Vaticano

Los retos «políticos» de los viajes al extranjero de Benedicto XVI

Su secretario personal, Georg Gänswein, reflexiona sobre la contribución política y diplomática de algunos de los discursos más significativos pronunciados durante sus Viajes Apostólicos por Benedicto XVI ante las instituciones europeas e internacionales.

Giovanni Tridente·4 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 5 minutos

Como bien muestran los múltiples reportajes de estos días, el Papa emérito Benedicto XVI fue también un Pontífice que mantuvo la tradición de sus predecesores de emprender Viajes Apostólicos al extranjero, y no sólo a Italia. Una serie inaugurada a los cuatro meses de su pontificado viajando a su patria para la Jornada Mundial de la Juventud en Colonia.

Volvió a Alemania dos veces más, en 2006 (a Baviera, donde se produjo el conocido «incidente de Ratisbona») y en 2011, en visita oficial al país.

En total, Benedicto XVI ha realizado 24 viajes apostólicos al extranjero, varios a Europa (tres veces a España), pero también a América Latina (Brasil, México, Cuba), Estados Unidos (2008), África (Camerún, Benín) y Australia (2008), como también informó OMNES en días pasados.

Confirmación en la fe

Evidentemente, la primera razón para realizar estos viajes fuera del Vaticano a países lejanos es de carácter espiritual; el Vicario de Cristo peregrina a las tierras habitadas por católicos bautizados -incluso allí donde son minoría- para confirmarlos en la fe y llevarles la cercanía y la bendición de toda la Iglesia.

También hay razones políticas, ya que se trata de visitas a un país concreto, con su propia representación institucional que le acoge -y sobre todo le invita-, con sus propias tradiciones y culturas, problemas, retos y perspectivas de futuro, que cada Pontífice realiza para valorizar e integrar en el conjunto de su magisterio, dejando siempre semillas de posible crecimiento y desarrollo.

Este fue, por tanto, también el caso de Benedicto XVI, que durante su mandato de siete años al frente de la Iglesia universal no dejó de reunirse con diversos líderes políticos y culturales de países europeos y realidades internacionales.

Esta experiencia -y los discursos que ha pronunciado de vez en cuando en sus diversos viajes- nos permite extraer una serie de reflexiones sobre cuestiones fundamentales de la sociedad, como la relación entre justicia y libertad religiosa, la confrontación entre fe y razón, la dinámica que existe entre ley y derecho, etc.

Una diplomacia al estilo Ratzinger

Sobre estos temas, su secretario particular, monseñor Georg Gänswein, ofreció en 2014, un año después de la renuncia de Benedicto XVI, algunas reflexiones que realzan precisamente el impacto «político» de la diplomacia de formato Ratzinger, deteniéndose en cinco grandes discursos del Papa emérito, dirigidos a otros tantos contextos y audiencias diferentes, pero de los que surgen ciertas «ideas clave» desarrolladas «de manera orgánica y coherente».

El primero de estos discursos destacados por el Prefecto de la Casa Pontificia es sin duda el pronunciado en Ratisbona el 12 de septiembre de 2006, pronunciado en un contexto académico y basado conceptualmente en la relación entre fe y razón y en el Dios-logos. Evidentemente, la verdadera importancia de este pronunciamiento no radica en las críticas que siguieron.

Un segundo discurso es el pronunciado ante las Naciones Unidas en Nueva York dos años después, centrado en los derechos humanos y en el proyecto que supuso sesenta años antes la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

A continuación, Gänswein subrayó como significativo el discurso pronunciado en el Collège des Bernardins de París (12 de septiembre de 2008), dirigido a las élites culturales de un país considerado secularizado y hostil a las religiones. Benedicto XVI recordó aquí la contribución de la fe cristiana al desarrollo de la civilización europea.

En 2010, el 17 de septiembre, Benedicto XVI habló en Londres en la sede de aquel Parlamento que, entre otras cosas, decretó la muerte de Tomás Moro a raíz de disensiones religiosas. En aquella ocasión supo apreciar la tradición democrática liberal, al tiempo que denunciaba los ataques a la libertad religiosa que se estaban produciendo en Occidente.

Por último, de importancia política y diplomática fue su discurso ante el Bundestag alemán el 22 de septiembre de 2011, en el que Benedicto XVI abordó la cuestión de la fundamentación del ordenamiento jurídico y los límites del consiguiente positivismo dominante a lo largo del siglo XX en Europa.

A partir de estos pronunciamientos, el Secretario Particular de Benedicto XVI vislumbra un hilo conductor en tres perspectivas.

Religión y Derecho

La primera de ellas tiene que ver con el núcleo del pensamiento de Benedicto XVI sobre la contribución de la religión al debate público y, en consecuencia, a la construcción del orden jurídico. Esto se ve muy bien en el discurso al Bundestag de Berlín, cuando Ratzinger afirma: «En la historia, los ordenamientos jurídicos han estado casi siempre motivados de modo religioso: sobre la base de una referencia a la voluntad divina, se decide aquello que es justo entre los hombres.

Contrariamente a otras grandes religiones, el cristianismo nunca ha impuesto al Estado y a la sociedad un derecho revelado, un ordenamiento jurídico derivado de una revelación. En cambio, se ha remitido a la naturaleza y a la razón como verdaderas fuentes del derecho, se ha referido a la armonía entre razón objetiva y subjetiva, una armonía que, sin embargo, presupone que ambas esferas estén fundadas en la Razón creadora de Dios».

Había propuesto un concepto similar en Westminster Hall, para disipar los temores que ven en la religión una «Autoridad» que se impone de algún modo en cuestiones jurídicas y políticas, frustrando la libertad y el diálogo con los demás.

La propuesta de Benedicto XVI, más bien, tiene una visión universal y se sitúa precisamente en la interrelación entre razón y naturaleza. Gänswein reflexiona: «La primera y fundamental aportación de Benedicto XVI es el recordatorio de que las fuentes últimas del Derecho se encuentran en la razón y la naturaleza, no en un mandato, sea quien sea».

Razón y naturaleza

Una segunda perspectiva pedagógica se refiere al ámbito de la relación entre razón y naturaleza, en el que «está en juego el destino de las instituciones democráticas, su capacidad de producir el «bien común», es decir, la posibilidad, por una parte, de decidir por mayoría de votos una gran parte de la materia que debe regularse jurídicamente y, por otra, de esforzarse continuamente por reconocer y reafirmar lo que no puede votarse», recuerda monseñor Gänswein.

En sus discursos públicos, Benedicto XVI denuncia abiertamente la tentación de reducir la razón a algo mensurable y la compara con un búnker de hormigón sin ventanas. Más bien: «Es necesario volver a abrir las ventanas, hemos de ver de nuevo la inmensidad del mundo, el cielo y la tierra, y aprender a usar todo esto de modo justo», dijo en Berlín.

Por eso no hay que tener miedo a medirse con la realidad pensando que la única forma de acceder a ella es reducirla a esquemas preconstituidos o incluso preconcebidos. Aquí hay prácticamente ‘una corrección del racionalismo moderno, que permite restablecer una relación correcta entre razón y realidad. Una razón positivista o autosuficiente es incapaz de salir del pantano de las incertidumbres», comenta Gänswein.

Interrelación entre razón y fe

Por último, un paradigma fundamental de todo el pontificado, la interrelación entre razón y fe, que brilla mucho en los discursos que el entonces Pontífice pronunció teniendo como referencia el continente europeo. «La cultura de Europa nació del encuentro entre Jerusalén, Atenas y Roma; del encuentro entre la fe en el Dios de Israel, la razón filosófica de los griegos y el pensamiento jurídico de Roma. Este triple encuentro configura la íntima identidad de Europa», volvió a decir Ratzinger en su discurso ante el Bundestag.

La reflexión sobre cómo la fe cristiana ha contribuido a la rehabilitación de la razón surge en cambio del contenido del pronunciamiento en el Collège des Berardins de París, cuando el emérito cita el ejemplo del monacato occidental como una oportunidad para el renacimiento de una civilización hasta ahora «sepultada bajo las ruinas de la devastación de la barbarie» -recuerda Gänswein- al haber «derribado viejos órdenes y antiguas certezas».

En resumen, en la perspectiva de Benedicto XVI existe una profunda relación de amistad entre la fe y la razón, y ninguna quiere subyugar a la otra. Dijo en Westminster Hall: «el mundo de la razón y el mundo de la fe -el mundo de la racionalidad secular y el mundo de las creencias religiosas- necesitan uno de otro y no deberían tener miedo de entablar un diálogo profundo y continuo, por el bien de nuestra civilización. Por lo tanto, la religión, para cualquier legislador, no es en absoluto un problema a resolver, los legisladores no son un problema a resolver, ‘sino una contribución vital al debate nacional’.

Benedicto, un incomprendido

Tardaremos años, quizá decenios, en apreciar la talla intelectual, humana y espiritual del Papa emérito Benedicto XVI, fallecido la mañana del sábado 31 de diciembre.

4 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 3 minutos

Hay personas que destacan por algún rasgo eminente de su personalidad -por ejemplo, un talento artístico o una inteligencia preclara-, pero a las que una cierta torpeza de carácter: un genio fogoso, una sensibilidad excesiva o una timidez revestida de inseguridad, les impide brillar con todo su potencial.

En ocasiones no se trata de un factor temperamental, sino de un revés o contratiempo externo a ellas, como una circunstancia histórica adversa. Y también puede darse una combinación de ambos, en un cóctel desafortunado. Por suerte, muchas veces el paso del tiempo se encarga de hacer justicia y poner a cada uno en el sitio que le corresponde.

Así le ocurrió a artistas como Il Caravaggio o Vincent Van Gogh. Más de un santo se ha despedido de este mundo envuelto en la controversia. Pienso que no exagero al afirmar que tardaremos años, quizá decenios, en apreciar la talla intelectual, humana y espiritual de Benedicto XVI.

En los días transcurridos tras su reciente fallecimiento, el pasado 31 de diciembre, no han faltado quienes han señalado, con una ignorancia presuntuosa -doble ignorancia- su pasado en las juventudes hitlerianas o le han acusado de encubrir los casos de pederastia perpetrados por clérigos en el seno de la Iglesia.

Sin embargo, un hecho que nadie puede descalificar es la decisión que tomó en 2013 de renunciar a la sede de Pedro ante las crecientes limitaciones físicas y psíquicas provocadas por la edad. Y es precisamente ahí donde, si uno tiene un mínimo de honradez intelectual, comienza a vislumbrar la grandeza de Joseph Ratzinger, un hombre profundamente fiel a ese Dios al que dedicó sus mejores fuerzas y a sí mismo.

El emérito arrancó su pontificado presentándose ante los fieles congregados en la plaza de San Pedro y ante el mundo como un humilde trabajador de la viña del Señor. Cualquiera que hubiera tenido a mano en ese momento su currículum, no habría tenido más remedio que fruncir el ceño y atribuirle una falsa modestia. Pero Ratzinger no mentía. Así se sentía él y así había procurado transcurrir toda su existencia.

Podría haber sido uno de los teólogos más prolíficos del siglo XX, pero acogió la invitación a ser pastor de la diócesis de Múnich y a trabajar en la ingrata Congregación para la Doctrina de la Fe, a pesar de que los libros se le daban mejor que las ovejas, y aun sabiendo que el sambenito inquisitorial se volvería contra él y le acompañaría de entonces en adelante.

Su timidez fue su peor defecto, pero seguramente también su mejor virtud, pues se convirtió en la salvaguarda de su humildad y, en consecuencia, de una fe sin fisuras.

No pretendió nunca defenderse de las críticas. No tenía tiempo más que para la misión que se le había encomendado al servicio de la Iglesia. Solo al final de sus días decidió poner blanco sobre negro ante las denuncias de encubrimiento de un sacerdote pederasta mientras fue obispo de Múnich. Escribió una carta en la que aclaraba la situación, pero sobre todo en la que volvía a pedir perdón en nombre de toda la institución por la peor lacra de su milenaria historia.

El magisterio de Ratzinger como Romano Pontífice es deleite para el oído, alimento para la inteligencia y bálsamo para el corazón. Ha ejercido a través de él de “pater familias”, al modo evangélico, extrayendo del baúl de la doctrina lo bueno y dándoselo exquisitamente masticado a sus hijos. Serán generaciones de cristianos las que se nutran de sus enseñanzas a lo largo del tiempo.

Dos factores externos han jugado en contra de este pontificado, que pasará a los libros de historia por su abrupto e inesperado epílogo: de un lado, el relativismo reinante que el propio Papa denunció y trató de combatir con sus mejores armas.

Un relativismo que ha engendrado, junto a la superficialidad, esa ignorancia presuntuosa a la que me refería anteriormente. De otro, la elección de consejeros y aliados que no supieron acompañarlo en una agitada travesía. Y así se desencadenaron crisis como la de los hijos de Lefebvre, la mala interpretación del discurso de Ratisbona, el escándalo de Vatileaks e incluso la tarda respuesta de la institución -no del Papa Benedicto- a la condena de la pedofilia.

Dicen que cuando estaba pensando en renunciar al pontificado compartió esta duda con varios de sus consejeros más allegados. Todos trataron de disuadirle, pero él ya había tomado una decisión en la presencia de Dios. El tiempo demostró después que hizo bien en desatender a sus palabras.

La historia calificará a esta generación como injusta por no haber sabido comprender a Benedicto XVI y por no haberlo apreciado en toda su magnitud. Tendremos que excusarnos diciendo que su timidez, en esta era de la imagen, no ayudaba, o que los titulares sesgados y mentirosos nos lo impidieron. Pero en cualquier caso espero que ella sea más acertada que nosotros y haga brillar para las siguientes generaciones la figura de este hombre de Dios, que bajo una apariencia torpe y frágil llevaba dentro de sí a un gigante.

Vaticano

Los asistentes al funeral de Benedicto XVI

Se ha publicado la lista de los representantes religiosos que acudirán este jueves 5 de enero al funeral de Benedicto XVI en Roma. Estos asistentes se unen a las miles de personas que, se prevé, irán al Vaticano a despedirse del Papa emérito.

Paloma López Campos·3 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 2 minutos

Los representantes de muchas confesiones religiosas quieren asistir al funeral de Benedicto XVI que se celebrará este jueves 5 de enero en Roma. Estos nombres se unen a los de tantas personas que se van a movilizar durante los próximos días para dar un último adiós al Papa emérito.

Representantes ortodoxos

Así, desde el Patriarcado Ecuménico, de la Iglesia ortodoxa de Constantinopla, se prevé la asistencia de sus eminencias Policarpo de Italia y Emmanuel de Calcedonia. También como representante ortodoxo griego se espera al obispo Gennadios de Botsuana.

Por su parte, desde el Patriarcado de Moscú, en Rusia, acudirán al funeral tanto el Presidente del Departamento de Relaciones Eclesiásticas Exteriores, Antonio de Volokolamsk, como el Asistente de dicho departamento, Ivan Nikolaev. Por otro lado, el patriarcado serbio tendrá como representante al obispo de Bec.

Desde Rumanía, irán en nombre del patriarcado rumano el obispo de la diócesis ortodoxa rumana del norte de Italia, monseñor Siluan, y su obispo auxiliar, Atanasio.

Los patriarcados de Bulgaria y Georgia tendrán como representantes a Ivan Ivanov, Administrador de las comunidades búlgaras en Italia, y al párroco de la comunidad georgiana de Roma, Ioane Khelaia, respectivamente.

La iglesia de Chipre enviará al obispo metropolitano Basilio de Constanza, y la iglesia griega estará representada por el metropolitano Ignacio de Dimitriades. Como representantes de Macedonia del Norte, estarán su Alteza Josif de Tetovo-Gostivar y el diácono Stefan Gogovski.

Por su parte, en nombre de la Iglesia ortodoxa de América (IOA) asistirán al funeral el Primado de la IOA, Tikhon, y su secretario, Alessandro Margheritino.

Se cuenta también con la presencia del obispo para Italia del patriarcado copto ortodoxo, Monseñor Bernabé El Soryany. Por parte de la iglesia apostólica armenia, se espera al representante ante la Santa Sede, el arzobispo Khajag Barsamian, a Bagrat Galstanyan de Diócesis de Tavush en Armenia, y al legado pontificio de Europa central, Tiran Petrosyan. De esta misma iglesia, pero desde Cilicia, asistirá el arzobispo Nareg Alemezian.

Abraham Mar Stephanos, metropolitano para el Reino Unido y Europa, será quien represente a la iglesia siria Malankara; y Mar Odisho Oraham, obispo para Escandinavia y Alemania, es el enviado desde la iglesia asiria de Oriente.

Representantes veterocatólicos

La iglesia veterocatólica de Utrecht contará con la representación del obispo Heinrich Lederleitner, de Austria.

Representantes anglicanos

En nombre de la comunión anglicana viajarán a Roma el representante del arzobispo de Canterbury ante la Santa Sede y Director del Centro Anglicano en Roma, Ian Ernest; el representante del Secretario General de la Comunión Anglicana, monseñor Christopher Hill; y el obispo sufragáneo de la Diócesis en Europa, Mons. David Hamid.

Representantes metodistas

El Consejo Metodista Mundial enviará al Reverendo Matthew Laferty, Director de la Oficina Ecuménica Metodista en Roma.

Representantes luteranos

Por otro lado, la parroquia luterana de Roma tendrá como representante al pastor Michael Jonas, de la Comunidad Evangélica Luterana de Roma.

Representantes del Consejo Ecuménico

En nombre del Consejo Ecuménico de las Iglesias irá al Vaticano el obispo Heinrich Bedford-Strohm, Moderador del Consejo.

Representantes evangélicos

Samuel Chiang, Secretario General Adjunto de Ministerios de la Alianza Evangélica Mundial, es el representante de los evangélicos en el funeral.

Representantes de los jóvenes

Por último, en representación de la Asociación Cristiana de Jóvenes en Italia, irán el presidente del Congreso Federico Serra; el presidente del Comité Nacional, Maurizio Donnangelo; y el Secretario General de la Federación, Alessandro Indovina.

Las cosas, por su nombre

Los excesos del lenguaje inclusivo, que rozan a veces el ridículo, o la apisonadora de la ideología de género, que amenaza con convertir en delincuente a quien se niegue a decir que lo blanco es negro, son solo ejemplos de una práctica bien conocida por los gobernantes de todas las épocas.

3 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 2 minutos

«La guerra es la paz, la libertad es la esclavitud, la ignorancia es la fuerza». Son las tres consignas del partido que rematan el faraónico edificio del Ministerio de la Verdad en la novela 1984. La manipulación del lenguaje alcanza hoy niveles parecidos.

De verdad que no soy nada conspiranoico, pero creo que no estamos nada lejos de la aplastante sociedad distópica que imaginaba George Orwell. Allí, el llamado “neolenguaje” servía al omnipresente Gran Hermano para controlar a los ciudadanos; aquí, las ideologías se sirven del lenguaje para dulcificar lo que no tragaríamos si llamaran a las cosas por su nombre.

Los excesos del lenguaje inclusivo, que rozan a veces el ridículo, o la apisonadora de la ideología de género, que amenaza con convertir en delincuente a quien se niegue a decir que lo blanco es negro, son solo ejemplos de una práctica bien conocida por los gobernantes de todas las épocas.

Las últimas en quejarse de la manipulación del lenguaje han sido las asociaciones de familias numerosas que entienden como una agresión la nueva ley que prepara el Gobierno de España. En la exposición de motivos del anteproyecto que ha desvelado el diario ABC, el Gobierno reconoce a las claras el carácter ideológico de la norma afirmando que “ya no existe la familia, sino las familias en plural”.

Según la norma, desaparece el concepto de familia numerosa, reconociendo en su lugar hasta 16 tipos diferentes de familias entre las que aparece incluso (¡qué cosas!), la compuesta por una sola persona.

Protestan las familias numerosas con razón de que “si todo es familia, ya nada es familia” alegando la falta de reconocimiento, en el contexto demográfico actual, de la función social que cumplen.

A pesar de que, año tras año, la familia siga apareciendo en primer lugar en la clasificación de las instituciones más valoradas, lo cierto es que, conforme los usos sociales la van haciendo cada vez más pequeña y frágil, más se va desdibujando su papel. Hay quien habla ya de que la verdadera familia son los amigos, porque son “los que uno elige”, por lo que el Gran Hermano va cumpliendo, paso a paso, su proyecto de ingeniería social consistente en eliminar vínculos para conseguir individuos cada vez más solos, más desarraigados, más dependientes del Estado y, por lo tanto, más manipulables. Vaciar de significado la palabra familia, nos acerca cada vez más al rebaño –o a la jauría o a la piara, lo que usted prefiera–; nos hace menos humanos y más esa otra cosa en que nos quieren convertir.

Y es que, el nombre de las cosas y también el de las personas, se hace imprescindible para no confundirnos, para saber de qué hablamos, de quién hablamos. ¿Qué pasaría si, en busca de la igualdad efectiva, todos nos llamáramos igual? Pues que el mundo sería un caos, nadie sabría quién es quién, ni uno mismo.

Hoy celebramos, precisamente, la fiesta del Santísimo Nombre de Jesús, un término que significa, en hebreo, “Dios salva”, indicando claramente la misión del niño. Ojalá sepamos llamar a las cosas por su nombre y no dejarnos manipular por esos falsos salvadores de la humanidad. Porque la humanidad ya ha sido salvada por un sencillo hombre que aprendió a serlo y a llevar este concepto a plenitud en esa escuela de humanidad llamada familia. Su nombre, sobre todo nombre: Jesús. Acudamos a él cuando estemos confundidos.

El autorAntonio Moreno

Periodista. Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Bachiller en Ciencias Religiosas. Trabaja en la Delegación diocesana de Medios de Comunicación de Málaga. Sus numerosos "hilos" en Twitter sobre la fe y la vida cotidiana tienen una gran popularidad.

Ecología integral

Lo que la ecología le debe al Papa Benedicto XVI

La cuestión ecológica en Benedicto XVI mantiene un interesante equilibrio entre quien se abre el mundo actual, valorando lo positivo que incorpora, a la vez que sabe iluminar con la luz del cristianismo más auténtico los problemas y expectativas de sus contemporáneos.

Emilio Chuvieco·3 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 5 minutos

Me parece que no es necesario ampliar la larga lista de reconocimientos que la labor teológica y pastoral del Papa Benedicto ha merecido en los últimos días con motivo de su fallecimiento. Tampoco voy a perder un minuto en contestar a los desvaríos de quienes le critican sin apenas conocer sus escritos y sin haberle tratado personalmente.

Me parece mucho más propio subrayar otra dimensión de su pensamiento –quizá no nuclear, pero ciertamente importante- que me resulta cercana. Servirá así como modesto homenaje y gratitud a un gran intelectual, a un hombre sabio y bueno, a quien tocó conducir la Iglesia en los últimos 40 años -primero como apoyo fundamental de sanJuan Pablo II y luego como obispo de Roma-, hacia una renovación auténtica de la Iglesia en el siglo XXI, asumiendo lo más sustancial y fructífero del Concilio, conjugando la Tradición con la apertura a la Modernidad, en una fidelidad dinámica que siempre se pregunta qué es lo que nos pediría Jesucristo si predicara a nuestros contemporáneos.

Me refiero a la visión de Benedicto XVI sobre las cuestiones ambientales, tan debatidas actualmente. La posición de Benedicto XVI en este tema me parece especialmente atrayente, ya que ejemplifica muy bien ese equilibrio entre quien se abre el mundo actual, valorando lo positivo que incorpora, a la vez que sabe iluminar con la luz del cristianismo más auténtico los problemas y expectativas de sus contemporáneos.

Para muchos cristianos se trata de temas ajenos –en el mejor de los casos- a nuestra fe, cuando no ocasión para debilitar el mensaje cristiano con intereses espurios o abiertamente paganos. Para otros, la Iglesia no puede estar en silencio ante cualquier cuestión que tiene una trascendencia intelectual y un amplio interés social.

La trayectoria del magisterio eclesiástico en la llamada “cuestión ecológica” parece, a primera vista, muy reciente, aunque hay referencias muy interesantes a la admiración y apertura a la naturaleza en autores tan relevantes como san Basilio, san Agustín o san Benito.

Sin embargo, el análisis del magisterio reciente arranca de alguna alusión en textos de san Juan XXIII, san Pablo VI, y algún escrito más específico de san Juan Pablo II y Benedicto XVI, para desembocar en la encíclica dedicada a este tema por el Papa Francisco, en 2015. El texto del papa actual es muy profundo y relevante, con algunas notas originales, pero que no sale del vacío: se apoya en los escritos de sus predecesores, además de los documentos que han elaborado distintas conferencias episcopales. Ahora me quiero centrar en las aportaciones del papa Benedicto a esta trayectoria.

Conviene recordar que Benedicto XVI era alemán, y que en Alemania la sensibilidad ambiental es un componente básico de la vida cotidiana (conviene recordar que es uno de los pocos países del mundo que tiene un partido verde con amplia representación parlamentaria).

La cuestión ecológica en Benedicto XVI

Sus referencias a la “cuestión ecológica” son a la vez frecuentes y profundas. Por ejemplo, dedica a este tema, en cuatro años de sus 8 de pontificado alusiones centrales en sus Mensajes para la Jornada mundial de la Paz.

En el de 2007 introduce un tema enormemente importante, el concepto de ecología humana, dándole una interpretación a la vez moral y doctrinal: «La humanidad, si tiene verdadero interés por la paz, debe tener siempre presente la interrelación entre la ecología natural, es decir el respeto por la naturaleza, y la ecología humana. La experiencia demuestra que toda actitud irrespetuosa con el medio ambiente conlleva daños a la convivencia humana, y viceversa» (n. 8).

También Benedicto XVI es el primero en conectar directamente la justicia ambiental con las generaciones futuras, algo que ahora se incluye plenamente en las legislaciones internacionales como un principio moral, por más que jurídicamente sea complicado de aplicar. Recordando que… “Respetar el medio ambiente no quiere decir que la naturaleza material o animal sea más importante que el hombre”, afirmaba que no podemos utilizar la naturaleza “…de manera egoísta, a plena disposición de los propios intereses, porque las generaciones futuras tienen también el derecho a obtener beneficio de la creación, ejerciendo en ella la misma libertad responsable que reivindicamos para nosotros» (Benedicto XVI, Mensaje en la jornada mundial de la paz, 2008, n. 7).

Ahora bien, la ecología humana que propone Benedicto XVI va más allá. Hace referencia a la conexión profunda entre equilibrio natural y equilibrio humano, proponiendo que seamos guiados por la ley natural, engarzando la naturaleza humana con la “natural”, porque al fin y al cabo somos parte de ese mismo sustrato natural. La verdad del hombre y de la naturaleza llevan a una actitud de respeto y cuidado: no son aspectos separados.

En este sentido, secunda lo ya apuntado por san Juan Pablo II, que la degradación ambiental está ligada a la degradación moral del hombre, puesto que ambas implican un desprecio hacia el designio Creador de Dios, pero Benedicto XVI lo extiende diversas facetas del actuar moral: «Si no se respeta el derecho a la vida y a la muerte natural, si se hace artificial la concepción, la gestación y el nacimiento del hombre, si se sacrifican embriones humanos a la investigación, la conciencia común acaba perdiendo el concepto de ecología humana y con ello de la ecología ambiental. Es una contradicción pedir a las nuevas generaciones el respeto al ambiente natural, cuando la educación y las leyes no las ayudan a respetarse a sí mismas.

El libro de la naturaleza es uno e indivisible, tanto en lo que concierne a la vida, la sexualidad, el matrimonio, la familia, las relaciones sociales, en una palabra, el desarrollo humano integral» (Caritas in veritate, 2009, n. 51). De ahí surge el concepto que ha desarrollado más recientemente el Papa Francisco de Ecología integral, que hace referencia al cuidado de la naturaleza y de las personas, pues al fin y al cabo este planeta es nuestro hogar común.

No puede haber discontinuidad entre estos dos aspectos, ni por un extremo, ni por el otro. Tan extraviado estaría el que cuidara el ambiente, denigrando a las personas que sobre él viven, como el que degradara el ambiente gratuitamente para, supuestamente, favorecer a las personas. Hay una sola crisis –como menciona el papa Francisco tan frecuentemente- a la vez social y ambiental.

La solución al problema ambiental, entonces, no es sólo técnica, sino también moral. Es preciso que cada uno descubra qué aspectos de su vida pueden renovarse. Ahí se enmarca del concepto de conversión ecológica, que tanto gusta al Papa Francisco, pero que fue propuesto por Juan Pablo II, y extendido por Benedicto XVI, concretado en cambios personales: «Es necesario un cambio efectivo de mentalidad que nos lleve a adoptar nuevos estilos de vida, «a tenor de los cuales la búsqueda de la verdad, de la belleza y del bien, así como la comunión con los demás hombres para un crecimiento común, sean los elementos que determinen las opciones del consumo, de los ahorros y de las inversiones » (Benedicto XVI, Caritas in veritate, 2009, n. 51).

También merece destacarse las alusiones que hizo Benedicto XVI a la cuestión ambiental en su memorable discurso en el parlamente alemán. Allí señaló que el respeto a la naturaleza también es una forma de reconocer una verdad objetiva que no creamos nosotros, sino a la que debemos reconocimiento.

Por eso indicaba que:  «Debemos escuchar el lenguaje de la naturaleza y responder a él coherentemente”, ligando ese reconocimiento al de la propia naturaleza humana: “El hombre no es solamente una libertad que él se crea por sí solo. El hombre no se crea a sí mismo. Es espíritu y voluntad, pero también naturaleza, y su voluntad es justa cuando él respeta la naturaleza, la escucha, y cuando se acepta como lo que es, y admite que no se ha creado a sí mismo. Así, y sólo de esta manera, se realiza la verdadera libertad humana».

En resumen, en el amplísimo magisterio de Benedicto XVI, la dimensión ecológica se propone como algo central a la experiencia cristiana, parte de una concepción de Dios Creador, que ha embellecido el mundo que nos rodea con una biodiversidad inmensa, de Dios Redentor, que quiso compartir nuestra naturaleza humana, viviendo en armonía con su entorno, y de Dios Santificador, que utiliza la materia natural como vehículo de la Gracia en los sacramentos.

El Papa Francisco nos lo ha recordado en su encíclica y sus múltiples alusiones en su magisterio, pero también los pontífices anteriores, singularmente Benedicto XVI, merecen un sitio de honor entre los precedentes de este magisterio.

El autorEmilio Chuvieco

Catedrático de Geografía de la Universidad de Alcalá.

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España

Mayte Rodríguez:»Judíos y cristianos hemos de trabajar y dialogar en todo lo que nos une»

Hace pocas semanas, la sala capitular de la catedral de la Almudena en Madrid se convertía en un punto de encuentro interreligioso en la celebración de los 50 años de la erección del Centro de Estudios Judeo–Cristianos. Medio siglo “siendo la institución oficial de la Iglesia para el diálogo con el judaísmo”, como destaca Mayte Rodríguez, directora del Centro.

Maria José Atienza·3 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 5 minutos

La historia del Centro de Estudios Judeo-Cristianos, dependiente del arzobispado de Madrid, no se entiende sin hablar de la congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de Sión. 

Esta congregación, fundada bajo la inspiración de Theodore y Alphonse Ratisbonne, dos hermanos de origen judío, que se convirtieron al catolicismo y fueron ordenados sacerdotes, tiene como carisma el trabajo y la oración en la Iglesia para revelar el amor fiel de Dios por el pueblo judío y hacer realidad el reino de Dios en la tierra mediante una colaboración fraterna. 

Esta ha sido la línea de estos 50 años de trabajo, como destaca en esta entrevista Mayte Rodríguez, una laica que conoció el carisma de las Hermanas de Sion al poco tiempo de llegar a España y que, desde entonces, ha formado parte de este Centro de Estudios. 

¿Cuándo nace el Centro de Estudios Judeo-Cristianos? 

—En torno a 1960, sor Esperanza y sor Ionel llegaron a España. Lo primero que hicieron fue dirigirse a la comunidad judía, que las recibió con los brazos abiertos. Ahí se gesta la fundación de la Amistad Judeo-Cristiana, aprobada por el arzobispado de Madrid.

Estamos hablando de antes del Concilio Vaticano II. Después del Concilio, el cardenal Tarancón decide erigir un Centro de Estudios Judeo-Cristianos, es decir, lo convierte en una institución oficial de la Iglesia.

De hecho, somos la única institución oficial de la Iglesia para el diálogo con el judaísmo aquí en España. El Centro, como tal se erige el 21 de septiembre de 1972, encomienda su gestión a la Congregación de Nuestra Señora de Sión.

¿Por qué se establece la Congregación en España? 

