místico de Cristo se encarna. Tendemos a analizar la Iglesia desde una perspectiva personal, y muchas veces, demasiado humana y ciertamente, reduccionista. 

Considerar la Iglesia como un conjunto de dinámicas de poder es quizás uno de los grandes peligros que tiene la sociedad de hoy, dentro y fuera de la Iglesia. Cierto es que no podemos caer en el infantilismo absurdo de no querer reconocer que, como institución formada por hombres, éstos no tengan más pecados de los que nos gustaría. Pero, si algo queda de manifiesto en momentos como la apertura de un nuevo pontificado es que la Iglesia “no es una asociación humana, nacida de ideas o intereses comunes, sino de una convocación de Dios. Él la ha convocado y por eso es una en todas sus realizaciones” (Benedicto XVI, Audiencia General, 15-10-2008).

Es bien conocida aquella anécdota del Cardenal Consalvi cuando Napoleón amenazó con la destrucción de la Iglesia: “Yo acabaré con vuestra Iglesia”, a lo que Consalvi respondió sabiamente “Hace ya diecinueve siglos que nosotros (los católicos) mismos estamos haciendo lo posible para destruirla y no lo hemos logrado”. Probablemente, Napoleón, como siguen haciendo, dos siglos después, no había integrado esa acción del Espíritu Santo en la Iglesia. 

¿Qué necesita la Iglesia del mañana? Lo mismo que la de hoy: el compromiso de cada uno de sus miembros, desde el Papa al último bautizado, de poner en práctica esa llamada a la santidad, a la misión y al testimonio a través del cual actúa Dios en cualquier parte de la tierra.

Ecología integral

Mónica Santamarina: “Francisco estaba convencido de que la mujer puede y debe aportar a la Iglesia”

Mónica Santamarina, presidenta general de la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas y de su Observatorio Mundial de las Mujeres, hace un balance de los avances realizados en la inclusión de la mujer en la Iglesia durante el Pontificado de Francisco.

Paloma López Campos·2 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 6 minutos

Mónica Santamarina es la presidenta general de la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas y de su Observatorio Mundial de las Mujeres. Su experiencia profesional permite que pueda ver muy de cerca la realidad de muchas mujeres en el mundo, también dentro de la Iglesia. Por ello, en esta entrevista analiza los avances realizados durante el Pontificado de Francisco para una mayor inclusión de las mujeres. Al mismo tiempo, propone medidas que ayuden a seguir mejorando en este aspecto.

¿Cómo considera que el Papa Francisco ha abordado el papel de la mujer en la Iglesia en comparación con sus predecesores? ¿Cuáles han sido los avances más significativos durante su pontificado?

– Tanto san Juan Pablo II, como Benedicto XVI, especialmente el primero, hablaron y promovieron a través de su magisterio el relevante papel de la mujer en la Iglesia y la importancia de que fuera asumido plenamente. Pero definitivamente ha sido el Papa Francisco quien lo ha abordado con mucho más fuerza, claridad y apertura, dándole al tema mayor relevancia.

Lo primero a señalar es la importancia que ha tenido la constitución apostólica “Praedicate Evangelium” (2022), donde se especifica que todos pueden dirigir un Dicasterio, lo cual incluye a los laicos y laicas, que pueden ser nombrados para llevar a cabo funciones de gobierno y responsabilidad de la Curia romana. A partir de aquí es cuando empezamos a ver realmente una presencia mayor de laicos y mujeres en puestos de responsabilidad en la Iglesia.

Además de lo anterior, lo que le ha dado aún mayor fuerza al discurso del Santo Padre ha sido: 

  • Su convencimiento pleno y evidente de todo lo que la mujer puede y debe aportar a la Iglesia, incluyendo su liderazgo y participación en la toma de decisiones, según su propia vocación, carismas y ministerios y con los límites claros de lo que corresponde exclusivamente al sacerdocio.
  • El testimonio que ha dado al poner a las mujeres en puestos claves de los Dicasterios y otros organismos de la Curia Romana.
  • La inclusión de las mujeres en la última Asamblea Sinodal, muchas de ellas con voz y voto. 

El Papa Francisco ha hablado sobre la importancia de una mayor participación femenina en la toma de decisiones dentro de la Iglesia. ¿Cómo evalúa los avances concretos en este aspecto, especialmente en lo que respecta a los cargos de liderazgo y responsabilidad?

– Fiel a su discurso y a su convencimiento de la capacidad y corresponsabilidad de las mujeres en una Iglesia sinodal misionera, el Papa Francisco empezó con poner a mujeres en algunos de los puestos más importantes en diversos dicasterios y otros organismos de Iglesia confiados históricamente a los hombres.

Así tenemos hoy a 3 mujeres como integrantes del Dicasterio de Obispos, entre ellas a la pasada Presidenta General de nuestra organización, la Dra. María Lía Zervino. Tenemos a Nathalie Becquart, Subsecretaria del Secretariado General del Sínodo de los Obispos, cuya labor ha sido y es indispensable para la reforma sinodal de la Iglesia.

Están también, entre otras, sor Alessandra Smerilli, Secretaria del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral y la Dra. Linda Ghisoni y la Prof. Gabriella Gambino, Subsecretarias del Dicasterio de Laicos, Familia y Vida. Todas ellas y muchas otras, sin duda han realizado una gran labor y han demostrado la gran capacidad de las mujeres.

Finalmente, después de todo un camino, el Papa anunciaba, en enero, el nombramiento de la primera mujer como Prefecta del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica: Sr Simona Brambilla. Todo esto impensable hace poco tiempo.

¿Qué medidas considera que aún deben tomarse para asegurar una mayor inclusión de las mujeres en estos espacios?

– El problema es que esta convicción del Papa Francisco, ya incluso elevada a Magisterio de la Iglesia después de la Asamblea Sinodal, no es compartida ni por todos los obispos, sacerdotes, religiosos, ni por los mismos laicos, hombres y mujeres.

Falta superar el clericalismo aún presente en el mundo entero y sustituirlo por una cultura de diálogo y confianza en donde todos los integrantes del Pueblo de Dios podamos reconocer las virtudes, carismas, vocación, ministerios y potencialidades unos de otros. Una cultura en donde todos estemos convencidos de que, desde el papel que nos corresponde, todos somos corresponsables del presente y futuro de la Iglesia y que sólo caminando de la mano y aportando cada uno los carismas que el Espíritu Santo nos ha dado, podremos construir una Iglesia más fiel a su misión, más creíble y más cercana a todos, especialmente a los más vulnerables.

Para ello hay algunas medidas que se me ocurren:

  • Retomar el estudio de algunos de los puntos fundamentales de “Preadicate Evangelium” y hacer más asequibles y dar a conocer a todos, a través de las parroquias, asociaciones, grupos, universidades, etc., los resultados del Documento Final del Sínodo de la Sinodalidad, Magisterio de la Iglesia, en donde se abordan estos temas. Este documento contiene ya indicaciones muy concretas que son una guía para la misión de las Iglesias, en los diversos continentes y en los diferentes contextos. 
  • Compartir buenas prácticas e historias de éxito de mujeres que, a los distintos niveles, tienen puestos de liderazgo en la Iglesia, donde trabajando de la mano del Obispo, sacerdotes y demás fieles, han tenido grandes logros para el bien de la Iglesia.
  • Trabajar mucho en seminarios y con jóvenes y niños, hombres y mujeres jóvenes, en las escuelas y en las familias, para seguir cambiando poco a poco esa cultura clericalista con ciertos visos de machismo…
  • Promover la educación para el diálogo, la escucha, y el discernimiento iluminado por la oración (un estilo sinodal) en cada oportunidad que se tenga y evitar al máximo enfrentamientos estériles violentos, verbales, escritos  o de cualquier otra naturaleza, que lo único que logran es alejar más las posiciones.
  • La Iglesia deberá definir pronto y claramente puntos de debate como son el diaconado de las mujeres, la posible escucha a todo el pueblo de Dios en la postulación de los obispos y otros temas que se están estudiando ahora en los 10 grupos de estudio creados por el Papa Francisco. 
  • Hay que trabajar mucho en la formación teológica y pastoral de las mujeres, sobre todo de las mujeres laicas, para que podamos asumir, sin miedo, las responsabilidades que nos corresponden.

En cuanto a la formación teológica y pastoral, ¿cómo evalúa la situación actual de las mujeres en el ámbito académico eclesial? ¿Qué retos enfrentan para acceder a posiciones de mayor influencia en este campo?

– Hay que trabajar mucho todavía en la formación teológica y pastoral de las mujeres, especialmente de las mujeres laicas. Tradicionalmente las mejores becas y oportunidades de estudio se le han dado a los sacerdotes y religiosos hombres.

Creo que los retos más importantes son:

  • Que las becas y lugares en las universidades y escuelas de teología y pastoral se den por igual a hombres y mujeres, tomando en cuenta, sobre todo, su capacidad.
  • Hay que concientizar a obispos, superiores y líderes de diócesis, parroquias, organismos y organizaciones católicas a sus diferentes niveles, de que invertir tiempo y recursos  económicos en las mujeres, religiosas y laicas, es una excelente inversión, si se considera “el gran retorno que pueden tener dichas inversiones”.
  • Que se abran a las mujeres campos que les han sido vedados y para los cuales tienen gran experiencia y dotes, como el presidir los Tribunales Eclesiásticos donde se ventilan temas familiares. 
  • Que se busque formar conjuntamente a hombres y mujeres, laicos y religiosos, para que puedan compartir unos con otros sus experiencias y necesidades particulares y prepararse mejor para prestar sus servicios a todo el pueblo de Dios.

El Papa Francisco ha impulsado la sinodalidad, que promueve la participación activa de todos los miembros de la Iglesia. ¿Cómo cree que esta cultura podría transformar el papel de las mujeres en la Iglesia a nivel global y local?

– El documento contiene ya indicaciones muy concretas que son una guía para la misión de las Iglesias, en los diversos continentes y en los diferentes contextos. Ahora nos corresponde a todos: obispos, sacerdotes, religiosos, consagrados y laicos, unidos en la diversidad, trabajar para hacer vida el sínodo; para hacer asequible a todos el contenido del documento final y cambiar la cultura y la vida del Pueblo de Dios en nuestras respectivas realidades. Y en todo esto las mujeres tenemos un papel muy importante que desempeñar, tanto en nuestras propias organizaciones, parroquias y comunidades, como a nivel diocesano, nacional e internacional.

El objetivo es claro: caminar hacia la renovación espiritual y la reforma estructural para hacer a la Iglesia más participativa y misionera; una Iglesia en donde todos, incluyendo por supuesto a las mujeres, desde nuestra propia vocación, carisma y ministerio, nos escuchemos unos a otros y aprendamos a discernir juntos, guiados por la luz del Espíritu Santo, los mejores caminos para llevar el amor de Dios a los demás; una Iglesia misionera que sepa salir al encuentro de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, especialmente de los más necesitados, tomando en cuenta las circunstancias de cada lugar; una Iglesia en donde las mujeres y los laicos, debidamente formados, podamos participar en la toma de decisiones y asumir el liderazgo y la corresponsabilidad que nos corresponde a los diferentes niveles.

Termino diciendo que en la UMOFC somos grandes promotoras de la sinodalidad; de hecho abrimos hace más de una año una Escuela de Sinodalidad a través de la cual hemos ya formado más de 250 facilitadores, la mayoría de ellos mujeres, provenientes de 49 países y hemos tenido conversaciones en el espíritu a nivel global donde han participado cerca de 700 mujeres de 78 países.

En este año jubilar, estamos decididas a continuar con esperanza el camino sinodal y a seguir formando misioneras y misioneros de la sinodalidad, para que en nuestras propias familias, organizaciones, comunidades, parroquias y diócesis, la Iglesia se vaya transformando.

Evangelización

San José obrero, el valor y la dignidad del trabajo

La Iglesia celebra el 1 de mayo a san José obrero. Esta fiesta del santo patrono y protector de la Iglesia fue instituida por Pio XII en 1955, e invita a la reflexión sobre el valor divino y la dignidad del trabajo.  

Francisco Otamendi·1 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos

La liturgia festeja hoy a san José Obrero, fiesta instituida por Pío XII en 1955, en la que la Iglesia recuerda al santo patrono de los trabajadores, y el valor divino y la dignidad del trabajo. 

Los últimos Papas han ensalzado de modo especial la figura de san José. Hoy hace un año, el Papa Francisco publicó un tuit en la cuenta @Pontifex de la red X, en el que dijo: “Hoy celebramos la Memoria de #SanJoséObrero. Pidamos al Señor que renueve y aumente nuestra fe, para que nuestro trabajo tenga en Él nuestro inicio y nuestro cumplimiento”. Al mismo tiempo, volvió a proponer a “la santa Familia de Nazaret como modelo de comunidad doméstica: comunidad de vida, de trabajo y de amor”.

San José, papel central

Francisco había publicado la carta apostólica ‘Patris corde’ el 8 de diciembre de 2020, en plena pandemia, que comienza del siguiente modo: “Con corazón de padre: así José amó a Jesús…”. “Después de María, Madre de Dios, ningún santo ocupa tanto espacio en el Magisterio pontificio como José, su esposo”, escribió el Papa. “La grandeza de san José consiste en el hecho de que fue el esposo de María y el padre de Jesús”. 

“Mis predecesores”, añadió, “han profundizado en el mensaje contenido en los pocos datos transmitidos por los Evangelios para destacar su papel central en la historia de la salvación: el beato Pío IX lo declaró ‘Patrono de la Iglesia Católica’, el venerable Pío XII lo presentó como ‘Patrono de los trabajadores’, y san Juan Pablo II como ‘Custodio del Redentor’”.

Una de las descripciones que empleó el Papa Francisco fue, en el punto 6, ‘Padre trabajador’. Y señaló: Un aspecto que caracteriza a san José y que se ha destacado desde la época de la primera Encíclica social, la ‘Rerum novarum’ de León XIII, es su relación con el trabajo. San José era un carpintero que trabajaba honestamente para asegurar el sustento de su familia. De él, Jesús aprendió el valor, la dignidad y la alegría de lo que significa comer el pan que es fruto del propio trabajo”.

