Mundo

María en el corazón del Jubileo

Durante el mes mariano, el Jubileo 2025 se entrelaza con la devoción popular a la Virgen María a través de peregrinaciones, rosarios y una espiritualidad ampliamente vivida. Entre lo más destacado figura el 150º aniversario del Santuario de la Virgen de Pompeya, cerca de Nápoles (Italia).

Giovanni Tridente·14 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos

En el camino del Jubileo de la Esperanza que la Iglesia está recorriendo actualmente, el mes de mayo destaca como un tiempo privilegiado para experimentar la dimensión espiritual del Año Santo mediante los signos sencillos pero profundos de la piedad mariana. La Iglesia, desde sus orígenes, ha reconocido en estas expresiones de fe una puerta abierta hacia lo esencial: el encuentro personal con Dios y la conversión del corazón.

En la bula «Spes non confundit«, el Papa Francisco recuerda la importancia singular de los santuarios marianos como lugares donde los fieles pueden experimentar con particular intensidad la presencia divina. En estos espacios sagrados, muchos encuentran consuelo, paz, aliento y esperanza para sus vidas. No es casualidad, subraya Francisco, “que la piedad popular siga invocando a la Santísima Virgen como Stella maris, un título expresivo de la esperanza cierta de que, en los borrascosos acontecimientos de la vida, la Madre de Dios viene en nuestro auxilio, nos sostiene y nos invita a confiar y a seguir esperando” (n. 24).

La devoción mariana, expresión viva y misionera de la fe

Durante este mes mariano, el Jubileo 2025 se entrelaza naturalmente con la devoción popular a la Virgen María. En numerosas diócesis y parroquias se han previsto momentos comunitarios de oración mariana: procesiones, rosarios, vigilias juveniles y peregrinaciones locales que expresan la fe del pueblo.

Como señaló el Papa en la exhortación “Evangelii gaudium” (2013) – y anteriormente en el Documento de Aparecida (2007) –, la piedad popular constituye “una manera legítima de vivir la fe, un modo de sentirse parte de la Iglesia, y una forma de ser misioneros” (n. 124). Esta religiosidad, añade Francisco, posee “una fuerza activamente evangelizadora que no podemos menospreciar” (n. 126), pues representa una auténtica expresión de la acción misionera espontánea del Pueblo de Dios.

Pompeya: 150 años de devoción

En este contexto jubilar, adquiere especial relevancia el 150º aniversario de la llegada del cuadro de la Virgen del Rosario a Pompeya. Esta significativa efeméride se conmemora cada año en el santuario napolitano el 8 de mayo (fecha en que se inició la construcción de la basílica en 1876) y el primer domingo de octubre mediante la tradicional y solemne Súplica.

Con motivo de este aniversario, el Papa Francisco envió una carta al arzobispo Prelado de Pompeya Tommaso Caputo destacando que el Rosario, aunque “es una herramienta sencilla y accesible a todos, puede apoyar la renovada evangelización a la que la Iglesia está llamada hoy”. Por ello, subraya la importancia de acercar esta práctica a los jóvenes, “para que la sientan no como algo repetitivo y monótono, sino como un acto de amor que no se cansa de derramarse”.

María, compañera en nuestro camino de esperanza

En un discurso dirigido a los rectores de santuarios en el noviembre de 2018, Francisco recordó que, en la mayoría de los santuarios dedicados a la piedad mariana, “la Virgen María abre de par en par los brazos de su amor maternal para escuchar la súplica de cada uno y concederla”. 

Y como expresó en Fátima, el 13 de mayo de 2017, “¡Tenemos una Madre! Aferrándonos a ella como hijos, vivamos de la esperanza que se apoya en Jesús”. Una esperanza que, como nos recuerda siempre en “Spes non confundit”, encuentra en María “su testimonio más alto”, no “un fútil optimismo, sino un don de gracia en el realismo de la vida”.

Cultura

The Core School y Methos Media lanzan una Escuela de Verano para futuros talentos del audiovisual

Methos Media y The Core School, la Escuela Superior de Audiovisuales de Planeta Formación y Universidades impulsan un programa intensivo y práctico dirigido a quienes sueñan con una carrera en el cine y la producción audiovisual.

Redacción Omnes·13 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: < 1 minuto

Un programa intensivo y práctico dirigido a quienes sueñan con una carrera en el cine y la producción audiovisual. Esta es la oferta impulsada por la Escuela Superior de Audiovisuales The Core School, junto a Methos Media para este verano.

Una entrada al mundo profesional

El curso, que se celebrará en las instalaciones de The Core School en Tres Cantos (Madrid), ofrece formación de vanguardia y acceso directo a la industria.

El curso está dirigido a jóvenes profesionales o estudiantes y todos los que estén interesados en sumergirse en el mundo audiovisual. En él, los participantes tendrán la oportunidad de desarrollar un proyecto personal a lo largo del programa, lo que les permitirá construir un porfolio profesional que impulse su entrada en el sector.

Becas de Methos Media

El curso se impartirá en modernas instalaciones equipadas con platós de última generación, salas de control, estudios de grabación y laboratorios especializados, y contará con un servicio de transporte privado para los estudiantes.

En palabras de Miguel Ferrández Barturen, Director General de Methos Media, «la Escuela de Verano es una oportunidad excepcional para quienes desean dar un impulso a su carrera en el mundo audiovisual”.

El curso completo tiene un precio de 2.210€ (IVA incluido), con un 25% de descuento por matrícula anticipada hasta el 26 de mayo de 2031, y la Fundación Methos otorgará 20 becas de hasta 1.000€ para estudiantes con necesidad económica. Los estudiantes interesados pueden dejar sus datos a través de este formulario y recibirán toda la información necesaria.

Cultura

La presencia de la Virgen María en la poesía actual

Arraigada en una tradición de enorme calidad, cuyos orígenes se remontan a la Edad Media, en España hay un puñado de laicos que escriben magnífica poesía mariana, al margen de pregones, canciones devocionales o ejercicios retóricos efectistas de rima fácil. No es abundante, pero existe.

Carmelo Guillén·13 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 5 minutos

Desde Gonzalo de Berceo, el cantor de la Gloriosa en el siglo XIII, la poesía mariana ha perdurado hasta nuestros días. Poetas de profundas raíces católicas han sabido mantener viva esta llama de amor a la Madre de Dios, preservándola encendida en la literatura española a lo largo de los siglos.En épocas pasadas fueron principalmente los clérigos quienes expresaron en verso su devoción a la Virgen, ya que la cultura estaba en sus manos. Sin embargo, con el paso de los años, poetas y dramaturgos del mundo secular han creado bellísimas composiciones en las que la figura de la Virgen María ha ocupado un lugar central, único.

Sin retroceder demasiado en el tiempo, en el siglo XX sobresalen nombres como José María Pemán, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, el primer Rafael Alberti, Ernestina de Champourcín o Miguel Hernández. Tras la Guerra Civil del 36, esta tradición fue continuada por una extensa lista de poetas, entre los que se encuentran Luis Rosales, Luis Felipe Vivanco, Leopoldo Panero, Rafael Montesinos, Luis López Anglada, Francisco Garfias, Pablo García Baena, María Elvira Lacaci o Alfonsa de la Torre. La nómina es amplia y notable.

No obstante, aunque en las últimas décadas la poesía de temática mariana sigue latente, son pocos los poetas -y menos aún las poetas- que la mantienen entre sus preferencias, incluso entre aquéllos -y aquéllas- de convicción católica. Lo que fue un caudal, hoy se ha convertido en un arroyo en el que apenas un puñado de voces líricas enarbola una poesía de inspiración mariana. No me refiero aquí a la de asuntos navideños, que continúa escribiéndose con aire festivo y en la cual María aparece como parte de la “trinidad terrenal” junto a Jesús y José, sino a aquélla en la que Nuestra Señora destaca y brilla con luz propia.

Un punto de inflexión

El año 1930 marca un punto de inflexión: son bastantes menos los poetas seculares de calidad nacidos a partir de entonces que canten a la Virgen María. Con todo, si se ahonda en el hecho literario mariano, se descubren voces sumamente interesantes. Baste citar a María Victoria Atencia, Manuel Ballesteros, José Antonio Sáez, José Julio Cabanillas, los hermanos Jesús y Daniel Cotta, los hermanos Enrique y Jaime García-Máiquez, Carlos Pujol, Mario Míguez, (estos dos últimos ya fallecidos), Luis Alberto de Cuenca, Sonia Losada y Julio Martínez Mesanza; además de autores que han publicado algún que otro poema esporádico, como Pablo Moreno, Gabriel Insausti, Julen Carreño, Beatriz Villacañas o Andrés Trapiello. Las razones de tal declive son diversas y rebasan los límites de este artículo; a grandes rasgos, puede decirse que son la consecuencia de la secularización de la cultura que, como es lógico, alcanza también a la lírica.

Modos de mirar

Dentro del ramillete de autores citados, los hay que se consideran juglares de la Virgen, tal es el caso de Jesús Cotta, de formación clásica, quien la representa destacando la variedad de calificativos y cometidos que ella realiza, dentro del más genuino monoteísmo cristiano: “Oh madrina del cosmos, capitana del barco /que rescata rameras de las garras del chulo / con tu límpido ejército de niños no nacidos, / Notre Dame de los coptos, sobre la Media Luna, / que te muestras en sueños a muchachas con velo /y el sol mueves en Fátima, lloras sangre en Akita, / y al poseso liberas con un beso en la frente”.

De manera similar, Luis Alberto de Cuenca, también de formación clásica, la ensalza utilizando apelativos inhabituales y atrevidos, algunos inspirados en el politeísmo griego: “Diosa Blanca, María, Madre del orden / cósmico, soberana del abismo, / vientre sagrado y primeval, mandorla / de donde nace todo, adonde todo / se reintegra”. Por el contrario, José Julio Cabanillas adopta un tono más sereno y simbólico para dirigirse a ella: “Señora de las viñas, señora de los montes, / señora de la niebla, señora de los gallos (…), señora del lucero, (…) Señora de los vientos”.

Por su parte, Julio Martínez Mesanza la celebra con una letanía que subraya su pureza y sencillez: “niña de las montañas deslumbrantes; / niña de las montañas transparentes; / niña de los azules imposibles; / niña de los azules que más valen; / niña de los comienzos diminutos; / niña de la humildad recompensada; / lluvia fuerte que arrastra la miseria; / lluvia limpia que lava nuestras almas”.

En contraste con estos enfoques solemnes y simbólicos, otros autores se dirigen a ella desde una perspectiva más cotidiana e íntima, rozando la confidencialidad. Así lo hace José Antonio  Sáez: “Buenos días, Señora: Gracias por permitirme / vivir otra jornada el sol que nos alumbra / y da vida a los seres que la luz anhelamos”. O la asocian al rezo del avemaría, aprendido en la infancia y repetido en el hogar o la escuela. Es el caso de Andrés Trapiello, quien en su largo y hermosísimo poema Virgen del Camino revive la experiencia de esta oración que, aunque su lado racional pone en duda su práctica, halla en ella un refugio que le brinda protección y calma frente al paso del tiempo y el misterio de la muerte. 

Otros poetas, en cambio, la evocan a partir de escenas de los Evangelios o inspirados en alguna pintura sobre la Virgen María que les conmueve. En estos poemas, ella misma se convierte con frecuencia en personaje que reflexiona sobre su aceptación de la voluntad de Dios. Así ocurre en el poema Annunziata de María Victoria Atencia: “Tu mensajero vino y me habló brevemente; / déjame una quietud que siga a su recado. / Descalza en los umbrales de la aurora me tienes:/ recogeré mi pelo y dispondré mi cuarto. /Por el otero asoma tu ternura impaciente. Te conozco a su luz. Date prisa. Te aguardo”. O en  La visita, de José Julio Cabanillas, donde la Virgen rememora el momento en que el arcángel Gabriel la visitó: “Así fue mi alegría, mi estupor y mi miedo. / El visitante dijo cosas de mucho gozo”.  

Lo cierto es que, en todas estas expresiones líricas, Nuestra Señora adquiere un papel preponderante, insustituible. Más allá de las peticiones y súplicas que laten en muchos de estos versos -”te rogamos”, “ruega”, “ampáranos”, “intercede”, “guíanos”-, se la reconoce no sólo como Virgo Potens, Virgen poderosa, sino, sobre todo como madre, revestida de todas las prerrogativas que su figura comporta.

Madre de los poetas

Esa referencia maternal a la Virgen María se suele asociar con el despertar espiritual que remite a los recuerdos de la infancia. José Antonio Sáez lo expresa claramente: “en ti veo a mi madre”, un sentimiento compartido por otros poetas como Martínez Mesanza, que la llama “dulce madre”, o Luis Alberto de Cuenca, quien se dirige a ella como “Madre mía”. Esta percepción de María surge, con frecuencia, de la seguridad que transmitía especialmente el rezo del avemaría en la infancia, como ya vimos, dejando una profunda huella en los corazones, incluso en aquellos niños que aún no comprendían plenamente a quién dirigían sus oraciones.

Aunque la mayoría de estos poetas no mantiene una visión teológica precisa sobre el papel de la Virgen en la historia de la Redención del género humano -los poemas no suelen ser por lo regular el lugar oportuno para desarrollarla-, la figura de María evoca un trasfondo emocional intenso. Esto da lugar a versos llenos de esperanza, como los de Luis Alberto de Cuenca: “Dicho esto, y repitiendo el nombre de la Virgen / y de su Hijo glorioso, me dispongo a adentrarme, / sin temor ni consuelo, en los dominios / de la noche perpetua”, o los de Jesús Cotta: “donde siempre eres lo último que pronuncio al morirme”. 

Como señaló el poeta mexicano Octavio Paz, el ser humano tiene “sed de presencia”, una búsqueda profunda de una figura que ofrezca consuelo, protección y guía en medio de las incertidumbres de la vida. Esta necesidad se manifiesta claramente en los autores mencionados, quienes sienten una intensa pulsión hacia María. Para ellos, la Virgen no es tanto una entidad teológica (para quienes lo es), sino una compañía cercana y maternal que brinda apoyo, reconforta y alivia. Se constata continuamente en sus versos, donde se expresa un anhelo constante de retorno a un amor primigenio y absoluto. 

Así, María se convierte en el vínculo entre lo humano y lo divino, en una manifestación de esa sed de presencia que busca trascender lo efímero y alcanzar lo eterno.

Evangelización

Nuestra Señora de Fátima y los agustinos en Portugal

La Iglesia católica celebra el 13 de mayo a Nuestra Señora de Fátima. La Virgen María se apareció seis veces a los tres pastorcillos. Con la elección del Papa León XIV, “hijo de San Agustín”, se trazan aquí breves pinceladas sobre la Orden agustiniana en Portugal.  

Francisco Otamendi·13 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos

La Virgen de Fátima, que se celebra el 13 de mayo, y su Santuario “bien podrían considerarse el corazón del catolicismo portugués”, ha señalado el blog ‘Agustinos’. “En 1917, en medio de un turbulento ambiente político y, en mitad de un páramo inhóspito, situado en el centro geográfico del país (Portugal), se apareció María seis veces a tres niños pastores. Eran Lucía y sus dos primos, los hermanos santos Francisco y Jacinta Marto”.

“Esta experiencia religiosa tuvo, a medio plazo, el efecto de levantar y fortalecer la moral del catolicismo portugués”. “Hoy, casi no hay iglesia portuguesa sin la imagen de Nuestra Señora de Fátima. Ni tampoco diócesis, parroquia o movimiento portugués que no tenga actividades programadas en este lugar. Las oraciones, canciones y devociones en torno a Fátima son de todos conocidas y por todos usadas”.

Presencia, expulsión, vuelta

La Orden de san Agustín estuvo presente en Portugal desde el año 1244 hasta la desamortización, en que fueron incautados sus bienes y los religiosos se dispersaron. Durante la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de 2023 en Lisboa, los agustinos portugueses fueron anfitriones del Encuentro Juvenil Agustiniano, que congregó a jóvenes de todo el mundo.

Su patrona siempre fue la Virgen de Gracia, cuyo convento dominaba la ciudad de Lisboa desde una de sus colinas. Por esta razón, a los agustinos portugueses se les conocía como los “gracianos”. Tal como han escrito, “hemos dado al país insignes figuras, como los beatos Gonzalo de Lagos y Vicente de Santo Antonio (mártir en Japón). También el escritor místico Tomé de Jesús, Alejo de Meneses, arzobispo de Goa (India) y de Braga (Portugal), primado de las Indias orientales”, etcétera.

Una espera de 137 años

Desde 1986, los agustinos están presentes en Santa Iria de Azóia, y desde 2004 en São Domingos de Rana, conformando desde 2010 las dos actuales comunidades. El P. San Gregorio ha contado que desde 1834, cuando fueron expulsados por orden del marqués de Pombal, tuvieron que esperar hasta el Capítulo general de 1971, en torno a 137 años. Entonces, el Prior General Theodore Tack, su consejo y el resto de agustinos decidieron restaurar la presencia de la Orden en Portugal”.

Nuestra Señora de Fátima, en octubre en Roma

Si el recién elegido Papa León XIV no dispone otra cosa, la estatua original de Nuestra Señora de Fátima estará este año en Roma. Será con motivo del Jubileo de la Espiritualidad Mariana, los días 11 y 12 de octubre de 2025, como informó Omnes.

El autorFrancisco Otamendi

Libros

Publicadas las memorias de Josep-Ignasi Saranyana

Josep-Ignasi Saranyana fue especialmente reconocido por su especialización en historia de la teología y su trabajo como miembro de la Comisión Teológica Internacional.

José Carlos Martín de la Hoz·13 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 4 minutos

Las memorias recientemente publicadas en catalán por el Servicio de Publicaciones de la Abadía de Montserrat del profesor ordinario de historia de la teología, Josep Ignasi Saranyana (Barcelona 1941), son un motivo de gozo y de satisfacción intelectual y literaria. Es más, para todos los que hemos tenido la suerte de trabajar a su lado en el departamento de Historia de la Iglesia y de la teología de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra, se añaden muchos momentos de ilusiones y aspiraciones cumplidas. Realmente, todo tiempo pasado fue mejor.

La fecundidad intelectual del profesor Saranyana podría descubrirse sencillamente hojeando sus abundantes publicaciones; artículos, monografías, conferencias y asistencias a congresos, donde siempre sus intervenciones eran muy esperadas, por la agudeza y simpatía de las mismas. Pero hay una faceta que me gustaría resaltar en este breve comentario a sus memorias: la sabiduría impartida en sus clases, en la dirección de tesis de licenciatura y de doctorado, y en la pléyade de discípulos que ha dejado en muchas universidades, entre los cuales me honro.

Tengo bien grabadas las muchas conversaciones mantenidas con el Dr. Saranyana en Pamplona, en Madrid, en Sevilla y, por supuesto, las clases recibidas en la licenciatura y doctorado en Historia de la Iglesia y de la teología durante mis años de estudios en Roma y Pamplona. Lógicamente, su patronazgo lo ejerció siempre delicadamente pues sabía que mi director de Tesis y maestro perpetuo sería Juan Belda Plans y también Paulino Castañeda, uno en Historia de la Escuela de Salamanca y otro en Historia de América.

La amistad y el trato con el profesor Saranyana ha continuado a lo largo de toda mi vida profesional pues la historia de la teología y la historia de la Iglesia han sido objeto de mi estudio e investigación hasta la actualidad y siempre el Dr. Saranyana ha sido una referencia para estudiar sus obras y colaborar con él en proyectos y publicaciones por instancia de parte o por confluencia de intereses y siempre por amistad.

Como profesor joven procuraba buscar algún tiempo a la semana para compartir puntos de vista y aprender del entonces director del departamento de Historia de la Teología y teológica histórica Josep Ignasi Saranyana quien había sustituido al venerable profesor José Orlandis.

Recuerdo los pormenorizados consejos sobre cómo elaborar una reseña o una recensión de un libro. Sobre el modo de impartir una asignatura del ciclo I o del ciclo II en la facultad de Teología o cómo despachar lo primero de todo por la mañana el correo que iba llegando a mi despacho en la Facultad, asuntos sobre los que debía opinar o cómo felicitar las navidades a los colegas historiadores que iba conociendo con las separatas de mis primeros artículos o reseñas de libros.

De la lectura de estas apasionantes apuntes e impresiones de la vida, me ha interesado especialmente todo el periodo de su incorporación del Dr. Saranyana a la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra en los años sesenta cuando ésta daba los primeros pasos y había que aprender las lenguas fundamentales para la investigación y trato con los colegas: francés, inglés y alemán.

Especialmente, me han interesado los perfiles biográficos y semblanzas de Alfredo García Suarez, Pedro Rodríguez, José Luis Illanes, Ildefonso Adeva, Amador García Bañón, de quienes había oído hablar o había conocido en la Facultad. Ahora leo el resumen de la carta que el Fundador del Opus Dei y Gran Canciller de la Universidad escribió al claustro de la Facultad de Teología en marzo de 1971, en plena crisis del fenómeno de la contestación en la Iglesia (p. 202). Como señala el Dr Saranyana: “quería unidad y paz en el claustro académico de la Facultad de Teología y exigía fidelidad al magisterio pontificio, cosa lógica y acorde con el espíritu que el mismo había trasmitido. Es más, promovía autenticidad de vida y coherencia, es decir, que viviésemos lo que predicásemos. Deseaba que fuésemos piadosos (teología y piedad han de ir del brazo), porque eran tiempos que, como ya se ha dicho, el mundo teológico estaba muy revuelto” (pp. 202-203).

Es muy interesante el modo que utiliza para reconocer el profundo magisterio de Alfredo García Suárez, el primer decano de la Facultad, y enseguida la impronta del Dr. José Luis Illanes quien en 1978 tomó el decanato y trasmitió serenidad y optimismo en el ambiente. Por supuesto, también la inolvidable figura y la fecundidad teológica del Dr. Pedro Rodríguez (p. 205). Son lógicos tan rendidos homenajes, a los que deberemos añadir nosotros al profesor Saranyana, fundador de la revista Anuario de Historia de la Iglesia bien conocido por los historiadores del mundo entero, pues sencillamente, las universidades son lo que son los grandes maestros que han trabajado, enseñado e investigado en ellas.

Otro asunto al que hemos de referirnos en esta breve reseña es a la historia de la teología propiamente dicha. Cuando el Dr. Saranyana comienza a estudiarla en los años sesenta y setenta empieza trabajando en paralelo la historia de la teología y la historia de la filosofía y de hecho será considerado en el ámbito académico como un maestro de ambas especialidades. Para comprobarlo basta con leer el primer manual universitario de historia de la teología firmado por el Dr. Illanes y el Dr. Saranyana, publicado en la colección “Sapientia fidei” de la BAC en el año 1993.

Años después, el propio Dr. Saranyana realizará una obra gigantesca en varios volúmenes sobre la Historia de la Teología en América latina, editada en la editorial Iberoamerica-Vervuet, concluida en el año 2007 y finalmente, ya como un libro de madurez, señalemos la monumental historia de la teología cristiana (750-2000), publicada por Eunsa en 2020. Verdaderamente, en estos tres manuales están recogidas sus investigaciones, lecturas y amplia docencia a lo largo de toda su vida académica. Podemos afirmar que la historia de la teología tiene en el profesor Saranyana un referente principal. Especialmente interesante es la estrecha relación entre la historia de la filosofía y de la teología y, en segundo lugar, la carga especulativa. Finalmente, recordemos la aportación del Dr. Saranyana a la evangelización de América en el V Centenario de la misma, como se colige de las Actas del Simposio que organizó en Pamplona en 1992.

Creure i mirar d’entendre. Memòries d’un historiador de la filosofía i la teología

Autor: Josep-Ignasi Saranyana
Editorial: Publicacions de L’abadia de Montserrat
Año: 2024
Número de páginas: 523
Idioma: Catalán
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Vaticano

¿Quiénes son los agustinos, la orden del Papa León XIV?

En el primer saludo del Papa León XIV tras ser presentado como Papa el 8 de mayo, se describió a sí mismo como un "hijo de San Agustín”. ¿Quiénes son los agustinos? ¿Cómo es la Orden del Papa León XIV?    

OSV / Omnes·13 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 4 minutos

– Maria Wiering (OSV News)

Tras ser presentado el 8 de mayo en la Plaza de San Pedro, el nuevo Papa León XIV se describió a sí mismo como un «hijo de San Agustín». ¿Quiénes son los agustinos, la orden del Papa León XIV?

El primer Papa estadounidense ha hablado en el pasado con afecto sobre el converso del siglo V, obispo y potencia intelectual, considerado el padre de su Orden religiosa, la Orden de San Agustín. Aunque su Orden se fundó más de 800 años después de la muerte de Agustín, los agustinos se basan en su sabiduría y santidad para dar forma a su comunidad.

A principios del siglo XIII, las comunidades vagamente organizadas de ermitaños que vivían en la región italiana de la Toscana buscaron la dirección del Papa Inocencio IV. Este Pontífice era conocido por ser un excelente canonista o erudito en derecho de la iglesia. El fin era ayudarles a adoptar una regla de vida común para vivir con mayor uniformidad.

Inspirado en parte por otras nuevas órdenes 

Se inspiraron, en parte, en la reciente formación de otras nuevas órdenes religiosas. Incluidos los franciscanos en 1209 y la Orden de los Predicadores, también conocida como los dominicos, en 1216. Ambas eran órdenes mendicantes. Dependían de la mendicidad y el trabajo para su sustento. A diferencia de los benedictinos y otros monjes establecidos desde hace mucho tiempo, no juraban estabilidad, no estaban atados a un solo monasterio de por vida.

El Papa Inocencio aconsejó a los ermitaños toscanos que se organizaran bajo el gobierno de San Agustín, un guía para la vida religiosa que el santo había desarrollado alrededor del año 400. Cubrió la amplitud de la vida religiosa, incluido el propósito y la base de la vida común. Además, la oración, la moderación y la autonegación, salvaguardando la castidad y la corrección fraternal, y el gobierno y la obediencia.

Escrito inicialmente como una carta para una comunidad de mujeres religiosas en Hipona, la diócesis de la Argelia actual que San Agustín dirigió, la regla llegó a Europa. Influyó en San  Benito, que fundó los benedictinos en Italia en 529.

Modelo mendicante de la vida religiosa

La regla de San Agustín también había informado a los dominicos, pero cuando los ermitaños toscanos adoptaron la regla, también tomaron el nombre y la paternidad espiritual de su autor. Con el tiempo, pasaron de un estilo de vida ermitaño al modelo mendicante expresado por otras órdenes medievales, por lo que se les conoce como “frailes”. 

Las comunidades religiosas de mujeres también se unieron a los agustinos, y hubo santos y santas, como Santa Clare de Montefalco y Santa Rita de Casia. Entre los santos agustinos varones se encuentran san Juan de Sahagún, uno de los primeros agustinos españoles, y san Nicolás de Tolentino, que fue el primer agustino en ser canonizado tras la “gran unión” de la orden en 1256.

La Orden de San Agustín en la actualidad

Hoy, la Orden de San Agustín es una comunidad religiosa internacional que incluye a más de 2.800 miembros en casi 50 países. En Estados Unidos están organizados en tres provincias o áreas geográficas. Los hombres y mujeres laicos también se afilian con los agustinos y la espiritualidad de la Orden y apoyan su trabajo. 

Los agustinos en los Estados Unidos tienen una fuerte reputación en educación y fundaron la Universidad Villanova cerca de Filadelfia y Merrimack College en North Andover, Massachusetts. También escuelas secundarias en California, Illinois, Massachusetts, Michigan, Oklahoma, Ontario y Pensilvania. También cuidan de varias parroquias y tienen misiones en Japón y Perú.

Son “contemplativos activos”

¿Quiénes son los agustinos?, era la pregunta. Los agustinos contemporáneos se describen a sí mismos como “contemplativos activos”, con ministerios variados que están “llamados a la inquietud”. Un guiño a la famosa descripción que San Agustín hace de sí mismo en su influyente autobiografía, “Confesiones”: “Nos has hecho para ti, Señor, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti”.

La página web de vocaciones de los agustinos de Estados Unidos describe esta inquietud como “un don divino» que ellos creen… que puede dirigirnos a Dios”.

A pesar de los 800 años de historia de la Orden, y sus orígenes italianos, el Papa León XIV es el primer agustino en ser nombrado Papa.

Breves datos

Nacido en Chicago, el Papa Leo asistió a un seminario de escuela secundaria agustiniana, cerca de Holland, Michigan, y luego a la Universidad de Villanova, donde se especializó en matemáticas, antes de ingresar al noviciado agustino en St. Louis en 1977. Profesó sus primeros votos en 1978 y los últimos votos en 1981. Fue ordenado sacerdote al año siguiente.

Trabajo misionero en Perú 

Sus ministerios como joven sacerdote incluyeron el trabajo misionero en Perú y la formación de seminarios antes de convertirse en provincial de la provincia del Medio Oeste de su Orden, con sede en Chicago, Nuestra Madre del Buen Consejo, y luego en líder mundial de su Orden, un puesto que ocupó durante dos mandatos de seis años.