—Para entender esto hay que remitirse al encuentro de Seelisberg: en el verano de 1947, un grupo grande de judíos y cristianos de 19 países se reunieron en Seelisberg, Suiza. Entre ellos estaban Jacques Maritain o Jules Isaac. Aquella reunión fue clave. Allí se pone de manifiesto, entre otras cosas, cómo cierta parte del horror del holocausto judío reciente habría podido venir de una errónea visión de los cristianos hacia los judíos. Nos referimos a ideas como que los judíos eran “culpables de la muerte de Cristo”. En Seelisberg se promueve lo que conocemos como “amistades judeo-cristianas”. 

Es cierto que, en España, al no ser partícipe de la II guerra mundial, no teníamos quizás la misma percepción con respecto a la persecución de los judíos como podía darse en Francia o Alemania, pero en España había una raíz sefardita, judía evidente. No en vano, los judíos se dividen en sefarditas y askenazis, los primeros de origen español, y el resto, de raíz centroeuropea. 

En esta historia, ¿qué papel juega la declaración Nostra Aetate?

—En los últimos años se han multiplicado los documentos de la Iglesia a este respecto. Hay que reconocer que ha habido siglos de desencuentro y eso ha llevado a incomprensiones, malos entendidos, etc. 

En los últimos años se ha avanzado mucho. En este sentido, la aportación del Concilio Vaticano II y, especialmente, de la declaración Nostra Aetate, ha sido fundamental. Esto se debe, a mi juicio, a tres personas: san Juan XXIII, Jules Isaac y el cardenal Agustín Bea SJ.

Después de este encuentro de Seelisberg, Jules Isaac pidió una entrevista con san Juan XXIII. En aquella entrevista le manifiesta su pena porque, si bien no encontraba en los evangelios ningún punto antisemita, se preguntaba de dónde venía la histórica animadversión al pueblo judío. En esa conversación, Isaac le pregunta al Papa: “Santidad, ¿puedo llevarle esperanza a mi pueblo?”, a lo que Juan XXIII le contestó: “Ustedes tienen derecho a algo más que una esperanza”. Tras aquella entrevista, el Papa encomendó al cardenal Agustín Bea la preparación de lo que luego sería la declaración Nostra Aetate. Esta declaración tuvo muchísima controversia: para algunos sectores de la Iglesia se quedaba corta, y para otros era excesiva. También hubo incomprensiones por parte de las otras confesiones. Al final Nostra Aetate salió adelante y ese fue el comienzo del cambio. No sólo por la parte de los católicos, sino, en el caso de la comunidad judía, de cómo nos veían a los cristianos. 

¿Ha habido también un cambio de mentalidad por parte de la comunidad judía?

—Hay que tener en cuenta que para los judíos, los cristianos hemos sido considerados muchas veces como una especia de secta, una herejía del judaísmo. 

En los últimos años se han dado pasos significativos. Por ejemplo, en los últimos documentos los judíos reconocen que los cristianos somos parte del plan infinito de Dios. No sólo eso, sino que, en cierto modo, seguimos caminos paralelos y que cuando Dios quiera nos encontraremos. Mientas tanto, hemos de trabajar y dialogar en todo lo que nos une. Esto es muy importante. 

Realmente es paradójico, pero lo que más nos une a nuestros hermanos mayores en la fe es también lo que más nos separa: la figura de Cristo. Jesús era judío, su Madre era judía, los apóstoles eran judíos… La gran diferencia es que para nosotros es el Mesías y para ellos es un gran rabino. En este punto, muchas veces me remito al nombre de la revista del centro, El Olivo. Esta revista debe su nombre a esas palabras del capítulo 11 de la carta a los Romanos: “Si la raíz es santa, también lo son las ramas. Por otra parte, si algunas de las ramas fueron desgajadas, mientras que tú, siendo olivo silvestre, fuiste injertado en su lugar y hecho partícipe de la raíz y de la savia del olivo”. Los judíos son el tronco, y si nosotros somos santos es porque ellos son santos también. Muchas veces, dentro de los propios cristianos apreciamos que existe una visión lejana del pueblo judío. Creo que es más una falta de interés que otra cosa. Sin embargo, gracias a Dios vemos que esto va cambiando y hay más apertura. Pero hace falta mucho más. 

Ahora que se han cumplido 50 años, ¿qué perspectiva de futuro tiene el Centro?

—Pienso que este Centro es una cosa que Dios quiere, así que Él sabrá qué hacer para el futuro. Hemos pasado, y pasamos aún, por multitud de peripecias. Todas las mañanas, cuando llego al Centro, voy a la capilla que tenemos aquí y le digo al Señor “Esto es tuyo, ¡a ver qué haces!”. Pienso que es eso, una obra de Dios. Nosotros trabajamos para su pueblo y por su pueblo, y los que sentimos este cariño lo vemos así. 

En el Centro casi todos somos voluntarios, incluso el magnífico cuadro de profesores de nuestras conferencias lo hace de manera voluntaria. Cuando las Hermanas de Sion llegaron a España y reunieron a un grupo de intelectuales, políticos, etc. el punto clave era que amaran a al pueblo judío y quisieran difundir su cultura, y eso es lo que seguimos haciendo. Además de los ciclos de conferencias sobre diversos temas relacionados con el judaísmo y el cristianismo tenemos cursos de hebreo, abiertos a todo el mundo. La mayoría de las personas que vienen aquí son mayores, porque tienen más tiempo y tienen inquietud por conocer cuestiones sobre la historia del pueblo judío o la relación con los cristianos. Nos gustaría que vinieran más personas jóvenes pero, con el tiempo tan justo que tienen, es difícil. Además tenemos una biblioteca muy buena, abierta a estudiosos y profesores, sobre todo lo relacionado con el mundo judío y también cristiano. 

¿Cómo definiría la relación actual con la comunidad judía? 

—Excelente. Gracias a Dios, tenemos una relación de fraternidad. Hay una cooperación constante entre nosotros y hay que destacar que nos ayudan de muy diversas maneras: tanto para mantener este Centro, como para colaborar muchas veces en obras de caridad de la Iglesia, por ejemplo, en campañas de Cáritas o recogidas de alimentos. Algunos de los momentos más entrañables se dan cuando nos acompañamos mutuamente en fiestas señaladas. Celebramos con ellos fiestas como Yom Kipur o Purim y ellos vienen el 20 de enero, que es la fiesta anual de nuestro centro. Hay que tener en cuenta que, además, muchos de los judíos que viven en España han ido a colegios o universidades católicas y nuestras fiestas les son muy cercanas.

Vaticano

Miles de personas visitan los restos mortales de Benedicto XVI

Miles de personas hacen cola estos días para dar su último adiós al Papa emérito. El protocolo vaticano trabaja para un funeral inédito que estará presidido por el Papa Francisco. 

Stefano Grossi Gondi·2 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 7 minutos

Está siendo una intensa jornada el primero de los días en los que ha sido posible dar un último homenaje y oración a Benedicto XVI en la Basílica Vaticana.

El traslado de los restos mortales de Benedicto XVI a la basílica de San Pedro tuvo lugar a las 7.00 horas de esta mañana, y la llegada a la Basílica fué a las 7.15 horas. El breve rito estuvo presidido por el Card. Gambetti, que duró hasta las 7:40.

A continuación se completó la preparación de la Basílica para la llegada de los fieles que visitaron al Papa emérito. Desde el principio, a las 9 de la mañana, momento en el que se abrió la Basílica, y durante todo este lunes, ha estado siempre presente una sensación de calma en las colas, sin muchos selfies, con recogimiento.

Las primeras imágenes de los restos mortales de Benedicto XVI han suscitado algunos comentarios entre los fieles y peregrinos. Cuando Juan Pablo II murió en 2005, no llevaba mitra ni báculo cuando descansaba en su capilla privada. Mientras que sí las llevaba Benedicto.

Una de las grandes dudas de un hecho inédito como la muerte de un pontífice emérito era el rito funerario y el protocolo que se establecería.

La vestimenta aporta algunas pistas, ya que Benedicto XVI ha sido ataviado de rojo papal, pero sin el palio: el ornamento que se coloca al cuello y que indica el poder ejercido en el momento de su muerte. La ausencia de dicha pieza señala que el alemán, justamente, estaba retirado. Benedicto XVI ha sido revestido con las vestiduras pontificias de color rojo, que es el color reservado a los pontífices. Lleva una casulla solemne roja y una mitra con bordes dorados.

Como renunció a ser pontífice, tampoco lleva la «cruz pastoral», el bastón rematado con una cruz que tiene un significado paralelo al del palio. Tampoco lleva zapatos de color burdeos, que en la tradición papal evocan la sangre derramada por los mártires siguiendo los pasos de Cristo.

Además, Benedicto tiene un rosario entrelazado en las manos. Está apoyado en un catafalco cubierto por una tela de terciopelo rojo y sostenido por dos almohadillas pardas. A su lado hay un cirio encendido. Un dato interesante: el Papa emérito Benedicto yace en el altar con la casulla que llevó en la misa de clausura de la Jornada Mundial de la Juventud de Sydney 2008.

Desde el principio de la mañana ha estado presente junto al túmulo el Arzobispo Ganswein, secretario personal del Papa Benedicto, que ha recibido el pésame de numerosas personalidades durante toda la jornada, comenzando por Matarella, Presidente de la República Italiana y la Primera Ministra, Giorgia Meloni. 

Benedicto XVI ganswein
Mons. Georg Gänswein ante el cuerpo de Benedicto XVI en la basílica de San Pedro ©CNS photo/Paul Haring

Largas colas en la plaza de San Pedro para despedir a Benedicto XVI

Durante todo el día ha habido largas colas en la plaza de San Pedro para despedir a Benedicto XVI
Los que entran y salen se entrecruzan y empiezan los preparativos para el funeral del jueves. Nos encontramos además, en una situación muy especial, ya que no vivimos lo que se pudo experimentar cuando falleció Juan Pablo II, para reinante. Benedicto XVI lleva 10 años retirado, pero la plaza de San Pedro vuelve a recobrar vida y vida joven. Hemos podido ver a muchos peregrinos jóvenes, para los que Benedicto XVI era, es y seguirá siendo una referencia en su vida cristiana. Estamos ante un papa que creía profundamente en el poder de la Verdad, que amaba la Verdad, que ha muerto amando la Verdad en sus labios.

Empezamos a contar con muchas reacciones tras la desaparición del primer «papa emérito» de la historia, un Papa que ha producido una ingente tarea doctrinal: 3 encíclicas, 275 cartas, 125 constituciones apostólicas, 4 exhortaciones apostólicas, 67 cartas apostólicas, 13 Motu proprios, 199 mensajes, 349 homilías, y unos 1500 discursos

Recogiendo las impresiones de los turistas y peregrinos es frecuente escuchar valoraciones como las de una familia italiana, originaria de  Milán, que subrayan (una pareja de mediana edad) que Benedicto era sobre todo una persona afable, de una elocuencia sencilla y directa, típico de una persona extraordinariamente educada, con una rara habilidad para captar el corazón con un concepto y una idea».

No muy diferente es el recuerdo de don Lluís Clavell, ex rector de la de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz y profesor de metafísica en la misma Universidad. «Vino a vernos dos veces. Una vez sólo para estar con nosotros y responder a nuestras preguntas. Y  de sus respuestas, reflexivas se notaba que tenía una rara habilidad para escuchar. Para responder primero hay que escuchar bien. Ratzinger poseía ambas cualidades».

También hemos podido escuchar en la radio las declaraciones del cardenal Pell, que confirmaba: «Papa Ratzinger era un caballero cristiano.  Un verdadero profesor alemán, un hombre de modales exquisitos, de alta cultura, un caballero de la vieja escuela, muy, muy educado.»

Otras personas en la Plaza decían, como la monja italiana Lucia: «Estoy aquí desde muy temprano. Le debia el saludarle en estos momentos, después de todo lo que ha hecho por la Iglesia». A su lado, miles de personas han hecho cola durante todo el dia para entrar en la Basílica. Se espera que unas 35.000 personas visiten cada día la capilla ardiente, que permanecerá abierta hasta el miércoles. Hoy se ha podido confirmar que han pasado por la Basílica 40.000 personas. 

Los primeros fieles en entrar en la basílica han sido un grupo de sacerdotes de la India. La coincidencia de la muerte de Benedicto XVI con las vacaciones navideñas ha hecho que muchos de los curiosos fueran meros turistas. Como Jennifer K., una estadounidense que junto a varios amigos subrayaba la «suerte» de haber estado en Roma en estos días. “Me da pena la muerte de Benedicto XVI, pero para nosotros ha sido una gran carambola que nos coja en Roma, y aquí estamos». Otros, como un grupo de españoles unos metros más allá, aprovecharon su viaje de vacaciones para asistir a la exequias. “Nosotros lo hacemos por respeto a Benedicto, aunque la verdad no lo hemos conocido mucho”, apuntaba Luis Mesa, de 36 años.

Para otras personalidades, como Sor Alessandra Smerilli, secretaria de uno de los Dicasterios más importantes de la Santa Sede,el testamento del Papa Benedicto XVI recuerda sus orígenes humildes, la relación con su familia. Un testamento sencillo, sencilla su vida, siguió firme permaneciendo ante Dios momento a momento».
Otros, como Gustavo Entrala, el comunicador español que ayudó a Benedicto a enviar su primer tweet, ha recordado online cómo él y su equipo metieron al Papa Benedicto XVI en las redes sociales. Hoy, @Pontifex es un éxito indiscutible. Y eso tuvo su origen con el Papa anterior, asesorado por el comunicador español. 

Según el arzobispo de Malta, Charles Scicluna, fue Benedicto XVI el primero que empezó a enfrentarse a «la cara oscura» de los abusos sexuales cometidos por clérigos, impulsando una serie de medidas que hoy constituyen el núcleo de la política de «tolerancia cero» de la Iglesia. Antes de su elección al papado, el entonces cardenal Joseph Ratzinger «desempeñó un papel decisivo en el largo proceso de actualización de la legislación y los procedimientos» para hacer frente a delitos graves como los abusos sexuales a menores, afirmó Scicluna. Tanto como prefecto del Vaticano como Papa, ha dicho  Scicluna, Benedicto XVI lideró la reforma «en constante diálogo con los expertos canónicos» y promovió «la formación a todos los niveles». Durante sus ocho años como Papa, dijo Scicluna, Benedicto dedicó tiempo cada semana a revisar casos de sacerdotes abusadores que necesitaban decisiones.

Haciendo un rápido repaso a la herencia de Benedicto, que tantos recuerdan precisamente hoy, podríamos mencionar la “Fe y razón que se reencuentran de un modo nuevo”, también que durante su pontificado, repitió muchas veces que el hombre es capaz de la verdad y debe buscarla. Que ella necesita criterios para ser verificada y debe ir unida a la tolerancia real. La medida de verdad para los católicos es el Hijo de Dios. Con respecto al Vaticano II, siempre recordó “La hermenéutica de la reforma”. Luchó para que se entendiera realmente el sentido del Concilio Vaticano II, como una búsqueda de “síntesis de fidelidad y de dinamismo”. En el ámbito de la Nueva evangelización, insistió en “Redescubrir la alegría de creer”: para Benedicto, la nueva evangelización deberá encargarse de encontrar los caminos para hacer más eficaz el anuncio de la salvación, sin el cual la existencia personal permanece contradictoria y privada de lo esencial. pero también insistió con fuerza en la importancia de dialogar con todos. Aunque Benedicto XVI mostró siempre firme su defensa de la fe, procuró limar asperezas y tender puentes dentro y fuera de la Iglesia. Movido por un afán de unidad, intentó atraer a quienes por un motivo u otro se habían apartado de Roma.

Los preparativos para los funerales 

Los preparativos para los funerales solemnes del Papa Benedicto XVI, previstos para el jueves 5, están en pleno apogeo. Los funerales de Joseph Ratzinger serán los de un Romano Pontífice, con los ritos y la veneración que la Iglesia siempre ha tributado al sucesor (Benedicto fue el 265º) del Apóstol Pedro.

Aunque el protocolo vaticano, habitualmente muy preciso y detallado para la despedida de un Papa, se encuentra por primera vez en sus dos mil años de historia registrando el funeral de un Pontífice celebrado por su sucesor, el Papa Francisco.  Y así se está trabajando para redactar nuevas normas.

Pero, ¿qué son la Ultima Commendatio y la Valedictio, las bendiciones que preceden al entierro? La traducción del latín de la primera suena como «la última recomendación». Como prescribe el ritual litúrgico romano, al final de la liturgia de la palabra (es decir, las lecturas de pasajes de la Biblia y del Evangelio, acompañadas de himnos, la homilía, la profesión de fe y la oración universal o de los fieles) el celebrante con los concelebrantes rocía el féretro con agua bendita e incienso. A esto sigue una oración, que generalmente es: «Entregamos el cuerpo mortal de nuestro hermano (o hermana) a la tierra en espera de su resurrección; que el Señor reciba su alma en la gloriosa comunión de los santos; que abra los brazos de su misericordia, para que este hermano nuestro, redimido de la muerte, absuelto de toda culpa, reconciliado con el Padre y llevado sobre los hombros del buen Pastor, participe de la gloria eterna en el Reino de los Cielos».

La Valedictio, del saludo latino «Vale», que los romanos decían o escribían al saludarse y que equivale a nuestro «Hasta luego» con el añadido de un deseo de salud y paz, representa el último adiós al difunto. La más utilizada es «Venid, santos de Dios, daos prisa, ángeles del Señor». Recibe su alma y preséntala en el trono del Altísimo. Que Cristo, que os ha llamado, os reciba, y los ángeles os conduzcan con Abraham al paraíso. Recibe su alma y preséntala en el trono del Altísimo. Concédele, Señor, el descanso eterno y brille para él la luz perpetua. Recibe su alma y preséntala en el trono del Altísimo’.

A continuación, el féretro es llevado al lugar de inhumación, que para el Papa Ratzinger debería ser, según su petición, el lóculo de las Grutas Vaticanas donde se depositó el cuerpo de Juan Pablo II antes de ser trasladado a la parte superior de la Basílica.

El autorStefano Grossi Gondi

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Iniciativas

El 2022 de Amigos de Monkole: más de 400.000 euros en 11 proyectos

Desde su fundación, hace 12 años, Amigos de Monkole ya ha prestado ayuda a más de mil mujeres embarazadas del Centro Hospitalario Monkole, ubicado en uno de los barrios más pobres de Kinshasa (R. D. del Congo).

Maria José Atienza·2 de enero de 2023·Tiempo de lectura: < 1 minuto

La Fundación Amigos de Monkole, ha logrado financiar con más de 400.000 euros sus 11 proyectos solidarios en la República Democrática del Congo, “lo que supone una cifra récord, alrededor de un 40% más que en 2021, gracias a nuestros donantes y a las ayudas recibidas de diversas instituciones y organismos públicos y privados”, como ha explicado Enrique Barrio, presidente de la fundación. Más de 35.000 personas, especialmente mujeres y niños, se han beneficiado, de manera directa o indirecta, gracias a estos proyectos.

Los proyectos a los que se ha destinado el dinero han abracado desde Operaciones de raquitismo en niños (20.000 euros), intervenciones de prótesis de cadera (18.290,5 euros), Forfait Mamá, ayudas en el parto a 107 madres (29.000 euros), Neonatología (39.200 euros, incluyendo una ayuda de 20.000 euros de la Fundación Ordesa), hasta el Proyecto Elikia: cribado de cáncer de útero (29.700 euros).

Otros proyectos son el Proyecto dental con el  apoyo el colegio de dentistas de Asturias (5.600 euros), Escuela de Enfermería (90.000 euros), Formación en África con médicos de Europa (10.605,89 euros), rehabilitación de la antena sanitaria Kimbondo (6.000 euros, con la ayuda de la Junta de Castilla y León), envío de lavadoras y planchadoras industriales (50.251,27 euros, con la ayuda de la Junta de Castilla y León), Pozo sanitario en Niangara (17.800 euros), producción de oxígeno (30.700 euros), creación de Cantinas Populares para la nutrición infantil (7.000 euros junto con la Fundación Roviralta, el fondo María Felicidad Jiménez Ferrer y Moneytrans), campaña lucha con el VIH (48.531,78 euros con el Ayuntamiento de Valladolid). En total, la ayuda enviada suma un total de 402.679,44 euros.

Zoom

Los fieles se despiden de Benedicto XVI

El cuerpo de Benedicto XVI ha sido traslado a la basílica de san Pedro para recibir el último adiós de los fieles. El funeral será oficiado por el Papa Francisco el 5 de enero.

Maria José Atienza·2 de enero de 2023·Tiempo de lectura: < 1 minuto
Vaticano

Benedicto XVI. Un funeral con sólo 2 delegaciones oficiales

Rome Reports·2 de enero de 2023·Tiempo de lectura: < 1 minuto
rome reports88

El Vaticano se preparar para el funeral de Benedicto XVI. El cuerpo del Pontífice emérito se puede visitar, desde la mañana del 2 de enero, en la basílica de San Pedro.

El jueves 5 de enero a las 9:30 de la mañana, el Papa Francisco oficiará su funeral en el que solo habrá dos delegaciones oficiales. Por un lado la de Italia y, por otro, la de Alemania, por ser el país de origen de Benedicto XVI.

El Vaticano confirmó que sus restos descansarán en la cripta de los papas, cerca de la tumba de San Pedro.


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Cultura

Las llaves de los tesoros de los Museos Vaticanos

El "Clavigero Vaticano", heredero del antiguo Mariscal del Cónclave, posee 2.798 llaves, con las que acceder a los lugares más inaccesibles de los Museos Vaticanos.

Antonino Piccione·2 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 5 minutos

Esta es la historia de Gianni Crea, el «Clavigero Vaticano«, uno de los custodios autorizados a utilizar las 2.797 llaves que abren y cierran los tesoros pontificios, es decir, los Museos Vaticanos, nada menos que once colecciones diferentes expuestas al público más allá de la Muralla Leonina, en la Ciudad del Vaticano.
La Capilla Sixtina, las Estancias y la Logia de Rafael, los mármoles romanos, los museos Gregoriano Egipcio y Etrusco, la Galería de los Tapices, la Galería de los Candelabros, la Galería de los Mapas, el Apartamento Borgia y el Apartamento de San Pío V, y se podría seguir y seguir.

No hay lugar en el mundo tan rico en arte, genio, gusto y fe. Un viaje exclusivo que golpea el corazón y la mente, nadie puede permanecer indiferente, nadie se siente excluido, es el milagro secular del gran arte. Paolo Ondarza lo contaba el 13 de diciembre en Vatican News.

La ruta del clavigero

Cada día abre y cierra las puertas de los siete kilómetros del recorrido expositivo de los Museos Vaticanos. Son poco más de las 5 de la mañana cuando todo empieza. Frente al bistró que dentro de unas horas acogerá a visitantes de todo el mundo, el clavigero abre una puerta: conduce al búnker que guarda, protegidas por un sistema de climatización diseñado para evitar la oxidación, las 2798 llaves que abren los 11 sectores de los Museos. Semanalmente se prueban, una a una, para comprobar el funcionamiento de las cerraduras y cerciorarse de su integridad.

«Hay tres llaves más importantes que las demás: la número ‘1’ abre la puerta monumental a la salida de los Museos Vaticanos; la ‘401’ pesa cerca de medio kilo, fue forjada en 1700 y es la más antigua y abre la puerta de entrada del Museo Pio Clementino, primer núcleo de los Museos Vaticanos; y por último la más preciada, la llave sin número, forjada en 1870, abre la puerta de la Capilla Sixtina, sede del Cónclave desde 1492», explica Gianni Crea, clavigero desde 1999. La llave sin número se guarda dentro de una caja fuerte en un sobre sellado por la dirección del Museo Vaticano. Cada mañana, el ritual con el que se extrae evoca la fascinación de siglos lejanos y el vínculo histórico entre los clavigeros -en plural porque hoy son once los que realizan este servicio- y el antiguo Mariscal del Cónclave y Custodio de la Santa Iglesia Romana: aquel a quien hasta 1966 se encomendó la tarea de sellar todos los accesos al sacellum cuando los cardenales se reunían para elegir al Papa. 

El clavigero comienza al amanecer, en soledad, la ruta que repetirá al atardecer. Abre, una tras otra, las quinientas puertas y ventanas de todo el itinerario para visitar las colecciones papales, recorriendo cinco siglos de historia en aproximadamente una hora. Abre la pesada verja del Museo Pio Clementino. Atraviesa el núcleo más antiguo de la colección vaticana, pasando por la Biblioteca hasta las Estancias de Rafael. Conoce todos los secretos de los Museos Vaticanos, como los rudimentarios sismógrafos, ocultos en las paredes de la Sala de la Inmaculada Concepción pintada en el siglo XIX por Francesco Podesti: se utilizaban para controlar la estabilidad del edificio tras cualquier temblor sísmico. 

El haz de luz de la linterna con la que inspecciona cada sala en la oscuridad saca de la penumbra la belleza inmortal de frescos y esculturas, revelando secretos y detalles que el ojo apenas puede captar a plena luz del día, cuando el museo está abarrotado.

A lo largo del antiguo corredor de los Mapas, la insólita representación invertida de Sicilia y Calabria interroga a la mirada. Se representan así porque se observan desde Roma en dos de los 40 mapas gigantes que recorren 120 metros a lo largo de la mayor representación topográfica jamás realizada de Italia, de norte a sur, con extremo detalle. Fue encargado por Gregorio XIII Boncompagni a los mejores paisajistas del siglo XVI.
Dejando atrás puertas y portones abiertos, el paso del clavigero evoca por un momento el histórico «salto de gigante para la humanidad» del 20 de julio de 1969. De hecho, en las galerías inferiores se exponen fragmentos de rocas lunares de la expedición Apolo 11, donadas por el presidente estadounidense Richard Nixon, junto con la bandera del Estado de la Ciudad del Vaticano llevada al espacio por los astronautas en aquella memorable fecha.

Todo tipo de llaves

Llaves antiguas y modernas, de hierro o aluminio, forjadas a mano, desgastadas por el tiempo, hoy incluso electrónicas, las llaves abren también estancias inaccesibles al público, que el guardián tiene el deber de inspeccionar a diario: almacenes subterráneos que custodian, envueltos en el misterio, retratos anónimos de época romana cuya mirada interroga a quien se cruza con ellos; almacenes y desvanes en cuyas paredes antiguos custodios han dejado a lo largo de los siglos huellas de su paso con grafitis e inscripciones a lápiz.

Son cerca de las 7 de la mañana. La última puerta que se abre es la más esperada. De madera, con mango de latón en forma de «S». «S» de «secreto», que significa reservado, cerrado; es la sala donde tiene lugar el escrutinio y la elección del Sucesor de Pedro: la Capilla Sixtina.

El guardián de las puertas

«Ser clavigero es una tarea que casi te da la sensación de custodiar la historia. Con motivo de la elección del Papa, 12 llaves permiten al clavigero cerrar toda la zona que rodea la Capilla Sixtina. Inmediatamente después, observando escrupulosamente un antiguo protocolo, le corresponde seguir, junto con las autoridades competentes, el trabajo del cerrajero que coloca los sellos para guardar el secreto de todo lo que ocurre en el interior de la capilla más famosa del mundo; después, el clavigero deposita las llaves en una caja metálica: permanecerá bajo custodia de la Gendarmería hasta que se haya elegido al nuevo Papa».

Hasta el pontificado de san Juan Pablo II, los cardenales, una vez que entraban en el Cónclave, sólo podían abandonar los alrededores de la Capilla Sixtina cuando se había producido la elección: eran alojados, en estado de reclusión, en el interior de diversas salas de los Palacios Vaticanos, adaptadas como dormitorios para la ocasión. Inmediatamente después del «extra omnes», era deber del Mariscal del Cónclave asegurarse de que todas las puertas, ventanas y mirillas de la zona donde se alojaban los cardenales estuvieran bien cerradas. Al final del control, este agente de seguridad colocaba las llaves dentro de una bolsa roja. Aquí permanecían hasta la fumata blanca.

Siendo un laico perteneciente a la aristocracia romana, el Mariscal del Cónclave desempeñó un papel clave durante la sede vacante. Inicialmente fue la Casa romana de Savelli la que ostentó el título, heredado desde 1712 hasta su supresión bajo Pablo VI por el hijo mayor de la Casa de Chigi. De hecho, la bandera del Mariscal lleva el escudo de armas de la familia noble de origen sienés junto con el símbolo del camarlengo y las dos llaves, no cruzadas como en los escudos papales, sino separadas y colgando lateralmente.

La Capilla Sixtina es el lugar donde termina la ruta clavigera, que desde 2017 se puede realizar con cita previa. «Cuando empecé en 1999», dice Gianni Crea, «éramos tres, pero tuve que esperar tres años para poder abrir la Capilla Sixtina. Imaginé ese momento durante mucho tiempo y la emoción sigue siendo indescriptible: cada día me cuesta creer que tenga el honor de abrir el centro del cristianismo a visitantes de todo el mundo».

En las paredes pintadas al fresco por artistas del siglo XV, un cuadro de Pietro Perugino, maestro de Rafael, llama la atención por su alto valor semántico y simbólico. Representa la «Entrega de las llaves a San Pedro». Uno está dorado y vuelto hacia Cristo, el otro plateado: recuerdan respectivamente el poder sobre el Reino de los Cielos y la autoridad espiritual del papado en la tierra.

«A ti te daré las llaves del reino de los cielos, y todo lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos»: éste es el mandato de Jesús al apóstol Pedro, el «clavigero del cielo».

El autorAntonino Piccione

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Lecturas del domingo

La sabiduría de los Magos. Solemnidad de la Epifanía del Señor (A)

Joseph Evans comenta las lecturas de Solemnidad de la Epifanía del Señor (A) y Luis Herrera ofrece una breve homilía en vídeo.

Joseph Evans·2 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 2 minutos

Los Reyes Magos vieron una estrella extraordinaria, que iluminaba el cielo de sus tierras orientales. Conocían los escritos proféticos de Israel que anunciaban el nacimiento de un gran Mesías, de un Rey Salvador, y vieron este presagio como una señal de que ese rey había nacido. Inspirados por el Espíritu Santo, salieron a adorarle. Y así, como señaló el Papa Benedicto XVI, fueron guiados a Jesús por la estrella y por los libros sagrados de Israel, o, en otras palabras, por la creación y por la palabra de Dios. Hicieron uso de lo que Dios les había enviado. La estrella no era una señal inequívoca. Su movimiento invitaba a seguirla, pero no era un mensaje explícito. No se dio a los Magos una explicación completa ni un mapa claro. Asimismo, su conocimiento de las Escrituras habría sido limitado. Como hemos dicho, habrían oído hablar de las profecías del Mesías, pero probablemente no tenían sus propias copias de ellas. Habían oído y estaban dispuestos a escuchar; para quienes tienen el corazón abierto, es suficiente incluso un poco de información.

Los Reyes Magos eran sabios precisamente porque hacían uso de lo que Dios les daba. No se quejaron de que Dios no les diera instrucciones más explícitas, de que el plan fuera tan desconocido y tan incierto. La sabiduría consiste en hacer buen uso de lo que tenemos, por poco que sea, y en luchar contra las ilusiones de tener más, o algo diferente.

Los expertos de Jerusalén, los sumos sacerdotes y los escribas tenían muchos más conocimientos que los Magos. Pero los Magos eran sabios, y los expertos no. Éstos conocían la teoría, pero su conocimiento más perfecto no les llevó a actuar. Pudieron decirle a Herodes que el Mesías iba a nacer: “En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: ‘Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres no eres ni mucho menos la última de las poblaciones de Judá; pues de ti saldrá un jefe que pastoreará a mi pueblo Israel’”. Pero, fuera por indiferencia o por miedo al rey, no oímos que ninguno de ellos siguiera la estrella.

La sabiduría es versátil y dispuesta a seguir en la oscuridad, como los Reyes Magos siguieron la estrella en la noche. Pero siempre hay una estrella en esa oscuridad, ya sea nuestra conciencia, la enseñanza de la Iglesia o el consejo de un sacerdote sabio o de un amigo. 

Siguiendo la estrella, al final de su viaje encontraron al que es la luz del mundo. Todas las verdades parciales, si las seguimos con sinceridad, conducen a la plenitud de la verdad, que es Jesucristo mismo, aunque esa verdad venga “envuelta” en pobreza y debilidad. Presentaron sus dones y les fue indicado que regresaran a su tierra “por otro camino” a salvo de Herodes. La generosa disposición de buscar la verdad acaba conduciendo a Dios, y Él nos muestra un camino seguro para seguirle en la vida ordinaria, “en nuestra propia tierra”.

La homilía sobre las lecturas de Solemnidad de la Epifanía del Señor (A)

El sacerdote Luis Herrera Campo ofrece su nanomilía, una pequeña reflexión de un minutos para estas lecturas.

Vaticano

Papa Francisco: “María lleva en su vientre la Vida y así, nos habla de nuestro futuro»

El Papa Francisco ha rezado el Ángelus hoy, primer día de 2023, en la Solemnidad de Santa María Madre de Dios.

Paloma López Campos·1 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 2 minutos

El Papa Francisco se ha unido hoy a los fieles para el rezo del Ángelus. Como es habitual, ha dirigido al pueblo unas palabras en el comienzo de este nuevo año 2023.