Importancia del trabajo

El 1 de mayo de 2005, en el ‘Regina caeli’ de la fiesta de hoy, el recién elegido Benedicto XVI, dijo en la Plaza de San Pedro: “Hoy iniciamos el mes de mayo con una memoria litúrgica muy arraigada en el pueblo cristiano, la de San José Obrero. Y, como sabéis, yo me llamo José. Fue instituida por el Papa Pío XII, de venerada memoria, precisamente hace cincuenta años, para destacar la importancia del trabajo y de la presencia de Cristo y de la Iglesia en el mundo obrero”.

“Es necesario testimoniar también en la sociedad actual el “evangelio del trabajo”, del que habló Juan Pablo II en su encíclica ‘Laborem exercens’. Deseo que jamás falte el trabajo, especialmente a los jóvenes, y que las condiciones laborales sean cada vez más respetuosas de la dignidad de la persona humana. (…). Por último, dirijo mi pensamiento a María: a ella está dedicado particularmente el mes de mayo”.

El autorFrancisco Otamendi

Recursos

La Virgen María modelo de santidad

Mayo es el mes dedicado a la Virgen María, tiempo en que los fieles intensifican la oración del Rosario y las muestras de amor mariano. Es un período de especial devoción, marcado por flores, cantos y actos de piedad popular.

Ángel Castaño Félix·1 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 4 minutos

La Iglesia celebra a los santos porque en ellos descubre el poder de la gracia de Dios y la cooperación de la criatura. De modo particular sucede esto en a Virgen María, llamada a ser Madre de Dios. Ser madre no es sólo engendrar, sino criar, alimentar corporal y espiritualmente, educar, corregir, exhortar, ser modelo y ejemplo para el hijo. La santidad que Dios quiso para María se explica así desde su maternidad.  Esta se extiende a nosotros, ya que fue hallada fiel. Al pie de la Cruz es declarada también madre nuestra. Y ejerce su “oficio”, de modo que siendo nuestra madre se hace también, después del Señor, modelo de santidad. Propongo este tema a partir la Exhortación Gaudete et Exsultate de papa Francisco, que en gloria esté, que nos fue dada en 2018.

Nos recordaba el papa en primer lugar el himno de Efesios 1,3-4: Dios nos ha elegido en Cristo desde antes de la fundación del mundo para ser santos e inmaculados en su presencia por el amor. En este versículo se fundamenta la llamada universal a la santidad, pero sobre todo se afirma que existimos para ser santos, para eso hemos sido elegidos eternamente.

La santidad no es una tarea entre otras, sino la misión fundamental, la que define nuestro ser y el éxito o fracaso absoluto de la propia existencia. La vida buena, la santa, no consiste en estar bien, sentirme a gusto, ser feliz, estar consolado, tener éxito. La vida buena es la vida virtuosa, la vida de santidad.

Gaudete et Exsultate afirma que la santidad es una gracia ya dada, porque es el fruto del Bautismo que hemos recibido.  La santidad no la hace el conjunto de nuestras obras, es fruto de una gracia primera que nos hace templos de Dios. Sucedió el día de nuestro bautismo. La santidad vivida es fruto y desarrollo de esta santidad primera, consiste en su crecimiento, en abrirnos, en el buen uso de nuestra libertad, cada vez más al poder de la gracia y la fuerza del amor que transforma el corazón y cambia la vida.

“La santidad se mide por la estatura que Cristo alcanza en nosotros”, sigue diciendo el Papa. San Pablo exhortaba a sus fieles a vivir de tal modo que Cristo creciese en ellos hasta alcanzar la medida de la plenitud. La santidad es siempre en relación con el Señor: no se trata de medirnos con él como desde fuera, sino de entrar de tal modo en comunión con Él, que Él viva en nosotros.

Aquí es donde encontramos a la Virgen María como modelo de santidad. Ella creyó y obedeció la palabra del ángel Gabriel. En respuesta, Dios Padre envió sobre ella el Espíritu Santo, y llena de Dios, al concebir al Hijo de Dios.

Sta. Isabel de la Trinidad pide, en su Elevación a la Santísima Trinidad, que el Espíritu Santo obre en ella una “encarnación diminutiva”: por la fe Cristo ha sido engendrado en vuestros corazones. Aquí se expresa de otro modo lo que Santa Isabel pedía: Cristo engendrado en el corazón, presente íntimamente en nosotros, real y personalmente presente, viviendo en nosotros su propio misterio.

Esto fue, sin duda, el centro de la vida interior de la Virgen María, tanto durante su embarazo como después de Pentecostés… Esta atención amorosa que hace que los actos ordinarios sean extraordinarios porque son de Jesús mismo en y con nosotros, o nuestros en él. La vida que tenemos es y debe ser, ante todo y sobre todo, la vida de Cristo en nosotros, la continuación de la vida de Jesús.

Esto se realizó en la vida de la Virgen María. Fruto de la gracia que ella recibió con perfección desde el primer instante de su existencia y que renovó con fidelidad en cada momento posterior. ¿Qué hacer cuando la actividad es mucha? ¿O cuando las fuerzas son pocas? Desear esos momentos de silencio para encontrar al Señor no sólo en la comunidad y en las hermanas, sino en el silencio de nuestro corazón, tan realmente presente como en el Sagrario… Y si no disponemos ya de fuerzas, de memoria… para buscar al Señor en nosotros mismos tenemos que despertar la fe, creer que de verdad es así, aunque no lo sintamos y amar y orar… amar al Padre y orar por todos los hombres y sus necesidades.

Y esto es lo esencial de la devoción a la Virgen María. Tratar con la Virgen de esto, ponernos realmente en sus manos y aprender de ella a “guardar y conservar” las cosas en el corazón, descubriendo en ellas la presencia misma de Dios. Es así como el Señor crecerá en nosotros y para esto nunca es tarde del todo: disponer nuestro corazón, arrancando las malas hierbas, abandonándonos en las preocupaciones, vaciándonos de nuestra propia voluntad, de nuestra honra y fama… sólo en el silencio, cuando por gracia de Dios acallamos el deseo de todo aquello que no es el Señor puede nuestro corazón descansar en él y buscar una oración de estar presente al Señor.

Esto es, como Ella y con Ella: “Entregarse a Jesucristo con una completa donación, para ser su fiel instrumento, dejarle libre sitio en nosotros… no vivir más que por cuenta de Cristo y en su nombre”: no que Cristo viva nuestra vida, sino que Él viva su vida en nosotros. Como en María. Ella nos contagia, cuando a ella nos acercamos, su fe, su esperanza y su caridad.

El autorÁngel Castaño Félix

Profesor de la Universidad Eclesiástica San Dámaso.

Luces que no se apagan

Una de tantas historias, cotidianas, pero que el pasado lunes 29 de abril en España se volvieron casi una aventura con el "apagón" de luz y comunicaciones sufrido durante más de 14 horas.

1 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos

El lunes 28 de abril sufrimos en toda la península ibérica el “apagón del siglo”. Todos incomunicados, las baterías de los teléfonos gastándose sin remedio de tanto desbloquearlos a ver si tenían conexión, las televisiones apagadas… ¡Qué os voy a contar si muchos de los lectores lo vivisteis!

Puedo decir que pasé un día de apagón «fuera de mi zona de confort», (un día, si os parece, comentamos que, en realidad, creo que no tengo zona de confort…) pero donde tenía que estar.

Soy una madre de familia numerosa que trabaja en Madrid. Trabajo muy cerca de mis hijos. Cuando hay cualquier circunstancia extraordinaria puedo cuidarlos y teletrabajar, recuperar las horas…, más flexibilidad y facilidades no puedo tener. Me considero muy afortunada por eso.

Pero el apagón me pilló a 400 kilómetros de todas esas facilidades, de mi marido, mis hijos y mis amigos. El apagón me pilló en Córdoba, cuidando a mi madre recién intervenida. Tenía el viaje de vuelta cerrado para el martes 29, y pude hacerlo porque en la estación nos iban subiendo al tren por destinos, sin mirar las horas, ni las fechas de los billetes.

Lo de mi madre no era nada grave, pero tenía que estar con ella, dándole el tratamiento y haciéndole compañía. Cuando tienes 83 años y vives sola, cualquier cambio en la rutina o molestia nueva, puede ser un verdadero fastidio. Dios sabe que si hubiera estado sola en el apagón, hubiera sido un día angustioso para ella. Con ese “abandono físico” que sólo nuestros mayores, supervivientes en soledad de una pandemia, conocen. Involuntario, pero resultado de la complicación de vidas que tenemos sus hijos.

Yo sufría de no saber nada de mis hijos y mi marido, pero sabía que Dios me quería haciendo compañía a mi madre en ese día tan diferente.

Leímos (no puede leer por unos días, y le leí un poco del libro que se está leyendo, “La confianza en Dios” de Jacques Philippe, de una predicación suya sobre Teresita de Lisieux…, muy apropiado la verdad para el momento), rezamos rosarios, escuchamos la radio y hablamos de muchas cosas.

Rezamos varias estampas al siervo de Dios Isidoro Zorzano, a él porque “trabajaba en trenes” me dijo mi madre. A cada estampa le seguía una buena noticia: un SMS de mi marido contándome que estaban genial, en un parque cerca de casa; otros mensajes de hermanos míos, y poco a poco, la recuperación de la luz en todos lados.

El día siguiente comenzó con cierta incertidumbre y la pena de dejarla y volver a mis obligaciones…, pero con esa certeza de que hay luces que no se apagan: el amor a una madre, el sacrificio por los hijos, la fe en que Dios nos cuida y nunca nos deja solos, la generosidad de la directora del colegio (que sabe que estás lejos y te escribe: tus hijos han llegado al colegio).

Ante esas luces, no hay apagones que valgan.

Libros

El éxito del Programa de Grandes Libros

La lectura, debate y escritura sobre los Grandes libros tiene una finalidad formativa, busca impactar profundamente en el alumno al vivir una experiencia transformadora con sus compañeros.

Álvaro Gil Ruiz·1 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 5 minutos

Desde hace más de cien años se han desarrollado cursos en los que la educación liberal y las humanidades han estado presente en los programas básicos de estudios de algunas universidades de USA, como Chicago o Columbia.

Bajo el nombre de Core Curriculum se ha impartido un programa de asignaturas que parten de la idea de que hace falta una formación humana en una sociedad libre. Esto supone, entre otras cosas, leer los clásicos de la literatura para profundizar, debatir y escribir sobre ellos en grupos pequeños. Y así, una vez impregnados del aroma de las grandes ideas de la humanidad, se puede participar de una manera libre, en el gran diálogo de los autores que mejor han captado la esencia de la humanidad.

Esta metodología de estas universidades estadounidenses ha sido aprendida y aplicada en la Universidad de Navarra durante los últimos años, teniendo como punto fuerte la lectura, debate y escritura de los Clásicos, no por la pura erudición sino como manera de formarse en las humanidades.

En un artículo científico publicado en Taylor & Francis en noviembre de 2024, por Álvaro Sánchez-Ostiz y José M. Torralba, se describe la implementación del Programa Grandes Libros en la Universidad de Navarra durante el periodo de 2014 a 2023.

A continuación vamos a desarrollar las líneas generales de estos programas en las universidad de Columbia y Chicago y su influencia en el caso de éxito de la Universidad de Navarra, argumentando la metodología y aportando datos en el proceso de cambio de los participantes de este programa desde este estudio.

Core Curriculum en Columbia College

El Core Curriculum es el programa básico para todos los alumnos de Columbia College, que se completan durante los cuatro en los que se lleva a cabo los estudio de cualquiera carrera universitaria. En 2019 cumplió cien años y son los estudios propios al respecto más antiguos de USA.

Cuatro son las notas distintivas de este programa. En primer lugar el uso de las fuentes primarias para el estudio, los alumnos sacan sus propias conclusiones y elaboran su propia valoración a partir de este material original.

Una segunda característica son los debates entre los compañeros a raíz de las conclusiones obtenidas previamente, tras la lectura de esas obras. Son conversaciones donde intercambian opiniones, interpretaciones y visiones propias, reelaborado o modificando las ideas primigenias.

Otra huella distintiva de este programa es la profundización de la condición humana dando respuesta a través de la lectura de los clásicos de la literatura o de los Grandes Libros o mediante el trabajo multidisciplinar de alumnos de variadas carreras con diferentes perspectivas de la realidad.

Una última manifestación particular de estos estudios es el aprendizaje grupal que genera comunidad entre alumnos y exalumnos de esta universidad.

Los profesores tienen una función moderadora o conductora, pero no aportan un valor definitivo a lo hora de sacar unas conclusiones. Todas las opiniones dadas por los alumnos son escuchadas y valoradas por su compañeros, tras la lectura, profundización, debate y escritura sobre las obras propuestas.

Los cursos fundamentales del programa son Humanidades artísticas, Civilización contemporánea, Fronteras de la ciencia, Literatura Humanidades, Humanidades de la música y escritura universitaria. En este último curso aprender a redactar argumentaciones convincentes y bien elaboradas.

Core curriculum de la Universidad de Chicago

La primera versión de estos estudios comenzó en el trimestre de otoño de 1931. “El Nuevo Plan”  supuso tres años de debate y estudio del decano Chauncey Boucher y un comité de profesores de la Universidad.

En enero de 1942 Robert Maynard Hutchins, presidente de esta institución, consideró que se le daba mucha importancia a la memorización y poco al impacto de las ideas, por lo que decidió reformar este programa.

En la década de los cincuenta el rector Lawrence Kimpton hizo cambios pedagógicos para volver en gran parte a los inicios del “Nuevo Plan”. Además se implantó un “año común” de cuatro asignaturas de un año de duración: Humanidades, Ciencias Físicas, Ciencias Biológicas y Ciencias Sociales.