Los agustinos de todo el mundo recibieron con alegría la noticia de un obispo agustino. El jefe de la provincia agustiniana del Medio Oeste, el Padre provincial Anthony B. Pizzo, dijo el 8 de mayo que la comunidad celebró la noticia de la elección del Papa Leo y que “es un honor que sea uno de los nuestros, un hermano formado en el inquieto corazón de la Orden Agustina”.

“Constructor de puentes”

“Lo vemos como un constructor de puentes, arraigado en el espíritu de San Agustín, caminando hacia adelante con toda la Iglesia como compañero en el viaje”, dijo.

Tras identificarse como agustino en la logia de San Pedro el 8 de mayo, el Papa León citó a San Agustín: “Para ti soy obispo, contigo soy cristiano”.

«En este sentido, todos podemos caminar juntos hacia esa patria que Dios ha preparado», añadió. 

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Maria Wiering es escritora senior de OSV News.

El autorOSV / Omnes

Vaticano

El Papa pide a los periodistas “decir ‘no’ a la guerra de las palabras y las imágenes”

La primera audiencia del pontificado ha sido con los comunicadores que han cubierto el Cónclave. Ha agradecido su trabajo, les ha llamado “operadores de paz” y les ha pedido “rechazar el paradigma de la guerra”.

Maria Candela Temes·12 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 3 minutos

Esta mañana ha tenido lugar en el aula Pablo VI, en el Vaticano, la primera audiencia del Papa León XIV, que ha querido reunirse -como hizo su predecesor- con la prensa que estos días han cubierto el cónclave. El pontífice ha sido recibido con un fuerte aplauso y, con un sentido del humor que vamos descubriendo, ha comentado que el mérito no está en recibir los aplausos al inicio, sino en ser capaz de mantenerlos hasta el final.

Sus palabras han sido un homenaje al trabajo de los informadores y un llamamiento a la paz. No ha faltado una referencia a la Inteligencia Artificial. De nuevo ha usado la expresión “desarmada y desarmante”, esta vez aplicada a la comunicación. Son temas y modos de decir que se van repitiendo y que nos dan pistas de por dónde se articulará este pontificado.

Rechazar el paradigma de la guerra

Partiendo de la bienaventuranza en la que Jesús dice: “beatos los que trabajan por la paz”, ha comentado que construir la paz es un desafío “que os concierne de cerca, llamando a cada uno al compromiso de buscar una comunicación diferente, que no busque el consenso a toda costa, que no se disfrace de palabras agresivas, que no abrace el modelo de la competición, que nunca separe la búsqueda de la verdad del amor con el que humildemente debemos buscarla”. 

Ha asegurado que “el modo en que comunicamos es de vital importancia: debemos decir ‘no’ a la guerra de las palabras y las imágenes, debemos rechazar el paradigma de la guerra”. 

Un fuerte aplauso ha seguido al momento en que el Papa ha expresado “la solidaridad de la Iglesia con los periodistas encarcelados por haber buscado y contado la verdad” y ha pedido su liberación: “El sufrimiento de los periodistas en prisión interpela la conciencia de las naciones y de la comunidad internacional, apelando a todos nosotros a custodiar el bien precioso de la libertad de expresión y de prensa”. 

Salir de la ‘torre de Babel’

León XIV ha agradecido el trabajo de los comunicadores -”gracias, queridos amigos, por vuestro servicio a la verdad”-, en especial en estas últimas semanas: “Habéis estado aquí en Roma para hablar de la Iglesia, de su variedad y, al mismo tiempo, de su unidad”. 

Ha añadido que “vivimos tiempos difíciles de recorrer y de contar”, que exigen de cada uno “no ceder a la mediocridad”. “La Iglesia”, ha continuado, “debe aceptar el desafío del tiempo y, del mismo modo, no puede haber una comunicación ni un periodismo fuera del tiempo y de la historia. Como nos recuerda san Agustín: ‘Vivamos bien y los tiempos serán buenos. Nosotros somos el tiempo’”. 

De nuevo ha dado las gracias por “salir de los estereotipos y lugares comunes”, y ha comentado que “hoy uno de los desafíos más importantes es aquel de promover una comunicación capaz de hacernos salir de la ‘torre de Babel’ en la que nos encontramos tantas veces, de la confusión de los lenguajes sin amor, a menudo ideológicos o facciosos”. 

“La comunicación”, ha recordado, “no es sólo transmisión de información, sino creación de cultura, de ambientes humanos y digitales que lleguen a ser espacios de diálogo y convivencia”. No han faltado unas palabras a la actual evolución tecnológica -de la cual deriva la elección del nombre León XIV-: “Pienso en particular a la inteligencia artificial con su potencial inmenso, que exige responsabilidad y discernimiento para orientar los instrumentos al bien de todos, de modo que podamos producir beneficios para la humanidad”. 

Desarmemos las palabras

El pontificado recién estrenado ha sido acogido con novedad por los medios de comunicación, que estos días analizan cada aspecto de la biografía de Robert Prevost, cada frase, comentario o actuación. El Papa se ha mostrado abierto y acogedor esta mañana con los periodistas: “Queridos amigos, aprenderemos con el tiempo a conocernos mejor”. 

Haciéndose eco del último mensaje del Papa Francisco en la Jornada Mundial de las Comunicaciones sociales, ha repetido: “lo que hace falta no es una comunicación atronadora y musculosa, sino una comunicación capaz de escuchar, de recoger la voz de los débiles que no tienen voz. Desarmemos las palabras y ayudaremos a desarmar la Tierra. Desarmar la comunicación nos permite compartir una visión diferente del mundo y actuar de forma coherente con nuestra dignidad humana”.

Y ha concluido: “Estáis en primera línea para narrar conflictos y esperanzas de paz, situaciones de injusticia y pobreza, y el trabajo silencioso de tantos por un mundo mejor. Por eso os pido que elijáis consciente y valientemente el camino de comunicar la paz”.

El Papa se ha acercado luego a saludar a los cientos de periodistas ahí presentes, que lo han despedido -hasta el final- con un aplauso.

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Evangelización

Santo Domingo de la Calzada y beato Álvaro del Portillo

La Iglesia celebra el 12 de mayo a santo Domingo de la Calzada, impulsor del Camino de Santiago, y a los beatos Álvaro del Portillo, obispo y primer sucesor de san Josemaría en el Opus Dei, y Juana de Portugal, entre otros. También a san Pancracio y otros mártires romanos, o al croata san Leopoldo Mandic de Castelnovo.  

Francisco Otamendi·12 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos

La liturgia conmemora el 12 de mayo a santo Domingo de la Calzada, natural de Viloria de Rioja (Burgos), personaje clave en la expansión y desarrollo del Camino de Santiago. También al beato Álvaro del Portillo, madrileño que permaneció 40 años junto a san Josemaría, fundador del Opus Dei, y fue su primer sucesor, y luego obispo.

El santoral acoge asimismo hoy a varios mártires romanos, como san Pancracio, y a otros santos como Leopoldo Mandic de Castelnovo, confesor durante 40 años en Padua, Cirilo, Epifanio de Salamina, Felipe de Agura o Germán de Constantinopla.

Santo Domingo, promotor de la Ruta Jacobea

Domingo García o Domingo de la Calzada (1019-1109), nació de padres labradores en Viloria de Rioja y murió en la localidad que posteriormente adquirió su nombre, Santo Domingo de la Calzada. Intentó ingresar sin éxito en los monasterios benedictinos de Valvanera y San Millán de la Cogolla, tras lo cual se retiró a la vida contemplativa en un bosque de la vega del río Oja. Allí vio las penurias de los peregrinos, y nacieron sus inquietudes constructivas. 

El obispo de Ostia le tomó como asistente, le ordenó sacerdote, y santo Domingo se dedicó a facilitar el camino de los peregrinos que se dirigían a Santiago de Compostela. Construyó una calzada, promovió un albergue, con hospital, iglesia y pozo. El santuario se convertiría en la catedral de Santo Domingo de la Calzada en el año 1106. Su fe y entusiasmo contagió a mucha gente. Con apoyo del rey Alfonso VI, asumió la realización de obras de la Ruta Jacobea. Se le atribuyeron milagros.

Beato Álvaro: fidelidad a la vocación

Álvaro del Portillo nació en Madrid (España) el 11 de marzo de 1914, tercero de ocho hermanos, en una familia cristiana. Era doctor Ingeniero de Caminos y doctor en Filosofía y en Derecho Canónico, sacerdote y fue ordenado obispo por san Juan Pablo II.

Su fiesta se celebra el 12 de mayo, fecha en que recibió la Primera Comunión en la ahora basílica de Nuestra Señora de la Concepción de Madrid. Vivió con fidelidad plena la vocación al Opus Dei, mediante la santificación del trabajo profesional y el cumplimiento de los deberes ordinarios, y desarrolló una amplia actividad apostólica. 

El beato Álvaro del Portillo fue consultor de varios Dicasterios de la Curia Romana y tuvo una activa participación en los trabajos del Concilio Vaticano II. Previamente al cónclave en el que ha sido elegido Papa León XIV, la web del Opus Dei recordó algunas palabras suyas antes de otros cónclaves: “Donde está Pedro, allí está la Iglesia”, “Sea quien sea: alto o bajo, gordo o flaco, de esa nacionalidad o la otra, es Pedro”. 

“Amad mucho al Papa”

Y más del beato Álvaro: “Sé que encomendáis, perseverando unánimemente en la oración, al Papa que ha de venir, fieles a las enseñanzas y al ejemplo de san Josemaría en circunstancias análogas. ‘¡Ya lo queremos!’, decía san Josemaría en tiempo de sede vacante refiriéndose al futuro Sumo Pontífice. Pues vamos a quererlo nosotros también, rezando, rezando mucho”. (Carta, 29-IX-1978). “Amad mucho al Papa con obras de servicio fiel a la Iglesia” (Carta, 9-I-1980). 

El autorFrancisco Otamendi

Experiencias

Una nueva mirada al sacramento de la confesión

Hijos frágiles de un Dios vulnerable plantea una profunda reflexión sobre el modo de confesarse. La confesión en la era posmoderna enfrenta desafíos novedosos. La cultura de la eficiencia genera angustia en los fieles, quienes ven el sacramento como una rendición de cuentas en vez de un encuentro de misericordia divina. La verdadera confesión implica reconocer la propia fragilidad, recibir el amor de Dios y dejarse transformar por su gracia. 

José Fernández Castiella·12 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 13 minutos

Lo que Dios da a los hombres para su salvación no son donativos sino regalos. Ciertamente, los medios para la salvación son útiles para alcanzarla. Pero, por encima de su utilidad para lo que podemos alcanzar está el hecho de que hacen presente a Dios. Mejor dicho, no son solo un recuerdo, sino que es Dios quien se hace presente en sus regalos, que son los sacramentos y la oración. Desde esa admiración y la expectativa de un encuentro asombroso debe considerar el cristiano la recepción de los sacramentos: siempre los mismos y siempre distintos. En este artículo nos referiremos a la confesión proponiendo una mirada nueva. Cuando nos relacionamos con objetos, o incluso con animales, podemos prever todo lo que va a ocurrir y dominar la situación. Cuando el encuentro es personal, en cambio, no todo es anticipable y hemos de estar abiertos a la escucha del otro y adecuar nuestras interacciones. Si el otro es Dios, la apertura a la sorpresa es un requisito insoslayable. No podemos acudir a los sacramentos con la expectativa de que va a ocurrir lo que ya sabíamos, aunque sepamos que de la confesión de los pecados se obtenga el perdón. Cada encuentro con el Creador es inefable, único e irrepetible, incluso cuando el penitente, los pecados y el confesor sean los mismos.

Revitalización de la confesión

Juan Pablo II impulsó la recuperación de la confesión convocando un sínodo y publicando en 1984 la exhortación apostólica Reconciliatio et paenitentia, donde advirtió sobre la pérdida del sentido del pecado y reafirmó la doctrina del sacramento de la penitencia. Como resultado, se implementaron numerosas iniciativas pastorales, como la ampliación de horarios de confesión, la recuperación del confesionario y la catequesis sobre el pecado y el perdón. 

Actualmente, aunque la cultura de la confesión se ha revitalizado en los lugares donde se siguieron las propuestas del Papa polaco, la revolución digital y los cambios acelerados en la sociedad plantean nuevos desafíos y oportunidades para una comprensión más profunda del sacramento. Vivimos cambios constantes que suceden a una velocidad vertiginosa. En ese sentido, podemos decir que pertenecemos a una sociedad que vive acelerada porque se debe adaptar a los cambios sin tiempo para metabolizarlos. 

La crisis posmoderna

La presión de lo social y lo nuevo ha dado lugar a un sujeto hiperestimulado y, como consecuencia, analfabeto afectivo por su carencia de interioridad. Aunque hayan aumentado el grado de bienestar y la calidad de los servicios es innegable que se ha producido una crisis antropológica, que se manifiesta en personalidades ansiosas, heridas afectivas profundas, soledad, patologías psíquicas y, por desgracia, una tasa de suicidios en personas jóvenes desconocida en otras épocas históricas. 

La cultura del éxito ha degenerado en una relación desordenada con el trabajo y en permanente competencia con los iguales. Encontramos a un sujeto emotivista y desarraigado. 

Consecuencias para la confesión

Si se tiene en cuenta esta coyuntura cultural, es necesario poner el énfasis en la consecuencia consoladora del sacramento de la confesión para que no se transforme en un lugar de frustración personal. Seguir incidiendo en la necesidad de ser concisos y concretos en la acusación de las culpas puede tener como consecuencia la profundización en el voluntarismo perfeccionista que caracteriza a los hijos de nuestro tiempo. 

Buenismo

Por una parte, es necesario seguir profundizando en el sentido del pecado, tal como advertía Juan Pablo II. Hoy día tendemos a considerar la libertad sin distinguir entre lo natural y lo espontáneo. Pensamos que todo lo que nos nace de dentro es natural y no nos consideramos culpables ni de malos pensamientos, ni de malas intenciones. Cuando realizamos acciones malas, buscamos culpables a los que atribuirles la causa de nuestra mala acción, o pensamos que cualquiera hubiera actuado igual en las circunstancias que nos llevaron a ser injustos. Esto es lo que coloquialmente se conoce como buenismo. Por ejemplo, si doy una respuesta agresiva y desproporcionada a un conductor que se me cruza indebidamente en la carretera, pensaré que él tiene la culpa de mi reacción injusta o que cualquiera hubiera hecho lo mismo. 

Utilitarismo

Además, la cultura consumista y el lenguaje utilitarista han trascendido el espacio económico y mercantil y han colonizado ámbitos como la educación y la propia percepción personal. Byung Chul-Han, por ejemplo, describe al hombre posmoderno como sujeto de rendimiento. Alguien sometido a una presión social de eficacia y eficiencia que le lleva a vivir frente a sí mismo según las exigencias sociales de excelencia en los resultados, en detrimento del bienestar personal y cuidado de las relaciones. 

De esta autovaloración puede nacer una concepción del sacramento de la confesión como lugar en el que dar cuenta de la falta de rendimiento, con la expectativa de obtener motivación y fuerza para seguir tratando de ser socialmente eficiente. Evidentemente, la distorsión que subyace en esta visión acerca de la percepción de la valía y de la vocación personal genera cristianos ansiosos y frustrados por no sentirse a la altura de su vocación cristiana. Así se entiende la insistencia del Papa Francisco en que la confesión sea lugar de misericordia y no cadalso de tortura psíquica y espiritual.

Consumismo 

Además, los estilos de vida consumistas se extienden a la relación con los medios espirituales y dan lugar a instrumentalizaciones de los sacramentos, a los que se acude para solucionar un problema o cumplir un precepto. Se asiste a la Misa dominical como una relación de intercambio que eclipsa la dimensión del encuentro: se cumple el precepto por las consecuencias que tiene de ganar la vida eterna, pero apenas participa de la celebración del misterio de Dios, de la escucha de su Palabra, etc. Incluso se da por buena la idea de ir a Misa “para confesarse y poder comulgar”. 

Algo parecido a aprovechar un dos por uno, aunque la confesión sea precipitada, o durante la lectura del Evangelio o incluso en la consagración. Esta conducta revela que, junto a la innegable buena intención del penitente, hay una profunda falta de sentido litúrgico y de comprensión del sacramento. Se acude para obtener algo en lugar de para encontrarse con alguien.

Narcisismo

Otra distorsión típica respecto a los sacramentos de nuestra época es la actitud narcisista en la consideración del pecado. El sujeto de rendimiento considera el pecado como un error que debería haber evitado y reconoce no haberlo hecho. Cuando se acusa de esa falta, puede tener más en cuenta su imperfección que la ofensa a Dios. De hecho, puede ocurrir que pida perdón por errores que no comportan ninguna ofensa y que no tenga en cuenta pecados que nacen de la herida profunda, por el hecho de que no se hacen patentes en su conducta. 

El narcisismo nos mueve a una autorreferencialidad de la que también nos advierte el Papa Francisco, en la que no se distingue el sentimiento de culpa, que es un estado psicológico y personal, de la conciencia de pecado que, partiendo del sentimiento de culpa, lo refiere a la relación personal con Dios y pasa del ámbito psicológico a la dimensión teológica de relación con el Creador. Un rasgo del narcisismo es la apariencia de estar pidiéndose perdón a sí mismo por no haber sido como debería.

Atrofias e hipertrofias

Todas estas distorsiones relacionadas con el sacramento de la confesión revelan defectos y excesos del corazón del sujeto de rendimiento que quiere vivir su vida cristiana. 

El primer gran defecto es la idea misma de Dios. El cristiano tiende a considerarse alguien que debe estar a la altura de su condición y, al modo como lo hacen los calvinistas, atribuye al Creador una expectativa de éxito en la vida profesional, familiar, de relación y evangelizadora, a partir de la cual juzgará su crecimiento en santidad personal. Esta visión equivocada de Dios termina en un estado de acedia espiritual por desesperanza o en una rigidez perfeccionista pusilánime, que reduce sus luchas a aquello que puede controlar.

El segundo defecto es la concepción de la gracia de Dios como una ayuda extrínseca para conseguir hacer el bien que uno no puede hacer con sus fuerzas. Una especie de vitamina espiritual con la que alcanzar cotas más altas de santidad. Esto da lugar a una frustración de fondo al comprobar que la frecuencia de sacramentos no mejora los resultados que se obtienen. Entonces se angustia pensando que su problema es la falta de fe, porque no confía en ellos con suficiente intensidad. Como, evidentemente, la gracia no sustituye a la libertad y tampoco es lo que el sujeto de rendimiento supone, termina claudicando y tratando de sintetizar su sentido religioso y su desesperanza, con formas incoherentes de comportamiento que agravan más la crisis. Finalmente, se traduce en un cristianismo de forma que oculta un agnosticismo de fondo.

Angustia y fragilidad del cristiano

Los excesos del sujeto de rendimiento en su relación con Dios se pueden sintetizar en uno: el miedo. Por eso acude a la confesión de forma ansiosa, superficial, reiterativa e instrumental. Le angustian sus pecados y se los quiere quitar como quien lava una mancha que vuelve a aparecer. El rito de la confesión se le hace prescindible y repite las palabras como si fuera una fórmula mágica para obtener el resultado que espera. Tampoco busca abrir el alma para mostrarla a Cristo, sino solo decir aquello que le aflige esperando las palabras mágicas de la absolución, para volver a empezar de cero

Ante esta fragilidad Dios no permanece indiferente. El amor por sus hijos le pone alerta y le inclina a favor de ellos. Como la incapacidad y desamparo de un niño pequeño suscita en sus padres toda la ternura que les mueve a un cuidado constante e incondicional. La pregunta que hace Dios al hombre no es qué has hecho sino qué te pasa. Esta distinción es crucial para entender la confesión, porque lo que nos pasa lo conocemos a través de los síntomas, que se manifiestan en lo que hemos hecho. Pero la confesión no es una rendición de cuentas sobre lo que hemos hecho mal, sino la búsqueda del qué me pasa a partir de lo que he hecho

Del pecado a la herida

En otras palabras, hace falta distinguir (sin separar) el pecado de la herida para entender que, en la confesión, Dios perdona los pecados que confesamos, pero besa las heridas de sus hijos y se queda con ellos. Los pecados se perdonan pero las heridas permanecen y Dios en ellas. Por eso, la expectativa de la confesión no es que algún día llegaremos a evitarlos, sino la de transformar el pecado en lugar de encuentro amoroso. Como la enfermedad del niño es el motivo por el que los padres vinculan con él de modo más tierno, profundo e incondicional, Dios nos quiere como un Padre que tiene lazos más estrechos con sus hijos más necesitados.

No debemos entender el pecado como una ofensa que podamos infligir directamente a Dios. Existe un abismo entre su Ser y el nuestro. Por grandes e intensos que sean nuestros pecados, no llegan a dañar el ser de Dios. El motivo por el que existe la ofensa es que el amor siempre espera respuesta. No es verdad que amar sea sin dar nada a cambio. Por ser una relación, siempre tiene la esperanza de una reciprocidad. Es verdad que el amor verdadero se da aunque no reciba nada a cambio, pero eso no significa que no lo espere. En eso consiste precisamente la vulnerabilidad del amante: se expone gratuitamente a la posibilidad de ser rechazado o de no ser correspondido. Es la misma lógica del regalo: quien lo hace espera que al otro, al menos, le guste o le alegre. La indiferencia o rechazo del regalo producen la ofensa al donante. El pecado como ofensa a Dios consiste en rechazar o no acoger el amor que nos ofrece. Al dar regalos, Dios se da a sí mismo, como decíamos al principio de este artículo. En eso consiste su vulnerabilidad.

La actitud correcta

Por tanto, el modo justo de acudir a la confesión es como quien se dispone a recibir un regalo precioso de alguien que le quiere mucho. Eso motiva la confesión de los pecados -tras un buen examen de conciencia, con la oportuna distinción en número y especie de los mortales, etc.- y la apertura del corazón para acoger el amor que Dios ofrece. Así se supera la visión legalista de la mera rendición de cuentas y las atrofias e hipertrofias a las que nos referíamos más arriba.

El buenismo ha dado lugar a una confusión típica de nuestra época, que consiste identificar el pedir disculpas con pedir perdón. A estas expresiones se las da por sinónimas, cuando en realidad tienen significados opuestos. Dis-culparse es reconocer un daño causado a alguien, pero solicitar que no se le impute porque ha tenido lugar por motivos ajenos a la voluntad del donante. Uno se disculpa cuando llega tarde a una cita a causa de un atasco, o de un deficiente funcionamiento de los servicios de transporte, etc. Quien pide disculpas está solicitando algo a lo que tiene derecho: pues si no tuvo culpa no se le puede imputar. Es justo que se le conceda.

Por el contrario, pedir perdón nace del reconocimiento de una culpa que sí es imputable al agente. Quien pide perdón está suplicando que se le conceda algo que no merece, pues actuó injustamente por negligencia o dolo. De forma que se sitúa en una situación de inferioridad y apela a la grandeza de corazón del ofendido. Solo se lo podrá otorgar si le tiene un amor por encima de sus culpas y acepta con generosidad remitirle la culpa y cancelar el rencor y el deseo de venganza, aunque la ofensa pueda haber dado lugar a un daño irreparable. Quien pide perdón se humilla porque no reclama algo que le corresponde, sino un bien que suplica.

El drama del buenismo

El buenista entiende que las causas de sus malas acciones están fuera de él porque, como hemos explicado antes, confunde la causa con el detonante. Esto le lleva a considerar la petición de perdón como una posición de debilidad intolerable y la petición de disculpas necesita llenarla de argumentos, por lo que no pone el acento en la ofensa sino en la buena intención que le disculpan. Su tranquilidad proviene más de su propio propósito de no reincidir en el daño que en el amor de quien le perdona. Por eso la confesión manifiesta y promueve su inmaduro voluntarismo, en lugar del abandono real en la misericordia de Dios. 

Arrodillarse ante Dios, mostrar las heridas y acusarse de los pecados cometidos es profundamente consolador porque uno siempre encuentra el corazón de Dios dispuesto al perdón y a la transformación. Dios no nos quiere por aquello que hacemos bien sino porque somos sus hijos y nos dejamos querer. En nuestra lucha por hacer cosas buenas reconoce nuestra buena voluntad y se conmueve, pero no necesita de ellas para querernos. Le importa más que nos dejemos querer tal como somos, sin crear una imagen de nosotros mismos sobre la base de los que, supuestamente, deberíamos ser.

Ser realmente bueno

Quien se conoce con suficiente profundidad y madurez sabe de su precariedad respecto al deseo de plenitud, agravado por la infección del pecado, que se manifiesta en la desviación de la intención y de las motivaciones que lr mueven, incluso cuando actúa bien. Así, no se sorprende de hacer cosas aparentemente buenas pero que, por estar realizadas con mala intención o por motivos injustos, no le llevan a ser mejor persona sino a empeorar. Esta distinción entre hacer algo bien y ser bueno es también crucial para entender la confesión. 

Los reproches de Jesús a los fariseos que aparecen en el Evangelio son, en su mayoría, porque realizan buenas acciones, pero su corazón no es bueno. Los motivos son de vanidad, de ejercicio de poder o de desprecio a otro, incluso en el cumplimiento de sus deberes o en el ejercicio del culto. Al contemplar sus buenas obras se sienten dignos de mérito y de la benevolencia de Dios. Sin embargo, Jesús dirige a ellos las peores invectivas e insultos: raza de víboras, sepulcros blanqueados, ¡ay de vosotros, fariseos hipócritas!, etc. 

Indudablemente el cristiano ha de esforzarse por hacer cosas bien y cuidar del mundo y de los demás. Sin embargo, no debe cifrar en eso su santidad o su cercanía a Dios. Es necesario que conozca la desviación de sus motivaciones e intenciones al hacer cosas malas, indiferentes o buenas y que se dé cuenta de que esa distorsión malogra la bondad personal que pretende en su acción. Ahí su fragilidad y la infección de la herida necesita de la compañía y de una transformación que solo Dios puede obrar. 

Belleza tras el dolor

Precisamente en esa consideración de su falta de belleza interior encontrará a Cristo en su pasión como -el más bello de los hombres-  (Sal. 45, 3), cuya belleza ha sido eclipsada por el dolor (Is 53, 2). Jesús encarna al comerciante de perlas finas que, al encontrar una de gran valor, vende todo cuanto tiene y compra esa perla (Mt 13, 45-47). Su vender todo cuanto tenía es el abajamiento del Verbo de Dios a su condición de hombre y además humillado hasta la muerte (Flp 2, 5) y la perla de gran valor es el corazón del pecador. 

El penitente que acude con esa visión a la confesión busca sentirse así valorado por el mismo Dios hecho hombre, a pesar de los pecados que empañan esa perla que es su corazón. Se goza en la misericordia inasequible a la desesperanza del mismo Creador. Deja que sea el amor de Dios el que le considere bueno a pesar de todo el mal realizado. De ese asombro agradecido nacerá un natural esfuerzo por hacer cosas bien, pero no cifrará en el resultado de su empeño su valía ante Dios.

El verdadero yo

El perfeccionismo nos lleva a juzgarnos según una imagen idealizada de nosotros mismos, generando insatisfacción. Si bien es natural aspirar a la plenitud, la madurez implica aceptar la realidad con autenticidad, tal como nos ve Dios, quien no exige perfección ni eficiencia. La verdadera madurez no consiste en fingir un estándar inalcanzable, sino en presentarnos con honestidad, entendiendo que errar y no alcanzar todas nuestras metas no es una ofensa.

La materia de confesión no son tanto las equivocaciones como la ruptura de los vínculos con Dios o con los demás. Es decir, el desorden de los amores. La imagen irreal de sí mismo hace que el penitente no se pueda encontrar con Dios porque él mismo está ausente en ese encuentro. No comparece él sino una imagen falsa de sí mismo. Ahí no hay encuentro, sino apariencia. Por eso tampoco hay consuelo, sino angustia.

Examinar la conciencia

Las preguntas que se ofrecen como examen de conciencia pueden servir como las muletas a quien está cojo. Son un subsidio válido para el que no tiene destreza o hábito en el trato con Dios, pero son inútiles o incluso contraproducentes para quien está sano. Usar muletas cuando se puede caminar bien reduce el paso e impide un movimiento armónico del cuerpo. 

De igual forma, quien examina su conciencia a partir de una lista de pecados no alcanza a las motivaciones e intenciones que dieron lugar a acciones aparentemente buenas, pero que ensuciaron su corazón y resquebrajaron vínculos personales.

Del sentido de culpa a la conciencia de pecado

El sentido de culpa ha de ser sometido a examen, en eso consiste el discernimiento, a partir de las relaciones personales significativas. Es decir, pasar del sentido de culpa a la conciencia de pecado, por la ofensa a Dios o a los demás que puede revelar (o no) ese sentimiento de culpa.

El cristiano posmoderno está afectado por heridas afectivas y tensiones internas, sometido a ritmos de trabajo y de vida que superan su capacidad de adaptación e inmerso en una cultura de competencia contra sus iguales. Corre el peligro de interpretar en clave individualista y narcisista su relación con Dios y, como consecuencia, acudir a los medios de salvación con mentalidad y expectativas que no responden a la misericordia de Dios. 