Francisco ha comenzado haciendo mención de su predecesor, Benedicto XVI, fallecido ayer por la mañana. Así, ha dicho: “el inicio de un nuevo año está encomendado a María Santísima, que hoy celebramos como Madre de Dios. En estas horas invocamos su intercesión en particular para el Papa emérito Benedicto XVI, que ayer por la mañana dejó este mundo. Nos unimos todos juntos, con un único corazón y una única alma, al dar gracias a Dios por el don de este fiel servidor del Evangelio y de la Iglesia”.

Una Madre que no habla, pero sí enseña

El Santo Padre ha dirigido la mirada a María Santísima para lanzar a todos dos preguntas: “¿Con qué lenguaje nos habla la Virgen Santa? ¿Qué podemos aprender de ella para este año que se abre?”

El Papa no tarda en darnos la respuesta: “María no habla. Ella acoge con sorpresa el  misterio que vive, custodia todo en su corazón y, sobre todo, se preocupa del Niño, que –dice el Evangelio– estaba «acostado en el pesebre» (Lc 2,16). Este verbo “acostar” significa colocar con cuidado. Y nos dice que el lenguaje propio de María es el de la maternidad: cuidar con ternura del Niño. Esta es la grandeza de María: mientras los ángeles hacen una fiesta, los pastores acuden y todos alaban a Dios en voz alta por el acontecimiento que había sucedido, María no habla, no entretiene a los invitados explicando lo que le ha sucedido, no roba el protagonismo; al contrario, pone en el centro al Niño, cuidándolo con amor”.

Con delicadeza, el Papa ha afirmado: “Este es el lenguaje típico de la maternidad: la ternura del cuidado. De hecho, después de haber llevado en el vientre durante nueve meses el don de un misterioso prodigio, las madres continúan poniendo en el centro de todas las atenciones a sus niños: los alimentan, los estrechan entre sus brazos, los acuestan con dulzura en la cuna. Cuidar: este es también el lenguaje de la Madre de Dios”.

Aprender el lenguaje de María

Francisco ha concluido su mensaje diciendo: “María lleva en su vientre la vida y, así, nos habla de nuestro futuro. Pero al mismo tiempo nos recuerda que, si queremos realmente que el nuevo año sea bueno, si queremos reconstruir la esperanza, hay que abandonar los lenguajes, los gestos y las elecciones inspiradas en el egoísmo y aprender el lenguaje del amor, que es cuidado. Este es el compromiso: cuidar nuestra vida, nuestro tiempo, nuestra alma; cuidar la creación y el ambiente en el que vivimos; y, aún es más, cuidar a nuestro prójimo, a aquellos a los que el Señor nos ha puesto al lado, como también a los hermanos y a las hermanas que están necesitados e interpelan nuestra atención y nuestra compasión”.

Como este reto no puede superarse sin ayuda, el Papa ha pedido que “imploremos a María Santísima, Madre de Dios, para que en esta época contaminada por la desconfianza y por la indiferencia, nos haga capaces de compasión y de cuidado, capaces de «conmoverse y detenerse ante el otro cuantas veces sea necesario» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 169)”.

Vaticano

Papa Francisco: “Dios tiene una madre y de ese modo se ha vinculado para siempre con nuestra humanidad”

Hoy, en la solemnidad de María Santísima Madre de Dios, el Papa Francisco ha celebrado una Misa en la basílica de san Pedro.

Paloma López Campos·1 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 4 minutos

El Papa Francisco ha celebrado hoy una Santa Misa por la solemnidad de María Santísima Madre de Dios. La basílica de san Pedro estaba llena de fieles, a los que el Santo Padre se ha dirigido durante la homilía.

El Papa ha comenzado resaltando que, la maternidad de María es una verdad de fe, pero a su vez es “una noticia bellísima: Dios tiene una Madre y de ese modo se ha vinculado para siempre con nuestra humanidad, como un hijo con su madre, hasta el punto de que nuestra humanidad es su humanidad”. Francisco afirma que al nacer de María, Dios “mostró su amor concreto por nuestra humanidad, abrazándola de forma real y plena”.

Naciendo de la Virgen María, continúa el Papa, Dios nos demuestra que “no nos ama de palabra, sino con hechos”.

María, portadora de esperanza

El título de “Madre de Dios” que tiene Santa María, penetró en “el corazón del santo Pueblo de Dios, en la oración más familiar y hogareña, que acompaña el ritmo de las jornadas, los momentos más penosos y las esperanzas más audaces: el Avemaría”.

El Papa afirma que “a esta invocación, la Madre de Dios siempre responde, escucha nuestras peticiones, nos bendice con su Hijo entre los brazos, nos trae la ternura de Dios hecho carne. Nos da, en una palabra, esperanza. Y nosotros, al inicio de este año, necesitamos esperanza, como la tierra necesita la lluvia”.

Francisco ha querido pedir una oración especial, con la Virgen como intercesora, por todas aquellas personas que sufren las consecuencias de la guerra, por los que ya no rezan, por los que viven entre la violencia y la indiferencia.

Los pastores, ejemplos para los cristianos de hoy

“A través de las manos de una Madre, la paz de Dios quiere entrar en nuestras casas, en nuestros corazones, en nuestro mundo. Pero, ¿cómo podemos acogerla?” El Papa Francisco da las claves y comienza fijándose en “los primeros que vieron a la Madre con el Niño, los pastores de Belén”.

Dice de ellos el Papa que “eran pobres, quizá también bastante rudos, y aquella

noche estaban trabajando. Fueron precisamente ellos, y no los sabios ni mucho menos los poderosos, los que reconocieron en primer lugar al Dios cercano, al Dios que llegó pobre y ama estar con los pobres. El Evangelio subraya de los pastores, sobre todo, dos gestos muy sencillos, que, sin embargo, no siempre son fáciles. Los pastores fueron y vieron: ir y ver”.

De esta primera actitud de ponerse en camino para “ir”, dice el Papa: “Era de noche, tenían que cuidar a sus rebaños y seguramente estaban cansados; podrían haber esperado a que amaneciera, aguardar a que saliera el sol para ir a ver a un Niño acostado en un pesebre. En cambio, fueron rápidamente, porque ante las cosas importantes es necesario reaccionar con prontitud, no posponerlas”.

Esto, afirma Francisco, nos enseña que “para acoger a Dios y su paz no podemos quedarnos inmóviles y cómodos esperando a que las cosas mejoren. Hay que levantarse, aprovechar las oportunidades que nos da la gracia, ir, arriesgar. Hoy, al comienzo del año, en lugar de sentarnos a pensar y a esperar que las cosas cambien, nos vendría bien preguntarnos: “Yo, ¿hacia dónde quiero ir este año? ¿A quién voy a hacer el bien?”. Muchos, en la Iglesia y en la sociedad, esperan el bien que tú y sólo tú puedes hacer, esperan tu servicio. Y ante la pereza que anestesia y la indiferencia que paraliza, ante el riesgo de limitarnos a quedarnos sentados delante de una pantalla, con las manos sobre un teclado, los pastores hoy nos estimulan a ir, a movernos por lo que sucede en el mundo, a ensuciarnos las manos para hacer el bien, a renunciar a tantos hábitos y comodidades para abrirnos a las novedades de Dios, que se encuentran en la humildad del servicio, en la valentía de hacernos cargo”.

El segundo aspecto de los pastores que resalta el Papa fue que vieron a un Niño en un pesebre. “Es importante ver, abrazar con la mirada, quedarse, como los pastores, delante del Niño que está en brazos de la Madre. Sin decir nada, sin preguntar nada, sin hacer nada. Mirar en silencio, adorar, acoger con los ojos la ternura consoladora del Dios hecho hombre; de María, Madre suya y nuestra. Al comienzo del año, entre tantas novedades que quisiéramos experimentar y las tantas cosas que quisiéramos llevar a cabo, tomémonos tiempo para ver, es decir, para abrir los ojos y mantenerlos abiertos ante lo que es verdaderamente importante: Dios y los demás”.

La mirada, el reto para el nuevo año

Esta contemplación del Niño nos debe llevar también a nuestro prójimo. Debemos plantearnos, concluye el Papa, “cuántas veces, por las prisas, no tenemos ni siquiera tiempo para pasar un minuto en compañía del Señor, para escuchar su Palabra, para rezar, para adorar, para alabar. Lo mismo ocurre con respecto a los demás: apurados o atrapados por el protagonismo, no hay tiempo para escuchar a la esposa, al marido, para hablar con los hijos, para preguntarles cómo se sienten por dentro, no sólo cómo van los estudios y la salud. Y cuánto bien nos hace escuchar a los ancianos, al abuelo y a la abuela, para mirar la profundidad de la vida y redescubrir las raíces. Preguntémonos entonces si somos capaces de ver a quienes viven a nuestro lado, a quienes viven en nuestro condominio, a quienes encontramos cada día por las calles”.

Francisco termina la homilía lanzando una invitación: “Redescubramos, en el impulso de ir y en el asombro de ver, los secretos para hacer este año verdaderamente nuevo”.

Vocaciones

Mons. Arjan Dodaj: El testimonio del obispo que vino del Telón de Acero

Mons. Arjan Dodaj es arzobispo de Tirana-Durrës. Educado en el ateísmo, en su juventud emigró a Italia a trabajar. Allí se encontró con Cristo y su vocación sacerdotal en la Fraternidad de los Hijos de la Cruz.

Espacio patrocinado·1 de enero de 2023·Tiempo de lectura: 2 minutos

Mons. Arjan Dodaj es arzobispo de Tirana-Durrës (Albania). Su vida no fue fácil. Nació en Laç-Kurbin, en la misma archidiócesis, el 21 de enero de 1977. En 1993, con tan solo 16 años, después de completar sus estudios primarios y secundarios en su ciudad natal, emigró a Italia y se estableció en Cuneo, donde comenzó a trabajar.

«En esa época salíamos del Telón de Acero en el que se encontraba nuestro país, y apareció el pluralismo y, con él, la posibilidad de la democracia, así que muchos albaneses intentamos encontrar un futuro mejor en Occidente. Personalmente, intenté varias veces escapar, especialmente a Italia», expresa a la Fundación CARF.

Trabajó como soldador -más de 10 horas al día- y al final en la Congregación de la Fraternidad de los Hijos de la Cruz, descubrió su fe cristiana. Se educó en el ateísmo, pero al encontrar a Cristo, fue bautizado y Dios le llamó al sacerdocio.

Fue ordenado sacerdote el 11 de mayo de 2003 por el Papa Juan Pablo II en la basílica de San Pedro. Ahora, es el primer obispo de la Fraternidad.  «Para mí, ser obispo no es un punto de llegada, sino una llamada a una vigilancia aún mayor, a un servicio aún mayor y a una respuesta cada vez más humilde».

Algunos miembros de su congregación estudian en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz para recibir una formación adecuada para enfrentarse con todos los desafíos a nivel mundial.

Respecto a los retos apostólicos de su país, expone el deber que tienen de transmitir que es posible una relación fraternal con otras confesiones.  «En Albania la relación con el Islam y la Iglesia Ortodoxa es muy especial, por no decir única. El propio Papa Francisco lo ha llevado al mundo como ejemplo de cooperación fraternal. Está claro que se trata de un don que nunca podemos dar por sentado, sino que debemos cultivar, acompañar y apoyar, cada día. Precisamente por eso nos reunimos a menudo con los distintos líderes religiosos en diversas comisiones, para presentarles iniciativas valiosas en los ámbitos de la cultura, la educación, la mujer, los inmigrantes y la caridad», afirma.

Vaticano

El testamento espiritual de Benedicto XVI

Benedicto XVI da las gracias a Dios por su familia, su patria, pedía y otorgaba perdón y marca un único camino: Jesucristo: "He visto y veo cómo de la maraña de hipótesis ha surgido y vuelve a surgir lo razonable de la fe".

Maria José Atienza·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos

La Santa Sede ha dado a conocer el testamento espiritual del Papa emérito. En unas sencillas palabras, la grandeza interior de Benedicto XVI queda patente. Un testamento en el que el Papa da las gracias por su familia, por la fe y por la entrega de muchos de sus amigos; pide perdón a quienes pudo hacer daño y hace una llamada, clara e inequívoca a poner la mirada sólo en Jesucristo y a no dejarse engañar por falsas certezas. ¡Manteneos firmes en la fe! es el legado espiritual de uno de los más grandes teólogos de la Iglesia.

Texto íntegro del testamento espiritual de Benedicto XVI

Si en esta hora tardía de mi vida miro hacia atrás y repaso las décadas por las que he pasado, veo en primer lugar cuántas razones tengo para dar gracias. 

En primer lugar, doy gracias a Dios mismo, dador de todo bien, que me dio la vida y me guió en diversos momentos de confusión; siempre me levantó cuando empecé a resbalar y siempre me devolvió la luz de su semblante.

En retrospectiva veo y comprendo que incluso los tramos oscuros y fatigosos de este camino fueron para mi salvación y que fue en ellos donde Él me guió bien.

Doy las gracias a mis padres, que me dieron la vida en una época difícil y que, a costa de grandes sacrificios, con su amor me prepararon un magnífico hogar que, como una luz clara, ilumina todos mis días hasta el día de hoy. 

La lúcida fe de mi padre nos enseñó a los niños a creer, y como señal siempre se ha mantenido firme en medio de todos mis logros científicos; la profunda devoción y la gran bondad de mi madre son un legado que nunca podré agradecerle lo suficiente. 

Mi hermana me ha asistido durante décadas desinteresadamente y con afectuoso cuidado; mi hermano, con la lucidez de sus juicios, su vigorosa resolución y la serenidad de su corazón, me ha allanado siempre el camino; sin este constante precederme y acompañarme, no habría podido encontrar la senda correcta. 

De corazón doy gracias a Dios por los muchos amigos, hombres y mujeres, que siempre ha puesto a mi lado; por los colaboradores en todas las etapas de mi camino; por los profesores y alumnos que me ha dado. Con gratitud los encomiendo todos a Su bondad. 

Y quiero dar gracias al Señor por mi hermosa patria en los Prealpes bávaros, en la que siempre he visto brillar el esplendor del Creador mismo. Doy las gracias al pueblo de mi patria porque en él he experimentado una y otra vez la belleza de la fe. Rezo para que nuestra tierra siga siendo una tierra de fe y os ruego, queridos compatriotas: no os dejéis apartar de la fe. 

Y, por último, doy gracias a Dios por toda la belleza que he podido experimentar en todas las etapas de mi viaje, pero especialmente en Roma y en Italia, que se ha convertido en mi segunda patria.

A todos aquellos a los que he hecho daño de alguna manera, les pido perdón de todo corazón.

Lo que antes dije a mis compatriotas, lo digo ahora a todos los que en la Iglesia están confiados a mi servicio: ¡manteneos firmes en la fe! No os confundáis. A menudo da la impresión de que la ciencia -las ciencias naturales, por un lado, y la investigación histórica (especialmente la exégesis de la Sagrada Escritura), por otro- es capaz de ofrecer resultados irrefutables en contradicción con la fe católica. 

He vivido las transformaciones de las ciencias naturales desde hace mucho tiempo, y he podido comprobar cómo, por el contrario, las aparentes certezas contra la fe se han desvanecido, demostrando no ser ciencia, sino interpretaciones filosóficas sólo aparentemente pertenecientes a la ciencia; del mismo modo que, por otra parte, es en el diálogo con las ciencias naturales como también la fe ha aprendido a comprender mejor el límite del alcance de sus pretensiones, y por tanto su especificidad. 

Hace ya sesenta años que acompaño el camino de la Teología, en particular de las ciencias bíblicas, y con la sucesión de las diferentes generaciones he visto derrumbarse tesis que parecían inamovibles, demostrando ser meras hipótesis: la generación liberal (Harnack, Jülicher, etc.), la generación existencialista (Bultmann, etc.), la generación marxista. 

He visto y veo cómo de la maraña de hipótesis ha surgido y vuelve a surgir lo razonable de la fe.

Jesucristo es verdaderamente el camino, la verdad y la vida, y la Iglesia, con todas sus insuficiencias, es verdaderamente su cuerpo. 

Por último, pido humildemente: rezad por mí, para que el Señor, a pesar de todos mis pecados e insuficiencias, me reciba en las moradas eternas. A todos los que me son confiados, día a día, va mi oración de corazón.

(Traducción no oficial)

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Vaticano

El Papa sobre Benedicto XVI: «Sólo Dios conoce la fuerza de sus sacrificios ofrecidos por la Iglesia»

El Papa Francisco ha presidido el rezo de las Vísperas y el Te Deum de acción de gracias en la basílica de san Pedro en la última tarde del año 2022 en una ceremonia marcada por el recuerdo a Benedicto XVI.

Maria José Atienza·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos

El rezo de las Vísperas y del Te Deum propio de este 31 de diciembre ha estado marcada por el fallecimiento del Papa emérito. En su homilía en este último día de 2022, Vísperas de la Solemnidad de Santa María Madre de Dios, el Papa Francisco ha puesto de relieve la figura del Papa emérito y ha centrad sus palabras en la virtud de la bondad, clave en el mundo de hoy.

Benedicto XVI, ejemplo de bondad

La libertad ha sido el primer concepto sobre el que ha querido reflexionar el Papa Francisco. A ella se ha referido al recordar que Cristo «no nació en una mujer sino de una mujer. Esto es esencialmente diferente, significa que Dios quiso tomar carne de una mujer, no utilizo sino que le pidió su consentimiento y con ella empezó el lento camino de la gestación de una humanidad libre de pecado y llena de gracia y de verdad».

«La maternidad virginal de María es el camino que revela el respeto extremo de Dios por nuestra libertad. Este modo suyo de venir a salvarnos es el camino por el que también nos invita a seguirle, a continuar junto a Él tejiendo la humanidad nueva, libre y reconciliada». El Papa se ha detenido en esta palabra «humanidad reconciliada» para explicar que «es una forma de relacionarnos de la que derivan muchas virtudes humanas como la bondad».

Ha sido en este momento cuando sus palabras han recordado a «nuestro queridísimo Papa emérito Benedicto XVI que nos ha dejado esta mañana». Con emoción contenida, el Papa, ha afirmado que «recordamos su persona tan noble, tan gentil. Y sentimos tanta gratitud en el corazón: gratitud a Dios por haberle dado a la Iglesia y al mundo; gratitud a él, por todo el bien que ha realizado, y especialmente por su testimonio de fe y de oración, sobre todo en estos últimos años de su vida retirada. Sólo Dios conoce el valor y la fuerza de su intercesión, de sus sacrificios ofrecidos por el bien de la Iglesia».

Los daños del individualismo consumista

El Papa ha querido ofrecer esta idea de bondad y de diálogo como el camino a seguir en la sociedad señalando que «la bondad es un factor importante de la cultura del diálogo, y el diálogo es indispensable si queremos vivir en paz, como hermanos, que no siempre se llevan bien -es normal- pero que, sin embargo, hablan entre sí, se escuchan e intentan comprenderse y encontrarse».

Francisco ha animado a humanizar nuestras sociedades ejercitando esta bondad a diario y ha querido apuntar como «los daños del individualismo consumista están a la vista de todos», ya que el prójimo, los demás, «aparecen como obstáculos para nuestra tranquilidad, para nuestra comodidad. Otros nos «incomodan», nos molestan, nos quitan tiempo y recursos para hacer lo que nos gusta».

Ante este panorama, la bondad, ha querido resaltar el Papa Francisco «es un antídoto contra la crueldad, que desgraciadamente puede introducirse como un veneno en el corazón e intoxicar las relaciones; contra la ansiedad distraída y el frenesí que nos hacen centrarnos en nosotros mismos y cerrarnos a los demás».

Francisco ha querido recordar las tres palabras de la convivencia, permiso’, o ‘perdón’, y ‘gracias’. Son las «palabras de la bondad», ha afirmado el Papa.

Francisco ha vuelto a referirse a estas tres actitudes para reflexionar si las ponemos en práctica en nuestra vida, en un mundo que parece que nunca es amable.

Por último, el Papa ha vuelto su mirada a la Virgen que muestra cómo Dios quiso ser concebido en el seno de María, como cualquier niño, «No pasemos deprisa, detengámonos a contemplar y meditar, pues aquí está una parte esencial del misterio de la salvación», ha animado el Papa «y tratemos de aprender el ‘método’ de Dios, su respeto infinito, su ‘bondad’ por así decirlo, porque en la maternidad divina de la Virgen está el camino hacia un mundo más humano».

El Papa se ha unido al rezo del Te Deum en acción de gracias por el año vivido y también por el legado del Papa emérito y, posteriormente, ha visitado el pesebre instalado en el exterior de la plaza de san Pedro.

Vaticano

Una sencilla despedida y entierro en las grutas vaticanas para Benedicto XVI

La sencillez marcará los ritos exequiales del Papa emérito quien lo había pedido así en sus últimas horas.

Maria José Atienza·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: < 1 minuto

Tal y como ha informado la Santa Sede, los restos del Papa emérito Benedicto XVI reposarán en el Monasterio Mater Ecclesiae hasta la madrugada del lunes 2 de enero. En estos dos primeros días no se prevén visitas oficiales ni oraciones públicas.

Será a partir de las 9 horas del martes 2 de enero, cuando el cuerpo de Joseph Ratzinger quede expuesto para la visita de los fieles en la Basílica de San Pedro que estará abierta el lunes de 9 a 19, martes y miércoles de 7 a 19.

Misa funeral presidida por el Papa Francisco

El funeral presidido por el Santo Padre se celebrará en la plaza de San Pedro el jueves 5 de enero a las 9.30 horas.

El 5 de enero de 2023, a las 9.30 horas, en el atrio de la Basílica de San Pedro, el Santo Padre Francisco presidirá la Santa Misa Exequial por el difunto Sumo Pontífice Emérito Benedicto XVI. Al final de la celebración eucarística tendrá lugar la Ultima Commendatio y la Valedictio.

No se requiere entrada para participar. Quienes deseen concelebrar pueden dirigirse a la Oficina de Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice Las delegaciones oficiales presentes serán las de Alemania e Italia.

El ataúd del Sumo Pontífice Emérito será llevado a la Basílica de San Pedro y luego a las Grutas del Vaticano para su entierro.

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La juventud de Benedicto XVI

Soy de esa juventud que hoy ve como su Papa, Benedicto XVI, ha dejado el mundo sin ruido. Con esa misma humildad con la que hace diez años, dejaba paso a su sucesor para guiar a la Iglesia de Cristo.

31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: < 1 minuto

Sí. Yo soy de esa juventud del Papa que hoy ha partido al Cielo.

Sí. Yo soy de esa juventud que coreaba el nombre de Benedicto XVI por las calles de Madrid y en el aeródromo de Cuatro Vientos hace ya más de diez veranos.

De esa juventud por la que un hombre de 83 años aguantó más de 40 grados bajo el sol y un vendaval de aire y lluvia por la noche, aferrado a la Cruz.

De esa juventud a quien el Papa enseñó que –al igual que aquella noche resistimos bajo la lluvia– con Cristo podríamos también superar todos los obstáculos de la vida.

Yo soy de esa juventud en la que aquel Papa de frágil constitución, confiaba, esa juventud a la que pidió, sin ambages, que estuviera siempre alegre, y que diera testimonio en todas las circunstancias.

Soy de esa juventud que hoy ve como su Papa deja el mundo sin ruido. Con esa misma humildad con la que hace diez años, dejaba paso a su sucesor para guiar a la Iglesia de Cristo.

Sí, soy de esa juventud que debe de agradecer a Benedicto XVI todo lo que le ha enseñado, no solo a través de sus palabras, sino también con su ejemplo de entrega aún en las dificultades.

Hoy es día para dar gracias a Dios por Joseph Ratzinger, porque un día lo eligió y lo puso a nuestro servicio.

Hoy es día de rezar por él, de rezarle a él y de rezar por la Iglesia de Cristo. Hoy como entonces, seguimos siendo la juventud del Papa. Del que fue y del que vendrá.

Porque hoy, como entonces, proclamamos que éste es nuestro Papa, que ésta es nuestra Iglesia, que somos, si no en edad, en corazón, su gozo y su corona.

El autorMaria José Atienza

Directora de Omnes. Licenciada en Comunicación, con más de 15 años de experiencia en comunicación de la Iglesia. Ha colaborado en medios como COPE o RNE.

Vaticano

Fallece Benedicto XVI a los 95 años

Rome Reports·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: < 1 minuto
rome reports88

El Papa emérito ha fallecido a las 9:34 horas de la mañana del último día del año 2022. Desde su renuncia, Benedicto XVI vivía en el monasterio Mater Ecclesiae, en territorio vaticano, donde ha expirado.


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Mundo

El mundo entero despide a Benedicto XVI

Personalidades civiles y religiosas de todo el mundo han emitido sus condolencias ante el fallecimiento del Papa Benedicto XVI.

Maria José Atienza·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 4 minutos

La muerte del Papa emérito ha marcado la actualidad de estos últimos compases de 2022. Un año ya de por sí difícil para quien fuera el Sumo Pontífice de la Iglesia católica durante casi ocho años.

Personalidades religiosas y civiles de todo el mundo han mostrado su respeto y admiración por Joseph Ratzinger y han destacado su humanidad y su legado teológico, especialmente centrado en la caridad.

Mons. Georg Bätzing. Presidente de la Conferencia Episcopal Alemana

El primer comunicado del presidente de los obispos alemanes, tierra natal de Benedicto XVI, señala «como Iglesia en Alemania, pensamos con gratitud en el Papa Benedicto XVI: nació en nuestro país, aquí estaba su hogar, aquí ayudó a dar forma a la vida de la Iglesia como profesor de teología y obispo». De como Iglesia en Alemania, pensamos con gratitud en el Papa Benedicto XVI: nació en nuestro país, aquí estaba su hogar, aquí ayudó a dar forma a la vida de la Iglesia como profesor de teología y obispo». de Benedicto XVI destaca su «personalidad que dio esperanza y dirección a la Iglesia incluso en tiempos difíciles. El Papa Benedicto hizo oír la voz del Evangelio, oportuna o inoportunamente». Mons. Bätzing ha destacado de quién fuera arzobispo de Munich «su pensamiento teológico, su capacidad de juicio político y su interacción personal con muchas personas distinguieron al Papa Benedicto XVI. Pienso con gran respeto en su valiente decisión de renunciar al cargo de Papa en 2013».

Mons. Juan José Omella. Presidente de la Conferencia Episcopal Española

El presidente de los obispos españoles, en un video difundido por la CEE ante el fallecimiento del Papa emérito ha agradecido «su profundo ministerio como Papa, sus escritos teológicos y su profundo amor a la Iglesia». Omella ha pedido «que ruegue al Padre para que nos desviemos del camino que conduce al Dios hecho hombre». Asimismo, ha querido destacar que «quedará para siempre su cercanía con la Iglesia que peregrina en España» y ha recordado las «tres ocasiones en las que visitó España además de la proclamación del doctorado de san Juan de Ávila».

Dirigentes mundiales

Los principales líderes políticos de Europa se han sumado a las condolencias por el fallecimiento Papa emérito Benedicto XVI. recordando la importancia histórica de su figura y el legado teológico.

Desde Alemania, su canciller Olaf Scholz ha descrito a Benedicto XVI como»un teólogo un líder especial para la Iglesia capaz de trascender fronteras, que puso su vida al servicio de la Iglesia universal y ha hablado, y seguirá hablando, al corazón y a la mente de los hombres con la profundidad espiritual, cultural e intelectual de su Magisterio”.

La Primera Ministra de Italia, Giorgia Meloni, por su parte, ha descrito al Papa emérito como “un grande de la historia al que la historia no olvidará» mientras que Emmanuel Macron ha destacado el trabajo de Benedicto XVI “con alma e inteligencia por un mundo más fraternal”.

También desde Polonia , Mateusz Morawiecki, ha descrito a Benedicto XVI como uno de los mayores teólogos de nuestro tiempo y ha llamado a creyentes y no creyentes a continuar su “gran legado”

La presidenta de la Comisión Europea, la alemana Ursula Von der Leyen, ha centrado su recuerdo en la “señal” que Benedicto XVI envió con su renuncia al cargo que ponía de manifiesto como el Papa emérito “se veía a sí mismo primero como un siervo de Dios y de la Iglesia”.

A las condolencias se ha sumado también el primer ministro británico, Rishi Sunak que ha recordado la “histórica la visita que realizó a Reino Unido en el año 2010, tanto para los católicos como para los no católicos”.

Ángel Fernández Artime. Rector Mayor de los salesianos

El superior de la familia salesiana ha emitido un comunicado en el que subraya que “se nos ha ido al encuentro de su Señor un gran Papa, un gran creyente, un gran teólogo y pensador, un hombre capaz de entablar puentes de comunicación con los más diversos filósofos, teólogos e intelectuales. Un Papa respetado y que será más valorado aún en los próximos años y décadas; un hombre y un Papa que supo vivir en la sencillez y en el silencio. Que el Dios de la vida lo tenga consigo. Como hijos de don Bosco, y como él enseñó a todos sus salesianos, hoy decimos también, ¡Viva el Papa!”.

Obras Misionales Pontificias

Las Obras Misionales Pontificias han querido expresar también su dolor por el fallecimiento del Papa emérito del que destacan que en «sus ocho años de pontificado, el Santo Padre Benedicto XVI nos contagió su amor a Dios, no solo a través de su magisterio y su brillante exposición de la doctrina, sino, sobre todo, por el testimonio de su vida. Como pastor de la Iglesia universal, el Papa deseaba contagiar al mundo entero la fe y el amor de Dios. Las Obras Misionales Pontificias eran para ello un instrumento privilegiado, como él mismo expresó en sus Mensajes para la Jornada Mundial de las Misiones, el Domund».

Cáritas española

Desde la delegación española de Cáritas han mostrado su pesar por la noticia de la muerte de Benedicto XVI, y han querido subrayar su «magisterio especialmente significativo para Cáritas Española a través de sus encíclicas «Deus caritas est» y «Caritas in veritate».

Asimismo apuntan que «tras una larga vida de servicio admirable a la Palabra y a la Verdad, Benedicto XVI nos deja el legado de uno de los grandes Papas de la historia de la Iglesia como apóstol de la caridad y la esperanza».

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Vaticano

Benedicto XVI: el gran discernimiento sobre el Concilio

El pontificado de Benedicto XVI deja como huella la inusitada profundidad de una fe cristiana que evangeliza buscando el diálogo con el mundo moderno.

Juan Luis Lorda·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 5 minutos

Ocho años son pocos en comparación con los casi veintisiete del Pontificado anterior. San Juan Pablo II fue el Papa –y quizá el ser humano– más visible y mediático de la historia. Tenía, además, muchas y buenas tablas en la escena, una larga experiencia como obispo y una especial sensibilidad para relacionarse con los medios. Benedicto XVI, en cambio, a sus 78 años tuvo que aprender a saludar a las multitudes.

Iras del islamismo

Desde el famoso discurso de Ratisbona se vio claro que el nuevo Papa no era “mediático”. Siendo un discurso de gran calidad intelectual, una cita marginal sobre la intolerancia religiosa concentró la atención porque despertó las iras del islamismo.

Aunque también produjo la inesperada e insólita oferta de diálogo de un importante grupo de intelectuales musulmanes. La anécdota refleja algunas de las características del Pontificado. Una cierta soledad administrativa, porque cualquier comunicador avispado que hubiera leído el discurso podría haberle advertido de lo que iba a pasar. Un cierto desencuentro con los usos y criterios de los medios de comunicación, que necesitan perfiles simples, frases para los titulares y gestos para las fotos. Pero también una inusitada profundidad que pone a la fe cristiana en situación de diálogo con las ciencias, con la política, con las religiones. Y esta profundidad de una fe que evangeliza buscando el diálogo será, probablemente, la huella que dejará el Pontificado de Benedicto XVI.

Llegó al Pontificado con la sabiduría de tantos años de reflexión teológica, con una enorme experiencia sobre la situación de la Iglesia, con algunos temas que le parecían mal resueltos y con plena conciencia de las limitaciones que le imponían su edad. En poco tiempo, sin adoptar ninguna pose, se amoldó a su agotador ministerio y se transparentó su personalidad: sereno, sencillo y amable. A la vez, nunca perdió cierta seriedad académica cuando pronunciaba los discursos, porque estaba convencido de lo que decía.

Discursos importantes

A sus tres importantes encíclicas, donde se pueden descubrir fácilmente preocupaciones antiguas, hay que añadir su magisterio ordinario, con algunos discursos muy importantes en sus viajes (Ratisbona, la ONU, Westminster), y sobre todo con muchas intervenciones “menores”, que tienen su sello: especialmente las audiencias y los breves ángelus. En las audiencias, recorrió la historia de la teología y del pensamiento cristiano desde las primeras figuras del Evangelio. Y, últimamente, nos ha ofrecido preciosas consideraciones sobre la fe.