En 1985 el decano Donald reorganizó el núcleo común en siete trimestres en total de Humanidades y Estudios de Civilización, seis trimestres de Ciencias Naturales, tres de Ciencias Sociales y tres de Lengua Extranjera, y dos de Matemáticas.

En la actualidad el “núcleo” consta de Letras, Humanidades, Estudios de Civilización, Ciencias Sociales, Ciencias Biológicas, Ciencias físicas y Ciencias matemáticas.

Programa Grandes Libros en la Universidad de Navarra

En un artículo científico titulado: “La formación intelectual y ética de los estudiantes universitarios a través de seminarios de textos troncales: el caso del Programa Grandes Libros de la Universidad de Navarra”, publicado en Taylor & Francis online en noviembre de 2024, por Álvaro Sánchez-Ostiz y José M. Torralba, se describe la implementación del Programa Grandes Libros en la Universidad de Navarra durante el periodo de 2014 a 2023.

Los objetivos del programa, basado en lo han aprendido por estos profesores españoles de las universidades estadounidenses, son cuatro: “desarrollar la comprensión lectora, el diálogo informado y las habilidades de argumentación escrita; desarrollar un marco interdisciplinario de comprensión de la realidad en el que los estudiantes puedan ubicar lo que aprenden en su programa de grado; desarrollar el pensamiento crítico y cultivar el interés por la verdad; promover el pensamiento ético y la conexión entre el pensamiento y la vida”.

Las conclusiones tras la aplicación de este programa, como muestra el estudio, se puede concretar en que se pueden introducir cursos transversales, que permiten la cualificación profesional. De tal manera que muestren interés, se desarrollen cualidades intelectuales y éticas de manera efectiva.

Desarrollo de virtudes 

Según una de las encuestas realizadas a los estudiantes en 2024 en dicho estudio “sintieron abrumadoramente que los cursos les ayudaron a desarrollar las siguientes virtudes intelectuales: curiosidad, autonomía, humildad, atención, cuidado, minuciosidad, mentalidad abierta, coraje y tenacidad.”

Un estudiante escribió: “Creo que ver cuánto piensan tus compañeros sobre los libros (…) y cuán profundamente pueden llegar, te hace sentir humilde sobre tu propio conocimiento y también despierta en ti el deseo de aprender más sobre nuevos temas”.

Potenciación del pensamiento crítico y el interés por la verdad

En otra encuesta de 2023, del mismo estudio, más del 90 % consideraba que las clases permitieron despertar su interés por conocer la verdad. Sirva de ejemplo lo que comentó un alumno: “Uno de los puntos más positivos de las clases –y, necesariamente, de los profesores– es su labor por inculcar en los estudiantes la alegría de conocer la verdad”.

También se cultiva el interés por la verdad, como comentaba otro estudiante, “no hablando constantemente de la verdad e insistiendo en ella explícitamente, sino descubriendo la verdad en su aspecto más humano y dinámico y reconociendo en los grandes libros las grandes verdades que portan sus personajes”.

Pensamiento ético

Dice el artículo, sobre la moralidad y la responsabilidad cívica que despierta la lectura de los clásicos, que desarrolla “la empatía que se desarrolla en el proceso de lectura entre el lector y el personaje permite una comprensión en primera persona de las experiencias morales. Este proceso influye posteriormente de forma positiva en la forma en que los estudiantes abordan y toman decisiones importantes en su vida, como ha indicado el 66 % de los encuestados en la encuesta de 2023. Además, más del 60%  considera que el Programa ha fomentado su sentido de responsabilidad hacia la sociedad y su compromiso de contribuir al bien común”.

El poder transformador de los Grandes libros

En definitiva la lectura, debate y escritura sobre los Grandes libros tiene una finalidad formativa, busca impactar profundamente en el alumno al vivir una experiencia transformadora con sus compañeros.

Algo que le recuerda a lo que ha plasmado en “Ejecutoria. Una hidalguía de espíritu” Enrique García-Máiquez. Que la nobleza de espíritu no se alcanza únicamente por el intelecto sino por un diálogo, debate o convivencia con otros. Ya que la experiencia de compartir nos humaniza y nos hace libres.

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Evangelio

La barca de Pedro. Tercer domingo de Pascua (C)

Joseph Evans nos comenta las lecturas del tercer domingo de Pascua (C) correspondiente al día 4 de mayo de 2025.

Joseph Evans·1 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos

Jesús está en la orilla (Jn 21, 4). Es la orilla de la eternidad: después de su Resurrección vive en una nueva dimensión. Pero sólo en la orilla, porque aún no ha regresado plenamente a su Padre (véase Jn 20,17). Es ese tiempo intermedio del que nos hablan los Hechos de los Apóstoles: “Se les presentó él mismo después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, aparciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles del reino de Dios” (Hch 1, 3). Puede revelar y ocultar su gloria a voluntad – “los discípulos no sabían que era Jesús”-, como hizo con María Magdalena junto al sepulcro y con los discípulos de Emaús.

Se trata de la segunda pesca milagrosa de Cristo. La primera (Lc 5, 1-11) condujo a la llamada de los apóstoles y, en particular, de Pedro, mientras que este episodio conduce a la consagración de Pedro como pastor universal (Jn 21, 15-18). Es una nueva llamada, también a la abnegación total (vv. 18-19).

Jesús se dirige a los discípulos como “hijos”. Uno con el Padre (Jn 10, 30) y con el Espíritu que nos conduce a la filiación divina (Rm 8, 14-17), está jugando con ellos a un juego divino como un padre amoroso juega con sus hijos. Sabe muy bien que no tienen peces y que dentro de unos segundos les concederá, milagrosamente ¡153 grandes! Cristo ha resucitado para hacernos hijos e hijas de Dios en él, verdaderos hijos de Dios ahora (1 Jn 3, 2), pero esta realidad sólo la sentiremos plenamente, la viviremos, cuando por fin podamos cruzar el arriesgado “mar” de esta vida y llegar a la tierra firme de la vida eterna en el cielo (ver Ap 4, 6; 15, 2).

Pero para cruzar este mar y sobrevivir en sus aguas tormentosas debemos estar en la barca de Pedro, la nueva arca de salvación como lo fue en su tiempo la de Noé. Debemos ir a pescar con Pedro (Jn 21, 3) -es decir, el Papa- compartiendo tanto sus éxitos como sus fracasos. Sólo en la barca de Pedro podemos estar seguros (Mc 4, 35-41). Como muestra la primera lectura de hoy, Pedro nos guía en nuestro testimonio fiel de Cristo, y aunque tengamos que sufrir por ello, estamos “contentos de haber merecido aquel ultraje por el Nombre” (Hch 5, 41). Y nos guía en el camino hacia Cristo (Jn 21, 7).

Pero todos nosotros, a nuestra pequeña manera, recibimos una parte de la autoridad de Pedro: también nosotros, como padres, buenos amigos o almas consagradas a Dios en el celibato, debemos apacentar los corderos y cuidar y apacentar las ovejas que nos han sido confiadas.

Artículos

Ni progresista ni conservador. Francisco promovió la responsabilidad personal para votar

Francisco ha recordado que el cristiano puede elegir libremente su opción política, siempre que forme bien su conciencia según la doctrina social de la Iglesia. La unidad católica no se basa en ideologías, sino en una ética compartida que exige claridad moral y responsabilidad personal.

Fernando Mignone·30 de abril de 2025·Tiempo de lectura: 3 minutos

Bastantes católicos confunden su opinión personal política con la verdad moral y religiosa. Les cuesta saber qué es opinable y por tanto cuestión de prudencia en el arte práctico de la actuación política y social. Piensan que el cristianismo es conservador, o que es progresista. A la vez, a menudo desconocen la verdad ética, debido a una gran ignorancia religiosa y al relativismo ambiental.

Francisco enseñó al mundo que la Iglesia no es de derechas ni de izquierdas, es sencillamente católica, que quiere decir universal. Cada católico puede elegir ser políticamente conservador o progresista. Y por lo tanto, un católico, una cristiana, vota según su conciencia, bien formada, según las enseñanzas sociales de la Iglesia. Prudencialmente. Mas he aquí el quid de la cuestión: ¡hay tanta ignorancia ética!

Por ejemplo, en Canadá, un católico pudo votar por los liberales de Mark Carney, que el 28 de abril ganaron las elecciones, o por los conservadores de Pierre Poilievre, que los perdieron. Ambos partidos promovían políticas problemáticas desde el punto de vista de la doctrina social de la Iglesia. ¿Cuál sería el mal menor?

Con respecto a las elecciones estadounidenses de noviembre pasado, el 14 de septiembre de 2024 Francisco dijo, en una rueda de prensa en el avión papal: «Hay que elegir el menor de los dos males. ¿Esa señora (Kamala Harris) o ese señor (Donald Trump)? No lo sé. Todos los que tienen conciencia deben pensar en esto y elegir. Expulsar a los inmigrantes, dejarlos donde quieras, abandonarlos… es algo terrible, ahí hay maldad. Expulsar a un niño del vientre de la madre es un asesinato, porque hay vida.”

Unos días antes de que el senado argentino legalizara el aborto el 30 de diciembre de 2020 Francisco había señalado, con referencia a esa ley: «El Hijo de Dios nació descartado para decirnos que toda persona descartada es un hijo de Dios. Vino al mundo como un niño viene al mundo, débil y frágil, para que podamos acoger nuestras fragilidades con ternura».

A una diputada argentina el Papa había escrito en noviembre de 2020: «Sobre el problema del aborto, ten presente que no es un asunto primariamente religioso, sino de ética humana, anterior a cualquier confesión religiosa. ¿Es justo eliminar una vida humana para resolver un problema? ¿Es justo contratar un sicario para resolver un problema?»

Hace diez años en su famosa encíclica Laudato si (nn. 60-61) Francisco aseveró: «Se han desarrollado diversas visiones… y posibles soluciones. En un extremo, algunos sostienen a toda costa el mito del progreso y afirman que los problemas ecológicos se resolverán simplemente con nuevas aplicaciones técnicas, sin consideraciones éticas ni cambios de fondo. En el otro extremo, otros entienden que el ser humano, con cualquiera de sus intervenciones, sólo puede ser una amenaza y perjudicar al ecosistema mundial, por lo cual conviene reducir su presencia en el planeta e impedirle todo tipo de intervención”.

«Entre estos extremos, la reflexión debería identificar posibles escenarios futuros, porque no hay un solo camino de solución. Esto daría lugar a diversos aportes que podrían entrar en diálogo hacia respuestas integrales. Sobre muchas cuestiones concretas la Iglesia no tiene por qué proponer una palabra definitiva y entiende que debe escuchar y promover el debate honesto entre los científicos, respetando la diversidad de opiniones. Pero basta mirar con sinceridad para ver que hay un gran deterioro de nuestra casa común. La esperanza nos invita a reconocer que siempre hay una salida». Lo que ahí él escribe sobre nuestra casa común, el planeta Tierra, se podría aplicar a tantos otros temas candentes.

Con su magisterio, Francisco quiso responsabilizar a gobernantes, dirigentes, intelectuales y a cada cristiano, a cada ciudadano de a pie: sensibilizarlos para que promovieran soluciones moralmente buenas. Sobre el matrimonio y la familia, sobre la vida desde la concepción a la muerte natural, sobre Gaza y el Congo y las otras guerras, sobre la inmigración, la economía, la salud… No olvidemos, por terminar con un ejemplo lacerante, que casi 800 millones de personas (o el 10 % de la humanidad) encuentran dificultades para acceder a alimentos adecuados: para ellos, todos los días son de ayuno. Existe una “policrisis”, debida entre otras cosas a cambios climáticos y conflictos, que revierte los avances de la lucha contra el hambre. (Ver el informe de dos ONG europeas Índice Global del Hambre 2023).

El autorFernando Mignone

Montreal / Toronto

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Vaticano

Los Cardenales llaman a la oración por el Cónclave

Un comunicado del colegio de cardenales publicado en la mañana del 30 de abril pide a los fieles oraciones por el inminente cónclave.

Javier García Herrería·30 de abril de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos

Reunido en Roma en el marco de las Congregaciones Generales previas al próximo Cónclave, el Colegio de Cardenales ha dirigido un mensaje al Pueblo de Dios invitándolo a vivir este momento eclesial como un tiempo de gracia y discernimiento espiritual, en actitud de escucha a la voluntad de Dios.

Los Cardenales, «conscientes de la responsabilidad a la que están llamados, sienten la necesidad de ser sostenidos por la oración de todos los fieles. Esta es la verdadera fuerza que en la Iglesia promueve la unidad de todos los miembros del único Cuerpo de Cristo (cf. 1 Co 12, 12)».

Los prelados son conscientes del reto que tienen por delante y humildemente piden la oración de los fieles: «la enormidad de la tarea que tenemos por delante y la urgencia del tiempo presente, es necesario ante todo hacernos humildes instrumentos de la infinita sabiduría y providencia de nuestro Padre celestial, en docilidad a la acción del Espíritu Santo.

El texto del comunicado acude la intercesión de la Santísima Virgen María para que «acompañe estas oraciones con su materna intercesión».

Iniciativas de oración por el cónclave

En torno al próximo cónclave, diversas comunidades católicas han lanzado iniciativas digitales para invitar a los fieles de todo el mundo a unirse en oración por los cardenales electores y por la elección del futuro Papa. La comunidad virtual Monasterio Wi-Fi ha reactivado su conocida plataforma “Adopta un Cardenal”, que permite a cualquier persona recibir, de forma aleatoria, el nombre de un cardenal por el que comprometerse a rezar durante el proceso.

Por su parte, la cadena católica EWTN ha publicado en sus redes sociales una galería con imágenes de los 135 cardenales electores, con el objetivo de acercar sus rostros y trayectorias a los fieles.

Hakuna ha lanzado una creativa campaña titulada “Tu fecha, su fuego”, mediante la cual cada participante recibe el nombre de un cardenal por quien orar, asignado según su fecha de cumpleaños, en un gesto de cercanía espiritual personalizado.