Pastoral de una confesión sanadora

Existe una emergencia de replantear la evangelización sin menoscabo de la integridad del dogma y de la doctrina católica, sino esclareciendo aspectos del misterio de la relación de Dios con los hombres que hagan justicia al amor de Dios por los hombres: “Nosotros hemos conocido y creído en el amor que Dios nos tiene” (1 Jn 4, 16). Esta emergencia pasa por una pastoral muy centrada en Jesucristo, que prime la relación sobre el intercambio, que dote de sentido litúrgico profundo a los fieles y que se apoye en una antropología en la que el ser es antes que el estar, y el estar antes que el hacer. El fiel no debe buscar algo en Dios, sino a alguien.

El rito como esplendor de la misericordia

Lo mismo ocurre cuando un hombre le pide matrimonio a su novia. No basta la información. Hay que expresar la intensidad e importancia del momento en un paisaje adecuado, arrodillándose, ofreciendo un anillo, etc. Estas acciones permiten experimentar intensa y vitalmente la unión afectiva y proyectiva de esas personas. El rito de la confesión, al igual que el de la Misa, es una bella gestualización del encuentro entre el penitente y Dios. Se toman palabras de encuentros entre san Pedro y Jesús que marcaron biográficamente la vida del primer Papa. El penitente, arrodillado, escucha del sacerdote que el acontecimiento de su perdón ocurre en su propio corazón. Además, la fórmula de la absolución apela a la Trinidad, a la Virgen, a los santos, etc., y se imparte en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. El mismo nombre en el que fuimos bautizados. Todas esas frases no son un protocolo que hay que cumplir, sino la expresión simbólica del acontecimiento del encuentro. Vale la pena preparar la confesión desde esas escenas del evangelio tan expresivas y meditando la fórmula de la absolución. En ese contexto, la confesión de los pecados resulta gozosa y consoladora, porque el penitente experimenta el perdón de las ofensas y el beso en sus heridas. Sale confortado, consolado y deseoso de vivir siempre unido a su Señor.

Hijos frágiles de un Dios vulnerable

Autor: José Fernández Castiella
Editorial: Cristiandad
Año: 2025
Número de páginas: 172
Idioma: Castellano
El autorJosé Fernández Castiella

Sacerdote y doctor en Teología Moral. Autor de Hijos frágiles de un Dios vulnerable (Cristiandad, 2025).

Vaticano

León XIV en su primer Regina Coeli: “Me dirijo a los grandes del mundo: ¡nunca más la guerra!”

El Pontífice, con una Plaza de San Pedro a rebosar, ha recordado que se acaban de cumplir 80 años del final de la Segunda Guerra Mundial y ha dirigido una petición vigorosa a los líderes mundiales por la consecución de la paz.

Maria Candela Temes·11 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 4 minutos

Esta mañana el Papa León XIV se ha asomado por segunda vez al balcón central de la fachada de San Pedro para el rezo del Regina Coeli junto a una plaza llena hasta la bandera (y llena de banderas). Lo hemos visto aparecer con la misma sonrisa tímida y conmovida con que nos saludó el pasado jueves por la tarde, tras la fumata blanca, en respuesta a una multitud que lo ha acogido gritando con entusiasmo su nuevo nombre: “¡Leone!”.

Aunque ha amanecido un día nublado y algo desapacible, 100.000 personas han querido acercarse al Vaticano y a las calles adyacentes para acompañar al pontífice en su primer acto litúrgico oficial con los fieles. Son las jornadas iniciales de su ministerio petrino recién estrenado.

Todo en el nuevo pontífice, cada gesto y cada palabra, es una síntesis de sus predecesores llena de significado. Como ha señalado un cardenal, no es una fotocopia, sino una sucesión. Toma expresiones de Francisco, tiene la sonrisa tímida y la mirada inteligente de Benedicto, cita con vigor a san Juan Pablo II al dirigirse a los jóvenes y a san Pablo VI al apelar al cese de las guerras. 

Una bonita coincidencia

Tras saludar a los presentes con un: “Queridos hermanos y hermanas, ¡buen domingo!”, al estilo de Francisco, el Papa ha comenzado diciendo: “Considero un don de Dios el hecho de que el primer domingo de mi servicio como obispo de Roma sea aquel del Buen Pastor”. Su predicación ha tenido un marcado acento cristocéntrico: “En este domingo siempre se proclama en la misa el Evangelio de Juan, capítulo 10, en el cual Jesús se revela como el verdadero pastor, que ama y conoce a sus ovejas, y por ellas da la vida”.

Es el cuarto domingo de Pascua, y el pontífice ha recordado que “desde hace 62 años se celebra la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones”. Luego ha señalado que “también hoy Roma acoge el Jubileo de las bandas musicales y de los espectáculos populares. Saludo con afecto a todos estos peregrinos y les doy las gracias porque con su música y su representación llenan de alegría la fiesta de Cristo Bueno Pastor”. 

Es cierto que estas bandas han animado la espera en la Plaza antes de que llegara el Papa y, entre otras canciones, alguna de ellas se ha lanzado con el YMCA de Village People, en un homenaje sorprendente al primer sucesor de Pedro de origen norteamericano.

El Buen Pastor y la Jornada de las vocaciones

De nuevo las palabras de León XIV se han referido al pastor divino: “Es Él quien guía a la Iglesia con su Espíritu Santo. Jesús en el Evangelio afirma que conoce a sus ovejas y que ellas escuchan su voz y lo siguen. En efecto, como enseña el Papa San Gregorio Magno, las personas corresponden al amor de quien las ama”. 

Y ha proseguido: “Hoy tengo la alegría de rezar con vosotros y con todo el pueblo de Dios por las vocaciones, especialmente al sacerdocio y a la vida religiosa. ¡La Iglesia tiene tanta necesidad de ellas!”. 

Su pensamiento se ha dirigido a los jóvenes: “Es importante que los y las jóvenes encuentren en nuestras comunidades acogida, escucha y aliento en su camino vocacional, y que puedan contar con modelos creíbles de dedicación generosa a Dios y a los hermanos”. 

Más adelante, les ha hecho un ruego muy concreto, que enseguida ha hecho pensar en el grito de Juan Pablo II pronunciado en el mismo lugar el 16 de octubre de 1978: “A los jóvenes os digo: ¡no tengáis miedo! Aceptad la invitación de la Iglesia y de Cristo Nuestro Señor. La Virgen María, cuya vida fue toda una respuesta a la llamada del Señor, nos acompañe siempre en el seguimiento de Jesús”.

Súplica por la paz

La experiencia de pastor de León XIV se deja ver cuando no ha recitado, sino que ha cantado con voz potente el Regina Coeli. Luego ha impartido por segunda vez la bendición y tras este gesto la plaza ha estallado en aplausos y gritos de “¡Viva el Papa!”. 

Ha recordado entonces que esta semana, el día 8, se han cumplido 80 años del final de la Segunda Guerra Mundial, “después de haber causado 60 millones de víctimas”. Con expresión bergogliana, ha solicitado: “en el escenario actual de una Tercera Guerra Mundial a trozos, como tantas veces ha afirmado el Papa Francisco, me dirijo también yo a los grandes del mundo, repitiendo la petición siempre actual:  ¡Nunca más la guerra!”. 

Estos días ha circulado en internet un vídeo reciente del cardenal Prevost hablando sobre la situación en Ucrania. No han faltado palabras para este país: “Llevo en mi corazón el sufrimiento del amado pueblo ucraniano. Se haga lo posible para lograr cuanto antes una paz auténtica, justa y duradera. Sean liberados todos los prisioneros y que los niños puedan volver con sus familias”. 

También Tierra Santa ha estado presente en su discurso: “Me llena de profundo dolor cuanto ocurre en la franja de Gaza. Cese inmediatamente el fuego, se preste ayuda humanitaria a la extremada población civil y sean liberados todos los rehenes”. 

Los fieles han ido respondiendo a estas peticiones con un aplauso de apoyo. “He acogido, en cambio, con satisfacción el anuncio del cese del fuego entre India y Pakistán, y espero que a través de las próximas negociaciones pronto se pueda llegar a un acuerdo duradero”.

El Papa ha puesto estos deseos de paz en las manos de la Virgen: “¡Pero cuántos otros conflictos hay en el mundo! Confío a la Reina de la Paz esta apelación, para que sea Ella quien la presente al Señor Jesús para obtener para nosotros el milagro de la paz”. 

Saludo a las madres

El pontífice ha ido saludando a los distintos grupos de peregrinos que hoy estaban presentes en la Plaza. Sus palabras han reflejado su dominio de varias lenguas, y entre un saludo y otro levantaba la mirada buscando el contacto visual con quienes respondían con gritos y aplausos a su mención. 

No ha faltado un comentario a las madres, puesto que “hoy se celebra en Italia y en otros países la fiesta de la madre. Dirijo un cariñoso saludo a todas las madres, con una oración por ellas, también por las que ya están en el Cielo. ¡Buena fiesta a todas las madres!”.

Horas antes de recitar la oración mariana León XIV ha celebrado la Santa Misa en la Grutas Vaticanas, en el altar situado junto a la tumba del Apóstol Pedro. Ha concelebrado con él el Prior General de la orden de los agustinos, el padre Alejando Moral Antón. Luego el Papa se ha detenido a rezar ante las tumbas de sus predecesores.

Con su simplicidad y su capacidad de aunar diferentes sensibilidades, el nuevo Papa se está ganando, día por día, el afecto de la ciudad de Roma y del mundo.

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Vaticano

«Claridad doctrinal, gobierno fuerte y nombramientos bien pensados» las expectativas de George Weigel para el nuevo papado

Entrevista al famoso biógrafo de Juan Pablo II, George Weigel, sobre León XIV y sus expectativas en el pontificado.

OSV / Omnes·11 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 3 minutos

Por Paulina Guzik, OSV News

Han pasado sólo unos días desde la elección del Papa León XIV, pero el 266° sucesor de Pedro ya ha dado una pista del estilo de su papado, desde su tradicional vestimenta papal en el día de su elección hasta su primera homilía en la Capilla Sixtina el 9 de mayo y su discurso a los cardenales el 10 de mayo.

Preguntamos a George Weigel, biógrafo estadounidense del papa polaco san Juan Pablo II, sobre lo que nos revelan los primeros días de su papado sobre el Papa León XIV, cómo, como misionero estadounidense, puede influir en el mundo y sobre sus propias esperanzas para el papado. Weigel es un destacado investigador principal del Centro de Ética y Políticas Públicas de Washington.

¿Cuál fue su reacción ante la elección del Papa León XIV, el primer Papa norteamericano?

—Dado que el Papa León ha pasado gran parte de su vida ministerial en Latinoamérica, no pensé instintivamente en él como un «Papa norteamericano», a pesar de haber nacido en Chicago. Creo que ha habido una tendencia a exagerar este asunto nacional en los primeros días del pontificado. Es una novedad interesante que ahora tengamos un Papa nacido en Estados Unidos, pero lo que realmente demuestra es que el origen nacional no tiene importancia en la búsqueda de un sucesor de Pedro en el siglo XXI.

¿Qué nos dice la primera homilía y la aparición en la Misa y en el balcón sobre el tipo de papado que nos espera?

—Me pareció que el Papa León se presentó muy bien, demostrando que comprende la naturaleza de su cargo. No creo que vaya a ser un Papa con peculiaridades personales.

¿Cómo puede el Papa León XIV influir en Estados Unidos? ¿Qué se necesita del Papa respecto a su país?

—Lo que las partes vitales de la Iglesia en los EE. UU. buscarán es lo que buscarían de cualquier Papa, independientemente de dónde nació: apoyo y afirmación de la nueva evangelización y sus esfuerzos por convertir una cultura profundamente confundida; una comprensión de que las partes vivas de la Iglesia en los EE. UU. abrazan el catolicismo en su totalidad, no un catolicismo light; y estímulo para continuar el trabajo católico en la construcción de una cultura de vida y la resistencia a la cultura de la muerte.

¿Cómo puede el Papa León XIV influir en el mundo como estadounidense y como misionero?

—El Papa León es un hombre muy inteligente, por lo que debe saber que la gran crisis de nuestro tiempo reside en la idea misma de la persona humana. ¿Existen presunciones en la condición humana, cuya comprensión conduce a la felicidad personal y a la solidaridad social, o es todo plástico y maleable, de modo que podemos cambiar lo que somos y quiénes somos mediante actos de voluntad? El mejor servicio que el nuevo Papa puede brindar al mundo es enseñarle, o en algunos casos recordarle, la visión bíblica de quiénes somos y hacia dónde debemos ir: somos creaciones, no accidentes; y estamos destinados a la gloria con Dios, quien es la razón última de nuestra existencia.

¿Cuáles son sus esperanzas para este papado?

—Claridad en la enseñanza doctrinal y moral, buen gobierno, nombramientos bien pensados ​​para el episcopado y el Colegio Cardenalicio, fomento del discipulado misionero y defensa de los cristianos perseguidos, todo lo cual surgirá de un testimonio audaz de Cristo. En cuanto a la política mundial, lo mejor que este papa, o cualquier papa, puede hacer es seguir el ejemplo de Juan Pablo II y convocar a la gente a una valentía que trascienda el partidismo y el nacionalismo estrecho, y que llame a la agresión y al mal por lo que son.

El autorOSV / Omnes

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Vaticano

El Vaticano presenta oficialmente el escudo del Papa León XIV

El Vaticano presentó este sábado el escudo y el lema del nuevo Pontífice, profundamente marcados por la espiritualidad agustiniana y el llamado a la unidad.

Javier García Herrería·10 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos

El Vaticano dio a conocer hoy el escudo y el lema oficial del Papa León XIV, elegido recientemente como nuevo sucesor de Pedro. La simbología adoptada mantiene los elementos de su etapa episcopal y refleja con claridad tanto su pertenencia a la Orden de San Agustín como su visión de Iglesia: una comunidad unida en el amor de Cristo.

Un escudo con herencia agustiniana

El escudo pontificio está dividido diagonalmente en dos sectores. En la parte superior, sobre fondo azul, aparece un lirio blanco, tradicional símbolo de pureza y devoción mariana. En la parte inferior, sobre fondo claro, destaca una imagen profundamente agustiniana: un libro cerrado con un corazón atravesado por una flecha. Esta figura alude directamente a la experiencia de conversión de san Agustín, quien describió el impacto de la Palabra de Dios con la frase: «Vulnerasti cor meum verbo tuo», es decir, «Has traspasado mi corazón con tu Palabra».

La elección de esta imagen no solo recuerda la espiritualidad de uno de los Padres de la Iglesia, sino que resalta la centralidad de la conversión personal y del poder transformador de las Escrituras, que ha marcado la vida espiritual del Papa León XIV desde su juventud agustiniana.

Un lema que proclama unidad

El lema que acompaña el escudo es «In Illo uno unum» —«En Aquel único, uno»—, tomado de un sermón de san Agustín (Exposición del Salmo 127). La frase expresa la convicción de que, aunque los cristianos seamos muchos, en Cristo somos uno solo.

Este lema no es nuevo: fue adoptado por el entonces cardenal Robert Prevost al ser consagrado obispo y refleja una orientación constante de su vida pastoral. En una entrevista con medios vaticanos en 2023, Prevost explicó: «La unidad y la comunión forman parte del carisma de la Orden de San Agustín y también de mi forma de actuar y pensar. […] Promover la unidad y la comunión es fundamental».

Un escudo, una misión

El escudo y el lema del Papa León XIV confirman la coherencia entre su historia personal y la dirección pastoral que desea imprimir a su pontificado. En un momento en que la Iglesia insiste en los principios de comunión, participación y misión —las tres claves del actual proceso sinodal—, su emblema pontificio es un mensaje claro: fidelidad a las raíces agustinianas y compromiso con una Iglesia unida en Cristo, traspasada por su Palabra.

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Vaticano

El Papa explica que el nombre de León XIV es por la revolución de la Inteligencia Artificial

En su primer encuentro oficial con el Colegio Cardenalicio, el Papa León XIV rindió homenaje a su predecesor y delineó los desafíos actuales de la Iglesia.

Javier García Herrería·10 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos

Esta mañana el Papa León XIV se reunió por primera vez oficialmente con el Colegio de Cardenales. La audiencia comenzó con una oración conjunta en latín, el Pater noster y Ave María. Durante su intervención, el Santo Padre expresó gratitud por el acompañamiento de los cardenales en un momento de transición doloroso, pero también lleno de gracia. “El Señor, que me ha confiado esta misión, no me deja solo con la carga de esta responsabilidad”, aseguró, destacando el valor de la comunión eclesial.

Al rendir homenaje a su antecesor, León XIV evocó la figura de Francisco como ejemplo de entrega y sencillez: “Lo han demostrado bien los ejemplos de muchos de mis predecesores, como el del Papa Francisco mismo, con su estilo de total dedicación al servicio y de sobria esencialidad de vida”.

El nuevo Pontífice propuso mirar el reciente cónclave y la muerte de Francisco como un momento pascual, “una etapa del largo éxodo a través del cual el Señor sigue guiándonos hacia la plenitud de la vida”.

Compromiso con el Concilio Vaticano II

En el corazón del discurso, León XIV reiteró su adhesión al camino de renovación eclesial iniciado con el Concilio Vaticano II, citando la Evangelii gaudium de Francisco como guía para esta etapa.

Concretamente hizo referencia a la importancia del primado de Cristo, la conversión misionera, la colegialidad y sinodalidad, y el diálogo con el mundo contemporáneo.

Explicación de su nombre

En un gesto significativo, reveló el motivo del nombre pontificio que eligió: “Precisamente, al sentirme llamado a proseguir este camino, pensé tomar el nombre de León XIV. Hay varias razones, pero la principal es porque el Papa León XIII, con la histórica Encíclica Rerum novarum, afrontó la cuestión social en el contexto de la primera gran revolución industrial y hoy la Iglesia ofrece a todos, su patrimonio de doctrina social para responder a otra revolución industrial y a los desarrollos de la inteligencia artificial, que comportan nuevos desafíos en la defensa de la dignidad humana, de la justicia y el trabajo”.

El Papa León XIV deja claro que su pontificado estará atento a los grandes cambios tecnológicos y sociales que se gestan en nuestro tiempo, particularmente los vinculados al impacto global de la tecnología.

Un deseo para el mundo

Para cerrar su mensaje, León XIV recuperó palabras de san Pablo VI que hicieron eco en la sala como un llamado universal: “Que sobre el mundo entero pase una gran llama de fe y de amor que ilumine a todos los hombres de buena voluntad”.

Un deseo que, según afirmó, debe transformarse en oración y compromiso concreto: “Que sean también estos nuestros sentimientos y, con la ayuda del Señor, los traduzcamos en oración y compromiso”.

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Primeras impresiones del nuevo Romano Pontífice

Un nuevo pastor ha sido elegido para guiar a la Iglesia. León XIV comienza su servicio como sucesor de Pedro.

10 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 4 minutos
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Indudablemente, el cardenal Prevost estaba en todas las quinielas de los expertos vaticanólogos, para ser elegido nuevo Romano Pontífice, puesto que, como acabamos de escuchar en su primer mensaje, no sólo había sido creado cardenal por el papa Francisco, sino también porque lo había traído desde la humilde diócesis de Chiclayo en el Perú a la Curia Romana, para ser Prefecto del dicasterio de obispos hace poco tiempo, en enero de 2023.

Parece como si al final de su Pontificado, el papa Francisco hubiera querido regalarnos un sucesor adecuado de sus ilusiones misionales y sinodales en el mundo entero, puesto que el largo pontificado de Francisco tiene una hondura y profundidad desconocida para el mundo de hoy, pero muy inteligible para el pueblo de Dios que escuchó hace más de veinte siglos las palabras de Jesús el día de la Ascensión: “Id y predicad a todas las gentes” (Mt 28, 19).

Primeras palabras

Es muy significativo que las primeras palabras del Papa León XIV no sean referidas a León XIII, al que parece dar continuidad, sino al Papa Francisco puesto que las últimas palabras del Santo Padre anterior en la mañana de la reciente pascua fueron un vigoroso impulso a la paz en el mundo, aunque no pudiera pronunciarlas él mismo, pero su presencia lo corroboraba.

Efectivamente, tomando pie de las palabras del evangelio de san Juan el domingo de la Resurrección, el santo Padre León XIV ha comenzado recordando las palabras de Jesús a un pueblo de Dios asustado, humillado y desanimado escondido en el cenáculo: “La paz esté con vosotros” (Io 20, 21). En ese momento la presencia y aliento del resucitado les devolvieron la fe, la esperanza y el amor y les constituyeron en columnas de la Iglesia nueva que extenderán con gran rapidez por el mundo entero y en todas las capas de la sociedad.

Por tanto, la llamada del nuevo papa a que pongamos nuestra esperanza en el resucitado, que sigamos viviendo este año jubilar de la esperanza: “Spes non confundit” (Rom 5, 5), eso sí ahora con su guía y con su aliento.

Un Papa agustino

Es entrañable que el nuevo pontífice nos recuerde que es hijo de san Agustín, agustino, y por tanto un hombre enamorado de Dios que desea llevar la paz de Dios a las conciencias y a las relaciones entre los pueblos y ciudades del mundo. Por tanto, el nuevo Papa, servidor de todos, siervo de los siervos de Dios traerá al magisterio de la Iglesia muchas palabras y enseñanzas de san Agustín, hombre de gran corazón y pendiente del amor de Dios y muy versado en las relaciones fe y razón.

Es conmovedor que el Espíritu Santo haya querido de nuevo acudir a América del Sur para traernos un nuevo papa, primero eligiéndolo como obispo de Chiclayo en el Perú (2014), donde puso aportar todo su espíritu misionero agustiniano y conocimiento de la tierra y sus gentes.

No olvidemos que una de las primeras órdenes religiosas que fueron a misionar a América fueron los agustinos y, precisamente, a Pedro de Gante (1480-1572) debemos el primer catecismo pictórico de América, una copia del cual se conserva e la exposición permanente de la Biblioteca Nacional de España.

Orígenes estadounidenses

Además, el nuevo pontífice fue bautizado en Chicago (1955), es hijo de madre de ascendencia española, y allí realizó sus estudios sacerdotales (ordenado en 1982) y se incorporó a la orden de san Agustín en 1977-1981. Por tanto, la formación académica y espiritual se llevó a cabo en un ambiente de Estados Unidos y con una mentalidad que lógicamente estará presente a la hora de enfocar los problemas de la Iglesia Universal. Además, es doctor en derecho canónico por el Angelicum de Roma, algo fundamental para su trabajo de gobierno.

Por tanto, muchos pensábamos, que el nuevo Pontífice vendría de Asia, pues parecía que ya habíamos recibido la impronta de América, y ahora hacía falta aire fresco de otro continente, pero quizás con el Nuevo Pontífice completamos esa visión con la de américa del Norte.

Primeras palabras

Es muy importante reseñar también la profundidad teológica del discurso que ha pronunciado, junto a la cercanía del pueblo cristiano y al emotivo recuerdo del Romano Pontífice recientemente fallecido. Necesitaremos meditarlo en los próximos días para procurar seguir fielmente.

Por otra parte, al ser un papa que trabajaba en la curia parece como si el Espíritu Santo nos hablara de terminar de aplicar la “Praedicate Evangelium”, el documento con el que el papa Francisco abordaba la reforma de la Curia para darle no solo el habitual sentido de servicio a la Iglesia universal y a las Iglesias particulares, sino también a impulsar que en todas las oficinas de la curia y en todas las instituciones de la Iglesia haya un gran afán apostólico y misionero para llevar el evangelio capilarmente hasta el último país y el último rincón de la sociedad.

Rezar por el Papa

La serenidad y emoción contenida del nuevo Pontífice son proverbiales, pues la Iglesia de Dios necesita vivir cada día y hoy más que nunca, esa unidad de la Iglesia que resumía san Josemaría en una expresión latina muy gráfica: “Omnes cum Petro ad Iesum per Mariam”. Es decir, “todos con el Papa a Jesús por medio de Maria”. 

La alegría y emoción contenida de León XIV muestran que es un hombre de un gran corazón y, por tanto, todos los cristianos del mundo entero recibirán el afecto de sus desvelos como hoy hemos recibido por primera vez de sus manos la bendición “urbi et orbi”.

Finalmente, no podemos dejar de resaltar que es un papa natural de los Estados Unidos, aunque haya sido obispo en América Latina y haya trabajado en la Curia Romana, y eso se notará en su modo de ser y será seguramente un motivo de gran alegría para los muchos católicos de ese país que han sufrido muchos ataques a lo largo de estos últimos años y humillaciones constantes por su valiente defensa de la vida humana y otros aspectos que el evangelio de Cristo nos insta a difundir en ambientes muy secularizados.

El autorJosé Carlos Martín de la Hoz

Miembro de la academia de historia eclesiástica. Profesor del máster de Causas de los Santos del Dicasterio, asesor de la Conferencia Episcopal Española y director de la oficina de las causas de los santos del Opus Dei en España.

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Evangelización

Santo Job y san Juan de Ávila, sacerdote y patrono del clero

La Iglesia celebra el 10 de mayo al santo Job, personaje bíblico de gran paciencia y confianza en Dios. También a san Juan de Ávila, patrono del clero secular español y doctor de la Iglesia. Y a mártires cristianos y santas mujeres como Solangia y Beatriz d’Este.  

Francisco Otamendi·10 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos

El santo Job, protagonista del libro de Job del Antiguo Testamento, fue varón de admirable paciencia en el país de Hus. En síntesis, era un hombre rico, casado, con diez hijos, criados, tierras y ganado. Era temeroso de Dios, que le probó con la muerte de sus hijos, su ruina y la pérdida de su salud. No maldijo a Dios ni se rebeló contra él, sino que lo aceptó. 

Superadas todas las pruebas con paciencia, el Señor le dió salud, otros diez hijos y prosperidad, y murió anciano. El libro de Job dibuja un modelo de paciencia y santidad, como el Cristo sufriente. Job dice: “Ýahvéh da, Yahvéh quita, ¡bendito sea Yahvéh!”.

Como curiosidad, el joven Karol Wojtyla, en los primeros meses del año 1940, cuando apenas había comenzado la II Guerra Mundial y la ocupación de Polonia, compuso el drama teatral Job, una reflexión acerca del sufrimiento del hombre. Casi en paralelo, la misma editorial lanzó el año pasado Jeremías, también del Wojtyla joven, luego Papa santo.

Apóstol, Doctor de la Iglesia

El 10 de mayo, la liturgia celebra asimismo a San Juan de Ávila, sacerdote español del siglo XVI, conocido como “apóstol de Andalucía” por su labor evangelizadora en esa región. Es considerado patrono del clero español, y el Papa Benedicto XVI le proclamó Doctor de la Iglesia en 2012. El Papa Francisco estableció que la conmemoración de san Juan de Ávila fuera inscrita en el calendario romano general el 10 de mayo, como memoria libre. 

San Juan de Ávila nació en Almodóvar del Campo (Ciudad Real, España) el año 1499. Tras estudiar en Salamanca y Alcalá, se ordenó sacerdote en 1526. Distribuyó sus bienes entre los pobres y decidió marchar a las Indias. Pero el arzobispo de Sevilla consiguió que se quedara en su diócesis, donde desarrolló una intensa actividad apostólica.

Predicó sin cansancio, escribió ‘Audi, filia’ 

Acusado injustamente de herejía por la Inquisición, san Juan de Ávila escribió desde la cárcel parte importante de su doctrina espiritual. Le absolvieron en 1533. En Granada convirtió a san Juan de Dios. Fundó colegios para la formación del clero, luego convertidos seminarios, y dirigió memoriales al Concilio de Trento sobre la situación de los sacerdotes. Predicó sin cansancio, dirigió a muchas almas personalmente o por carta, y murió en Montilla (Córdoba) el 10 de mayo de 1569.

Su principal obra se titula Audi, filia, un tratado sistemático y completo sobre la vida espiritual, que ha llegado a ser un clásico de la espiritualidad, ha escrito Manuel Belda. El santo español fue beatificado por León XIII el 6 de abril de 1894. Nombrado Patrono del clero secular español por Pío XII el  2 de julio de 1946, fue canonizado por san Pablo VI el 31 de mayo de 1970. 

Mártires, santas Solangia y Beatriz d’Este

La liturgia del 10 de mayo incluye también a santos mártires como Alfio, Filadelfio y Cirino, nacidos en Vaste (Lecce, Italia), apresados por ser cristianos, y torturados hasta la muerte en Lentini (Sicilia), el año 253, durante la persecución del emperador Valeriano.

También se celebra hoy a mujeres como santa Solangia, pastorcita de Bourges, Aquitania (Francia), que rechazó a un hijo de un conde alegando que se había consagrado a Dios, y aquél la degolló (siglo IX). El pueblo la consideró en seguida mártir de la castidad. 

La beata italiana Beatriz d’Este, de Padua (Italia), año 1200, quedó huérfana a los seis años. A los 14, venciendo la oposición de su familia, ingresó en el monasterio de monjas benedictinas de Solarola, cerca de Padua. Fue ejemplo de vida austera y virtuosa, y murió en 1226.

El autorFrancisco Otamendi

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Vaticano

León XIV, un Papa para la era dividida

León XIV es un Papa formado en el crisol del trabajo misionero, la sensibilidad multicultural y el servicio pastoral a la periferia.

Bryan Lawrence Gonsalves·10 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 5 minutos

Cuando el cardenal Robert Prevost, nacido en Chicago, formado en Perú, abogado canónico, misionero y prefecto del Dicasterio para los Obispos, se presentó como Papa recién elegido, muchos esperaban que hablara en inglés. No lo hizo.