Su mente se ha expresado con particular vitalidad en contextos menores y más informales, quizá porque le permitían más libertad. Paradójicamente, uno de los textos más importantes del Pontificado es su primera alocución a la Curia (22-XII- 2005). Se trataba de un sencillo encuentro para felicitar la Navidad. Pero allí hizo un profundo diagnóstico sobre el sentido del Concilio Vaticano II, y su verdadera interpretación como reforma y no como ruptura en la tradición de la Iglesia. Y añadió un certero discernimiento sobre la libertad religiosa, gran tema de la cultura política de la modernidad. Respondía así a los lefevbrianos, para quienes el Concilio es herético precisamente por cambiar la posición de la Iglesia en este punto. 

Curiosamente, en su despedida al clero de Roma, el 14 de febrero, volvió sobre el sentido del Concilio. De nuevo hizo una clarividente valoración de sus logros, de su actualidad, y también de las desviaciones posconciliares y de sus causas.

No sabemos hasta qué punto querrá vivir retirado, pero sería maravilloso si su sabiduría eclesial y teológica pudiera recogerse en nuevas obras.

Tres grandes cuestiones

En el famoso discurso de la Navidad de 2005, Benedicto XVI decía que el Concilio quería restablecer el diálogo con el mundo moderno y que se había planteado tres círculos de preguntas. No  hace falta mucha perspicacia para advertir que también han sido tres las grandes cuestiones de Benedicto XVI como teólogo, como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y como Papa. Se trata de la relación de la fe con las ciencias humanas (incluyendo la exégesis bíblica); de la situación de la Iglesia en un contexto democrático, especialmente de los antiguos países cristianos; y del diálogo con otras religiones.

En este contexto hay que situar sus tres libros sobre Jesús de Nazaret, proyecto antiguo, acariciado durante años, previsto como ocupación para su deseado retiro, y redactados en los tiempos libres de una agenda agotadora. Desde muchos años antes, estaba preocupado por una interpretación de la Escritura que, en su esfuerzo por ser científica, parecía olvidar la fe. En los tres libros intenta hacer una lectura creyente, que, al mismo tiempo, respete las exigencias científicas de la exégesis. Son especialmente interesantes los prólogos.

Pruebas y retos

Cuando llegó al Pontificado, era consciente de asuntos muy duros que había afrontado como Prefecto. En particular el escándalo de algunos sacerdotes y de algunas instituciones religiosas. Dispuso inmediatamente las medidas disciplinares y revitalizó los procesos canónicos, bastante olvidados por un cierto “buenismo” posconciliar. No le importó reconocer que era lo que más le había hecho sufrir.

Por otros motivos, el cisma de Lefevbre ha sido un tema incómodo. Pero Benedicto XVI no quería que el cisma se solidificase. Ha hecho todo lo posible por acercar a los tradicionalistas, por encima de cualquier tipo de salidas de tono de unos interlocutores tensos y difíciles, y de críticas feroces de otros que necesitaban sentirse progresistas. Ha avanzado sin poder llegar a término.

En parte por responder a las críticas de unos y otros, pero sobre todo por motivos de criterio litúrgico, Benedicto XVI ha acabado con la dialéctica posconciliar entre la liturgia “anterior” y la “nueva”. No tiene sentido oponerlas, porque la misma Iglesia y con la misma autoridad ha hecho una y otra. Prescindiendo de etiquetas, Benedicto XVI ha querido dejar claro que la Iglesia ha reformado legítimamente su liturgia, pero que el rito anterior nunca ha sido oficialmente abolido; por eso, ha dispuesto que pueda celebrarse como forma extraordinaria. 

Benedicto XVI ama la liturgia. Lo declara en su biografía. Por su expreso deseo, el volumen dedicado a la liturgia ha sido el primero publicado de sus obras completas. Aparte de su piedad personal en la celebración, hemos contemplado su interés por el estilo y belleza de las vestiduras y objetos litúrgicos, su atención al canto y a la música sacra y su recomendación de conservar el latín en las partes comunes de la liturgia, especialmente en las celebraciones masivas.  Además,  ha promovido el estudio de algunas cuestiones particulares (el “pro omnes-pro multis”,  el lugar del gesto de la paz, etcétera).

Cuestiones curiales

Benedicto XVI es un hombre de pensamiento y no un hombre de gestión. Como Prefecto había vivido concentrado en su trabajo y relativamente aislado. Por eso, se ha apoyado desde el principio en las personas que constituían su círculo de confianza en la Congregación. En particular, su Secretario de Estado, el cardenal Bertone.

Es notorio cuánto han disgustado al Papa las “movidas” curiales, las dificultades para poner orden en cuestiones económicas o el sorprendente caso del mayordomo y la fuga de documentos. Es difícil valorar, sin más información, cuánto haya podido pesar todo esto en la decisión de retirarse. Sin embargo, de las razones que él mismo dio se deduce que le parece necesario alguien con más energía de la que a él le queda para afrontar los retos actuales del gobierno de la Iglesia; y que considera que esto no debe esperar.  

Al contemplar con ojos de fe los problemas que siempre ha enfrentado la Iglesia, se ve cuánto hay que agradecer al Señor la extraordinaria lista de Papas que han conducido la barca de Pedro en los dos últimos siglos. Todos han sido hombres de fe y cada uno ha dado lo mejor de sí. Es una lista de tanta categoría casi como la de los Papas de los primeros siglos, que, en su mayoría, fueron mártires. Y mucho mejor que en otros siglos difíciles, como el X o el XV, donde llegaron al Pontificado incluso personas indignas. Tiempos difíciles purifican la fe, mientras que tiempos fáciles la aburguesan.

A Benedicto XVI  le debemos muchas cosas, pero especialmente su testimonio de fe, y un gran discernimiento sobre el Concilio y sobre el diálogo evangelizador que la Iglesia tiene que realizar con el mundo moderno.

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Benedicto XVI. Cooperador de la verdad

La verdad de Dios creador y redentor de la que el Santo Padre Benedicto XVI ha sido buscador incesante, ilumina el crepúsculo de los últimos años de su vida transcurridos en oración, silencio y humildad ejemplar.

31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 4 minutos

Ha fallecido el Papa emérito Benedicto XVI. Si algo ha caracterizado su larga vida, desde los años de la infancia y adolescencia como seminarista del seminario menor de la Archidiócesis de Munich, situado en Traunstein, en las faldas de los Alpes bávaros, hasta los últimos como Papa emérito, es sin duda, su vocación de querer ser «Cooperador de la Verdad»: de la Verdad de Dios, revelada en Cristo para la Salvación del hombre. 

Cooperador de la Verdad, buscándola con pasión del corazón y con lucidez intelectual de una mente inquieta en sus estudios de Teología del seminario mayor de Freissen,que encuentra su confirmación en su tesis doctoral y en su escrito de habilitación para el profesorado universitario.

La Teología de San Agustín le proporciona el horizonte teológico para comprender y explicar el ser de la Iglesia como “Pueblo y casa de Dios”, y de la de San Buenaventura, de su “Itinerario de la mente a Dios”, recibe la inspiración intelectual para entender la Verdad del Dios Vivo que se revela en una historia de Salvación, culminante en Cristo, el Hijo de Dios, encarnado en el seno de una Virgen, María, crucificado, muerto y resucitado.

Sus dos décadas de catedrático de Teología en Bonn y Münster, Tubinga y Ratisbona, en las que se combinan docencia e investigación, clases y publicaciones con una extraordinaria fecundidad pedagógica, brilla una inteligencia de la búsqueda de la verdad revelada en Dios en la que el diálogo Fe/Razón se despliega con una rigurosa disciplina lógica y, a la vez, con una sensibilidad espiritual extraordinaria para las preguntas de sus lectores y oyentes. Se vivía entonces en aquel ambiente universitario tan provocador como fue el Mayo del 68 del pasado siglo: una verdadera encrucijada en la historia de la Iglesia y del mundo. ¡Cuánto ha ayudado a las generaciones de jóvenes universitarios de aquél dramático momento histórico a encontrar el camino de la verdad con mayúscula su fascinante tratado sobre “Introducción al cristianismo”: ¡a encontrar al Dios Vivo más allá, aunque no en contra, del Dios de los filósofos! 

Las siguientes etapas de su biografía como Arzobispo-escasamente cinco años- y como Prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe -casi veinticinco-cestuvieron centradas en un servicio a la fe de la Iglesia como colaborador estrecho e íntimo del Papa san Juan Pablo II en el cumplimiento de su primer deber como sucesor de Pedro, que no es otro que “confirmar en la fe a sus hermanos”. Su método de trabajo se ajustaba al principio “anselmiano” de “Fides quaerens intellectum” –“Intellectus quaerens Fidem” (“la fe que busca la inteligencia” y “la inteligencia que busca la fe”). Un principio puesto en práctica con el exquisito cuidado de un diálogo siempre atento y siempre comprensivo de las tesis contrarias. Todo el debate de los años ochenta del pasado siglo en torno a la Teología de la Liberación lo evidencia con creces.

Finalmente, su magisterio en los ocho años de su pontificado se concentra en torno a la Verdad de Dios que es el Amor (su encíclica “Deus Caritas est”) y fundamento último de la Esperanza que no defrauda (su encíclica “Spes Salvi”). La última encíclica, “Caritas In Veritate”(“el Amor en la Verdad”, CV), publicada el 29 de junio del 2009, en plena crisis financiera mundial con su epicentro en la Bolsa neoyorquina -y que pronto deriva en una grave crisis social, política y cultural-, quiere mostrar cómo la fe en el Dios vivo y verdadero, revelado en Cristo, despeja el camino para un verdadero progreso del hombre –¡progreso integral!– o, lo que es lo mismo, le abre para el logro de un verdadero y auténtico humanismo. Al llamado “giro antropológico” del pensamiento moderno y postmoderno, que él conocía bien, no sólo se le vacía de sentido, sino todo lo contrario, se autentificaba y consolidaba su significado para el bien transcendente de la persona humana y la sociedad. 

No es extraño, pues, que una de las conclusiones prácticas de la encíclica sea la de que “no hay desarrollo pleno ni un bien común universal sin el bien espiritual y moral de las personas, consideradas en su totalidad de alma y cuerpo” (CV 76), y, a la vez, de que “el desarrollo necesita cristianos con brazos levantados hacia Dios en oración, cristianos conscientes de que el amor lleno de verdad, ‘caritas in veritate’, del que procede el auténtico desarrollo, no es el resultado de nuestro esfuerzo sino un don” (CV 79). 

En la homilía de la plaza del Obradoiro, de Santiago de Compostela, el 6 de noviembre de 2010 (en su segundo viaje pastoral a España), afirmaba: “Sólo Él -Dios- es absoluto, amor fiel indeclinable, meta infinita que se trasluce detrás de todos los bienes, verdades y bellezas admirables de este mundo: admirables pero insuficientes para el corazón del hombre. Bien comprendió Santa Teresa de Jesús cuando escribió: ‘Sólo Dios basta’”.

Al despedirse de España, al concluir la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid, 21 agosto de 2011, nos decía: “España es una gran nación que, en convivencia abierta, plural y respetuosa, sabe y puede progresar sin renunciar a su alma profundamente cristiana y católica”, y que “los jóvenes responden con diligencia cuando se les propone con sinceridad y verdad el encuentro con Jesucristo único Redentor de la humanidad”.

La verdad de Dios creador y redentor del hombre, la VERDAD que es Él y sólo Él, de la que el Santo Padre Benedicto XVI ha sido buscador incesante, cooperador, testigo y maestro a lo largo de toda una existencia entregada a Cristo, ilumina el crepúsculo de los últimos años de su vida transcurridos en oración, silencio y humildad ejemplar. En el prólogo del primer tomo de su monografía “Jesús de Nazaret”, publicado en el año 2007,confiesa: “Sin duda no necesito decir expresamente que este libro no es en modo alguno un acto magisterial sino únicamente expresión de mi búsqueda personal del rostro del Señor”. Rostro que habrá encontrado ya en la eterna contemplación de su infinita Belleza. Así lo pedimos, unidos en la oración de toda la Iglesia por aquél que siempre se consideró “su humilde trabajador en la viña del Señor”.

El autorAntonio M. Rouco Varela

Cardenal Arzobispo emérito de Madrid. Presidente de la Conferencia Episcopal Española desde 1999 a 2005 y de 2008 a 2014.

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Vaticano

Fallece Benedicto XVI

El Papa emérito ha fallecido a las 9:34 horas de esta mañana en el monasterio Mater Ecclesiae, en el Vaticano, tras una vida de servicio sin fisuras a la Iglesia. Tenía 95 años. Eminente profesor y teólogo preclaro, sorprendió al mundo con su renuncia al papado en febrero de 2013.

Maria José Atienza·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

Benedicto XVI ha fallecido hoy, a las 9:34 horas, en el Monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano, a los 95 años de edad. El Papa emérito, que residía en el Monasterio Mater Ecclesiae desde su renuncia, había sufrido un empeoramiento de su estado de salud en los últimos días. El Papa Francisco, de hecho, pedía oraciones por la salud de su antecesor durante la audiencia semanal del miércoles 28 de diciembre.

Natural de Marktl am Inn, diócesis de Passau (Alemania), Josep Ratzinger nació el 16 de abril de 1927 (Sábado santo), y fue bautizado ese mismo día. La cruz seguiría presente en la vida del joven, sacerdote, obispo y cardenal durante toda su existencia.

Dotado de una inteligencia excepcional y una humanidad palpable por quienes le conocía, en la amplia biografía que pueden encontrar en Omnes, se aprecia la humildad de un brillante profesor y eminente teólogo cuya Opera Omnia ofrece un preclaro pensamiento y análisis de la Iglesia y el hombre actual.

El Magisterio papal de Benedicto XVI se condensa, especialmente, en sus tres encíclicas Caritas in veritateSpe Salvi y Deus caritas est. Sin embargo, su prolífico legado teológico abarca desde su etapa inicial como profesor y sacerdote, el tiempo al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, así como su etapa de Sumo Pontífice de la Iglesia católica. Una extensísima y profunda obra de gran calado doctrinal y moral sin la que no se entiende la Iglesia actual.

El establecimiento de la Fundación vaticana Joseph Ratzinger supuso un espaldarazo a la obra y el magisterio del Papa. Esta fundación ha impulsado, especialmente, la publicación de la obra completa, Opera Omnia, de Joseph Ratzinger. Aunque, por el momento, sólo está disponible, de manera íntegra, en italiano, estos volúmenes recogen las características fundamentales del pensamiento teológico de Joseph Ratzinger.

En los últimos años, Benedicto XVI tuvo que sufrir una nueva ola de contradicciones con la acusación vertida contra él de no haber actuado con la suficente contundencia, en un caso de abuso, en su época al frente de la diócesis de Munich. Una acusación sin prueba fehaciente que llevó al teólogo suizo Martin Rhonheimer a denunciar un intento de destruir la reputación del teólogo Joseph Ratzinger al final de su vida”.

La salud frágil del Papa emérito sufrió un empeoramiento en los últimos días de diciembre de 2022 aunque se encontraba «lúcido y estable» dentro de la gravedad. Esta mañana, en un brevísimo comunicado la Santa Sede anunciaba el fallecimiento del Papa emérito a las 9:34 horas, en el Monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano.

Como ha informado Matteo Bruni, director de la Oficina de prensa de la Santa Sede, el Papa Francisco presidirá el funeral por el eterno descanso de su predecesor el próximo 5 de enero a las 9:30 en la basílica de san Pedro del Vaticano. Bruni también informó de que Benedicto XVI recibió la Unción de los Enfermos el pasado miércoles al final de la Misa en el Monasterio y en presencia de las Memores Domini, que lo asistían diariamente desde hace años. Antes de su muerte, el Papa emérito pidió que todo estuviera marcado por la sencillez, una cualidad con la que él vivió.

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Actualidad

El Magisterio de Benedicto XVI

Benedicto XVI, el Papa de la palabra, además de sus siempre inspiradas alocuciones, nos dejó tres magníficas encíclicas y cuatro exhortaciones apostólicas. Amor, verdad, esperanza, Palabra de Dios y Liturgia capitalizaron sus escritos

Pablo Blanco Sarto·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 5 minutos

Benedicto XVI no solo ha sido «el papa de la razón», sino también el papa del amor y la esperanza, a juzgar por los títulos de sus encíclicas. Ha sido además «el papa de la palabra», por los inspirados discursos y homilías que ha pronunciado a lo largo de un breve pero intenso pontificado.

En estas líneas nos ceñiremos sobre todo a las encíclicas y a las exhortaciones apostólicas, para presentar una visión unitaria del programa de su pontificado.

Amor, verdad y esperanza

Son los tres pilares centrales de su magisterio. Benedicto XVI comenzó su primera encíclica titulada Deus caritas est, fechada en el día de navidad de 2005. Lo primero, el amor. Presentaba allí una «revolución del amor» que todavía no ha conseguido triunfar del todo en nuestro pequeño mundo. Todavía hay hambre, pobreza, injusticias y muertes inocentes. Para que esta «revolución del amor» se lleve a cabo de una vez por todas –recordaba–, hace falta no olvidar dos palabras: Dios y Cristo.

Jesucristo es «el amor de Dios encarnado», que se concreta no solo en la caridad con los demás, sino sobre todo en la cruz y en la eucaristía. De ahí nace todo nuestro amor a Dios y al prójimo: todo amor y caridad verdaderos vienen de Dios. El eros puede transformarse en agape cristiano, después de un proceso de purificación. Es algo que la Iglesia no podía olvidar y debía recordárselo a este mundo un tanto cruel. El amor puede cambiar el mundo, nos repetía Benedicto XVI con una seguridad que nos debe hacer pensar.

Después vino una nueva encíclica, esta vez sobre la esperanza. Apareció con fecha del 30 de noviembre, fiesta de san Andrés, el apóstol al que los orientales profesan una especial devoción, y en vísperas del tiempo de adviento, tiempo de esperanza. Benedicto XVI publicó esta segunda encíclica sobre la segunda virtud teologal, tras la dedicada a la caridad. El que había sido como prefecto el «guardián de la fe», se mostraba también ahora el papa del amor y la esperanza.

El título estaba tomado de san Pablo: spe salvi, «salvados por la esperanza» (Rm 8,24). En la nueva encíclica, se apreciaba un marcado tono ecuménico, sobre todo cuando se refiere a la doctrina sobre el purgatorio, en el que hacía una mención explícita a la teología ortodoxa, y la presentaba con un enfoque personalista y cristocéntrico fácil de comprender (cf. n. 48).

El purgatorio es un encuentro con Cristo que nos abraza y purifica. A la vez, el papa alemán proponía un diálogo crítico con una modernidad que busca la esperanza.

A diferencia de la encíclica sobre la esperanza, escrita personalmente por el papa desde la primera hasta la última línea, en la Caritas in veritate habían trabajado muchas mentes y manos. Benedicto XVI había dejado su huella en ella, ya visible en las palabras del título que conjugan indisolublemente caridad y verdad, una propuesta deciddiamente ratzingeriana. «Inyectar al mundo más verdad y amor», resumía un titular de periódico. «Solo con la caridad –iluminada por la fe y la razón– es posible alcanzar objetivos de desarrollo dotados de valor humano», afirmó el papa alemán.

Era la primera encíclica social de su pontificado, publicada dieciocho años después de la última encíclica social de Juan Pablo II, Centesimus annus, de 1991. Los diarios, radios y televisiones de todo el mundo estaban ansiosos por conocer las palabras del papa ante la actual coyuntura económica. Caritas in veritate, sin embargo, iba más allá de la crisis. «Las dificultades presentes pasarán en unos años, pero el mensaje de la encíclica permanecerá», garantizó monseñor Martino.

Pan y Palabra

Sacramentum caritatis, sacramento de amor: así tituló el papa alemán la carta apostólica sobre la eucaristía, que era el resultado del sínodo de obispos celebrado en Roma en octubre de 2005. Era una reunión convocada por Juan Pablo II para que toda la Iglesia reflexionara sobre lo que es «su centro y cumbre». Ahí está Jesús –recordaba–: la eucaristía es el mismo Cristo y, por tanto, esta «hace la Iglesia», había escrito san Juan Pablo II.

Ahora, como fruto maduro, salía esta exhortación apostólica en continuidad con la primera y hasta entonces última encíclica de Benedicto XVI titulada significativamente Dios es amor. Había hablado de la eucaristía como la máxima manifestación de amor por parte de Jesús y como el centro de toda la Iglesia. Las propuestas del sínodo ya habían sido publicadas en internet, a petición del propio papa Ratzinger, por lo que no hubo grandes sorpresas. Se trata de aplicar lo ya dicho por el Vaticano II, se insistía en la nueva carta apostólica.

Con fecha del 30 de septiembre de 2010, fiesta de san Jerónimo, salió un nuevo documento titulado Verbum Domini, la palabra del Señor. El tema era lógicamente la Escritura y era un fruto maduro del sínodo que había tenido lugar dos años antes sobre este mismo tema.Con claridad, como lo hicieron los participantes en el sínodo, subrayaba en primer lugar que «la fe cristiana no es una “religión del Libro”: el cristianismo es la “religión de la palabra de Dios”, no de una palabra escrita y muda, sino del Verbo encarnado y vivo» (n. 7).

El cristianismo no es la religión de un Libro (como lo pueden ser el judaísmo o el islam), sino de una Persona: la de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre. Sin embargo, esta Persona –Jesucristo– había hablado largo y tendido, así como predicado sublimes parábolas. La palabra de Dios es un acceso directo al Hijo de Dios, quien constituye la cumbre de toda la revelación, la Palabra hecha carne.

Nueva evangelización

Tras poner los fundamentos sobre el amor, la verdad y la esperanza, así como los lugares en los que se encuentra a Jesucristo –el Pan y la Palabra–, Benedicto XVI se lanzó a la «nueva evangelización» ya propuesta por Juan Pablo II.

La exhortación apostólica postsinodal Africae munus (2011) recogía los frutos de los trabajos de la II Asamblea especial para África del sínodo de los obispos. «África, tierra de un nuevo Pentecostés, ¡ten confianza en Dios! […] África, Buena Nueva para la Iglesia, ¡haz que lo sea para todo el mundo!», decía allí el papa. El documento de 138 páginas, contiene temas de lo más variados, pero se puede sintetizar en un solo punto: permanecer en el plano espiritual, para no convertirse en un partido católico. Según Benedicto XVI el papel a favor de la reconciliación, la justicia y la paz podrá mantenerse si la Iglesia se mantiene fiel a su misión espiritual, al reconciliar a la humanidad con Dios y a unos con otros por medio de Cristo.

En Porta fidei (2011) el papa alemán anunció el Año de la fe, en una continuidad perfecta con la nueva evangelización, en el contexto propiciado por el concilio Vaticano II, a los cincuenta años de su comienzo. En este sentido, el cristiano de hoy cuenta con dos instrumentos privilegiados para poder concretar y realizar esa nueva evangelización: el Concilio, del que se cumplen ahora cincuenta años; y su Catecismo, promulgado por Juan Pablo II. «Para acceder a un conocimiento sistemático del contenido de la fe, todos pueden encontrar en el Catecismo de la Iglesia católica un subsidio precioso e indispensable. Es uno de los frutos más importantes del Concilio Vaticano II» (n. 11), añadía ahora su sucesor. El Año de la fe era el año del concilio y su catecismo.

La fe es «un gran sí» que contiene e implica a su vez toda la existencia humana. Fe y vida, creencia y experiencia se encuentran mutuamente entrelazados en el acto de fe. La evangelización consiste así primero en mostrar la belleza y la racionalidad de la fe, en llevar la luz de Dios al hombre de nuestro tiempo con convicción y alegría. El tiempo nos regalará ese primer texto del papa Francisco, Lumen fidei (2013), una encíclica «escrita a cuatro manos» y que constituía la culminación del Año de la fe. La fe, la esperanza y la caridad constituían el legado del pontificado de Benedicto XVI, que contenían como núcleo al mismo Jesucristo presente en el Pan y la Palabra. Con esto estábamos perfectamente pertrechados para la nueva evangelización de este mundo ahora en crisis.

Vaticano

Los momentos claves del pontificado de Benedicto XVI

El destino de quien guiara la Iglesia bajo el nombre de Benedicto XVI había quedado claro el día del funeral de su predecesor cuando pronunció aquella conmovedora homilía que tenía como comienzo la palabra "Sígueme".

Giovanni Tridente·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 9 minutos

Con humildad y en la verdad, en silencio y con la oración. Así ha vivido, y así se ha ido, Benedicto XVI, el Papa emérito. Elegido al solio pontificio el 19 de marzo de 2005, inmediatamente después del «Papa grande Juan Pablo II», en sus primeras palabras a la multitud desde la logia central de la basílica de San Pedro se describió a sí mismo como «un sencillo y humilde trabajador de la viña del Señor». Y como tal apareció, con las mangas de su camisa negra sobresaliendo de su sotana papal, señal de una
elección que tal vez no se esperaba.

Tímido, pero muy culto, sencillo en los modales pero complejo en el pensamiento y nunca banal. Trabajador incansable. Lo ha demostrado en los innumerables años que pasó en la Curia romana como colaborador insustituible de su predecesor, en uno de los dicasterios más importantes y sólidos, la entonces Congregación para la Doctrina de la Fe.

También en el día de su elección, se definió a sí mismo como un «instrumento insuficiente», reconfortado por el hecho de que el Señor sabría utilizarlo de la mejor manera posible, sin que le fuera a faltar «su ayuda permanente», con la complicidad de su Madre María Santísima. Pedía oraciones.

Durante casi ocho años, hasta su dimisión, que se hizo efectiva el 28 de febrero de 2013, no se rindió ante ningún obstáculo, puso (y volvió a poner) la mano en el arado y comenzó a apuntalar en sus elementos fundamentales el edificio de la Iglesia, que acababa de aterrizar con toda la humanidad en un nuevo milenio lleno de cambios y «sobresaltos», huérfana desde hacía poco de una guía espiritual imponente, que lo había acompañado de la mano durante más de 27 años.

Su destino había quedado claro el día del funeral de san Juan Pablo II, cuando pronunció aquella conmovedora homilía que tenía como comienzo precisamente la palabra «Sígueme». Unos días antes -en el Vía Crucis del Coliseo, meditando sobre la novena estación, la tercera caída de Jesús- se había «encargado» entonces de denunciar la «suciedad en la Iglesia», pero también la soberbia y la autosuficiencia.

Su sueño era volver a su tierra natal, dedicarse a la lectura y disfrutar de su pasión por los gatos y su amor por la música clásica. En cambio, le tocó asumir todos esos problemas que había aprendido a conocer tan de cerca, y también cargar con la cruz de las críticas y las incomprensiones, pero
allanando el camino para un proceso de reformas que su sucesor -el Papa Francisco- ha podido continuar con facilidad. Lo hizo con humildad y en verdad.

Una tarea inaudita que supera toda capacidad humana

«Una tarea inaudita, que realmente supera toda capacidad humana». El domingo 24 de abril de 2005, Benedicto XVI inició su ministerio petrino como obispo de Roma, en una plaza de San Pedro abarrotada por más de 400.000 personas. Y al exponer la gravedad y el peso del mandato que sentía que tenía que asumir, dijo que, al fin y al cabo, su programa de gobierno no sería «seguir mis propias ideas, sino ponerme a la escucha, con toda la Iglesia, de la palabra y la voluntad del Señor y dejarme guiar
por Él, para que sea Él mismo quien guíe a la Iglesia en esta hora de nuestra historia». La voluntad de Dios que «no nos aleja, nos purifica -quizás incluso dolorosamente- y así nos conduce a nosotros mismos».

Estar dispuesto a sufrir

El tema del sufrimiento aparece a menudo en el discurso de investidura, como cuando explica que «amar [al pueblo que Dios nos confía] significa también estar dispuesto a sufrir», «para dar a las ovejas el verdadero bien, el alimento de la verdad de Dios, de la palabra de Dios, el alimento de su presencia».

Palabras que leídas en retrospectiva suenan a profecía. Ciertamente, a Benedicto XVI no se le ahorró ningún sufrimiento, pero siempre lo vivió con espíritu de servicio y en humildad. Repasando los casi ocho años de su pontificado, destacan algunas aportaciones sobresalientes que el primer Papa emérito de la historia ha dejado como legado a toda la Iglesia.

Las tres encíclicas

La primera contribución es sin duda magisterial. A los pocos meses de comenzar su pontificado, Benedicto XVI firmó su primera Encíclica, la “Deus caritas est” (Dios es amor), en la que explica cómo el hombre, creado a imagen de Dios-amor, es capaz de hacer la experiencia de la caridad; escrita inicialmente en alemán y firmada el día de Navidad de 2005, fue difundida al mes siguiente.

El 30 de noviembre de 2007 se publicó “Spe salvi” (Salvados en la esperanza), que pone frente a frente la esperanza cristiana y las formas modernas de esperanza basadas en los logros terrenales, que llevan a sustituir la confianza en Dios por una mera fe en el progreso. Pero sólo una perspectiva infinita como la que ofrece Dios a través de Cristo puede dar la verdadera alegría.

La última encíclica que lleva su firma está fechada el 29 de junio de 2009 y se titula “Caritas in veritate” (El amor en la verdad). El Pontífice repasa aquí las enseñanzas de la Iglesia sobre la justicia social e invita a los cristianos a redescubrir la ética de las relaciones comerciales y económicas, poniendo siempre en el centro a la persona y los valores que preservan su bien.

Estaba preparando una cuarta encíclica para completar la trilogía dedicada a las tres virtudes teologales; sería publicada por el Papa Francisco el 29 de junio de 2013, en el Año de la Fe, completando lo principal del trabajo que ya había preparado Ratzinger. Se titula “Lumen fidei”.

Cuatro Exhortaciones postsinodales

Eucaristía, Palabra, África y Oriente Medio son, por su parte, los temas de las cuatro exhortaciones apostólicas que vieron la luz bajo el pontificado de Benedicto XVI, coronando otros tantos Sínodos de los Obispos que tuvieron lugar respectivamente en 2005, generando la “Sacramentum caritatis” (2006); en 2008, con la publicación de la “Verbum Domini” (2010); en 2009, de la que surgió la exhortación “Africae munus” (2011); y en 2010, que dos años después dio lugar al documento “Ecclesia in Medio Oriente”.

Ahí está la importancia de los sacramentos, y la cercanía a las periferias del mundo, lugares donde la Iglesia está muy viva, rica en vocaciones, pero donde a menudo falta el esfuerzo «de Roma» por hacerse más presente en esas tierras.

La trilogía sobre Jesús de Nazaret

Gracias a su pasión por el estudio y a sus cualidades de fino teólogo, en los años de su pontificado Benedicto XVI ha regalado también a la comunidad de creyentes tres importantes libros sobre la figura histórica de Jesús, publicados respectivamente en 2007, 2011 y 2012. El recorrido narrativo parte de la “Infancia de Jesús” y continúa por la vida pública del Mesías, hasta la resurrección.

Ha sido un éxito editorial sin precedentes, y muchos creyentes han sido edificados por el relato sobre la Persona-Jesús. Peregrino de los pueblos, no interrumpió la tradición de su predecesor de realizar viajes apostólicos tanto en Italia como en el extranjero; una serie inaugurada a los cuatro meses de su pontificado viajando a su patria para la Jornada Mundial de la Juventud en Colonia. Volvió a Alemania dos veces más, en 2006 (a Baviera, donde se produjo el conocido «incidente de Ratisbona») y en 2011, en visita oficial al país. En total, Benedicto XVI ha realizado 24 viajes apostólicos al extranjero, varios a Europa (tres veces a España), pero también a América Latina (Brasil, México, Cuba), Estados Unidos (2008), África (Camerún, Benín) y Australia (2008).

Sin duda fue muy significativo su viaje a Tierra Santa, visitando Jordania, Israel y la Autoridad Nacional Palestina, en mayo de 2009, como también lo fue su visita al campo de concentración de Auschwitz, en el mismo mes tres años antes, donde rezó para honrar la memoria de los judíos, polacos, rusos, gitanos y representantes de veinticinco naciones asesinados por el odio nazi.

También realizó más de treinta visitas pastorales y peregrinaciones en Italia y otras tantas en la diócesis de Roma, visitando parroquias, santuarios, basílicas, cárceles, hospitales y seminarios. Para la historia
quedará su visita a L’Aquila en 2009, inmediatamente después del terremoto, cuando fue a rezar sobre los restos de Celestino V, sobre cuya sepultura santuario depositó su palio, una premonición que muchos han asociado a su futura dimisión.

Los «accidentes”

Al comienzo de su ministerio petrino, Benedicto XVI se había referido a los sufrimientos, y desgraciadamente éste fue uno de los elementos de los que no se libró en absoluto, empezando por algunos malentendidos y controversias que tuvieron eco internacional.