A estas propuestas se suma también Opus Dei Tips, que a través de su cuenta de Instagram ha impulsado su propia forma de unirse a esta corriente de oración global. Todas estas acciones muestran cómo, en tiempos de discernimiento eclesial, la Iglesia se apoya en la oración de sus fieles, también a través de los medios digitales.

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Evangelización

San Pío V, el “Papa de Lepanto”, la Virgen del Rosario, y la aplicación de Trento

La liturgia celebra el 30 de abril a San Pío V, quizá uno de los Papas dominicos más conocidos. Se le recuerda por ser “el Papa de la victoria de Lepanto”, al conseguir aunar una “santa alianza” contra los turcos. También por poner en práctica los decretos del Concilio de Trento.   

Francisco Otamendi·30 de abril de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos

Antonio Michele Ghislieri nació el 17 de enero de 1504 en Alessandría (Italia). En 1521, a los diecisiete años, profesó en la Orden de Predicadores, en Vigevano, tomando el nombre de Miguel. Se le recuerda como “el Papa de la victoria de Lepanto”, no por ser belicoso, sino porque con su prestigio logró una “santa alianza” para detener la amenaza de los turcos en la batalla de Lepanto.

En efecto, el 7 de octubre de 1571 tuvo lugar en el Golfo de Lepanto, entre el Peloponeso y Epiro, la batalla que enfrentó a los turcos otomanos contra una coalición cristiana, llamada Liga Santa, impulsada por el Papa san Pío V. Encomendó la victoria a la Virgen del Rosario, y para dar gracias a la Virgen instituyó su fiesta el 7 de octubre.

Papa reformador

San Pío V, elegido Papa en 1566, prestó gran atención a los pobres y necesitados, y adoptó importantes y numerosas decisiones en materia teológica y litúrgica. Publicó los nuevos textos del Misal (1570), del Breviario (1568) y del Catecismo romano.

Entre las reformas que promovió, siguiendo el concilio de Trento (1545-1563), se señalan la obligación de residencia para los obispos, la clausura de los religiosos, mayor santidad de vida de los sacerdotes, las visitas pastorales de los obispos, el impulso a las misiones y la corrección de los libros litúrgicos.

Piedad y tesón apostólico 

Según el Martirologio romano, “San Pío V, Papa, de la Orden de Predicadores, que, elevado a la sede de Pedro, se esforzó con gran piedad y tesón apostólico en poner en práctica los decretos del Concilio de Trento acerca del culto divino, la doctrina cristiana y la disciplina eclesiástica, promoviendo también la propagación de la fe. Se durmió en el Señor en Roma, el día primero del mes de mayo (1572)”. Sus restos descansan en la Basílica de Santa María la Mayor en Roma, donde acaba de ser enterrado el Papa Francisco.

El autorFrancisco Otamendi

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Cultura

Julia Cameron, la alegría de escribir

Julia Cameron nos ayuda a descubrir que la escritura es una actividad maravillosa: no solo es genuinamente humana, sino que realmente es un regalo de Dios y una forma de oración. Su libro El camino del artista ha vendido más de cinco millones de ejemplares.

Marta Pereda y Jaime Nubiola·30 de abril de 2025·Tiempo de lectura: 3 minutos

El principio básico nº 5 del libro El arte de escribir dice así: “La creatividad es un regalo de Dios. Usarla es el regalo que nosotros le devolvemos a Dios” (p. 39). La pedagogía de Julia Cameron (Libertyville, cerca de Chicago, 1948) gira alrededor de la idea de que Dios está a favor de que cada uno de nosotros seamos creativos. Y también trata de desterrar la creencia popular de que el artista típicamente es bohemio, problemático y pobre. Cameron sostiene que todos somos creativos y que debemos cuidar unos de la creatividad de los otros. 

Además de escritora y profesora, Julia Cameron es periodista, artista, cineasta, dramaturga y compositora. Su madre era poeta y su padre trabajaba en publicidad. Estuvo casada con Martin Scorsese (1976-77) y tuvieron una hija, pero la repentina fama de él, su infidelidad, y el alcoholismo de ella complicaron su vida matrimonial.

Superar el bloqueo

En 1978, divorciada y madre de una niña pequeña, consiguió, sin embargo, mantenerse sobria. Tenía 30 años y su preocupación era cómo seguir siendo creativa y a la vez estar sobria. Un amigo le ofreció el libro Ideas creativas (Ernest Holmes, 1964) que le ayudó a enfocar la creatividad como un auténtico camino de vida espiritual. A partir de esa evolución personal, comenzó a dar clases sobre cómo superar el bloqueo creativo. Con el material de aquellas clases, escribió un libro que fotocopiaba y hacía llegar a sus amigos en vías de una recuperación creativa y a sus alumnos. Recibió muchas muestras de agradecimiento por su libro y pensó en publicarlo.

En una charla en Santa Fe, Nuevo México, —donde reside en la actualidad—, Julia Cameron explicaba en el año 2017 que cuando propuso a su agente literario que tratara de publicar aquel libro, este le respondió que el tema  no era interesante y que se centrara en escribir guiones de cine como había hecho hasta entonces. Afortunadamente, para ese momento, Julia ya sabía que el libro era necesario, tanto por su propia experiencia como profesora como por los testimonios que recibía de alumnos y amigos. Así que despidió a su agente literario y buscó otra agencia. Finalmente, en 1992, la editorial TarcherPerigee —hoy en día integrada en Penguin— publicó el libro. Se titula El camino del artista y ha vendido desde entonces más de cinco millones de ejemplares y se ha traducido a infinidad de idiomas.

La vida creativa

Julia Cameron mueve a sentir que, con independencia de las creencias de cada uno, la creatividad es la vida misma. En El camino del artista habla de dos actividades que todo artista debe realizar para recuperar y mantener su creatividad: escribir tres páginas diarias sobre cualquier cosa que se le pase por la cabeza en ese momento y realizar en solitario una actividad creativa semanal, llamada “cita con el artista”, que puede ser desde ver una película o acudir a un museo hasta comprar algo de poco valor en un bazar… También anima al artista en recuperación a pasear en soledad. En su web explica por qué las tres páginas diarias y la cita con el artista son tan importantes. Las primeras, porque ayudan a despejar la cabeza y a descubrir qué te está impidiendo crear; la segunda, para mantener lleno el pozo creativo.

En cada capítulo, además, propone pequeñas tareas inspiradoras y sencillas como método para que la vida creativa llegue a nosotros: arreglar un rincón de la casa que será nuestro sitio creativo, darnos pequeños caprichos —como ¡comprar fresas!— o trasplantar una planta a una maceta más grande. ¿Quién no puede hacer este tipo de cosas?

Julia Cameron no ha tenido una vida fácil, pero como decía en una entrevista en mayo de 2006: “Cuando escribo me siento alegre, lo que explica por qué he sido tan productiva”. En la introducción de The Right to Write (1998) se presentaba así: “Escribo desde que era muy joven y, a medida que me hago mayor, escribo cada vez con más frecuencia y abarco cada vez más géneros. He escrito narrativa y obras no literarias, películas, obras de teatro, poemas, ensayos, críticas, artículos periodísticos e incluso musicales. Escribo por amor, por dinero, para escapar, para tomar tierra, para desconectar, para sintonizar y para hacer casi cualquier cosa en la que escribir tenga alguna utilidad. La escritura ha sido durante más de treinta años mi compañera constante, mi amante, mi amiga, mi trabajo, mi pasión, y el modo de relacionarme conmigo misma y con el mundo en el que vivo. Escribir es mi manera de vivir y a veces parece incluso la razón de mi vida” (p. xv).

Escritura y espiritualidad

Julia Cameron fue criada como católica y probablemente esa formación le ha ayudado a descubrir el sentido profundamente espiritual de toda actividad creativa, en particular en la escritura personal. Sus libros han ayudado a muchísimas personas a iniciarse en la escritura, ensanchando así su vivencia espiritual: “Escribir nos convierte en dueños de nuestro mundo: lo hace directa y específicamente nuestro. Debemos escribir porque los humanos somos seres espirituales y la escritura es una forma poderosa de oración y de meditación que nos conecta tanto con nuestras propias intuiciones como con un nivel superior y más profundo de orientación interior. Debemos escribir porque la escritura aporta claridad y pasión al acto de vivir. […] Debemos escribir porque es bueno para el alma” (Ibid., p. xvi).

El autorMarta Pereda y Jaime Nubiola

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Teología del siglo XX

«Mero cristianismo», de C. S. Lewis

Mero Cristianismo es una de las obras más conocidas de C. S. Lewis, pues en ella habla de algunas claves de la fe con las que pueden identificarse los cristianos de diferentes denominaciones.

Juan Luis Lorda·30 de abril de 2025·Tiempo de lectura: 7 minutos

El libro Mero cristianismo de C. S. Lewis, ha acompañado a muchos conversos hacia la fe cristiana. Se les acerca y les ayuda a entender con originalidad y viveza las claves de la fe. Procede de un conjunto de charlas radiadas por la BBC durante los primeros años de la II Guerra Mundial (1941-1942), cuando Inglaterra se quedó sola frente al poder de Hitler y experimentó las durezas del conflicto: bombardeos aéreos, bloqueo marítimo y maniobras de los servicios secretos; las derrotas en el Continente, los desplazamientos de miles de personas, los heridos y los muertos.

Había que movilizar no solo los cuerpos sino también los espíritus. Y la famosa compañía británica pensó en un aliento religioso. Dada la variedad religiosa de Gran Bretaña (anglicanos, calvinistas, metodistas, católicos…) prefirieron evitar clérigos conocidos.

La elección recayó en C. S. Lewis, que era (solo) Fellow del Magdalen College (Oxford). C. S. Lewis había vuelto a la fe cristiana en Oxford (1929-1931), era miembro practicante de la Iglesia de Inglaterra y se sentía empujado a confesar su fe. Lo que no siempre caía bien en su entorno académico. Quizá por eso, con más de 40 años, era solo fellow y no consiguió una cátedra en Oxford sino, mucho más tarde, en Cambridge (1955). Habían gustado mucho al público unas charlas suyas sobre El problema del dolor (1941), con la pregunta acuciante: ¿Cómo puede un Dios bueno permitir tanto mal?

El planteamiento del Mero cristianismo

Se emitieron tres series de charlas. La primera sobre el sentido moral y la existencia de Dios: Lo correcto y lo incorrecto como clave para entender el mundo; la segunda, sobre El comportamiento cristiano; la tercera, sobre Más allá de la personalidad o primeros pasos en la doctrina de la Trinidad. Tuvieron gran éxito y mucha gente las agradeció en esa hora tan mala. Las corrigió y publicó por separado (1942-1944) y más tarde las volvió a corregir y reunió en Mere christianity (1952), mero cristianismo o “cristianismo sin más”. 

El título alude a lo que le habían pedido: tenían que servir para el conjunto de cristianos sin entrar en controversias. Centrarse en lo válido para todos, lo más cristiano. Es el motivo de que no entre en algunos temas (la estructura de la Iglesia o la Virgen María, por ejemplo). Pero sí en los fundamentos, con el ánimo de repensarlos. Aconsejando una vez a predicadores, insistía en que, si uno no es capaz de traducir las fórmulas que cree en otras, en realidad no las entiende. Y es lo que intenta hacer aquí, acercándose a la mentalidad de la gente común y a sus dificultades ante algunos temas: la redención, la Trinidad, el mal.  También quiere desmontar y reconstruir algunos tópicos: “Debe haber algo más allá”, “Cristo era en definitiva (solo) un maestro de moral”, “la moral cristiana consiste en ser ciudadanos honrados y evitar algunos pecados”.

Ese esfuerzo de traducción y repensamiento es la base de la originalidad y profundidad teológica de C. S. Lewis. No se sentía un teólogo profesional y no entra en temas demasiado especializados. Le interesan los que un cristiano debe vivir. Lo hace con su eminente capacidad de presentar sintéticamente los argumentos buscando inteligentes ejemplos. Y así ha conseguido hacer, de hecho, una de las obras más significativas de la teología del siglo XX. Y un texto magistral en muchos sentidos.

Los contenidos

Aunque las series eran independientes están conectadas y se ordenan en 4 “libros” porque la primera serie ocupa los dos primeros. Se empieza con el descubrimiento del verdadero Dios, a través de un argumento moral: la experiencia constante del juicio de conciencia sobre lo bueno y lo malo (lo correcto y lo incorrecto) (libro I). Sigue una descripción de la doctrina de la redención, centrada en la realidad de la caída del ser humano y la misión de Cristo (libro II). El tercer libro trata sobre el comportamiento cristiano, que rápidamente se centra en vivir en Cristo unido a su Iglesia. Y el cuarto, es una rápida e inteligente justificación del misterio trinitario y su historia para pasar a cómo el cristiano puede identificarse de verdad con Cristo.

La guerra entre el bien y el mal, que aquí aparece, será desarrollada después en sus famosas y geniales Cartas del diablo a su sobrino, publicadas en la prensa a lo largo de 1942.  Mero cristianismo recoge, aunque no tiene citas, algunos temas de El hombre eterno de Chesterton, que Lewis leyó en 1926, cuando se acercaba a la fe. Por ejemplo, la importancia de la caída original, pero abordada con realismo y no simplemente aceptada en general. El que resulte insostenible defender que “Cristo en definitiva era una buena persona” como le gusta pensar a un cristianismo rebajado o ”aguado” como dice Lewis. En los Evangelios la figura de Cristo es demasiado poderosa y exigente para pensarlo solo como una buena persona o un simple maestro de moral. Es el famoso trilema de Lewis, que ya está en Chesterton. “Tenéis que escoger: O ese hombre era y es el Hijo de Dios, o era un loco o algo mucho peor” (II, 3 in fine). También la idea de que, si es verdad que Dios es amor, no puede ser un Dios solitario en espera de crear alguien a quien amar; sutil y, al mismo tiempo profunda y eficaz reflexión sobre la Trinidad.