A pesar de su fluidez y su ciudadanía estadounidense, eligió el italiano y el español. Y en lugar de referirse a Chicago, reconoció su parroquia en Perú. La elección fue deliberada. No se trataba sólo de una cuestión lingüística o sentimental, sino simbólica, estratégica y espiritualmente cargada.

En ese discreto acto de omisión, el Papa León XIV (como se le llama ahora) dejó algo inequívocamente claro: no es un trofeo nacional. No será una figura papal del catolicismo estadounidense ni un portavoz de ninguna ideología partidista. Es un Papa formado en el crisol del trabajo misionero, la sensibilidad multicultural y el servicio pastoral a la periferia.

Más que geografía: Una identidad espiritual

Nacido en Estados Unidos y con doble nacionalidad peruana, el Papa León XIV encarna un catolicismo transnacional que se resiste a una clasificación fácil. Es profundamente americano y, sin embargo, no es el Papa de América. Sirvió más de 20 años en América Latina, absorbiendo sus ritmos eclesiales, luchas y prioridades sociales. Esa formación parece haber dado forma al tono inicial de su papado: construcción de puentes, inclusión y conciencia global.

En temperamento y teología, parece hacerse eco del espíritu del Papa Francisco, pastoralmente compasivo y en sintonía con los pobres y marginados, sin dejar de ser doctrinalmente sólido. En cuanto a la ordenación de mujeres, por ejemplo, sigue alineado con las enseñanzas tradicionales. Sin embargo, en cuestiones de justicia social, canaliza el mismo fuego que hizo del Papa Francisco una voz mundial para los sin voz.

Este acto de equilibrio, progresismo pastoral con fidelidad doctrinal, le sitúa en un carril equilibrado, pero que muchos creen muy adecuado para la compleja Iglesia global de hoy.

Ecos de 1978: El patrón histórico de Roma

La Iglesia católica ha comprendido desde hace tiempo el peso moral del simbolismo papal y cómo el liderazgo puede servir de contrapunto a las ideologías globales.

Cuando el cardenal Karol Wojtyła fue elegido Papa Juan Pablo II en 1978, su papado se interpretó ampliamente como una respuesta al comunismo soviético. Se trataba de un Papa polaco, elegido tras el Telón de Acero, que se convertiría en una fuerza espiritual contra un régimen que negaba la libertad religiosa y reprimía la dignidad humana. Su liderazgo moral fue decisivo para galvanizar movimientos como Solidaridad y envalentonar a los fieles de toda Europa del Este.

De forma similar, la elección del Papa León XIV parece diseñada para hacer frente a un tipo diferente de amenaza, no procedente de regímenes totalitarios, sino del extremismo ideológico, el nacionalismo hiperpopulista y el individualismo corrosivo. Al igual que Roma ofreció en su día una respuesta moral al comunismo, ahora parece ofrecer una respuesta a las crisis que asolan Occidente, en particular las que emanan de la cultura estadounidense.

El nombre de León XIV: una pista histórica

El nombre elegido, León, tiene una gran resonancia histórica. El Papa León XIII (1878-1903) es recordado como un intelectual con conciencia social, que publicó la innovadora encíclica “Rerum Novarum”, que sentó las bases de la doctrina social católica. Denunciaba los excesos del capitalismo y rechazaba las falsas promesas del socialismo. Defendía los derechos laborales, la dignidad de los trabajadores y el papel de los sindicatos, al tiempo que afirmaba la legitimidad de la propiedad privada.

Al elegir a “León”, el nuevo Papa puede estar señalando un camino similar: un papado que se enfrentará a las injusticias contemporáneas no a través del tribalismo político, sino a través de la claridad moral católica. Al igual que León XIII, podría aspirar a renovar el papel de la Iglesia como mediadora entre extremos opuestos, abogando por el bien común y protegiendo al mismo tiempo la dignidad humana.

Un mensaje a la Iglesia estadounidense

En los últimos años, las facciones del catolicismo estadounidense se han envalentonado cada vez más en sus críticas a Roma. Desde la ruidosa resistencia a las encíclicas del Papa Francisco hasta los obispos que contradicen públicamente las directrices del Vaticano, la Iglesia estadounidense, al igual que la alemana, se ha enfrentado a fracturas internas. Algunos clérigos se han alineado en la promoción de teorías conspirativas y en la siembra de la división, como el arzobispo Vigano, cuyo resultado es el debilitamiento de la unidad eclesial.

La elección del Papa León XIV, por tanto, puede considerarse tanto una invitación como un correctivo. Entiende el paisaje americano, nació en él. Pero no está comprometido con sus extremos ideológicos. ¿Quizás su silencio en inglés no fuera un rechazo a sus raíces, sino una resistencia a ser apropiado? Habrá quien piense que se trata de una sutil pero firme reprimenda a quienes pretenden nacionalizar el papado o instrumentalizarlo con fines de guerra cultural. Pero sólo el tiempo dirá si es así.

Una respuesta global al extremismo político

Con el regreso de Donald Trump a la prominencia política y la continua propagación de ideologías hipernacionalistas en todo el mundo, la Iglesia se enfrenta a una profunda prueba moral. En un clima así, es fuerte la tentación de que los líderes religiosos se alineen con el poder, se hagan eco de la retórica popular o se replieguen en la rigidez doctrinal.

Pero el Papa León XIV parece ofrecer un camino diferente, una fuerza más tranquila y profunda enraizada en la universalidad y la responsabilidad espiritual. Su papado no es una postura reaccionaria, sino reflexiva, moldeada por la proximidad vivida a la pobreza, la diversidad y la comunidad.

En este contexto, no aparece como un “Papa americano”, sino como un pastor global que resulta ser americano. Y esa distinción es fundamental. Le permite hablar con credibilidad a Estados Unidos, al tiempo que ofrece un contrapeso necesario a la toxicidad ideológica exportada desde su política, que a menudo tiene efectos globales.

América Latina: El corazón palpitante de la Iglesia

No es casualidad que el nuevo Papa mantenga fuertes lazos con América Latina, la mayor base de católicos del mundo. Su estancia en Perú, donde vivió, ejerció su ministerio y aprendió a ver la Iglesia a través del prisma de las comunidades indígenas y las parroquias con dificultades, ha dejado una clara huella.

América Latina, más que ninguna otra región, ha dado forma a los dos últimos papados. Al arraigar al nuevo Papa en este mundo, la Iglesia reafirma su compromiso con el Sur global, no sólo como campo de misión, sino como potencia teológica y espiritual.

Un Papa que puede hablar tanto a las barriadas de Lima como a las salas de juntas de Washington está en una posición única para tender puentes entre las diversas voces de la Iglesia. El énfasis que puso en la unidad y el diálogo en su discurso inaugural indica una clara intención: fomentar la comunión más allá de las divisiones geográficas, culturales e ideológicas. No se trataba sólo de una llamada a la diplomacia, sino de una invitación pastoral a sanar las fracturas del Cuerpo de Cristo.

No dominancia, sino responsabilidad

A quienes les preocupa que un Papa estadounidense sea señal de dominio, consideren lo siguiente: la lógica que subyace a su elección puede tener menos que ver con la influencia estadounidense y más con la responsabilidad moral. En el mundo actual, la crisis ideológica arde con más fuerza en Estados Unidos. De su interior emerge una cultura de división, aislacionismo y polarización que amenaza no sólo a las instituciones políticas, sino también a la unidad religiosa.

Al elegir a un Papa que entiende esa cultura y se niega a reproducirla, la Iglesia puede estar ofreciendo una intervención rara y oportuna. Su elección no tiene que ver con la elevación, sino con la confrontación. No de poder, sino de servicio. No de nacionalismo, sino de misión.

Reflexiones finales

Al final, Roma no ha elegido a una celebridad. Ha elegido a un pastor. Y al hacerlo, ha realizado una jugada maestra en el tablero mundial.

León XIV ofrece la posibilidad de un papado que lleve sanación donde hay dolor, claridad donde hay confusión y conciencia global donde los sistemas políticos fallan. Si sigue el camino de León XIII, podría convertirse no sólo en un Papa diplomático o doctrinal, sino en un Papa renovador.

Para una Iglesia que debe navegar por un mundo tormentoso, una voz así puede ser exactamente lo que necesita.

El autorBryan Lawrence Gonsalves

Fundador de “Catholicism Coffee”

Vaticano

León XIV: “Desaparecer para que permanezca Cristo, hacerse pequeño para que Él sea conocido y glorificado”

El nuevo Papa ha ido desgranando, en su primera homilía, las dificultades del mundo de hoy, para las cuales la respuesta es la relación personal con Cristo, el camino de conversión cotidiano y el testimonio de fe gozosa.

Maria Candela Temes·9 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 5 minutos
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Esta mañana a las 11 la Capilla Sixtina ha vuelto a ser el magnífico escenario donde se han reunido todos los cardenales. En esta ocasión no para elegir al nuevo Papa, sino para estrenar con él su pontificado, con la celebración de la Santa Misa por la Iglesia, presidida por León XIV, hasta ayer cardenal Robert Francis Prevost.

Los rostros de los purpurados se ven mucho más distendidos que hace tres días, cuando tuvo lugar en la Basílica de San Pedro la Misa de inicio del cónclave. Minutos antes de la ceremonia charlan entre ellos muy animados. Ya no visten los ornamentos rojos, que simbolizan la sangre del sacrificio y el fuego del Espíritu, sino el color blanco de la Pascua, que anuncia la resurrección.

Entre sonriente y tembloroso

A las 11.09 entra el Papa ataviado con una sencilla casulla blanca y con el mismo gesto sonriente de ayer, bendiciendo a sus colegas del colegio cardenalicio. El coro de la Capilla Sixtina canta el salmo 46 (47): “Aclamad a Dios con voces de alegría”. El júbilo que en la tarde dominaba el ambiente en la Plaza, se repite esta mañana, aunque más solemne y menos entusiasta.

La voz del nuevo pontífice es fuerte, pero tiene todavía un deje tembloroso. En las últimas horas se ha hecho viral en redes un vídeo de cuando era obispo en Chiclayo cantando, micrófono en mano, el ‘Feliz Navidad’ de José Feliciano. El Papa traga saliva y hace esfuerzos por no dejarse llevar de la emoción, mientras entona los cantos y oraciones litúrgicas. 

Tímida presencia femenina

Se ha hablado y escrito mucho sobre la ausencia de mujeres estos días en la Capilla Sixtina. Quizá en respuesta a ese reclamo, la primera lectura es leída por una religiosa de las Hermanas Franciscanas de la Eucaristía, la misma orden a la que pertenece sor Raffaella Petrini, presidente de la Gobernación del Vaticano. También una mujer laica hace la segunda lectura.

Ayer los vaticanistas más experimentados recordaban que ha sido durante el tiempo de Prevost como Prefecto del Dicasterio para los Obispos, en 2024, que tres mujeres han pasado a formar parte del comité que elige a los sucesores de los apóstoles en el mundo, y no con carácter meramente consultivo o representativo, si no de pleno derecho.

Amainar los ánimos y reconciliar

León XIV ha empezado su homilía en inglés. Ayer, cuando se asomó a la Plaza de San Pedro, habló en italiano y tampoco faltaron unas palabras en español. Quizá por recomendación de algún consejero y para evitar estrenar su ministerio hiriendo sensibilidades, hoy ha arrancado en su lengua nativa. 

Se han escrito ya cientos de páginas sobre el perfil del nuevo pontífice. Se habla de su carácter conciliador y moderado, que tratará de amainar los ánimos tanto de “progresistas” como de “conservadores”. Esta ha sido la tónica también de su primera homilía como Papa: una apelación al patrimonio de la fe, conservado por la Iglesia, y una mirada abierta al mundo y sus heridas. Ha citado a un tiempo la Sagrada Escritura y las constituciones dogmáticas del Concilio Vaticano II.

El Evangelio de la Misa era el capítulo 16 de san Mateo, en el que Pedro dice a Cristo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Una confesión de fe que, en palabras del Papa, es regalo y acogida: “Pedro, en su respuesta, asume ambas cosas: el don de Dios y el camino que se debe recorrer para dejarse transformar, dimensiones inseparables de la salvación, confiadas a la Iglesia para que las anuncie por el bien de la humanidad”. 

Luego se ha referido al ministerio que estrena: “Dios, de forma particular, al llamarme a través del voto de ustedes a suceder al primero de los Apóstoles, me confía este tesoro a mí, para que, con su ayuda, sea su fiel administrador en favor de todo el Cuerpo místico de la Iglesia”.

¿Qué dice la gente?

La homilía ha girado entonces en torno a la pregunta de Cristo: “¿Qué dice la gente -pregunta Jesús- sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?”. Ayer el Papa habló de diálogo, y hoy predica sobre la conversación entre la Iglesia y el mundo: “No es una cuestión banal, al contrario, concierne a un aspecto importante de nuestro ministerio: la realidad en la que vivimos, con sus límites y sus potencialidades, sus cuestionamientos y sus convicciones”.

Se ha extendido describiendo “dos posibles respuestas a esta pregunta, que delinean otras tantas actitudes”. En primer lugar, la respuesta de “un mundo que considera a Jesús una persona que carece totalmente de importancia, al máximo un personaje curioso, que puede suscitar asombro con su modo insólito de hablar y de actuar”. En segundo lugar, la respuesta de la gente común: “Para ellos el Nazareno no es un charlatán, es un hombre recto, un hombre valiente, que habla bien y que dice cosas justas, como otros grandes profetas de la historia de Israel. Por eso lo siguen, al menos hasta donde pueden hacerlo sin demasiados riesgos e inconvenientes”.

“Llama la atención la actualidad de estas dos actitudes”, ha referido. “Ambas encarnan ideas que podemos encontrar fácilmente -tal vez expresadas con un lenguaje distinto, pero idénticas en la sustancia- en la boca de muchos hombres y mujeres de nuestro tiempo”.

El mundo de hoy

Con una visión realista, el pontífice ha reconocido que “hoy también son muchos los contextos en los que la fe cristiana se retiene un absurdo, algo para personas débiles y poco inteligentes, contextos en los que se prefieren otras seguridades distintas a la que ella propone, como la tecnología, el dinero, el éxito, el poder o el placer”. Se ha referido a la dificultad para testimoniar y anunciar el Evangelio en un ambiente “donde se ridiculiza a quien cree, se le obstaculiza y desprecia, o, a lo sumo, se le soporta y compadece”. 

La conclusión es sorprendente: “sin embargo, precisamente por esto, son lugares en los que la misión es más urgente, porque la falta de fe lleva a menudo consigo dramas como la pérdida del sentido de la vida, el olvido de la misericordia, la violación de la dignidad de la persona en sus formas más dramáticas, la crisis de la familia y tantas heridas más que acarrean no poco sufrimiento a nuestra sociedad”.

Este alejamiento de Dios se da no sólo fuera de la Iglesia, sino también entre muchos que se llaman cristianos: “No faltan tampoco los contextos en los que Jesús, aunque apreciado como hombre, es reducido solamente a una especie de líder carismático o a un superhombre, y esto no sólo entre los no creyentes, sino incluso entre muchos bautizados, que de ese modo terminan viviendo, en este ámbito, un ateísmo de hecho”.

El papado como martirio

El panorama que ha pintado León XIV es poco alentador. Su pensamiento se ha dirigido entonces a su predecesor para dar esperanza: “Este es el mundo que nos ha sido confiado, y en el que, como enseñó muchas veces el Papa Francisco, estamos llamados a dar testimonio de la fe gozosa en Jesús Salvador”.

La confesión: ‘Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo’ es fundamental, “antes de nada en nuestra relación personal con Él, en el compromiso con un camino de conversión cotidiano. Pero también, como Iglesia, viviendo juntos nuestra pertenencia al Señor y llevando a todos la Buena Noticia”.

El Papa se ha aplicado la predicación en primer lugar a sí mismo: “Lo digo ante todo por mí, como Sucesor de Pedro, mientras inicio mi misión de Obispo de la Iglesia que está en Roma, llamada a presidir en la caridad la Iglesia universal, según la célebre expresión de S. Ignacio de Antioquía”. 

La referencia a este mártir no es banal: fue devorado en la capital del imperio por las ferias del circo. En sus cartas hablaba de ser trigo de Dios: “sus palabras evocan en un sentido más general un compromiso irrenunciable para cualquiera que en la Iglesia ejercite un ministerio de autoridad, desaparecer para que permanezca Cristo, hacerse pequeño para que Él sea conocido y glorificado, gastándose hasta el final para que a nadie falte la oportunidad de conocerlo y amarlo”.

La Santa Misa ha concluido con el canto del Regina Coeli y del Oremus pro Pontifice. El Papa ha dejado la Capilla Sixtina, mientras daba su bendición. Los cardenales lo han despedido con un aplauso de felicitación, de apoyo y seguramente también de alivio. 

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Vaticano

Los cardenales aplauden al recién elegido León XIV

El 8 de mayo, los cardenales electores han elegido como Papa al cardenal Prevost, quien ha elegido como nombre León XIV.

Rome Reports·9 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: < 1 minuto
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Tras ser elegido por los cardenales electores, León XIV salió entre aplausos de la Capilla Sixtina y se dirigió a la Capilla Paulina para rezar ante el Santísimo. Minutos después, apareció ante las miles de personas reunidas en la plaza de San Pedro.


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El ahora Papa León XIV, en Perú

El recién elegido Papa León XIV desarrolló gran parte de su actividad pastoral y misionera en Perú, donde fue obispo de Chiclayo entre 2015 y 2023.

Redacción Omnes·9 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: < 1 minuto

El papá León XIV

En la gran familia de la Iglesia, los cambios se viven con el corazón. Hoy, un nuevo padre entra en casa.

9 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 3 minutos

No es un error ortográfico, no; es que hoy quiero llamarlo así: papá. Porque, yo no sé ustedes, pero yo, lo que he sentido, desde que el lunes de Pascua nos dejara el papa Francisco, ha sido una enorme sensación de orfandad. 

No es ñoñería ni sentimentalismo, es que los papas, la propia etimología de la palabra lo dice, son verdaderos padres, papás espirituales de la comunidad cristiana. Al parecer, el término viene del griego «Pappas» y se usaba desde los primeros siglos del cristianismo para nombrar no solo al sucesor de Pedro, sino al resto de los obispos e incluso a los presbíteros, al igual que hoy nos dirigimos a ellos con el título de padre. Es en la Edad Media cuando se empieza a utilizar ya solo para dirigirse al obispo de Roma. 

La muerte del papá (de nuevo con tilde) Francisco nos dejó sin guía, sin pastor, un poco descolocados porque se le ha querido mucho y ha ejercido muy bien esa paternidad espiritual de señalar un camino, de liderar esta peregrinación común al cielo que es la vida.

La figura del papa, como la de los papás, es fundamental para cada ser humano, niño o mayor. Es una figura de referencia que nos marca como personas y nos ayuda a crecer, a madurar y, desde el recuerdo a sus enseñanzas, incluso a envejecer.

Como los papás, el papa brinda seguridad, apoyándonos en nuestras luchas del día a día, hablándonos continuamente de Jesús y haciéndonos sentir que no estamos solos, que Él siempre nos cuida, nos protege y nos acompaña en el dolor. 

Como los papás, el papa nos enseña, nos educa, nos señala los caminos buenos y malos para nuestra vida. Él tiene experiencia y predica con el ejemplo, por eso tiene autoridad. Es un modelo de vida, alguien a quien imitar. 

Como los papás, el papa también nos ofrece disciplina. Y eso no nos gusta a todos. No queremos límites y, por eso, como a los papás, muchos desprecian al papa.

Como los papás, el papa nos ayuda a relacionarnos con otros. Nos hace sentirnos parte de la familia de los hijos de Dios y de la gran familia humana.

Como los papás, el papa nos estimula cognitivamente, nos anima a pensar, a reflexionar, a buscar los caminos de la vida cristiana. Con su magisterio nos interpela, no deja que nos acomodemos, sino que nos saca continuamente de nuestra tendencia al adormecimiento.

Como los papás, el papa nos provee de lo necesario para vivir, el alimento de la Palabra de Dios sin la cual la vida cristiana se extingue.

Como los papás, el papa cuida de mamá-Iglesia, la mujer más importante para la vida de cada ser humano. Ella es la que nos amamanta con la Eucaristía, la que nos abraza con el perdón y la misericordia, la que nos acompaña cuando estamos enfermos o necesitados… 

Por eso, yo he querido a todos los papas que he conocido desde que tengo uso de razón; y, por eso, quiero ya a León XIV. Nadie elige a su padre, pero todos estamos llamados, como hijos, a honrar a nuestro padre y a nuestra madre. Nos podrán gustar más o menos sus acentos, sus tendencias, sus formas, pero en el fondo, un buen hijo sabe reconocer, valorar y querer a un padre.

A León XIV ya hay hijos que no lo van a querer, hijos que querrán seguir su propio camino y que criticarán cada decisión de su padre. Hijos interesados que no están dispuestos a aceptar mansamente y con humildad de corazón la autoridad del papa. Hijos que no sabrán ver que, tras la paternidad espiritual del sucesor de Pedro, está la de Dios que nos lo ha mandado, como nos mandó un día a casa de nuestro padre y nuestra madre, en ayuda nuestra. 

Allá ellos. Yo hoy solo puedo dar gracias a Dios por el papá que nos ha regalado. Estoy deseando escucharlo, que me dé de comer, imitarlo, aprender de él… Si les parezco infantil, les invito, con Jesús, a hacerse como niños para poder entender de qué va esto. Y, como dicen los pequeños para fardar delante de sus amigos, hoy yo les digo que «mi papá es el mejor».

El autorAntonio Moreno

Periodista. Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Bachiller en Ciencias Religiosas. Trabaja en la Delegación diocesana de Medios de Comunicación de Málaga. Sus numerosos "hilos" en Twitter sobre la fe y la vida cotidiana tienen una gran popularidad.

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Evangelización

San Isaías, gran profeta del Antiguo Testamento

La liturgia celebra hoy a Isaías, uno de los santos profetas más importantes del Antiguo Testamento. Sus profecías abordan temas como el juicio de Dios o la venida del Mesías. Son famosos, por ejemplo, los “Cantos del Siervo de Yahvé” (Isaías 52-53), donde describió la muerte de Jesús en la cruz.

Francisco Otamendi·9 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: < 1 minuto

La Iglesia conmemora el 9 de mayo a uno de los profetas más grandes del Antiguo Testamento, san Isaías. Según el Martirologio Romano, este día es la “conmemoración de san Isaías, profeta. El cual, en tiempo de Ozías, Jotam, Ajaz y Ezequías, reyes de Judá, fue enviado a un pueblo infiel y pecador para manifestarle al Dios fiel y salvador». Se cumplía así la promesa hecha por el Señor a David”.

“Conforme ha transmitido la tradición existente entre los judíos, murió martirizado bajo el reinado de Manasés (s.VII A.C.)”, concluye la referencia. En diversas partes del Libro de Isaías se habla de la venida del Mesías libertador, preanunciando su nacimiento y sus obras, su pasión y muerte.

“Como cordero llevado al matadero”

En la profecía de Isaías 53 “se nos descubre el mundo interior del Mesías, y más en concreto la libre voluntad expiatoria de su entrega.» «Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca: como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca” (…)      

Esta imagen de mansedumbre y paciencia en medio del sufrimiento, ha escrito Rafael Sanz Carrera, “se cumple en Jesucristo. Quien, durante su juicio y crucifixión, no se defendió a sí mismo, sino que soportó el sufrimiento en silencio (Mateo 27, 12-14, Marcos 14, 61, Lucas 23, 9)».

El Siervo Sufriente

“El pasaje compara al Siervo Sufriente con un “cordero llevado al matadero y una oveja delante de sus trasquiladores”. Encuentra su cumplimiento en Jesucristo, quien es descrito como “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1, 29 y 1 Pedro 1, 18-19)”.

Otros santos del día son san Pacomio, de Egipto, la clarisa santa Catalina de Bolonia, el vietnamita mártir san José Do Quang Hien, o los santos mártires de Persia.

El autorFrancisco Otamendi

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Vaticano

Los fieles reunidos en San Pedro se rinden al nuevo Papa

La tarde del 8 de mayo, la Plaza de San Pedro ha vuelto a ser el escenario de un momento histórico. Así se ha vivido desde dentro la elección del nuevo pontífice.

Maria Candela Temes·8 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 5 minutos

Sobre las seis y seis minutos de la tarde del jueves 8 de mayo un grito de alegría ha recorrido los alrededores de la Plaza de San Pedro. La multitud empieza a aplaudir, se lee la expectación en los rostros, comienzan las carreras y las prisas por atravesar los controles de seguridad, y los teléfonos móviles se alzan en dirección a la chimenea que desde hace unos días corona el techo a dos aguas de la Capilla Sixtina. El humo ¡por fin! es blanco. Habemus Papam!

Una masa humana que, desde ayer con el comienzo del cónclave, merodea por los alrededores, se arremolina en los accesos a la Plaza. Es una tarde de primavera, pero el calor estival pugna por hacer acto de presencia también. El radiante sol de poniente apenas deja contemplar el humo blanco de la fumata.

¿Quién será?

No se sabía si este cónclave sería más o menos largo. Estaba el deseo de lograr pronto un consenso, pero muchos cardenales electores no se conocían entre sí y pocos se aventuraban a predecir cuándo se lograría la mayoría de dos tercios, es decir, los 89 votos. Siguiendo lo vivido con Benedicto y Francisco, que fueron elegidos con 4 y 5 votaciones respectivamente, han bastado 4 escrutinios para que los cardenales se pongan de acuerdo y otorguen a la Iglesia un nuevo Papa.

Ondean en el recinto circundado por el colonnato de Bernini banderas de todos los países. Entre otras, de países de algunos de los cardenales electores, varios de los cuales han encabezado estos días las encuestas de papables: Filipinas, España, Chile, Portugal, Congo… Pronto surge la pregunta: ¿quién será? Unos italianos interrogan a unos sacerdotes mexicanos del Regnum Christi. Hay quien comenta que pensaba que sería mañana. Otros recuerdan la importancia de rezar.

Los rostros de los presentes irradian alegría. En una demostración de catolicidad, se ve a mayores y jóvenes, religiosos y familias, gente de todas las razas y procedencias. Reina una expectación grande. Las personas aplauden y gritan en arrebatos de entusiasmo, como quien abandona la orfandad y vuelve a tener un guía y padre. 

Sobre las 18.30 hace su aparición la banda del Vaticano, escoltada por la Guardia Suiza, que desfila tocando el himno pontificio. Se oyen gritos de: “¡Viva el Papa!”, “Dios es grande” y “Esta es la juventud del Papa”. El ambiente festivo aumenta por momentos. Alguien entona el himno mariano del Salve Regina.

Un Papa cerca de la gente

Natalia y Cristina han viajado desde España para estar en la fumata. Son de la parroquia de San Pascual Bailón en Valencia. Natalia trabaja en Cáritas y Cristina es voluntaria. Tenían mucha ilusión por vivir este momento en directo y su párroco las animó a venir en representación de la comunidad parroquial. “Llegamos ayer. Estuvimos en la primera fumata y hoy llevamos todo el día por los alrededores del Vaticano”, cuentan. Aseguran que no tienen en mente a ningún candidato: “Esto es imprevisible”. Y añaden: “Hay que rezar mucho por él, allanarle el camino con la oración. Si ya es complicada la labor de un párroco, ¡imagínate de un Papa!”.

¿Qué esperan del nuevo pontífice? Responde Natalia: “Trabajo en Cáritas, así que me gusta un Papa que esté muy cerca de la gente que más lo necesita, aunque también hace falta la parte espiritual de la Iglesia. Me gustaría que compaginara las dos cosas”. Dicen que querrían también que siga el legado de Francisco, “pero a la vez cada uno tiene su sello y va a aportar cosas diferentes”.

Annuntio vobis gaudium magnum!

Por fin, tras una hora de espera, se abren los ventanales del balcón y hace su aparición en la logia vaticana el cardenal Dominique Mamberti, protodiácono y, por tanto, encargado de anunciar el nombre del nuevo pontífice. Se hace un silencio solemne y escuchamos las esperadas palabras, que habían resonado por última vez hace 12 años: “Annuntio vobis gaudium magnum… habemus Papam!”. Su anuncio es acogido con una explosión de aplausos y vítores de “¡Viva el Papa!”. A continuación, escuchamos por primera vez el nombre: Robert Francis, llamado Leone XIV, cardenal Prevost.

Los periodistas presentes en la plaza despliegan sus dossiers con el elenco y la biografía de los cardenales elegibles. Pronto empieza a correr la información. Prevost es americano, nacido en Chicago, agustino, no es Trump pero sí su paisano, misionero en Perú, Prefecto del Dicasterio de los Obispos… de 69 años.

La gente reunida en la plaza empieza a gritar: “¡Leone! ¡Leone!”. El padre David, que es norteamericano, comenta que Prevost lleva muchos años fuera de Estados Unidos y vino a Roma hace un par de años convocado por Francisco. “No es un nombre para nadie en Estados Unidos”, señala categórico.