El primero de ellos se remonta a 2006, con la famosa “lectio magistralis” en la Universidad de Ratisbona durante su segundo viaje a Alemania, visitando Baviera. En este caso, el incidente surgió a raíz de la desafortunada cita de una frase del emperador bizantino Manuel II Paleólogo sobre la guerra santa, con referencias al profeta Mahoma. En su discurso, el Papa había recordado la declaración “Nostra Aetate” y la actitud de la Iglesia hacia las religiones no cristianas, pero para entonces ya se había dado el malentendido, y en el mundo islámico se produjeron reacciones violentas.

Más tarde, Benedicto XVI se disculpó públicamente, diciendo que «lo lamentaba» y dejando claro que no compartía el pensamiento expresado en el texto citado. Afortunadamente, en los años siguientes florecieron los intercambios culturales y teológicos entre católicos y musulmanes, que culminaron incluso con un encuentro en el Vaticano entre una delegación de teólogos e intelectuales islámicos y el propio Pontífice. Aquí están sin duda los prolegómenos del “Documento sobre la Fraternidad Humana” que varios años después el Papa Francisco logrará firmar en Abu Dhabi junto al Gran Imán de Al-Azhar.

Un segundo incidente tuvo lugar en Roma, protagonizado por la principal Universidad de la capital, «La Sapienza», donde un grupo de más de 60 profesores de la universidad se opuso a la visita de Benedicto XVI, que había sido invitado por el entonces rector a hablar en la inauguración del curso académico en 2008. Tras el aluvión de polémicas, la Santa Sede declinó la invitación. Nueve años después, en 2017, su sucesor Francisco se pudo en cambio visitar otra universidad civil romana, «Roma Tre».

Tras el malentendido con los musulmanes, en 2009 llegó el incidente con el mundo judío. Benedicto XVI había decidido remitir la excomunión a cuatro obispos lefebvrianos, entre los que se encontraba Richard
Williamson. Tras este gesto salió a la luz -a través de la televisión sueca SVT- que en el pasado el monseñor había expresado públicamente posiciones negacionistas sobre la Shoah. También en este caso, la Santa Sede se vio obligada a emitir una nota que, además de confirmar la condena y el recuerdo del genocidio de los judíos, exigía al obispo Williamson que se distanciara «de forma absolutamente inequívoca y pública de sus posiciones respecto a la Shoah» antes de ser admitido a funciones episcopales en la Iglesia, aclarando que estas posiciones no eran conocidas por el Papa en el momento de la remisión de la excomunión.

Otras críticas surgieron durante su viaje a Camerún y Angola en marzo de 2009, cuando afirmó en el avión que la distribución de preservativos no sería una solución contra el sida; una declaración estigmatizada por gobiernos, políticos, científicos y organizaciones humanitarias con repercusiones también a nivel diplomático.

Lucha contra los abusos

Y, sin embargo, bajo el pontificado de Benedicto XVI, todo el proceso de lucha contra los abusos en la Iglesia, que el Papa Francisco ha sabido continuar con mayor fluidez, cobró un impulso irreversible. El Papa Ratzinger fue el primer pontífice que pidió perdón explícitamente a las víctimas de abusos por parte de clérigos, además de reunirse con ellas en varias ocasiones, por ejemplo en viajes al extranjero.

Fue drástico al expulsar a varios clérigos responsables de tales delitos y al establecer las primeras normas y directrices más estrictas contra estos fenómenos.

Un ejemplo entre todos es el tratamiento del «caso Maciel», que Ratzinger ya había tenido ocasión de examinar en profundidad durante sus años como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.Como Pontífice, dispuso que la Congregación de los Legionarios recibiera una Visita Apostólica, de resultas de la cual se nombró a un Delegado Pontificio -el difunto Cardenal Velasio De Paolis-, que luego llevó a la revisión de los estatutos y reglamentos, tras reconocerse públicamente la culpa del fundador y ponerse en marcha un proceso completo de renovación y sanación.

Otro fenómeno es el de Irlanda, tras la publicación de los informes Ryan y Murphy que denunciaban numerosos casos de abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes y religiosos desde los años 30 hasta el año 2000, con intentos de encubrimiento por parte de la Iglesia local. Ya en 2006, dirigiéndose a los obispos del país que habían acudido a Roma en visita “ad Limina”, Benedicto XVI dijo que «las heridas causadas por tales actos son profundas, y es urgente la tarea de restablecer la confianza cuando han sido dañada». Además, es necesario «tomar todas las medidas para evitar que se repita en el futuro, garantizar el pleno respeto de los principios de justicia y, sobre todo, curar a las víctimas y a todos los afectados por estos crímenes abominables».

Cuatro años más tarde escribió una carta pastoral a los católicos de Irlanda en la que les confiaba que «compartía la consternación y la sensación de traición» que habían experimentado, y dirigiéndose a los culpables añadía: «debéis responder de esto ante Dios Todopoderoso, así como ante los tribunales debidamente constituidos».

Los Consistorios

A lo largo de su pontificado, Benedicto XVI presidió cinco consistorios para la creación de nuevos cardenales, creando un total de 90 «eminencias», de las que 74 eran electores. Significativamente, en el último, el 24 de noviembre de 2012, además de ser el segundo Consistorio en el mismo año (desde 1929 no había habido dos creaciones diferentes de cardenales en el mismo año), esta vez no hubo cardenales europeos presentes, casi como inaugurando una tradición de “pescar” colaboradores del Papa incluso lejos de Roma. Algo que luego se ha hecho muy habitual con el Papa Francisco.

Fue el año de la creación del cardenal Luis Antonio Tagle, arzobispo metropolitano de Manila (Filipinas), o de Baselios Cleemis Thottunka, arzobispo mayor de Trivandrum de los siro-malankares (India), por ejemplo.

Renuncia

El último acto que queda en la historia del pontificado de Benedicto XVI es sin duda su renuncia, anunciada el 11 de febrero de 2013 durante un Consistorio para determinadas causas de canonización como una «decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia».

Entre las motivaciones que le llevaron a esta decisión -hecha con absoluta humildad y espíritu de servicio a la Iglesia, también en este caso- estaba la conciencia de que «para gobernar la barca de San Pedro se necesita también el vigor del cuerpo y del alma, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal modo que tengo que reconocer mi incapacidad para administrar bien el ministerio que se me ha confiado».

Palabras de una limpieza única, ofrecidas con el corazón en la mano, y con la libertad de quien no teme reconocer sus propias limitaciones, estando al mismo tiempo dispuesto a servir al Señor «no menos sufriendo y orando».

Fiel a su palabra, Benedicto XVI, ha dedicado los últimos años de su vida a rezar por la Iglesia, en el «ocultamiento» del Monasterio Mater Ecclesiae,con el corazón, con la reflexión y con todas sus fuerzas interiores, como dijo en su último saludo a los fieles desde la Logia del Palacio Apostólico de Castel Gandolfo el 28 de febrero de hace casi diez años. Como peregrino «en la última etapa de su peregrinación en esta tierra», que ahora ha llegado a su cumplimiento. ¡Cuídanos desde el Cielo!

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Adiós, Benedicto XVI

La Iglesia despide al Papa emérito Benedicto XVI. Su fallecimiento, a los 95 años de edad, deja un amplio legado teológico y magisterial sin el que no se entiende la Iglesia del siglo XXI. En la foto: durante la JMJ de Madrid 2011.

Maria José Atienza·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: < 1 minuto
Vaticano

Joseph Ratzinger. Una vida gastada al servicio de la Iglesia

Sus dotes intelectuales destacaron siempre: en sus dieciocho años como profesor universitario, en su breve etapa como arzobispo de Munich, en la Congregación para la Doctrina de la Fe y, finalmente, en su ministerio como Papa

Enrique Carlier·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 10 minutos

La biografía de cualquier persona suele ofrecer, casi siempre, abundantes claves para descifrar el temperamento, la personalidad e, incluso, algunas de las principales decisiones tomadas por el biografiado. Así sucede también con Joseph Ratzinger – Benedicto XVI.

Por ejemplo, una clave biográfica que ayuda a comprender el agotamiento que le llevó a renunciar no es sólo su avanzada edad, sino sobre todo el enorme desgaste que experimentó por su intenso, dedicado e ininterrumpido trabajo al servicio de la Iglesia universal en los más de treinta y un años que estuvo en Roma: primero como estrecho colaborador de san Juan Pablo II al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, a partir del 25 de noviembre de 1981; y luego, cuando el cardenal Ratzinger ya pensaba en su merecido retiro, en los casi ocho años de extenuante ministerio como Vicario de Cristo.

Infancia y juventud

Joseph Ratzinger nació en la localidad bávara de Marktl, junto al río Inn, en un día cargado de significación religiosa: un Sábado Santo (el 16 de abril de 1927). Que fuera bautizado ese mismo día ya es indicativo de su precocidad espiritual y litúrgica (la Vigilia Pascual es el marco bautismal por excelencia).

Sin embargo, pasó su infancia y adolescencia en Traunstein, una pequeña localidad casi fronteriza con Austria, a treinta kilómetros de Salzburgo. En ese ambiente “mozartiano”, como él mismo lo ha definido, se educó humana, cultural y musicalmente bajo el influjo cristiano de su familia. Su padre, comisario de la gendarmería, provenía de una antigua familia de agricultores de la Baja Baviera, de condición económica modesta. Su madre, hija de artesanos de Rimsting, antes de casarse trabajó de cocinera en varios hoteles. Joseph es el menor de los tres hermanos. María, la hija mayor, falleció en 1996; y Georg (89 años), sacerdote y músico, vive en Ratisbona.

La educación recibida le permitió superar la dura experiencia del régimen nazi, hostil a la Iglesia católica. El joven Joseph vio con sus propios ojos cómo los nazis golpeaban a un sacerdote que se disponía a celebrar la Misa. Paradójicamente, y también al ver en su padre el rechazo cristiano al nazismo, aquella compleja situación histórica terminó ayudándole a descubrir la verdad y la belleza de la fe.

Poco antes de que acabara la segunda guerra mundial –el joven Ratzinger tenía entonces 16 años–, fue forzado a enrolarse en los servicios auxiliares antiaéreos. Este episodio ha sido duramente enjuiciado en algunas biografías exageradamente críticas. Es el caso de una primera semblanza escrita por el vaticanista John Allen, para quien la resistencia al nazismo era difícil y arriesgada, pero no imposible. Pero Joseph Ratzinger tuvo en aquella circunstancia el valor de desertar, aunque se exponía a ser fusilado.   

Sacerdote y teólogo

En cualquier caso, no fue el activismo político la inclinación fundamental del joven Joseph Ratzinger, sino el estudio. Muy pronto comenzó a dedicarse y a destacar en lo que sería luego su principal cometido: la enseñanza de la teología. Desde 1946 hasta 1951 cursó filosofía y teología en la Escuela superior de filosofía y teología de Freising y en la universidad de Munich. Y el 29 de junio de 1951 recibió, junto a su hermano Georg, la ordenación sacerdotal. Ese fue, según diría luego, el día más importante de su vida.

Un año después, con 25 años, comenzó a impartir clases en la Escuela superior de Freising. Sus dotes como docente e investigador en la ciencia teológica, de modo particular en el terreno antropológico y eclesiológico, comenzaron pronto a despuntar.

Joseph Ratzinger

En 1953 se doctoró en teología con la tesis: “Pueblo y casa de Dios en la doctrina de la Iglesia en san Agustín”. Cuatro años después, bajo la dirección del profesor Gottlieb Söhngen, obtuvo la habilitación para la enseñanza con una disertación sobre: “La teología de la historia de san Buenaventura”.

Tras ejercer como profesor de teología dogmática y fundamental en la Escuela superior de filosofía y teología de Freising, prosiguió su actividad docente en Bonn, de 1959 a 1963; en Munich, de 1963 a 1966; y en Tubinga, de 1966 a 1969. En este último año pasó a ser catedrático de dogmática e historia del dogma en la Universidad de Ratisbona, donde ocupó también el cargo de vicerrector.

Perito en el Concilio

De 1962 a 1965 contribuyó a los trabajos del Concilio Vaticano II como “perito”. Acudió al Concilio como teólogo consultor del cardenal Joseph Frings, arzobispo de Colonia. Benedicto XVI ha relatado cómo entró a participar en el Concilio por casualidad. Cuando era profesor de la Universidad de Bonn, el cardenal Josep Frings le pidió que le preparase el texto de una conferencia que tenía que pronunciar en Génova. Poco después, Juan XXIII llamó a Roma al cardenal Frings. Éste temía lo peor. Sin embargo, el Papa le abrazó y le dijo: “Gracias, Eminencia; usted ha dicho lo que yo quería decir pero no encontraba las palabras”. Y así fue cómo el cardenal Frings invitó al profesor Ratzinger a ir con él al Concilio, en calidad de ayudante personal.

Las aportaciones de Joseph Ratzinger a los documentos conciliares sobre la liturgia y la Palabra de Dios resultaron claves. Su intensa actividad científica le llevaría luego a desempeñar cargos relevantes al servicio de la Conferencia Episcopal Alemana y de la Comisión Teológica Internacional.

Con los años, como fruto de su prestigio como teólogo y de su labor al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Ratzinger recibiría numerosos doctorados “honoris causa”: por el College of St. Thomas in St. Paul (Minnesota, Estados Unidos), en 1984; por la Universidad católica de Eichstätt (Alemania) en 1985; por la Universidad católica de Lima (Perú), en 1986; por la Universidad católica de Lublin (Polonia), en 1988; por la Universidad de Navarra (Pamplona, España), en 1998; por la Libre Universidad María Santísima Asunta (LUMSA) (Roma), en 1999; por la Facultad de teología de la Universidad de Wroclaw (Polonia), en 2000.

Algunos opinan que Ratzinger tuvo, como teólogo, una primera etapa liberal, pero que a finales de los años sesenta se alejaría de corrientes teológicas menos seguras. Junto a Hans Urs von Balthasar, Henri de Lubac y otros grandes teólogos, fundó en 1972 la revista de teología “Communio”.

Obispo de Munich y cardenal

El 25 de marzo de 1977, Pablo VI le nombró arzobispo de Munich y Freising. Concluía aquella etapa de 18 años como profesor en algunas de las mejores universidades públicas de Alemania.

Al recibir la ordenación episcopal el 28 de mayo se convirtió en el primer sacerdote diocesano que, después de 80 años, asumía el gobierno pastoral de la gran archidiócesis bávara. Como lema episcopal escogió “Cooperador de la verdad”, auténtica clave de interpretación del servicio que Ratzinger ha prestado a la Iglesia en sus diferentes facetas al servicio de la verdad. Así lo explicó él mismo: “Por un lado, me parecía que expresaba la relación entre mi tarea previa como profesor y mi nueva misión. Aunque de diferentes modos, lo que estaba y seguía estando en juego era seguir la verdad, estar a su servicio. Y, por otro, escogí este lema porque en el mundo de hoy el tema de la verdad es acallado casi totalmente; pues se presenta como algo demasiado grande para el hombre y, sin embargo, si falta la verdad todo se desmorona”.

En el consistorio del 27 de junio de 1977, el Papa Pablo VI creó cardenal al joven arzobispo de Munich (que tenía entonces 50 años) con el título presbiteral de Nuestra Señora de la Consolación en el Tiburtino.

En 1978 Ratzinger participó ya en su primer cónclave: el que elegiría el 26 de agosto a Juan Pablo I. En el mes de octubre del mismo año participó también en el cónclave que eligió a Juan Pablo II.

Posteriormente sería relator en la V Asamblea general ordinaria del Sínodo de los Obispos, celebrada en otoño de 1980, dedicada al tema: “Misión de la familia cristiana en el mundo contemporáneo”, y presidente delegado de la VI Asamblea general ordinaria, de 1983, sobre “La reconciliación y la penitencia en la misión de la Iglesia”.

Benedicto XVI
El Papa Juan Pablo II junto al cardenal Ratzinger en el aeropuerto de Munich en noviembre de 1980 ©CNS photo from KNA

Prefecto del Santo Oficio

La vida de Joseph Ratzinger adquirió un nuevo y definitivo sesgo el 25 de noviembre de 1981, fecha en la que Juan Pablo II lo llamó a Roma para ponerle al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, de la Pontificia Comisión Bíblica y de la Comisión Teológica Internacional. Allí trabajó, en perfecta sintonía con el Pontífice polaco, más de 23 años.

Juan Pablo II ya nunca quiso prescindir de aquella privilegiada cabeza teológica. El cardenal Ratzinger se había convertido en su principal y fidelísimo colaborador, sobre todo a la hora de resolver las cuestiones doctrinales más peliagudas, como fue, por ejemplo, dar respuesta a las denominadas teologías de la liberación o ponerle al frente de la Comisión para la preparación del Catecismo de la Iglesia católica.

El 5 de abril de 1993, Juan Pablo elevó al cardenal Ratzinger al orden de los Obispos y el 30 de noviembre de 2002 aprobó su elección como Decano del colegio cardenalicio, convirtiéndole así en supervisor de la elección del futuro Papa.

El Card. Joseph Ratzinger en una conferencia de prensa en junio del año 2000 ©CNS photo from Reuters

Tras la muerte de Juan Pablo II el 2 de abril de 2005, Ratzinger esperaba que al término del cónclave concluyera también su servicio directo a la Sede Apostólica. Sin embargo, el Espíritu Santo tenía otros planes para él.

El Papa teólogo

El pontificado de Benedicto XVI no llegó a cumplir 8 años. La llegada de Joseph Ratzinger a la sede de Pedro coincide, sin duda, con el inicio de una de las etapas más difíciles para la Iglesia católica: el grave problema de los abusos sexuales por parte de clérigos y religiosos, la inestabilidad económica mundial y el cambio de paradigma social marcaron, sin duda, la línea del pontificado y su sorprendente renuncia.

Como pastor, las catequesis del Papa bávaro constituyen una notable colección de formación catequética accesible y precisa. Sus comentarios sobre figuras como San Pablo y los Padres de la Iglesia, o el descubrimiento de hombres y mujeres a veces desconocidos por la inmensa mayoría de los files hacen de estas alocuciones un tesoro de fe y formación cristiana.

Especial mención merece su trilogía Jesús de Nazaret, cuyo primer volumen salió en abril de 2007, el segundo en marzo de 2011 y el tercero en noviembre de 2012, fue un verdadero éxito editorial a nivel mundial. En estos libros, el Papa desgrana, con enorme profundidad y conocimiento absoluto de la fe y la tradición, la figura de Cristo poniéndola en diálogo perfecto con el hombre moderno.

Sus encíclicas «Deus Caritas est»«Spe Salvi» y «Caritas in Veritate» constituyen la espina dorsal del Magisterio papal de Joseph Ratzinger. Junto a ellas, destacan sus numerosas cartas y mensajes particulares que el Papa dirigió a diplomáticos, jóvenes, los movimientos eclesiales y nuevas comunidades, a la Curia romana y a otras entidades del mundo.

Como Papa, Benedicto XVI se enfrentó los principales problemas de la Iglesia. Entre los más destacados, hay que subrayar sus esfuerzos por sacar a la luz los casos de abusos sexuales dentro de la Iglesia, su encuentro con las víctimas y el establecimiento de instrucciones a todas las Conferencias Episcopales para que estos casos no se repitan. Continuaba así la senda iniciada por su predecesor para erradicar estas conductas en el seno de la Iglesia y cuyos esfuerzos continúan a día de hoy.

Asimismo, bajo su pontificado se inicia la reforma del sistema de finanzas del Vaticano para adaptarse a las normas de transparencia internacional.

El Papa Benedicto XVI se destacó por su diálogo con religiones no cristianas y por sus numerosos viajes por el mundo. Benedicto XVI hizo 24 viajes apostólicos: desde el primero en Colonia con motivo de la XX Jornada Mundial de la Juventud, en agosto de 2005, hasta el viaje a Líbano en septiembre de 2012. Benedicto XVI visitó todos los continentes, pasando etapas en Turquía, Brasil, Estados Unidos, Sidney, Camerún y Angola, Jordania, Benín, México y Cuba, además de otros viajes a Europa: Polonia, España, Austria, Francia, República Checa, Malta, Portugal, Chipre, Reino Unido, Croacia y, por su supuesto, su tierra natal, Alemania.

En diciembre de 2012, Benedicto XVI inauguraba, con su primer tuit la cuenta @pontifex en esta red social. En la actualidad, la cuenta oficial del Papa cuenta con más de 53 millones de seguidores y se escribe en 9 idiomas.

El Papa envía su primer tuit el 12 de diciembre de 2012 ©CNS photo/L ‘Osservatore Romano via Reuters

La magnitud de los problemas internos y externos de la Iglesia así como la constatación de su frágil salud llevaron a que el 11 de febrero de 2013 el papa Benedicto XVI anunciara, por sorpresa su renuncia al cargo, alegando «falta de fuerzas». No se había dado una renuncia papal desde que, en 1294 y cansado de las luchas internas, Celestino V renunciara al timón de la barca de Pedro. El propio Benedicto XVI había visitado, el L’Aquila, la tumba de este Papa. La renuncia papal se hizo efectiva el 28 de febrero de ese mismo año.

Tras la elección de Jorge Mario Bergoglio como sucesor al frente de la Iglesia católica, Joseph Ratzinger pasó a ser el Papa emérito y estableció su residencia en el monasterio Mater Ecclesiae en territorio vaticano.

Últimos años

Desde su renuncia al papado, Benedicto XVI se ha mantenido en un ejemplar segundo plano, sin muchas apariciones públicas o publicaciones. En la mayoría de ocasiones se ha tenido acceso a imágenes suyas gracias a las frecuentes visitas del Papa Francisco para felicitarle en las principales fiestas cristianas o aniversarios personales. En abril de 2014 participó de la ceremonia de canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II y, más tarde, en la beatificación de Pablo VI. También acudió a algunos consistorios públicos de cardenales y abrió la puerta santa en el año jubilar de 2015.

En 2016 publicó un libro entrevista que escribió en compañía del periodista Peter Seewald, en donde hace un balance de su pontificado y habla de temas como su joven postura frente a la encíclica Humanae vitae, su relación con el teólogo Hans Küng y otros temas de su vida personal.

Benedicto XVI reza junto a su hermano Georg Ratzinger ©CNS photo/L’Osservatore Romano via Reuters

En junio en 2020 realizó un viaje de cinco días a Ratisbona para visitar a su hermano, Georg Ratzinger, gravemente enfermo, que moriría días después. Esta fue la única salida del papa emérito fuera de la Ciudad del Vaticano después de la renuncia al cargo. 

El 31 de diciembre de 2022, a primera hora de la mañana, la Oficina de prensa de la Santa Sede anunciaba el fallecimiento del Papa emérito: «Con pesar doy a conocer que el Papa emérito Benedicto XVI ha fallecido hoy a las 9:34 horas en el Monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano«, rezaba la nota.

El autorEnrique Carlier

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Mundo

Dieciocho misioneros asesinados este 2022

Durante el 2022, 18 misioneros de todo el mundo han fallecido en circunstancias violentas. Entre las víctimas se encuentran especialmente sacerdotes y religiosos.

Paloma López Campos·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

Según la información facilitada por la Agencia Fides, este 2022 dieciocho misioneros han sido asesinados. En total, 12 sacerdotes, 3 religiosas, 1 religioso, 1 seminarista y un laico. El mayor número de víctimas se encuentra en África, donde han fallecido 7 sacerdotes y 2 religiosos. En concreto, los asesinatos tuvieron lugar en Mozambique, Nigeria, la República Democrática del Congo y en Tanzania.

América Latina es el siguiente país con mayor número de víctimas, puesto que allí asesinaron a 4 sacerdotes, 1 religioso, 1 seminarista y 1 laico. Los países en los que tuvieron lugar los ataques fueron Méjico, Honduras, Bolivia y Haití. Por otro lado, en Asia, concretamente en Vietnam, asesinaron a un sacerdote.

Uno de los proyectos de Obras Misionales Pontificias (OMP / Flickr)

Si bien no se conoce mucho de las circunstancias de las muertes, los informes y las noticias que ha obtenido la Agencia Fides demuestran que estos testigos de la fe no se encontraban en misiones extraordinarios, sino que estaban realizando un trabajo pastoral cotidiano “en contextos particularmente difíciles, marcados por la violencia, la miseria, la falta de justicia y de respeto por la vida humana”.

En el informe completo que ofrece la agencia, se puede leer una breve biografía de las víctimas de este año y se encuentra una comparativa de los asesinatos a lo largo de los años. Este documento ofrece, además, datos como el número de misioneros asesinados entre 2001 y 2022 (544 en total) y las actividades que estaban desempeñando los misioneros cuando se produjeron las muertes.

Testigos de Cristo

En el informe se especifica que el término “misionero” no se aplica en exclusiva a aquellos misioneros “ad gentes”, sino que incluye a cualquier bautizado puesto que “en virtud del Bautismo recibido, cada miembro del Pueblo de Dios se convierte en discípulo misionero. Cada persona bautizada, sea cual sea su función en la Iglesia o conocimiento de la fe, es un sujeto activo de evangelización” (EG 120)”.

A esta consideración que hace la Agencia Fides se une la afirmación que hizo el Papa Francisco durante la Jornada Mundial de las Misiones: “a los discípulos se les pide vivir su vida personal en clave de misión. Jesús los envía al mundo no sólo para realizar la misión, sino también y sobre todo para vivir la misión que se les confía; no sólo para dar testimonio, sino también y sobre todo para ser sus testigos… La esencia de la misión es dar testimonio de Cristo, es decir, de su vida, pasión, muerte y resurrección, por amor al Padre y a la humanidad”.

Cultura

El pasaje

Un cuento ¡o no tan cuento! para estos días de Navidad que recuerda que, ya en la tierra, recibimos más cuando damos.

Juan Ignacio Izquierdo Hübner·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

Esta anécdota tiene sus años, pero es real; el nombre del protagonista también es auténtico (tengo su permiso). Se trata de un suceso breve y simbólico que le ocurrió a un amigo chileno; amigo y compañero de estudios en la Facultad de Derecho.

Recuerdo que estábamos en época de exámenes y que faltaban pocas semanas para que llegara la Navidad. Y con esto creo que ya he dado contexto suficiente.

John salió atrasado de casa para dar un examen oral con un profesor famoso por ser exigente. Corrió con su traje oscuro, corbata azul y zapatos duros hacia la estación de metro Pedro de Valdivia, bajó jadeando las escaleras, cruzó por medio de la multitud, pasó la tarjeta por el validador y ¡pip, pip!, luz roja. ¡No le quedaba saldo disponible! Revisó su billetera con precipitación: ni rastro de efectivo. Acudió a su tarjeta de débito, pero recordó que sus padres aún no le habían depositado la mesada. Salió de la fila con las manos en la cabeza y el rostro pálido, aterrorizado con el pensamiento de que el profesor podría reprobarlo por inasistencia; ¿qué hacer?

De pronto, alguien le tocó el hombro. John giró y se encontró con la señora que suele sentarse en el último peldaño de la escalera para pedir limosna. Sonreía y había abierto la mano. ¿Para pedirle algo? No, al contrario: para ofrecerle una moneda de 500 pesos. “Para que te compres el pasaje”, le dijo. Mi amigo se sorprendió mucho, intentó resistirse a la ayuda, forcejearon un poco: no, sí, no, sí; y era tal su aflicción que terminó aceptando.

Mi compañero llegó al examen a tiempo y consiguió una nota razonable. Al día siguiente, cuando bajó a la estación, se fijó en la señora que lo había ayudado y le devolvió la moneda; junto con un chocolate, por supuesto, y conversaron un rato.

Después de unas semanas, la mendiga dejó de aparecer. Desde entonces han pasado varios años; ahora John es un abogado de prestigio y baja al metro con trajes más elegantes y zapatos más cómodos que los que usaba para dar los exámenes orales en la Facultad, pero siempre, antes de cruzar el torniquete, se detiene un momento para revisar si esa buena mujer que en su día lo ayudó podría estar sentada en algún rincón de la estación, sonriéndole.

Cultura

San Silvestre y el fin de año

El Papa san Silvestre nunca imaginó que sería él quien diera nombre al último día del año civil en varios países del mundo. Esta fecha es una gran oportunidad para recordar la figura de este santo papa.

Stefan M. Dąbrowski·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

Al trigésimo tercer obispo de Roma probablemente nunca le pasó por su imaginación que su persona se iba a perpetuar por los siglos con fastuosos festejos en todo el globo. En muchos países, el año nuevo se llama sencillamente Silvester. Paradójicamente, Silvestre era un sacerdote muy tranquilo. Su celoso servicio a Dios le granjeó el respeto universal y en el año 314 fue elegido Papa.

Ocupó el cargo durante veinte años. Su pontificado coincidió con la promulgación del Edicto de Milán, que garantizaba a los cristianos la libertad religiosa. Las fuentes nos dicen que ordenó que el día del sol romano (dies solis) se celebrara como el Día del Señor, y Constantino el Grande declaró el domingo libre de trabajo por decreto en el año 321.

Realizó la consagración solemne de las basílicas de San Pedro del Vaticano (326 d.C.) y San Juan de Letrán (324 d.C.), ambas construidas por el Emperador, comenzando de esta forma la tradición de consagraciones solemnes de edificios similares.

Durante este periodo, el obispo de Roma no podía compararse en importancia con los obispos de las Iglesias orientales ni con las eminentes personalidades que ejercieron una influencia decisiva sobre Constantino, el emperador protector de la Iglesia.

Durante el pontificado de Silvestre tuvo lugar el Concilio de Nicea (325 d.C.), que estableció el Credo Niceno. La escasa participación del Papa en este primero de los concilios ecuménicos, quizá por su lejanía del escenario del conflicto o por su respeto a la autonomía de las Iglesias orientales, fue recibida con algunas críticas.

Probablemente porque el episcopado de Silvestre se produjo en un momento crucial de la historia de la Iglesia, sus sucesores y la cada vez más importante comunidad cristiana de Roma no se conformaron con el papel secundario que desempeñó junto al primer emperador cristiano. En este contexto, sobre todo cuando los emperadores ya no residían en la ciudad, surgieron leyendas que pintaban un retrato idealizado de Silvestre.

Las celebraciones de Nochevieja

En casi todo el mundo, la Nochevieja se asocia a la última noche del año civil. La forma de celebrarlo depende de la cultura local, aunque la globalización está erosionando cada vez más todas las diferencias y costumbres locales. La música estridente y los fuegos artificiales suelen acompañar los festejos de esta noche. Probablemente la costumbre más extendida sea brindar a medianoche.

El último día del año es una gran oportunidad para recordar la figura de este santo papa. Es bueno perpetuar esta referencia en la mente de nuestros amigos. Este santo cada año nos puede recordar las dos basílicas papales, la celebración del domingo y la profesión de fe en el Credo. Esto nos permite tomar la dirección correcta para el nuevo año que comienza.

El autorStefan M. Dąbrowski

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Actualidad

Las 10 noticias más leídas en Omnes en 2022

2022 ha sido un año de crecimiento para Omnes y queremos dar la bienvenida al 2023 recordando las mejores noticias del año que cierra.

Paloma López Campos·31 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: < 1 minuto

A lo largo de este año, Omnes ha traído todos los días noticias de la actualidad con una perspectiva católica. El último día de 2022 dejamos una selección de las informaciones clave que ha publicado nuestra web durante los últimos doce meses.

Una explicación sobre el carisma y la jerarquía en la Prelatura del Opus Dei

En julio entrevistamos a Enrique Rojas, que nos habló de la hiperconexión en nuestra sociedad

Una explicación sobre la organización interna de la Iglesia

Este año, el Opus Dei ha celebrado sus 40 años como Prelatura y realizamos un repaso de su historia y carisma

Luis Alberto Rosales, director del CARF, concedió una entrevista a Omnes el pasado mes de agosto.

Hace unos meses, la Pontificia Facultad Teológica de Bratislava otorgó el título honoris causa a Fernando Ocáriz

El resumen de lo que ocurre en Nicaragua

Joseph Weiler, premio Ratzinger de Teología 2022, fue el ponente del último foro Omnes

Mariano Fazio vino a hablarnos de la libertad y el amor en una entrevista sobre su libro Libertad para amar a través de los clásicos

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Oraciones por Benedicto XVI

El mundo reza estos días por el Papa emérito Benedicto XVI cuya salud se ha debilitado en las últimas horas. En la foto, Benedicto XVI saluda a la multitud al final de una audiencia en la plaza de san Pedro en febrero de 2017.

Maria José Atienza·30 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: < 1 minuto
Cultura

«Todos somos verdaderamente responsables de todos»

Hace treinta y cinco años, el 30 de diciembre de 1987, se publicó la encíclica Sollicitudo rei socialis de Juan Pablo II, en el vigésimo aniversario de la Populorum Progressio de Pablo VI.

Antonino Piccione·30 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 12 minutos

Juan Pablo II rendía homenaje a la encíclica Populorum Progressio de su predecesor Pablo VI publicando -hace treinta y cinco años, el 30 de diciembre de 1987- la encíclica social Sollecitudo Rei Socialis.  Llegaba 20 años después de la publicación de la encíclica del Papa Montini dirigida a los hombres y a la sociedad en los años sesenta.