La ley moral

Lo correcto y lo incorrecto es la traducción adecuada del título del primer “libro” (Right and Wrong) añadiéndole “como clave para entender el universo”. Cuando Lewis escribe, el argumento moral para demostrar la existencia de Dios estaba intelectualmente desacreditado por poco eficaz y no concluyente (en teoría). Pero Lewis es un observador muy perspicaz, además de un converso. Y se fija en el enorme arraigo que tiene en la vida humana la apelación a lo correcto e incorrecto. Los seres humanos apelamos constantemente a nuestros derechos y nos quejamos de ofensas e injusticias. Nadie puede quejarse de nada si no existe lo correcto. Al quejarnos, con esa misma fuerza, reconocemos la existencia de una ley moral y un orden que no nos inventamos y que alguien ha tenido que poner. La demostración es tan válida como la queja, en la misma medida.

Las creencias

Lo que creen los cristianos es el título del segundo libro y la segunda parte de la primera serie de charlas. Primero presenta las variantes posibles sobre Dios: entre el ateísmo y creer en un Dios; y entre creer que todo es Dios (panteísmo) o creer que todo no es Dios y hay un Creador distinto del mundo.  Según los casos, puede entenderse o no el mal. Si no hay Dios, no hay mal, solo de modo relativo. Pero si todo es Dios, tampoco. El mal propiamente solo aparece cuando hay un Dios bueno, pero eso mismo plantea un problema: Cómo un Dios bueno permite el mal, entonces tan patente (la horrible guerra). Es preciso recordar que Dios nos ha creado seres libres, y si somos realmente libres, podemos acertar o fallar, querer lo que Dios quiere o no quererlo.

La realidad de la caída, estupendamente presentada, significa que el mundo es un “terreno ocupado por el enemigo”, que necesita un rescate nada fácil. Dicho rescate lo lleva a cabo Jesucristo, desembarcando en este mundo, de incógnito. Lo que ha sido una quiebra brutal de la obediencia debida a Dios encuentra su solución en una obediencia plena hasta la muerte del Hijo, (“el perfecto penitente”) que abre un camino. El camino de identificarse con Él para ser hijo en el Hijo y cumplir la voluntad del Padre. Es notable que Lewis insiste mucho en esta identificación real como el único modo de vivir auténticamente el cristianismo, que no es una moralina, un conjunto de normas de personas bien pensantes y educadas.

“La gente a menudo se pregunta cuándo tendrá lugar el próximo paso en la evolución del hombre: el paso hacia algo más allá de lo humano. Pero para los cristianos ese paso ya ha sido dado. Con Cristo apareció una nueva clase de hombre y la nueva clase de vida” (al comenzar II, 5). Y esa vida, que se recibe por el Bautismo, la doctrina y la Eucaristía (la Cena), se vive corporativamente en la Iglesia. No puede darse propiamente un cristianismo en solitario. Cada uno se “incorpora” socialmente a Cristo.

El comportamiento cristiano

El libro III está dedicado a presentar la vida cristiana al mismo tiempo que desmonta la colección de tópicos populares sobre la moral. Comienza con una inteligente presentación de las partes de la moral. Escoge, entre otros, el ejemplo de una escuadra de barcos. Se necesita que vayan ordenados y no choquen unos con otros, pero también que cada barco esté internamente bien (si no, acabarán chocando), y que el conjunto de la escuadra sepa adónde va. Sigue una breve presentación de las siete virtudes, cardinales e infusas, que es lo que hace funcionar a cada uno. Y una presentación de la moral social, insistiendo en que el mensaje cristiano no tiene opciones fijas en lo temporal, que no es adecuado esperar que intervengan los clérigos y que es terreno que corresponde al buen hacer de los laicos. 

La moral sexual es tratada con mucho ingenio y seriedad. Le sirve una comparación con la conducta alimenticia para poner, con sentido común, muchas cosas en su sitio. Recuerda que el cristianismo es casi la única religión que aprecia el cuerpo humano hasta el punto de que creemos en la resurrección y en la Encarnación de Cristo. 

Es evidente, que en el desorden de nuestra concupiscencia hay un desorden del pecado y una lucha por llevar. Pero también que no es el peor pecado porque afectan mucho más hondo los pecados espirituales, como la soberbia y el odio. Podemos tender a vivir como animales o como diablos, pero lo segundo es mucho peor.

Después viene un rápido y eficaz tratamiento sobre el matrimonio deteniéndose en el valor del compromiso. Y un repaso por la fe, la esperanza y la caridad.

Más allá de la personalidad

Es el título del cuarto “libro” con sus once puntos, correspondientes a otras tantas charlas en la radio. Como todo el libro contiene un montón de cosas interesantes. Empieza por una reivindicación de la importancia actual de la teología (“si no sabéis, no es que no tengáis teología, es que tendréis un montón de ideas equivocadas alojadas en la cabeza”). Y una distinción entre engendrar y hacer, que es la clave para iniciarse en el misterio de la Trinidad, cuando se distingue cómo el Hijo ha sido engendrado desde toda la eternidad y la creación ha sido hecha en el tiempo. Además, cada uno de nosotros ya ha sido creado, pero necesita ser engendrado a la vida de gracia. Y pasar de la vida natural y biológica (que llama Bios) centrada en nuestros propios fines a la vida de Dios (Zoé), que es un vivir en Cristo por el Espíritu Santo. Y esta idea va cobrando fuerza a lo largo de toda esta parte.

Llama la atención la claridad de Lewis sobre el Espíritu Santo: “A todo el mundo le gusta repetir ‘Dios es Amor’, pero parecen no darse cuenta de que las palabras ‘Dios es Amor’ no tienen significado real a no ser que Dios contenga al menos dos Personas (…). Si Dios fuera una única persona entonces, antes de que el mundo fuera creado, Dios no era amor (…). Lo que surge de la vida conjunta del Padre y del Hijo es una auténtica Persona (…). Tal vez algunos encuentren más fácil empezar con la tercera Persona y proceder hacia atrás. Dios es Amor y ese Amor se difunde a través de los hombres, y especialmente a través de toda la comunidad cristiana. Pero este Espíritu de Amor es, desde toda la eternidad, un Amor que se da entre el Padre y el Hijo” (IV,4).

Y concluye: “Al principio dije que había Personalidades en Dios. Ahora voy más lejos, no hay auténticas personalidades en ningún otro sitio. Hasta que no hayáis entregado vuestro ser a Cristo no tendréis un auténtico ser (…) ¡Cuán monótonamente iguales son los grandes conquistadores y tiranos; cuán gloriosamente diferentes son los santos. (…) Cristo os dará ciertamente una auténtica personalidad pero no debéis acudir a Él solo por eso (…). El primer paso es intentar olvidar el propio ser por completo (…). Buscaos a vosotros mismos y encontraréis a la larga solo odio, soledad, desesperación, furia, ruina y decadencia. Pero buscad a Cristo y encontraréis todo lo demás”.

Vaticano

Rápidos y decisivos: así son los cónclaves del siglo XX y XXI

Con excepciones históricas, la mayoría de los cónclaves modernos han durado menos de cinco días. La Iglesia ha mostrado eficacia al elegir sucesores de Pedro.

Javier García Herrería·29 de abril de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos

Tras la muerte de un pontífice, la Iglesia entra en sede vacante, un periodo de reflexión y oración que culmina con el cónclave: la reunión de los cardenales electores encargada de elegir al nuevo Papa. Si bien en la Edad Media los cónclaves podían alargarse durante meses e incluso años, el siglo XX y lo que va del XXI han mostrado una notable agilidad en las deliberaciones, con elecciones resueltas en pocos días.

Un recorrido por la historia reciente muestra cómo los cardenales han tomado decisiones rápidas en momentos cruciales para la Iglesia. El cónclave más breve de los últimos 100 años fue el que eligió a Benedicto XVI, tras la muerte de Juan Pablo II en 2005. Duró apenas 26 horas, destacándose como uno de los más rápidos en siglos. Por contraste, el más largo de la historia fue el que eligió a Gregorio X, que se prolongó por dos años y nueve meses entre 1268 y 1271.

Los últimos 120 años

Durante el siglo XX y XXI, los cónclaves han sido notoriamente breves. La elección de Pío X en 1903 se resolvió en apenas tres días, mientras que su sucesor, Benedicto XV, fue elegido en cinco días en 1914. En 1922, Pío XI fue nombrado tras cuatro días de deliberaciones. La elección de Pío XII, en 1939, también fue rápida, durando solo tres días.

El patrón continuó con Juan XXIII, quien fue elegido en tres días en 1958, y con Pablo VI, cuyo cónclave en 1963 duró igualmente tres días. El proceso más breve del siglo XX se dio con Juan Pablo I, elegido en dos días en 1978. Ese mismo año, Juan Pablo II, el primer Papa no italiano en siglos, fue elegido tras cuatro días de cónclave.

En el siglo XXI, la elección de Benedicto XVI destaca por su rapidez excepcional: tan solo 26 horas bastaron en 2005 para designarlo sucesor de Juan Pablo II.

Si hacemos caso a todos estos precedentes, el domingo 11 de mayo es seguro que habrá un nuevo Papa.

Vaticano

Sorprendente éxito de un documental sobre la Guardia Suiza

La obra ofrece una visión íntima y reveladora sobre la Guardia Suiza Pontificia, el cuerpo militar más pequeño del mundo, responsable de la seguridad del Papa desde hace más de cinco siglos.

Javier García Herrería·29 de abril de 2025·Tiempo de lectura: < 1 minuto

​El documental «El misterioso ejército del Papa», producido por DW Documental, ha superado los 3 millones de reproducciones en tan solo 10 días desde su publicación en YouTube, evidenciando el notable interés mediático que suscita el Vaticano en estos momentos, incluso para una institución secundaria como la Guardia Suiza.

A través de una narrativa cercana, el documental acompaña a varios jóvenes suizos en el proceso de convertirse en guardias del Papa: desde su decisión inicial, motivada por la fe y el deseo de servicio, hasta el solemne juramento de fidelidad que los compromete a proteger al Santo Padre, incluso con su vida. La obra muestra el exigente entrenamiento físico, el acompañamiento espiritual y los valores que moldean a este singular cuerpo de élite, compuesto únicamente por ciudadanos suizos, católicos practicantes y con formación militar previa.

La cámara también se adentra en los aspectos menos conocidos de la vida cotidiana de estos soldados dentro del Vaticano, revelando cómo la devoción personal se integra con una rigurosa disciplina militar. Con testimonios directos, escenas inéditas y un enfoque humano, la producción permite comprender por qué este pequeño ejército sigue cautivando al mundo.

Datos técnicos del documental:

  • Título en español: El misterioso ejército del Papa
  • Duración: 42 minutos
  • Producción: DW Documental
  • País: Alemania
  • Año de producción: 2024
  • Disponible en: YouTube – DW Documental
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Evangelización

Santa Catalina de Siena, virgen y doctora de la Iglesia

La Iglesia celebra el 29 de abril a santa Catalina de Siena, virgen, que luchó por el retorno del Papa de Avignon a Roma, y por la libertad y la unidad de la Iglesia. San Pablo VI la nombró doctora de la Iglesia en 1970 y san Juan Pablo II, copatrona de Europa en 1999.  

Francisco Otamendi·29 de abril de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos

Catalina Benincasa, conocida como santa Catalina de Siena, nació el 25 de marzo de 1347 en Siena (Italia), y falleció en Roma el 29 de abril de 1380. En la adolescencia hizo voto de virginidad, que no fue bien recibido por su familia. El año 1363 vistió el hábito de la Tercera Orden de Santo Domingo, y a partir de entonces se esforzó en mantener una honda piedad y devoción a Cristo crucificado. 

Movida por su gran amor a Dios, al prójimo y a la Iglesia, Catalina comenzó a escribir cartas, aunque tenía dificultad para redactar. Iban dirigidas a laicos y clérigos cercanos, y también a obispos, abades y cardenales, e incluso a los Papas de su época. En sus cartas a los Papas se aprecia un amor filial y obediente –llama al Romano Pontífice ‘il dolce Cristo in terra’–, y pide su retorno a Roma, paz y concordia en los Estados Pontificios y un esfuerzo común de liberar los Santos Lugares  y a los cristianos de Tierra Santa.

Luchó por la libertad y la unidad de la Iglesia

Viajó a Aviñón con algunos amigos en el año 1376, para presentar a Gregorio XI lo que había manifestado en sus cartas. Luego, en el trágico cisma de Occidente, a partir de septiembre de 1378, luchó con determinación por la unidad de la Iglesia. Su obra maestra es el ‘Dialogo della divina Provvidenza’, dictada sobre sus visiones en los últimos años de su vida.

Fue sepultada en la basílica de Santa Maria sopra Minerva y elevada a los altares por Pío II en el año 1461. El Papa Pío XII la declaró patrona de Italia (con san Francisco de Asís). San Pablo VI la declaró doctora de la Iglesia (junto con santa Teresa de Jesús) en el año 1970. Y san Juan Pablo II la proclamó en 1999 copatrona de Europa (con santa Benedicta de la Cruz, Edith Stein), y santa Brígida de Suecia. 

La liturgia celebra también el 29 de abril a san Hugo de Cluny, cuya abadía gobernó 61 años, al laico casado coreano y mártir, san Antonio Kim Song-u, y al obispo de Nápoles san Severo, entre otros.

El autorFrancisco Otamendi

Familia

Victor Perez: “Un sacerdote puede inspirar mucho a los matrimonios”

Victor Perez es un sacerdote con una labor muy específica en la iglesia de St.Joseph en Houston, Estados Unidos. Su ministerio se desarrolla principalmente con los matrimonios, a quienes acompaña en su camino.

Paloma López Campos·29 de abril de 2025·Tiempo de lectura: 3 minutos

Victor Perez es un sacerdote con una labor muy específica en la iglesia de St.Joseph en Houston, Estados Unidos. Su ministerio se desarrolla principalmente con los matrimonios, a quienes acompaña en su camino. Además, ayuda a jóvenes adultos a conocer mejor a Cristo para, poco a poco, madurar en su camino espiritual y aceptar la vocación matrimonial con valentía si ese es el plan de Dios para ellos.