Primeras palabras de León XIV

Poco antes de las siete y media, el nuevo Papa se asoma al balcón de la basílica vaticana. Su semblante es sonriente, saluda emocionado. Acompañan su aparición la música de las bandas y las aclamaciones de los fieles: ¡Leone! ¡Viva el Papa! Tanto la elección de nombre –Leon XIII fue el Pontífice de la Doctrina Social de la Iglesia- como sus primeras palabras son una declaración de intenciones: “¡La paz sea con vosotros!” Es el saludo de Jesús resucitado y un “deseo de paz para el mundo”. Y prosigue: “Esta es la paz de Jesús resucitado, desarmada y desarmante, humilde, proveniente de Dios, que nos ama a todos”.

Dirige un recuerdo lleno de aprecio a su predecesor, el Papa Francisco, y comenta que proseguirá la bendición que nos dio el Domingo de Pascua en esa misma plaza, “con una voz débil pero valiente”. El nuevo Papa, el número 267 de la Iglesia católica, llena su primera intervención de palabras como diálogo, paz, tender puentes, ser misioneros, sinodalidad, brazos abiertos… que señalan ya la ruta que marcará su pontificado.

Luego se presenta a sí mismo ante los fieles: “Soy un hijo de San Agustín. Con vosotros soy cristiano y para vosotros soy obispo”. Tras dirigir un saludo especial a la iglesia de Roma, en un italiano fluido, empieza a hablar en español para saludar a su querida diócesis de Chiclayo en el Perú. Recuerda que hoy es el día de la súplica a la Virgen de Pompeya -cuya devoción está muy extendida en Italia- y juntos rezamos un Avemaría. A continuación, el Papa León XIV imparte por primera vez la bendición a la urbe y al mundo.

De “We can’t believe it!” a “¡Es peruano!”

Banderas de Estados Unidos y de Perú se adivinan en la Plaza. Elina, de California, apenas puede creer lo que acaba de ocurrir. “Ahora sí que tenemos que hacer a América grande de nuevo, pero en un sentido espiritual”, sugiere esta joven que se presenta como católica practicante, dando un giro de palabras a la icónica expresión de su presidente.

Jesús, que proviene de Ica, en Perú, está radiante de felicidad. “¡Él es peruano!”, enfatiza al hablar del nuevo Papa, “aunque ahora es de todos, de toda la Iglesia”. Margarita, también peruana, comenta que Prevost une en sí a las dos Américas.

El nuevo Papa se despide acompañado de los cardenales, que contemplaban la escena en los balcones adyacentes. Los fieles también se van marchando con el buen sabor en los labios. Los comentarios que se oyen expresan opiniones muy diversas: “Se va a sentir más el pinche Trump”, comenta un chico joven, latino. “Primero un jesuita y ahora un agustino”, dice una religiosa a su compañera de hábitos. “¡Eres partícipe de una cosa histórica!”, le espeta un joven italiano a su amigo. Hoy nos iremos a dormir con la sensación de la tarea hecha, la misión cumplida: ¡tenemos Papa! No sabemos si León XIV pegará ojo. Recemos por él.

Vaticano

Perfil biográfico del Papa

León XIV habla con fluidez inglés, español, italiano, francés y portugués, y posee la capacidad de leer en latín y alemán.

Javier García Herrería·8 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 3 minutos

El 8 de mayo de 2025, el cardenal estadounidense Robert Francis Prevost ha sido elegido como el 267.º pontífice de la Iglesia Católica, adoptando el nombre de León XIV. Esta elección marca un hito histórico al ser el primer Papa nacido en América del Norte, reflejando la creciente diversidad geográfica dentro del Colegio Cardenalicio.

Orígenes y Formación

Nacido el 14 de septiembre de 1955 en Chicago, Illinois. Hijo de Louis Marius Prevost, de ascendencia francesa e italiana, y Mildred Martínez, de ascendencia española.

Realizó sus estudios secundarios en el seminario menor de la Orden de San Agustín, obteniendo posteriormente una licenciatura en Matemáticas por la Universidad de Villanova en 1977. Ingresó a la Orden de San Agustín en 1977, profesando sus votos solemnes en 1981. Fue ordenado sacerdote en 1982 por el arzobispo Jean Jadot. Continuó su formación en Roma, donde obtuvo una licenciatura y un doctorado en Derecho Canónico en la Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino.

Misión en Perú

En 1985, Prevost inició su labor misionera en Perú, desempeñándose como canciller de la Prelatura Territorial de Chulucanas. Entre 1988 y 1998, dirigió el seminario agustiniano en Trujillo, enseñó Derecho Canónico en el seminario diocesano y sirvió como juez del tribunal eclesiástico regional.

Su compromiso con la comunidad peruana lo llevó a obtener la ciudadanía peruana en 2015, consolidando su identidad multicultural.

En 2014, el Papa Francisco lo nombró administrador apostólico de la Diócesis de Chiclayo y obispo titular de Sufar. Fue consagrado obispo en diciembre de ese año y, en 2015, asumió como obispo de Chiclayo. Su labor pastoral y administrativa en Perú le valió reconocimiento dentro de la Iglesia.

Llegada a Roma

En 2023, fue designado prefecto del Dicasterio para los Obispos, posición clave en la Curia Romana encargada de la selección y supervisión de los obispos a nivel mundial. Ese mismo año, fue creado cardenal por el Papa Francisco.

El Papa León XIV conoce profundamente la Curia Romana gracias a su amplia y reciente experiencia como miembro activo de numerosos dicasterios clave. Formaba parte de las secciones principales para la Evangelización, la Doctrina de la Fe, las Iglesias Orientales, el Clero, y la Vida Consagrada, así como de los dicasterios para la Cultura y la Educación y los Textos Legislativos.

Además, integraba la Pontificia Comisión para el Estado de la Ciudad del Vaticano, lo que le proporciona un conocimiento directo de la administración central de la Iglesia y de la gobernanza del Estado pontificio. Esta participación le ha permitido involucrarse de forma directa en los procesos de toma de decisiones y en la implementación de reformas impulsadas por el Papa Francisco.

El nombre elegido

El papa León XIII (Papa entre 1878 y 1903) es recordado por su devoción mariana y por modernizar la doctrina social de la Iglesia y abrir un diálogo con el mundo moderno tras el enfrentamiento con la modernidad del pontificado anterior (Pío IX).

Su legado más destacado es la encíclica Rerum Novarum (1891), considerada el fundamento de la Doctrina Social de la Iglesia, en la que abordó por primera vez de forma sistemática las condiciones laborales, defendiendo los derechos de los trabajadores, el salario justo, la propiedad privada y el papel del Estado en la justicia social.

Resumen biográfico

  • 1977: Licenciatura en Ciencias Matemáticas por la Universidad de Villanova.
  • 1982: Maestría en Divinidad por la Unión Teológica Católica de Chicago.
  • 1984: Licenciado en Derecho Canónico por la Universidad Pontificia de Santo Tomás de Aquino (Angelicum) en Roma.
  • 1987: Doctorado en Derecho Canónico por la Universidad Pontificia de Santo Tomás de Aquino (Angelicum) en Roma.

Encargos

  • 1985-1986: Obra misional en Chulucanas, Perú.
  • 1988-1998: Diversos roles en Trujillo, Perú, incluyendo prior de la comunidad, director de formación y profesor.
  • 1999-2001: Provincial de la Provincia Agustiniana en Chicago.
  • 2001-2013: Prior General de la Orden de San Agustín (dos mandatos).
  • 2014-2015: Administrador Apostólico de la Diócesis de Chiclayo, Perú.
  • 2015-2023: Obispo de Chiclayo, Perú.
  • 2023-presente: Prefecto del Dicasterio para los Obispos.
  • 2023-presente: Presidente de la Comisión Pontificia para América Latina.
  • 8 de mayo de 2025: es elegido Papa y toma el nombre de León XIV.

Vaticano

Paz, sinodalidad y valentía: las llamadas del nuevo Papa en sus primeras palabras

El recién elegido León XIV se ha dirigido a todos los católicos con un saludo de paz y recordando a su predecesor el Papa Francisco.

Francisco Otamendi·8 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos

Con voz firme pero con alguna lágrima furtiva en el rostro. Así se ha presentado León XIV, hasta ahora cardenal Prevost al mundo. Sus primeras palabras han estado dedicadas a la paz: “La paz sea con todos vosotros”, ha manifestado el nuevo Papa, en sus palabras iniciales, tras los aplausos de la multitud de fieles de la Plaza de San Pedro, al salir al balcón de la Plaza de San Pedro.

Un primer llamamiento a la paz

“Queridos hermanos y hermanas, éste es el primer saludo de Cristo resucitado, y Buen Pastor, que ha dado la vida por el rebaño de Dios. También quisiera que este saludo de paz, llegue a sus corazones, alcance a sus familias, a todas las personas, donde quiera que se encuentren, a todos los pueblos, a toda la tierra. La paz esté con ustedes”.

Una llamada a la paz con la que el nuevo Papa ha recogido, además, el guante de su predecesor, que, en su última aparición en vida, pidió la paz. 

En este sentido, el nuevo pontífice ha querido “continuar” con la bendición de Pascua del Papa Francisco, “conservamos en nuestros oídos esa voz débil pero siempre valiente del Papa Francisco, que bendecía a Roma. El Papa que bendecía a Roma y daba también su bendición al mundo entero en la mañana del día de Pascua”, ha recordado el Papa, que ha subrayado el amor de Dios y cómo “Dios ama a todos, y el mal no prevalecerá. Estamos todos en las manos de Dios”.

Valentía en la misión

El nuevo Papa ha llamado a una labor apostólica sin miedo por parte de los católicos para responder a un mundo oscurecido:“sin miedo, unidos, de la mano con Dios y entre nosotros, vayamos adelante. Seamos discípulos de Cristo. Cristo nos precede. El mundo tiene necesidad de su Luz. La humanidad necesita de Él, como el puente para ser alcanzado por Dios, por su amor. Ayúdennos también ustedes a construir puentes, con el diálogo, con el encuentro, uniéndonos todos para ser un solo pueblo”.

El que ha sido, hasta su elección como cabeza de la Iglesia universal,  prefecto del Dicasterio para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, ha agradecido a sus hermanos “cardenales que me han elegido para ser el sucesor de Pedro, y caminar junto a ustedes como Iglesia unida, buscando siempre la paz, la justicia, buscando siempre trabajar como hombres y mujeres fieles a Jesucristo, sin miedo, para proclamar el Evangelio y para ser misioneros”. Tampoco ha olvidado su espíritu agustino, recordando unas palabras del santo de Hipona cuando fue proclamado obispo: “Soy un hijo de San Agustín, agustino, que ha dicho: con ustedes soy cristiano, y para ustedes, obispo”.

Palabras en español para la diócesis de Chiclayo

El nuevo Papa ha querido, además, tener un guiño a su “querida diócesis de Chiclayo, en el Perú”, a la que se ha dirigido en español y no en italiano para recordar “un pueblo fiel ha acompañado a su obispo, ha compartido su fe, y ha dado tanto, tanto, para seguir siendo iglesia fiel de Jesucristo”.

El nuevo Papa ha dejado clara su intención de continuar el camino de la sinodalidad, subrayado en el anterior pontificado y se ha puesto bajo la maternal intercesión de la Virgen María: “Maria quiere caminar siempre con nosotros, estar cerca de nosotros, ayudarnos con su intercesión y su amor. Ahora quisiera rezar junto con ustedes. Recemos juntos por esta nueva misión, por toda la Iglesia, por la paz en el mundo. Pidamos esta gracia especial de María, nuestra Madre”. 

El autorFrancisco Otamendi

León XIV, sucesor de Pedro

El nuevo Papa no sucede a Francisco, sino a Pedro; no coge las riendas de la Iglesia de Francisco, o de Benedicto, sino la Iglesia de Cristo. Ante Él responde.

8 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos

León XIV

Es el nombre que más resuena en los medios de comunicación y en las conversaciones de esta tarde. Después de apenas 5 votaciones, y en un cónclave que ha seguido la tónica habitual de los últimos años, el cardenal norteamericano Robert Prevost se ha convertido en el pontífice número 267 de la Iglesia católica.

Aunque para muchos, en este mundo, el Habemus Papam se puede entender como el punto final a semanas de intensas especulaciones, opiniones, rumores, hechos y falsedades, para la Iglesia universal es un nuevo comienzo. Un nuevo paso adelante en el camino de esta presencia de Dios en la tierra. 

El nuevo Papa sabe muy bien los múltiples y variados desafíos que tiene por delante y que las doce congregaciones generales que han precedido al cónclave han puesto sobre la mesa: la estabilización de la reforma de la Curia, el papel del Papa y del Derecho canónico, la crisis económica de la Santa Sede, la evangelización en un mundo secularizado o la continuación de la lucha contra los abusos y otras conductas que hieren al Pueblo de Dios. 

Pero el Papa no está solo. Somos todos los fieles quienes, con nuestra oración, a través de nuestra vida de fe, de nuestra tarea realizada por amor de Dios y de nuestro compromiso personal (con caídas y “remontadas”) hacemos la Iglesia día a día junto al sucesor de Pedro. Porque el nuevo Papa no sucede a Francisco, sino a Pedro; no coge las riendas de la Iglesia de Francisco, o de Benedicto, sino la Iglesia de Cristo. Ante Él responde. 

Una vez que la fumata ya ha sido blanca y el nervio ha corrido por el cuerpo de millones de fieles y no fieles en todo el mundo, una vez que hemos podido ver al nuevo padre de todos, con la conciencia de que Dios le ha encomendado apacentar las ovejas de un rebaño complicado, es momento de entonar, con firmeza, ese Credo que sienta las bases de la Iglesia que, a partir de hoy, cuenta con un nuevo “constructor de puentes” (pontifex) León. Orate pro eo.

El autorMaria José Atienza

Directora de Omnes. Licenciada en Comunicación, con más de 15 años de experiencia en comunicación de la Iglesia. Ha colaborado en medios como COPE o RNE.

Vaticano

Las prioridades marcadas por los cardenales al Papa León XIV

Los cardenales han pedido un nuevo Papa cercano, reformador y firme ante los abusos, la división y los desafíos globales.

Teresa Aguado Peña·8 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 3 minutos

Tras doce Congregaciones Generales con más de 200 intervenciones, los cardenales electores han trazado el mapa de las prioridades y retos cruciales a los que deberá enfrentarse el nuevo Papa, León XIV.

Una imagen que se ha repetido en muchas intervenciones es el Papa como “pastor y maestro de humanidad”. Cercano a las heridas del mundo, con capacidad de diálogo y sin miedo a la ternura, el Pontífice que se espera es aquel que encarne una “Iglesia samaritana”, dispuesta a detenerse en medio del camino para sanar y acompañar. En tiempos de guerra y polarización, el Sucesor de Pedro debe ser un guía espiritual, un puente y un signo de esperanza.

Unidad de la Iglesia

Además, se ha destacado la necesidad de hacer más significativas las reuniones del Colegio Cardenalicio durante los Consistorios. Más allá de ser instancias formales, se pide que sean espacios reales de consulta, reflexión y corresponsabilidad. Los cardenales no desean ser solo electores, sino colaboradores en la misión universal de la Iglesia. Este cambio supone un redescubrimiento del papel del Colegio Cardenalicio en la estructura eclesial.

Las divisiones internas también han sido señaladas con preocupación. Los cardenales coinciden en que el próximo Papa deberá ser un garante de la comunión eclesial, sabiendo integrar sensibilidades distintas y evitando tanto el autoritarismo como el relativismo. La comunión no es solo un ideal, sino una tarea diaria que exige escucha, paciencia y valentía.

El debate sobre el poder del Papa ha estado presente en las congregaciones. Algunos cardenales reflexionaron sobre los límites y la estructura canónica del ministerio petrino. El próximo Papa deberá ejercer su autoridad como servicio, con humildad evangélica, respetando los procesos sinodales y reconociendo la riqueza de las Iglesias locales. Se trata de un equilibrio delicado entre liderazgo y colegialidad.

Economía, sinodalidad y abusos

La situación económica de la Curia sigue siendo objeto de atención. Tras los escándalos del pasado, se espera del próximo Pontífice un impulso renovado a la transparencia, la austeridad y la buena gestión económica. La sostenibilidad de la Santa Sede debe garantizarse sin perder de vista su carácter evangélico: estar al servicio del Evangelio y no del poder.

Para los cardenales, la sinodalidad no puede quedarse en un proceso temporal. El nuevo Pontífice tendrá la tarea de promover la participación real de todos los fieles en el discernimiento y en la misión de la Iglesia. La sinodalidad ha dejado de ser un concepto teológico para convertirse en una urgencia pastoral.

Entre los temas abordados destaca la necesidad de erradicar los abusos sexuales en la Iglesia. Los cardenales han exigido que esta lucha continúe con determinación y transparencia. Así, el nuevo Papa deberá consolidar los protocolos de prevención, fortalecer la justicia canónica y, sobre todo, acompañar con compasión y verdad a las víctimas. La limpieza interna sigue siendo condición necesaria para la credibilidad externa.

Paz y ecología

El clamor por la paz ha sido unánime. En su declaración final, los cardenales pidieron un alto el fuego permanente y negociaciones que respeten la dignidad humana y el bien común. Se espera del próximo Papa una presencia activa en el escenario internacional, como mediador moral, defensor de los pueblos y promotor incansable del diálogo. En tiempos de guerra, la palabra de la Iglesia debe ser clara, valiente y esperanzadora.

La preocupación por el planeta no es solo científica, sino también teológica. La “ecología integral” propuesta por Laudato Si’ fue reafirmada como una de las grandes tareas del futuro Papa. El cuidado de la creación es hoy un campo privilegiado de evangelización y compromiso. La Iglesia debe ser una aliada de quienes luchan por un mundo más justo y sostenible.

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Vaticano

El cardenal Prevost es el nuevo Papa y se llamará León XIV

El 8 de mayo de 2025 ha sido elegido como nuevo Papa el cardenal norteamericano Robert Francis Prevost que llevará el nombre de León XIV.

Javier García Herrería·8 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: < 1 minuto

A las 19:13 horas, 65 minutos después de la fumata blanca miles de fieles y peregrinos vieron abrirse las cortinas del balcón central de la Basílica vaticana. El cardenal protodiácono, Dominique Mamberti, apareció ante la multitud y con voz solemne pronunció las históricas palabras: “Annuntio vobis gaudium magnum: Habemus Papam…”, seguidas del nombre del nuevo Pontífice: el cardenal Prevost, quien ha tomado el nombre de León XIV.

La plaza estalló en júbilo. Cientos de campanas repicaron en toda Roma mientras banderas ondeaban y muchos fieles se abrazaban emocionados. Entre gritos de “¡Viva el Papa!” y el canto del Tu es Petrus, el nuevo sucesor de Pedro apareció por primera vez ante el mundo. Vestido de blanco y con gesto sereno, saludó a la multitud con una bendición apostólica, agradeciendo la confianza de sus hermanos cardenales y pidiendo oraciones para su misión.

Se inicia así una nueva etapa para la Iglesia católica, marcada por la esperanza y la expectativa. En las próximas horas el Papa León XIV se dirigirá nuevamente a los fieles y comenzará su pontificado formalmente con una misa de inicio en los próximos días.

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Vaticano

Fumata blanca: máxima expectación para saber quién será el Papa

Miles de persona corren hacia la Plaza de San Pedro o el televisor más cercano para seguir el momento en directo.

Javier García Herrería·8 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: < 1 minuto

A las 18:08 horas, la esperada fumata blanca se ha alzado desde la chimenea de la Capilla Sixtina, señal inequívoca de que los cardenales han alcanzado un acuerdo: la Iglesia católica tiene nuevo Papa. El nombre del Pontífice será anunciado en los próximos minutos desde el balcón central de la Basílica de San Pedro.

Tras varias rondas de votación desde la tarde del miércoles, los 133 cardenales electores reunidos en Cónclave han alcanzado la mayoría de dos tercios necesaria (89 votos) para elegir al sucesor de Pedro. La fumata blanca, emitida tras la primera votación de la tarde, ha sido recibida con júbilo por miles de fieles congregados en la Plaza de San Pedro.

Multitud expectante en Roma

Cientos de cámaras enfocaron la chimenea a la espera del humo. Apenas se confirmó que era blanco, estallaron los aplausos, cánticos y lágrimas entre los peregrinos, turistas y residentes presentes. Las campanas de San Pedro comenzaron a repicar con fuerza minutos después, confirmando la elección.

Miles de personas, ciudadanos y turistas presentes en Roma, se dirigen presurosas para ver pronunciar al cardenal protodiácono la fórmula tradicional: “Annuntio vobis gaudium magnum: habemus Papam”, seguido del nombre del nuevo Papa y del nombre que ha elegido como Pontífice.

El nuevo Papa se dirigirá al mundo con su primer saludo apostólico y dará la bendición “Urbi et Orbi”.

Con esta elección, se cierra un cónclave que ha reunido a cardenales de 71 países, con un fuerte sentimiento de continuidad, renovación y responsabilidad pastoral. El nuevo Papa será el 267º sucesor de San Pedro y su elección marcará el rumbo de la Iglesia católica en un tiempo desafiante a nivel global y eclesial.

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Las gaviotas del cónclave

Mientras millones de ojos escrutan la chimenea de la Capilla Sixtina, hay quienes tienen el mejor asiento del Vaticano: las gaviotas. Dueñas del cielo romano, se posan, observan... y esperan, como todos nosotros, pero sin tensión alguna.

8 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos

El Cónclave avanza y con él crece la ansiedad global. En Roma se agolpan los fieles, en las redacciones tiemblan los dedos sobre los teclados, y en la Plaza de San Pedro reina un silencio expectante… interrumpido solo por el graznido impasible de una gaviota.

Ahí está, en lo alto de la Capilla Sixtina, plantada junto a la chimenea como si formara parte del aparato oficial del cónclave. Con mirada penetrante y la seguridad de quien no teme ni a la opinión pública ni a los bandos cardenalicios, la gaviota observa.

Qué envidia da.

Mientras dentro se cruzan miradas, se doblan papeletas y se cuentan votos con respiración contenida, fuera reina otro ritmo. El de las alas blancas que sobrevuelan el misterio. Las gaviotas no entienden de mayorías de dos tercios ni de tensiones eclesiales. No necesitan consenso para aterrizar con dignidad sobre la teja más alta del Vaticano. Nadie las filtra ni las tapa. Y cuando se posan junto a la chimenea, lo hacen con una tranquilidad desconcertante.

¿Es un presagio? ¿Es la paloma del Espíritu Santo en su versión menos sutil y más chillona?

En cada cónclave, reaparecen. En 2013 una acaparó titulares por pasar varios minutos exactos junto a la chimenea minutos antes de la fumata blanca. Algunos bromearon: «Ella lo supo antes que nosotros». ¿Y por qué no? Tal vez, en su vuelo sereno, captan las vibraciones de la Capilla Sixtina. O quizás solo busquen calor… o el sándwich de un periodista descuidado.

Pero en esta época de conjeturas, ¿quién no ha deseado, aunque sea por un segundo, ser una de ellas? Mirar todo desde arriba, sin presión, sin voto, sin boletines que redactar.

Mientras tanto, el mundo contiene la respiración. Las cámaras enfocan el tejado. Las redes hierven con memes y conjeturas. Y ellas, majestuosas e irreverentes, se pasean entre las nubes como si el futuro de la cristiandad no se decidiera justo debajo de sus patas.

Si hay algo que nos recuerdan estas gaviotas es que hay algo profundamente humano en no saber, en esperar, en imaginar. 

El autorJavier García Herrería

Redactor de Omnes. Anteriormente ha sido colaborador en diversos medios y profesor de Filosofía de Bachillerato durante 18 años.

Vaticano

León XIV: un puente para la paz

León XIV no se presenta como un reformador solitario, sino como el primero de una comunidad que camina. Ha pedido oración, no para sostener su figura, sino para sostener juntos una misión que es de todos.

Rafael Sanz Carrera·8 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 4 minutos

En su primera aparición pública, el nuevo Papa León XIV no necesitó grandes gestos para dejar claro el rumbo de su pontificado. Bastó con una palabra: paz. Esa fue la primera que pronunció al dirigirse al mundo, una elección deliberada que no pasó desapercibida.

El nombre como brújula del pontificado

Adoptar un nuevo nombre al asumir el ministerio de Pedro no es fruto del capricho, sino el resultado de una tradición con hondas raíces históricas. Sus orígenes se remontan al siglo VI, cuando el Papa Mercurio, deseoso de evitar resonancias paganas, tomó el nombre de Juan II. La costumbre se afianzó entre los siglos X y XI, especialmente con ejemplos como el de Pedro, quien en 1009 eligió llamarse Sergio IV para evitar identificarse directamente con San Pedro. Desde mediados del siglo XX, además, el nombre pontificio ha adquirido un valor programático: una primera señal del estilo, la inspiración y la orientación pastoral que marcarán un pontificado.

León XIV, hasta ahora el cardenal Robert Prevost, en la elección de nombre y en sus primeras palabras han hecho una declaración de intenciones y ha querido subrayar desde el primer momento que su misión será la de un pastor de puentes. Su visión es la de una Iglesia unida que se lanza al mundo para curar heridas, servir a los más necesitados y construir caminos comunes desde la fe y la razón.

El peso del nombre

La elección del nombre León XIV, inédito desde 1903, no responde a una simple evocación histórica, sino a una apuesta clara por la tradición viva de la Iglesia. Este nombre sitúa al nuevo Papa en la estela de figuras como León I el Grande, símbolo de unidad doctrinal y coraje pastoral en tiempos convulsos, y León XIII, pionero en aplicar el Evangelio a los desafíos sociales de la modernidad.

Al adoptar este nombre, León XIV no solo honra ese legado, sino que lo actualiza en clave contemporánea. Como León I, quiere ofrecer una voz clara en medio de las tormentas. Como León XIII, desea que la doctrina social de la Iglesia siga siendo una brújula ética en medio de las injusticias, especialmente hoy, ante fenómenos como la migración forzada, la desigualdad global y el deterioro ambiental.

Una Iglesia que abraza

Uno de los momentos más significativos de su primer discurso fue la imagen de la Plaza de San Pedro con los brazos abiertos: así entiende León XIV el papel de la Iglesia en el mundo de hoy. Una Iglesia que se parezca a esa plaza, donde caben todos, y que sepa recibir con ternura a quienes llegan heridos, confusos o excluidos.

Lejos de una Iglesia autorreferencial, el nuevo Papa ha propuesto una comunidad misionera, dialogante, profundamente humana, donde el amor cristiano no sea solo un ideal, sino una experiencia real. Quiere que la Iglesia salga de sus límites visibles, sin miedo, para acompañar a quienes más lo necesitan: los pobres, los que dudan, los que buscan.

Unidad para un mundo roto

En un contexto eclesial y mundial marcado por fracturas, León XIV ha insistido en la urgencia de caminar juntos. No desde la imposición, sino desde la fidelidad compartida a Cristo y al Evangelio. Su insistencia en la unidad no es un eslogan, sino una convicción: el testimonio de una Iglesia reconciliada consigo misma es indispensable para que el mundo crea que la paz es posible.

Esa paz, ha sugerido, no es la que ofrecen los equilibrios geopolíticos o las diplomacias frías, sino la que nace del encuentro sincero, del respeto al otro, de la justicia vivida y no solo predicada. En este sentido, ha apuntado a una Iglesia que colabore activamente en la promoción de los derechos humanos, la solidaridad global y la dignidad de cada persona.

Continuidad agradecida

En todo momento, León XIV ha mostrado su agradecimiento a su predecesor, el Papa Francisco, al que ha reconocido como una referencia de valentía y misericordia. No ha querido marcar rupturas, sino prolongar un proceso. La sinodalidad, la atención a las periferias, la cercanía con los descartados: todo esto forma parte también de su horizonte pastoral.

León XIV no se presenta como un reformador solitario, sino como el primero de una comunidad que camina. Ha pedido oración, no para sostener su figura, sino para sostener juntos una misión que es de todos.

Un pontificado con rostro humano

Desde América Latina, pasando por África y Asia, muchos han visto en sus palabras una luz que puede ayudar a sanar fracturas y construir alianzas en un mundo desgastado. La suya es una propuesta espiritual, pero también social, cultural y profundamente ética: ser puentes como Cristo, luz del mundo y reconciliador de la humanidad.

Este nuevo pontificado comienza no con promesas grandilocuentes, sino con un gesto y un nombre que dicen mucho más que mil discursos: León XIV, no como rugido de poder, sino como voz de paz.

Resumen del mensaje al inicio del pontificado de León XIV

  • Inició su pontificado con un saludo de paz —“¡La paz esté con vosotros!”— evocando al Cristo Resucitado. A lo largo de su mensaje, insistió en una paz humilde y perseverante, y llamó a construir puentes de diálogo y encuentro entre los pueblos.
  • Expresó su profunda gratitud al Papa Francisco, a quien describió como una “voz débil pero siempre valiente”, y se comprometió a dar continuidad a su legado espiritual.
  • Subrayó la necesidad de una Iglesia misionera, abierta y acogedora, como la Plaza de San Pedro: con los brazos siempre dispuestos a recibir a todos, especialmente a los más necesitados.
  • Insistió en la unidad del pueblo de Dios, animando a caminar juntos en fidelidad a Cristo y a anunciar el Evangelio sin miedo. Recordó que sólo Cristo es el verdadero puente entre Dios y los hombres, e invitó a todos a ser luz para el mundo.
  • Concluyó pidiendo oración por su misión, por la Iglesia y por la paz en el mundo, confiando esa súplica a la Virgen María.
El autorRafael Sanz Carrera

Doctor en Derecho Canónico

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Estados Unidos

Investigación federal al estado de Washington por el secreto de confesión 

El Departamento de Justicia de Estados Unidos ha abierto una investigación de derechos civiles sobre una ley del estado de Washington. El motivo es que los miembros del clero pasan a ser informadores obligatorios en casos sospechosos o conocidos de abusos sexuales de menores, vulnerando el secreto de confesión.  