Sollicitudo Rei Socialis conserva toda la fuerza del llamamiento a la conciencia de Pablo VI y hace referencia al nuevo contexto histórico-social de los años ochenta, en un esfuerzo por indicar las líneas maestras del mundo actual, siempre con la mirada puesta en el motivo inspirador, el «desarrollo de los pueblos», aún lejos de alcanzarse. «Propongo prolongar su eco, vinculándolas con posibles aplicaciones al momento histórico actual, no menos dramático que el de hace veinte años», escribe Juan Pablo II.

El tiempo -como bien sabemos- fluye siempre al mismo ritmo; hoy, sin embargo, tenemos la impresión de que está sometido a un movimiento de aceleración continua, debido sobre todo a la multiplicación y complejidad de los fenómenos en medio de los cuales vivimos. En consecuencia, la configuración del mundo, en los últimos veinte años, si bien conserva algunas constantes fundamentales, ha experimentado cambios considerables y presenta aspectos totalmente nuevos».

Con Sollicitudo rei socialis (en adelante SRS), se ofrece un análisis del mundo actual teniendo en cuenta toda la verdad sobre el hombre: alma y cuerpo, ser comunitario y persona con valor en sí misma, criatura e hijo de Dios, pecador y redimido por Cristo, débil y fortalecido por la fuerza del Espíritu.

La encíclica hace hincapié en el fundamento ético del desarrollo, subrayando la necesidad del compromiso personal de todos en favor de sus hermanos y hermanas.

Este esfuerzo por el desarrollo de todo el hombre y de cada hombre, es el único camino para consolidar la paz y la relativa felicidad en este mundo. En opinión de Enrique Colom (en AA.VV., Juan Pablo teólogo. En el signo de las encíclicas, Mondadori, Milán 2003, pp. 128-141) «en cierto sentido, la enseñanza de la encíclica podría resumirse en una sola frase llena de consecuencias prácticas: «todos somos verdaderamente responsables de todos» (SRS 38)».

Como es bien sabido, las encíclicas del Papa, incluso las del Magisterio Social, no son documentos políticos o sociológicos, sino de naturaleza teológica.

Una de las ideas más enfatizadas en el SRS es, precisamente, que la pobreza, el desarrollo, la ecología, el desempleo, la solidaridad, etc. son problemas éticos antes que técnicos, y su solución real y duradera no se encuentra sólo en una mejora estructural, sino que debe basarse en un cambio ético, es decir, en la voluntad de cambiar, tal vez, hábitos mentales y vitales que, de ser auténticos, afectarán a las instituciones.

El hombre es una persona, no sólo homo faber u oeconomicus. Por eso, como enseñaba la Populorum Progressio, el verdadero desarrollo es el paso, para todos y cada uno, de condiciones menos humanas a condiciones más humanas: «Más humano: el ascenso desde la miseria hacia la posesión de lo necesario, la victoria sobre las lacras sociales, la expansión del saber, la adquisición de cultura. Más humano, también: la mayor consideración de la dignidad de los demás, el paso al espíritu de pobreza, la cooperación por el bien común, la voluntad de paz. Más humano aún: el reconocimiento por el hombre de los valores supremos y de Dios, que es su fuente y su fin. Más humano, en fin y sobre todo: la fe, don de Dios acogido por la buena voluntad del hombre, y la unidad en la caridad de Cristo, que nos llama a todos a participar como hijos en la vida del Dios vivo, Padre de todos los hombres» (n. 21). Ya Pablo VI, como más tarde haría Juan Pablo II, sin descuidar los aspectos económico-sociales del desarrollo, muestra la mayor importancia de la esfera espiritual y trascendente.

Ciertamente, para alcanzar la plenitud la persona necesita «tener» cosas, pero éstas no bastan, también se necesita crecimiento interior: cultural, moral, espiritual. «El ‘tener’ objetos y bienes no perfecciona por sí mismo al sujeto humano, si no contribuye a la maduración y enriquecimiento de su ‘ser’, es decir, a la realización de la vocación humana como tal» (SRS 28).

Lo esencial, por tanto, es la plena realización de la persona, es decir, «ser» más, crecer en humanidad sin dejar de lado ninguna virtud humana, y hacerlo de manera armoniosa, según una auténtica jerarquía de valores, según toda la verdad sobre el hombre. Por tanto, el Papa no propone ni piensa en una antinomia entre «ser» y «tener», sino que advierte contra un «tener» que obstaculice el «ser», propio o ajeno, y enseña que, si hay incompatibilidad, es preferible «tener» menos que «ser» menos.

La característica más importante de la verdad sobre el hombre depende del hecho de que es criatura de Dios, elevado a ser hijo suyo: de esta condición reciben los hombres su consistencia, su verdad, su bondad, su orden propio y su ley conveniente. Por tanto, cumplir los designios divinos es el único compromiso verdaderamente «absoluto» de la persona, que la orienta hacia su plenitud integral; los demás compromisos no se anulan, sino que deben subordinarse a él.

En efecto, el desarrollo humano -recuerda la SRS- «sólo es posible porque Dios Padre decidió desde el principio hacer al hombre partícipe de su gloria en Jesucristo resucitado (…), y en Él quiso superar el pecado y ponerlo al servicio de nuestro mayor bien, que supera infinitamente lo que el progreso pueda alcanzar» (SRS 31). A la inversa, el hombre puede construir la sociedad y ‘organizar la tierra sin Dios, pero sin Dios sólo puede, en última instancia, organizarla contra el hombre. El humanismo excluyente es un humanismo inhumano» (Populorum Progressio, 42).

Incluso en el ámbito social y económico se cumplen las palabras de Jesús: «¡Hay más alegría en dar que en recibir!». (Hechos 20:35). Además, no hay que olvidar que Dios es el Señor de todo el universo, de cada minuto, del más pequeño acontecimiento; por eso, como enseña Juan Pablo II, la plena realización del desarrollo será principalmente fruto de la «fidelidad a nuestra vocación de hombres y mujeres creyentes». Porque depende, ante todo, de Dios» (SRS 47).

Por desgracia, las doctrinas utilitaristas miden el progreso exclusivamente en términos inmanentes y terrenales. Sin embargo, las flagrantes contradicciones observadas en nuestro mundo ponen más de relieve «la contradicción intrínseca de un desarrollo limitado únicamente al aspecto económico». Subordina fácilmente la persona humana y sus necesidades más profundas a las exigencias de la planificación económica o del beneficio exclusivo (…). Cuando los individuos y las comunidades no ven estrictamente respetadas las necesidades morales, culturales y espirituales, basadas en la dignidad de la persona y en la identidad propia de cada comunidad, empezando por la familia y las sociedades religiosas, todo lo demás -disponibilidad de bienes, abundancia de recursos técnicos aplicados a la vida cotidiana, un cierto nivel de bienestar material- será insatisfactorio y, a la larga, despreciable» (SRS 33).

Allí, el desarrollo humano y el progreso económico van de la mano, como recordaba Juan Pablo II: «Los orígenes morales de la prosperidad son bien conocidos a lo largo de la historia. Se encuentran en una constelación de virtudes: laboriosidad, competencia, orden, honradez, iniciativa, sobriedad, ahorro, espíritu de servicio, fidelidad a las promesas, audacia: en resumen, el amor por el trabajo bien hecho. Ningún sistema o estructura social puede resolver, como por arte de magia, el problema de la pobreza sin estas virtudes; a la larga, tanto los programas como el funcionamiento de las instituciones reflejan estos hábitos del ser humano, que se adquieren esencialmente en el proceso educativo, dando lugar a una auténtica cultura del trabajo». Lo que se requiere para que el desarrollo trascendente y terrenal de los seres humanos vivan en armonía es que cada persona realice sus actividades, incluidas las socioeconómicas, de tal modo que alcancen su plenitud de sentido humano, de acuerdo con el destino trascendente último del hombre; y que las demás personas y la sociedad tengan conciencia del valor y las necesidades propias de cada ser humano, y actúen en consecuencia.

Una piedra angular de estas necesidades humanas es la necesidad de compartir la producción y el disfrute de los bienes humanos, a todos los niveles; más aún hoy, cuando la interdependencia ha aumentado. Esto se consigue precisamente a través del principio y la virtud de la solidaridad: uno de los temas más frecuentes en las enseñanzas de Juan Pablo II.

El Papa insiste tanto en ella, por una parte, por su íntima relación con la caridad -el amor a Dios y al prójimo-, cumbre de la vida cristiana; por otra, porque en las condiciones actuales de desarrollo tecnológico, las desigualdades socioeconómicas son producto del egoísmo, de no ver en el otro al hermano, hijo del Padre eterno, persona humana con la misma dignidad; es decir, son producto de un comportamiento insolidario. Son dos razones mutuamente relacionadas: la primera es puramente religiosa, la segunda es social, pero con un fundamento trascendente. 

San Juan nos recuerda que «Dios es amor» (1 Jn 4,8.16), un amor que es constante donación mutua dentro de la Trinidad. Y puesto que el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios (Gn 1,26), hay que decir también del hombre que su verdad más íntima se encuentra en el amor, en la entrega.

Esto está en perfecta armonía con el «mandamiento nuevo» de Jesucristo en el que están contenidos toda la ley y los profetas: la caridad es la ley fundamental de la perfección humana y, por tanto, también de la transformación del mundo. Pero, teniendo en cuenta los malentendidos sobre la noción de amor, hay que subrayar que el verdadero amor implica gratuidad (Jn 3,16; 15,13) y servicio (1 Pe 2,16; Ga 5,13), y no tanto la búsqueda del propio bien (Mt 16,25); y abarca todas las dimensiones de la persona: ninguna característica humana se encuentra fuera de la caridad y del amor.

La dimensión fraterna es tan esencial a la vida del cristiano (y de cualquier hombre) que no se puede imaginar una orientación hacia Dios que olvide los lazos que unen a cada persona con sus hermanos. A la luz de estas verdades, se deduce que la vida cristiana no puede realizarse como si las personas estuvieran desconectadas.

Por el contrario, el compromiso de la persona con el progreso material y espiritual de toda la sociedad es parte integrante de la vocación con la que Dios llama a cada persona: la identificación con el amado propia del amor lleva a tenerlo presente en todas las acciones, que se realizan como donación gratuita al amado.

Esto significa que el amor de Dios exige un compromiso social, y que este compromiso encuentra su firme fundamento en una auténtica vida de amor: sólo un amor que esté en armonía con toda la verdad sobre el hombre es capaz de configurar una vida social digna de la persona.

Esta realidad se confirma, negativamente, con el nacimiento y crecimiento de la «cuestión social», precisamente en un momento en que el pensamiento ideológico señalaba la oposición, la lucha e incluso el odio como motor de la historia.

«El mundo está enfermo», dijo Pablo VI (Populorum progressio, 66), y parece que desde entonces la enfermedad se ha agravado: Basta pensar en los campos de refugiados, los exiliados, los puntos calientes (guerra, guerrilla y terrorismo), las discriminaciones raciales y religiosas, la falta de libertades políticas y sindicales, los fenómenos escapistas como la droga y el alcoholismo, las zonas donde la explotación y la corrupción están institucionalizadas, a lugares de trabajo donde se tiene la impresión de ser utilizado como un medio y a lugares donde la humillación se ha convertido en un modo de vida, a zonas de hambre, sequía y enfermedades endémicas, a campañas antinatalistas a menudo racistas, a la difusión del aborto y la eutanasia, etc. El panorama del mundo actual, incluido el económico, en lugar de preocuparse por un verdadero desarrollo que conduzca a todos hacia una vida «más humana» -como pedía la encíclica Populorum progressio-, parece destinado a llevarnos más rápidamente hacia la muerte» (SRS 24).

Nos encontramos, pues, ante una paradoja: los hombres conocen -en gran medida- los criterios del verdadero desarrollo, desean -en gran medida- realizar el bien y evitar el mal, poseen -en cantidad suficiente- los medios técnicos para hacerlo; sin embargo, el mundo sigue enfermo, quizá más enfermo que antes. La paradoja exige, pues, una explicación -mucho más profunda que el análisis socioeconómico- que llegue al origen último de los males del mundo; exige un análisis que aborde el núcleo más íntimo del comportamiento humano: el análisis ético, que llega al origen mismo de las estructuras injustas, es decir, que llega a la raíz de las acciones inmorales del hombre, a lo que el cristianismo llama pecado.

Y las acciones inmorales de una persona no son otra cosa que el pecado, con sus consecuencias institucionalizadas -las «estructuras de pecado»- que, al condicionar la conducta de los hombres, se convierten en fuente de otros pecados: «La verdadera naturaleza del mal al que nos enfrentamos en la cuestión del «desarrollo de los pueblos»: es un mal moral, fruto de muchos pecados, que conduce a «estructuras de pecado»» (SRS 37). Ciertamente, «pecado» y «estructuras de pecado» son categorías que no suelen aplicarse a la situación del mundo contemporáneo. No es fácil llegar a una comprensión profunda de la realidad tal como se presenta ante nuestros ojos sin nombrar la raíz de los males que nos afligen» (SRS 36). Y «estas actitudes y ‘estructuras de pecado’ sólo pueden superarse -suponiendo la ayuda de la gracia divina- con una actitud diametralmente opuesta: el compromiso por el bien del prójimo con la disposición, en sentido evangélico, a ‘perderse’ en favor del otro en lugar de explotarlo, y a ‘servirlo’ en lugar de oprimirlo en beneficio propio (cf. Mt 10,40-42; 20,25; Mc 10,42-45; Lc 22,25-27)» (SRS 38).

Quien no quisiera reconocer -y remediar- esta fuente moral de los males sociales, ni siquiera querría seriamente curarse del mal; es necesario, por tanto, examinar los propios pecados, especialmente -cuando se habla de males socioeconómicos- los que afectan más directamente a la vida social: orgullo, odio, ira, avaricia, envidia, etc., sin refugiarse en una colectividad anónima; y reconocer también las consecuencias deletéreas de estos pecados en la vida personal, familiar, social y política. «Diagnosticar así el mal es identificar con precisión, En el plano de la conducta humana, el camino que hay que seguir para superarlo» (SRS 37). 

Identificar la raíz del mal anima a buscar las soluciones y los medios más adecuados para erradicarlo. Ellos, como el obstáculo, serán principalmente de naturaleza moral, a nivel personal (pecado) y a nivel institucional (estructuras de pecado): «Cuando se disponga de los medios científicos y técnicos que, junto con las decisiones políticas necesarias y concretas, deben contribuir finalmente a encaminar a los pueblos hacia el verdadero desarrollo, los mayores obstáculos sólo podrán superarse en virtud de determinaciones esencialmente morales, que, para los creyentes, especialmente los cristianos, se inspirarán en los principios de la fe con la ayuda de la gracia divina» (SRS 35).

No podemos engañarnos: no iremos más lejos en la justicia y la caridad sociales que en la justicia y la caridad personales. La actitud moral de una comunidad depende de la conversión personal de los corazones, del compromiso con la oración, de la gracia de los sacramentos y del esfuerzo en las virtudes de sus miembros. Sin embargo, la prioridad de la conversión personal no elimina, sino todo lo contrario, la necesidad de un cambio estructural.

En este sentido, el Papa recuerda tanto una voluntad política eficaz como una decisión esencialmente moral (cf. SRS 35; 38): la primera por sí sola podría -fortuitamente- producir algún cambio, pero la experiencia atestigua su futilidad y que, a menudo, las injusticias causadas son mayores que las corregidas; la segunda sin la primera quedaría estéril por su inautenticidad: la verdadera conversión interior no es la que no conduce a mejoras sociales.

La noción de solidaridad se hace eco entonces del sentido etimológico -participar en solidum-, que designa el conjunto de lazos que unen a los hombres entre sí y los impulsan a la ayuda mutua.
Desde el punto de vista ético, se cuestiona una forma de actuar virtuosa y estable, conforme a una conducta solidaria, entendida como compromiso concreto al servicio de los hermanos: «Se trata, en primer lugar, de la interdependencia, sentida como sistema de relaciones determinante en el mundo contemporáneo, en sus componentes económico, cultural, político y religioso, y asumida como categoría moral. Cuando se reconoce así la interdependencia, la respuesta correlativa, como actitud moral y social, como «virtud», es la solidaridad» (SRS 38).

De este modo, la solidaridad debe considerarse el fin y el criterio de la organización social, y uno de los principios fundamentales de la doctrina social cristiana. Pero no como un buen deseo moralizante, sino como una fuerte exigencia de la naturaleza humana: las personas son un ser para los demás y sólo pueden desarrollarse en una apertura oblativa a los demás.

Esto también lo sublima el mensaje evangélico, como enseña la SRS: «La conciencia de la paternidad común de Dios, de la fraternidad de todos los hombres en Cristo, «hijos en el Hijo», de la presencia y acción vivificadora del Espíritu Santo, dará a nuestra visión del mundo un nuevo criterio para interpretarlo. Más allá de los vínculos humanos y naturales, ya de por sí tan fuertes y estrechos, se contempla un nuevo modelo de unidad del género humano a la luz de la fe, que en última instancia debe inspirar la solidaridad. Este modelo supremo de unidad, reflejo de la vida íntima de Dios, uno en tres Personas, es lo que los cristianos designamos con la palabra ‘comunión'» (SRS 40).

Una comunión tan fuerte que nos hace a todos verdaderamente responsables de todos, pues lo que hacemos a los demás nos lo hacemos a nosotros mismos, más aún, a Jesucristo (Mt 25,40.45).

La solidaridad no debe confundirse con «un sentimiento de vaga compasión o de simpatía superficial por los males de tantas personas, cercanas o lejanas». Por el contrario, es la determinación firme y perseverante de comprometerse por el bien común: es decir, por el bien de todos y cada uno» (SRS 38).

Todo este esfuerzo por la solidaridad social adquiere su valor y su fuerza en una actitud de solidaridad personal; así la encíclica: «El ejercicio de la solidaridad dentro de cualquier sociedad es válido cuando sus miembros se reconocen mutuamente como personas» (SRS 39). Esto implica superar las tendencias al anonimato en las relaciones humanas; convertir la «soledad» en «solidaridad», la «desconfianza» en «colaboración»; promover la comprensión, la confianza mutua, la ayuda fraternal, la amistad y la voluntad de «perderse» por el bien del otro. En efecto, «a la luz de la fe, la solidaridad tiende a superarse a sí misma, a asumir las dimensiones específicamente cristianas de la gratuidad total, del perdón y de la reconciliación. 

Si esta actitud parece «ideal» y poco «realista», no hay que olvidar que este «ideal» será el único que permita construir una nueva sociedad y un mundo mejor, que permita un auténtico desarrollo de las personas y de las comunidades, que permita alcanzar una paz verdadera y duradera. 

Sollicitudo rei socialis propone a todos los hombres, especialmente a los cristianos, que se responsabilicen del desarrollo integral de todos los demás hombres. Es un ideal arduo, requiere un esfuerzo constante, pero se ve confortado por la gracia del Señor.

La Iglesia anuncia la realidad de este desarrollo, ya actuante en el mundo, pero todavía no consumado; y afirma también, a partir de la promesa divina -dirigida a garantizar que la historia presente no permanezca cerrada sobre sí misma, sino abierta al Reino de Dios-, la posibilidad de superar los obstáculos que se oponen al crecimiento integral de las personas; por eso confía en el logro de una verdadera -aunque parcial en esta tierra- liberación (cf. SRS 26; 47).

Por otra parte, «la Iglesia también tiene confianza en el hombre, aun conociendo la maldad de la que es capaz, porque sabe bien que -a pesar del pecado heredado y del que cada uno puede cometer- hay cualidades y energías suficientes en la persona humana, hay una «bondad» fundamental (cf. Gen 1, 31), porque es imagen del Creador, puesta bajo el influjo redentor de Cristo, «que se ha unido en cierto modo a todo hombre» (cf. Gaudium et spes, 22; Redemptor hominis, 8), y porque la acción eficaz del Espíritu Santo «llena la tierra» (Sab 1, 7)» (SRS 47).

El autorAntonino Piccione

Vaticano

Los encuentros entre el Papa Francisco y Benedicto XVI

Los encuentros entre el Papa Francisco y quien fuera su predecesor han sido numerosos en estos diez años. El pontífice no ha dejado de valorar y agradecer el humilde ejemplo de Joseph Ratzinger y su oración incesante por la Iglesia.

Giovanni Tridente·30 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 5 minutos

El primer encuentro entre el Papa Francisco y Benedicto XVI tuvo lugar pocos días después de la elección del actual Pontífice, el 23 de marzo de 2013, con un cálido abrazo en el helipuerto de Castel Gandolfo, la residencia donde el Papa emérito había pasado el periodo de sede vacante.

Ambos aparecieron vestidos de blanco y antes de reunirse en la biblioteca privada se detuvieron en oración en la capilla, uno junto al otro; Francisco había cedido el lugar de honor sentándose en los bancos con Benedicto: «somos hermanos».

Nos enseñó humildad

Significativo fue el regalo que Francisco llevó ese día a su predecesor, el icono de Nuestra Señora de la Humildad: «No la conocía, enseguida pensé en ella, nos enseñó la humildad». Unos meses más tarde, ambos se reunieron en los Jardines Vaticanos para la bendición de la nueva estatua de San Miguel Arcángel, patrón del Estado de la Ciudad del Vaticano.

Al año siguiente, en 2014, hubo un nuevo abrazo entre el Pontífice reinante y el emérito, el 28 de septiembre en la plaza de San Pedro, con motivo del gran encuentro con los ancianos organizado por la Pontificia Academia para la Vida; en 2015 las cámaras filmaron un nuevo saludo y abrazo en junio, antes de que Benedicto XVI partiera para un nuevo periodo de descanso en Castel Gandolfo.

Ese mismo 2015, Benedicto XVI vuelve a estar presente junto al Papa Francisco en una ceremonia pública, esta vez para la ceremonia de apertura de la Puerta Santa de la Basílica Vaticana, el 8 de diciembre, con motivo del inicio del Jubileo de la Misericordia.

El 28 de junio de 2016 se celebró también en la Sala Clementina un acto conmemorativo del 65 aniversario de la ordenación sacerdotal del Papa emérito, en presencia de numerosos cardenales de la Curia Romana. En su discurso, Francisco destacó el amor testimoniado por Benedicto XVI, describiéndolo como una «nota que domina una vida gastada en el servicio sacerdotal y en la teología».

Otros encuentros frecuentes y públicos tuvieron lugar entre ambos al final de cada Consistorio para la creación de nuevos cardenales, subiendo puntualmente todo el grupo al monasterio Mater Ecclesiae para saludar al Papa emérito y tener un momento de oración en la capilla de la residencia. Luego están las numerosas reuniones privadas y el continuo intercambio de llamadas telefónicas, incluso en vísperas de cada viaje al extranjero.

Ministerio oculto

En los diez años de su pontificado, el Papa Francisco se ha referido a menudo a su predecesor, pidiendo oraciones por su «ministerio oculto» y agradeciéndole su apoyo a la Iglesia mediante la oración. Oraciones que siempre ha pedido corresponder hacia el Papa emérito. Además de en ocasiones oficiales, como la entrega del «Premio Ratzinger» promovido por la Fundación vaticana del mismo nombre, el Pontífice reinante también habló de Benedicto XVI durante audiencias, ángelus o entrevistas con periodistas.

La primera referencia se remonta sin duda a la misma noche de su elección desde la Logia de la Basílica Vaticana: «En primer lugar, quisiera hacer una oración por nuestro Obispo emérito»; «para que el Señor le bendiga y la Virgen le proteja».

Teología hecha de rodillas

En 2013, con motivo de la concesión del Premio Ratzinger de ese año, Francisco expresó «gratitud y gran afecto» por su predecesor, valorando el trabajo que había realizado con la publicación de los libros sobre Jesús de Nazaret, a través de los cuales «hizo un don a la Iglesia, y a todos los hombres, de lo que tenía de más precioso: su conocimiento de Jesús», madurado a través de una teología hecha «de rodillas».

Un hombre de fe, tan humilde

En su viaje de regreso de Tierra Santa, en mayo de 2014, respondiendo a los periodistas que le preguntaban si en el futuro seguiría la opción de su predecesor de dejar el papado prematuramente, Francisco dijo de Benedicto XVI: «es un hombre de fe, tan humilde»; «debemos mirarlo como una institución».

Como tener al abuelo sabio en casa

Unos meses más tarde, de regreso esta vez en agosto de su viaje a Corea, los periodistas le preguntaron específicamente por su relación con el Papa Ratzinger, y Francisco dijo en primer lugar que Benedicto XVI con su gesto había instituido de hecho el papado emérito, abriendo «una puerta que es institucional, no excepcional». En cuanto a las relaciones, «es de hermanos, de verdad»; «le siento como si tuviera un abuelo en casa por sabiduría», «me hace bien escucharle». También me anima mucho».

«Como tener al abuelo sabio en casa», repitió Francisco en el encuentro con los ancianos en septiembre de 2014, cuando agradeció públicamente a Benedicto XVI su presencia en el acto.

El 16 de abril de 2015, durante la misa matutina en la Casa Santa Marta, con motivo del 88 cumpleaños del emérito, Francisco invitó a los presentes a unirse a él en la oración por Benedicto XVI, «para que el Señor lo sostenga y le dé mucha alegría y felicidad».

Gran hombre de oración y coraje

En junio de 2016 fue el turno de una nueva pregunta de los periodistas en el vuelo de regreso de Armenia. Aquí Francisco añadió que para él «es el hombre que guarda mis hombros y mi espalda con su oración». Entre otras cosas, ‘es un hombre de palabra, un hombre recto, íntegro’, ‘un gran hombre de oración, de coraje’.

Madurez, dedicación y fidelidad

Después, el acto de conmemoración del 65 aniversario de su sacerdocio, ese mismo mes, donde Francisco añadió que del pequeño monasterio donde reside Benedicto XVI «emana una tranquilidad, una paz, una fuerza, una confianza, una madurez, una fe, una entrega y una fidelidad que tanto bien me hacen y tanta fuerza me dan a mí y a toda la Iglesia».

Para el ‘Premio Ratzinger’ 2016 infalible – «una vez más»- la expresión de «nuestro gran afecto y gratitud» por Benedicto XVI, «que sigue acompañándonos incluso ahora con su oración».

Presencia discreta y alentadora

«Su oración y su presencia discreta y alentadora nos acompañan en nuestro camino común; su obra y su magisterio siguen siendo un legado vivo y precioso para la Iglesia y para nuestro servicio», fueron las palabras pronunciadas en el mismo aniversario al año siguiente. Ratzinger, para el Papa Francisco, «sigue siendo un maestro y un interlocutor amigo para todos aquellos que ejercen el don de la razón para responder a la vocación humana de la búsqueda de la verdad».

La estima, el afecto y la gratitud se repiten en los años siguientes. En 2019, el Papa Francisco expresa su agradecimiento «por la enseñanza y el ejemplo que nos ha dado de servir a la Iglesia reflexionando, pensando, estudiando, escuchando, dialogando y rezando, para que nuestra fe se mantenga viva y consciente a pesar de los tiempos y las situaciones cambiantes, y para que los creyentes sepan dar razón de su fe en un lenguaje capaz de ser comprendido por sus contemporáneos y de entrar en diálogo con ellos, para buscar juntos los caminos del encuentro con Dios en nuestro tiempo».

El contemplativo del Vaticano

Al final del Ángelus del 29 de junio de 2021, 70 aniversario de la ordenación sacerdotal de Benedicto XVI, Francisco le llamó «querido padre y hermano», «el contemplativo del Vaticano, que pasa su vida rezando por la Iglesia y por la diócesis de Roma, de la que es obispo emérito». A continuación, le agradeció su «testimonio creíble» y su «mirada continuamente dirigida hacia el horizonte de Dios».

En la entrega del Premio Ratzinger 2022, Francisco reiteró que «para mí no faltan momentos de encuentro personal, fraterno y afectuoso con el Papa emérito», destacando cómo todos sienten «su presencia espiritual y su acompañamiento en la oración por toda la Iglesia: esos ojos contemplativos que siempre muestra».

Testigo de amor hasta el final

Por último, no podemos olvidar la referencia a la audiencia general después de Navidad, el 28 de diciembre de 2022, cuando invitó a los presentes y a toda la Iglesia a intensificar la oración por él «que en el silencio sostiene a la Iglesia», para que el Señor «le sostenga en este testimonio de amor a la Iglesia, hasta el final».

España

Las familias numerosas, ¿en peligro de extinción?

La Federación Española de Familias Numerosas trabaja para dar visibilidad y conservar los derechos de las familias que tienen más miembros.

Paloma López Campos·30 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos

La Federación Española de Familias Numerosas (FEFN) lleva años trabajando por dar visibilidad, informar y luchar por los derechos de las familias con más hijos. Debido a las iniciativas legislativas, las declaraciones de los políticos y las corrientes de pensamientos actuales, es fácil darse cuenta de que las familias, y en especial las numerosas, están pasando por una situación complicada.

Tras el cambio en la denominación de las familias numerosas, ahora consideradas «familias con mayores necesidades de apoyo a la crianza», el debate se ha vuelto a reavivar. En esta entrevista, un representante de la Federación habla sobre las dificultades, y también los cambios positivos, que están teniendo lugar en España relacionados con esta materia.

¿Cuál es el mayor reto al que se enfrentan hoy las familias numerosas?

Si hablamos del día a día de una familia numerosa, destacaríamos dos grandes retos, uno la conciliación, y dos, la cuestión económica, ya que los precios están disparados, la cesta de la compra se ha encarecido muchísimo en productos de primera necesidad, y también los suministros básicos del hogar: luz, gas, etc. Además, estas dos cuestiones están unidas entre sí porque cuando se tienen muchos hijos, para hacer frente a todas las necesidades, hacen falta dos sueldos en casa y si el padre y la madre trabajan ambos fuera de casa, es difícil llegar a todo, la conciliación es muy compleja. En cualquier caso, a pesar de todas las dificultades, con esfuerzo y renunciando a cosas, al final se llega a todo o al menos a lo importante y, a cambio, hay muchas cosas positivas cuando se tiene familia numerosa.

¿Cómo está considerada desde los organismos públicos la familia numerosa en España?

La familia numerosa en España no tiene todo el reconocimiento que debería tener. Es cierto que en los últimos años, gracias al movimiento asociativo, a las asociaciones y Federación de familias numerosas, se han conseguido avances en algunas cuestiones, pero nuestro país sigue sin valorar suficientemente a la familia y, en especial, a los que más hijos tienen; no se reconoce que son un bien social. Justo ahora se está elaborando una nueva Ley de Familias que pretende mejorar el apoyo a la familia con algunas medidas positivas, pero no pone el foco en la natalidad, que es una cuestión fundamental, y tampoco en las familias que más hijos tienen. 

¿Cuál es vuestra opinión sobre el anteproyecto de Ley en el que el Gobierno “clasifica” a las familias?

La Ley es positiva en algunas cuestiones, como en conciliación y en querer mejorar el apoyo a un mayor número de familias, pero en el caso de las familias numerosas nos sentimos un poco atacadas porque se plantea la eliminación del concepto de familia numerosa, que será sustituido por el de “familias con mayores necesidades de apoyo a la crianza”, en el que se incluirán familias numerosas y familias con menos hijos y circunstancias especiales. Creemos que se debe apoyar a las familias que más lo necesitan, pero sin dejar de lado el reconocimiento y protección a las familias numerosas por lo que aportan a la sociedad. Nos parece que la Ley menosprecia esta aportación social que hacen las familias numerosas.  

¿Qué medidas habéis sugerido para la Ley de Familias?

Pedimos una revisión de los beneficios de las familias numerosas, primero que se actualice la Ley de Familias Numerosas porque está obsoleta en algunos aspectos;  también que la categoría especial que ahora tienen las familias con 5 hijos se establezca a partir de 4 hijos, dada la baja natalidad que hay hoy en día. También hemos pedido que haya proporcionalidad en las prestaciones y en los requisitos de las ayudas, es decir, que a la hora de fijar cuantías de límites de renta se tenga en cuenta la “renta per cápita”, porque una familia numerosa tiene que tener ingresos mayores y si no se tiene en cuenta la composición familiar nos quedamos fuera de muchas ayudas porque superamos umbrales de renta que son muy bajos. Y lo mismo con los días de los permisos por cuidado de hijos: si una familia tiene 5 días de permiso al año por un hijo, una familia con 4 hijos no puede tener también 5 días de permiso al año, porque tiene más hijos y sus necesidades de cuidado son mayores. Todos los hijos cuentan, todos comen, van al colegio, hay que llevarles al médico, etc. pero parece que las administraciones se olvidan de la mitad de nuestros hijos.

¿Qué intereses de las familias numerosas están en peligro en la actualidad?