Este joven sacerdote trabaja a diario para ayudar a los matrimonios que asisten a la iglesia a crear una comunidad unida que les ayuda a vivir su vocación. Considera que esta comunidad es esencial para que las parejas no caminen solas, sino que tengan una red de apoyo que les ayude a crecer, a vivir su fe y a disfrutar de la belleza de su llamada. Para ello se une a grupos como Witness to Love, un movimiento nacido en Estados Unidos hace más de 12 años y que promueve la buena preparación al matrimonio. Para los miembros de este proyecto, dicha preparación se basa en la confianza y en el acompañamiento.

Convencido de la belleza de la vocación matrimonial, Victor Perez habla con Omnes sobre el acompañamiento pastoral como una herramienta esencial para los matrimonios católicos, que pueden encontrar siempre una ayuda bien dispuesta en las iglesias y grupos como St.Joseph o Witness to Love.

¿En qué consiste el acompañamiento pastoral a los matrimonios?

—En mi parroquia este acompañamiento pastoral se centra especialmente en la creación de una comunidad para que los matrimonios se conozcan. Luego yo les ayudo a plantearse preguntas para que puedan profundizar en pareja. Además tenemos grupos de formación liderados por matrimonios católicos.

Yo a lo que me dedico especialmente es a preparar a los novios para el matrimonio. Pienso que muchas parejas quieren casarse y es importante darles una preparación previa al matrimonio, pero una vez se han casado hay que seguir con ellos y no olvidarse de la importancia de una comunidad que les acompañe.

¿Qué dificultades tienen los jóvenes de hoy para casarse? ¿Qué hace la Iglesia para ayudar a estos novios a afrontar estos problemas?

—Es importante que los jóvenes adultos tengan grupos en la parroquia para acudir a la formación, conocer mejor la Biblia y recibir los sacramentos. Pienso también que promover la Teología del Cuerpo ayuda mucho.

Los jóvenes adultos están buscando la verdad, tienen sed de Dios. Si les ayudamos a poner a Cristo en el centro pueden aprender del Señor, crecer en su vida espiritual y prepararse para el matrimonio.

Algo que he observado en mi ministerio es que muchos jóvenes no se preguntan si tienen que casarse o no, sino que tienen claro que quieren recibir el sacramento. El problema está en que no encuentran personas que comparten sus valores y su modo de ver la vida o la forma de llevar una relación en pareja. Esto es un reto y el modo de afrontarlo es tener grupos en la Iglesia en los que puedan entrar todos, donde los jóvenes se sientan cómodos y puedan sentir la llamada del Espíritu Santo a vivir el Evangelio.

¿Qué pasos tiene que tomar la Iglesia en conjunto para entender mejor la realidad del matrimonio?

—Es bueno que haya líderes en la Iglesia que estén casados y que sean mentores de otros matrimonios. Estos matrimonios tienen que estar involucrados en las parroquias, trabajando mano a mano con el sacerdote porque las personas casadas también son apóstoles.

¿Por qué es importante que los matrimonios tengan un acompañamiento pastoral a lo largo de su vida?

—En parte porque la formación es esencial para vivir mejor el matrimonio. Pero insisto en que el acompañamiento de los matrimonios a otros matrimonios es básico, en los buenos tiempos y en las épocas de crisis.

No es correcto pensar que después del sacramento los casados se pueden quedar solos. Al igual que después del Bautismo uno sigue recibiendo formación y está acompañado, después de casarse las parejas también necesitan caminar junto a alguien.

En el acompañamiento pastoral, yo intento hablar sobre el amor sacrificial de Cristo y estoy disponible para escuchar a las parejas y estar junto a ellos en momentos importantes para la familia, como el bautizo de los hijos.

Pienso que un sacerdote puede inspirar mucho, porque la vocación sacerdotal es una vida de sacrificio y entrega totalmente orientada a Cristo. En este sentido, podemos ayudar mucho a las parejas a elevar la mirada al Cielo y fijar la santidad como meta.

¿Qué formación tienen que recibir los sacerdotes para acompañar a los matrimonios?

—Pienso que la Teología del Cuerpo es muy importante, porque ayuda a comprender la grandeza del matrimonio. Estas enseñanzas de san Juan Pablo II permiten comprender la belleza del sexo, la comunión de Personas en la Trinidad de la que es reflejo el matrimonio, etc.

Los sacerdotes tienen que tener una base fuerte de formación intelectual y espiritual, pero también hay que tener habilidades sociales para que los casados estén cómodos y puedan abrir sus corazones y sus casas.

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Teología del siglo XX

Kant y los católicos

Emmanuel Kant es el filósofo moderno que más temas ha pensado y puesto en discusión, y por eso ha tenido un inmenso eco de estímulo reactivo, a veces positivo, en el pensamiento católico, desde Balmes a Blondel, Marechal o Juan Pablo II.

Juan Luis Lorda·29 de abril de 2025·Tiempo de lectura: 7 minutos

El famoso filósofo prusiano Emmanuel Kant (1724-1804) ha dejado un testimonio personal de persona honesta y trabajadora. Más simpática y social de lo que a veces ha recogido un anecdotario mal escogido. De origen humilde y protestante, y con un empeño intelectual y una seriedad moral a los que nunca renunció, aunque perdió la fe en la revelación cristiana y quizá en Dios. Algunos fragmentos de su Opus postumum (ed. 1882, 1938) pueden dar esa sensación, difícil de valorar. 

La ilustración de Kant

Es el ilustrado más representativo y, al mismo tiempo, el menos, porque los demás no son ni tan profundos ni tan serios. Y no fue masón. Y además, hay muchos ilustrados católicos (Mayans, Feijóo, Jovellanos…). Pero él definió Qué es la ilustración (1784), compendiándolo en el lema “atrévete a saber” (sapere aude). Que suponía hacerse intelectualmente adulto y librarse de tutores y tutelas (y también de la censura estatal prusiana y protestante) para pensar por cuenta propia y buscar el saber en todas las fuentes auténticas. Ideal asumible y asumido por los católicos en todo el saber natural. Conscientes, sin embargo, de que necesitamos la revelación de Dios para conocer lo más profundo del mundo creado y de nosotros mismos, y también para salvarnos en Cristo.

Pero Kant, como muchos de su época y de la nuestra, no confiaba en los testimonios históricos cristianos. Y por eso quiso desprender la religión cristiana de sus bases históricas (Jesucristo) y así compuso La religión dentro los límites de la razón (1792). Reduciendo el cristianismo a una moral sin dogma, y repercutiendo ampliamente en el mundo protestante (Schleiermacher) y católico (modernismo). 

Se dice que, así como el pensamiento católico depende de Aristóteles cristianizado por santo Tomás, el pensamiento protestante depende de Kant cristianizado por Schleiermacher (1768-1834). La diferencia está en que a santo Tomás le sirve el vocabulario de Aristóteles para pensar y formular bien la Trinidad y la Encarnación, mientras que a Schleiermacher, el agnosticismo de Kant le obliga a convertir los misterios cristianos en geniales metáforas. Solo queda la conciencia humana ante el absoluto y Cristo como realización máxima (por lo menos de momento) de esa posición. Y el mandamiento del amor al prójimo como aspiración a la fraternidad universal, que es en lo que el liberalismo protestante que sigue a Schleiermacher resumirá La esencia del cristianismo (1901, Harnack). 

Pero el católico Guardini le recordará que La esencia del cristianismo (ed. 1923, 1928) es una persona y no una idea, Jesucristo. Que ese Jesucristo es El Señor (1937), Hijo de Dios, con quien nos unimos por el Espíritu Santo. Y que todo eso se celebra, se vive y se expresa en la liturgia sacramental de la Iglesia (El espíritu de la liturgia, 1918).

La Crítica de la razón pura

En el trasfondo filosófico de Kant chocan dos tradiciones: de un lado la racionalista de Spinoza y Leibnitz, pero sobre todo de Christian Wolff (1679-1754), hoy casi desconocido, pero autor de una obra filosófica enciclopédica con todas las especialidades y la metafísica, centrada en Dios, el mundo y el alma. Kant no conocía directamente ni la tradición escolástica medieval ni la clásica griega (no leía griego). Por eso, su Crítica de la razón pura (ed. 1781, 1787), sobre todo, es crítica al método racionalista de Wolff y a su metafísica. 

Con esto choca el empirismo inglés, especialmente de Hume (1711-1776), con su radical distinción entre la experiencia de los sentidos (empírica) y la lógica de las nociones, que dan lugar a dos tipos de evidencia (Mater of fact / Relation of ideas). Y su crítica a nociones clave como la de “substancia” (noción de sujeto ontológico), que incluye el yo y el alma, y la de “causalidad”. Para Hume, no se puede convertir un haz de experiencias del yo unidas por la memoria en un sujeto (un alma) y tampoco una empírica y habitual sucesión en una verdadera “causalidad racional” donde la idea de una cosa obligue lógicamente a otra. A esto se añade la física de Newton que descubre comportamientos necesarios en el universo con leyes matemáticas. ¿Pero cómo puede darse un comportamiento “necesario” en un mundo empírico?

Kant deducirá que las formas e ideas que la realidad no puede dar, porque es empírica, las tienen y las ponen nuestras facultades: la sensibilidad (que pone el espacio y el tiempo), la inteligencia (que tiene y pone la causalidad y las demás categorías kantianas) y la razón (pura) que maneja las ideas de alma (yo), mundo y Dios, como forma de unir coherentemente toda la experiencia interna (alma), externa (mundo) y la relación entre ambas (Dios). Esto quiere decir (y así lo dice Kant) que la experiencia externa pone la “materia” del conocimiento, y nuestras facultades le dan “forma”. Con lo cual, lo inteligente lo pone nuestro espíritu y no es posible discernir qué hay más allá. Esto no lo reconoce Kant, pero el idealismo posterior lo llevará al extremo (Fichte y Hegel).

Reacciones católicas

La Crítica de la razón pura suscitó, inmediatamente, una poderosa reacción en ambientes católicos, especialmente entre los tomistas. Muchas veces inteligente, alguna vez poco elegante. Probablemente, fue el medio que le dedicó mayor atención, consciente de lo que está en juego. Aunque la referencia inmediata de Kant sea la metafísica de Wolff (y eso produce algunas distorsiones), toda la metafísica clásica (y la teoría del conocimiento) se ve afectada. Este esfuerzo originó incluso una asignatura del plan de estudios, llamada, según los casos, Epistemología, Crítica del conocimiento o Teoría del conocimiento.

La tradición tomista, con todo su arsenal lógico escolástico, tenía instrumentos de análisis más finos de los que usaba Kant, aunque también los análisis kantianos los desbordaban a veces. Con cierta ignorantia elenchi, Kant repropone el problema escolástico inmensamente debatido de los universales. Es decir, cómo es posible que obtengamos nociones universales a partir de la experiencia concreta de la realidad. Esto exige entender muy bien la abstracción y separación, y la inducción, operaciones del conocimiento muy estudiadas por la escolástica. También, los “entes de razón” (como el espacio y el tiempo) que tienen fundamento real y mentalmente pueden separarse de la realidad, pero no son cosas ni tampoco formas previas en el conocimiento.

El jesuita Benito Stattler publicó un Anti-Kant, en dos volúmenes, ya en 1788. Después, han sido muchos más. Merece la pena destacar la atención que le presta Jaime Balmes en su Filosofía Fundamental (1849), y Maurice Blondel en sus Notas sobre Kant (en La ilusión idealista, 1898), y Roger Vernaux, en su comentario a las tres críticas (1982) y otros trabajos (como su vocabulario kantiano). También los escritores católicos de las grandes historias de la filosofía, que le dedican importantes y serenas críticas. Teófilo Urdánoz, por ejemplo, dedica 55 páginas de su Historia de la filosofía (IV) a la Crítica de la razón pura; y Copleston casi 100 (VI). Desde luego, Kant ha hecho pensar mucho al mundo católico.

La Crítica de la razón práctica

Así como la Crítica de la razón pura acaba en un cierto (aunque quizá productivo) trabalenguas y en círculo vicioso (porque no hay manera de saber qué podemos conocer), la Crítica de la razón práctica (1788)es un interesante experimento de lo que la pura razón puede establecer autónomamente en la moral. Claro es que, de entrada, conviene decir que la moral no puede deducirse entera por la razón, porque en parte se extrae de la experiencia (por ejemplo, la moral sexual o económica) y también hay intuiciones que nos hacen percibir que algo pega o no pega, o que hay un deber de humanidad o que vamos a hacer daño. Pero Kant suele despreciar lo que parece “sentimentalismo”, porque se propone ser enteramente racional y autónomo al descubrir las reglas universales del obrar. Ése es su mérito y, a la vez, su límite.

Como primer imperativo categórico (algo evidente y que se impone por sí mismo), establecerá: “Obra de tal modo que la máxima de tu voluntad pueda valer siempre al mismo tiempo como principio de una legislación universal”. Principio válido e interesante en abstracto, aunque en su ejecución práctica en la conciencia exige un alcance y un esfuerzo en muchos casos imposible: cómo deducir todo el comportamiento diario a partir de ahí. Un segundo principio, que aparece en la Fundamentación de la Metafísica de las costumbres (1785), es: “El hombre, y en general todo ser racional, existe como fin en sí mismo, no sólo como medio para usos cualesquiera de ésta o aquella voluntad; debe en todas sus acciones, no sólo las dirigidas a sí mismo, sino las dirigidas a los demás seres racionales, ser considerado siempre al mismo tiempo como fin” (A 65).