OSV / Omnes·8 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 3 minutos

– Kate Scanlon, OSV (Washington)

El Departamento de Justicia ha manifestado el 5 de mayo que ha abierto una investigación de derechos civiles en torno al desarrollo y la aprobación de una legislación en el estado de Washington. En ella se requiere que el clero informe de abusos infantiles o de menores, o negligencia, en la que no prevé excepciones para los sacerdotes.

El 2 de mayo, el gobernador demócrata Bob Ferguson promulgó el proyecto de ley 5375 del Senado, patrocinado por el senador demócrata Noel Frame, de Seattle, por el que los miembros del clero pasan a ser informadores obligatorios. Es decir, personas obligadas por ley a denunciar los casos sospechosos o conocidos de abuso o negligencia infantil. La versión de la ley promulgada no incluía una excepción al requisito de las confesiones sacramentales. 

Otros informadores obligatorios en el estado de Washington son el personal escolar, las enfermeras, los asesores de servicios sociales y los psicólogos.

Sacerdotes católicos, en desacuerdo con la ley civil

Algunos han argumentado que el proyecto de ley aborda una omisión importante en la lista estatal de informadores obligatorios sobre la cuestión. Pero otros han expresado su preocupación de que, sin excepciones para la prerrogativa (eclesiástica) del clero, la ley podría poner a los sacerdotes católicos en desacuerdo con la ley civil, con el fin de mantener la ley de la iglesia en relación con el secreto de confesión.

“Se exige que violen su fe”

El Departamento de Justicia ha señalado que planea investigar lo que denominó un aparente conflicto entre la nueva ley del estado de Washington y el libre ejercicio de la religión según la Primera Enmienda.

El fiscal general adjunto Harmeet K. Dhillon, de la División de Derechos Civiles del Departamento de Justicia, dijo en un comunicado: “La ley SB 5375 exige que los sacerdotes católicos violen su fe profundamente arraigada para obedecer la ley, una violación de la Constitución y una infracción del libre ejercicio de la religión que no puede sostenerse en nuestro sistema constitucional de gobierno”.

“Peor aún, la ley parece señalar a los clérigos como no autorizados a hacer valer los privilegios aplicables, en comparación con otros profesionales de la información”, dijo Dhillon. “Nos tomamos este asunto muy en serio y esperamos la cooperación del Estado de Washington con nuestra investigación”.

Todos los estados, distritos o territorios de EE.UU. tienen algún tipo de ley de denuncia obligatoria. La mayoría de los estados que incluyen específicamente al clero en sus leyes de denuncia obligatoria conceden algunos privilegios al clero confesor en diversos grados, según datos del Child Welfare Information Gateway, que depende de la Oficina de la Infancia del Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos.

Petición de una exención para el sacramento de la confesión

La Conferencia Católica del Estado de Washington se opuso a la versión particular de la legislación que fue aprobada por los legisladores, instándoles a modificarla “para proporcionar una excepción para las comunicaciones confidenciales entre un miembro del clero y una persona de fe penitente”.

“La mayoría de los estados que incluyen al clero como informador obligatorio incluyen una exención para las comunicaciones confidenciales, lo que demuestra que los intereses de los estados en la protección de la infancia pueden lograrse sin violar el derecho al libre ejercicio de la religión”, dijo la Conferencia en un boletín de promoción de abril.

La Conferencia, que es la rama de política pública de los obispos católicos del Estado, apoyó anteriormente una versión diferente de la legislación para que el clero fuera informador obligatorio con una exención para el sacramento de la confesión.

Después de firmar el proyecto de ley el 2 de mayo, el gobernador Ferguson dijo a los periodistas que él es católico y ve la legislación como “bastante sencilla”.

“Mi tío fue sacerdote jesuita durante muchos años, yo mismo me he confesado, así que estoy muy familiarizado con ello”, dijo, según KXLY-TV. “Sentí que esta era una legislación importante y proteger a los niños es la primera prioridad”.

Arzobispo de Seattle: “El clero católico no puede violar el secreto de confesión”

En una declaración del 4 de mayo, el arzobispo Paul D. Etienne, de Seattle, dijo: “La Iglesia católica está de acuerdo con el objetivo de proteger a los niños y prevenir el abuso infantil”.

“La archidiócesis de Seattle mantiene su compromiso de denunciar los abusos sexuales a menores, trabajar con las víctimas supervivientes hacia la curación y proteger a todos los menores y personas vulnerables”, dijo. “Nuestras políticas ya requieren que los sacerdotes sean informantes obligatorios, pero no si esta información se obtiene durante la confesión”.

El arzobispo Etienne expresó su preocupación por el hecho de que los sacerdotes se vieran en la imposibilidad de cumplir la ley si dicha información se revelaba a través del sacramento de la confesión.

“El clero católico no puede violar el secreto de confesión, o será excomulgado de la Iglesia”, dijo. “Todos los católicos deben saber y estar seguros de que sus confesiones siguen siendo sagradas, seguras, confidenciales y protegidas por la ley de la Iglesia”

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Kate Scanlon es una reportera nacional de OSV News que cubre Washington. Síguela en X @kgscanlon.

El autorOSV / Omnes

Ecosistema mediático y cónclave

Frente al ecosistema mediático que insiste en polarizar, las familias católicas estamos llamadas a confiar durante el proceso del Cónclave. Pongamos todo en las benditas manos de Dios.

8 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 3 minutos

Cada mañana disfruto de la Santa Misa en una capilla cercana a casa. Hace un par de días, al terminar la Misa, una vecina mía me esperaba y después de saludarme preguntó: «¿tú qué crees Lupita, el próximo Papa será conservador o progresista?»

Recordé una metáfora que me ayudó a clarificar mi visión sobre esto. Imagina la siguiente escena: a una persona que es abstemia le preguntan qué prefiere beber, tequila o vodka. La persona responde, -en realidad no me interesan los licores, beberé esta opción sin alcohol-. 

La Iglesia es como este abstemio, no le interesa el poder temporal, su interés está en otro sitio. 

Pensar en estos términos acerca de la Iglesia es reducirla a un orden temporal, es considerarla una organización cualquiera, es mutilarla y vaciarla de su esencia y sentido. Actualmente muchos han caído es esta dicotomía que se convierte en un obstáculo para conocer la profundidad y complejidad de una institución que es humano-divina. Los periodistas necesitan crear titulares atractivos y saben que establecer contrarios atrae audiencia.

Se han incorporado términos del campo geopolítico a la realidad de la Iglesia y quienes les escuchamos y leemos vamos usando el mismo lenguaje con todos sus reduccionismos. Sin embargo, entrar al conocimiento de ella es fascinarnos con su origen y su historia, implica generar una relación con un ente vivo, algo que va mucho más allá de sus estructuras, algo que realmente conforma un cuerpo místico. No se trata de una democracia y tampoco de una oligarquía. 

Los periodistas honestos saben y respetan, aún cuando no sean creyentes, que existe un elemento sobrenatural en nuestra profesión de fe. La realidad divina es una variable que existe.

Hay mucha oración en torno a los acontecimientos cruciales en la vida de la Iglesia.

Cónclave 2025

Estamos viviendo el cónclave 2025 y el mundo se une en oración, sabemos que nada de esto se explica plenamente sin Cristo. Los expertos hablan de preferencias de los cardenales, si elegirán a un Papa que siga la línea de Francisco o que no dé continuidad a sus iniciativas; desconocen que la elección la llevará adelante la acción del Espíritu Santo a través de personas. El ecosistema mediático habla del “elemento sorpresa”, o del “misterio” de los criterios de elección; es ahí, en esas palabras, en donde se da la acción divina.

Recordemos que las polaridades en tensión son esencialmente creativas cuando está claro el para qué. Desde luego los cardenales tienen sus propios criterios y no hay uniformidad al interior de la Iglesia, pero sí unidad, es por ello que cada uno dará el voto que corresponda al deseo de Dios, sin poner por delante sus preferencias personales sino el bien de la Iglesia universal. Desde Pablo VI hasta el Papa Francisco, se puede observar la perfecta continuidad en la implementación paulatina del Concilio Vaticano II, con sus errores y aciertos, en su caminar humano-divino, pero siempre bajo la asistencia permanente, nunca intermitente, del Espíritu Santo.

El periodismo secular nos presenta a los cardenales como si estos estuvieran buscando el papado con ansias y deseos de poder, así lo confirman las series, películas  y documentales que pululan en todas las plataformas mediáticas, pero la realidad es que nuestros cardenales saben que ser Papa implica cargar una cruz muy pesada, ser elegido y aceptar es una entrega sacrificial de sí mismos. 

Los Cardenales votan por aquel que su corazón les indica hacerlo, y perciben con claridad que le están entregando una gran cruz, por eso le ofrecen su asistencia, fidelidad  y compañía para que pueda conducir la barca de Pedro en la tormenta… con Cristo, siempre con Cristo. La Iglesia está en Sus manos.

En manos de Dios

Circula en las redes una reflexión titulada: depende en manos de quién esté el asunto. Dice que una pelota de baloncesto en nuestras manos vale unos $19, pero una pelota de baloncesto en las manos de Michael Jordan vale alrededor $33.000.000.

Una raqueta de tenis en mis manos, no sirve para nada.

Una raqueta de tenis en manos de Pete Sampras, significa el Campeonato en Wimbledon.

Todo depende de en manos de quién está el asunto.

Una honda en mis manos es un juego de niños.

Una honda en manos de David es el arma de la victoria del Pueblo de Dios.

Unos clavos en mis manos pueden servir para construir una pajarera.

Unos clavos en las manos de Jesucristo producen la salvación de toda la humanidad.

Todo depende de en manos de quién está el asunto.

Frente al ecosistema mediático que insiste en polarizar, las familias católicas estamos llamadas a confiar. Pongamos todo en las benditas manos de Dios. Nuestra tarea: orar y cristificar nuestros ambientes con alegría y serenidad. 

Nuestras mentes y corazones ya están prestos para recibir al Papa con gratitud, cariño y docilidad.

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Vaticano

Segunda fumata negra

Esta tarde en torno a las 17.30 o las 19.00 será la siguiente fumata.

Javier García Herrería·8 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: < 1 minuto

Este miércoles a las 11:51 horas, una segunda fumata negra se elevó desde la chimenea de la Capilla Sixtina, señal de que ninguno de los 133 cardenales electores ha alcanzado los 89 votos necesarios para elegir al nuevo pontífice. El cónclave, que comenzó ayer, continúa sin un consenso tras tres votaciones.

Dos votaciones, una fumata

Por norma, en las mañanas con doble votación, solo se produce una fumata conjunta al término de la segunda. Así ha ocurrido hoy: aunque se han llevado a cabo dos rondas de votación, ninguna ha sido concluyente y el humo ha sido negro.

Los cardenales están llamados de nuevo a votar esta tarde, en una o dos rondas, dependiendo de los resultados. Si tras la primera de la tarde no se alcanza la mayoría, la segunda votación del día se completará y la fumata volverá a subir desde la Capilla Sixtina alrededor de las 19:00 horas.

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Evangelización

San Víctor, mártir de Milán, en el mayo mariano

La Iglesia celebra el 8 de mayo a san Víctor de Milán (siglo IV), quien prefirió morir antes que renunciar a la fe, como realza san Ambrosio. En mayo se celebran fiestas de la Virgen María de gran devoción popular. Por ejemplo, Nuestra Señora de Luján en Argentina (8 de mayo), o Nuestra Señora de los Desamparados (Valencia), que se celebra el domingo 11.   

Francisco Otamendi·8 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos

La liturgia conmemora este día 8, en el mayo mariano, a San Victor de Milán, mártir. Con otros dos soldados romanos cristianos, Narbore y Félix, los tres eligieron la muerte antes que abjurar de su fe, explica la agencia vaticana

San Victor y sus compañeros llegaron de Mauritania (África), y fueron llamados al ejército imperial de Maximiano, que los destinó a Milán. Como cristianos, no eran bien vistos en el ejército. Ellos eran leales al emperador, y no querían tener que elegir entre él y Dios. Víctor fue arrestado por su objeción de conciencia, y recluido en una celda sin comer ni beber, pero se negó hacer sacrificios a los ídolos. 

Gracias a san Ambrosio

Su martirio y el culto que se le profesó en Milán desde antiguo están fuera de duda, gracias también a san Ambrosio. El santo obispo de Milán le dedicó una tumba, incluso con mosaicos dorados, incorporada más tarde a la basílica de San Ambrosio, ardiente defensor de María Virgen Inmaculada. Y san Carlos Borromeo hizo un solemne reconocimiento de las reliquias del Santo, hasta entonces dispersas.

Luján, Valencia…

Este mes de mayo, como se ha señalado, tienen lugar fiestas de la Virgen María de mucha devoción popular, y celebraciones masivas. “Como cada 8 de mayo, con gran alegría y esperanza celebramos el día de nuestra Madre, la solemnidad, la fiesta de Nuestra Señora de Luján”, indica la web de la Basílica de la Virgen de Luján.

Por su parte, Valencia celebra a su patrona, la Virgen de los Desamparados, el domingo 11 de mayo. El arzobispo de Valencia, Enrique Benavent, presidirá la celebración de la festividad. Tras la Missa d’Infants (Misa de niños), se iniciará el tradicional Traslado de la imagen peregrina de la Mare de Déu, desde la Basílica de la Virgen hasta la Catedral, donde se celebrará la Misa Pontifical.

El autorFrancisco Otamendi

Evangelio

El Buen Pastor. Cuarto domingo de Pascua (C)

Joseph Evans nos comenta las lecturas del domingo de cuarto domingo de Pascua (C) correspondiente al día 11 de mayo de 2025.

Joseph Evans·8 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos

“Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen”. ¿Por qué Jesús habla tanto de las ovejas? Por poner sólo algunos ejemplos, en el Evangelio de Juan dedica todo un “sermón” a este tema, describiéndose a sí mismo como el “Buen Pastor” (Jn 10, 1-18). La primera de sus tres grandes parábolas de la misericordia, en Lucas 15, trata de un pastor que cuida de una oveja perdida y de la alegría que le da encontrarla de nuevo. Tuvo compasión de las muchedumbres porque estaban “extenuadas y abandonadas, ‘como ovejas que no tienen pastor’” (Mt 9, 36). El juicio final consistirá en separar “las ovejas de las cabras” (Mt 25, 32).

Ciertamente, Israel era una sociedad muy agraria en la que la cría de ovejas tenía mucha importancia. Sus reyes, en particular el gran rey David (él mismo un pastor convertido en monarca), eran descritos como “pastores” del pueblo (véase 2 Sam 7, 7-8). Y los israelitas podían estar muy apegados a sus ovejas, como vemos en la parábola de Natán sobre un pobre hombre cuyo corderito “comía de su pan, bebía de su copa y reposaba en su regazo; era para él como una hija” (2 Sam 12, 3).

Pero también hay un toque de humor divino en la metáfora. Las ovejas no son inteligentes ni valientes, más bien destacan por su estupidez y vulnerabilidad. Y la metáfora se utiliza para describirnos a nosotros. Pero las ovejas suelen tener al menos el sentido común suficiente para seguir a su pastor y huir de los que no lo son. Pueden oír la voz de su pastor y responder a su llamada. Y si lo hacen, están a salvo, porque el pastor las protegerá. “Nadie las arrebatará de mi mano”. De hecho, Jesús insiste: “nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre”. Y estamos doblemente seguros en las manos de Cristo y en las del Padre porque, como enseña Jesús, “Yo y el Padre somos uno”.

Jesús no nos llamó leones ni águilas porque es evidente que no lo somos. Nuestra fuerza reside en conocer nuestra debilidad y, por tanto, permanecer muy cerca del Buen Pastor.

Pero la segunda lectura de hoy añade un matiz extraordinario: el Pastor es también un Cordero. En efecto, ¡este Cordero pastorea! “Porque el Cordero que está delante del trono los apacentará”. La humildad es reconocer nuestra debilidad, pero conduce a la fortaleza. Porque Cristo, en su humildad, se hizo débil, cordero indefenso “llevado al matadero” (Is 53, 7), tiene la fuerza de protegernos a todos. Nuestra humildad nos dará la fuerza para guiar a los demás.

Vaticano

Primera fumata negra en el Vaticano

Primera fumata negra en el cónclave: aún no hay Papa. Mañana continúan las votaciones con posibles señales de humo al mediodía y al anochecer.

Javier García Herrería·7 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: < 1 minuto

A las 21:00 horas, una fumata negra ha emergido de la chimenea instalada en el tejado de la Capilla Sixtina. El humo oscuro ha confirmado que ningún cardenal ha alcanzado los 89 votos necesarios —la mayoría de dos tercios requerida— para ser elegido Papa en el primer escrutinio del cónclave.

Pese a no haberse logrado una elección, este primer sufragio ofrece a los cardenales una primera impresión real de las intenciones de voto del resto.

Cuatro posibles fumatas mañana

A partir de mañana, jueves 8 de mayo, se celebrarán cuatro votaciones diarias: dos por la mañana y dos por la tarde. Sin embargo, solo se emitirá una fumata por la mañana y otra por la tarde, tras el segundo escrutinio de cada bloque. Es decir, no habrá humo tras la primera votación de la mañana ni de la tarde, salvo en caso de elección.

Las horas previstas para las posibles fumatas del jueves son: 10.30, 12:00, 17.30 o 19:00. Los horarios evidentemente son aproximados, pues dependen del ritmo de las votaciones.

Continúa el aislamiento y el sigilo

Los 133 cardenales electores permanecerán en régimen de aislamiento total, alojados en la Casa Santa Marta y trasladándose a diario a la Capilla Sixtina para votar. No pueden comunicarse con el exterior, y todo el proceso está protegido por bloqueadores de señal y juramentos de confidencialidad.

El mundo permanece expectante ante la chimenea de la Capilla Sixtina, a la espera de la fumata blanca que anunciará la elección del nuevo Papa.

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Mundo

Nigeria: siete frailes franciscanos capuchinos mueren en un accidente

Los católicos de Nigeria están de luto por la muerte de siete frailes franciscanos capuchinos en un trágico accidente de tráfico, mientras viajaban de Enugu al Estado de Cross River el 3 de mayo.

OSV / Omnes·7 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos

– Fredick Nzwili (OSV News)

Siete frailes franciscanos capuchinos han perdido la vida en un accidente de autobús en Nigeria. Los siete estaban entre un grupo de 13 frailes, todos miembros de la Custodia de San Francisco y Santa Clara de la Orden de los Frailes Menores Capuchinos en Nigeria, e iban de camino a un retiro espiritual en la ciudad de Obudu, cuando su vehículo tuvo el accidente, según un comunicado publicado el 4 de mayo. 

Su autobús, supuestamente propiedad de la diócesis de Enugu, sufrió un fallo en el freno. “Con profundo dolor, pero con esperanza de la resurrección, los frailes capuchinos de la custodia nigeriana, anunciamos la muerte de algunos de nuestros hermanos», dijo el hermano John Kennedy Anyanwu, custodio de la Orden.

Seis de los frailes sufrieron lesiones de diversos grados y ahora están recibiendo tratamiento en Enugu. Los siete que murieron son los hermanos Somadina Ibe-Ojuludu, Chinedu Nwachukwu, Marcel Ezenwafor, Gerald Nwogueze, Kingsley Nwosu, Wilfred Aleke y Chukwudi Obueze.

Camino a un retiro espiritual

Los hermanos capuchinos estaban inmersos en una peregrinación espiritual y se iban a retirar en un famoso complejo de ranchos de ganado en Obudu, bajo la guía de un sacerdote cuando ocurrió el accidente.

“Confiamos sus almas al amor misericordioso de Dios e invitamos a todos a unirse en la oración por el feliz descanso de sus almas. Los arreglos funerarios se comunicarán a su debido tiempo», dijo el hermano Anyanwu.

En Nigeria, los capuchinos, que sirven como sacerdotes y hermanos, trabajan, entre otros, en comedores de beneficencia y refugios para personas sin hogar, orfanatos, hospitales y prisiones como capellanes.

El gobierno local del estado de Cross River ha expresado sus condolencias. “Nuestras oraciones y pensamientos están con las familias y amigos de las víctimas durante este momento increíblemente difícil», dijo en un comunicado Bassey Otu.

145 sacerdotes secuestrados y 11 asesinados en 10 años

La muerte de los frailes capuchinos se suma al dolor en la vida de la Iglesia católica en Nigeria, que ha sufrido persecución a cargo de milicias, bandidos e islamistas afiliados al grupo Estado Islámico. Un total de 145 sacerdotes han sido secuestrados y 11 asesinados entre 2015 y mayo de 2025, en medio de una creciente ola de secuestros de seminaristas, sacerdotes y personal religioso.

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Fredrick Nzwili escribe para OSV News desde Nairobi, Kenia.

El autorOSV / Omnes

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Cardenal Re: “Que sea elegido el Papa que la Iglesia y la humanidad necesitan”

El decano del colegio de cardenales ha presidido la mañana del 7 de mayo en San Pedro la Misa "pro eligendo pontifice", en la que se ha invocado la protección del Espíritu Santo para poner las “soberanas llaves” en las manos adecuadas. Esta Misa precede al cónclave, que comenzará a las cuatro y media de la tarde.

Maria Candela Temes·7 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 4 minutos

El cielo de Roma ha amanecido encapotado. A la misma hora en que los cardenales hacían su ingreso en la basílica vaticana, caía una llovizna fina. En muchos lugares esta lluvia simboliza la gracia del cielo, un derramarse de bendiciones. Los purpurados han empezado el día participando en la Misa “pro eligendo pontifice”, que se ha celebrado a las diez de la mañana en San Pedro. La ceremonia ha estado presidida por el decano, Giovanni Battista Re, ante la presencia de cientos de fieles.

Tras el fallecimiento del Papa Francisco el 21 de abril, los cardenales han estado durante las últimas dos semanas reunidos en las llamadas congregaciones generales. En ellas ha habido un intercambio de pareceres y opiniones sobre el estado actual de la Iglesia y el mundo, así como momentos dedicados a la oración y al discernimiento en los que se han perfilado los atributos del próximo pontífice. Hoy llegan con los deberes hechos al cónclave, la reunión en la cual elegirán al Papa número 267 de la Iglesia católica. Algún prelado aseguraba que ya tenía claro a quién iba dirigido su voto; otros se han mostrado más reservados.

La única actitud justa y necesaria

La homilía de esta eucaristía es un momento notorio, pues resume el trabajo de los días previos y señala el itinerario que seguirá la votación, que comienza esta tarde alrededor de las cuatro y media en la capilla sixtina, donde serán encerrados los cardenales tras la histórica fórmula del “extra omnes”.

En sus palabras Re ha recordado el protagonismo del Espíritu Santo, que continúa guiando a la Iglesia como hizo tras la Ascensión de Cristo y en la espera de la Pentecostés, según se lee en los Hechos de los Apóstoles: “todos perseveraban unidos en la oración junto con María, la Madre de Jesús (cfr. Hch 1, 14). Es precisamente lo que también nosotros estamos haciendo a pocas horas del inicio del cónclave, bajo la mirada de la Virgen colocada al lado del altar, en esta Basílica que se eleva sobre la tumba del apóstol Pedro”.

Estos días los cardenales habían solicitado expresamente a todos los católicos que les acompañaran con su oración: “Notamos como todo el pueblo de Dios está unido a nosotros con su sentido de fe, su amor al Papa y su confiada esperanza”.

El decano, con una gran potencia de voz sorprendente en un hombre de 91 años, ha recordado que “estamos aquí para invocar el auxilio del Espíritu Santo, para implorar su luz y su fuerza, a fin de que sea elegido el Papa que la Iglesia y la humanidad necesitan en este momento de la historia tan difícil, complejo y atormentado”.

Ante la complejidad del tiempo que nos ha tocado vivir, “rezar, invocando al Espíritu Santo, es la única actitud justa y necesaria, mientras los cardenales electores se preparan a un acto de máxima responsabilidad humana y eclesial, y a una decisión de gran importancia; un acto humano por el cual se debe abandonar cualquier consideración personal, y tener en la mente y en el corazón sólo al Dios de Jesucristo y el bien de la Iglesia y de la humanidad”.

Amor, comunión y unidad

Si hubiera que resumir la homilía en tres palabras, serían amor, comunión y unidad. En su comentario a las lecturas y al Evangelio de la Misa, en el que se ha leído el mandamiento nuevo que Jesús dio a sus apóstoles en la Última Cena -y que viene a ser el “quid” de toda la doctrina cristiana-, ha apuntado Re: “De los textos litúrgicos de esta celebración eucarística nos llega, por tanto, una invitación al amor fraterno, a la ayuda mutua y al compromiso por la comunión eclesial y la fraternidad humana universal”.

Frente a la lógica de la polarización que domina el discurso público, el mensaje constante de estos días, expresado como un deseo y una intención, ha estado también presente: “Entre las tareas de todo sucesor de Pedro está la de acrecentar la comunión: comunión de todos los cristianos con Cristo; comunión de los obispos con el Papa; comunión entre los obispos. No una comunión autorreferencial, sino dirigida totalmente a la comunión entre las personas, los pueblos y las culturas, velando para que la Iglesia sea siempre ‘casa y escuela de comunión’.

También es fuerte la llamada a mantener la unidad de la Iglesia en la senda trazada por Cristo a los Apóstoles. La unidad de la Iglesia es querida por Cristo; una unidad que no significa uniformidad, sino una firme y profunda comunión en la diversidad, siempre que se mantenga en plena fidelidad al Evangelio”.

Sucesor de Pedro, no de Francisco

Los 133 cardenales que elegirán al próximo pontífice han señalado que, si bien pretenden una continuidad con el legado del Papa Francisco, a quien buscan es a un sucesor del pescador de Galilea: “La elección del nuevo Papa no es una simple sucesión de personas, sino que es siempre el apóstol Pedro que regresa”.

Re, que por edad no forma parte de los electores, ha apelado a la fuerza simbólica que tiene la imagen del Juicio Final con la que Miguel Ángel decoró la capilla sixtina, donde tiene lugar la votación. Un Jesús Juez que recuerda, en palabras de Dante, “la responsabilidad de poner las ‘soberanas llaves’ en las manos adecuadas”.

“El Espíritu Santo”, ha concluido, “en los últimos cien años nos ha dado una serie de Pontífices verdaderamente santos y grandes”. Y ha invitado a rezar para que “nos regale ahora un nuevo Papa según el corazón de Dios para el bien de la Iglesia y de la humanidad”.

El mundo espera mucho de la Iglesia

Antes de acudir a la intercesión de la Bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia, el decano ha reiterado: “Recemos para que Dios conceda a la Iglesia el Papa que mejor sepa despertar las conciencias de todos y las fuerzas morales y espirituales en la sociedad actual, caracterizada por un gran progreso tecnológico, pero que tiende a olvidarse de Dios”.

Re ha cerrado con un mensaje de esperanza, en sintonía con el año jubilar, y una mirada de porvenir: “El mundo de hoy espera mucho de la Iglesia para la tutela de esos valores fundamentales, humanos y espirituales, sin los cuales la convivencia humana no será mejor ni portadora de bien para las generaciones futuras”.

El semblante de los cardenales electores es hoy serio y reflexivo. Entre ellos es muy probable que se encuentre el futuro Papa que guiará a la Iglesia en el segundo cuarto del siglo XXI. La vidriera de Bernini que asoma en el ábside, sobre la cátedra de San Pedro, y que representa al Espíritu Santo en forma de paloma, es quizá un consuelo y un recordatorio de que no estará solo en esta tarea.

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En los zapatos del cardenal

En medio del cónclave, un cardenal reflexiona con humanidad y humor sobre la gravedad del momento y la inesperada posibilidad de ser elegido Papa. Más allá de intrigas políticas, el relato invita a vivir el proceso con fe, fraternidad y apertura al Espíritu.

7 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 3 minutos

Unos amigos míos se obstinaban en comentar el Cónclave en clave política. “Tradición vs progreso”, “candidaturas” y “contendientes”, que si zapatos negros (“pobreza”) o rojos (“riqueza”, cuando en realidad significan “martirio”). «Qué manera de no entender nada», les dije. Quise explicarles cómo funciona un Cónclave de la Iglesia Católica, pero me di cuenta de que esto es algo que conviene “vivir”. De ahí que haya optado por dedicarles esta breve imaginación:

«¡Extra omnes!», exclamó Monseñor Ravelli y los electores se fueron acomodando en sus asientos. Aunque había sol, dentro de la Capilla Sixtina refrescaba un poco. Por eso el cardenal se arrepintió: «En mala hora traje zapatos con suela de cuero», se dijo mientras movía los dedos de los pies para evitar que se entumecieran. Comenzó la meditación sobre la responsabilidad que les incumbía, pero él juzgó que el fresco de Miguel Ángel sobre el Juicio Final era más persuasivo que mil palabras. Así que aprovechó el momento para rezar por sus colegas: había rostros blancos, amarillos, negros, mulatos; unos se mostraban más atentos, otros luchaban contra el sueño. En ese punto sonrió, pues sintió en su corazón que quería a sus hermanos.