Ahora mismo está en peligro, por la nueva Ley, el propio reconocimiento a las familias numerosas, que van a dejar de llamarse así y dejarán por tanto de existir a esos efectos, si prospera la nueva Ley de Familias como está planteada. Por eso, estamos haciendo alegaciones y pidiendo el apoyo de los grupos políticos para que no salga adelante y también hemos abierto una campaña de firmas en contra de este cambio que quiere hacer el Gobierno. Llevamos ya recogidas 15.000 firmas y sabemos que hay muchas familias que no están de acuerdo con lo que plantea la nueva Ley. Todas las familias que estén en contra y quieran salvar el concepto de familia numerosa pueden firmar aquí: https://chng.it/xRyB8kPt

Familia

La familia, cuna de la vocación al amor

Hoy se celebra la Jornada de la Sagrada Familia, con el lema “la familia, cuna de la vocación al amor”.

Paloma López Campos·30 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos

Desde la Conferencia Episcopal Española, los obispos recuerdan que la familia es “un lugar privilegiado de acogida y discernimiento de la vocación al amor”. Este núcleo esencial en la sociedad es algo de lo que ni el mismo Cristo se privó. El Papa Francisco señala que “es hermoso ver a Jesús insertado en la red de afectos familiares, naciendo y creciendo en el abrazo y la preocupación de los suyos” (Ángelus, 26 de diciembre de 2021).

La Sagrada Familia, modelo para nuestros hogares

“En esta fiesta de la Sagrada Familia” dicen los obispos “nos acercamos a contemplar de la mano de la Virgen María y de san José el misterio del Dios encarnado por amor a nosotros”. La casa de Nazaret nos recuerda la importancia de nuestras familias y la necesidad que hay de protegerlas: “Ninguna institución puede suplir la labor de la familia en la educación de sus hijos, especialmente en lo que se refiere a la formación de la conciencia. Cualquier intromisión en este ámbito sagrado debe ser denunciada porque vulnera el derecho que tienen los padres de transmitir a sus hijos una educación conforme a sus valores y creencias”.

La Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida ha preparado un folleto para orar en casa durante esta Navidad. Este documento puede encontrarse en la página web de la Conferencia Episcopal Española.

Pautas de la CEE sobre la educación en la familia

Partiendo de las claves expuestas por el Papa Francisco en la exhortación Christus vivit, los obispos comparten unas pautas “para el discernimiento de la vocación y reflexionar sobre la educación en familia:

1.La familia es el ámbito “en el que uno es amado por sí mismo, no por lo que produce o por lo que tiene”.

2.Jesucristo es “el miembro más importante de la familia, a quien se consultan los temas importantes, se le confían todas las situaciones, a quien se le pide perdón cuando hemos fallado”.

3.Es en el núcleo familiar donde se fomentan las virtudes “para que los llamados puedan dar su sí generoso al Señor y mantenerse fieles a este sí”.

4.En los hogares se puede facilitar el encuentro con Cristo para aprender a “escuchar su Palabra y a reconocer su voz por medio del discernimiento”.

5.Los padres deben reconocer, al mirar a sus hijos, que no son “dueños del don sino sus administradores cuidadosos”.

6.Los padres tienen que enseñar a los hijos a “reconocerse como don”.

7.Es importante inculcar la idea de que la vida es entrega, de manera que los hijos puedan decir:  “yo soy una misión en esta tierra, y para eso estoy en este mundo”.

8.”La familia no es una célula aislada en sí misma, a la que no importa lo que sucede alrededor. Esta dimensión caritativa empieza en la familia ampliada, cuidando especialmente a los abuelos y a los mayores, pero debe estar abierta a las necesidades de los demás”.

9.Es esencial que los padres no “se opongan a la vocación de sus hijos al sacerdocio o a la vida consagrada o que les pidan que prioricen su futuro profesional, postergando la llamada del Señor”. Además, en cuanto a las vocaciones, los obispos apuntan que “no hay nada más estimulante para los hijos que ver a los propios padres vivir el matrimonio y la familia como una misión, con felicidad y paciencia, a pesar de las dificultades, los momentos tristes y las pruebas”.

10.Como Iglesia “tenemos la misión de acompañar a las familias que viven en nuestras comunidades”. Hay que estar cerca de “las familias que viven la marginación y la pobreza; tener muy presentes a las familias migrantes; no dejar a un lado a las familias que han sufrido la separación y el divorcio”.

Vaticano

Los viajes del Papa en 2023, en los 10 años de pontificado

El 13 de marzo de 2023, el Papa Francisco cumplirá 10 años de pontificado al frente de la Iglesia católica. El primer Papa americano de la historia cumplió 86 años en diciembre y ya piensa en su legado, pero no frena su actividad, a pesar de su rodilla; trabaja en el Sínodo de la Sinodalidad y en el Jubileo de 2025, y planifica algunos viajes, donde lanzar si cabe con mayor fuerza sus mensajes.

Francisco Otamendi·29 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 5 minutos

El Papa lleva tiempo con las catequesis sobre el discernimiento. En la audiencia del miércoles día 21 de diciembre de 2022 el Santo Padre decía que discernir es muy complicado, pero “en realidad es la vida la que es complicada y, si no aprendemos a leerla, corremos el riesgo de malgastarla, llevándola adelante con trucos que terminan por desalentarnos”.

Su reflexión era global, pero bien podría aplicarse a sus viajes apostólicos, porque añadía que siempre estamos discerniendo, incluso en las cosas pequeñas del día, porque “la vida nos pone siempre frente a elecciones, y si no las realizamos de forma consciente, al final es la vida la que elige por nosotros, llevándonos donde no quisiéramos”.

En efecto, para el año 2023, y quizá teniendo en cuenta su edad y los problemas de movilidad en la rodilla, la Santa Sede sólo ha confirmado una visita apostólica, entre el 31 de enero y el 5 de febrero, a la República Democrática del Congo y a Sudán del Sur.

Aunque si no hay ‘stop’ médico, es bastante probable que se desplace también al Encuentro de obispos del Mediterráneo en Marsella (Francia), en febrero o marzo, al que suelen acudir también autoridades civiles. Y muy posiblemente, también le veremos en la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa, del 1 al 6 de agosto. Pero vamos por partes.

Quinto viaje a África

La visita a tierras congoleñas es largamente esperada, porque estaba previsto para julio de 2022, y fue aplazada oficialmente por consejo de los médicos. Quizá influyera también la situación en el este del país congoleño, donde “decenas de milicias, con la complicidad de países vecinos y de políticos ansiosos de riqueza, se enfrentan ante la presencia de los cascos azules [ONU] en suelo congoleño desde que los conflictos empezaron”, explica Alberto García Marcos desde Kinshasa. También por este motivo, el lema de la visita papal a la República Democrática del Congo es “Todos reconciliados en Cristo”.

En esta quinta visita del Papa al continente africano  ̶las anteriores fueron a Kenia, República Centroafricana y Uganda (2015), Egipto (2017), Marruecos (2019), y Mozambique, Madagascar y República de Mauricio (2019) ̶ , Francisco viajará también a Sudán del Sur, junto a Justin Welby, arzobispo de Canterbury y líder de la Iglesia anglicana, y Jim Wallance, moderador de la Asamblea general de la Iglesia de Escocia. “Signo de unidad y de ejemplo al pueblo para dejar de lado las divisiones. El lema del viaje lo dice todo: ‘Ruego que todos sean uno’(Jn 17). Será un viaje de paz y al mismo tiempo de carácter ecuménico”, señala García Marcos.

“El Mediterráneo, un frío cementerio”

El Papa quiere ir a Marsella al Encuentro de obispos del Mediterráneo, porque se trata de uno de uno de los temas centrales de su pontificado: transformar la cultura del descarte, en este caso de los migrantes y refugiados, en cultura de la acogida, de la inclusión, del cuidado. El año pasado, el ‘meeting’ fue en Florencia, y el Papa visitó la capital de la Toscana en febrero.

Todavía hoy resuenan en los medios las palabras del Santo Padre en Atenas y en al campo de refugiados de Mitilene, en Lesbos (Grecia), a finales de 2021. Ante el Partenón y las autoridades griegas, manifestó: “La mirada, además de dirigirse hacia lo alto, se impulsa también hacia el otro. Nos lo recuerda el mar, al que Atenas se asoma y que orienta la vocación de esta tierra, situada en el corazón del Mediterráneo para ser puente entre las personas”. 

En Lesbos, cinco años después de su primera visita, añadió: “El Mediterráneo, que durante milenios ha unido a pueblos distintos y tierras distantes, se está convirtiendo en un frío cementerio sin lápidas. Este gran espacio de agua, cuna de muchas civilizaciones, parece ahora un espejo de muerte. No dejemos que el ‘mare nostrum’ se transforme en un desolador ‘mare mortuum’”.

La JMJ de Lisboa

El 27 de enero de 2019, en la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Panamá, el cardenal Kevin Farrell, prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida de la Santa Sede, anunció que Lisboa sería la próxima ciudad en acoger el evento. Inicialmente prevista para el verano de 2022, la JMJ de Lisboa se aplazó un año debido a la pandemia.

El Papa Francisco ha asistido a las Jornadas Mundiales de la Juventud de Río de Janeiro (2013), Cracovia (2016) y Panamá (2019). El Vaticano no ha confirmado de momento la presencia del Romano Pontífice en Lisboa. Sin embargo, sería previsible que lo hiciera en los próximos meses. Es tradición la asistencia del Papa a las jornadas finales de estos encuentros multitudinarios con jóvenes, como sucedió con san Juan Pablo II tantas veces, y con Benedicto XVI en 2011 en Madrid, por ejemplo.

Pendientes: Papúa Nueva Guinea….

La visita del Papa Francisco a Papúa Nueva Guinea (Oceanía), y quizá a algún país a medio camino entre el sudeste asiático y Australia, como Indonesia, se aplazó en 2020 debido también a la pandemia, y no existen especiales novedades que confirmen este viaje del Papa, al menos próximamente, pero cualquier cosa puede pasar. Indonesia es un país insular, con más de doscientos millones de habitantes, y un 80 por ciento musulmanes, aunque también hay cristianos, en torno al 8 por ciento.

El destino originario del viaje en 2020 era Papúa Nueva Guinea, independizado en 1975 tras décadas de administración australiana y situado al norte de Australia, que ocupa la mitad oriental de la isla de Nueva Guinea. En Papúa Nueva Guinea existen numerosos grupos étnicos y población rural, y se hablan más de 800 idiomas nativos. Tras el Sínodo de la Amazonía de 2019, y el viaje apostólico a Canadá en 2022, el Papa podría viajar a Papúa Nueva Guinea, si los médicos lo permiten.

¿Australia?

Una visita a Oceanía tendría que prever, quizá, una escala en Australia, pero se desconoce este punto. San Juan Pablo II viajó en dos ocasiones a Australia, y el Papa emérito Benedicto XVI presidió en Sidney, en 2008, una Jornada Mundial de la Juventud, anterior a la celebrada en Madrid (2011).

Por otra parte, el pasado 1 de noviembre entró en vigor una ley en Australia Occidental, denominada’ Community and Family Services Amendment Bill 2021’, por la que se obliga a los sacerdotes a denunciar abusos sexuales a menores, incluso si se manifiestan bajo el sigilo sacramental de la confesión.

El arzobispo de Perth, capital de este Estado, Monseñor Timothy Costelloe SDB, que ha reconocido la “horrible historia” de los abusos sexuales a menores, ha argumentado su oposición a la reciente ley. Subraya, entre otras cosas, que “los pecados no se confiesan al sacerdote sino a Dios”, y que el sacerdote “no tiene derecho ni autoridad para revelar nada de lo que ocurre en este encuentro íntimo con Dios”.

Especulaciones en torno a Ucrania

En el vuelo de regreso a Roma desde Kazajstán, tras su participación en el VII Congreso de Líderes de Religiones y su visita al país kazajo, en septiembre, el Papa señaló, al responder a preguntas sobre la invasión rusa de Ucrania, que “es difícil hablar con quien ha comenzado una guerra, pero hay que hacerlo”.

La cuestión es dónde y cómo. Se especuló entonces con una visita a Ucrania del Romano Pontífice, pero de momento los que han viajado para llevar aliento, mantas y medicinas, son los cardenales Konrad Krajewski y Michael Czerny, prefectos de los dicasterios para los Servicios de la Caridad y del Desarrollo Humano Integral, respectivamente.

La diplomacia vaticana sigue trabajando en los intentos de mediación, mientras el Papa realiza llamamientos apremiantes para que callen las armas y retorne la paz. La guerra en Ucrania, “junto con los demás conflictos en todo el planeta, representa una derrota para la humanidad en su conjunto y no sólo para las partes directamente implicadas”, ha manifestado el Santo Padre en su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz del 1 de enero, que se refiere a” recomenzar desde el Covid, para trazar juntos caminos de paz”, porque “nadie puede salvarse solo”.

Su dolor por la guerra, por todas las guerras, le lleva a buscar y promover la fraternidad humana, como hizo en Irak, en Kazajstán o en Baréin, en la estela de Abu Dabi. Por ahí habrá que explorar, posiblemente, futuros viajes del Papa.

El autorFrancisco Otamendi

Familia

Desconocimiento propio y ego

Incluye podcast - La convivencia con una persona ególatra es especialmente difícil. Se hace necesario un ejercicio de virtudes serio para ayudar a reconducir ese tipo de actitudes que pueden ser fatales en cualquier relación humana.

José María Contreras·29 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

Escucha el podcast «Desconocimiento propio y ego»

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De un tiempo a esta parte la palabra ego ha tomado un protagonismo grande en las conversaciones más habituales.

Antes no era así. Recuerdo la primera vez que me tropecé con ella en una conversación. Debí poner una cara un tanto extraña porque mi interlocutor me dijo: Si, si ego, soberbia.

Ahora es un término frecuente y tiene más “prestigio” que la palabra soberbia porque ésta parece menos delicada, menos elegante. Sin embargo, a fin de cuentas, es lo mismo.

Paradójicamente hay personas muy orgullosas de su ego, es más te lo reconocen abiertamente, yo es que tengo mucho ego, te dicen cuando se les pregunta.

Suelen ser personas inflexibles y con un conocimiento propio muy escaso. No es raro que llegado el caso te digan que ellos no se arrepienten de nada de lo que han hecho en el pasado. Eso les lleva a ser poco agradecidos. Todo lo hacen bien. No le deben nada a nadie. Como consecuencia de ello son incapaces de pedir perdón.

¿Cómo una persona puede decir que no cambiaría nada, cuando el ser humano se equivoca todos los días varias veces? A medida que alimentan su ego, aumenta la desconfianza en ellos de las personas que les rodean.

Disculparse por los errores es una de las características del liderazgo, pero a ellos les parece una debilidad, por lo tanto, como hemos dicho, nunca piden perdón. Tienen dificultades para amar y para sentirse queridos. Pedir perdón forma parte del amor. En la convivencia hay que hacer lo con frecuencia. Es humano equivocarse.

Una persona “no humana” produce rechazo. Tiene una cierta incapacitación para educar. Es probable que sea muy inflexible ante los errores de los demás.

Estos ególatras dan la sensación de que están haciendo un favor a los demás de forma habitual y esto les incapacita a largo plazo no solo para amar como hemos dicho, sino para mantener sus amores. La gente con mucho ego, desune mucho.

A causa del desconocimiento que tienen de ellos mismos, hay que tener cuidado, en la convivencia, cualquier cosa les puede molestar. Se está tenso a su lado.

Ya digo que es lo que toda la vida se ha llamado una persona soberbia.

 Una persona con la que es difícil de convivir y es incapaz de educar a causa del desconocimiento que tiene de sí misma.

A pesar de todo, tener ego está de moda y, en ocasiones, bien visto. Bien es verdad que del ego se puede salir: basta con adquirir cierta formación personal y aumentar el conocimiento propio.

Simplemente, darse cuenta de que el ser humano es débil y en muchas ocasiones un ser necesitado de los demás.

O sea, basta con estar en la realidad, en lo que las cosas son.

Lecturas del domingo

Contemplación orante. Solemnidad de Santa María, Madre de Dios (A)

Joseph Evans comenta las lecturas de la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios (A) y Luis Herrera ofrece una breve homilía en vídeo.

Joseph Evans·29 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

Comenzamos el nuevo año bajo la protección de la Virgen, gracias a esta hermosa fiesta de Santa María, Madre de Dios. Y las lecturas litúrgicas tratan de expresar esta realidad de diferentes maneras. El Evangelio nos remonta a la Navidad mencionando a los pastores que “encontraron” a la Sagrada Familia en Belén. La prisa de los pastores -literalmente, “fueron corriendo”- contrasta con la paz del niño “acostado en el pesebre”. Asimismo, su excitada necesidad de hablar -“contaban” lo que el ángel les ha dicho- y la “admiración” de los que lo oyen contrastan con la tranquila contemplación de María, que “conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón”. Los pastores siguen su camino “dando gloria y alabanza a Dios”.

A través de este texto, la Iglesia nos invita a comenzar un nuevo año civil con el espíritu contemplativo de María y la paz del Niño Jesús. Él yace tranquilamente, mientras los demás bullen y parlotean a su alrededor, y María, mientras oye y ve lo que sucede, lo mira con adoración amorosa. Como su homónima posterior, “María ha elegido la parte mejor” (Lc 10, 42).

Así, la Iglesia no se centra tanto en la maternidad física de María como en su actitud espiritual. Al igual que Jesús, insiste en que María es grande no tanto por su maternidad biológica como por “escuchar la palabra de Dios y cumplirla” (cfr. Lc 11,28). Como enseñaron varios Padres de la Iglesia, antes de que María concibiera a Cristo en su seno lo concibió en su corazón. Por eso se nos anima a comenzar el año con una actitud contemplativa. Más que salir disparados como velocistas olímpicos, en un arranque de actividad, empecemos con calma y en espíritu de oración. Y una buena manera de hacerlo es considerar nuestras bendiciones, que es precisamente lo que nos invitan a hacer las dos primeras lecturas y el salmo. 

La primera lectura, del libro de los Números, habla de Aarón y de los sacerdotes judíos, que bendicen al pueblo. También el salmo implora las bendiciones de Dios. Y la segunda lectura, de la carta de san Pablo a los Gálatas, nos ayuda a considerar la mayor bendición de todas: que, por medio de la Encarnación de Cristo, se nos ofrece la posibilidad de convertirnos en hijos de Dios. Tomando prestada otra atrevida afirmación patrística, podemos decir con san Atanasio: “Dios se hizo hombre para que el hombre se hiciera Dios”. Y ambas cosas por medio de María. Somos hechos libres: por la Maternidad divina de María, que es también nuestra Madre, podemos exclamar: “¡Abba, papá, Padre!”.

La actividad es necesaria, con todos los deberes familiares, sociales, profesionales y religiosos que conlleva nuestra vida: así, el evangelio muestra a María y a José llevando a Jesús a circuncidar al octavo día. Pero hoy la Iglesia nos anima a empezar el año no con actividad, sino con contemplación orante. No podemos recibir mejor consejo que este.

La homilía sobre las lecturas de la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios (A)

El sacerdote Luis Herrera Campo ofrece su nanomilía, una pequeña reflexión de un minutos para estas lecturas.

Documentos

El Papa invita a la vida espiritual con una carta dedicada a san Francisco de Sales

El Papa Francisco reflexiona sobre el magisterio de san Francisco de Sales en una carta apostólica publicada con motivo del cuarto centenario de la muerte del santo.

Giovanni Tridente·28 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 5 minutos

En el IV centenario de la muerte del obispo y doctor de la Iglesia que vivió en Francia a finales del siglo XVII, el Papa Francisco dedicó una reflexión a su magisterio, para extraer de él enseñanzas para nuestro tiempo.

La experiencia de Dios del hombre está totalmente anclada en su corazón; sólo contemplando y viviendo la Encarnación se puede leer la historia y habitarla con confianza; preguntarse en cada momento y circunstancia de la vida dónde se encuentra «más amor»; cultivar una vida espiritual y eclesial sana; aprender a distinguir la verdadera devoción mediante el discernimiento; concebir la propia existencia como un camino realista de santidad en las ocupaciones cotidianas…

Estas son las innumerables intuiciones que el Papa Francisco ha extraído de la vida y el ejemplo de San Francisco de Sales y ha entregado a la Iglesia hoy a través de la Carta Apostólica Totum amoris est. Un texto basado en gran parte en el Tratado sobre el amor de Dios del santo obispo de Ginebra, que vivió entre 1567 y 1622, publicado el día del cuarto centenario de su muerte.

Se trata, en cierto modo, de presentar también a los cristianos de nuestro tiempo el legado de este pastor que proclamó el Evangelio desde su juventud «abriendo horizontes nuevos e impredecibles en un mundo en rápida transición».

El mismo «cambio» que experimenta hoy la Iglesia, llamada -escribe Francisco- a no ser autorreferencial, «libre de toda mundanidad», pero al mismo tiempo capaz «de compartir la vida de la gente, de caminar juntos, de escuchar y de acoger», como ya había dicho el año pasado a los obispos y sacerdotes con los que se reunió durante su viaje a Bratislava.

De origen noble, Francisco de Sales eligió el camino del sacerdocio tras completar sus estudios jurídicos en París y Padua. Debido a su talento, fue enviado como misionero a la región calvinista de Chablais; posteriormente fue nombrado coadjutor del obispo de Ginebra, a quien sucedió de 1602 a 1622. Su apostolado se desarrolló principalmente en contacto con el mundo de la Reforma, utilizando un método no opresivo de «diálogo» que generaba en el interlocutor el deseo de que Dios fuera acogido con libertad.

No es casualidad que en sus textos más conocidos, Tratado y Filotea, deje claro que la relación con Dios es siempre «una experiencia de gratuidad que manifiesta la profundidad del amor del Padre», reflexiona el Papa Francisco en la Carta.

Totum amoris se inspira inicialmente en la experiencia biográfica del Santo Doctor de la Iglesia, que entre otras cosas es también el patrono de la obra de San Juan Bosco -no por casualidad conocido como «salesiano»-, que tomó de él los principios del optimismo, la caridad y el humanismo cristiano.

La síntesis de su pensamiento

El Papa Francisco comienza dejando inmediatamente clara cuál es la síntesis del pensamiento de san Francisco de Sales, a saber, que «la experiencia de Dios es una evidencia del corazón humano», que se sirve del asombro y de la gratitud para reconocer a Aquel que lleva a la profundidad y a la plenitud del amor en todas las circunstancias de la existencia.

Una actitud de fe que conduce «una verdad que se presenta a la conciencia como una ‘dulce emoción’, capaz de suscitar un correspondiente e irrenunciable bien-querer por cada realidad creada».

El criterio del amor

El criterio último sigue siendo el del amor, que es la culminación de un deseo profundo que debe ponerse a prueba mediante el discernimiento, pero también mediante «una escucha atenta de la experiencia» que se madura evidentemente a través de una relación desinteresada con los demás. En resumen, no hay doctrina separada de la iluminación del Espíritu y sin una verdadera acción pastoral.

Los rasgos esenciales de la teología

Aunque en sus intenciones nunca estuvo la pretensión de elaborar un verdadero y articulado sistema teológico, el Papa Francisco reconoce en el santo y místico francés algunos rasgos esenciales del hacer teología, que se sirven de «dos dimensiones constitutivas»: la vida espiritual – «es en la oración humilde y perseverante, en la apertura al Espíritu Santo, que se puede tratar de comprender y de expresar al Verbo de Dios»- y la vida eclesial -el «sentirse en la Iglesia y con la Iglesia»-.

Síntesis de Evangelio y cultura

Inevitablemente, también se apoyó en el ejemplo de su acción pastoral, que maduró en unas circunstancias de cambio de época que planteaban grandes problemas y nuevas formas de verlos, de las que también se desprendía una sorprendente exigencia de espiritualidad, como ocurría en el ambiente calvinista al que tuvo que enfrentarse como misionero en el Chablais.

«Conocer a esas personas y tomar conciencia de sus interrogantes fue una de las circunstancias providenciales más importantes de su vida», escribe el Pontífice. Tanto es así, que lo que inicialmente parecía un empeño inútil e infructuoso, se convirtió en una «síntesis fecunda» entre «Evangelización y cultura», «de la que derivó la intuición de un método auténtico, maduro y claro para una cosecha duradera y prometedora», que supo interpretar el cambio de época y guiar a las almas sedientas de Dios. Al fin y al cabo, éste era también el propósito de su Tratado.
¿Qué tiene que enseñar aún hoy San Francisco de Sales? El Papa Francisco en su Carta Apostólica Totum Amoris Est destaca «algunas de sus decisiones cruciales es importante también hoy, para vivir el cambio con sabiduría evangélica».

Relación entre Dios y el ser humano

En primer lugar, es imprescindible volver a partir de la «feliz relación entre Dios y el ser humano», para releerla y proponerla a cada persona según su propia condición, sin imposiciones externas ni fuerzas despóticas y arbitrarias, como explicó san Francisco en su Tratado. Más bien -escribe el Papa- necesitamos «la forma persuasiva de una invitación que mantenga intacta la libertad del hombre».

Verdadera devoción

También hay que aprender a distinguir la verdadera devoción de la falsa, en la que a menudo uno se siente realizado y «llegado», olvidando en cambio que es más bien una manifestación de la caridad y conduce a ella: «es como una llama con respecto al fuego: reaviva su intensidad, sin cambiar su naturaleza». No se puede ser devoto, en definitiva, sin la concreción del amor, un «estilo de vida», que «recoge[s] e interpreta[s] las pequeñas cosas de cada día, la comida y el vestido, el trabajo y el descanso, el amor y la descendencia, la atención a las obligaciones profesionales», iluminando así la vocación de cada uno.

El éxtasis de la acción vital

La culminación de este compromiso de amor por cada hombre se traduce en lo que el santo obispo llama «el éxtasis de la obra y de la vida», que se desprende de las «páginas centrales y más luminosas del Tratado«, como las llama el Papa Francisco.

Es una experiencia «que, ante toda aridez y frente a la tentación de replegarse sobre sí misma, ha encontrado de nuevo la fuente de la alegría», una respuesta verdadera también al mundo actual, invadido por el pesimismo y los placeres superficiales. El secreto de este éxtasis está en saber salir de uno mismo, lo que no significa abandonar la vida ordinaria ni aislarse de los demás, ya que «quien presume de elevarse hacia Dios, pero no vive la caridad para con el prójimo, se engaña a sí mismo y a los demás».

El misterio del nacimiento de Jesús

La audiencia general de este miércoles, el Papa Francisco la dedicó también al santo obispo y doctor de la Iglesia, deteniéndose en particular en algunos de sus pensamientos sobre la Navidad, entre ellos el confiado a santa Juana Francisca de Chantal -con quien, entre otras cosas, fundó el instituto de la Visitandina-: «Prefiero cien veces ver al querido Niñito en el pesebre, antes que a todos los reyes en sus tronos».

Y, en efecto, el Santo Padre reflexionaba: ‘el trono de Jesús es el pesebre o el camino, durante su vida cuando predicaba, o la cruz al final de su vida: esto es el trono de nuestro Rey», «el camino hacia la felicidad».

El autorGiovanni Tridente

Vaticano

El Papa pide rezar por Benedicto XVI, que “está muy enfermo»

El Santo Padre Francisco ha pedido esta mañana, al final de la audiencia de los miércoles, una oración especial para Benedicto XVI, “que en silencio está sosteniendo la Iglesia”” y “está muy enfermo”. La Santa Sede añade que se ha producido “un agravamiento” de su estado de salud.

Francisco Otamendi·28 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

El Papa Francisco ha hecho mención hoy de su predecesor Benedicto XVI, avisando de que está muy enfermo y pidiendo oraciones por él. Ha dado la noticia al final de la audiencia general de hoy.

“Pedimos al Señor que lo consuele y lo sostenga en este testimonio de amor a la Iglesia, hasta el final”, ha añadido el Papa Francisco al final de la tradicional audiencia de los miércoles, que hoy ha estado dedicada a san Francisco de Sales, al cumplirse cuatro siglos de su muerte.

A los pocos minutos, el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni, declaró lo siguiente: “Respecto al estado de salud del Papa emérito, por quien el Papa Francisco pidió oraciones al final de la audiencia general de esta mañana, puedo confirmar que en las últimas horas se ha producido un agravamiento debido al avance de la edad. De momento, la situación sigue bajo control, vigilada constantemente por los médicos”.

La Oficina de Prensa de la Santa Sede informa asimismo que “al término de la audiencia general, el Papa Francisco se dirigió al monasterio Mater Ecclesiae para visitar a Benedicto XVI. Nos unimos a él en la oración por el Papa emérito”.

Por otra parte, según la agencia oficial vaticana, las palabras textuales del Papa Francisco fueron: “Quisiera pedirles a todos una oración especial, por el Papa emérito Benedicto, que en silencio está sosteniendo a la Iglesia. Recordarlo –está muy enfermo– pidiendo al Señor que lo consuele, y lo sostenga en este testimonio de amor a la Iglesia, hasta el final”.

La salud de Benedicto XVI está siendo estable en los últimos tiempos, pero su estado es muy frágil, y las palabras del Papa han suscitado mayor preocupación. El secretario personal de Benedicto XVI, el arzobispo Georg Gänswein, ha manifestado este año en diversas ocasiones que “está frágil, pero está bien”.

En estos años, el Papa emérito está siendo asistido, según la misma agencia, por las consagradas de la Asociación Memores Domini y por Monseñor Georg Gänswein, que a lo largo de los años siempre ha hablado de una vida dedicada a la oración, la música, el estudio y la lectura.

Benedicto XVI nació el 16 de abril de 1927, fue elegido Papa el 19 de abril de 2005 en el cónclave que tuvo lugar tras el fallecimiento de san Juan Pablo II, renunció el 28 de febrero de 2013, y cumplió 95 años el Sábado Santo. Desde su renuncia reside en el monasterio Mater Ecclesiae en el interior del Vaticano.

En numerosas ocasiones, añade Vatican News, el Papa Francisco ha hablado del vínculo con su predecesor, al que llamó “padre” y “hermano” en el Ángelus del 29 de junio de 2021, con ocasión del 70 aniversario de ordenación sacerdotal de Ratzinger. Asimismo, desde el inicio de su pontificado, el Papa Francisco inició la “tradición” de encontrarse con el Papa emérito, empezando por la primera visita histórica del Papa recién elegido, que llegó en helicóptero a la residencia de Castel Gandolfo, donde su predecesor permaneció unas semanas antes de trasladarse al monasterio Mater Ecclasiae.

En vísperas de las vacaciones de Navidad o Pascua, o con ocasión de consistorios con los nuevos cardenales, el Papa Francisco nunca ha querido perderse un gesto de cercanía y cortesía y acudir al monasterio vaticano para saludarle y expresarle sus mejores deseos.

El autorFrancisco Otamendi

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Vaticano

Papa Francisco: “El pesebre es el trono de nuestro Rey»

El Papa ha dedicado la audiencia general de hoy a san Francisco de Sales y sus reflexiones sobre la Navidad, debido a la carta apostólica que se publicará hoy por el cuarto centenario de la muerte de este santo.

Paloma López Campos·28 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

El Papa Francisco ha comenzado la audiencia general felicitando la Navidad a los fieles congregados en el Aula Pablo VI. Al inicio ha mencionado que “este tiempo litúrgico nos invita a detenernos y a reflexionar sobre el misterio de la Navidad y, puesto que hoy, se cumple el cuarto centenario de la muerte de san Francisco de Sales, obispo y doctor de la Iglesia, podemos inspirarnos en algunos de sus pensamientos”.

Debido a esta memoria que hacemos del santo, el Papa ha anunciado que hoy “se publica una carta apostólica que conmemora este aniversario. El título es Todo pertenece al amor, retomando una expresión característica del santo obispo de Ginebra”.

Siguiendo al doctor de la Iglesia, Franciso ha querido “profundizar en el misterio del Nacimiento de Jesús en compañía de san Francisco de Sales”.

Teniendo en cuenta los escritos del obispo de Ginebra, el Santo Padre ha comenzado analizando el elemento del pesebre donde nació Jesús. “El evangelista Lucas, al relatar el nacimiento de Jesús, insiste mucho en el detalle del pesebre. Esto significa que es muy importante, no solo como detalle logístico, sino como elemento simbólico para entender qué clase de Mesías es el que nació en Belén, qué clase de Rey, quién es Jesús”.

“Mirando el pesebre, mirando la cruz, mirando su vida de simplicidad, podemos entender quién es Jesús. Jesús es el Hijo de Dios que nos salva, se hace hombre como nosotros. Despojándose de su gloria y humillándose. Vemos este misterio concretamente en el punto central del pesebre, es decir, en el Niño”.

Este detalle humilde del pesebre nos acerca al modo de actuar de Dios. Así, Francisco dice: “No lo olvidemos nunca. El estilo de Dios es cercanía, compasión y ternura”. 