Ya solo por esta feliz formulación Kant merecería un gran puesto en la historia de la ética. Juan Pablo II, cuando pensaba los fundamentos de la moral sexual, se apoyó mucho en esta máxima para distinguir lo que puede ser un uso sin respeto de otra persona, o, puesto en positivo, para que la vida sexual sea siempre trato digno, justo y hermoso entre personas (Amor y responsabilidad, 1960). Y dio origen a lo que el entonces Karol Wojtyla, profesor de moral, llamó “norma personalista”. A la consideración kantiana, añadía que la verdadera dignidad del ser humano como hijo de Dios exige no sólo el respeto sino el mandamiento del amor. Toda persona, por la dignidad personal que tiene, merece ser amada.

Hay otro aspecto llamativo en el intento kantiano de una moral racional y autónoma. Son los “tres postulados de la razón práctica”. Para Kant principios necesarios para que la moral funcione, pero indemostrables: la existencia de la libertad, la inmortalidad del alma y Dios mismo. Si no hay libertad, no hay moral. Si no hay Dios, no se puede armonizar la felicidad y la virtud, y garantizar el éxito de la justicia con la debida retribución. Esto también exige la inmortalidad del alma abierta a una perfección aquí imposible. Esto recuerda el comentario de Benedicto XVI a propósito de los fundamentos de la vida política, que necesitan ser etsi Deus daretur, como si Dios existiera. También la moral racional solo puede funcionar etsi Deus daretur.

   Por último, es llamativa la referencia que Kant hace en distintos lugares al “mal radical”. La evidencia, tan contraria a la racionalidad adulta y autónoma, de que el ser humano, con asombrosa frecuencia y con plena lucidez no hace lo que sabe que debería hacer o hace lo que sabe que no debería hacer: la experiencia de San Pablo en Romanos 7 (“No hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero”). ¿Cómo entenderlo? Y, más todavía, ¿cómo resolverlo?

El tomismo trascendental de Marechal (y Rahner)

El jesuita Joseph Marechal (1878-1944) fue profesor de la casa de los jesuitas en Lovaina (1919-1935), dedicó mucha atención a Kant y lo plasmó en los cinco volúmenes de su obra El punto de partida de la metafísica (1922-1947) editado por Gredos en un volumen, y traducida entre otros por A. Millán Puelles. Especialmente en el IV volumen (ed. francesa), Maréchal prestó atención al tema kantiano de las condiciones a priori o condiciones de posibilidad del conocimiento.

   Karl Rahner (1904-1984), siempre atento a lo último en el panorama intelectual, tomó algunas nociones y vocabulario del tomismo trascendental de Maréchal. Sobre todo, las “condiciones de posibilidad”. Su teología fundamental se basa en esto, porque piensa que el entendimiento humano está creado con unas condiciones de posibilidad que lo hacen capaz de la revelación y, en esa medida, son una especie de revelación “atemática” ya implícita en el propio entendimiento. Y es lo que hace que todos los hombres sean, de alguna manera “cristianos anónimos”. La crítica que se le hará es que el mismo entendimiento, tal cual es, ya está capacitado para conocer la revelación que se le da de una manera adecuada a la forma humana de entender, “con hechos y palabras” (Dei verbum). Todos los seres humanos son “cristianos anónimos”, pero no porque ya lo sean, sino porque están llamados a serlo.

Así, de múltiples maneras, Kant ha hecho pensar y trabajar mucho a los filósofos y teólogos católicos, aunque sea difícil hacer un balance general de los resultados por la inmensa amplitud y complejidad de los temas.

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La belleza invisible, oculta a los ojos, es lenta de alcanzar

La belleza externa es evidente y puede realzarse, pero la belleza interior requiere contemplación y desapego de lo superficial. Para apreciarla, es necesario reducir el ruido y la prisa, ya que la verdadera belleza florece en tiempos turbulentos, cuando buscamos momentos de reflexión, silencio y cultura.

29 de abril de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos

La belleza externa de una mujer o de un hombre habitualmente salta a la vista, y más si se realza con buen gusto, con maquillaje cuidado, vestimenta adecuada y adorno escogido. Pero la belleza interior, por ejemplo un modo de ser atractivo, la existencia generosa y entregada de algunas personas, o la trascendencia que supera el aquí y el ahora, no está está al alcance del curioso o del distraído. Requiere una capacidad de contemplación, que se puede acrecentar siempre y cuando se esté dispuesto a aligerar la concupiscencia de la vista, ya que ciega lo velado.

Por eso se habla de guardar la vista, para ver más allá, para ver lo oculto. Esto no solo supone no mirar lo pornográfico, lo voluptuoso o lo provocador, con la intención de alcanzar otras realidades. Sino también no contemplar libremente lo pudoroso elegante, lo bello modesto o lo humilde sublime que no te corresponde. De esa manera trascendemos lo visible a nuestros ojos para llegar a lo invisible. 

Pero no solo hay que cuidar la vista para alcanzar la belleza oculta, también hay que rebajar el ruido y reducir la marcha. En esta época de mucho ruido, de pantallas, fake news, paralización… En la que vamos muy rápido y hay mucho jaleo, puede parecer que no se puede alcanzar un estado de contemplación o disfrute de la belleza o del arte, pero eso es falaz.

Para Ignacio Vicens, Catedrático de Proyectos Arquitectónicos de la Universidad Politécnica de Madrid, “el paladeo de la belleza exige lentitud”, vamos muy rápido para degustar la belleza. Pensamos que eso no se puede controlar cuando la gran mayoría de los fantasmas están en nuestra cabeza. Podemos sacar tiempos de ayuno libre digital o de silencio político polarizante. Eso no depende de la sociedad, depende de nosotros, podemos pararnos a recogernos y a contemplar la belleza.

Verdad, bondad y belleza son principios que sostuvieron occidente. Para muchos hoy han caducado. Pero, ¿es cierto? ¿Todos están obsoletos? En realidad ninguno, pero la verdad parece superada por la posverdad, la bondad arrasada por el relato, pero la belleza… ¿La belleza ha sido superada? La belleza nace en los periodos más conflictivos, complicados y turbulentos. No en los períodos pacíficos, sencillos y serenos. Y ahora estamos en un cambio de época y es momento para la creatividad y para la belleza, solo tenemos que buscar tiempo personal y familiar para leer, pensar, estar en silencio y culturizarnos.

El autorÁlvaro Gil Ruiz

Profesor y colaborador habitual de Vozpópuli.

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El Papa Francisco ya descansa en Santa María la Mayor

Una tenue luz ilumina la réplica de la cruz pectoral del Papa Francisco que puede verse sobre la lápida del Papa Francisco en Santa María la Mayor.

Maria José Atienza·28 de abril de 2025·Tiempo de lectura: < 1 minuto
Educación

La respuesta cristiana ante la emergencia afectiva

Mons. José Ignacio Munilla reflexiona sobre la propuesta de la Iglesia ante la crisis afectivo-sexual que vivimos en la sociedad actual.

Mons. José Ignacio Munilla·28 de abril de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos

Nunca olvidaré aquel 3 de noviembre de 2012 cuando, en la catedral de Valencia, dentro del primer Congreso Nacional de Pastoral Juvenil, organizado por la Conferencia Episcopal Española, pronuncié una ponencia con el título de “La evangelización de los jóvenes ante la emergencia afectiva”. El subtítulo de la charla especificaba con más detalle el contenido de la reflexión: “Narcisismo, pansexualismo y desconfianza, las tres heridas que han de ser sanadas”. Al instante de concluir mi charla, un sacerdote se acercó a decirme: “¿Es usted consciente de que ha descrito en su charla, no solo las heridas de los jóvenes de nuestros días, sino las de los mismos sacerdotes?”. A lo que yo le respondí: “¡Y también las heridas de los obispos, de los matrimonios y del conjunto de la sociedad! El problema no es generacional, sino que nos ha alcanzado a todos”.

La repercusión de una conferencia

A lo largo de mis 18 años como obispo, he impartido cientos de reflexiones sobre temas ligados a la evangelización y la vida espiritual, pero ninguna ha alcanzado tanto eco como aquella reflexión referida a la “emergencia afectiva”. La explicación era simple: habíamos puesto el dedo en la llaga; y no solo resultaba ser la cresta de la ola, sino el problema de fondo. Estábamos todavía en los inicios del pontificado del Papa Francisco, y la denuncia de la emergencia educativa realizada ya entonces por Benedicto XVI se manifestaba ahora, en toda su crudeza, en la emergencia afectiva generada por la pérdida de sentido de una sociedad secularizada. 

Pero, obviamente, de poco serviría realizar el diagnóstico de los males, si éste no fuese acompañado de propuestas concretas para sanar nuestras heridas y para alcanzar la madurez humana. La respuesta de fondo tiene un nombre propio: Jesucristo. Así lo quise subrayar en la frase con la que concluí aquella intervención en Valencia: “¡El corazón no es de quien lo rompe, sino de quien lo repara! Es decir, el corazón del joven es del Corazón de Cristo”. Esta afirmación alcanza particular actualidad tras la reciente publicación de la encíclica Dilexit Nos, en la cual el Papa Francisco nos pide que interpretemos su magisterio precedente desde la clave del Corazón de Cristo. En efecto, el Corazón de Jesús no solo es la escuela humana del amor divino, sino que también es la escuela divina del amor humano. Es decir, Jesús no solo nos enseña que Dios es amor, sino que también nos enseña a nosotros a amar. Estamos ante un ejemplo práctico en el que se muestra cómo el mensaje cristiano integra lo natural y lo sobrenatural. 

Una propuesta

Entre las propuestas concretas que realicé en aquella ponencia, subrayé la necesidad de coordinar la pastoral familiar, educativa y juvenil, para poner en marcha una educación afectivo-sexual en sintonía plena con la antropología cristiana y la moral católica. Se han dado muchos pasos, pero estamos todavía muy lejos de una implementación generalizada de la educación afectivo-sexual en todos nuestros ámbitos. Aunque parezca increíble, todavía vemos instituciones de titularidad católica que ponen en manos de las administraciones públicas esta formación.

A la hora de afrontar la educación afectivo-sexual, no cabe duda de que es importante tener en cuenta la dimensión emocional, pero quizá hoy en día estamos ante el riesgo de una excesiva psicologización de la educación. Es un error cifrar toda la educación afectivo-sexual en cómo nos sentimos, olvidando la importancia de la responsabilidad moral ante nuestras acciones, en coherencia con la vocación al amor que nos descubre la revelación de Jesucristo.

El autorMons. José Ignacio Munilla

Obispo de Orihuela-Alicante

FirmasFernando Gutiérrez

No estamos solos

Muchos viven hoy enfrentando luchas y proyectos sin comprender que solo con Dios encontramos felicidad. Ha llegado el momento de recordar al mundo que, sin Dios, nada podemos hacer.

28 de abril de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos

Si miramos a nuestro alrededor comprobaremos que no son pocos los hermanos que hoy viven como si Dios no existiera. Como si muerto Jesús en la Cruz hubiera muerto Dios con Él. Como si los dos de Emaús no hubieran vuelto a Jerusalén corriendo como locos después de sentir como ardían sus corazones.

Si miramos a nuestro alrededor veremos matrimonios luchando con sus propios medios por no naufragar en medio de las olas. No entienden qué les pasa. ¡Con lo que nos queríamos hace unos años! 

Si miramos a nuestro alrededor observaremos que se emprenden muchas buenas obras sin contar con el Dios de esas obras. Proyectos buenos que surgen de nobles corazones se olvidan del que pensó antes que ellos en esa brillante idea. 

Si miramos a nuestro alrededor intuiremos que ese caminar de muchos con la mirada en el suelo, sin saludar al que pasa a nuestro lado, es consecuencia de haber olvidado que hemos sido llamados a vivir mirando al cielo. 

Si miramos a nuestro alrededor nos cruzaremos a diario con caras tristes y aburridas que no saben o no quieren sonreír. Personas a las que dan ganas de gritarles: ¡Se puede ser feliz! 

Si miramos a nuestro alrededor encontraremos que no son felices aquellos que tienen todo para ser las personas más felices del mundo y al revés, veremos rebosar alegría y esperanza en los rostros de quienes menos suerte han tenido. 

Ha llegado la hora de volver a recordar al mundo aquello que con tanta claridad dijo un día Nuestro Señor: “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece unido a mi y yo a él, ese da mucho fruto. Pues sin mi nada podéis hacer”. ¿Nada? Eso es, nada. 

Ha llegado la hora de hacer saber a todos que tenemos un Padre que nos ama, que está loco de amor y que tiene contados hasta el último de nuestros cabellos. Un Padre que es feliz cuando sus hijos vuelven a Él para, desde el rincón más íntimo de sus almas, reconocer que contamos con su ayuda para todo y recordar, una y otra vez que no estamos solos.

El autorFernando Gutiérrez

Misionero laico y fundador de Mary´s Children Mission.

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Vaticano

Juan Vicente Boo: “En el cónclave de 2013 no hubo ninguna filtración, todo eran falsas especulaciones”

Entrevista a Juan Vicente Boo sobre la comunicación y la desinformación durante el período de sede vacante.

Maria José Atienza·28 de abril de 2025·Tiempo de lectura: 4 minutos

Juan Vicente Boo es un veterano vaticanista. Fue corresponsal de ABC en Bruselas, Nueva York y Roma a lo largo de casi cuarenta años. Desde su llegada a Roma en 1998, testigo cotidiano de los últimos siete años de Juan Pablo II, el pontificado de Benedicto XVI y los nueve primeros años del Papa Francisco. Ha acompañado como periodista a estos tres papas a bordo de su avión en más de 60 viajes internacionales. Ha sido enviado especial en 77 países.

Boo ha sido promotor y consejero delegado de la agencia televisiva internacional Rome Reports, especializada en el Vaticano. Sobre cuestiones religiosas ha escrito El Papa de la alegría (2016), 33 claves del papa Francisco (2019) y Descifrando el Vaticano (2021).

¿Qué debe tener presente un lector a la hora de valorar la información que se genera en el periodo de sede vacante? 

Sugiero seguir a vaticanistas veteranos, pues los periodistas que acuden como enviados especiales —típicamente más de tres mil— no tienen, lógicamente, capacidad de análisis o de separar lo esencial de lo secundario. Como antiguo corresponsal en Bruselas o Nueva York puedo asegurar que informar sobre la Unión Europea, la OTAN o Naciones Unidas es mucho más sencillo que hacerlo sobre el Vaticano, la institución más compleja del mundo por su historia y la variedad de facetas, desde las espirituales a las artísticas.