Por suerte el primer día solo contemplaba una votación, que terminó, como es lógico, con fumata nera (bien negra gracias a los fumígenos que se añaden a través de una segunda estufa). Quemaron todas las papeletas y también las otras hojas que algunos habían usado para reflexionar. Más o menos salieron los nombres más conocidos, aunque cada uno de ellos estaba lejos de alcanzar los dos tercios que exige el Espíritu Santo.

El día siguiente fue más cansador. Dos votaciones en la mañana y otras dos en la tarde. Aumentaron los votos para el diplomático, el centroeuropeo y el misionero famoso. También se mencionaron algunos nombres nuevos y, cosa rara, al final de la jornada el cardenal escuchó el suyo. Y no había sido él quien puso ese nombre en la papeleta, de eso estaba seguro. Por cierto, ¿habría manera de comprar zapatos en alguna parte? Estando tan incomunicados lo veía difícil; quizá podría pedir un par prestados a alguien…

En la mañana del tercer día había nubes. Los cardenales estuvieron más silenciosos, rezaban a cualquier hora, ya nadie se dormía mientras se contaban los votos. Al mediodía, se respiraba cierta tensión en el comedor de Casa Santa Marta y el cardenal sintió que los demás lo observaban. Eso le incomodó, sobre todo cuando se sirvió por segunda vez el spaghetti all’amatriciana.

En la primera votación de la tarde, el nombre del cardenal salió bastantes veces. Mientras los tres cardenales escrutadores de turno contaban en la segunda, él se acordó de otras elecciones que había vivido: cuando lo elegían al final para los partidos de fútbol del colegio, el día en que lo seleccionaron para ser ayudante en una asignatura de Medicina, o la beca que ganó para hacer el doctorado de Teología en Roma. Qué larga había sido su trayectoria. Pasó años de parroquia preguntándose para qué había estudiado tanto; luego lo nombraron obispo y se lamentó de no haber estudiado más. Cuando fue creado cardenal empezó a soñar con la jubilación. Qué ganas de retirarse a una casa de campo para rezar tranquilo el Breviario, leer poesía, oír música clásica. Sin embargo, sus colegas lo estaban mirando de un modo que le pareció excesivo.

No era posible. El cardenal obispo más antiguo, acompañado por el maestro de ceremonias y el secretario del colegio de cardenales, se acercaban. Sus pasos resonaban en la Capilla como si fueran las trompetas del Juicio Final. «¿Aceptas tu elección canónica como Sumo Pontífice?». Al cardenal le zumbaron los oídos, la casa de campo se derrumbaba, sus pies fríos temblaron. Tosió una vez. Intentó decir que no, pero una fuerza interior lo ayudó a responder con más ánimo: «Confiando en la misericordia de Dios, acepto ponerme en los zapatos de Pedro». Estallaron los aplausos, los abrazos, las lágrimas de emoción. «Santo Padre», lo saludaron todos, partiendo por el diplomático, el centroeuropeo y el misionero famoso.

Mientras los demás preparaban la fumata bianca, el Papa se abrió paso para llegar a la sacristía o “Sala de lágrimas”. Reparó en el colgador con tres sotanas blancas (tallas “S”, “M” y “L”), miró la cruz pectoral que reposaba sobre la mesa de mármol, no se demoró en el solideo ni en la mitra… Lo primero que hizo fue buscar su número entre los pares de zapatos rojos que se acumulaban en la esquina, pues había advertido que todos ellos llevaban por debajo una reconfortante suela de goma.

El autorJuan Ignacio Izquierdo Hübner

Abogado de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Licenciado en Teología de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz (Roma) y Doctor en Teología de la Universidad de Navarra (España).

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Perspectiva y oración para afrontar el cónclave

"Simón, hijo de Juan, ¿Me amas?". La elección del nuevo Papa es un acto espiritual y eclesial que exige oración, discernimiento y confianza en la acción del Espíritu Santo.

Reynaldo Jesús·7 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 5 minutos

En estos días vivimos un acontecimiento histórico que es motivo de interés para toda la comunidad internacional, y no sólo para los católicos, puesto que la elección del sucesor de san Pedro no sólo busca proveer a la iglesia particular de Roma de un Obispo, sino dar un Pastor a la Iglesia Universal ya que, el sucesor de aquel pescador martirizado en la colina vaticana, se convierte en «Vicarius Christi», un título al que se adhiere la primacía, tanto de honor como de jurisdicción sobre la Iglesia de Cristo ejerciendo sobre la Iglesia una “plena, suprema y universal potestad” (LG 22). El fundamento de esta jurisdicción (Jn 21, 15-17) y las notas que le caracterizan confirman la promesa hecha por Jesús en Mt 16, 18-19 y este es el camino sobre el cual trataré de guiar estas líneas.

Rezar por el Papa fallecido y pedir por el Papa elegido

Durante los Novendiali, los cristianos suplicamos a Dios que “quien ha sido pastor de toda la Iglesia, pueda gozar eternamente en el cielo de los misterios de la gracia y del perdón, que él administró fielmente en la tierra” (cf. Misal Romano. Misas de difuntos IV. Por un Papa. Oración Colecta) y ahora, al terminar este período, la suplica toma un giro particular, se pide por un nuevo Papa, por un nuevo hombre de Dios que asuma el reto de guiar a su grey, que se abandone totalmente en la Providencia para ejercer una labor en nombre del Supremo Pastor, del Sumo y Eterno Sacerdote.

Pedimos con insistencia por un pastor que responda a la multiplicidad de elementos que caracterizan los tiempos modernos, un hombre que sepa continuar la marcha de la barca de Pedro, de la Iglesia; un hombre que dé continuidad al proyecto de Jesús en medio del mundo; un pastor que sepa acompañar, guiar y estar con las ovejas a él confiadas a pesar de las dificultades que el cargo supone y que, sin mérito propio, sino por pura Gracia, sepa sortear los retos y hacer resurgir el Reino de Dios en medio del mundo; un hombre que esté presente con su testimonio de vida sin olvidar que “nosotros existimos para enseñar Dios a los hombres” (Benedicto XVI. Homilía 24 de abril de 2005), y por ello, que con su caridad y con la claridad de su doctrina para que todos, pastores y fieles, al final de nuestra peregrinación terrena podamos dar gloria a Dios eternamente en el Cielo.

Pedimos por un pastor que le agrade “por la santidad de su vida y nos favorezca por su vigilante celo pastoral” (cf. Misal Romano. Para la elección del Papa o del obispo. Misas y oraciones por varias necesidades y para diversas circunstancias, n. 4).

Una potestad fundada en el amor

Como veis, el obispo de Roma, el Papa (Petri Apostoli Potestam Accipiens, es decir, el que recibe la potestad del apóstol Pedro), tiene una misión grande, que solamente puede ser ejercida con la asistencia del Divino Espíritu y no por méritos propios. Esta potestad tiene una nota característica: el Amor. De hecho, casi en nota homilética, a la luz del pasaje de Jn 21, 15-17 descubrimos la grandeza del amor en el ejercicio de la potestad del Pastor de la Iglesia Universal. Pedro, niega conocer a Jesús en tres ocasiones en las horas de la Pasión (cf. Mt 26, 67-75. Mc 14, 66-72. Lc 22, 54-62. Jn 18, 15-18. 25-27) y Jesús, una vez resucitado cuestiona a Pedro la misma cantidad de veces sobre una sola cosa, sobre lo que para Jesús era, es y sigue siendo importante: sobre el amor.

En estos días en los que parece que el criterio de elección va siendo la capacidad de diálogo, la línea doctrinal, el aspecto de continuidad, la unidad, si se es de una línea de formación o de otra, de si hay elementos atractivos en la persona o facilidad de conexión con las diversas realidades eclesiales, lo que realmente interesa a Jesús y nos debería interesar a todos es la capacidad de amor, la profundidad de su relación con el Maestro porque, sólo quien ha sabido conectar con Jesús a través de su cercanía con Él, es capaz de afirmar con una convicción radical: «Dominus est» («Es el Señor«), como dijo el discípulo a quien amaba Jesús (Jn 21, 7).

El relato de la triple confesión de Pedro tiene algunas curiosidades, que merecen nuestra atención y, sin el ánimo de agotar la riqueza del texto, conviene citarlas. En primer lugar, la especie de gradualidad de la pregunta de Jesús, el hecho de que si bien ambas giran en torno al amor («ἀγαπᾷς με»), la primera de estas asume un elemento relacional, no solo es si ama a Jesús, sino si aquel amor sobre el cual es cuestionado es mayor que el de los demás, “más que estos” («ἀγαπᾷς με Πλέον τούτων» ─ Diligis me plus his?).

La respuesta de Pedro sobre el amor parece quedarse corta, Pedro al amor responde con cariño; Pedro a la experiencia de amar, responde con querer; y, sin embargo, Jesús le confía lo que tiene, su rebaño. Pero este rebaño también trae una distinción y que es percibida en la traducción griega, ante la respuesta a la pregunta con tinte relacional, Jesús confía sus corderos: «βόσκε τὰ ἀρνία μου», en cambio ante la segunda pregunta Jesús confía sus ovejas: «Ποίμαινε τὰ προβάτιά μου».

Al aspecto relacional Jesús confía a los pequeños, a quienes experimentan un crecimiento acelerado que determina toda su existencia, como los corderitos, ovejas que en los primeros meses de vida les caracteriza un pelaje suave, cuernos pequeños y una apariencia general tierna y delicada; no así las ovejas que, experimentan un crecimiento lento para convertirse en animales más grandes y robustos, con pelaje y cuernos más espesos y ásperos.

Finalmente, Jesús, como en la encarnación, se acerca a la realidad y debilidad humana y siendo que Pedro no da el paso para subir la gradualidad de su respuesta para hacerla corresponder eodem sensu et adequem sententia, es decir, en el mismo sentido y en el mismo sentir, Jesús desciende la gradualidad de su pregunta y le cuestiona sobre lo que ha respondido: «φιλεῖς με», es decir “¿Me quieres?”.

La grandeza de esta experiencia con Jesús ya la planteaba el Papa san Juan XXIII al afirmar que “el sucesor de Pedro sabe que en su persona y en su actividad es la ley de la gracia y del amor la que lo sostiene, lo vivifica y lo adorna todo; y de cara al mundo entero, es en el intercambio de amor entre Jesús y él, Simón Pedro, hijo de Juan, que la santa Iglesia encuentra su sostén como sobre un soporte invisible y visible: Jesús, invisible a los ojos de la carne, y el Papa, Vicario de Cristo, visible a los ojos del mundo entero”. Continuaba el Papa: “bien sopesado este misterio de amor entre Jesús y su Vicario (…), mi vida debe ser todo amor por Jesús y al mismo tiempo total efusión de bondad y de sacrificio para cada alma y para el mundo entero” (Diario del alma, ¿qué sostiene a Pedro?).

Confiemos en la acción de Dios que actúa desde su propio tiempo y que, los tiempos de dificultad y de prueba son antesala de tiempos de gloria, gozo, vida en, con y para Dios. La Iglesia del Señor no está al margen de esto, no conviene apuntalar según criterios nuestros, dejad actuar al Espíritu, dejad al Pastor Supremo elegir a aquel que la Iglesia necesita para los tiempos actuales y que, haciendo eco de las palabras del Papa Benedicto XVI, en nuestra oración sepamos que “una de las características fundamentales del pastor debe ser amar a los hombres que le han sido confiados, tal como ama Cristo, a cuyo servicio está. Apacentar quiere decir amar, y amar significa dar el verdadero bien a las ovejas, el alimento de la verdad de Dios, de la Palabra de Dios, el alimento de su presencia” (Benedicto XVI, Homilía 24 de abril de 2005).

El autorReynaldo Jesús

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A qué santos invocan los cardenales en la procesión a la Capilla Sixtina

Este 7 de mayo de inicio del cónclave, los cardenales electores efectúan hasta cien invocaciones en la denominada Letanía de los Santos, antes del canto del Veni Creator Spiritus dirigido al Espíritu Santo. Tienen lugar en la procesión desde la Capilla Paulina a la Capilla Sixtina.  

Francisco Otamendi·7 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos

En esta fecha de inicio de cónclave para elegir un nuevo Romano Pontífice de la Iglesia católica, en camino hacia la Capilla Sixtina, los cardenales electores piden ayuda a los santos (Litaniae sanctorum), y realizan hasta 100 invocaciones pidiendo que recen por ellos. 

Las peticiones tienen lugar en la procesión desde la Capilla Paulina hasta la Capilla Sixtina, donde votan. La fórmula habitual es el conocido ‘ora pro nobis’ (ruega por nosotros), u ‘orate pro nobis’ (rogad por nosotros, en plural), si son varios a los que se reza.

En síntesis, los cardenales piden a Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, a la Trinidad Santa, el conocido ‘miserere nobis’, que tengan piedad de nosotros. El esquema inicial es bastante similar al de las primeras letanías del Rosario, e incluyen también hasta tres peticiones a Santa María. Luego la oración se dirige a los tres arcángeles, Miguel, Gabriel y Rafael, y a todos los santos ángeles.

Patriarcas y profetas, discípulos, papas

A continuación, la procesión dirige peticiones principales (6) a los santos Abraham, Moisés, Elías, Juan Bautista, el patriarca san José, y todos los santos patriarcas y profetas.

Siguen las peticiones a los santos discípulos del Señor (14), comenzando por los santos Pedro y Pablo, hasta los evangelistas, incluyendo aquí una sola mujer: santa María Magdalena.

Continúan peticiones de oración a santos Papas (18), comenzando por Clemente I y Calixto I, hasta Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II. Al final, la oración se dirige a todos los santos pontífices romanos.

Mártires, Padres de la Iglesia, fundadores, mujeres santas

En penúltimo lugar, las peticiones van a los mártires (21), comenzado por san Esteban y san Ignacio de Antioquía, hasta las santas Perpetua y Felicidad, Inés, Nino y María Goretti, con mención final a todos los santos mártires. La oración incluye a tres mártires ingleses: Tomás Becket, Juan Fisher y Tomás Moro, y al japonés san Pablo Miki, entre otros.

Finalmente, la letanías concluyen (32) con Padres de la Iglesia (santos Ambrosio, Jerónimo, Agustín, Gregorio Magno.…), algunos fundadores, como san Francisco y santo Domingo, san Ignacio de Loyola, san Francisco de Sales, san Vicente de Paúl o san Juan Bosco. También sacerdotes como san Juan María Vianney, o santas como Catalina de Siena, Teresa de Jesús, Rosa de Lima, Mónica e Isabel de Hungría. Pueden ver la relación íntegra aquí

Por lo demás, la liturgia celebra el 7 de mayo a santa Flavia Domitila (siglos I y II), esposa de un cónsul romano con quien tuvo siete hijos. Convertida al cristianismo, fue acusada de “ateísmo” y martirizada. Y también a santa Rosa Venerini, virgen, fundadora de las Maestras Pías Venerini.

El autorFrancisco Otamendi

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Los temas de los que se ha hablado en la última congregación general

Si se presta atención a los temas tratados por los cardenales, se advierte cómo estos días han hablado tanto a favor de las principales líneas que impulsó el Papa Francisco y como de los riesgos que entrañan.

Javier García Herrería·6 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos

La duodécima y última Congregación General de los cardenales, previa al inicio del cónclave para elegir al nuevo Papa, se celebró este martes 6 de mayo a las 9 de la mañana. Asistieron 173 cardenales, incluidos 130 electores, y se registraron 26 intervenciones que abordaron múltiples temas centrales para el futuro de la Iglesia.

Prioridades del nuevo pontificado

La sesión comenzó, como es costumbre, con un momento de oración. En las intervenciones “se reiteró la conciencia de que muchas de las reformas impulsadas por el Papa Francisco necesitan continuar”: la lucha contra los abusos, la transparencia económica, la reorganización de la curia, la sinodalidad, el compromiso por la paz y el cuidado de la creación.

Uno de los aspectos centrales que emergió en las intervenciones fue el perfil deseado del próximo Papa: “Ha surgido el perfil de un Papa pastor, maestro de humanidad, capaz de encarnar el rostro de una Iglesia samaritana, cercana a las necesidades y a las heridas de la humanidad”. En este tiempo “marcado por la guerra, la violencia y fuertes polarizaciones”, se busca una figura de guía espiritual que inspire “misericordia, sinodalidad y esperanza”.

Poder papal y unidad

Algunas intervenciones se centraron en cuestiones canónicas y reflexionaron “sobre el poder del Papa”. También se discutió sobre “las divisiones dentro de la Iglesia y de la sociedad y el modo en que los cardenales están llamados hoy a ejercer su papel en relación con el Papado”.

Se subrayó “la necesidad de hacer más significativas las reuniones del Colegio Cardenalicio durante los Consistorios” y de promover una iniciación cristiana sólida como acto misionero. También se recordó “a los mártires de la fe”, especialmente en zonas donde los cristianos son perseguidos.

Compromiso climático, ecumenismo y paz

Se habló de la Jornada Mundial de los Pobres y su relación con la solemnidad de Cristo Rey, destacando que “la verdadera realeza del Evangelio se manifiesta en el servicio”.

Entre las urgencias pastorales se reafirmó el desafío del cambio climático como “un desafío global y eclesial”. Asimismo, se retomó el diálogo ecuménico, con referencias al Concilio de Nicea y a la posibilidad de una fecha común para la celebración de la Pascua.

La Congregación concluyó con la lectura de un comunicado oficial: “un llamamiento dirigido a las partes implicadas en diversos conflictos internacionales”. En él, los cardenales pidieron “un alto el fuego permanente y el inicio de negociaciones que conduzcan a una paz justa y duradera, respetando la dignidad humana y el bien común”.

Actos simbólicos

Durante la sesión también se anunció la cancelación del Anillo del Pescador y del Sello de Plomo, signos distintivos del pontificado anterior. Finalmente, se ofrecieron “algunas disposiciones prácticas sobre el programa de los cardenales electores durante el cónclave”. La reunión concluyó a las 12:30 horas y no se prevén nuevas congregaciones generales.

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Cónclave: reglas, perfiles, duración y curiosidades

El cónclave de 2025 arranca este miércoles con 133 cardenales electores procedentes de 71 países, bajo estrictas medidas de seguridad y secreto.

Redacción Omnes·6 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 3 minutos

El 7 de mayo de 2025, la Iglesia católica inicia el cónclave para elegir el nuevo pontífice, un proceso que se rige por reglas y tradiciones que garantizan su solemnidad y secreto.

Reglas del Cónclave

Antes de iniciar el cónclave, a las 10 horas, los cardenales celebran la «Misa Pro Eligendo Pontifice» en la Basílica de San Pedro. Esta ceremonia litúrgica invoca la guía del Espíritu Santo para la elección del nuevo Papa y será presidida por el cardenal Giovanni Battista Re, decano del colegio cardenalicio.

Por la tarde, a las 16:30 horas, tendrá lugar la procesión de entrada de los cardenales en la Capilla Sixtina, el juramento de los cardenales, después del cual se pronunciará el «extra omnes» y tendrá lugar la primera votación.

A partir del jueves, se efectúan cuatro votaciones diarias: dos por la mañana y dos por la tarde. Tras las votaciones matutinas y vespertinas, se emite una fumata desde la chimenea de la Capilla Sixtina: blanca si hay un nuevo Papa, negra si no se ha alcanzado la mayoría requerida.

Se requiere una mayoría de dos tercios (89 votos) para la elección válida.

Y, un matiz importante, si después de tres días no se ha elegido un Papa, se concede un día de pausa para la oración y reflexión. Esto quiere decir que si el Papa no es elegido antes del sábado, el domingo no habrá votaciones.

Medidas de Seguridad y Aislamiento

Para preservar la confidencialidad del proceso y evitar la comunicación con el exterior se han tapiado las ventanas de Santa Marta que dan a la ciudad de Roma y superan la altura de los muros vaticanos. Antes de que los cardenales ocupen sus habitaciones, se revisarán las pertenencias de los cardenales, asegurando que no porten dispositivos de comunicación.

Al igual que ocurrió en el cónclave de 2013 se emplean bloqueadores de señal, sistemas anti-drones y protección láser para impedir cualquier filtración de información, ya no solo en la Capilla Sixtina, sino en el perímetro interior de la Ciudad del Vaticano

Perfiles de los Cardenales Electores

De los 135 cardenales elegibles, 133 participarán en el cónclave. De los cardenales electores 5 fueron nombrados por Juan Pablo II, 22 por Benedicto XVI y 108 por Francisco.

Participan 133 cardenales con derecho a voto, representando a 71 países, lo que convierte a este cónclave en el más multicultural hasta la fecha. En cuanto a la distribución geográfica, 53 son de Europa, 23 de Asia, 18 de África, 68 de América (16 de Norteamérica, 4 de Centroamérica y 17 de Sudamérica) y 4 de Oceanía.

Italia cuenta con 17 cardenales electores, Estados Unidos con 10, Brasil con 7, España y Francia con 5, India, Argentina, Canadá, Portugal y Polonia con 4. La distribución geográfica refleja la diversidad de la Iglesia.

Dos cardenales no asistirán al cónclave por enfermedad, el español Antonio Cañizares y el keniata John Njue. El cardenal bosnio Vilko Puljić votará desde su habitación en la casa Santa Marta, debido a su delicado estado de salud.

Duración de los últimos cónclaves

La duración promedio de los cónclaves en los siglos XX y XXI ha sido de tres días. En dos días fueron elegidos Pío XII y Benedicto XVI. Juan Pablo II salió el cuarto día de cónclave y Pío XI tardó 5 días.

En el largo y caótico cónclave que siguió a la muerte del Papa Clemente IV, celebrado en Viterbo entre 1268 y 1271, los cardenales tardaron casi tres años en llegar a un acuerdo, lo que llevó a las autoridades civiles a tomar medidas extremas: sellaron el edificio, redujeron la comida a pan y agua, y finalmente retiraron el techo del lugar donde deliberaban, exponiéndolos a la intemperie.

Esta drástica presión surtió efecto y se eligió finalmente al Papa Gregorio X, quien, tras asumir el pontificado, instauró las primeras normas formales del cónclave en el Concilio de Lyon de 1274, marcando un hito en la historia del proceso de elección papal.

Medidas para el Cónclave

Para garantizar el desarrollo seguro y absolutamente confidencial del cónclave, el Vaticano ha desplegado un conjunto de medidas logísticas y de seguridad sin precedentes. Un equipo de 60 empleados trabaja intensamente en la adaptación de la Capilla Sixtina, instalando sistemas tecnológicos que impidan cualquier tipo de comunicación con el exterior, además de adecuar el espacio sagrado como sala de votación.

En línea con las estrictas normas de secreto, los enfermeros, ascensoristas y otros miembros del personal autorizado a moverse en las áreas realizarán un juramento de secreto de oficio el día antes de que dé comienzo el cónclave.

Ante el elevado número de participantes y asistentes, se han acondicionado habitaciones adicionales tanto en la antigua casa Santa Marta como en el cercano Colegio Teutónico, reforzando así el aislamiento necesario para este proceso solemne y reservado que marcará el futuro de la Iglesia.

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Bienaventurados los misericordiosos

Para Francisco, cada persona excluida era objeto de su amor. Si esa exclusión fuera o no su propia culpa no era una cuestión para él. El amor veía la necesidad, no el mérito.

Joseph Evans·6 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 7 minutos

El hecho de que uno de los últimos «pesares» del Papa Francisco fuera no poder lavar los pies a los presos de una cárcel romana dice mucho del hombre y de su corazón misericordioso. Según su médico personal, Sergio Alfieri, al Pontífice le habría gustado lavar los pies a los presos cuando visitó la cárcel el 17 de abril.

«Lamentaba no poder lavar los pies a los presos», dijo Alfieri en declaraciones al diario italiano Corriere della Sera. «’Esta vez no pude hacerlo’ —fue lo último que me dijo”.

No se trataba de un deseo al azar, como sabría cualquier católico. El lavatorio de pies forma parte de la ceremonia anual del Jueves Santo, en la que el sacerdote, imitando las acciones de Cristo en la Última Cena, lava los pies de algunos de sus feligreses como expresión de servicio y humildad.

Y, sin embargo, como cualquier sacerdote podría decir, no es una parte absolutamente obligatoria del servicio y puede omitirse, y más de un sacerdote lo hace con mucho gusto. Pero la visita del Papa a aquella cárcel era para él una cita anual, y lavar los pies a aquellos 12 presos elegidos era una parte esencial de la visita. De este modo mostraba su solidaridad con esas personas excluidas por la sociedad.

Para Francisco, cada persona excluida era objeto de su amor. Si esa exclusión fuera o no su propia culpa no era una cuestión para él. El amor veía la necesidad, no el mérito. Y así lo vivió Francisco.

Revolución de la misericordia

Tomemos, por ejemplo, su documento “Fratelli Tutti”, de 2020. Es un texto muy largo que a menudo parece más un grito de dolor que un documento papal (y la preocupación de Francisco por los pobres y los excluidos lo llevaba a veces a desvaríos justos, tan molesto estaba por la injusticia social). En un momento dado propuso algo que parecía casi utópico: «La decisión de incluir o excluir a los que yacen heridos al borde del camino puede servir de criterio para juzgar todo proyecto económico, político, social y religioso».

¿Puede alguien realmente vivir esto? ¿Puede un gobierno adoptarlo como política económica? Cada decisión, cada una, tomada en función de si incluye o excluye a los necesitados: si los incluye, luz verde; si los excluye, olvídalo. En estos tiempos de duro pragmatismo, se considera totalmente impracticable.

Y, sin embargo, ¿te imaginas si solo algunas personas vivieran esto? ¿Si alguna autoridad pública empezara a tomárselo a pecho? Se crearía una auténtica revolución social, precisamente una revolución de la misericordia. Así era Francisco. De un modo a menudo poco práctico, pedía y esperaba misericordia, confiado en que, de hecho, en la práctica, solo la misericordia puede transformar la sociedad para el bien.

Rezo para que, por intercesión de Francisco, este artículo inspire al menos a algunos lectores a adoptar esta política aparentemente descabellada, pero en realidad profundamente realista.

La Buena Nueva de la Misericordia

Seamos claros: el Papa Francisco no inventó la misericordia. Dios llegó primero. Incluso en las aparentemente duras páginas del Antiguo Testamento, la misericordia inspiraba todas las acciones de Dios hacia Israel y, a través de él, hacia la humanidad.

Los Evangelios son, ante todo, la buena nueva de la misericordia de Dios en Jesucristo, Dios hecho hombre para asumir sobre sí el castigo que merecíamos. Y a la manera de Francisco (¿o debería decirse que Francisco actuaba a la manera de Jesús?), vemos a Jesús tendiendo la mano a los excluidos, incluso cuando esto escandalizaba a los más «ortodoxos» y rigurosos.

Incluso entre los Papas, a la hora de proclamar la misericordia, numerosos pontífices se adelantaron a Francisco. Entre ellos destaca san Juan Pablo II, para quien la promoción de la misericordia divina fue una clave de su pontificado. El Papa polaco hizo todo lo que pudo para proclamar esta misericordia, en particular canonizando a la gran apóstol de la misericordia divina, santa Faustina, y promoviendo su mensaje.

Ovejas perdidas

Francisco era espontáneo y tierno de corazón (también, a veces, autoritario y errático, porque esto también era cierto), pero incluso sus decisiones más autocráticas procedían de un buen lugar: su sincera convicción de que al emprender una determinada acción estaba sirviendo a los necesitados.

Algunas de sus declaraciones arrojadizas escandalizaron a muchos, como su comentario «¿quién soy yo para juzgar?» en un avión procedente de Brasil en 2013, cuando le preguntaron por los homosexuales. «Si una persona es gay y busca a Dios y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgar?», dijo a los periodistas. Francisco no trataba de alabar la actividad sexual entre personas del mismo sexo. Con su corazón misericordioso, simplemente reconocía que cada persona, fueran cuales fueran sus inclinaciones, e incluso a veces en situaciones objetivamente pecaminosas (un punto explicado maravillosamente en su “Amoris Laetitia” de 2015), todavía podía mostrar mucha bondad y apertura a Dios.

¿No nos enseñó esto Jesús en su encuentro con la mujer samaritana, ella con sus cinco maridos anteriores y su pareja actual, y que, aun así, fue capaz de anunciar a Cristo y de evangelizar a sus paisanos?

Era un hombre que buscaba ovejas perdidas. Esto hacía que pareciera que tenía menos tiempo para los que ya estaban en el rebaño. Por tanto, no es de extrañar que, en general, Francisco fuera más querido por los no católicos o los católicos no practicantes que por algunos practicantes que, en ocasiones, se sintieron heridos y, sí, excluidos por algunas de sus declaraciones y acciones.

Pero tenemos que recordar que la decisión de Dios de instituir el papado implica necesariamente una institucionalización de las limitaciones humanas y de la visión parcial. Aunque no era Papa, esto queda muy claro en san Pablo. Como Francisco, tenía un corazón enorme y, como Francisco también, su visión, a menudo parcial y unilateral, se respiraba en todo lo que escribió.