La consecuencia de este estilo del Padre implica que “Dios no nos toma por la fuerza, no nos impone su verdad y su justicia, no hace proselitismo con nosotros. Quiere atraernos con el amor, con la ternura, con la compasión”.

Por todo esto, Franciso afirma que “Dios ha encontrado el medio para atraernos, seamos como seamos, con amor. No un amor posesivo y egoísta”.

El amor de Dios “es puro don y pura gracia. Es todo y solo para nosotros, para nuestro bien. Así nos atrae, con este amor desarmado e, incluso, desarmante. Pero cuando vemos esta simplicidad de Jesús también nosotros tiramos afuera todas nuestras armas, nuestra soberbia”.

Continuando con el análisis del nacimiento de Cristo, Francisco considera que “otro aspecto que destaca en el Belén es la pobreza”. Esta no es una pobreza exclusivamente material, sino que, dice el Papa, debe ser “entendida como renuncia a toda vanidad mundana”.

Conocer este misterio de la pobreza nos permite entender mejor el sentido de la auténtica Navidad. El Papa avisa de que hay una Navidad que es “la caricatura mundana que la reduce a una celebración cursi y consumista. Es necesario hacer fiesta, pero que esto no sea la Navidad. La Navidad es otra cosa. El amor de Dios no es meloso. Nos lo demuestra el pesebre de Jesús. El amor de Dios no es un buenismo hipócrita que esconde la busca de placeres y comodidades”.

Inspirado en una carta que escribió san Francisco de Sales antes de morir, el Papa concluye diciendo que “hay una gran enseñanza que nos viene del Niño Jesús a través de la sabiduría de san Francisco de Sales. No desear nada y no rechazar nada, aceptar todo lo que Dios nos envía. Pero, cuidado. Siempre, y solo, por amor. Porque Dios nos ama y quiere siempre, y solo, nuestro bien”.

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Ucrania: Navidad en el búnker

Soldados ucranianos celebran su cena Navidad en un lugar no especificado en Ucrania. La foto fue difundida por el servicio de prensa de las Fuerzas Armadas de Ucrania el 25 de diciembre de 2022.

Maria José Atienza·28 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: < 1 minuto

Pedir una oración

Si de algo me he dado cuenta es de que, efectivamente, la oración nos hace familia. Nos hace familia en Dios.

28 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

Hace unos años, Miguel Ángel Robles publicaba en ABC un antológico artículo titulado Reza por mi. Ese artículo sigue siendo uno de los que siguen marcando mi esquema profesional y personal. No he terminado de escribir estas líneas, cuando llega a mis manos la segunda parte de este artículo.

En estos días, puedo decir que he vivido en primera persona esas palabras que glosaba Robles: “Rezar no hace milagros, o sí los hace, eso nunca lo sabremos, pero ofrece consuelo al que reza y a aquel por quien se reza. Rezar nunca es inútil, porque siempre conforta”.

Como a muchos en Madrid, hace unos días nos llegaba, en medio de villancicos y loterías, la heladora noticia del accidente en el que dos jóvenes hermanos perdían la vida. Eran buenos hijos, amigos de sus amigos y amigos también de Dios. No los conocíamos quizás, pero eran cercanos.

Junto a la triste información, su familia, creyente nos pedía rezar. Trasladé la petición a quienes conocía y además, casi sin pensar, rogué oraciones a través de una red social: rezar por ellos, por su familia…, en el fondo, por todos. Porque, si de algo me he dado cuenta gracias a las miles, sí, miles, de personas que elevaron una, quizás pequeña, plegaria por ellos, es de que, efectivamente, la oración nos hace familia. Nos hace familia en Dios.

No es que Diego y Alex “pudieran ser” mis hermanos, es que eran mis hermanos…, y mis primos y mis tíos, y mis amigos. Eran tú y eran yo.

Me di cuenta que hay mucha más gente buena de la que, en ocasiones, podemos pensar. Esas miles de personas desconocidas, de lugares ignotos para muchos de nosotros, cristianos y de otras confesiones, dedicaron un instante de su vida no solo a pensar, sino a orar, por esos chicos, por esa madre y ese padre, por esos hermanos y amigos.

No sé tú, pero yo, que creo en eso que llaman la Comunión de los Santos, he tenido la suerte de palparla, en su más auténtica versión 3.0.

Seguiré pidiendo oraciones. Seguro. No sé si por un lado o por otro; si en la calle o en la red, por señales de humo o con una canción. Seguiré pidiendo rezos sin complejos y poniéndome alarmas en el móvil para rezar por aquellos que lo piden porque, con la oración, con ese ponernos ante un Dios al que, quizás a veces no entendemos, tú y yo siempre seremos mejores.

El autorMaria José Atienza

Directora de Omnes. Licenciada en Comunicación, con más de 15 años de experiencia en comunicación de la Iglesia. Ha colaborado en medios como COPE o RNE.

Ecología integral

Ricardo Martino: «Todavía hay mucho por hacer en los cuidados paliativos»

¿Qué implica la enfermedad en los niños? ¿Cuál es el impacto en las familias? ¿Cómo se da la presencia de Dios en situaciones tan críticas como estas? Entrevistamos sobre estos temas a Ricardo Martino, Jefe de la Sección de Cuidados Paliativos Pediátricos del Hospital Infantil Niño Jesús.

Paloma López Campos·28 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 4 minutos

Ricardo Martino es el Jefe de Sección de Cuidados Paliativos Pediátricos del Hospital Infantil Niño Jesús. Es doctor en Medicina, especializado en Pediatría y promotor de diversos proyectos para dar a conocer los cuidados paliativos. Por todo ello, es Asesor del Ministerio de Sanidad en estas materias. En Omnes ha hablado sobre lo que implica la enfermedad en los niños, el impacto en las familias y la presencia de Dios en situaciones tan críticas como estas.

Ricardo Martino en una foto de la UNIR

Es duro ver la inocencia de los niños herida por las enfermedades, hasta el punto de que los pequeños acaban ingresando en cuidados paliativos. ¿Cómo se puede enfrentar uno a una realidad así?

– Para una familia es lo peor que les puede pasar. De hecho no hay ningún término en español que describa el estado permanente de la pérdida de un hijo. Uno puede ser viudo o huérfano, pero, hasta ahora no le hemos puesto palabras a este hecho. Este hecho irrumpe en la vida de un niño y trunca su futuro, o el futuro que pensábamos que tenía.

Una enfermedad no es una realidad que afecte solo al paciente, la familia entera sufre con los niños. ¿Cómo atendéis a todos los miembros de la familia?

– La vida de toda la familia se afecta. Los padres ven alterada su vida conyugal, además pueden perder el trabajo por el cuidado del hijo; los hermanos pasan a segundo lugar y pierden protagonismo, los abuelos sufren y se involucran en los cuidados de todos… Atendemos al niño y enseñamos a la familia a proporcionar los cuidados que necesita. También les ayudamos a afrontar la situación y les apoyamos tras el fallecimiento. Para eso es necesario un equipo en el que hay médicos, enfermeras, trabajadores sociales, psicólogos, acompañante espiritual, farmacéuticos, fisioterapeutas…

¿Se puede encontrar a Dios entre tanto sufrimiento?

– Todas las personas tienen una dimensión espiritual. Enfrentarse a la muerte o a la muerte de un hijo o un hermano conmueve a toda la persona. Lo espiritual ayuda al afrontamiento. Las personas que tienen una fe disponen de más recursos para aceptar la situación. Dios está presente, aunque a veces suscita “enfados” por lo acontecido. Muchas veces encontramos la delicadeza de un Dios providente y misericordioso en cómo se producen los acontecimientos y en la paz del corazón que, muchas familias, experimentan ante el fallecimiento de su propio hijo.

¿Cómo hablar a los niños y a sus familias de un Padre bueno?

– Lo más importante son “las experiencias de lo bueno” que los niños tienen, aún antes de poder comprender el hecho religioso o la persona de Dios. Ser querido, perdonado, celebrado… Son experiencias que se pueden tener con cualquier edad y que constituyen el sustrato necesario para poder entender la acción de Dios como Padre bueno.

¿Hay consuelo espiritual para los niños y sus familias en estas situaciones tan complicadas?

– Hay consuelo si hay aceptación. Y la aceptación no presupone comprensión. Si se entiende ayuda, pero esto es muy difícil de entender. Lo que sí se puede es aceptar aunque no se entiende. Para hacer un duelo sano hay que trabajar el afrontamiento y la aceptación.

Además de un cuidado médico muy especializado, ¿qué es lo que más necesitan los niños en cuidados paliativos? ¿Y los familiares?

– Necesitan ser considerados y tratados como personas. Así se tiene en cuenta lo que para ellos es importante, más allá de la propia enfermedad. El bien de la persona está por encima de lo que le pasa por su enfermedad. Además, lo que es bueno para el paciente cambia a lo largo del tiempo en función de la evolución de su enfermedad, sus limitaciones, sus expectativas y sus posibilidades de respuesta al tratamiento. Los familiares también necesitan ser acogidos, aceptados y acompañados por parte de los profesionales, que actúan sin prejuicios e intentando tener en cuenta lo que para ellos es importante, siempre que no pase por encima del bien del niño.

¿Cuántos niños hay en España que necesitan cuidados paliativos? ¿Crees que se invierte lo suficiente desde las Administraciones para hacer frente a las necesidades de tantos niños?

– En España hay 25000 niños que necesitan cuidados paliativos. Más del 80% no los reciben. Pero a día de hoy no hay equidad en la prestación de la atención. Depende de dónde vivas y la enfermedad que tengan. Y eso a pesar de que, al menos desde el 2014, las recomendaciones del Ministerio de Sanidad respecto de lo que hay que hacer están claras.

¿Cómo es la situación de los cuidados paliativos pediátricos en España en comparación con Europa?

– Por un lado no está mal porque cada vez hay más equipos que, poco a poco se van montando, sobre todo por la motivación y el empeño de los profesionales. Por otro, sin embargo, carecemos de instituciones sociosanitarias, como existen para los adultos, para apoyar en estas etapas de la vida. Además la formación requerida no está reconocida y se proporciona a través de estudios de postgrado.

¿Qué falta en este campo?

– Falta el reconocimiento social a esta realidad. Hay niños que mueren. Muchos después de años de evolución de la enfermedad. Toda la familia se ve afectada. En cuidados paliativos pediátricos, el tiempo va en contra. Cumplir meses o años significa empeorar y acercarse a la muerte. Cumplir más de 18 años, para un gran número de pacientes es un salto en el vacío, puesto que el sistema es rígido y prima la edad sobre las características clínicas del paciente para darle la atención que necesita. Hay niños de 20 años y 20 kilos de peso que, desde que nacieron usan pañal, necesitan ser cuidados, alimentados y movilizados. Todavía hay mucho por hacer.

Evangelización

Nolan Smith: “Amo mi fe. Quiero ser parte de la Iglesia, participar en sus actividades”

Nolan Smith formó parte del grupo de personas que dio voz a la comunidad de personas con discapacidades variadas en la Iglesia a través del documento La Iglesia es nuestra casa. Este joven síndrome de Down muestra junto a su familia, el reto de la integración plena de las personas con discapacidad diversa dentro de la Iglesia. 

Maria José Atienza·27 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 5 minutos

A sus 22 años, Nolan Smith vive en Lawrence, Kansas y, en la actualidad está en el Programa de Transición a la Educación Postsecundaria de la Universidad de Kansas y estudia Educación Infantil. Desde su nacimiento, ha compartido la vida de fe en su hogar. Una participación en la vida parroquial que ha abierto, además, nuevos caminos en su comunidad.

Nolan participó en el desarrollo del documento La Iglesia es nuestra casa. Junto a su padre, Sean Joseph, ha concedido una entrevista a Omnes para hablar de su experiencia. Una experiencia que pone de manifiesto la riqueza que aportan estas personas a la comunidad, sus ganas de ofrecer sus talentos y el apoyo de su familia en la vida de fe. 

Nolan, ¿cómo has vivido tu fe en casa, en tu familia, con tus amigos?

—He vivido mi fe en casa de muchas maneras. Primero, como familia, rezamos. Rezamos a la hora de comer y también por la noche. También hemos ayudado a la comunidad y a la parroquia como familia. Mis padres dicen que hacer esto ayuda a los demás y es lo que Dios querría. Trato de ser una buena persona. Busco compartir con los demás. Quiero asegurarme de que mis amigos sepan que son especiales. Me preocupo por ellos y quiero hacerlos felices. Si puedo ayudarles de alguna manera, lo hago. También rezaba con mi abuela. Vivió cerca los últimos cuatro años de su vida. Todas las noches iba a su casa, mi padre nos traía la cena y los dos comíamos. Luego poníamos música y también rezábamos el rosario.

Sean, como padre de Nolan, ¿cuál es su perspectiva de esta vivencia?

—Nolan es uno de nuestros cuatro hijos. Él, como sus hermanos, han participado en la educación religiosa, los sacramentos, las oraciones en casa y la educación a través de la Iglesia. Como familia, asistimos a misa. Se les ha pedido que ayuden con la Iglesia en diferentes eventos, incluyendo las actividades parroquiales. 

Nuestros hijos más pequeños asistieron a la escuela parroquial. Nolan y su hermana mayor no lo hicieron porque a Nolan no se le permitió asistir. Ahora, aceptan y educan a niños con síndrome de Down.

Ahora eres un joven, Nolan. ¿Cómo participas en tu comunidad parroquial? 

—He ayudado a mi iglesia de varias maneras. He servido como monaguillo, he ayudado en la enseñanza de la educación religiosa con mi padre, y sirvo como lector en este momento. También he ayudado con el desfile infantil de Nochebuena y también he decorado la iglesia en tiempos de Navidad y Pascua.

 ¿Te ha resultado difícil o fácil vivir tu fe?

—Amo mi fe. Mi abuela era muy especial para mí y también me ayudó a conocer a Dios. La echo de menos pero siento que me ayudó a vivir mi fe. Ir a la iglesia y aprender sobre Dios ha sido parte de lo que hacemos como familia. Por lo tanto, es bastante fácil vivir mi fe.

Fuiste uno de los participantes en la reunión del Dicasterio que dio lugar al documento La Iglesia es nuestra casa. ¿Cómo fue tu participación en la reunión?

—Fue buena. Tuve la oportunidad de presentarme y escuchar a los demás: quiénes eran y de dónde eran. La primera reunión a través de zoom fue una reunión para conocerse. Me gustó escuchar al traductor y me sorprendió ver todos los idiomas que se hablaban. Nos dieron una tarea para completar un folleto. Mi padre y yo pusimos lo que pensamos sobre la Iglesia, lo que veíamos sobre la visión de la Iglesia para las personas con discapacidad y cosas similares. Luego nos dieron un resumen de lo que habían aprendido. 

¿Qué pides a la Iglesia?

—Quiero ser parte de la Iglesia. Ser parte es poder asistir a misa. Pero también participar en las actividades de la iglesia, en los eventos sociales, en el aprendizaje y en otros eventos. Antes de la pandemia, solía ir a un evento que organizaba un sacerdote los domingos después de la misa. Iba con mi abuela y tomábamos un refrigerio y escuchábamos al sacerdote hablar sobre las lecturas y otras cosas de la Iglesia. Formaba parte de este grupo y eso era importante. Cosas así son importantes para mí.

¿Creéis que hay un cambio de mentalidad dentro de la Iglesia en la pastoral de las personas con discapacidad? 

[Nolan] No lo sé. Sé que soy parte de mi parroquia. He podido hacer todo lo que he querido. He podido participar como mis hermanos. Mi padre dice que la escuela católica no me aceptaba, pero ahora están enseñando a niños con síndrome de Down. Así que eso es bueno.

[Sean Joseph] Creo que la Iglesia ha sido más lenta que la sociedad. Formo parte de nuestro comité de discapacidad. El enfoque actual por parte de la parroquia y la archidiócesis es el acceso. Acceso en el sentido de que tenemos que ofrecer un acceso básico a la Iglesia y a los sacramentos. La sociedad hablaba del acceso y del acceso básico hace 40 años. Hoy, la sociedad está hablando y facilitando una inclusión significativa. Inclusión en la que las personas con discapacidades forman parte de la comunidad, están incluidas en las actividades típicas (por ejemplo, servir en el altar, ser lector, la escuela parroquial) y son miembros que contribuyen a la sociedad. Lamentablemente, a veces, la Iglesia se limita a hablar de cómo construimos rampas en los edificios, de cómo ofrecemos soportes de audio para las personas sordas. No hablan de las necesidades de las personas con discapacidad intelectual o autismo. No se centran en las discapacidades del desarrollo, en las que la sociedad está muy centrada. 

Lamentablemente, diría que están mirando las cosas desde una perspectiva del siglo XX, cuando estamos en la tercera década del siglo XXI.

En La Iglesia nuestra casa se destaca que las personas con discapacidad están también llamadas a dar. ¿Qué aportan a la comunidad eclesial?

[Nolan] Bueno, en primer lugar, soy una persona. Así que esta idea de que soy una persona necesitada es un problema. Si se abre la Iglesia y se ofrecen adaptaciones razonables, puedo formar parte de la Iglesia. 

No me trates como alguien que es diferente y alguien que necesita ser compadecido o necesitado. Cuando hacemos esto tratamos a las personas con discapacidad de forma diferente. Tengo tres hermanos. No me traten de forma diferente a mis hermanos sólo porque tengo una discapacidad. 

La Iglesia tiene que aprender de lo que la sociedad ha aprendido. Puedo contribuir como cualquier otra persona. He sido monaguillo. Ahora soy lector. Puedo participar en el coro. He ayudado a enseñar en la escuela dominical. Sólo dame una oportunidad y algunos apoyos (cuando sea necesario) y seré parte.

Si me tratan diferente porque tengo síndrome de Down o me impiden ayudar porque tengo síndrome de Down, eso está mal.

[Sean Joseph] Nolan forma parte de la parroquia. Es un miembro y un miembro activo. Ahora bien, diría que esto se debió inicialmente a mi expectativa y apoyo. Por ejemplo, le ayudé a formarse como monaguillo y también facilité su participación en ese proceso. Su hermano también le ayudaba cuando estaban juntos en el altar. También estoy a cargo de los lectores y, por lo tanto, lo entrené. 

La comunidad parroquial, cuando ha participado en estas actividades, ha sido muy bien recibida. Le han apoyado mucho y han respaldado su participación en toda la parroquia. Consideran que esto es típico de Nolan. 

Sin embargo, he visto que otras personas con discapacidades no están tan incluidas. Así que la parroquia tiene trabajo que hacer. ¿Por qué? Porque las personas con discapacidad pueden y deben participar en igualdad de condiciones con la comunidad eclesial. 

Todos somos hijos de Dios y cuando los tratamos como tales (por ejemplo, ofrecer apoyo, crear una estructura y un clima de inclusión, ver a todos como personas primero, y no como una discapacidad y luego como una persona), podremos incluirlos fácilmente en nuestra Iglesia.

Evangelización

Un nuevo reto para la Iglesia

La plena integración de las personas con discapacidad en la vida de la Iglesia se presenta como “un nuevo reto para la Iglesia” y para la sociedad. Así lo afirma Antonio Martínez -Pujalte, doctor en Derecho por la Universidad de Valencia y Profesor Titular de Filosofía del Derecho de la Universidad Miguel Hernández de Elche, que  reflexiona en Omnes sobre esta labor. 

Antonio-Luis Martínez-Pujalte·27 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 5 minutos

El Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida ha publicado recientemente un interesante documento, La Iglesia es nuestra casa, fruto de la participación en el camino sinodal de un grupo de personas con discapacidad de distintos países de los cinco continentes.

Se trata de un documento particularmente significativo, sobre todo por cuanto supone la asunción del nuevo paradigma preconizado por la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad -aun cuando ésta no aparezca expresamente citada-, que ha de tener también su reflejo en la Iglesia.

Nuevo paradigma que supone apartarse de la tradicional visión asistencialista que consideraba a las personas con discapacidad únicamente como destinatarios pasivos de la asistencia que otros debían prestarles, para erigirlos en protagonistas de pleno derecho de la vida social, que han de ejercer sus derechos y responsabilidades en igualdad de condiciones con todas las demás personas.

Característico del nuevo paradigma es también subrayar la individualidad de las personas con discapacidad, lejos de cualquier prejuicio o estereotipo: las personas con discapacidad no son mejores ni peores que las demás .

No son, como a veces se ha pensado en la Iglesia, ni pecadores ni seres angelicales bendecidos por su sufrimiento: son personas normales, con sus cualidades y sus defectos, con sus deseos y preferencias, que merecen el mismo respeto que los de todas las demás personas.

Resulta evidente que el viejo paradigma ha estado y continúa estando todavía hoy presente en la vida de la Iglesia, como de la sociedad entera que la rodea. El documento hace referencia en este sentido a la actitud paternalista que ha presidido la mirada hacia las personas con discapacidad, que ha llevado incluso a verles como personas ya santas o “Cristos en la cruz” por su condición de discapacidad, olvidando que son, como todos los demás cristianos, simples creyentes necesitados de conversión. Y cita algunas manifestaciones concretas de exclusión, principalmente dos: la negación de sacramentos a personas con discapacidad, que se hace por muy diversas razones, “desde el prejuicio sobre la capacidad de comprender la naturaleza del sacramento, hasta la inutilidad de ofrecer la reconciliación a quienes ya expían sus pecados con su propio sufrimiento, pasando por el prejuicio sobre la capacidad de expresar un consentimiento definitivo o la falta de un profundo enfoque pastoral que utilice todos los sentidos para facilitar la comunicación”; y la segregación de muchas personas con discapacidad en instituciones asistenciales, no pocas de ellas regidas por organismos relacionados con la Iglesia, en las que no se tiene en cuenta su voluntad y muchas veces se restringen derechos y libertades básicas.

Es preciso, pues, un cambio de mentalidad. Y no porque esté de moda, porque sea lo políticamente correcto o porque lo indique la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. Se trata, por el contrario, de asumir el profundo significado de la dignidad intrínseca de todo ser humano —y, en la Iglesia, de todo fiel—, que exige la plena afirmación de su igualdad radical, y, en consecuencia, la garantía de la idéntica participación de todos y del igual ejercicio de los derechos.

Este paradigma tiene consecuencias bien concretas: por ejemplo, en relación con el acceso de las personas con discapacidad intelectual a la comunión sacramental, el nuevo paradigma se opondría a denegar la comunión a personas con discapacidad intelectual presuponiendo un insuficiente grado de discernimiento, como se ha hecho con frecuencia, y exigiría tratar de ofrecerles la explicación del sacramento que les resulte accesible, teniendo presente además que, como ya señaló Benedicto XVI en la Exhortación Apostólica Sacramentum Caritatis (n. 58), con independencia de su grado de comprensión, reciben el sacramento en la fe de la Iglesia.

El nuevo paradigma ha de manifestarse también en el lenguaje, que no es baladí, pues contribuye a la difusión de una nueva mentalidad o a la perpetuación de la la vieja: en este sentido, es preciso evitar cualquier denominación que sustantive la discapacidad, y poner siempre en primer lugar la condición de persona. De ahí la idoneidad de la expresión “personas con discapacidad”. Y que hay que evitar también la equiparación entre discapacidad y padecimiento o sufrimiento: la discapacidad es una condición de la persona, que por sí misma no necesariamente genera sufrimiento alguno —en muchos casos, estimula por el contrario el afán de superación—, y que en la inmensa mayoría de los casos es plenamente compatible con la alegría y con una vida digna y feliz. 

Por lo demás, para que las personas con discapacidad puedan ejercer plenamente sus derechos y responsabilidades dentro de la Iglesia es una exigencia ineludible la accesibilidad, que es la condición que han de tener los edificios, espacios y productos y servicios para que puedan ser usados por todas las personas en condiciones de igualdad y de la forma más autónoma posible. Como pone de relieve el documento, es esta todavía una asignatura pendiente, comenzando por la muy frecuente existencia de barreras físicas para las personas con movilidad reducida en el acceso a los templos. 

Pero por accesibilidad no se entiende sólo la accesibilidad física; no hay accesibilidad a la formación para las personas ciegas, por ejemplo, si no existen textos escritos en Braille; no se garantiza la accesibilidad a las personas sordas si no hay intérpretes de lengua de signos en las celebraciones litúrgicas y si no hay confesores capaces de confesar en lengua de signos; o no hay accesibilidad para las personas con discapacidad intelectual si no se emplean textos en lectura fácil o si las homilías no utilizan un lenguaje claro, sencillo y accesible para todos (lo que, por lo demás, beneficiaría no sólo a las personas con discapacidad intelectual).

El documento reclama, por lo demás, una plena participación de las personas con discapacidad en la vida y el gobierno de la Iglesia. En especial, han de participar en aquellos organismos que se ocupen específicamente de la discapacidad. “Nada para las personas con discapacidad sin las personas con discapacidad”: este lema, que ha guiado a la mayor parte de los movimientos de personas con discapacidad desde hace más de cincuenta años, se refleja también en el texto, y es enteramente razonable, pues son las personas con discapacidad las que mejor conocen sus propias necesidades y demandas.

Nos encontramos, pues, ante un nuevo reto para la Iglesia: la plena inclusión de las personas con discapacidad en su acción pastoral. Y el objetivo no es, por supuesto, que exista una pastoral especializada para las personas con discapacidad, ni mucho menos pastorales especializadas en los distintos tipos de discapacidad, sino que se preste atención a las personas con discapacidad en la pastoral ordinaria de la Iglesia. 

Ahora bien, para lograr ese objetivo creo que sería muy necesaria la creación, en los diferentes niveles de gobierno, de secciones u organismos específicamente dedicados a la discapacidad (delegaciones episcopales en las diócesis, al menos en las más importantes, comisiones en las conferencias episcopales, etc.), pues es mucho el trabajo por hacer: es preciso potenciar la accesibilidad en los diversos ámbitos, hay que transmitir el nuevo paradigma del que hemos hablado en estas líneas a todos los sacerdotes y también a los laicos, etc.

Pero se trata de un reto apasionante, que, además de formar parte integrante de la nueva evangelización, constituirá un mensaje patente y vivo contra la “cultura del descarte” tantas veces denunciada por el Papa Francisco.

En último término, incluir a las personas con discapacidad no significa otra cosa que asumir las plenas consecuencias de la universalidad de la redención obrada por Cristo.

En este sentido, el documento cita acertadamente la frase de Gaudium et Spes, n. 22: “El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre”. Jesucristo se ha unido también con la discapacidad, que es una característica de la condición humana.

El autorAntonio-Luis Martínez-Pujalte

Doctor en Derecho por la Universidad de Valencia y Profesor Titular de Filosofía del Derecho de la Universidad Miguel Hernández de Elche.

Vaticano

El Papa pide la paz durante la bendición Urbi et Orbi

Rome Reports·26 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: < 1 minuto
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Los lugares que sufren guerras y desastres fueron protagonistas de las palabras del Ángelus papal el domingo 25 de diciembre de 2022.

En la bendición Urbi et Orbi, tradicional del día de Navidad, Francisco pidió redescubrir el sentido de la Navidad. Dijo que el significado de estas fiestas está “anestesiado por el consumismo”.


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Mundo

Cardenal Mendonça a los jóvenes: “La vida es un desperdicio si vivimos a medio gas”

El camino hacia la JMJ 2023 continúa y ahora comienzan a publicarse unos vídeos en los que el cardenal Mendonça habla con jóvenes de distintos países acerca de la Iglesia, la juventud y la JMJ.

Paloma López Campos·26 de diciembre de 2022·Tiempo de lectura: 4 minutos

El cardenal José Tolentino Mendonça es prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación. Además de poeta y ensayista, es especialista en Estudios Bíblicos. Su labor intelectual se centra esencialmente en la relación entre el cristianismo y la cultura.

Desde la organización de la JMJ, promueven que el cardenal Mendonça entable conversaciones con jóvenes de distintas nacionalidades para tratar diversos temas. El primer vídeo de estos diálogos ya está disponible.

El tiempo de espera

Los primeros jóvenes que se han encontrado con el cardenal son Sara y David, del comité organizador local y del comité organizador diocesano respectivamente. Durante la conversación, el cardenal ha hablado sobre cómo deben vivir los jóvenes la Navidad: “La Navidad nos pide un progresivo camino interior, de escucha, de atención, disponibilidad para encontrarnos con nosotros mismos y disponibilidad para el encuentro con la Palabra de Dios”.

Mendonça habló de la importancia de la espera. “¿Quién espera? El que sabe que le falta algo. Todos tenemos que sentir que estamos incompletos, que nuestra vida no es autosuficiente, por eso nos paramos y esperamos”. El tiempo de Adviento es el que “nos prepara para la espera, que también es una forma de esperanza”.

Los cristianos, nos dice el cardenal, “no esperamos cosas inmediatas. Esperamos al Príncipe de la Paz. Esperamos al Señor de nuestra vida, al Señor de la historia, que da sentido a lo que somos y a lo que construimos”.

A la espera del Adviento se une, este año, la anticipación por la JMJ 2023 en Lisboa. En esta espera que precede al encuentro entre el Papa y los jóvenes, dice Mendonça, “ya estamos felices, porque el corazón está ya proyectado en este gran momento que se vive en el corazón y marcará a todos los participantes”. Esto debe llenarnos de ilusión porque “es muy hermoso pensar en una comunidad global que nos saca de la soledad y nos da la alegría de estar unos con otros para confirmar nuestra esperanza”.

La JMJ y su eficacia transformadora

Es fácil preguntarse cómo pueden cambiar los corazones en unos pocos días. El cardenal cree que la JMJ puede ser más que un evento puntual si “en la preparación nos invertimos seriamente y aprovechamos este tiempo como un momento para el crecimiento, el descubrimiento y la profundización en la fe”. También podemos aprovechar para unirnos más a la Iglesia y tomar conciencia de que “somos Iglesia”.

Citando al Papa, Mendonça considera que “los jóvenes deben ser los nuevos poetas de la historia. Si en este tiempo nos descubrimos protagonistas de la historia, si caemos en la cuenta de que somo sel rostro de Cristo, el encuentro con el Santo Padre no será el punto de llegada sino un punto de partida gigante que nos puede proyectar en muchas dinámicas creativas que, sin duda, marcarán el comienzo de una nueva era”.

El encuentro con Cristo

La JMJ implica un encuentro con Cristo porque “para la Iglesia las grandes reuniones son encuentros con Él. Eso es lo que marca la diferencia para nosotros, porque a través de la fe miramos a la vida y al mundo con otros ojos”.

“Cuando miramos en lo profundo” dice el cardenal, “vemos que es Jesús el protagonista de la historia y nos da audacia y coraje. Cristo es el trampolín de nuestros sueños, llena nuestros corazones de deseos”.

Este arrojo de los jóvenes tiene que llevar a que no sean repetidores, sino que se dediquen a recrear, soñando con “un mundo de amor que no es imposible. Lo que escuchamos a Jesús en el Evangelio es posible, empezando por la vida de cada uno”.

La clave de esto, dice Mendonça sin ponerlo en duda, “es Cristo y, por eso, es tan importante que en este tiempo de preparación, el descubrimiento de Cristo y de su Palabra sea el centro de todo”. Esto implica que “antes de reservar un viaje a Lisboa tenemos que aceptar que en nuestra vida venga con nosotros ese acompañante de Emaús, ese acompañante de viaje que es Jesús”.

Santa María y los jóvenes

“María es nuestra maestra, en el sentido de que nos enseña el arte de esperar”. Santa María deja “una huella en nuestro corazón”. Los jóvenes pueden fijarse en tres actitudes fundamentales que nos enseña la Madre de Dios.

“La primera es la escucha que ella hace del plan de Dios”. María le entrega a Dios su atención, “abre su corazón a este encuentro con el Señor”. Del mismo modo, los jóvenes tienen que escuchar lo que Dios les dice “porque Él tiene un plan en el que tú eres el protagonista”.

En segundo lugar, encontramos “la capacidad de María para decir que sí, para comprometerse”. Nuestra Madre “nos da fuerza para enamorarnos”. Ella nos recuerda que “la vida es un desperdicio si vivimos a medio gas”.

Por último, podemos aprender mucho sobre “el temperamento de María”. Su forma de andar, de escuchar, su prisa… “Ella se sumerge en su historia” y esto es un signo del “joven corazón de María”. La Madre de Dios, con su actitud, “empuja la historia hacia adelante. Ella va rápido porque su corazón está lleno de amor”.

Jóvenes amados por Cristo

“Cuando tenemos algo grande en el corazón, no podemos contenernos, reventamos si no contamos lo que llevamos dentro”. Dice el cardenal que esto es lo que debe compartir con alegría cada joven al darse cuenta de que Cristo le ama: “Cristo está en mi vida, el Evangelio está vivo en mí”.

Este convencimiento hace de todos jóvenes misioneros y “Lisboa es el lugar para que estemos todos juntos diciendo: queremos, soñamos, estamos aquí, tenemos esta noticia para anunciar al mundo”. Así, el viaje a Lisboa será una “explosión de esperanza que tanto necesita el mundo”.

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