Además, hay que tener cuidado de no confundir con “fumata blanca” una “fumata gris”. En 2005 el cardenal decano se llevó un teléfono especial para informar al portavoz del Vaticano en cuanto el cardenal elegido hubiese aceptado. Pero se olvidó, sencillamente porque… le eligieron a él. Es importante no dejarse engañar por las felicitaciones oficiales a un cardenal supuestamente recién elegido —como sucedió en 2013— antes de que el nombre verdadero se anuncie en el balcón de la basílica de San Pedro.

De entre quienes cubren el cónclave como periodistas, ¿crees que conocen la Iglesia o gran parte de los problemas interpretativos surgen de un acercamiento superficial? 

Muchos de los que llegan como enviados especiales conocen la Iglesia pero, incluso entre esos, pocos conocen el Vaticano. El problema de la superficialidad tiene dos frentes: el periodista con poca experiencia que informa desde Roma y los responsables de las redacciones, que conocen el terreno todavía menos, seleccionan temas vistosos pero secundarios, y se orientan a favor de “clicks” o titulares sensacionalistas. He visto a muchos periodistas pasarlo mal al ver que sus jefes echan a perder su trabajo.

¿Cuáles son los mayores desafíos para un periodista que informa sobre un cónclave? 

Para los vaticanistas, el primer desafío es dejar de lado las preferencias personales sobre candidatos. Muchas veces hay que presentar selecciones de cinco o diez “papables” y ahí es necesario tener en cuenta las posibilidades de que los cardenales les voten.

El segundo desafío es separar la paja del grano. Antes se prestaba demasiada atención a los vaticanistas italianos. Siempre ha habido demasiado “ruido” mediático en esos días, pero la omnipresencia actual de medios digitales, blogueros e influencers lo han vuelto ensordecedor. Buena parte de lo que se presenta como “noticias” —sobre todo las instantáneas— carece de valor, aunque los algoritmos de las redes lo conviertan en trending topic o “viral”.

Usted que ya ha cubierto varios ¿qué ideas o situaciones se repiten y qué novedades ha vivido de uno a otro?

Tuve la suerte de cubrir el cónclave de 2005, para elegir al sucesor de Juan Pablo II, y el de 2013, para elegir al de Benedicto XVI. Fueron muy distintos. En el 2005 muy pocos cardenales tenían experiencia de un cónclave pues habían pasado 26 años desde el anterior. Además, san Juan Pablo II era un personaje de tal magnitud que casi nadie se atrevía a intervenir en profundidad en las reuniones de cardenales previas al cónclave, o a proponer candidatos para calzar los zapatos de un gigante.

En cambio, la humilde renuncia de Benedicto XVI y su modo sereno de estudiar cada tema facilitó un interesantísimo debate en 2013 sobre los problemas y las prioridades de la Iglesia. Ese ejercicio produce siempre un “retrato robot” del candidato necesario, y eligieron a Jorge Bergoglio. 

¿Qué estrategias utilizan los periodistas para obtener información confiable en un evento tan hermético? 

Los vaticanistas veteranos y discretos logran, con los años, la confianza y amistad de los cardenales más valiosos, y pueden cambiar breves impresiones con ellos durante los días del pre-cónclave. Pero tanto veteranos como recién llegados pueden escuchar cada día al portavoz del Papa, que resume el contenido de los debates pero sin identificar al autor de cada intervención. Joaquín Navarro-Valls en 2005 y Federico Lombardi en 2013 lo hicieron excepcionalmente bien. 

¿Ha visto intentos de manipular la opinión pública antes o durante un cónclave a través de los medios?

Los intentos —a veces brutales— de manipular la opinión pública han sido constantes en todo el pontificado de Francisco, y han aumentado en los últimos años. La mayoría provienen de intereses económicos y políticos de Estados Unidos. En los días previos al cónclave las noticias falsas sobre “papales” superan a veces a las verdaderas.

¿Cuál ha sido la filtración más sorprendente que ha visto sobre un cónclave?

En los cónclaves de 2005 y 2013 no hubo ninguna filtración verdadera de lo que sucedía en la Capilla Sixtina, todo eran falsas especulaciones. Todas eran falsas. Quizá la “filtración” más divertida a toro pasado la hizo san Juan XXIII cuando reveló varios escrutinios muy reñidos con el cardenal armenio Agagianian: “En el cónclave, nuestros dos nombres subían y bajaban en las votaciones como garbanzos en agua hirviendo”.

El libro mejor y más documentado que ha reunido comentarios posteriores de los cardenales participantes es The Election of Pope Francis: An Inside Account of the Conclave That Changed History”, del vaticanista Gerard O´Connell, publicado en 2020.

Papables: mucho ruido y pocas nueces

Las especulaciones sobre los "papables" antes de un cónclave suelen ser inciertas, ya que la elección del Papa depende de dinámicas internas impredecibles. Hacer caso a los pronósticos mediáticos es una forma de agitarse interiormente.

27 de abril de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos

En los últimos tiempos, cada vez que se acerca la posibilidad de un cónclave, surgen infinidad de especulaciones sobre quién será el próximo Papa. Listas de «papables», análisis de “expertos” y quinielas que circulan sin cesar, pero la realidad es mucho más incierta de lo que parece. La historia ha demostrado que las elecciones papales pueden deparar grandes sorpresas, como ocurrió con la elección de Juan Pablo II en 1978.

El caso de Karol Wojtyla es un claro ejemplo de cómo el Espíritu Santo y las dinámicas internas del cónclave pueden conducir a una elección inesperada. En aquella ocasión, dos cardenales italianos partían como favoritos, pero la división en sus apoyos impidió que alguno de ellos alcanzara la mayoría necesaria. En el fondo había dos grupos numerosos que no estaban dispuestos a apoyar bajo ningún concepto al candidato rival. Por eso fue necesario buscar un cardenal no italiano que fuera aceptado por una amplia mayoría. Así emergió la figura de un polaco prácticamente desconocido, que terminó siendo elegido y marcando la historia de la Iglesia.

Hoy en día, la situación no es muy distinta. De los 135 cardenales electores, muchos no se conocen entre sí. La ausencia de reuniones frecuentes, como los consistorios de cardenales, ha dificultado el contacto y el conocimiento mutuo, lo que hace que cualquier pronóstico sea aún más incierto. Hay unos 30 cardenales conocidos, ya sea porque trabajan en la curia romana o porque han saltado a la palestra mediática por alguna razón particular, pero ninguno de ellos tiene un liderazgo lo suficientemente claro como para obtener los dos tercios de votos con rapidez. Por eso, a pesar de la insistencia de los medios en señalar a los «papables», la realidad es que la elección puede recaer en alguien inesperado.

Además de esto, hay que tener en cuenta que el interés mediático que genera la elección papal incentiva a los periodistas a alimentar el debate con nombres y perfiles de los cardenales más visibles. Titulares que incluyan la palabra “papable” son muy tentadores y los lectores caemos con facilidad en el “clickbait”, pero esto no significa que sean realmente los que tienen más posibilidades. Hasta que no comiencen las votaciones y se produzcan los primeros escrutinios, no se podrá vislumbrar quién tiene opciones reales. La dinámica del cónclave es impredecible y hasta que los cardenales no voten varias veces, no se podrá entrever la tendencia de la elección.

Por ello, es recomendable relativizar muchísimo las especulaciones y, sobre todo, no perder de vista que en estas elecciones, como en la historia de la Iglesia, la Providencia juega su papel. Al final, como decía Ratzinger, no será el Espíritu Santo el que elija al Papa, pero sostendrá a la Iglesia y al Papa por encima de las estrategias y predicciones humanas.

El autorJavier García Herrería

Redactor de Omnes. Anteriormente ha sido colaborador en diversos medios y profesor de Filosofía de Bachillerato durante 18 años.

Actualidad

María Pía Chirinos: “En Laudato Si’ el ser humano es receptor y es agente del cuidado”

Entrevista con la Vicerrectora de la Universidad de Piura en el Campus de Lima sobre el impacto de Laudato Si' y el magisterio papal sobre la ecología.

Maria José Atienza·27 de abril de 2025·Tiempo de lectura: 4 minutos

Doctora en Filosofía por la Universidad de Navarra, María Pia Chirinos es, actualmente Vicerrectora de la Universidad de Piura en el Campus de Lima, centro en el que, además, es profesora ordinaria principal en su Facultad de Humanidades. 

Esta institución está especialmente comprometida con el cuidado de la casa común y, en los próximos meses celebrará, junto con la Universidad St. Thomas de Minnesota, un congreso para celebrar los 10 años de la encíclica Laudato Si’ del Papa Francisco. Un evento que, como ella misma apunta. será una especial ocasión para recordar y homenajear al pontífice que ha resaltado la importancia del cuidado de la creación para la vida de la Iglesia. 

En esta entrevista con Omnes, Chirinos, reflexiona sobre el desconocimiento existente del magisterio eclesial sobre el cuidado del planeta y destaca la importancia del ser humano como centro y responsable de la creación divina. 

¿Cuáles son, a su juicio, las claves de interpretación de Laudato si’ en nuestra sociedad actual? 

–La idea de fondo de la Laudato Si’ ya se encuentra incoada en la primera homilía del Papa el 19 de marzo de 2013. Es decir, la Encíclica no hace más que continuar su preocupación por el hombre y la mujer como custodios de la creación. 

En Laudato Si’, la presencia del ser humano es ambivalente, no es unívoca: el ser humano es receptor del cuidado y es agente del cuidado. En ese encuadre, hay claves importantes para nuestra sociedad: la equivalencia entre la dimensión ecológica y la social –“un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social” (LS 49)-; la relación de la justicia y la pobreza no solo humana sino también de la naturaleza -debemos “escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres” (LS 49)- o la llamada a una ecología integral, que desde la casa común abrace a todas las criaturas, leitmotiv del documento. Todas estas ideas y algunas más son claves para una comprensión más amplia de nuestra sociedad y de sus retos principales.

El Papa nos pedía entonces una «conversión ecológica». ¿Cómo se puede materializar esa petición? 

–En la Encíclica, esta “conversión ecológica” alcanzó expresiones más fuertes. Por ejemplo, la denuncia sobre la “esquizofrenia, que va de la exaltación tecnocrática que no reconoce a los demás seres un valor propio, hasta la reacción de negar todo valor peculiar al ser humano”. Si el Papa habla de una esquizofrenia, de una doble vida, la conversión debe encaminarse hacia una comprensión del mundo en “unidad de vida”. 

No se trata de uniformizar a todas las criaturas, sino de reconocer el valor de cada una -Kant distinguiría entre el valor de la naturaleza y la dignidad del ser humano- y sobre todo de revalorizar nuestra tarea de cuidar y preservar la casa común. 

Materializar esta petición constituye un gran reto para el hombre actual pero un reto que debería apasionarnos. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que -al menos los cristianos- podemos contribuir a resolverlo desde el puesto de cada uno: desde la academia a través de la investigación y la docencia en temas humanísticos y científicos; desde la empresa, procurando la sostenibilidad y la justicia social; desde la política, con leyes que respeten la vida y promuevan el cuidado de la naturaleza; y desde muchas otras áreas como la comunicación, la economía, etc.

Francisco recogió en ese magisterio ecológico parte del llamado de sus antecesores, ¿conocemos poco la profundidad de la relación entre toda la creación? 

–La conocemos poco y además la conocemos mal. Hay una cuestión de fondo que lo dificulta: la poca comprensión de la materia y, más en concreto, de la materia viva o de lo que en alemán se denomina Leib (cuerpo vivo). 

Desde la modernidad, todo lo que es materia se ha entendido como una realidad inerte, abstracta. Hoy en día hay movimientos ambientalistas que denuncian este abuso con bastante razón, pero caen en la posición extrema que anatemiza el poder del ser humano sobre la naturaleza. El Papa Francisco denuncia este significado de poder. El poder es servicio, es cuidado, es respeto. Una mirada así es la propia de la visión judeo-cristiana, presente ya en las primeras páginas del Génesis. Dios crea a Adán no solo para que domine y trabaje la tierra sino para que la custodie. No hay que entender el dominio como abuso o prepotencia. Los modernos lo hicieron así y muchos trasladan erróneamente este significado al Génesis. Sin embargo, en el principio estaba muy claro el papel de Adán: conocía todo lo creado, le daba un nombre y debía custodiarlo. 

En la universidad en la que usted trabaja, el tema del cuidado de la casa común es una de sus líneas de trabajo más importante. ¿Qué luces les ha aportado el magisterio papal en esta materia?¿Qué iniciativas llevan a cabo? 

–Por las circunstancias geográficas de la Universidad -comenzó en medio de un desierto que sufre las consecuencias del cambio climático como el Fenómeno del Niño-, nuestra institución se ha visto obligada a plantearse proyectos de especial impacto. Uno de ellos -que se remonta a los años 80 del siglo pasado- consistió en reforestar nuestro campus. Sus 130 hectáreas se han convertido en el pulmón de oxígeno de la ciudad de Piura, como fruto de plantar cientos de semillas de algarrobos, que ahora albergan una flora y fauna riquísimas en diversas especies.  

Además, nuestro programa de Arquitectura, a través de los exalumnos que ya han egresado, está incursionando en problemas urbanísticos propios de las ciudades de nuestro entorno para mejorar la calidad de vida. 

En nuestro campus de Lima, vamos a implementar energías renovables dentro de un proyecto piloto de gestión de energía, pionero entre las universidades de la capital. 

Por último, pero no menos importante, estamos organizando junto con la St. Thomas University (Minnesota, Estados Unidos) un congreso sobre los diez años de la Laudato Si’, que tendrá lugar en Lima los primeros días de julio. Nunca imaginamos que se trataría de un homenaje póstumo al Papa Francisco.