En cada epístola paulina no puedes evitar pensar: «¿pero qué pensaban los del otro bando? ¿Y quizá ellos también sentían que la apertura radical del apóstol los excluía?»

Al tender la mano a todos, Francisco sacaba de quicio a más de uno. Sus frecuentes arengas a los sacerdotes para que no convirtieran el confesionario en una cámara de tortura molestaban a muchos, especialmente a los sacerdotes que pasaban más tiempo confesando, con una verdadera preocupación por ser misericordiosos. Pero supongo que Francisco sentía que tenía que decir esto porque la sola idea de que alguien fuera herido por lo que debía ser el sacramento de la misericordia le dolía profundamente.

Tradicional

Francisco amaba la piedad popular y las devociones. Admiraba profundamente la piedad sencilla de la gente corriente. La inclusión de una mención a san José en todas las Misas de rito latino fue uno de sus grandes regalos a la Iglesia. Pero durante su pontificado, algunos de los nuevos movimientos y organizaciones laicales de la Iglesia, así como algunas nuevas órdenes religiosas, se sintieron menos que bienvenidos y, en ocasiones, bajo sospecha.

Pero también se trataba de misericordia, en parte para hacer frente a algunos problemas que Juan Pablo II, con su corazón misericordioso, había creado. Parece que Juan Pablo II, en su apertura a todo lo que consideraba bueno, fue en ocasiones demasiado acogedor con personas que más tarde resultaron ser problemáticas.

Benedicto XVI primero y Francisco después tuvieron que lidiar con una serie de nuevas instituciones cuyos fundadores habían cometido diversos actos de abuso, casos que, por desgracia, no fueron pocos. Creo que la posibilidad de que, bajo la apariencia de una ferviente espiritualidad, alguien pudiera ser víctima de abusos por parte de un lobo con piel de cordero hirió profundamente a Francisco.

Ante tales situaciones, el pontificado de Francisco pareció un tanto vacilante ante las nuevas realidades eclesiales.

Francisco y los laicos

El fomento de la sinodalidad por parte de Francisco —por mucho que a sus detractores les pareciera una gran tertulia— también procedía de un lugar de misericordia. Francisco tenía horror al clericalismo, por el que los clérigos se enseñorean de los laicos y los reducen a la pasividad, y hablaba contra él a menudo.

Alentó la santidad laical, también en su documento de 2018 sobre la llamada a la santidad “Gaudete et Exsultate”. Y el camino sinodal era precisamente un medio para fomentar una mayor participación de los laicos en la Iglesia, especialmente de las mujeres. En otras palabras, integrar más a quienes antes podían sentirse excluidos.

Del mismo modo, las medidas drásticas de Francisco contra las formas litúrgicas de rito antiguo surgieron de la misericordia. Al principio, trató de mostrarse indulgente con estas formas, pero probablemente sintió que había llegado el momento en que se necesitaba amor duro (y Francisco nunca rehuyó las decisiones duras): a veces la Madre Iglesia sabe más. Amor duro y también buena teología: en última instancia, la liturgia es una cuestión de obediencia a la Iglesia.

El próximo Papa

¿Qué necesitamos del próximo Papa? No me cabe duda de que los cardenales de ambos extremos estarán ocupados tratando de conseguir que su hombre ocupe el cargo. Mientras los liberales aspirarán a un Francisco con esteroides, los conservadores reaccionarios presionarán por un Papa que esperan que frene las reformas de Francisco.

Espero que prevalezca el sentido común y sobrenatural. Necesitamos un hombre que conserve todo —¡tanto!— lo bueno del pontificado de Francisco, incluida su visión eminentemente práctica de la fe como algo que hay que vivir y llevar a obras reales de misericordia, pero que también confirme a sus hermanos en la fe (Lc 22, 32).

Es una cuestión de tensión: Juan Pablo II y Benedicto XVI también alentaron la acción social. Pero Francisco la alentó especialmente. Espero y rezo para que el nuevo Papa siga alentando esto; yo, desde luego, necesito seguir oyéndolo. A menudo digo que, en cierto sentido, es fácil ser ortodoxo, tener ideas claras sobre la propia fe. Lo difícil es ponerlas en práctica en la vida cotidiana, de modo que el verdadero amor inspire nuestras acciones.

La Iglesia es la barca de Pedro, pero este barco a menudo se mueve más como un superpetrolero muy lento que como un yate ágil. Cambia de rumbo con lentitud y torpeza, y ningún Papa puede encapsular todas sus cualidades. Pero rezo por un Papa que nos dé la oportunidad de respirar, que cure las heridas también dentro de la Iglesia, que tienda la mano a las ovejas perdidas y, al mismo tiempo, haga que el rebaño más grande, y los pastores asistentes, se sientan valorados.

Y el nuevo Papa deberá tomar medidas para garantizar que lo que fue bueno en Francisco no se desvirtúe. Un ejemplo de ello es la mencionada vía sinodal que, a pesar de todos sus posibles beneficios, conlleva un gran peligro: en realidad, podría conducir a un clericalismo más profundo al reducir la participación de los laicos en la Iglesia a la intervención en comités diocesanos o parroquiales.

Así como los laicos católicos deben participar en las decisiones de la Iglesia, deben participar aún más en la vida cívica y social ordinaria, dando testimonio de Cristo y tratando de transformar la sociedad según los principios cristianos.

Quizá sea hora de ir más allá de las etiquetas izquierda-derecha y conservador-liberal en la Iglesia. No se es liberal por fomentar la misericordia radical y tender la mano a los marginados. Es lo que hizo Jesús. No se es conservador por enseñar fielmente la verdad: Jesús también lo hizo.

Si querer todo esto es pedir un milagro, pues eso es justo por lo que rezo. Y lo hago por intercesión de Juan Pablo II, de Benedicto XVI y, mucho, muchísimo, del amado Papa Francisco.


Este artículo se publicó originalmente en inglés en Adamah Media y se reproduce en Omnes con permiso. Puede leer el artículo original AQUÍ.

Vaticano

Así es el juramento de secreto de los 133 cardenales electores

Por mandato del Colegio Cardenalicio, el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, arzobispo Diego Ravelli, firmó hace unos días el pequeño libro del cónclave. Ahí se encuentra el juramento que deben prestar los 133 cardenales electores del próximo Papa en la Capilla Sixtina el 7 de mayo.  

Francisco Otamendi·6 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos

Los 133 cardenales electores del próximo Romano Pontífice deben prestar juramento justo antes del cónclave que comienza el miércoles día 7. Como es sabido, para la elección del Papa se necesitan al menos 2/3 de las papeletas, es decir, 89 votos con su nombre, con unas reglas muy precisas. 

Una de ellas es el juramento. Tras la invocación al Espíritu Santo mediante el himno ‘Veni Creator Spiritus’, el cardenal Giovanni Battista Re, Decano del Colegio Cardenalicio, o el primer cardenal por orden de antigüedad, leerá en voz alta el texto del “iureiurando” o juramento. 

En él, los cardenales se obligan a respetar fielmente las normas del cónclave. Juran que el que sea elegido Romano Pontífice desempeñará fielmente el “munus petrinum” (oficio o misión de Pedro), de Pastor de la Iglesia universal. Y juran también observar el “secreto” sobre todo lo relacionado con la elección.

Texto completo 

El texto íntegro, titulado ‘De ingressu in conclave et iureiurando” (El ingreso en el cónclave y el juramento), es el siguiente:

“Todos y cada uno de nosotros Cardenales electores presentes en esta elección del Sumo Pontífice prometemos, nos obligamos y juramos observar fiel y escrupulosamente todas las prescripciones contenidas en la Constitución Apostólica del Sumo Pontífice Juan Pablo II, Universi Dominici Gregis, emanada el 22 de febrero de 1996, y las modificaciones del Motu Proprio ‘Normas nonnullas’ del Sumo Pontífice Benedicto XVI el 22 de febrero de 2013.

Igualmente, prometemos, nos obligamos y juramos que quienquiera de nosotros que, por disposición divina, sea elegido Romano Pontífice, se comprometerá a desempeñar fielmente el “munus petrinum” de Pastor de la Iglesia universal y no dejará de afirmar y defender denodadamente los derechos espirituales y temporales, así como la libertad de la Santa Sede”.

Durante y después

“Sobre todo”, continúa el juramento, “prometemos y juramos observar con la máxima fidelidad y con todos, tanto clérigos como laicos, 

el secreto sobre todo lo relacionado de algún modo con la elección del Romano Pontífice y sobre lo que ocurre en el lugar de la elección concerniente directa o indirectamente al escrutinio; 

no violar de ningún modo este secreto tanto durante como después de la elección del nuevo Pontífice, a menos que sea dada autorización explícita por el mismo Pontífice; 

no apoyar o favorecer ninguna interferencia, oposición o cualquier otra forma de intervención con la cual autoridades seculares de cualquier orden o grado, o cualquier grupo de personas o individuos quisieran inmiscuirse en la elección del Romano Pontífice”.

Juramento de cada cardenal elector 

A continuación, según el librito de la celebración, “cada cardenal elector, según el orden de precedencia, prestará juramento con esta fórmula:

Y yo, N. Cardenal N. prometo, me obligo y juro.

Y poniendo la mano sobre los Evangelios, añadirá: “Así Dios me ayude y estos Santos Evangelios que toco con mi mano””.  

Después del juramento, el citado Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, arzobispo Ravelli, pronunciará el famoso “Extra omnes” y todos los ajenos al cónclave deberán salir de la Capilla Sixtina.

Previamente, ha tenido lugar el lunes día 5 el juramento realizado por los denominados “oficiales y encargados del cónclave”.

El autorFrancisco Otamendi

Evangelización

Santo Domingo Savio y san Pedro Nolasco

La liturgia celebra el 6 de mayo a santo Domingo de Savio, fallecido a los 14 años, que conoció y trató a Don Bosco. El Papa Pío XI le definió como “un pequeño, pero gran gigante del espíritu”. También se conmemora este día a san Pedro Nolasco, fundador de la Orden de La Merced.

Francisco Otamendi·6 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 2 minutos

La Iglesia incluye en el santoral del 6 de mayo a varios santos y beatos. Entre los más conocidos se encuentran el joven santo Domingo de Savio y el fundador de la Orden mercedaria, san Pedro Nolasco.

Domingo Savio nació el 2 de abril de 1842 cerca de Chieri, Turín, segundo de 10 hermanos, hijo de Carlos, herrero, y Brígida, costurera. Fue bautizado el mismo día de su nacimiento en la iglesia parroquial de Riva cerca de Chieri.

Recibió la Primera Comunión a los 7 años, y realizó estos propósitos: “1) Me confesaré frecuentemente y comulgaré todas las veces que el confesor me lo permita. 2) Santificaré los días festivos. 3) Mis amigos serán Jesús y María. 4) Morir antes que pecar”. Domingo renovó estos propósitos cada día de su corta vida. 

Jesús Sacramentado, María, el Papa

Don Bosco, narrando el primer encuentro con Savio, dice: “reconocí en él un estado de ánimo según en el espíritu del Señor. Quedé sorprendido al darme cuenta del trabajo que la gracia divina ya se había operado en ese tierno corazón”. Sus grandes devociones fueron Jesús Sacramentado, la Inmaculada Concepción de María, el Papa. 

Debe ser recordado, señalan las webs salesianas, “el rol de Domingo Savio en la fundación de la Compañia de la Inmaculada Concepción, vivero de la futura Congregación Salesiana”. En marzo de 1857, a causa de una grave y repentina enfermedad, la salud de Domingo se agrava. Falleció a los 14 años exclamando: “¡Oh, qué cosas tan maravillosas veo…!”. El Papa Pío XI le definió como “un pequeño, pero gran gigante del espíritu”. 

Visitar y liberar a los cautivos

Otro santo del día es san Pedro Nolasco. “Dios, Padre de misericordia”, escriben los religiosos mercedarios, “ha querido suscitar en la Iglesia hombres y mujeres guiados por el espíritu redentor de Jesucristo». Que «visiten y liberen a los cristianos que, por circunstancias adversas a la dignidad de la persona humana, se encuentran en peligro de perder su fe”.

Para llevar a cabo esta misión, “impulsado por el amor de Cristo, inspirado por la Virgen María y respondiendo a las necesidades de la Iglesia, el 10 de agosto de 1218, san Pedro Nolasco fundó en Barcelona la Orden de la Virgen María de la Merced de la redención de los cautivos, con la participación del rey Jaime de Aragón y ante el obispo de la ciudad, Berenguer de Palou”.

En efecto, los cautivos pobres no tenían quien procurase por ellos y estaban abocados a morir en su mísera situación o a renegar de su fe. El drama tocó su corazón, y Pedro se embarcó en la tarea de redimirles, incorporando a sus amigos. Y cuando los ánimos decaían y no había medios, Pedro Nolasco notaba como María le animaba a seguir y no desfallecer.

El autorFrancisco Otamendi

Recursos

La Iglesia y la II República española

Durante la II República Española, se intensificó la confrontación entre el Estado laico y una Iglesia aún muy influyente en la sociedad, alimentada por un creciente anticlericalismo ideológico y popular.

José Carlos Martín de la Hoz·6 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: 8 minutos

Desde finales del Siglo XIX, como fruto de la penetración del liberalismo en España, se produjo una enorme fractura entre las clases dirigentes del país y el pueblo sencillo. Si entre los primeros existían casos de agnosticismo o sencillamente de vidas descreídas, en los segundos había una fe religiosa casi generalizada. Por otra parte, también se observa una distinción entre la práctica cristiana en la vida de los suburbios de las grandes ciudades y la vida de los pueblos. 

La descristianización de las masas obreras

En los años finales del XIX y primeros del Siglo XX se produjo la descristianización de las masas obreras en España, especialmente con el nacimiento de barrios extremos y con la pobreza en zonas rurales desfavorecidas del país. Aunque fueron muchas las iniciativas de carácter social que se pusieron en marcha, especialmente desde la Encíclica de León XIII, Rerum Novarum, es un hecho constatado la desconexión de grandes masas de obreros del mensaje cristiano.  

Un factor clave para entender el odio desatado en el período constitucional de la II República Española, fue el alto grado de analfabetismo que sufría España en ese período. Se ha hablado del 40% a final de la Dictadura de Primo de Rivera. Sólo la incultura explicaría como pudieron destrozarse obras de arte valiosísimas, templos que ardieron sin la más mínima consideración. Y, también, explicaría como pudo ser creído, por gentes del pueblo afirmaciones tan peregrinas como que los curas envenenaban las fuentes o mataban niños con caramelos venenosos.

El auge del anticlericalismo

Por otra parte estaban consolidados, desde el comienzo del Siglo XX sectores de intelectuales españoles formados en la increencia, convencidos de su ateismo y  agnósticos, que movieron hábilmente, a través fundamentalmente de la prensa, a las masas. Indudablemente influyó la constante acción del krausismo y de la Institución Libre de Enseñanza. 

Un sector de la prensa republicana insistiría, en aquellos años, en ver a la Iglesia como un poder espiritual que tiranizaba las conciencias, y por tanto urgía  liberarse de ella. A esto habría que unir las editoriales que surgieron y las ediciones populares que publicaron, así como obras de teatro, etc.

La influencia de algunos pensadores, será siempre creciente, y su aversión a la Iglesia irá desde la frialdad hasta la hostilidad. Su reflejo más claro es el anticlericalismo creciente y ese anticlericalismo se hizo pasión en el ámbito de las masas obreras, y en algunas zonas rurales. Evidentemente, cometieron un error de cálculo: ni la Iglesia era la misma del Antiguo Régimen, ni la fe católica estaba tan poco arraigada como pensaban. Como resalta Álvarez Tardío: “Conviene rechazar, por tanto, esa explicación tan común como elemental, en virtud de la cual, el laicismo agresivo de los republicanos respondió al intolerable antirepublicanismo de los católicos”.

El objetivo del anticlericalismo no fue discutir la doctrina de la Iglesia, o los contenidos del evangelio, o la verdad de la fe que proponía la, sino tratar de sacudirse el yugo de conciencia, y las formas sociales conformadas por la Iglesia. Estos nuevos pensadores deseaban una moral laica, y unos principios liberales autónomos. Es interesante el fenómeno operado durante el Siglo XIX en España: la aparición de los intelectuales, en primer lugar, y en segundo lugar, verles ejercer un magisterio moral, que hasta entonces sólo había correspondido a la Iglesia. Debido a la alta tasa de analfabetos, no dejaban de hablar a minorías. Mientras, el clero, merced a la catequesis, la enseñanza y las celebraciones litúrgicas se dirigía a la mayoría de los españoles a lo largo de su vida.

El artículo 26 y el estallido de la «cuestión religiosa»

Las discusiones en torno al artículo 26 de la Constitución, en octubre de 1931, hicieron aflorar un cúmulo de opiniones contra la acción de la Iglesia, con gran carga de apasionamiento. Como resalta Jackson: “En cuanto se abrieron las compuertas para la riada, ya nadie pudo reflexionar en calma sobre la necesidad de unas nuevas reflexiones entre la Iglesia y el Estado”. Así pues, fue como un desborde de un río de pasiones, entre las cuales está el propio nombre: “la cuestión religiosa”, lo que hasta entonces, para la mayoría del país era algo entrañable, apareció como un problema, y, al parecer, de envergadura, pues se puso más empeño en estos debates, que en los serios problemas económicos, estructurales, y educativos.

A pesar de todo, la influencia de la Iglesia católica era muy alta en todo el país. Tanto por tener en sus manos la mayoría de los centros educativos de nivel, como a través de los maestros que, en su mayoría, eran buenos católicos.

Una gran parte de los intelectuales, así como de las clases directivas, eran católicos de buena formación, aunque su práctica espiritual fuera más o menos ferviente. Desde luego las costumbres sociales eran básicamente cristianas. Se guardaban las formas. Faltaba, indudablemente, la existencia de intelectuales católicos con la preparación adecuada para presentar el mensaje cristiano de modo ilusionante, con más fuerza y coherencia personal.

Es interesante constatar la buena situación general del clero durante la II República. Fruto de los seminarios y de los grados obtenidos allí, o en Roma en la Universidad Gregoriana. El clero y los obispos gozaban de salud espiritual: abundaban los sacerdotes piadosos, virtuosos, entregados, ejemplares. De hecho el número de mártires y confesores en la Guerra Civil, fue llamativo.

El mito de una Iglesia retrógrada

Intelectualmente vivían encerrados en un pequeño mundo intelectual, pero ni los obispos, ni el clero se había visto afectado por la crisis modernista que alteró a Europa, años antes. Por otra parte conviene recordar la situación de las Facultades de Teología españolas desde 1851, en que dejaron de pertenecer a la Universidad Civil, había ido decayendo en prestigio y nivel científico. En 1932 Pio XI publicó la “Deus scientiarum Dominus”, por la que se impulsó la mejora de las Facultades de Teología. De hecho, en 1933 se cerraron la mayoría de esas Facultades españolas y se dejó sólo la de Comillas. En 1933 tuvo lugar una visita canónica a todos los seminarios de España. Respecto al clero era abundante, pero mal distribuido. 

Tampoco puede olvidarse que la filosofía imperante en muchos universitarios era la de la fe en el progreso científico, y por tanto en una nueva era de progreso sin Dios, o al menos, donde Dios estuviera entre paréntesis. Ortega y Gasset aparecía como un modelo próximo para muchos hombres formados alrededor de las ideas de la Institución Libre de Enseñanza. Al calor de esas ideas se había consolidando la falsa apreciación de la Iglesia como enemiga del progreso humano.

Por otra parte, en muchos pueblos, se conservaba una fe consolidada a través de siglos, donde la vida giraba alrededor de la práctica sacramental y de los tiempos litúrgicos, llenando las costumbres, el folclore, los hábitos de vida. Existían agnósticos y descreídos, pero la mayoría eran cristianos de corazón.

Católicos en la República: entre el compromiso y la decepción

La llegada de la República el 14 de abril de 1931, y las rápidas elecciones de Cortes Constituyentes, arrojaron unos resultados que presagiaron lo peor para las relaciones Iglesia y Estado, pues resultaron elegidos, en su mayoría diputados de la izquierda y de los Radicales, que habían sobrevivido a la Dictadura de Primo de Rivera. 

De hecho, el 6 de mayo la Gaceta de Madrid publicaba una circular declarando voluntaria la enseñanza de la religión en la Educación Primaria. Era la consecuencia de haber suprimido, días antes, la confesionalidad del Estado. De hecho, en mayo de 1931, se produjeron la quema de iglesias y obras de arte, como la Inmaculada de Salcillo en Murcia.

Por eso, cuando la mayoría de los diputados de la Cámara, procedieron a discutir los artículos de la Constitución, presentaron una batalla frontal contra la Iglesia. La mayoría de esos diputados, carecían del nivel intelectual necesario, así como de formación religiosa, a excepción de algunos intelectuales de reconocido prestigio. Pero, a la postre, los debates sólo sirvieron para resaltar la ley de la aritmética frente a la razón.

Todo parece indicar que la izquierda republicana presentó la cuestión religiosa independientemente de la situación real del país y de la opinión de los católicos sobre la República; lo que les molestaba era la presencia del catolicismo en la vida social y cultural. 

Al repasar las actuaciones de los protagonistas: dignatarios de la Iglesia, miembros del gobierno, parlamentarios, prensa de esos días, etc., queda claramente de manifiesto que aquellas Cortes, no representaban la realidad del país, pero sí mostraban con toda su crudeza las diferentes posturas contra la Iglesia que existían en esa época en España. El resultado, como es conocido, fue una Carta Magna, que no podía ser instrumento de concordia y pacificación, pues nació contra la voluntad de la mayoría de los ciudadanos. 

Una vez más, en conexión con el siglo XIX, una pequeña minoría intentó corregir el rumbo de un país pretendiendo, mediante Constituciones, una evolución. “Puede descatolizarse un país, pero no en virtud de una ley”. En el fondo faltaba una verdadera cultura democrática.

Algunos de los diputados republicanos eran católicos y habían tenido parte fundamental en el nacimiento de la República, por ejemplo, Niceto Alcalá Zamora, quien en su famoso discurso contra las disposiciones antieclesiásticas  del artículo 26 de la Constitución, el 10 de octubre de 1931, que le llevaron a su dimisión como Presidente del Gobierno, decía: “Yo no tengo conflicto de conciencia. Mi alma es hija a la vez de la religión y de la revolución, y la paz de ella consiste en que cuando se mezclan las dos corrientes las hallo acordes en la expresíón de una misma fuente, de un mismo criterio, que la razón lo eleva a los principios últimos y la fe los encarna en la enseñanza del Evangelio. Pero yo, que no tengo problema de conciencia, tengo conciencia (…). Y ¿Qué remedio me queda? La guerra civil, jamás (…). En bien de la patria, en bien de la República, yo os pido la fórmula de la paz”. Encarnaría lo que él llamó la tercera España. Un gobierno de centro verdaderamente democrático, aconfesional. Su ilusión era que la República hubiera contenido la Revolución Social y anticlerical.

Conviene recordar el famoso y contemporáneo discurso de Manuel Azaña, del día 13 de octubre de 1931: “Tengo los mismos motivos para decir que España ha dejado de ser católica, que para decir lo contrario de la España antigua. España era católica en el siglo XVI, a pesar de que aquí había muchos y muy importantes disidentes, algunos de los cuales son gloria y esplendor de la literatura castellana, y España ha dejado de ser católica, a pesar de que existe ahora muchos millones de españoles católicos, creyentes”. La traducción es clara: el Estado ya no es católico. Una vez aceptada la premisa, que sería válida: si el conjunto de los españoles democráticamente deciden que el Estado no sea confesional. Ahora bien, lo que no tendría sentido es que se convierta en anticatólico, y seguidamente que el Estado  persiga a la Iglesia, le prive de libertad, y pretenda someterla a sí mismo. 

No era la primera vez que un grupúsculo en aras a la democracia había pretendido subyugar la conciencia de la mayoría. Pero, la aceleración de la historia, produce mucho daño. 

Efectivamente, la mayor parte de las leyes que se fueron promulgando fueron consecuencia del principio de laicización del Estado, pero otras muchas eran un atentado contra la libertad proclamada para todos en la Constitución. Esa falta de verdad, haría que quedase claro que no se buscaba el bien común, sino intereses partidistas, y acabó rompiendo la armonía y la convivencia pacífica. Desde luego “no se logró una cultura democrática, sino alternativa”.

La enseñanza, epicentro de la confrontación

La intención de la mayoría parlamentaria en las Cortes Constituyentes era apartar a la Iglesia de la enseñanza, como muestra el artículo 16 de la Constitución, pero, en la práctica era inviable construir tantas escuelas y formar tantos profesores como se necesitaría. 

Finalmente vale la pena recordar las palabras de otro presidente del Gobierno durante la República, Lerroux, que señalaba lo siguiente: “La Iglesia no había recibido con hostilidad a la República. Su influencia en un país tradicionalmente católico era evidente. Provocarla a luchar, apenas nacido el nuevo régimen, era impolítico e injusto, por consiguiente, insensato”.

La reacción del episcopado español

Es importante resaltar que la actitud de la Santa Sede ante la llegada de la II República el 14 de abril de 1931, fue de cordialidad. Como demuestran las abundantes gestiones del Nuncio y de los Prelados españoles. 

Por otra parte, el Arzobispo de Toledo, Cardenal Segura, pasó a ser un personaje incómodo, por su planteamiento tradicionalista en la línea de que la Iglesia debía orientar la tarea del estado, y que no ocultaba su apoyo a la monarquía. La República logró expulsarlo de España y la Santa Sede, en un gesto de congraciarse con la República, lo apartó de la Sede de Toledo el 1.X.1931 y lo sustituyó por el cardenal Gomá. Pero, no conviene olvidar que el Gobierno de la República, el 18.V.1931 promovió la expulsión del Obispo de Vitoria, Múgica, planteando el problema del carlismo como fuerza antirrepublicana y su influencia en el pueblo vasco-navarro.

Así pues, aprobada la Constitución en un breve espacio de tiempo, en los primeros momentos, la reacción del Vaticano y de los obispos españoles fue de una serena espera. La Declaración Conjunta del episcopado español del 20 de diciembre de 1931, salió al paso de la Constitución aprobada el 12 de diciembre recordando que el derecho y la libertad aprobados en la Constitución, eran para todos.

El mismo Niceto Alcalá Zamora, presentó su dimisión como Presidente del Gobierno para no aprobar esos artículos anticatólicos, pero presentó su candidatura a la Presidencia de la República, para –con el tiempo- reconducir esos artículos a la objetiva situación del país. Y, ahí permaneció, hasta abril de 1939.

Vaticano

Los cardenales debaten desafíos claves antes del Cónclave

Entre los temas tratados por los cardenales durante la décima congregación general estuvieron la naturaleza misionera de la Iglesia, el papel de Cáritas como testimonio de justicia evangélica, y la necesidad de un Papa cercano, guía y puente en un mundo fragmentado.

Redacción Omnes·5 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: < 1 minuto

La décima Congregación General de Cardenales se celebró el 5 de mayo por la mañana en el Vaticano con la participación de 179 purpurados, de los cuales 132 son electores. La sesión comenzó con una oración compartida y contó con 26 intervenciones centradas en los grandes desafíos y la misión de la Iglesia en el mundo actual.

La Iglesia hoy

Entre los temas destacados estuvieron la naturaleza misionera de la Iglesia, el papel de Cáritas como testimonio de justicia evangélica, y la necesidad de un Papa cercano, guía y puente en un mundo fragmentado.

Se reflexionó sobre la transmisión de la fe, la creación, la guerra y la unidad dentro de la propia Iglesia. También se evocó la esperanza inspirada por la oración del Papa Francisco durante la pandemia.

Se subrayó la fuerza vigente del Evangelio, incluso en la atención de los medios de comunicación, y se recordó que Cristo está presente no solo en la Eucaristía, sino también en los pobres. Entre los documentos mencionados, destacó la Constitución Dei Verbum, como alimento espiritual del Pueblo de Dios.

Juramento de los cardenales y oficiales

El Director de la Oficina de Prensa informó que los cardenales electores ya se alojan en Casa Santa Marta y Santa Marta Vecchia, y que las obras de adecuación en la Capilla Sixtina están casi concluidas. Durante la tarde del lunes se celebrará la undécima Congregación, y a las 15:00 tendrá lugar el juramento de los oficiales y asistentes al Cónclave en la Capilla Paulina.

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Vaticano

Los retos del nuevo Papa

Algunos de los grandes retos que aguardan al nuevo sucesor de Pedro, desde la renovación de la fe y la credibilidad institucional, hasta el papel de la Iglesia en el escenario global.

Rome Reports·5 de mayo de 2025·Tiempo de lectura: < 1 minuto
rome reports88

Mientras el mundo permanece expectante ante el anuncio del nuevo Papa, surgen muchas preguntas sobre el rumbo que tomará la Iglesia en los próximos años.

En medio de una sociedad cada vez más cambiante, el futuro pontífice tendrá que enfrentarse a importantes decisiones pastorales, reformas internas y la necesidad de dialogar con una humanidad marcada por la polarización, las crisis sociales y la búsqueda de sentido.


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